Partida Rol por web

Nieve Carmesí V

La Mansión

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12/03/2009, 13:32
Pieter
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Tirada: 2d8
Motivo: Agilidad
Resultados: 8, 7

Tirada: 1d8(+2)
Motivo: Agilidad
Resultado: 2(+2)=4

Notas de juego

Era así ¿no?

Ostras, tiradón :D

 

Erm... viendo la tirada de mi compañero es 1d8+2, así que vuelvo a tirar

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12/03/2009, 13:39
Dieter

-¡MIERDA!¡MIERDA!¡MIERDA!... ¡AL SUELO!

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+2)
Motivo: Agilidad (al suelo)
Resultado: 6(+2)=8

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12/03/2009, 13:55
Octavius

Un silvido, un grito, otro mas y Octavis se olvido de su mano y del punzante dolor en su cabeza. Rapidamente saltó hacia un costado, cayendo con su rostro sobre la tierra, y nieve.
Mantuvo su rifle agarrado ahora con sus dos manos, y una vez en el suelo, comenzó a buscar a su prisionero, con la mirada. No preocupado por su seguridad, sino porque se le habia pedido que asi lo hiciera.

-Tendremos que entrar a la casa, pero no se que es peor.-

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+5)
Motivo: agilidad (cuerpo a tierra)
Resultado: 7(+5)=12

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12/03/2009, 17:52
Grigori
Sólo para el director

Extraño como hemos podido llegar tan lejos y mas a este lugar, Me va a ser de mucha utilidad, tal vez los alemanes crean lo que les cuente y se maten entre ellos, solo otra historia para la maldicion que pesa sobre este lugar.  oculto la sonrisa mientras espero un poco a que sigamos, nuevos disparos, el proyectil cerca, cae sobre nosotros, me echo a un lado para que no me atrape... No creo en Dios, hace mucho que abandono esta tierra, hace mucho que nos dejo a todos de su mano, la guerra, la muerte, la destruccion, pero sobrevivire.

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12/03/2009, 17:55
Grigori

Un silbido, una bala que se precipita hacia nosotros, me quedo estatico un segundo antes de rodar hacia un lado por la nieve para que no me atrape la metralla que no me hiera, para continuar adelante, pero no se que es peor, vivir o morir en este lugar ahora.

 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+2)
Motivo: agilidad
Resultado: 6(+2)=8

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12/03/2009, 18:27
Pieter

Los gritos del Teniente pillarón a Pieter desprevenido, al oirlos el joven soldado se apresuró a echar cuerpo a tierra lo mejor que pudo, manteniendo su fusil cerca del cuerpo, por lo que pudiera pasar.

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12/03/2009, 23:58
Karl

Como buen soldado Karl no dudo un instante en obedecer a una orden directa por su propio bien. Apenas pudo escuchar la pregunta de su soldado cuando lo agarro por el cuello de su camisa y lo empujo junto a el al suelo, protegiéndose la cabeza con la mano pues no creía suficiente protección aquel casco; que le acompañaba desde que se enrolo, hará tanto tiempo ya que mejor le conocía el que su propia mujer.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+2)
Motivo: Cuerpo a tirra AGI
Resultado: 7(+2)=9

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13/03/2009, 00:08
Alexeva

Parapetada donde había quedado, Alexeva había dejado de prestar atención a los alemanes. Sus brazos le servían de marco para lo que estaba mirando, la mansión delante de ellos, que de pronto había adquirido un nuevo significado para ella. Un significado que hubiera preferido jamás recordar. Apretando los dientes, se debatió por un momento en sus posibilidades, mirando alrededor en búsqueda de alguna alternativa... y el silbido volvió a sus oídos. El silbido, de la misma boca del infierno, seguido por el grito de los demonios que alertaban sobre la muerte próxima. Era la sinfonía de la guerra en su máximo esplendor.

Sin dudar un momento, sin mirar nada más, Alexeva se arrojó al suelo sin siquiera la necesidad de mover las manos. Ya las tenía sobre su cabeza, y como si hubiera sido la intuición de un destino, el sitio donde se había puesto quizás podría ayudar a protegerla. De un proyectil pocos podían escapar; pero de aquellos alemanes, con un poco de suerte, cualquiera podría hacerlo. Sölo tenía que sobrevivir a los estallidos un poco más.

Sólo esperar a que murieran, de todos ellos, algunos más.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+5)
Motivo: Agilidad
Resultado: 7(+5)=12

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13/03/2009, 06:22
Grüber

Demasiado tiempo entre libros.
Pensé mientras mis torpes y lentos movimientos eran realizados de una manera correcta pero lenta.
Apenas logre intentar colocar mi cuerpo entre la mujer a la que era mi actual deber defender y el techo, lento y pesado pensé :
Ojala hubiera dedicado alguna de las largas tardes de estudio a hacer mas deporte.

Cuerpos  a tierra!!!

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+2)
Motivo: Agilidad 2
Resultado: 4(+2)=6

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13/03/2009, 09:24
Director

Y la muerte descendió del cielo vestida con un traje largo de acero, con el manto de la noche a modo de larga cabellera negra y la nieve a su alrededor como aura brillante. Y se posó entre ellos. Tan sólo tocó el suelo de puntillas, con uno de sus delicados dedos, mas fue suficiente impacto como para que el mundo se volviera del revés.

El proyectil impactó dentro del recinto amurallado de la mansión… y lo hizo muy cerca del soldado Pieter. La campesina rusa también se encontraba próxima a esa misma zona, pero tuvo la enorme suerte de que el soldado amortiguase la mayor parte del impacto y la salvó a buen seguro de la muerte. Sus reflejos además, demostraron estar bien entrenados, pues la mujer se lanzó al suelo y rodó sobre sí misma para alejarse de la explosión.

El resto del pelotón se encontraba lejos del punto de impacto y algunos aún el la parte exterior del muro por lo que apenas sintieron el golpe del proyectil. Todos saltaron para cubrirse y recibieron sobre ellos una lluvia de nieve, trozos de madera y cascotes, pero ninguna herida de consideración.

El único aparte de Pieter y Alexeva que sí recibió parte de la deflagración fue Grüber, que en esos momentos atravesaba la reja. Un trozo de metralla se le incrustó profundamente en la pierna derecha y quedó allí, sobresaliendo entre la piel y las ropas.

Por tanto ninguno salió tan mal parado como Pieter. La explosión lo lanzó por el aire a más de quince metros de distancia y quedó hecho un amasijo retorcido a un lado de las escalinatas que daban acceso a la Mansión. Sobre él una montaña de nieve y tierra ocultaba parte del cuerpo del soldado.

- Tiradas (2)

Tirada: 1d8(+3)
Motivo: Hans Agilidad
Resultado: 5(+3)=8

Tirada: 1d8(+3)
Motivo: Teniente Agilidad
Resultado: 6(+3)=9

Notas de juego

Resumen de tiradas:

Pieter 4
Dieter 8 (director)
Octavius 12
Grigori 8
Karl 9
Alexeva 12
Gruber 6
Hans 8 (director)
Teniente 9 (director)

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13/03/2009, 10:26
Pieter

Durante un segundo, antes de que impactara el proyectil, Pieter pensó que aquel iba a ser su fin. Vio, como había oído narrae a otros que habían estado en la misma situación, como su vida pasaba ante sus ojos.

Buenos y malos momentos desfilaron por su mente durante un segundo, antes de que impactara el proyectil.

Entonces llegó al suelo, junto a él. Inclusó escuchó el click que precede a la explosión. Lo escuchó  después no escucho nada, ni vio nada.

Solo sentía dolor, sus sentidos estaban saturados por la explosión, un pitido agudo le taladraba la cabeza y sentía como la nieve le quemaba sobre las heridas en carne viva que le curbían el cuerpo.

Junto a la escalinata, la masa de nieve y carne que formaba empezó a tomar un color rosado cuando el hielo comenzó a fundirse con la sangre.

Intentó moverse, indicar que seguía vivo, demostrar que era más fuerte que el enemigo.

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13/03/2009, 12:53
Grüber

!Estáis todos bien!.
Pregunto Gruber antes de percatarse debido al dolor de que la metralla había dañado su pierna.
Mi general ¿alguien mas esta herido?.
Tanteando todos los daños y mirando el cuerpo sin vida de su compañero Pieter, luego le lloraría,
otra persona que se llevaba esta miserable guerra.
Señora deje que me asegure de que esta bien.
Comente centrándome en Alexava que estaba tan cerca de la explosión como el o mas.
Su ultima orden por el momento fue cuidar a la prisionera y para grüber la vida era importante.
Es verdad no me entiende.
Pensé mientras le enseñaba uno de los botiquines como queriendo preguntarle si necesitaba atención medica

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13/03/2009, 13:49
Teniente Diederick

La voz del Teniente se unió a la fuerza del viento y repartió instrucciones con una intensidad que rivalizaba con la de la tormenta.

-¡GRÜBER CON PIETER! ¡YA! ¡QUIERO SABER SI SIGUE VIVO! ¡OCTAVIUS! ¡DIETER! ¡LOS PRISIONEROS DEBERÍAN ESTAR YA EN LAS PUERTAS DE LA MANSIÓN! ¡VAMOS!... ¡Y TODOS A CUBIERTO! ¡NO PODEMOS PEMITIR QUE...!

La voz se le apagó. Las últimas palabras quedaron en el aire como hojas que lleva el viento.

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13/03/2009, 13:57
Director

Uno tras otro cruzaron la reja que separaba el exterior del jardín de la casa, algunos con la mirada aún turbia por el estallido de la luz y los oídos torturados por aquel pitido que no había forma de acallar. Se apresuraban a cumplir las órdenes del Teniente corriendo, hundiéndose las botas en la nieve y el barro, casi empujándose, ansiosos, jadeantes. El viento era ahora un grito, la garganta de un titán no lo habría proferido mayor, y las ramas ya no se agitaban, se estremecían y se quebraban... además el frío se había intensificado con la caída de la noche y comenzaban a sentir en sus extremidades los primeros indicios de congelación.

Y entonces el tiempo pareció detenerse. La voz del Teniente se silenció.

Todos habían ido entrando, soldados y campesinos, el sargento y el médico, y cerrando el grupo, el último, corría el teniente Diederick. Así que nadie lo vio. Pero lo que oyeron les cortó la respiración. Un sonido extraño, un golpe de viento quizá, un ruido seco, y... un alarido inhumano.

Cuando se giraron los ojos desorbitados y las bocas abiertas a pesar del frío y del viento mostraron a la impávida luna el terror que, esta vez, no venía de la mano de la guerra. Entre los barrotes negros de la puerta antes desencajada, arrancada de su entierro y ahora cerrada, empujada por quien sabe qué fuerza salvaje, el teniente agonizaba empalado por las picas de hierro. La sangre brotaba imparable y se vertía a sus pies, manando de su cuerpo colgando en la reja. Varias de las varillas de metal le habían atravesado el cuerpo de parte a parte y lo sostenían en el aire, como en vilo.

Bajo él, nieve carmesí...

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13/03/2009, 18:13
Octavius

Octavius observó con ojos imperturbables como el teniente colgaba de la otrora reja caida, olvidada por el tiempo, ahora ubicada en la posición para la cual fue pensada, la de dejar a los intrusos afuera, o en ese momento, adentro.

Miró de reojo a su prisionero, y le tomó del brazo, ubicándolo en frente de las escalinatas de la entrada de la mansión. -Tu seras el primero en entrar, así que quedate aquí.- Pronunció en ruso y se volvió al resto del grupo. -Si alguno lo desea, vaya a ver como se encuentra el Teniente, pero por lo que se ve desde aquí, no creo que dure mucho mas.-

Octavius intuía lo esto representaba y el ardor de su mano siguió creciendo. -No fue la explosión la que desterró a la reja de su monótona posición. Maldito bastardo, tienes mas suerte que algunos de los que seguimos de pie.-

-..Estamos todos muertos..-

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14/03/2009, 00:09
Hans

La desesperación volvió a caer sobre Hans como un chorro de agua fría. No entendía porque la naturaleza se cebaba en ellos...bueno, en realidad sí que lo suponía. Toda esta guerra no tenía sentido alguno y aunque el lo sabía, había decidido alistarse. Ahora, Dios, a su manera se vengaba de ellos, por todo lo que habían hecho.

Todo aquello no podía ser una simple coincidencia.

Hans se frotó el incipiente bigote para que las pequeñas gotas de sudor, ya congeladas, no le irritaran la parte superior de sus labios. Sus pies dejaron de quejarse, ya ni siquiera los sentía. Debía ir a ayudar a su teniente, pues esas eran sus órdenes, aunque el refugio estubiera a su lado debía hacer algo rápido.

- Pieter! Ven, acompañame! Intentemos traer hasta aquí al teniente, así Grüber podrá examinarlo y curarlo... Vamos!

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14/03/2009, 09:43
Alexeva

Alexeva se puso de pie, intentando comprender con rapidez cuánto le había dañado la onda expansiva de la explosión. Lo último que recordaba haber sentido era la increíble proximidad del impacto; luego su cuerpo había actuado solo, y el tacto de la nieve contra su ropa empezaba a helar su ya de por sí fría piel. En ese momento, las rodillas le fallaban ligeramente y aún sentía violentas sacudidas en sus oídos, como si el silbido del proyectil se hubiera quedado de forma permamente en la memoria de sus sentidos. Su sentido de la orientación estaba alterado, había dejado de tener idea dónde estaba el norte, ni dónde estaba el camino que la había conducido hacia allí. Pero lo peor era la falta de apoyo que sentía, aquella dolorosa sensación de que el cuerpo no se le iba a quedar erguido sin necesidad de ayuda, y que no podría dar más pasos sin caer a la nieve como un animal que debe ser sacrificado.

El alemán asignado a ella le hablaba, pero Alexeva estaba más allá de sus palabras. Miraba a sus alrededores para saber cuántas bajas enemigas había producido aquel viaje de la muerte azaroso. Sus ojos captaron el cuerpo semienterrado de uno de los soldados en la nieve, mucho más allá, donde el blanco comenzaba a transformarse en rojo; los demás parecían estar bien, ni siquiera aturdidos por el impacto. Miró a su compatriota, y lo vio de una pieza, lo que la hizo tranquilizarse un poco. Volvió su atención hacia ella misma, y entonces notó que el alemán a su lado le señalaba un botiquín médico. Él mismo tenía una esquirla hundida en medio de la pierna, y Alexeva no logró entender por qué insistía en preocuparse por ella cuando él tenía semejante problema. Le matarían pronto; aquel hombre no estaba hecho para la guerra.

Se tambaleó ligeramente, pero el estoicismo ruso frente a la adversidad refulgió violentamente en ella, y Alexeva se mantuvo de pie sin ayuda. Dio unos pasos alejándose del alemán, confirmándole con su gesto que no era quien necesitaba ayuda médica. El jefe alemán gritaba mientras los otros hombres corrían, ahora que los silbidos se escuchaban todos lejanos; gritaba a voz de cuello para alentar a los vivos, resistiéndose a creer en los muertos. Trató de alejarse un poco para observar el lugar del impacto, y verlo más de cerca. Alexeva daba pasos cortos, firmes pero débiles, cuando el viento se llevó su cabello y el alarido le heló la sangre.

Se echó hacia atrás por instinto, casi cayendo sobre su espalda para alejarse. Sus ojos fueron más rápidos que todo su cuerpo junto, y observaron la justicia divina del jefe alemán empalado en las mismas puertas de un sitio que jamás debería haber pensado en profanar. Pero Alexeva no era tan estúpida para alegrarse de más por esa muerte: aquello era bueno para el mundo, pues había un alemán menos para destruirlo, pero era terrible para su compatriota y ella. Los ríos de sangre tiñendo la nieve y colándose entre las grietas a la tierra helada eran un terrible augurio. ¿Cuánto más fácil había sido para ella escapar del proyectil que para ese hombre escapar de la puerta?

- No tenemos que entrar ahí - dijo Alexeva en ruso, dirigiéndose a su compatriota - Estamos más seguros fuera con los cañones que allí dentro. Si quieren quedarse, será la muerte para todos. Debemos resistirnos a entrar. Tenemos que salir de este perímetro.

Se había dado cuenta que los soldados podían entender sus conversaciones, y no se dignó en intentar ocultarlas. Permaneció firme en su lugar, mientras los alemanes desesperaban, en la espera de ver si alguno tenía un poco de sentido común y le escapaba a aquella estructura. Sabía que ninguno allí creía, por el motivo que fuere, que lo de la puerta había sido una casualidad. Ella no lo creía.

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16/03/2009, 02:25
Karl

Ruidos, gritos y oscuridad. Eso era todo lo que le acompañaba al sargento con sus ojos cerrados con fuerza, mientras llegaba aquel obús para dar aviso de que sus compatriotas aun estaban en plena batalla.

Cuando volvió la escasa luz de aquella noche teñida de rojo, observo que aun estaba entero y que no todos habían tenido tanta suerte como el: Un soldado semi-enterrado, el medico con una grotesca herida en su pierna y varias miradas de incertidumbre por parte del resto de los presentes, le obligaron a levantarse frente a ellos y coger aire para intentar devolver la armonía al pelotón tal y como lo habían enseñado a el, imponiendo su autoridad y rango, pero el Teniente Diederick aun estaba con ellos y fue mas rápido que el.

Con un ademan de brazos alentó al resto a ponerse en marcha de nuevo, e incluso ayudo a Grüber a levantarse señalando a uno de los hermanos, sin aparente signo de vida, aun tirado al pie de las escaleras.

Un nuevo grito, uno mas familiar e intenso que el resto hasta el momento, le golpeo la espina dorsal y con el llevo un intenso escalofrió que le obligo a darse la vuelta. La visión que tendría después seria una de aquellas imágenes que le costaría años olvidar. El Teniente se encontraba empalado en lo alto de aquellas grandes verjas; recordandole macabramente el fatídico final del capitán Ahab en Moby Dick, un libro que acostumbraba a leer a menudo.
Y aquellas puertas de metal que minutos antes yacían en el frió suelo como ahora estaba uno de sus valiosos soldados. Aquellas imponentes rejas se alzaban muy por encima de sus cabezas y teñidas ahora de sangre alemana, avisaban a quienes habían entrado en su reino que estaban a su merced, con una única "salida", la misma entrada de la casa.

Aun sin saber como había sucedido tal cosa, la silueta de Hans paso por delante de el, gritando a su hermano; aun caído, que le ayudara a bajar al cadáver de su Teniente. Sin tiempo para pensar en todo aquello, solo pudo hacer una única cosa, cumplir la ultima orden de su superior.
-¡¡Soldado!!-Grito al fin a Hans asistiendole del brazo donde oscilaba su arma.-No es el Teniente quien necesita ayuda, sino su hermano.-Le aclaro señalando el lugar donde el medico, ayudado por su casco desenterraba parte del cuerpo de Pieter.-Vaya ha asistirle y rece por que siga con vida, VAMOS!!-Alentó al soldado antes de girarse al resto.
-¡¡Dieter, Octavius, abran esa maldita puerta de una vez y obliguen a entrar a los rusos si es necesario, no nos quedaremos mas tiempo en fuego cruzado!!.
Con esta ultima orden y sabiendo que todos estaban ocupados se acerco sin demora hasta el cuerpo aun caliente de su superior, alzo la vista al cielo para verlo en su macabra cruz de castigo y cerciorarse de que estaba muerto.

-¡BAMW!-Se escucho una bala mas en el campo de batalla, pero esta vez mas cercana y los pocos que se atrevieron a mirar, observaron como el humo del arma disparada del sargento aun estaba en alto, apuntando a la cabeza de su superior ahora con un certero tiro en su frente.

Un nuevo trueno dio cuenta de su situación y volvio hacia su regimiento, esperando que esa puerta ya estuviera abierta.
-Descanse en paz Teniente

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16/03/2009, 08:29
Director

Octavius se concentraba en cumplir con su deber, pero todo era demasiado confuso. Se habían acercado demasiado a ese manto de maldad que cubría toda la casa y una sensación de deasosiego lo embargaba. De pronto, es como si algo hubiera despertado...ese aura parecía que ahora fluctuaba y se movía con vida propia por el interior de la casa. Y, quizás, la escuchó rugir... poco después de que la reja se cerrase misteriosamente y atrapase en ella a su superior. Quizá fuese otra cosa, quizá el estrés y quizá no fué otro rugido que el de la tormenta, o la explosión de la bomba, pero quizá...quizá fuese otra cosa.

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16/03/2009, 08:57
Director

Se desató el caos.

Un silbido, nueve cuerpos buscando refugio.
Un hombre salió despedido por los aires, un soldado valiente.
Carreras, gritos, órdenes.
Un sonido estridente, metálico.
El teniente fue empalado por la reja.
Más gritos, más carreras...

Hans apenas si lograba comprender lo que estaba ocurriendo, abrumado por el estado de su hermano. Los rusos no querían entrar en la casa, lo que parecía ser su única salvación. Otros no se movían, no hablaban.

Tan sólo Octavius parecía mantener algo de autocontrol, un dominio de sí mismo fatalista.

El sargento Karl escupía órdenes y trataba de poner algo de cordura en aquel infierno.

¡Tenían que vigilar a los prisioneros! ¡Tenían que abrir esa maldita puerta! ¡Tenían que llevar al interior a los heridos!

Karl se acercó hasta la reja y examinó a su teniente. El hombre aún no había fallecido, pero su estado era lamentable. Apenas lograba hacer llegar algo de aire a sus pulmones y se retorcía sobre sí mismo azotado por el dolor. A pesar de ello, en un último acto consciente, logró meter una de sus manos en el interior de la chaqueta. Agarró un objeto pequeño e intentó acercárselo al sargento, mas las fuerzas le fallaron y cayó a la nieve. Se trataba de su diario. Karl no soportaba seguir viendo sufrir al Teniente Diederick. Se agachó para coger el diario, retrocedió tres pasos y acabó con su sufrimiento con un certero disparo en la frente.