Partida Rol por web

Aunque la brisa mañanera se colaba por las rendijas de las armaduras y telas, ninguno de los presentes a las puertas del gremio se pronunció. Ante ellos un carromato, digno de entrar en batalla, con escudos, ribetes y puas; los aguardaba. Un dúo de caballos estilizados y de un tono oscuro en su piel y crines cortas resoplaban inquietos, dispuestos a salir como alma que lleva el diablo, al primer chasquido de sus bridas. Ambos animales eran la fuerza motriz del carromato.

Dicho carromato era guiado por el mismo humano que había ofrecido el trabajo. Un curtido humano de mediana edad con frondoso bigote castaño en su cara,mirada fria y dura  al igual que la plateada armadura que portaba.

Esta ultima, aunque lustrada y limpia ,no podia evitar mostras los caracteristicos signos de batalla como abolladuras, rascaduras y alguna que otra hendidura.

Mientras el sol levantaba la niebla matutina, el humano subió al carromato, ajustó sus guantes y aseguró las bridas. Miró a los aventureros y habló:

- Si  estan listos y dispuestos,  sugiero que suban al carromato, la defensa del baluarte apremia.- carraspeó.- Aunque este dúo de corceles son rápidos como el viento, aún tardaremos en llegar...-

Presto atención a mis compañeros de grupo, han seleccionado un grupo de lo más peculiar. Hay gerreros de estilos que nunca había visto antes en mi poblado, y eso que era un sitio frecuentado por viajeros. Este será un viaje de lo más interesante, sonrío y mi piel reseca dibuja marcadas arrugas. Comienzo a alistar todo para partir y le digo a mis compañeros:

- Permítanme presentarme. Mi nombre es Ledenik Dagarkin, pertenezco a la raza de los Enanos y me especializo en tratamientos naturales. Algunos beneficiosos para la salud... otros no tanto - vuelvo a sonreir amablemente - pero no se preocupen, no utilizaré estos contra ustedes. Espero que podamos trabajar como compañeros y asi honrar el nombre del Gremio de la Espada y la Vara.

- Saludos Ledenik y a los presentes. Sonríe el elfo con rasgo humano.
- Mi nombre es Voronwë, y acabo de entrar en el gremio junto a otros miembros, que partieron fugazmente en otros menesteres del gremio. Mi dotes en combate es la sutileza y el engaño de la mente y control de la materia en si. Es un campo que se esta empezando a estudiar en mi pueblo. Maese Rebal, cuando usted apremie y mis compañero, de comienzo al viaje.

El deva mira a sus compañeros... nunca quiere ser el primero en iniciar las conversaciones... ha pasado poco tiempo desde su reencarnación y aún no domina los estatutos de comportamiento dentro de las escenas sociales.. 

Mira de soslayo una vez más y viendo que nadie más habla, se presenta. Su voz es suave y profunda, casi hipnótica... 

Bienhallados compañeros, me complace conoceros, mi nombre es Dénaerdán... y no se puede decir que trabaje en el gremio  pues no he querido cobrar recompensa alguna por las misiones a las que he sido asignado anteriormente, pero sí que ayudo en todo menester que me sea delegado desde tal organización, puesto que sé que respetan las libertades individuales de la sociedad civil establecidas por cada zona... El deva levanta la mirada y piensa.. lo he vuelto a hacer.. los estoy aburriendo.. Si hay problemas... yo dispongo de habilidades para controlar a los individuos hostiles en el campo de batalla... 

Y dicho esto... me acurruco en mi capa

El elfo observó a sus compañeros del gremio presentarse mientras esperaba parsimoniosamente apoyado contra la pared del gremio, tranquilo. Se adelantó unos pasos, llavaba la capucha verdosa tirada hacia atrás y sus cabellos dorados se combaban levemente por la brisa multiplicando los primeros destellos del sol tímido.
Hizo una reverencia Ralflinder para serviros, me encuentro listo para partir cuanto antes, ya habrá tiempo de conocernos mejor, así como familiarizarnos con la situación para la que se nos ha llamado. Lanzó una mirada fugaz hacia todos los presentes, con una expresión serena y amistosa, casi como dibujando una sonrisa.

Estaba tranquilamente apostado junto a uno de los muros de la entrada del gremio tocando una tranquila y relajante melodía con mi flauta, con la cabeza gacha, sin dejar que mi rostro se pudiera ver debido a que mis cabellos color dorado oscuro caían por a los lados de tal forma que tapaban todo mi semblante, cuando de repente llega un carruaje, preparado para cualquier contingencia bélica, tirado por dos estupendos sementales y guiado por un humano de expresión seria y mirada fría.

Lentamente guardo la preciosa y afinada flauta, levanto la cabeza, recojo el pelo tras las orejas y me fijo de que habían llegado 4 compañeros más dispuestos a subir al carro - Supongo que seréis del gremio ¿no? - una vez se van presentando mis futuros compañeros y justo cuando me iba a presentar, el humano nos insta a subir sin demora al carruaje para partir hacia la que sería nuestra misión. Subimos al carro y una vez colocados - Encantado de conocer a tan variado grupo de guerreros, mi nombre es Zanros Runabrillante y haré que el combate se más facil para todos nosotros - comento haciendo un gesto de respeto con la cabeza, inclinandola levemente con la expresión seria.

El osco humano, el cual ya hacia rato que se habia colocado en el carromato de guerra para dirigir a los dos briosos corceles, escucho pacientemente las presentaciones de cada uno de los aventureros. Dió por sentado que, aunque integrantes de un mismo gremio , no eran muchos los que  se conocian entre ellos.

Pero no estaba esperando por este grupo por sus  formas al socializar. asi pues, chasqueó la lengua y chifló a los presentes:

- Aventureros, aunque las formalidades son bien recibidas en tiempos de paz,  en estos momentos sobra la palabreria.- señaló la parte trasera del carromato y continuó, con un tono cuasi desagradable:- Suban al carromato  o quedense aqui intercambiando notas musicales y  palabras rimbombantes.-

La expresión de Rebald mostraba una mezcla entre  ira y preocupación, como quien se siente impotente ante la barbarie. Sus ojos reflejaban que sus pensamientos estaban en el baluarte, en su familia o algún ser querido. Mientras sus manos enguantadas apretaban con fuerza las bridas de los corceles...
 

Bajo la rudeza del humano, lo miro con aires serio el semielfo.
- Esta bien, no perdamos mas tiempo.
Se monto en el carromato y espero a que diera comienzo su viaje.

Aunque el hombrecillo azul fuera un personajes del todo inexpresivo no pudo evitar abrir ojos como platos, asombrado por la reacción del caballero que llevaba el carruaje... Por el panteón... ¡qué inquietud!

Luego se dignó a sujetar la puerta y ayudó a subir a sus compañeros para luego montarse él mismo. Una vez arriba antes de cerrar la puerta inclinó su largo cuerpo hacia el chófer y dijo de manera dulce y agradable:

Discúlpenos buen hombre, no precisa de rudeza para movernos... si quizá supiéramos a dónde vamos o cuál es el motivo para apremiarse de tal modo quizá sería de buena ayuda para poder inculcar en nuestras mentes una chispa de energía necesaria para poder llevar a cabo tales tareas... de un manera que le satisfará tanto que sonreirá como un niño cuando ve un conejo entrando en su jardín.

Me espero unos segundos y si no tengo una respuesta o algo parecido sencillamente entro y me acomodo en el asiento.

Me encontraba acariciando el pelaje de uno de los caballos cuando el hombre que conduciría la carreta nos pide que subamos de una vez.

- Algún día aprenderá, señor de modales toscos, que la paciencia es una virtud y hasta puede emplearse como un arma, y una muy efectiva por cierto - a paso lento pero firme voy trasladándome hacia la carreta, me aferro de ella y trepo hasta acomodarme en uno de los asientos - espero que no deba castigar mucho a los caballos para que el viaje sea más placentero... para ellos y para nosotros.

Despues de presentaciones junto al carro, en las cuales todos iban presentándose uno por uno, me disponía a hacer la mía, cuando el cochero, con expresión seria y seca comenta que subamos al carro. Todos lo miramos con mala cara haciéndole ver que con esa actitud no va a ir muy lejos con nosotros. Yo no comenté nada, pero la mirada que le brindé mientras subía al carro lentamente, dejaba ver claramente mi desacuerdo con la actitud del que nos iba a llevar a la misión.

Una vez ya en el carro, me dispuse a presentarme, pues no había podido hacerla junto con mis compañeros.

Ralflinder subió grácilemente al carro de batalla y se acomodó casi en un solo movimiento continuado. Observó gravemente al anciano luego de sus palabras Desconozco de que tierras vienes enano, pero en Cormanthor vivimos en un péndulo entre tiempo de vigilancia y tiempo de guerra. Y no hay paciencia que valga cuando el acero canta y las flechas silban. Tragó saliva Ahora viajamos a una tierra desconocida, pero deberemos apoyar y luchar como si fuera nuestro propio hogar el que peligra. Sé que vos seguís el ritmo de las plantas y el pulso del padre bosque, mi corazón está en ello tambien, pero recuerda siempre que el padre no perdona, y cuando es tiempo de que se desate la tormenta, da libertad a sus vasallos para que reduzcan todo a cenias si es necesario. Cerró la boca y esperó que el resto subiese, ya estaba impaciente por que el carro llegara a su destino.

Observo al elfo mientras se dirigía a Ledenik.
- Ciertas son tus palabras, Ralflinder. De donde yo vengo también mi pueblo rinde tributo a la naturaleza y a Corellon. Lo que no he podido apreciar es gente de tu raza dando sus servicios a la naturaleza, Ledenik, son mas dados a sacar los frutos de sus entrañas.
La armadura que poseía Voronwë hacia recordar las caídas de las hojas en otoño.

El dia despuntaba y la calidez de los rayos del sol comenzaban a acariciar las mejillas de los presentes, haciendo olvidar la brisa mañanera que le habia despertado. las prisas por parte del humano eran fundadas. Cuanto mas tiempo  tardasen en llegar a su objetivo ,mas tiempo tendrian los orcos en atacar las defensas del baluarte.

En cuanto los aventureros se montaron el el carromato y se acomodaron en los hoscos asientos, el chasquido de las bridas sobre el lomo del los caballos anunció el comienzo del viaje. Ambos caballos relincharon y salieron como alma que lleva el diablo por el camino de tierra que  conducia a las afueras.

Durante un largo trecho, en el cual vieron pasar asu lado los territorios cercanos al gremio, el repicar de los cascos de los corceles fue el unico sonido que escucharon; aparte claro esta, del silbido del viento y los ruidos del carromato.

Cuando habian cruzado uno de los puentes de piedra que permitia cruzar el ancho rio sin problemas, pudieron observar muy,muy,muy en el horizonte como se levantaba el baluarte. Quién se jactase de buena vista,podria ver unas torres  de piedra blanca con pendones al viento una gran muralla amodo de  grueso muro y...¿humo?.

Al verlo todos y cada uno de los aventureros, sabían a ciencia cierta, que el baluarte estab siendo atacado y semejaba no tener buena suerte....

El explorador prefería avanzar a pie cuando viajaba, no estaba acostumbrado a utilizar los vehículos de factura humana y eso lo ponía un tanto incómodo, por lo que venía jugueteando sin parar con las hachas de mano que colgaban de su bandolera. Cuando se acercaban a su destino, divisó al instante la humareda que salían desde la fortaleza. Sus músculos se tensaron al tiempo que empuñaba sus hachas y se asomaba por el costado del carro ¡Fuego, enemigos! exclamó con una expresión sombría La batalla está aquí.

Ralflinder le hizo despertar de su ensoñación viendo el humo a lo lejos y temiéndose lo peor.
- Esperemos no llegar tarde a nuestro destino. Creo que llego el momento de fustigar un poco a los corceles Dijo mirando al Ledenik con cara de preocupación.
- Cientos de vidas pueden estar en peligro, amigo enano.

El paseo en el carro me hizo recordar, ensimismado, los mullidos asientos de todas las salas de lectura del barrio de los escribanos. Pasaba gran parte del tiempo estudiando el poder de las rúnas y su simbología, así como de las nuevas técnicas encontradas para su grabación y puesta en combate. Ensimismado por el paisaje que ibamos atravesando conforme nos ibamos acercando, con el pensamiento perdido en un mullido cojín, pensando en las opciones de que es lo que nos encontraríamos al llegar y gracias a los dos magníicos caballos que tiraban del carro, el viaje se me pasó relativamente corto.

Transcurrido un tiempo me asomé por una de las ventanas y oteando el horizonte me percaté de que ya estábamos cerca. En una corta lejanía se dejaban ver unas fortificaciones de piedra blanca, las cuales contrastaban con el humo que de ellas se desprendían. Me proponía a avisar al grupo del humo, cuando Ralflinder nos pone en sobreaviso acerca de lo que ya había visto - Ralflinder, tienes razón, ese humo no es buena señal para nada.... - les comento a los compis, sin dejar de mirar el baluarte por si pudiera percibir algo más de lo que puede estar pasando.

Asomo la cabeza y alargo la parte de mi torso por la ventana - Mi señor Rebald, el tiempo apremia y como bien dice el compañero Voronwë, haría falta no tardar mucho en llegar, puede que el baluarte no aguante hasta nuestra llegada ¡¡corraaa!! - le comento a voces, con la excitación dentro de todo mi ser por la inminente llegada de una gran batalla.

Consigo ver las nubes de humo que se forman en la lejanía, eso no es una buena señal, el baluarte necesita ayuda inmediata, comprendo las palabras de Voronwë cuando pide al cochero que fustigue un poco a los caballos.

- Toda vida es valiosa mi amigo y puede que en el baluarte haya muchas vidas que necesiten de nuestra ayuda con urgencia, estoy seguro de que los caballos sabrán comprender que necesitamos viajar lo más rápido posible. ¡No dude en acelerar la marcha! - le grito a Rebald Llamaverde - puede que sólo tengamos una oportunidad de ayudar a esa gente - llevo mi apreciado tótem en la mano, aferrándolo con fuerza debido a mi preocupación por el baluarte.
 

Rebald mascullo unas palabras entre dientes mientras azuzaba con  ira las bridas de los caballos. Estos  se lanzaron con dos saetas recien disparadas en direccion al baluarte. Mientras se acercaban al galope ,los aventureros pudieron ver como la majestuosa obra de piedra blanca y torreones altos  como gigantes se alzaba ante ellos.   Ya en algunas zonas el fuego y el humo compartian espacio  y algunos tejados se habian derrumbado.

Sonidos de lucha, choques de acero contra acero, gritos  de miedo y de furia se entre mezclaban en los oidos de los presentes. De un salto, rebald  bajo del carromato, desenvaino su espada y corrió hacia el puente donde dos trasgoides  esperaban su fin. Con dos diestros espadazos , Rebald termino con sus vidas mientras  señalaba la entrada a los aventureros...