"¿Cómo dices, chico? Que has oído historias acerca de mi, me lo puedo imaginar, jejejeje, pero no te preocupes, todo eso son solo rumores... ¡En verdad soy cien veces peor!"
Nombre/Alias: Giancarlo Biancarella
Raza: Desconocida
Edad: Desconocida, con total seguridad más de 500 años
Estatura: 1,56 m
Peso: 77 kg
Color de ojos: Carmesíes, iridiscentes.
Color de piel: Blanco pálido
Manías: Aunque trata de ocultarlas, sus más cercanos dentro del clan saben de su aversión hacia todo tipo de animales pues suelen ponerse inquietos en su presencia, especialmente los gatos, a los que guarda un rinconcito muy especial en su galería del odio por lo que le suponen.
Expresiones/Personalidad: Crueldad, ambición y egoísmo desmedido son tres de las características que mejor podrían definir a Giancarlo, aunque no son las únicas. También posee una perversa inteligencia, un recurso del que indudablemente ha dispuesto para lograr prosperar durante todo este tiempo. La suma de todos estos elementos junto con su grotesco aspecto podrían llevar a pensar al desafortunado que se vea forzado a tratar con él que se trata más de un demonio que de un simple mortal.
Sin embargo, la realidad es bien distinta, aunque gran parte de los detalles tras su pasado permanecen en las sombras, Giancarlo nació como hombre, muy probablemente en el seno de una familia humilde, el cómo y el por qué logró fundar la familia Biancarella y transformarse en lo que es hoy es un misterio que muchos prefieren evitar averiguar.
Cuando Giancarlo entre en escena, dejará que pasen unos momentos sin hacer nada hasta que todos los presentes caigan en la cuenta de su presencia deleitándose con la reacción que cada uno de ellos experimente al ser consciente de la misma. Una vez esto ocurra, irá directo a por aquel en quien esté interesado. Contra todo pronóstico, inicialmente se mostrará gentil y amable, posiblemente hasta servil, ensalzando a aquel a quien se dirige, ya sea a través de alagar sus atributos físicos, su intelecto o cualquier otra virtud que consideré digna de mención incluso si para ello debe ridiculizarse comparándose con lo poca cosa que él mismo es.
Esta parte se le da muy bien, tanto que podría incluso a lograr engañar a aquellos que mejor creen conocerlo. Así pues, una vez su presa baje la guardia, comenzará la última parte, ya que tras la lengua de la serpiente siempre llegan los colmillos envenenados de esta, no obstante, siempre cuida que el escalado sea gradual, primero dejando caer una amenaza vedada a sus seres queridos, tal vez un error cometido en el pasado por su interlocutor del que se avergüenza y que consideraba olvidado, una adicción bochornosa, amantes que supondrían un gran riesgo si saliesen a la luz, o cualquier otro secreto oscuro de su víctima y cuando todo empiece a desmoronarse, justo entonces, será cuando Giancarlo le tienda la mano para salvarlo a cambio de contraer una deuda con él que jamás terminara de saldarse.
Su voz es cambiante, le gusta forzar inflexiones en el habla pero casi siempre resulta melodiosa y aguda.
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