Sir Auros soltó un sonido a medio camino entre una carcajada y un sonoro resoplido.
-Alguien aquí ha leído demasiadas novelas caballerescas -se mofó el semiorco-. Yo soy Sir Auros de Elmere. Podéis llamarme Auros, salvo que vuestro código de honor os obligue a llamarme "mi lord", claro está.
Se cargó el mandoble a la espalda.
-Vayamos a esas minas. Que no se diga que la Casa Elmere no se preocupa del bienestar del populacho.
Partamos pues!, exclamo la mediana.
El semiorco se veia fuerte y muscoloso, pensó. Quizas sirviera para algo a parte de portear sus cosas. Ummm, muy elegante erá a la hora de hablar y eso la intrigaba. Lo observaría con más atención.
Jeb iba rapido al igual que los demás, pronto llegarían y se toparían con el misterio que anidaba en aquella mina.
Finalmente, decidisteis partir hacia las minas, donde parece ser que todos los interrogantes que anidaban en vuestras cabezas, se despejarían en ese lugar.
Dunkel, el paladín, era reacio a embarcarse en una gesta con tales acompañantes, pues desconfiaba de ellos y desconfiaban de sus creencias, motivos y sobretodo, sus espadas. Quien le iba a decir que a la mas mínima aprovecharían para apuñalarle por la espalda y saquear sus pertenencias? Partió con el resto del grupo, vigilante y asegurandose gracias a las palabras del tabernero de que esos tres hombres, eran lugareños que frecuentaban el lugar y que eran bien conocidos por allí por pasar sus horas muertas bebiendo y jugando entre ellos a las cartas
Malwin, Un guerrero mujeriego y algo sinvergüenza, cogió su espada y su escudo y se los llevó al hombro, extrañamente(o no) se puso justo al lado de Kyira, y la iba mirando de reojo, con su pícara sonrisa.
Jeb, el gnomo saltón y juguetón ya estaba fuera de la posada mientras el resto del grupo deliberaba que hacer. Parecía un gnomo bastante impaciente...
Mientras Tanto kyira, y su larga y pelirroja melena, la iba ondeando al son del viento mientras caminaba a la par de Malwin, el cual la miraba de reojo. Kyira era consciente de ello, y se planteaba seriamente si segarle el cuello o dejarlo para mas adelante
El Reservado Sir Auros, era un misterio de semiorco. Parecía bruto, pero el resto de aventureros se dieron cuenta de que un semiorco normal y cualquiera no tenia esos modales tan exquisitos, y menos se pedía uno de los mejores vinos. Caminaba solo, observando y desconfiando de todos.
Y así partieron, dirigiéndose hacia la puerta de la empalizada norte, para tomar el camino hacia las minas. A medida que atravesaban el pueblo y ascendían por el puente, los ciudadanos de Duvik clavaban, curiosos, vuestros ojos sobre vosotros "A donde va esa gente" decían unos "irán a...la mina?" , "habéis visto esa chica pelirroja? es guapa...". Los murmullos se convirtieron en aplausos y vitoreos, algunos niños del lugar empezaron a corretear alrededor vuestro, mientras los mas ancianos (algunos de ellos enfermos y con muletas) permanecían en su sitio mientras os miraban como si hubiesen visto un halo de esperanza para esa villa y para sus nietos e hijos.
Así fue como nuestro grupo abandonaba el paso de Duvik, así fue como los recibió y los despidieron, sin embargo, una etapa acaba, y una nueva empieza.
chicos, os toca otra ronda de post. Cuando acabeis abrire una nueva escena
Malwin caminaba junto a Kiyra, mostrando una sonrisa afable y confiada, pero pendiente de mantener las distancias en caso de que a la mediana se le ocurriera alguna idea..."Peligrosa" para su integridad física. Mientras caminaban, el guerrero sinvergüenza examinaba a los que iban a ser sus compañeros de viaje.
Un enano impaciente, un semiorco que se anda con exquisiteces, un paladín que le da más importancia a rezar que a vivir y una mediana de melena y cuerpo ardientes que podría rebanarme mis partes reales si no me ando con ojo...Bueno, siempre puedo usar el plan de emergencia. Si lanzo al enano a las fieras calculo que puedo tener dos minutos de ventaja, más o menos.
Fue entonces cuando los lugareños se acercaron a vitorear al grupo mientras los despedían, y Malwin decidió sacar su faceta de encantador de masas a relucir.
-¡Gracias! ¡Gracias noble gente! ¡Preparad vuestros corazones para recibirnos a nuestro regreso con comida, vino, flores y mujeres, pues vamos a liberaros de aquello que os aflige de una vez por todas! No te acerques mucho niño...Fuera...Fuera te digo. Ve con el semiorco, te dará una cosa muy bonita, ve, ve.
Conteniendo una carcajada interna al ver como el enjambre de niños iba directo a por Sir Auros, Malwin siguió saludando y despidiéndose hasta que estuvieron fuera del pueblo.
Kiyra se sentía feliz ante los aplausos y vítores del pueblo de Duvik, cuanto más avanzaban hacia su destino, más entusiasmo recibía del populacho, los niños se les acercaban curiosos y expectantes, eran un grupo extraño y llamativo, que impresionaba.
Malwin se movía como pez en el agua, saludando aquí y allá, buscando un protagonismo que no le correspondía. No le caía del todo mal, pero no dudaría en apuñalarlo si llegaba a sobrepasarse con ella.
Parecían que poco a poco empezaban a formar un equipo.
Jeb avanzaba caminando, con cortos pero veloces pasos hacia la puerta del pueblo. Iba con la cabeza gacha, mirando el suelo, sumido en sus propios pensamientos y fantasías sobre la aventura que estaban por empreder. De pronto algo lo sacó de su pequeño mundo, todo el pueblo los observaba, algunos atónitos y otros entusiasmados, aclmándolos como héroes.
Hasta ese momento no había caído en la cuenta de lo que significaba para el pueblo que unos forasteros se involucren en sus problemas y las esperanzas que esto les daba. Al principio este pensamiento lo hizo sentirse egoísta, el solo había considerado el provecho personal que podía sacar de aquella empresa, no había pensado ni por un instante en los niños, los ancianos ni los enfermos... finalmente un ola de coraje lo invadió, la aventura sería doblemente fascinante, no sólo lo esperaban lugares desconocidos y quizás extraños tesoros sino que también le estarían devolviendo la esperanza a un pueblo casi abandonado por la mano de los dioses.
Por primera vez en mucho tiempo Jeb volvió a sentir que era parte de algo importante, él y sus nuevos compañeros harían historia...