Cuando llegáis con todo el ganado llevado por los esclavos algo torpemente, Publio ya estaba en casa, esperándoos con una amplia sonrisa.
- Bien hecho Zhann, acompaña al ganado y a los demás esclavos al establo y acomoda allí el ganado escogido por la sacerdotisa.- ordena sin ningún interés mientras sale a interceptar a la sacerdotisa.- Le viene de gusto caminar? - era una invitación formal, pero estaría feo rechazar la invitación.
Así, Publio se aleja de nuevo con la sacerdotisa por las calles de Roma mientras los esclavos organizan el ganado.
Mientras camina, Publio observa a la sacerdotisa sin miramientos. La sacerdotisa era una figura deseada entre los poderosos, pero nadie osaría tocar a una sin su consentimiento a una sacerdotisa si no querían atraer la atención del Olimpo. Sin embargo, el mirar no estaba penado, ni siquiera mal visto cuando se trataba de una sacerdotisa jover y hermosa como Eurídice.
Tras el largo silencio, Publio empieza con la conversación. Una conversación algo técnica, donde bendiciones de diferentes dioses para proteger a la tripulación de varias inclemencias, números de soldados, remeros, y oficiales en los barcos se cruzan sin demasiado sentido para ti. De hecho son muchos datos que a tí, personalmente, ni te van ni te venían, pero que Publio tiene a bien comunicarte. Lo único que sacas en claro es que 3 sacerdotes más se unirían a la tripulación. Sacerdotes de Júpiter, Neptuno y Marte.
- Nuestros barcos partirán en 3 días. Tendrá tiempo de arreglar todo lo que necesita?- Preguntó con intención de escuchar.- Si necesita algo o tiene alguna duda, es bienvenida a mi domus a cualquier hora.
domus: Casa romana
Cuando vuelve de su caminata con la sacerdotisa de Ceres, Publio va a buscarte directamente.
-Todo bien? Debes preparar lo que tengas. Partiremos en 3 días. Voy a estar muy ocupado hasta entonces, he venido a resolver las dudas que tengas. Sé que eres un esclavo muy valioso y especial, de hecho he arreglado todo para que vayas en mi mismo barco y no puedan abusar de ti. Pero una vez en Tarraco, y cuando yo parta con el ejército, tu estarás sólo. Antes de partir con el ejército te daré mis instrucciones y el porqué te he elegido a ti. Excepto sobre este tema, puedes preguntarme sobre lo que quieras, que intentaré responder.- Publio te mira con una mirada inquisitoria. Sabía que preguntarías, de hecho, si te había venido de esa manera es porque quería resolverte cualquier duda.
Con mi mente en todas partes menos donde debería estar, sigo haciendo mis deberes y quehaceres hasta que Publio vuelve y me da la oportunidad de preguntarle lo que sea...excepto el porqué me ha elegido a mí. -Agradezco enormemente el trato que me está dando, amo Publio, no negaré que estoy preocupado y extrañado. Supongo que el día de partir me resolverá por completo mis dudas... Pero, quizás podáis responderme... una vez partáis vos con el ejército y yo me quede en Tarraco, ¿serviré en su nombre?, ¿o me asignará servir a la sacerdotisa Ceres en su lugar?
*Preparar lo que tenga? si no tengo pertenencia alguna... como no sea una muda de recambio...
Publio te sonríe.
-Buena pergunta, de hecho, una vez yo parta, seguirás siendo mi esclavo, no servirás a nadie más, y como mi esclavo, posiblemente debas tomar recados y defender los intereses de mi familia. Y como mi esclavo, nadie debería osar tocarte, al menos mientras siga vivo. Pero tu seguridad no será la misma que cuando yo esté cerca tuyo. Lo mejor para tu seguridad será que te asocies con uno de los sacerdotes que llevaré. La sacerdotisa de Ceres es sólo uno de los cuatro sacerdotes que llevaré. Los sacerdotes de Júpiter, rey de los Dioses, su hermano, Neptuno, Dios del mar y su hijo Marte, Dios de la guerra nos acompañarán también a Hispania. Aunque sospecho que la sacerdotisa de Ceres es quien mejor te tratará, por eso os he presentado. Sin embargo, será tu elección quedarte con uno u otro, o con ninguno si prefieres arriesgarte.
-Comprendo. Gracias por aliviar mis dudas. Intentaré ser más cercano a la sacerdotisa Ceres, entonces. - Espero que ésa reinona de los dioses no sea tan frígida siempre ¬¬ - De igual modo será necesario estar todos juntos. No queremos que los Dioses entren en discordia... - Así que serviré en su nombre... Madre mía, eso es una fuente de poder y mandato IMPORTANTE... tendré que buscarme aliados... espero que esa Eurídice sea alguien interesante.
Gracias nuevamente, prometo estar a la altura de las expectativas.- Hago una respetuosa reverencia - Con su permiso, me retiro a continuar mis quehaceres. Prepararé mis cosas para el viaje. (como mucho la ropa? porque no tengo nada en mi posesión, cierto?)
*En mi imaginación...
*Espero que no sean unos locos fanáticos... a veces hay cada acólito de los Dioses que se comporta de forma muy excéntrica X_X
- Diría que sí que me dará a tiempo a prepararme en tres días... - Le respondo dubitativa mientras pienso en si realmente tendré tiempo de organizar todos mis quehaceres y dejar al mando de mi ganado y mis obligaciones a otra sacerdotisa en el templo. - Gracias por su hospitalidad, si tengo alguna duda me dirigiré a usted sin remordimientos - Afirmo sonriente.
Acto seguido me disculpo ante él y me retiro al templo para empezar a hacer todos los preparativos necesarios para partir: Escojo una sacerdotisa de menor rango que yo, pero bien preparada, y le enseño como atender al ganado, ocuparse de algunas otras acciones sacerdotales de menor complicación... Después de dejar zanjado el tema de mis obligaciones menores me dirijo a la Suma Sacerdotisa para explicarle como me ha ido durante el tiempo que he estado ausente en el Templo.
- Madre, puedo quitarle un rato de su tiempo para contarle como me ha ido con Púbilo ? - Le pregunto después de haber esperad paciente que terminara con sus rezos.
Después ya me haré la maleta o lo que me tenga que preparar para irme (Y)
El día por fin llega y, a la salida del sol, te levantas. Has dormido poco por los nervios. Es un viaje largo, en barco, a una zona de guerra, tienes tu propio cometido y labor en ese viaje y, aunque Publio te ha asegurado que estarás protegido mientras él esté, dudas que Publio te pueda proteger de los mareos, resbalones y accidentes que ocurren en alta mar. Mientras piensas en tus miedos y preocupaciones, te preparas, levantas a los demás esclavos, dejas todo listo para cuando el amo Publio despierte y, finalmente despierta. Cuando sale de su habitación, ya va vestido para la ocasión con su traje militar.
Tras comer el desayuno que le preparas, os dirigís hacia el puerto, Publio, tú y un séquito de esclavos con multitud de objetos varios.
Tras hablar con la madre superiora y contarle todo lo ocurrido con Publio, discutíis un buen rato sobre el trato de Publio contigo. Parece ser que la madre superiora cree que podría estar interesado en ti.
-Aunque quién no lo estaría de una joven hermosa como tu?- dice concluyendo el tema.- Por cierto Eurídice, vas a necesitar esto.- de entre sus faldas, extrae un paño cubierto.- Hemos bendecido esta daga ceremonial. Asegúrate de construir un buen lugar para proteger la daga ya que, Ceres te guiará a través de ella.
Entregada la daga, la madre se despide de ti. Tienes unos cuantos días, en los que te aseguras de dejar todo bien atado y a buen recaudo.
Y por fin llega el día esperado. Te despiertas pronto, muy pronto de hecho, no sabes si por los nervios del inminente viaje o por la presencia del guardia que envió Publio el día anterior para que hiciese guardia toda la noche y cargase con todas tus cosas. Te preparas y te vistes para la ocasión y te diriges al puerto.
Cuando llegáis al puerto, os asombra lo que véis. Una cantidad impresionante de soldados armados listos para zarpar, todos en formación y esperando órdenes. A lo lejos, en el puerto, los barcos llevan una cantidad impresionante de hombres, que se dedican a hacer los últimos preparativos. Una gran tienda alzada con el escudo de la familia de Publio indica el lugar de reunión.
Cuando llega Publio, da órdenes a los esclavos para que lleven todo hacia uno de los barcos, tras esto, entra a la tienda, donde lo esperaban en una pose militar varios centuriones, y dos, por su apariencia y vestimente, sacerdotes. Tras unas palabras breves, todos se relajan y siguen hablando de sus cosas mientras varios esclavos se dedican a preparar comida y vino para la ocasión, a lo que se une Zhann. Pocos minutos después entra Eurídice en la tienda, acompañanada por el soldado. Se hace el silencio, y tras recibir, Publio, personalmente a la sacerdotisa y acompañarla a un asiento, vuelven a hablar de sus cosas. Conversaciones banales e informales que no vienen a cuento de nada, hasta que, tras llegar el último sacerdote, el de Neptuno, todos se ponen mas serios. Uno de los centuriones prepara un mapa y los centuriones y Publio empiezan a discutir de la ruta a seguir. Héricles, sacerdote de Neptuno también entra en la conversación para dar opiniones sobre la ruta, incluso Apóstolos, sacerdote de Marte, da alguna emocionada opinión acerca de pasar por Córcega o Cerdeña. Hace una década que Cartago cedió las islas, pero por lo que dice Apóstolos, aún hay altercados y la presencia de tanta milicia suavizaría los conflictos.
Eurídice y el sacerdote de Júpiter aún se mantienen fuera de la conversación tan técnica y militar. Escuchando y observando. Parece ser que al final pararéis un par de días en las islas, por lo que el viaje durará unos 12 días en total. Los centuriores se repartiran 3 de los barcos mientras que los sacerdotes, Publio, y algunos escogidos, viajaran en el cuarto barco.
Cuando por fin acaba la reunión, los centuriones salen de la tienda y empiezan a movilizar a las tropas, mientras Publio y los sacerdotes se quedan acabando de hablar sobre el el estado de humor de los dioses. Sobre todo con Héricles. Por fin os llega la hora, salís todos de la tienda en dirección al barco y tras mucha espera, partís.