Al ver llegar a Christi más calmada me surgió en la cabeza el pensamiento sobre qué le habría dicho su hermano para calmarla con tanta facilidad. A saber...
-Siempre y cuando te portes bien, no te ocurrirá nada malo. -le dije sonriendo ligeramente, estaba de un humor inmejorable. ¿Qué me regalarán mis padres por este nombramiento?
- Bueno bueno bueno.....entonces Prefecto, será interesante si consigo ser el Jefe de la Casa. Porque......me ayudaras ¿Verdad Sanguinus?
Dijo Ricino mientras se servía una copa de coñac y cogía un puro de los que le ofrecía su padre también a él.
- Seguro que tus padres estarán orgullosos de todo esto. Bueno, os dejo un rato debo hacer algunas cosas. Podéis poneros al día, si quereis , nos vemos Sanguinus.
Y dicho esto se fue por la puerta con copa y puro.
Sonreí haciendo que mi copa chocara con la suya. -Por supuesto que si Ricino. La duda ofende. -volví a sonreír. Estaba de un humor inmejorable. -¿Quién mejor que tu para dar algo de clase a este colegio repleto de sangres sucias, mestizos asquerosos y traidores a la sangre?
Despedí a nuestro futuro profesor y miré a Christi. -¿Se puede saber qué ha pasado? Has pasado de cero a cien en dos segundos y vicerversa. Me tienes bastante desconcertado. ¿Dónde está mi Christi? Esa que si no consigue lo que quiere maldice a quien se pone por delante.
Christi sonríe a su hermano y se despide de él tras observar cómo coge una copa de coñac y un puro. Y ella allí, con una cerveza de mantequilla. Sanguinus es suficientemente adulto para fumar y beber, ella no. Son de la misma edad. ¿Hola? ¿Lógica? ¿Qué tal? Tsk. Estúpido padre.
Hace aspavientos con la mano, mirando a Sanguinus.
Ya estás tú de Prefecto. No me gusta que un chico sea el otro, pero bah, vosotros vais a estar mucho más controlados que yo... Mi hermano me ha hecho notar este detalle, y paso.
Le sonrió, dando un sorbo a su cerveza y relamiéndose la espuma sobre sus labios.
Me encogí de hombros. Allá ella y sus motivos pero yo no quería perder un ápice de grandeza y notoriedad. -¿Qué tal el verano? -pregunté de forma cortés, dándole pie a que me contara.
-Yo he estado practicando con la escoba. No es que lo necesitemos contra esa panda de cenutrios, pero si puedo ganarles humillándoles no dudaré. -sonreí con malicia. Me encantaba hacerles ver que aquel no era su sitio, hacerles sentir fuera de lugar.
Sonrió y empezó a hablar de su verano... El cual había pasado enteramente con Ricino, después de tantos años de apenas verlo, echaba de menos un verano así, en familia, aunque ahora iba a tenerlo con él todo el santo día, y sinceramente, aún no había descubierto si iba a ser algo bueno o malo, tener a su hermano mayor allí metido. Pero ella era optimista, así que se obligaba a pensar que iba a ser algo bueno.
Se rió ante lo que había hecho durante el verano, típico de Sanguinus practicar con la escoba. Típico en Sanguinus y en la mayoría de chicos (y chicas) de su curso, la verdad.
Opino que deberían formar un grupo de animadoras oficial, yo te animaría incansablemente -respondía ella, sonriendo de oreja a oreja.
-No. -dije de forma tajante antes de darle un elegante trago a mi copa. -Tu sólo me animas a mi. -por todos era sabido que era una persona fría y autoritaria. No consentía que nadie tocara lo que era mío por derecho. -Para algo soy el mejor del equipo.
Se rió complacida por sus palabras, ¿eso eran celos? Se acercó a él y rodeó su brazo con los suyos propios, sonriendo entre divertida y melosa.
Es verdad... Me compraré un traje de animadora que ponga "Team Sanguinus" y solo te animaré a ti con más fuerza que nunca.
Se separó de él de nuevo, no le gustaba el olor del puro.
-Entonces te parecerás a esos estúpidos de Gryffindor siempre dispuestos a dar la nota. -me eché a reír por lo bajo, eran patéticos. -Vamos Chisti, que tu vales más. No necesitas dar la nota para ser elegante a la par que notoria. Tu simple presencia lo consigue sin caer en esas chorradas. -me encogí de hombros.
-Aunque lo de Team Sanguinus me gusta. -sonreí de forma ufana.
- Por una vez estoy mas que de acuerdo con Sanguinus. ¿Donde vas a ir dando la nota, comportandote como una cualquiera. Las mujeres Crouch no nos hace falta llamar la atención, nuestra mera presencia ya intimida y enloquece. Recuerdalo mi niña. Por cierto Sanguinus, enhorabuena por tu papel de Prefecto, seguro que lo harás bien. Que no me entere yo, Christi, que Sanguinus te ha puesto un castigo. Aunque no creo que eso paso ¿Verdad?
La madre de Christi se había acercado casi sin enteraros y escuchado, al parecer, parte de la conversación.
- Se hace tarde, y seguro que tienes mucho que hacer Sanguinus junto con tus padres, no te estoy echando, solo que no quiero que se preocupen. Además pronto habrá que comprar los materiales de Hogwarts. Luego me das la lista, Christi, para hacer el pedido, evidentemente no pienso mezclarme con toda esa gente por el Callejón, teniendo la posibilidad de que lo traigan a casa. Un placer haberte tenido aqui Sanguinus, hasta la próxima.
Y al igual que entró se fue, pero dejando tras de si tantas puñaladas como palabras. Solo había que saber donde buscar.
En vuestra compañía se había pasado la tarde realmente rápido. Y ya iba siendo hora de volver.
Hinchó los carrillos y frunció el ceño.
Pues bien sexy que estaría vestida con la típica túnica de animadora, como las animadoras del Equipo de Bulgaria, ella no necesitaría ser una estúpida veela para que todas las miradas se fijaran en ella. Pone los ojos en blanco cuando comenta lo del "no castigo", ¿qué les pasa a todos? Ni que fuera una chica que diera muchos problemas. En realidad sí, y ahora no iba a poder darlos con Sanguinus, cosas de Prefecto.
Cuando su madre echa sutilmente a Sanguinus, con toda esta palabrería del Callejón Diagon, de nuevo Christi pone los ojos en blanco. A ella le gusta, el Callejón Diagon, aunque solo habrá ido una o dos veces en toda su vida.
Claro, luego te la bajo.
Suspira profundamente al verla marchar, y mira de nuevo a Sanguinus, encogiéndose de hombros.
La aparición de la señora Gaunt fue estelar para variar. Ya me extrañaba a mi que no me dijera alguna pullita por venir a su exclusiva reunión.
-Si señora Gaunt, ahora me iré para que no enfaden. Se me ha pasado el tiempo volando en tan buena compañía. -sonreí de forma galante y me giré hacia Christi un segundo, guiñándole un ojo imperceptiblemente. -No será necesario que interceda por ella, es una excelente alumna y mejor Slytherin. -esperé a que se fuera para despedirme de mi amiga.
-Yo iré al callejón con mi madre, ¿quieres venir? Quizás tenga una sorpresa para ti... -sonreí con un toque de maldad y misticismo.
Pues claro que quería ir. Pero dudaba que su madre la dejara... Y dudaba que la madre de Sanguinus mintiera por ella.
No creo que pueda, "no vaya a ser que se me pegue algo de la plebe".
Y era verdad que en el callejón Diagon había plebe. Pero a ella le gustaba por el simple hecho que le gustaba gastar galeones y comprarse cosas absolutamente innecesarias y monas.
Se mordisqueó el labio, pensativa, que Sanguinus tuviera una "sorpresa" para ella...
Pero preguntaré a Ricino. Puede que si él va, pueda ir con él...
Hice un gesto con la mano, quitándole importancia. La verdad es que me importaba bien poco si su madre estaba de acuerdo o no. No estaba acostumbrado a que me negaran mis caprichos.
-Si mi madre te invita formalmente a comer a mi casa... no podrá decir que no. Que después tu y yo nos vayamos al callejón... no tiene por qué saberlo. -sonreí con malicia. -Podemos ir con red Flu. O con mi escoba.
Le encantaba la mente perversa de Sanguinus. Le encantaba todo de él, sobre todo aquello... no se sentía ni un poco culpable por mentir a su madre. ¿Debería? Estaba cansada de sus trampas traperas y ataques por la espalda para llevarla por el "buen camino". Y el buen camino era, simplemente, hacer lo que a ella le diera la gana.
Hecho -respondía con una sonrisa ladina.
Se giró, esperando que su vieja no hubiera escuchado aquello.
Será mejor que te vayas, debo seguir con mi súper reunión familiar genial de la muerte -ojos en blanco, aquella fiesta, aquel año, parecía un "veneremos a Ricino".
-Pues ya está. -sentencié. -Le diré a mi madre que le envíe una carta a la tuya. -sonreí con maldad. Me encantaba que todo saliera como yo quería.
Me acerqué a Christi y le di un beso en la mejilla. -Gracias por la tarde. Nos vemos pronto.
Tras esto salí hacia su familia para despedirme como era debido no sin antes volver a felicitar a Ricino y a agradecer su invitación. Después, usé la red Flu para volver a casa.
Cuídate.
Respondía inmensamente feliz por aquel beso en la mejilla. Ahora ya podía venirle todo lo que quisieran... Los gestos de afecto por parte de Sanguinus eran el único aliciente que ella necesitaba.
Le dio el saquito de red flu, y se despidió con la mano hasta que hubo desaparecido por la chimenea.
Luego suspiró, dejó el red flu en su lugar y volvió a la fiesta.
de acuerdo cada uno a su escena pues ;)