El Barrio Francés es el área más antigua de la ciudad, pero es más conocido como Vieux Carre (vieja plaza) porque el barrio creció alrededor de este lugar emblemático.
El French Quarter está delimitado por Rampart Street, Esplanade Avenue, Canal Street y el río Mississippi. Aunque ciertas áreas son bien conocidas por los turistas, en realidad hay varios barrios distintos. El área más conocida es la sección de entretenimiento, con sus famosos restaurantes, bares y hoteles. Los lugares para comer van desde el vendedor Lucky Dog en Bourbon Street hasta los elegantes restaurantes criollos de Arnaud’s o Galatoires. La música suena desde los clubes Bourbon Street, instituciones de jazz como Preservation Hall, o la recién llegada House of Blues, o simplemente en cualquier esquina de la calle en un día determinado.
Las muchas tiendas de antigüedades en Royal Street contienen verdaderos tesoros. Un paseo por la calle Decatur culmina en el bullicioso antiguo mercado francés, donde los indios comerciaban mucho antes de que llegara Bienville. Fuera de lo común, las calles residenciales y las antiguas cabañas criollas en el barrio bajo contrastan con la fiesta en curso que es Bourbon Street.
Las «Damas de rojo» son los tranvías que atraviesan las calles a lo largo de las orillas del Mississippi, al borde del barrio.
El corazón del barrio es Jackson Square, flanqueado a los lados por los edificios construidos por la duquesa de Pontalba -los edificios de apartamentos más viejos de Estados Unidos- y en su parte superior, por la catedral de St. Louis, el Cabildo (la sede del gobierno para los franceses y españoles) y Presbytere.
Al otro lado de Jackson Square está el edificio de Jax Brewery, la sede original de una cerveza local. Después de que la empresa dejara de funcionar de forma independiente, el edificio se convirtió en un centro comercial que contiene restaurantes y tiendas especializadas. En los últimos años, una parte del espacio comercial se ha convertido en condominios. Detrás de la Jax Brewery está el muelle de Toulouse Street, el muelle habitual para el barco de vapor Natchez.
Desde los años veinte hasta los ochenta, Jackson Square destacó por atraer a pintores y estudiantes de arte. En los años noventa, se unieron a los artistas los lectores del tarot, mimos, adivinos y otros artistas callejeros. La música callejera ha sido característica de todo el barrio, incluida la plaza, durante más de un siglo. También se han realizado conciertos formales, aunque con menos frecuencia.
En la esquina opuesta al Cabildo está el Café du Monde, abierto 24 horas al día excepto en el día de Navidad y durante huracanes. Este histórico café es famoso por el café au lait (literalmente café con leche), café mezclado con achicoria y beignets, hecho y servido aquí sin interrupción desde la época de la Guerra de Secesión (1862). Es una costumbre que todos los que lo visitan por primera vez soplen el azúcar glas de un beignet y formulen un deseo.
No muy lejos de Jackson Square, en la Rue Royale, se encontraba la hostería All Saints. Era un edificio antiguo a simple vista, construido al estilo victoriano, señorial pero al mismo tiempo acogedor con su fachada color crema, sus ventanas francesas de vidrio repartido y sus balcones de rigor. Una torreta lateral le otorgaba un encanto particular que el imaginario popular asociaba a los castillos medievales.
El hostel era uno de los clásicos exponentes del estilo victoriano en la ciudad y tenía 130 años. Quizás por este detalle, por su nombre y por estar en el borde del barrio en donde en otras épocas se enterraban a los enfermos de fiebre amarilla es que circulaban varias leyendas fantasmagóricas alrededor del edificio, y las leyendas suelen tener su cuota de realidad como todos saben.
La primera planta constaba de una amplia recepción con un mostrador de mogahany, piso de parqué color nogal, alfombras orientales y un área de descanso para los viajeros con sillones chesterfield tapizados en rojo cereza. Por una puerta lateral se accedía a la escalera que llevaba a la planta superior y al amplio comedor en donde los turistas desayunaban y almorzaban.
Al fondo estaba el jardín con su piscina modesta, la cocina con su horno de barro de grandes dimensiones pegada al comedor y el ahumadero y despensa en donde la tía Caliste forjaba sus delicias. Un pasillo con arcada llevaba al segundo bloque en donde había otra pequeña casa -que había sido del servicio- con 4 habitaciones cuyos balcones daban a la piscina.
La planta superior tenía 7 habitaciones y por una puerta de servicio se accedía al apartamento de la dueña, Emily Mariweather.
Aquella tarde calurosa y húmeda Emily estaba atareada en el mostrador lidiando con el sistema de la computadora al cual trataba de pasar las entradas de los turistas del hotel desde el libro en el que su abuela paterna anotaba todos los ingresos y egresos. La radio pasaba un especial de blues y jazz, el sol refulgía en el cielo azul y se filtraba por las verdes hojas de la enredadera de jazmines del jardín que daba a la ventana lateral. No corría una gota de aire en el lugar y el ventilador de techo giraba tontamente sus paletas de madera sin lograr una brisa decente. Desde el fondo venía, sin embargo, el aroma de la tarta de manzanas de la tía Caliste.
La campanilla de la puerta sonó dando paso a la figura de un hombre de mediana edad con el traje sudado, una valija con carrito y anteojos de sol. Miró en derredor con cara de despistado.
Bienvenida :-P
La nuevas tecnologías no eran lo suyo, si sabía manejarse con ellas y controlaba a la perfección algunos programas para dibujo y retoque fotográfico, pero eso no significaba que le gustaran. Así llevaba varías horas enfrascada en el sencillo sistema que había encargado a los informáticos de su empresa para la hospedería, haciéndole la vida más fácil a ella y a sus contables.
La joven vestía un sencillo pero elegante conjunto de fibras ligeras que constaba de pantalón blanco a la cintura con perneras anchas y una blusa de gasa con motivos florales, con su frondosa melena suelta y unos aretes dorados en las orejas.
-Bonsoir!- saludo con una sonrisa radiante al sentir la campanilla, posando sus expresivos ojos en el caballero que acababa de entrar, estudiándolo con atención – ¿en que puedo serle de ayuda hoy, mosier?
No recordaba ninguna reserva y mucho menos la llegada de ningún miembro de la Orden para esa semana ¿tal vez se les había pasado enviar un aviso de cortesía?
-Bonsoir -saludó y terminó de recorrer el camino hasta el mostrador, extendió la mano con elegancia lo cual era decir mucho con las fachas que presentaba. A pesar de ello, o consciente de tal detalle, mantuvo un tipo aristocrático al decir -Mi nombre es Aaron Lightner, soy agente de la Talamasca - tomó las solapas de su saco y las estiró para alisarlas casualmente -Siento aparecerme sin avisar, pero se trata de una emergencia... y la Orden me ha enviado a investigar... Clave: Cirse -sonrió con suavidad bajando la voz al hablar, la Talamasca mandaba una clave para usar de validación cuando era necesario, esa era la correspondiente a aquella semana -¿Dispone de alguna habitación libre? Puedo irme a otro hotel, pero sé que esté es seguro para nosotros.
Hizo una breve pausa, apoyándose sobre la madera con una sonrisa carismática -¿Cómo está la tía Caliste? -inquirió. Tenía unos ojos café que destilaban dulzura e inteligencia, se pasó la mano por un lado del cabello peinándose las canas, evidentemente cansado por el viaje -Vengo desde Nueva York.
Perdón la tardanza :-P
La joven sonrió afable ante las palabras del recién llegado.
-comprendo – contesto con una inclinación de cabeza ante la presentación una vez que compartió la clave con él, eliminando así su escepticismo – no hay necesidad, siempre guardamos nuestras mejores habitaciones para los miembros de la orden – explico con voz pausada girándose a tomar una de las llaves a su espalda, dejando escapar una risa delicada y fugaz – tía Caliste entre sus fogones como casi siempre a estas horas – su atención regreso a los ojos café de su interlocutor – es un largo viaje, seguro esta cansado. Si hace el favor de seguirme lo acompañare a su habitación
Lo guío por el lugar junto con una distendida charla sobre los servicios habituales de la hospedería, ofreciéndose a ayudarlo con su equipaje que galantemente rechazo, cuando enfilaron el pasillo de las habitaciones se decidió a preguntar y aplacar su curiosidad.
-dígame mosier Lightner ¿que clase de emergencia le trae aquí? - se paro a verlo frente a una de las puertas – siento la indiscreción – se disculpo de inmediato – esta es su habitación – anunció abriendo la puerta, pasando a su interior, tendiéndola la llave para que la tomara - ¿hay algo que pueda hacer por usted? ¿algún requisito para la habitación?
-Entonces bajaré a probar sus delicias luego -te dio una mirada galante antes de enderezarse y esperar a que lo condujeras a su cuarto.
El agente entró en la habitación y dio una fuerte inspiración, -Ahhh, me encanta Nueva Orleáns -dijo tirando su maleta a un lado y abriendo los brazos, se deshizo de su saco y lo lanzó a la cama con un gesto despreocupado luego de doblarlo -Hay magia en el aire, siempre la hay -movió los brazos en círculos y sus manos como si estuviera tomando aromas de frascos de perfumes, se dirigió al baño -Puedo contarle, claro: acompáñeme -hizo un gesto con la mano.
Se arremangó los puños de la camisa hasta los codos y abrió la llave del lavabo, se refrescó el rostro, la nuca, se lavó las manos y los brazos, luego tomó la toalla de mano y se secó. -Bueno, la única forma en la que puedo describirlo sería como una “perturbación en la Fueza” -se terminó de secar la cara y movió el brazo como Obi Wan Kanobi en aquella escena mítica. Se quedó parado y te miró a ver qué cara ponías pero no se pudo contener y se echó a reír, luego de pronto se quedó pensativo -¿Ha visto Star Wars?
Alzó una ceja y desestimó toda su actuación anterior -Como sea, algo sucedió, un evento sobrenatural lo suficientemente grave como para que una de nuestras videntes de la Orden nos diera una advertencia y me enviaran a investigar -explicó por fin, y se apoyó en el lavabo -¿Por qué? ¿Le interesa ser mi compañera? No me vendría mal una mano, me estoy poniendo viejo… -se disculpó -Llega un momento en el que lo único que uno puede pensar es en ron con cola y una piscina.
1 mes... T___T soy una mala máster.
La joven criolla lo observo en silencio, concediéndole su espació a la espera de lo que tuviera que compartir con ella, así como cualquier requisito que pudiera tener.
-es Nueva Orleans...la magia la alimenta, así como nosotros de ella - sonrío afable con las manos enlazadas reposando al frente de su cuerpo, siguiéndole cuando se lo solicito – si no le inoportuno
Estudio su ritual de aseo y lo estudio a él, su espalda, sus brazos, sus manos y su rostro, nada que no hubiera hecho ya al llegar pero casi podía sentir el roce de sus dedos sobre el papel de bocetar, dejando volar el lápiz para plasmar la imagen del agente en ese momento de asueto. Sonrió.
-me temo que no – sus hombros se elevaron un instante regresado a su sitió y sus labios se curvaron en un gesto de disculpa – pero creo a que se refiere con eso...la perturbación de la Fuerza – le concedió apoyándose de lado en el marco de la puerta mientras pensativa se acericiaba el mentón – debió ser algo lo suficiente poderoso para que alterara la realidad de tal manera que provocar la visión en su vidente – lo miró ante su invitación - ¿viejo? ¿usted? No sea tan duro, aun esta en la flor de la vida – declaró sonriente – la edad es solo un estado mental y alguien con un buen espíritu como usted no puede considerarse viejo – chasqueó la lengua negando con la cabeza, luego se paro a considerar su oferta - ¿compañera?...lo cierto es que no suelo involucrarme en el trabajo de campo señor Lightner, y preferiría que siguiera así, pero reconozco que me intriga, Nueva Orleans siempre ha sido, pese a ser un epicentro de actividad sobrenatural, un lugar tranquilo...si algo grave esta sucediendo me gustaría estar al tanto ¿de que manera podría ayudarlo?
El hombre asintió con gravedad ante los dichos de la muchacha, así había sido en efecto: un evento lo suficientemente grande para mandarlo a este lugar... que era territorio de caza de uno de los vampiros más temidos por la Orden y lugar de residencia de los más variopintos grupos de brujos y brujas vudú y sacerdotes del candomblé.
Luego alzó las cejas pensativo cuando se refirió a que estaba en la flor de la vida... cierto pero... -Dígaselo a mi espalda que parece que no se ha enterado -bromeó cruzándose de brazos. Unos brazos fuertes y torneados. -Bueno, señorita Meriwheather, como agente de la Orden... -se quedó pensando la mejor manera de decirlo -Quizás pueda ayudarme en el lugar a realizar mi investigación de manera más eficiente, siempre los equipos son de a pares y esta vez estoy solo por las circunstancias -hizo un gesto de manos abiertas como mostrándose a sí mismo -Dos pares de ojos ven mejor que uno -sentenció finalmente -Pero si no quiere involucrarse, lo entenderé.
Hizo un momento de silencio -¿Puedo saludar a la tía Caliste? ¿Será mucha molestia que le pida que me lleve hasta ella?
Nota: la tía Caliste está en la planta baja, en la gran alacena junto al horno de barro cocinando tartas de cereza.
Le causaba diversión la expresividad del veterano agente, la facilidad que tenía para cambiar de la seriedad con la que se debía tratar semejantes asuntos con la relajada postura de galán despreocupado, de buenos modales y mente ágil.
Sonrío contenida ante su broma, estudiándole sin parecer descortés o descarada, de nuevo deseosa de esbozar los rasgos de su aristocrático rostro.
-bueno yo le veo bastante en forma – respondió cordial – y tratándose solo de la espalda aquí puede encontrar unos aceites que pueden maravillas bajo las atenciones de un buen masaje – le informo despreocupada atendiendo a su proposición, la que por un rato largo estuvo meditando rechazar o tal ve aceptar solo a medias - ¿como así? Tan urgente y le han dejado sin compañero ante semejantes circunstancias – chasqueó la lengua en desaprobación por parte de la orden – pensare en ello señor Lightner, lo mínimo que puedo hacer es brindarle mi colaboración durante su estancia con nosotros
Se aparto del marco de la puerta y lo invitó con un gesto a que la siguiera.
-Por supuesto, tía Caliste estará abajo preparando alguna delicia de tarta y le encantan las visitas, así que cuando guste – paciente le dio tiempo a que se cambiara de ropa si así lo deseaba esperando fuera de la habitación, acompañándolo de vuelta al piso de abajo en busca de Tía Caliste