Partida Rol por web

Noticia que conseguiste en la ciudad de Texas y te llamó la atención.

domingo, 30 de marzo de 1989

 

El periodista Duilio Pallottelli iba dispuesto a solucionar un enigma que, por aquellas fechas, 1989. Lo único que necesitaba, era una orden de exhumación del juez del pequeño pueblo de Aurora (Texas), para intentar averiguar si en el cementerio de dicha localidad, se hallaban los restos de Katherine flower...

El cuerpo desnudo de una joven prostituta Dora Lange apareció atado a un árbol solitario en medio de una ciénaga en Louisiana con signos claros de sacrificio ritual. Los detectives Rustin Cohle y Martin Hart, asignados entonces al ahora aparentemente cerrado caso Katherine, son interrogados por las autoridades policiales con el fin de extraer pistas en relación con un reciente asesinato de características muy similares al del caso Katherine.

 

Cementerio de Aurora

                                                           

Sin embargo, aunque la trascendencia del suceso del caso Lange, pueda parecer lejos de toda duda, ateniéndonos principalmente a que el cadáver se enterrara en el mismo cementerio del pueblo, el caso pronto pasó al olvido.

El Informe Condon reabre el caso
Años más tarde, el caso fue objeto de una curiosa reapertura por parte del Dr. Alfred Kraus, a la sazón Director del Kilgore Research Institute (Centro de Investigación perteneciente a la West Texas State) y asesor del polémico Informe Condon, que intentaba en la década de los ochenta "averiguar" el fenómeno asesinatos en cadena. Por lo tanto, dentro de una investigación mucho más amplia, compleja, y burocrática, y que abarcaba el estudio de centenares de casos de asesinatos, el Dr Kraus había decidido como parte de su aportación al Informe Condon, recabar información sobre la exhumación del cadáver  según la prensa de la época, se había encontrado en Texas en el lejano 1987. Y es que, con los tiempos que corrían en los E.E.U.U. en la década de los 80 el suceso de Lange fue releído como un posible accidente. El objetivo de su investigación, entre otras cosas, era intentar hallar posibles testigos que residieran en el pueblo de Aurora. Por otro lado, el Dr. Kraus trató de encontrar pruebas físicas rastreando la zona del molino. Los resultados de la búsqueda fueron al parecer negativos. Con la evidencia testimonial, parece ser que tampoco hubo mucha fortuna, y varios vecinos de la localidad negaban la existencia del hecho. Uno de los entrevistados por el director del Kilgore Research Institute, Oscar Lowery (Newark, Nueva Jersey) afirmaba haber recibido tentativas de soborno por parte de varios periodistas para confirmar la historia del asesinato descrito en el Dallas Times Herald.
Por tanto, el Dr. Kraus finalizó su investigación afirmando que el caso había sido un fraude perpetrado por el periodista S. E. Haydon amparándose en las historias macabras que circulaban por el sudoeste norteamericano sobre la hipotética existencia de un asesino en serie.

Nuevos datos reveladores
Posteriormente a la publicación del Informe Condon, aunque ya durante su realización sufrió grandes criticas sobre su supuesta objetividad, éste proyecto, fue acusado de servir a oscuros intereses para desviar la atención del público. Por tanto todas las investigaciones que se efectuaron bajo el marco de dicho proyecto, quedaron parcialmente desvirtuadas y pocos investigadores daban crédito del análisis y resultado de las mismas. El periodista italiano Duilio Pallottelli, enviado por la revista "L'Europeo", se propuso investigar concienzudamente el caso Aurora, sin basarse en las primeras indagaciones del Dr. Kraus. Trasladado al lugar de los hechos, Pallottelli, logró entrevistarse con varios testigos claves del caso que evidenciaron lo erróneo de las "apresuradas" conclusiones del Dr. Kraus. Charlie Stevens contaba con tan solo 5 años de edad cuando todo sucedió. Recuerda que su padre le contó que aquella fatídica mañana de 1987, mientras se encontraba ordeñando las vacas, fue testigo de como una silueta oscura agredía a una mujer al emitir un fuerte silbido y se precipitó violentamente contra el suelo.

 El chico aunque estuvo en el aérea siniestrada, no pudo confirmar la presencia del cadáver. El sherrif de Aurora Harold Idell confirmó al periodista italiano su creencia particular en la autenticidad del incidente de Aurora y comentó a Pallottelli que su prima Frances le había hablado en numerosas ocasiones sobre el tema.

Las hipótesis del Dr. Kraus parecían desmoronarse por completo con el hallazgo de estos testimonios, aun cuando las investigaciones de Pallottelli le reservaban nuevos testigos y pruebas que apoyaban sin lugar a dudas que algo macabro había ocurrido en Aurora. Broweley Oates, propietario de una estación de servicio, relató al intrépido periodista italiano que recordaba el suceso de 1987 vagamente, aunque dijo que un coche había aparcado en la zona y que después desapareció.

 El molino estaba casi derruido, y los alrededores, incluyendo el pozo de abastecimiento de agua, conservaban las huellas de sangre, que había ocurrido antes de la explosión de un potente incendio. En 1989 Oates edificó sobre el pozo y construyó un gallinero, indicando al periodista que "debajo de ese hormigón (con el que cegó el pozo) debe de haber un montón de cosas que podrían servir para establecer la verdad". Todo parecía empezar a encajar. Si las pesquisas de Duilio Pallottelli no iban desencaminadas, la posible localización del supuesto cadáver podría estar cerca, aun más cuando tuvo la certeza de que el cementerio estaba prácticamente intacto desde 1987. Pallottelli encontró nuevos datos reveladores sobre el destino del infortunada mujer por boca de Mary Evans (89 años). Según la testigo, hoy fallecida, la mañana del 17 de febrero escuchó una fuerte explosión que sorprendió a toda su familia. Obligada a permanecer en su casa, Mary Evans, observó al mismo tiempo que su padre salía de casa, un incendio que se estaba produciendo en la propiedad del juez Proctor. Posteriormente, su padre le comentaría que un coche se había estrellado sobre el molino y que el piloto había fallecido a consecuencia del trágico accidente. "Todos comentaban -señala la testigo- que debía de contener algo más para que hubiese habido ese tipo de explosión". Al día siguiente del suceso, Mary Evans en compañía de su madre visitó la tumba del conductor, que estaba siendo velada por varios vecinos. Así mismo la anciana comentó al periodista italiano que la propiedad del juez Proctor quedó prácticamente destruida a causa de la fuerte explosión y el incendio. "Aquí hemos vivido siempre con la convicción de que aquella fue una historia verdadera, un hecho real" -concluye su relato la Sra. Evans. 

Dos testigos claves del enigma Aurora, Charlie Stevens y Mary Evans

 

 

Emplazamiento del antiguo molino del juez Proctor, ahora un gallinero propiedad de Browley Oates

 

La pantalla del visor de diapositivas titila frente a mí. Pocas personas quedan en la biblioteca a estas horas, solo algunos estudiantes seguramente estudiando para un examen próximo. Tomo disimuladamente un poco de whisky de la petaca que cargo, nadie me ve. Froto mis ojos, ya que solo son necesarios mirar fijamente unos minutos la luz del visor para que a uno le lloren los ojos y les estalle la cabeza. Pero me resigno a irme. Aún no he encontrado nada que llame mi atención. Cientos de diarios viejos con las mismas noticias de siempre: asesinatos, robos, estafas, accidentes. Busco un poco más atrás y Temas como la guerra, la mafia y el contrabando se vuelven habituales. Pero nada de ello llama mi atención, no todavía. No puedo escribir sobre lo mismo otra vez, ya no me queda inspiración para ello; mi única alternativa para reavivar la llama es la curiosidad, la sorpresa.

Miro el reloj, son la 1 a.m. Tomo otro sorbe de whisky. Los estudiantes siguen allí, un par de mesas de distancia. La obscuridad y el silencio de la ciudad es notorio, solo interrumpido por la luz ocasional de un auto y algún bocinazo lejano. No me preocupa el horario, la biblioteca de Huston abre las 24 hs y aporta la tranquilidad perfecta para seguir buscando.

 Una pila de diarios desconocidos se encuentra debajo de la pila. Su nombre me remite a las películas de bajo presupuesto de los 60`: “El vocero del mañana”. Rio para mis adentros mientras recorro sus páginas. Las noticias son de un marcado corte paranormal y misterioso, puede que algo exagerado.  Me detengo en una noticia en particular, una que habla sobre ovnis en Aurora. La noticia llama mi atención debido a que recuerdo algunas vacaciones de pequeño, alquilando una tranquila cabaña junto a un lago allí con mis padres. Recuerdo el pequeño poblado, esos caminos de tierra. Miro el reloj nuevamente: las 2 a.m. Ya no hay nadie en la biblioteca, solo el guardia y la bibliotecaria.

Tomo el artículo y voy hasta la fotocopiadora. Luego de hacer una copia la doblo y guardo en el bolsillo de mi camisa. Le guiño el ojo a la bibliotecaria cuando me despido, ella sonríe pero permanece con la mirada en su lectura. Salgo afuera y el frio se hace sentir. Mi auto me espera para ir a mi departamento. Mi pequeño departamento.

Maldita ciudad, tan claustrofóbica, tan salvaje. Es hora de cambiar de aire…

Te embriagas del dulce aroma de la noche, las calles están metidas en el ajetreo de todo tipo de actividades pero por la noche todo se amolda a un silbido entrecortado de las principales aves nocturnas, bichitos de la noche (grillos) y demás. Has metido la hoja en el bolsillo de tu camisa, una camisa demasiado formal para la ocasión deberías de estar en camiseta, unas de esas fresquitas sin tanta etiqueta.

Es de noche pero es una noche primaveral, todavía no ha llegado el verano y notas que cuando lo haga no encontrarte aquí, ya te has motivado con la noticia y esperas tener información de primera para tu próximo libro. Te encuentras en la ciudad tejana más poblada y pronto te das cuenta cuando coges el automóvil y te sumerges en la caravana multitudinaria que se establece en las mismas calles de la ciudad. Deberías de comprarte una moto eso piensas para evitar las caravanas que se forman todos los días, en todos estos lugares de la urbe.

Cerca hay un Bayou un río pequeño, que se mezcla con la floresta principal caracterizada por llanos de vegetación de matorral espinoso como el mezquite, acacia, y opuntia. Quizás si te hubieses comprado un caballo irías ahora más rápido yendo por la parte de los valles que se mezclan con los callejones, calles de la gran ciudad. 

Un hombre de mal aspecto te pide algo de dinero, está limpio y aseado pero su indumentaria es pobre, no obstante el hombre de unos cincuenta años se le ve que tiene la mirada de la desesperación. Algo te llama la atención y es que posee una chaqueta demasiado ancha y gorda para el tiempo y una de las manos la tiene metida por debajo de esta mientras con la otra te pide.

La oscuridad abraza la ciudad y las luces de los autos se entremezclan. Puedo ver a lo lejos los coloreados paredones del barrio chino, con sus calles estrechas y edificios que se cierran sobre uno como copas de árboles. Cierro los ojos un momento  y siento el aroma de las comidas tipicas de su cultura. sigo avanzando, el pequeño paseo mental se termina y la melancolía se transforma nuevamente en claustrofobia al quedar estancado nuevamente en el tránsito. Vuelvo a la realidad. Cada vez que consigo avanzar otro semáforo detiene  el paso y una cola de autos interminable se detiene frente a mi.

De pronto veo acercarse a un hombre de rara vestimenta. La noche trae consigo personajes extraños, escenas inusuales pienso para mi. aquel hombre se veía así. Pedía ayuda

no todos tenemos la misma suerte"" digo para mis adentros, compadecièndome del mismo

Meto la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón para sacar la billetera al tiempo que bajo la ventanilla. busco entre los billetes y retiro 2 billetes de 10 dolares. Miro fijamente los ojos del hombre al tiempo que deslizo los billetes por el hueco de la ventanilla que acabo de bajar unos milimetros. se los entrego esperando que le alcance para una buena comida.

El indigente coge los dos billetes ves por el cristal como queda el hueco descubierto de su abrigo dejando ver lo que sostiene en la otra mano, nada menos que una pistola, ¡Sí una pistola de esas que usa la poli! Tus sentidos se disparan a mil por hora, no puedes controlar lo que sientes en tu interior al ver aquel pobre hombre que posee un arma, pero este no hace mella en ti se ha dado por satisfecho con el dinero dado y corre por la cera hasta meterse en un callejón cercano.

Estas estresado muy estresado, no sabes si puedes seguir conduciendo con la caravana de coches, los pitidos de algunos conductores, las continuas aceleraciones y frenadas que se producen. Y la gente la gente que va saliendo de las tiendas para adelantarte simplemente andando, mientras que miras el reloj y ya ha pasado diez minutos cuando solo te da tiempo a acelerar un poco el coche para andar unos cincuenta metros. 

Poco a poco te vas calmando o eso parece, no sabes muy bien como se lo gastan los mexicanos por aquí, pero ya has visto los hechos...  después de una hora y media llegas a tu casa, poco puedes decir de aquella casa pequeña alquilada, vas subiendo por las escaleras para escuchar como los vecinos del primero se están echando los trastos sobre la cabeza, una manera de decir que se están peleando, los del segundo se ponen cada dos por tres a practicar sexo cuando están en casa, la vecina del tercero vive sola con su gato y según supones no se aleja del televisor ya que casi siempre lo tiene encendido. Tu vives en el cuarto y tu vecino es un ex boxeador que suele entrenar a algún que otro muchacho en su tiempo libre. 

Al entrar a tu casa, es una habitación lúgubre que dispone de lo mínimo, ¿es así como te gusta vivir? El propietario todavía le faltan quince días para cobrarte, mientras piensas en cómo has ido liquidando tu dinero a la vez que tu mente se veía sin motivación alguna para escribir.

Salgo caminar. El aire Fresco de la noche me relaja y me permite pensar. Las ideas dan vuelta por mi cabeza, ¿Y si me largo de aquí por un tiempo? Seguramente aquella cabaña junto al lago que solíamos alquilar con mis padres en vacaciones aun debe encontrarse alli. No tengo nada que perder, y el ambiente natural me vendría bien para descansar. Miro el reloj. La 4 A.M. No recuerdo cuando fue la última vez que tuve un buen sueño de 5 o 6 horas corridas.

Camino un par de cuadras mas y emprendo la vuelta rodeando el parque. Un par de personas sin hogar duermen en los bancos cerca de un sauce. Otro de las crueles escenas de nuestra sociedad, aunque en mi trabajo como reportero policial había visto mucho peores. Me estremezco al pensar en todos ellos ¿Me estaré ablandando? ¿Los años me han vuelto mas sensible? Sensible, puede ser, Débil nunca. Miedoso tampoco. Después de todo no se cuantos Texanos se animarían a caminar por esas calles a las 4 de la mañana.

LLego al departamento y me doy una ducha. Luego voy al refrigerador y busco algo que comer, me preparo un Sandwich y me sirvo un vaso de wisky. Todo parece estar mas tranquilo ahora, al menos los vecinos ya no se escuchan. Dejo todo en el fregadero al terminar y me dirijo decidido al dormitorio. tomo la valija de viaje y comienzo a llenarla con ropa.

Mañana le avisaré a mi editor que abandono la ciudad pienso a modo de nota mental

No era la mejor hora para dar una vuelta y quitarte el estrés, poco a poco ves todo lo que se cuece alrededor de tu barrio, un rostro oculto por la oscuridad de la noche está en uno de los callejones de cerca de tu casa, habla con una muchacha de ropa muy ligera. Ésta parece que le pide algo de droga pero no tiene dinero, es joven debe de tener los dieciochos o rondar esa edad.  - Furcia te he dicho que no vengas aquí si no tienes dinero, cuando no tengas dinero ven a mi casa ya te lo he dicho mil veces, me cago en todos vosotros texanos. 

 - : No puedo aguantar más la necesito, y no quiero que tus sucias manos recorran mi cuerpo te estás aprovechando de mí. Malnacido mexicano dame la dosis que necesito. Dice después de empezar a tortas con el camello, este le propina un puñetazo en el estómago que la deja agachada con la respiración entrecortada. Ya tendrás esta dosis y más si no me haces caso, acabarás en el hospital. Dice no queriendo ir a más cuando se da cuenta de tu presencia. Ya lo que te faltaba te ibas a quitar el estrés y este se te acumula.

Así es Houston. Una ciudad donde se puede llegar hasta donde uno quiera. Y ese uno no eres tú. Una ciudad sudorosa, que siempre deja un extraño regusto en la boca, una ciudad donde siempre, siempre se puede seguir excavando en busca de mierda. Y siempre, siempre, encuentras más de la que buscas. Estabas caminando al lado de las mayores bajezas humanas, creyendo que estabas descendiendo. En realidad, ya estabas allí.

En la actualidad, Houston sufre unos problemas que parecen ya irremediables y que conforman el perfil de la ciudad. Situación que se ve reforzada con las continuas oleadas de inmigración ilegal de la Europa oriental, de sudamérica y del sudeste asiático, convirtiéndose todos ellos en mano de obra de la sumergida economía texana y reforzando el modo de vivir y de ver la vida de la ciudad.

Pero siguiendo con nuestro tema la mujer se incorpora sacando un cuchillo de su bolso - ya me tienes harta ¡CAMELLO DE MIERDA! le grita mientras intenta incrustarle el arma en el omóplato.  Él le coge la muñeca con relativa facilidad y presiona cogiendo con su otra mano el cuchillo que ahora sostiene y oculta a tu vista, mientras le gira el brazo colocándose a su espalda cuando ella grita de dolor AHH ¡ME VAS A ROMPER EL BRAZO! sigue gritando. El maltratador espera que pases, y afloja un poco su presión esperando encontrarse con ella a solas.

Oteas a tu alrededor y ves que todas las tiendas se encuentran cerradas, escuchas algunas persianas abrirse de los pisos de cercanos para ver qué sucede, un taxi pasa por la zona... 

Camellos, prostitutas, violaciones, drogas; asesinatos por dinero, control de territorio o venganza, iniciaciones a pandillas o maras. Conocía bien esas calles. En mi trabajo como periodista de policiales, años previos a empezar a escribir, había visto cientos de escenas de crímenes. Cada fotografía de asesinatos, cada entrevista al detective o médico forense de turno, cada imagen, dato, evidencia, relato de testigos se había vuelto rutina en mi vida pasada. Mis reacciones emotivas se fueron disipando con el tiempo, volviendo la cobertura periodística en un hecho casi mecánico. Cada víctima era solo un número para engrosar la interminable lista. Yo era simplemente un espectador de una película de cine negro…. Y ahora que comenzaba a romper esa barrera emocional que tanto me asqueaba, casi tanto como esa maldita sociedad urbana que permitía o lucraba con el accionar con este submundo lleno de basura, que se desligaba de la profunda desigualdad entre los que más tienen y los que no tienen nada, justo ahora se presenta esta escena frente a mis ojos. Escena que mostraba el desarrollo y no solo el desenlace sino también el desarrollo del acto.

Están frente a mí, solo a unos metros. El camello me mira fijamente, yo nunca detuve mi paso fingiendo ignorar la situación. Miro a la mujer a los ojos, ¿expresan algo de miedo? Parecen más bien vacíos, seguramente su vida no le importe más que otro gramo de su dosis habitual.

Paso junto a ellos. Dirijo la mirada al frente mientras los voy dejando atrás con una extraña tranquilidad. El desapego emocional esta en mí. No soy un héroe, soy parte de esa maldita sociedad que odio. Es fácil compadecerse de un pobre pidiendo en la calle, es fácil dar una moneda; pero aquí se presenciaba una escena con una historia de errores, malas decisiones,  que se repetían diariamente y que posiblemente mañana también de ser evitadas. Continuo mi paso hacia el departamento. No sé si esa mujer aparecerá en los diarios mañana. Soy nuevamente un reportero en esta jungla. Y lo único que pienso es en llegar a casa, ducharme, comer algo y comenzar a armar la valija para emprender un viaje hacia el norte, aquel poblado que me brinde paz e inspiración, muy lejos de aquí.   

Eres uno más entre la sociedad que pasa indiferente sobre los problemas actuales que padece la ciudad, sigues caminando y te das cuenta que el taxista tampoco ha parado. Los vecinos ninguno ha bajado como mucho habrán llamado a la policía no lo sabes bien. Ahora te vas a enterar escuchas en la lejanía mientras oyes los golpes que se producen, los gemidos de la mujer y los gritos de ayuda. El vecindario permanece impasible, el hombre sale corriendo pero sus pasos se acercan a ti, te das la vuelta involuntariamente cuando lo ves corriendo con el cuchillo de la mujer en la mano. Tú, Tú me has visto te dice con ojos desencajados, sabes que va a por ti, no has hecho nada no te has metido con nadie, lo único es ser un espectador más de lo que sucede a tu alrededor. Pero también se considera que ser espectador de un acto delictivo te convierte en testigo involuntario, el camello lo sabe, y no quiere pasar sus días entre rejas porque un soplón que pasó a una hora equivocada sea el que lo condene de por vida. 

En esta urbe llenos de intelectuales acaudalados que están inmersos en sus luchas de poder, no hay miramiento para lo que sucede en los barrios mediocres de la ciudad.

Tienes que salir de todo esto, eres también uno de aquellos intelectuales pero caído en desgracia, necesitas salir de la ponzoña supurante que rodea a la urbe. Los pasos se acercan corriendo el jadeo del hombre no se nota, una rabia de perro rabioso se ha apoderado de él, has visto por un breve instante su mirada asesina desencajada, está preparado para darte una cuchillada... pero has reaccionado ladeando la cabeza y gracias a eso tienes tiempo para saber qué hacer.

Siento un escalofrió que recorre mi cuerpo, los pelos de mi espalda se erizan y recibo una inyección de adrenalina. Estoy desarmado, mi pistola está en la guantera del auto, como siempre. Los latidos acelerados del corazón se sienten en mis palmas y en la sien. Todo parece ir más lento. Pienso aceleradamente mientras mi cabeza da vueltas y aflora el instinto ¿correr o pelear? No hay tiempo de correr, no lo haría. Ese hombre tomo la peor decisión y se cargó una mujer cuando pudo dejarla ir, y ahora quiere hacer lo mismo conmigo. Los pasos se escuchan cada vez más cerca y sigo incapaz de correr. Siento como se acumula la tensión pero no puedo reaccionar. Sus pasos resuenan en el pavimento, como explosiones que resuenan en la noche. Miro hacia abajo y puedo ver su sombra alargada proyectarse bajo mis pies. Es hora. Correr o pelear. O morir.

No soy yo. No pienso en lo que hago, solo pasa. De pronto toda la tensión acumulada se libera de golpe, mi cuerpo va más rápido que mi cerebro y apenas puedo comprender lo que veo. Me doy vuelta. El camello se abalanza sobre mí, y yo hago lo mismo sobre él. Mis manos van hacia su muñeca del brazo con que sostiene el cuchillo. No se si tengo miedo, no se si tengo rabia, solo lo hago. Es vivir o morir, y ahora nada más importa...