Partida Rol por web

- No lo sé, Eleanor... No lo sé... -Responde Meyer, mirando fijamente hacia el bidón.

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La policía acordona finalmente el cuarto de las calderas. Han venido solo dos coches. El inspector habla con el presidente de la comunidad mientras el resto de policías empieza a mandar a la gente de vuelta a sus casas. Salvo a unos pocos, los que han visto algo o tienen relación con el muerto. Tu eres una de esas. A pesar de querer irte ya a descansar, a intentar olvidar esta pesadilla, no puedes. No te dejan.

Al menos ya llevas el pijama, que amablemente te ha traído Mónica. Tu amiga no se separa de ti en ningún momento. En ese momento se acercan dos hombres. Uno con el uniforme policial y otro con traje. Es éste último quien te habla.

- Eleanor, ¿verdad? - Te extiende su mano, saludando con acercamiento. - Mi nombre es Hubb y este de aquí es Peter. Mi amigo tiene algunas preguntas para ti, pero antes quería saber cómo te encontrabas. Soy el psicólogo, ¿sabes? Así que cualquier cosa que necesites, solo tienes que pedirmela... Entiendo que lo que has pasado ha debido ser terrible. Por eso mismo, siéntete libre de hablar.

Estaba sentada en las escaleras cuando los dos hombres se acercaron a nosotras, sin poder evitarlo alcé la mirada hacia mi compañera en busca de respuestas, pero tras eso miré al hombre que hablaba.- Sí, yo soy Eleanor.-Me levanté despacio, acomodando el pantalón de mi pijama perfectamente, tras eso alargué la mano hacia él tomándola con cierta decisión.- Un placer señor Hubb.-Solté su mano para después hacer un gesto de cabeza al segundo.- Señor Peter...-Lo de las preguntas no sonaba tan genial como parecía, pero igualmente sonreí de manera temerosa.

- Creo... Creo que deberíamos... Ir a otro lugar, aquí hay demasiada gente...-Miré de reojo el bidón, pero con la misma rapidez retiré la mirada hacia otro lado sintiéndome aterrada casi al instante. Con disimulo subí mi mano hacia la boca del estómago respirando con suavidad, aunque notaba el pulso acelerado.- Res-responderé... Todas las preguntas que sean necesarias... Y señor Hubb, gracias... -Abracé mis propios brazos frotándolos de manera lenta y nerviosa.- Podría.. Quedarse Mónica conmigo... Me sentiría más tranquila..-Miré a mi amiga, buscando en ella esa seguridad que no tenía en mi misma.

El hombre te dedica una sonrisa comprensiva, asintiendo con la cabeza.

- No te preocupes, Eleanor, puede venir contigo. - Mira hacia un lado y a otro y señala la pequeña portería, ahora a oscuras y vacía.

Los cuatro entráis y te ofrece una silla, quedándose de pie a tu lado, con Mónica apoyada en ti y el policía haciendo "guardia" en la puerta. El "psicologo" saca una pequeña libreta y sonríe de nuevo, con una mirada que parece indicarte tranquilidad.

- Bien, empecemos por lo fácil... A qué te dedicas, en qué piso vives y familia que tengas en la ciudad. - Mira a Mónica, dándose con el boli en la barbilla.- Sois... ¿pareja?

Los seguí junto a Mónica hasta la portería, una vez allí busqué donde sentarme y el primero hombre se adelantó a dejar una silla libre.- Gracias..-Me senté despacio, dejando las manos sobre los muslos. Cuando empezó hablar me sentí extraña, pero no dije nada, tener a Mónica detrás me tranquilizaba muchísimo. Subí la mano contraria cogiendo la de ella y apretándola en un intento de recuperar calma.- Vivimos en este edificio, en la planta superior..-Quizás estaba tana turdida que hasta hilar una frase con sentido me costaba.- Estoy estudiando en la Universidad... Moda.-Bajé la mirada hacia la otra mano, con la cual me puse a jugar tranquilamente, tirando del cordón del pijama.- En la ciudad... Sí, mis padres y mi hermana. Pero no viven tan céntricos como nosotras...-Alcé un poco la mirada hacia Mónica, pero me giré casi al instante hacia el psicólogo abriendo muchísimo los ojos.- Pareja... ¿Nosotras...? No, no... Somos compañeras de piso...-Mis mejillas se encendieron completamente, incluso escondí la mirada avergonzada.

Ahora tenía un extraño sentimiento dentro. Miedo, ansiedad y vergüenza... ¿Quién podía dar más?

- Tranquila, tranquila, es solo para saber cómo trataros. - Responde Hubb, alzando las manos en señal de perdón. - Pasemos a cosas algo más serias... ¿Habéis tenido alguna vez problemas con psicofármacos? Drogas, vamos... ¿Fumáis algún tipo de hierba?

El policía se remueve en la puerta, cambiando el apoyo de un pie a otro, pero eso os hace mirarlo.

- No temáis, no estamos aquí para deteneros ni nada de esto será usado en vuestra contra. Es solo para advertiros de posibles problemas con ello en relación a lo de hoy...

-Ah... Pues somos amigas, eso es todo.-La miré por encima de mi hombro haciendo un leve movimiento de cabeza.- ¿Psicofármacos? No, claro que no. Quiero decir... No me tacho de "santa" pero jamás toqué ese tipo de drogas.-Alcé algo los hombros a la par que miraba al hombre que estaba de pie junto a la puerta. Durante unos segundos dudé, pero después volví la mirada hacia Hubb para hablar o más bien preguntar.

- ¿Qué tipo de relación podría tener? Quiero... Decir, hay un hombre muerto en el bidón.. O lo que queda de él ¿Qué tienen que ver los Psicofármacos en todo esto? -Abracé mis brazos con ambas manos.

El psicólogo suspira, con un gesto amable en su rostro.

- Esta bien, no quería llegar a eso tan pronto. A ver... Has visto un cadáver. No se si has tenido antes alguna experiencia con la muerte, pero es posible que sufras pequeños episodios traumáticos en los días siguientes. Una experiencia así puede afectar a tus sentidos, y todo ello se vería altamente agravado por cualquier tipo de droga. ¿Entiendes? Algunos vecinos del edificio incluso han visto sangre salir de sus grifos. Es posible que tras saber lo del cadáver, o si se han asustado mucho, vuelvan a verlo, aunque no esté pasando de verdad...

El hombre revisa sus notas.

- El difunto se llamaba Henry Foeber. Vecino del 4º, ¿lo conocíais?

No pude evitar girar la mirada hacia Mónica cuando Hubb mencionó lo de la sangre. Yo estaba segura de que lo que yo había vivido era real, aún podía sentir aquel olor dulzón y férreo por mi cuerpo. Un escalofrío me recorrió y evité alzar la mirada hacia el psicólogo.- Comprendo... Ahora no sé si sentirme mejor o peor... Por una parte tus palabras me alivian, pero a su vez me asustan.-Subí mi mano izquierda hacia la que tenía Mónica apoyada en mi hombro, en cuanto la sentí la apreté un poco.

- No, la verdad es que... No tenemos gran relación con los vecinos. No es mala, no me malinterprete. Sobre el señor Foeber sabemos tanto o menos que vosotros. Nunca me lo crucé en las zonas comunes... O quizás alguna vez, pero no pasamos de un leve saludo. -Bajé la mano de nuevo, dejándola junto a la otra sobre mis piernas. Mis dedos se entrelazaron y un corto suspiro salió de mis labios.- Entonces... El hombre del bidón, era un vecino. No entiendo que pudo pasar... Cómo pudo acabar allí ¿Alguien lo asesinó? Pero... Quién pudo hacer algo tan horrible, no me lo explico.-Subí una de las manos hacia mi cabello, con un rápido movimiento recogí algunos mechones detrás de la oreja, pero tal era mi nerviosismo que necesité otros dos intentos para lograr lo que quería.- Esto es una auténtica... Pesadilla...-Musité. Mi voz salió ahogada por un llanto que jamás salió de mi garganta.

- Eso es parte de lo que queremos descubrir, joven. Pero dejalo a la policía. - Mira hacia las dos de forma intercarlada. - Vosotras preocupaos en volver a vuestra rutina de forma calmada. Esto es un incidente aislado y no tenéis que darle demasiadas vueltas. ¿Entendido?

El psicólogo recoge su cuaderno y lo guarda todo en un maletín negro, como de portátil. Tras eso, os vuelve a sonreír con suavidad. - Pues ya hemos terminado. Volved a casa y tomaos algo relajante mientras véis alguna película de humor. ¿Algo más que necesitéis? Por cierto, tomad esto. - Os entrega una tarjeta, con su nombre "Ronald Hubb", un teléfono y una dirección. - Por si necesitáis hablar u os encontráis "raras".
 

"Qué fácil es decirlo para ti... Pero por si hubiera sido poco el impacto de ver un muerto, minutos antes había sido bañada en sangre ¿Retomar mi vida cotidiana? Sí, claro" Tomando las mangas del pijama tiré de ellas un poco y asentí de manera leve a sus palabras.- Intentaremos recuperar la calma lo antes posible, señor...-Con suavidad me levanté de la silla y me coloqué a la altura de mi compañera, pero sin perder de vista a los dos hombres que nos acompañaban en ese mismo instante.

- Algo más... Esto, no. Eso era todo, se lo agradecemos a los dos.-Estaba apunto de salir cuando él alargó una tarjeta, con suavidad la tomé y mis ojos se enfocaron en las letras. Durante unos segundos no dije nada, pero tras eso lo miré con una media sonrisa en los labios, quizás la primera en muchas horas.- Muchas gracias, señor Hubb... Si necesitamos algo, se lo haremos saber con la mayor brevedad.-Mis dedos rodearon aquella fina tarjeta y después con un leve cabeceo salí de allí en dirección a nuestro piso.- Mona .-Musité una vez fuera.- ¿Te apetece que pidamos algo para cenar y veamos alguna de esas películas que tanto te gustan y por las cuales te desvives? Realmente no me apetece estar sola... Y mucho menos encerrarme en mi habitación después de esto..-Susurré aquello último.