Partida Rol por web

El rostro del capitán fue pasando del blanco al rojo y al morado conforme el yankie maleducado iba hablando... ¿Cómo podía formular comentarios tan desafortunados en un momento como aquel?

- Señor... ACOMPÁÑEME FUERA DE ESTA SALA- dijo aproximándose al señor Cooper- si lo que usted está buscando es un duelo ¡¡VIVE DIOS QUE LO VA A TENER!!

La paciencia del capitán Blackwood había llegado a su límite, el era un militar y no estaba obligando a regirse por la estricta etiqueta de los caballeros ingleses.

- Gracias... señora Greybon...- esbozó una débil sonrisa de agradecimiento a la mujer- pero ya estoy mejor... no es necesario que llame a ningún médico... por favor ayúdeme a ponerme en pie...- dedicó una mirada desagradable al americano y al capitán- no pienso consentir que en mi casa ocurran estas cosas... por favor ayudadme a levantarme- pidió todavía débil por el shock.

En cuanto escuchó al Capitán, los ojos de Sarah se abrieron ligeramente, con una mezcla de sorpresa e incredulidad. ¿En serio iban a comenzar a duelar con el señor Usher alli, moribundo y un asesino suelto?

No negaria que la idea de que alguien ajustara las cuentas a aquel impertinente y maleducado vaquero le agradaba, pero Sarah consideraba que, en aquel momento, habia cosas más importantes de por medio.

-Arthur... - susurró a su marido, en una clara llamada de ayuda. Arthur siempre habia sido especialista en mediar en todo tipo de situaciones y, aunque ella misma poseia buenas cualidades diplomáticas y conciliadoras, lo cierto es que ahora mismo no estaba en las mejores condiciones para desarrollarlas, con aquel anciano pálido y enfermo junto a ella.

Negó a continuacion, ante el agradecimiento del señor Usher, ayudándole a incorporarse ligeramente ante su peticion- No hay nada que agradecer, señor Usher. Tenga usted cuidado y no haga esfuerzos, deje que mi marido se encargue de todo... - le pidio, intentando evitar al anciano disgustos mayores.

Desde luego, aquella cena se estaba convirtiendo en un cúmulo de despropósitos. El problema era que Sarah estaba empezando a dejar de estar segura de que se tratara de una mera coincidencia.

¡Capitan Blackwood lamentara el dia de su nacimiento!.¡Acepto su desafio pero lo advierto y le juro por todos los comanches que lamentara el haberne retado a duelo,muchos bandidos y cuatreros lo hicieron y ahora sus viudas les llevan flores todos los dias al cementerio!.

-¡Estoy dispuesto cuando usted diga!.

-¿Vamos fuera de la casa?El vaquero estaba listo para medirse en duelo.

A pesar de los ruegos de la señora Greybon y de la indisposición y orden expresa dada por el señor Usher, para que ninguno de los dos hombres se batiera en duelo, tanto Cooper como Blackwood terminaron rindiendo cuentas a puñetazo limpio en la entrada de la mansión.

La lucha entre ambos era bastante equitativa, el capitán era un experto militar y sabía tanto encajar como propinar golpes y Cooper... era Cooper, un americano tan basto como sus modales que se defendía como pez en el agua en una pelea como aquella.

Cuando ambos se encontraban más enfrascados en la pelea y cuanto más trataba el señor Usher y el matrimonio Greybon por detenerla, la casa comenzó a temblar... pero no sólo la casa sino lo que había alrededor comenzó a temblar, resquebrajándose. Entonces una enorme grieta comenzó a espandirse en el muro de carga de la mansión.

- NO... - exclamó Vincent viendo con espanto como su hogar temblaba y parecía que se iba a derrumbar de un momento a otro. El caballero trató de correr hacia la entrada, para quizás salvar algún enser preciado, pero sin embargo se detuvo en seco y cayó de rodillas al suelo aferrándose el pecho con fuerza, mientras una sudor fría lo cubría, parecía tratarse de un ataque al corazón.

Todos los invitados corrieron a socorrerlo obligándolo a salir de allí.

La casa entonces dejó de temblar, pero el pequeño terremoto que se había originado aisló la casa creando un abismo entorno a ella, marcando la propia construcción con una enorme cicatriz.

- Ligeia... - balbuceó el señor Usher al tiempo que caía desplomado en el suelo.

La señora Greybon se llevó las manos a la manos a la boca para ahogar un grito, pero cuando su marido comprobó el pulso de Usher comprobó que su corazón latía.

- Saquémoslo de aquí... caballeros ayúdenme- dijo al tiempo que se hacía cargo del caballero.

La velada había transcurrido de una forma extraña, habían sido invitados a un cena sin saber por qué, se habían visto inmersos en un misterio extraño, habían albergado de que sus preguntas serían contestadas tras la cena, vieron truncadas sus expectativas tras el intento de asesinato, la pelea y el posterior temblor de la casa...

Muchas preguntas, muchos misterios y muy pocas respuestas... eso era todo lo que había pasado... Pero, tal vez algún día todo sería resuelto... tal vez...