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PUEBLOS DE HIBORIA

Robert E. Howard basó las civilizaciones de su mundo en civilizaciones conocidas de la historia. Mongoles, griegos, espartanos, romanos, turcos, vikingos. ¿Eso te suena más? Aquí se puede echar un ojo a las equivalencias, y a continuación se hace un breve resumen de cada pueblo.

-Argoseanos (Argos):

Son una raza de marineros, por lo general bajos y rechonchos. Controlan el comercio costero desde su capital, Messantia, gracias a su poderosa flota de guerra y a la alianza (nunca confesada) con los piratas de las islas de Baracha. Su ley es laxa, sobre todo con los nativos, y se dice que no hay nada en Argos que el dinero no pueda comprar. Empezando por la virginidad de la hija del rey.

Ser rey, por cierto, no es un derecho de nacimiento, sino un cargo electo elegido por los notables del país (que son
todos comerciantes enriquecidos, por cierto).

Su cultura recuerda a la Atenas griega del periodo clásico.

Dios principal: Mitra

-Cimmerios (Cimmeria):

Raza bárbara norteña descendiente de los antiguos Atlantes. Vecinos de los Nordheim, los Hyperbóreos, los Pictos, y al sur, las tierras hyborias civilizadas. Son altos y corpulentos, de pelo negro y ojos claros. Tienden a ser poco habladores pero cuando hablan, son insultantemente sinceros.

Este pueblo recuerda a los irlandeses y escoceses célticos de la Edad Media Oscura.

Dios principal: Crom

-Estygios (Estygia):

La casta gobernante (sacerdotes y aristócratas) está formada por individuos altos, de pelo negro y piel tostada. El pueblo llano, por el contrario, son descendientes de esclavos: una mezcla de razas, principalmente kushitas, shemitas, y negros de los Reinos del Sur. Son mas bajos, robustos y de piel más oscura. En estygia se vive bajo una teocracia opresiva. Lo que los sacerdotes dicen que dice Set es ley, incluso para los aristócratas.

Estygia tiene dos capitales: Khemi, el gran Puerto comercial administrado por la casta sacerdotal, donde atracan barcos de todo el mundo (delante de la ciudad se alza la isla de Akhet, donde se permite alojarse a los comerciantes extranjeros) y Luxur, controlada por la nobleza, donde se alza el palacio del rey. Allí reside el Sumo Sacerdote de Set, en teoría como consejero del rey, por lo que la presencia sacerdotal no es menos fuerte que en Luxur.

Esta cultura está basada en el Egipto faraónico.

Dios principal: Set

-Hyborios (Distintas regiones del continente):

Son el pueblo más numeroso de la Era Hyboria (de ahí el nombre). Hyborios son los pueblos de Aquilonia (con sus Marcas Bosonias), Nemedia, Ophir, Brythunia, Koth y Corinthia. Un hyborio puede tener cualquier tipo de complexión física, pero rubios y pelirrojos son raros: Suelen ser de cabello oscuro y ojos castaños.

Su cultura recuerda la Europa de la Alta Edad Media, con caballeros bárbaros enfundados en cotas de malla conviviendo con los restos culturales del Imperio Romano.

Dios principal: Mitra

-Hyperbóreos (Hyperbórea):

Primera tribu hyboria aborigen, abandonaron la vida primitiva y nómada para asentarse en enormes moradas amuralladas, fundando el primero de los reinos hyborio, y también el más aislado, al norte de Brythunia. La gente común es flaca y hosca, de una altura que no parece ser natural, algunos llegan a medir más de dos metros, de piel pálida, cabello descolorido. Son supersticiosos, misteriosos y viven en chozas tras las murallas.

Su cultura está basada en los pueblos bálticos y el ruso en la época de Nóvgorod y la Rus de Kiev

Dios principal: Bori

-Hyrkanios (Hyrkania):

Pueblo de nómadas, excelentes jinetes y con merecida fama como arqueros. Son de piel tostada, ojos ligeramente rasgados, altos, delgados y pelo negro que suelen llevar largo. Son honorables y orgullosos, y prefieren vivir en sus tiendas en la libertad de sus estepas que encerrados en ciudades. De hecho, sólo al sur de Hyrkania se encuentran asentamientos permanentes, de colonos que no son considerados propiamente hyrkanios.

Este pueblo está inspirado en los hunos y mongoles históricos.

Dios principal: Erlik

-Khitanos (Khitai):

Cultura milenaria, misteriosa y desconocida para la mayoría de los hyborios, que solo saben de ella a través de exagerados cuentos y leyendas. Estas gentes tienen la piel amarilla, los ojos rasgados y el pelo negro. Suelen ser callados y de baja estatura. Su ciudad principal es Paikang, donde reside su dios emperador. A los Reinos Hyborios suelen llegar comerciantes o hechiceros, y por ello son conocidos los khitanos, pero en la práctica en el inmenso imperio oriental cabe cualquier cosa y cualquier personalidad.

Esta cultura está basada en la antigua China.

Dios principal: Yun

-Kushitas (Kush):

Kush es el reino de raza negra más conocido en la tierra hyboria, hasta el punto que a todo individuo de raza negra se le suele llamar "kushita". Son individuos corpulentos, de pelo rizado y piel negra como el carbón en las clases bajas y algo más clara en la clase dirigente (debido a su mezcla con los estygios). La capital de los kushitas es Shumballa. Mantienen estructuras tribales pero viven en ciudades, ya sea chabolas modernas o antiguas ruinas de ciudades de una civilización anterior. Es famosa su caballería, y son formidables guerreros, pero tienen el defecto de ser indisciplinados y supersticiosos.

Están inspirados en las culturas históricas medievales de Etiopía y Mali.

Dios principal: Jullah

-Nordheimers (Asgard y Vanaheim)

Este pueblo agrupa a dos naciones: Los Aesires de Asgard, que son rubios, y los Vanires de Vanaheim, que son pelirrojos. Poca cosa más diferencia a ambas naciones, que se odian a muerte y no dejan de guerrear entre sí y entre sus vecinos. Los aesires suelen aliarse con los Cimmerios, y los vanires con los Hyperbóreos, pero eso no significa que no hayan expediciones de saqueo contra esas dos naciones o contra otras más al sur.

Están basados en los pueblos escandivanos de Noruega, Suecia y Dinamarca.

Dios principal: Ymir

-Pictos (Tierras salvajes pictas):

Son hombres pequeños pero musculosos, que se pintan la cara y el cuerpo para conseguir el favor de sus dioses en la caza o la guerra. Su nivel tecnológico está en la Edad de Piedra y practican los sacrificios humanos (a menudo quemando vivas a sus víctimas) y en ocasiones el canibalismo. Son extraordinariamente sanguinarios, y tienen una deuda de sangre ancestral con los cimmerios, aunque no le hacen ascos a pelear contra sus otros vecinos (aquilonios y zingarios) si tienen ocasión.

Contra lo que su nombre podría indicar, recuerdan más a los Iroqueses de América que a los pictos históricos.

Dioses principales: Gullah, Jhebbal Sag

-Reinos Negros del Sur:

Son muy oscuros de piel (más que los kushitas), altos pero no especialmente corpulentos. Muchas veces llevan tocados de plumas en el pelo y se adornan con anillos de marfil o metal nariz, labios u orejas. No suelen llevar armadura. Adoran a dioses-demonio a los que aplacan con sacrificios humanos, y muchos practican el canibalismo. Las tribus costeras han aprendido el arte de la navegación de cabotaje, y los Corsarios Negros de las Islas del Sur son merecidamente temidos.

Esta raza recuerda los zulúes históricos.

Dioses principales: Ollam-Onga, Yog

-Shemitas (Shem):

Son un pueblo originariamente nómada, que ha desarrollado ciudades-estado independientes entre sí en su territorio. Son buenos arqueros y excelentes comerciantes. Lamentablemente son también fatalistas, creen que el destino está escrito y no sirve de nada rebelarse contra él.

Las descripciones de los shemitas recuerdan los pueblos bíblicos de la zona de Canaán, o los árabes anteriores a Mahoma.

Dioses principales: Pteor y Derketo (Ishtar)

-Turanios (Turan):

Originalmente eran una tribu hyrkania que se mezcló con colonos y aventureros del oeste, renunciando a su vida nómada a cambio de las estructuras de la civilización. En tiempos de Conan es un estado consolidado, gobernado con mano de hierro desde su capital, Aghrapur. Allí se encuentra el "dios viviente", un descendiente de la deidad venerada por los turanios, Tarim.

Esta cultura recuerda en muchos aspectos al imperio turco.

Dios principal: Tarim

-Vendhyos (Vendhya):

Un pueblo con una sociedad antigua, sofisticada y terriblemente estratificada, con un sistema de castas inmutable. Tienden a ser menudos, de ojos grandes y larga cabellera negra, tanto en hombres como en mujeres. Su tono de piel es tostado, ligeramente más oscuro que el de los estygios pero sin llegar al tono de los kushitas. Son increíblemente corteses y es muy raro que alcen la voz, mucho más que pierdan los estribos.

Esta cultura está basada en la India anterior a la ocupación británica.

Dios principal: Asura

-Zamorios (Zamora):

Esta raza de granujas de piel ligeramente tostada y pelo negro tienen el dudoso honor de ser considerados los mejores ladrones de toda Hyborea. Técnicamente se trata de un reino de carácter despótico, en la práctica la casta sacerdotal tiene mucho peso en las decisiones del reino, los comerciantes manipulan a aristocracia y clero y en los barrios bajos a los criminales no los manipula nadie.

Esta cultura está basada en el pueblo gitano.

Dios principal: Bel

-Zingarios (Zingara):

Delgados, de piel tostada y pelo negro, se supone que tienen algo de sangre picta y shemita en las venas. Son muy orgullosos y temperamentales. Gustan de llevar largos bigotes (sobre todo en la zona sur) y tienen fama de ser hábiles espadachines y navegantes.

La descripción de su cultura recuerda en algunos aspectos la España medieval.

Dios principal: Mitra

DE DIOSES Y HOMBRES

El mundo hyborio conoció tantos cultos y religiones como gentes la poblaron, las prácticas religiosas y sus creencias eran, a menudo, el fruto del miedo supersticioso y las prácticas hechiceras, y a veces, fruto del ahelo espiritual y el entendimiento teológico.

En cualquier caso, la era hyboria conoció a pocos ateos, incluso los más cínicos filósofos aceptaron la existencia de seres superiores, benignos y malignos, como soporte fundamental de la realidad. A pesar de que, normalmente, los dioses fueran adorados de manera individual dentro de estrictas limitaciones geográficas, fue una era mayoritariamente politeísta. La principal excepción a esta regla reside en ciertos sacerdotes y fieles del dios Mitra, quienes declararon a su dios como el Único Dios Verdadero, exigiendo una devoción monoteísta.

Entre los bárbaros Aesires y Vanires de Nordheim, Ymir, el Gigante de Hielo, señor de las tormentas y de la guerra, era el jefe de los dioses, y cada tribu tendría sus propios dioses menores locales. El dominio de Ymir era el Valhalla, un sombrío y nevado lugar que era el hogar de los guerreros caídos en la batalla; la hija de Ymir era Atali, se decía que se le aparecía a los guerreros moribundos como heraldo de su viaje hacia el reino de su padre.

Los Cimmerios adoraron al siniestro y sombrío dios salvaje, Crom, señor de la Gran Montaña, al que le interesaban muy poco los mortales, salvo para infundir en el alma de los hombres el poder para luchar y matar a sus enemigos. Los Cimmerios creyeron en una vida tras la muerte en la cual las almas de los muertos vagabundearían por el Reino Gris de Crom por toda la eternidad.

Los Hyperbóreos del este adoraron al antiguo Bori, mientras que los del oeste de Cimmeria, los Pictos servían a Jhebbal-Sag, el "antiguo dios de la oscuridad y el miedo", así como a la Serpiente Fantasmal y a Gullah el dios-gorila. Al contrario que los Cimmerios, los Pictos no despreciaban el sacrificio humano, y sus altares negros estaban permanentemente teñidos del crúor de los hombres, mujeres y niños.

En los reinos de Aquilonia, Argos, Ophir, Nemedia y Zingara, el sur de Nordheim y Cimmeria, el culto a Mitra era casi universal, rivalizando aquí y allí con cultos muy inferiores como los de Asura, Ibis, Ishtar e incluso, el dios-serpiente de Estygia, Set. Mitra era un dios amable. Los sacrificios de sangre estaban expresamente prohibidos en su religión, sus rituales estaban marcados, simplemente, con simplicidad, dignidad y belleza. Al contrario de los ídolos paganos, las estatuas de Mitra eran simples emblemas que querían representar al dios de manera idealizada y no ser lo que se adoraba.

Koth, que una vez fué hogar del culto a Mitra, tras caer bajo la influencia de Shem y de Stygia, abandonó al amable dios por los más sensuales ritos de Ishtar, igual que hicieron Khoraja y Khauran.

Las ciudades-estado de Corinthia podrían haber tenido deidades patronas en cada una, pero más conocido era allí el culto a Mitra y el de Anu, el dios-toro.

Zamora, por otra parte, nunca aceptó a Mitra, pero sirvió de morada a un sinúmero de extraños y misteriosos cultos y divinidades. Las más conocidas fueron Bel, el dios de los ladrones, traído por los Shumir de Shem, y el más que horrible Dios-araña de Yezud, el sin nombre, adorado como una tarantula gigantesca de piedra negra.

Las tierras de Shem adoraban a su vez a una plétora de seres divinos, la mayoría de ellos dioses de la fertilidad y diosas de la agricultura. Cada ciudad-estado poseía su propio dios patrón, como Bel, Pteor, el dios masculino del cielo, emparejado con la Madre Tierra, que se aparecería bajo muchos nombres: Ashtoreth, Derketo e Ishtar. Ishtar, en particular, era adorada en acaudalados templos, con lujosos altares y sacrificios de sangre y rituales de histeria orgiástica desarrollados en la sensual presencia de ídolos tallados en marfil.

Para las tribus Zuagires del Desierto del Este, Yog, el antiguo demonio y Señor de las Residencias Vacías, era considerado como el más sagrado de los dioses.

Al sur de Shem, en Estygia, Set, la Vieja Serpiente reinaba suprema, como recordatorio de los Dioses Antiguos que adoraron en las épocas que precedieron a la humanidad, y que más tarde serían aborrecidos en todos los reinos hybóreos como los más abyectos y nefarios demonios. De hecho, los espantosos rituales que se llevaban a cabo en templos, tumbas y pirámides, incluyendo sacrificios humanos y obscenidades hechiceras, sólo servían para enfatizar la razón por la cual el nombre de Set evocaba el disgusto y el terror indistintamente entre los hombres civilizados o bárbaros.

Entre los Reinos Negros, Set tenía alguna presencia, pero los dioses nativos como Jullah, Jhil o Gwahlur tenían muchísima mayor devoción, así como otros incontables demonios locales y espíritus.

Al este, Turán acogía a Erlik y a Tarim el Viviente como los dioses más sagrados, mientras que en Zamboula se arrodillaban ante el horrible Hanuman, el hombre-mono.

Más al este, en Koshala, el culto a Yajur ofrecía a su sanguinario dios sacrificios de hombres estrangulados, mientras que en Khitai, Yun parece que era adorado con mucha menos violencia, usando rezos e incienso.

MAADORAN Y SU SITUACIÓN ACTUAL

En el pasado, Maadoran llegó a ser la capital de un gran imperio que se extendió por el occidente del continente hiborio, pero pocos son los que recuerdan dicho pasado. Con el alzamiento de las naciones hiborias modernas, el territorio de Maadoran fue disminuyendo hasta que tan solo quedaron bajo su dominio los alrededores, mayormente pantanosos, de la urbe, convertida ahora en una ciudad-estado.

Situada en la conjunción entre los ríos Rojo, Tybor y Khorotas, justo en las tierras que hacen de frontera entre Aquilonia, Argos, Zingara y Ophir, la ciudad siempre fue un enclave comercial importante, al que llegaban viajeros de todo el continente porque la ley era rígida y firme, pero permisiva con los negocios. Todo podía venderse y todo podía comprarse en Maadoran, sin restricciones. Incluso la vida era otra mercancía más. Podías acudir a Maadoran sin nada en los bolsillos y hacerte rico porque tu vida tenía un precio con el que podías jugar.

Aquella era una de las pocas ventajas con que el pequeño reino contaba frente a sus cada vez más poderosos vecinos. Argos quería que pasara a formar parte de su reino para que dejara de hacerle la competencia a Messantia, Zingara quería anexionarla al suyo simplemente para que no la tuvieran los argoseanos, y Aquilonia quería conquistarla por el mero hecho de que estaba en su camino expansionista.

La otra ventaja fue una hábil combinación de diplomacia y dinero que impidió que estos vecinos lograran apropiarse de ella, ya fuera provocando que se enfrentaran unos a otros en vez de a los maadoranios, o convenciéndolos de que resultaba más rentable mantener la ciudad como un socio comercial independiente. Durante décadas, Maadoran se mantuvo entre los otros reinos, aprovechándose de ellos, creciendo económicamente al tiempo que decaía política y moralmente.

Hasta el reinado de Numedides de Aquilonia, el Tirano.

La dañada mente de Numedides, que se rodeaba más de hechiceros y sicofantes que de consejeros experimentados, no atendió a sobornos, a avisos de otras amenazas más importantes, ni a razón alguna. Por alguna razón, la idea de Maadoran estaba fija en su mente, y a ella envió a su Legión Negra. Viendo el peligro, la ciudad, que acababa de superar una plaga conocida como la Siega que había afectado duramente al comercio en los últimos años, pidió ayuda a Zingara y Argos. Los primeros no iban a arriesgarse a una guerra abierta con Aquilonia, pero los segundos enviaron una abundante cantidad de oro.

Maadoran estaba flanqueada por los ríos por un lado, y por pantanos impenetrables por otros dos, dejando tan solo una via de aproximación a la ciudad por tierra. Confiando en la ventaja del terreno y en su mayor número gracias a la contratación masiva de mercenarios, los maadorianos decidieron hacer frente a los invasores en campo abierto. Pero justo cuando los estandartes aquilonios aparecían en el horizonte, el rumor de que Maadoran no pensaba pagar empezó a extenderse entre los mercenarios.

El ejército aquilonio se encontró con el maadoranio en completa confusión, lo que no los detuvo ni un segundo en su avance. Ante la inseguridad de morir por nada, los mercenarios echaron a correr en todas direcciones en cuanto vieron que la caballería aquilonia se lanzaba a la carga. Cientos murieron, aunque muchos más escaparon a los pantanos mientras los maadoranios mantenían la línea con tenacidad, para ser finalmente aplastados.

Ante la derrota, la ciudad abrió sus puertas a los conquistadores, pero eso no impidió que estos entraran en ella de forma salvaje. El palacio cayó al poco tiempo, y la única superviviente de la familia real, la princesa Livia, se rindió de forma incondicional. Aquilonia se hizo con el premio, para espanto de unos maadorianos que habían creido que su ciudad no caería nunca. Pero la victoria sería corta, ya que las incursiones pictas y la posibilidad de un nuevo enfrentamiento con Nemedia provocaron la retirada de la mayoría de tropas aquilonias, quedando tan solo un puñado de ellas para mantener el control de la ciudad.

Han pasado apenas unos meses desde la caída de la ciudad, y nadie se ha acostumbrado todavía al brusco cambio. Las tensiones cada vez son mayores, los soldados aquilonios demasiado pocos, la élite local demasiado interesada en medrar en el nuevo sistema en vez de ser fiel al orgullo maadoriano. Para colmo de males, algunos de los mercenarios huidos han empezado a atacar a los comerciantes que no les pagan un tributo antes de llegar a la ciudad, sin que nadie pueda hacer nada por impedirlo, ya que los aquilonios están demasiado preocupados por el movimiento de resistencia que ha surgido en los barrios bajos de la ciudad, y que amenaza con hacer estallar Maadoran entera.

Además, los hay que dicen que los aquilonios también están buscando algo en la ciudad vieja, aunque nadie puede confirmar de qué se trata...