Alexander observaba las miradas que se echaban tanto el elfo como el enano mientras escuchaba las palabras de todos los presentes. -Contad con mi ayuda- dijo cuando la mirada del capitán se poso en el.
Albert escucho como todos debatían lo que había que hacer.
-A mi me gustaría poder ayudar en lo posible, pero no quiero morir en el intento.
El anciano se sorprende cuando un joven de cuya presencia no os habiais percatado irrumpe con sus palabras, pero después sonrie aliviado al escuchar su oferta de ayuda, que más manos se presentaran de ayuda era algo que reconfortaba al castigado Capitán.
- Quizás mis viejos ojos me engañen pero no te había visto participar en la batalla, no obstante salta a la vista que no eres de aquí. Cualquier ayuda es bienvenida- dicta mientras después pasa turno a miraros a todos en general con un gesto amable-. Héroes, mañana marcharemos a primera hora. Esta noche... ¡celebremos nuestra victoria!
La preparación de la caravana no impide que los ciudadanos de Untergard celebren una fiesta como Ulric manda. Con los suministros del conde dió para todos los soldados y ciudadanos que se apuntaron a la juerga, era obvia la alegría de los untergardianos a pesar de todas las desdichas que habían acontecido, o quizás era un efecto secundario del alcohol. Con todo, vosotros no erais menos. Pudisteis beber, bailar y brincar hasta que vuestro cuerpo no dio para más y desfallecía en el mismo suelo de la ciudad. Pero poco a poco, vuestros ojos fueron atacados por una luz solar de la mañana y los oidos atronados por los refugiados que se disponían a marchar..
Fin de la escena.