Turno de noche de policía local.
Acto 1: La Rutina Rota
La patrulla de policías locales trabajando en el turno de noche en una pequeña localidad costera. Durante las primeras horas, todo parece tranquilo y rutinario. La pareja de policías responde a una intervención menor: un turista ebrio causando molestias en un bar del paseo marítimo. Aunque es un incidente tonto, la escena establece el cansancio y el tedio del turno nocturno, y se revela la química entre los dos policías, que equilibran el humor con la dedicación a su trabajo.
Acto 2: Una Cena Inesperada
A las dos de la madrugada hacen una pausa en el hotel Sunwing, un establecimiento turístico donde suelen reunirse con Diego, el vigilante de seguridad. Diego los invita a cenar con las sobras del buffet nocturno mientras comparten anécdotas del trabajo. Durante la charla, Diego menciona que esa misma tarde ingresaron a una madre noruega en el hospital psiquiátrico, aparentemente en un estado de crisis severa. Los hijos de la mujer quedaron a cargo de dos guías turísticas en el hotel, pero Diego se muestra preocupado, ya que la policía no intervino en el caso.
Acto 3: La Desaparición de los Niños
Suben a la habitación del hotel donde supuestamente se encuentran con las guías, y, efectivamente, las encuentran allí, aunque los niños están ausentes. La tensión se hace palpable cuando, al ser interrogadas, las guías admiten, entre titubeos, que entregaron a los pequeños a unas monjas noruega que también están hospedadas en el hotel. Aseguran que las religiosas ofrecieron hacerse cargo temporalmente de los niños mientras ellas atendían otros asuntos. Las monjas pertenences a la Iglesia de los Marineros noruega, que se encarga de atender a personas noruegas con dificultades, fuera de Noruega.
Mientras intentan aclarar la situación, una de las guías, visiblemente nerviosa, comienza a respirar con dificultad. Se lleva la mano al pecho, tambaleándose, y cae al suelo. El susto parece ser demasiado para ella: sufre un paro cardiaco en plena conversación.
La segunda guía, temblando, se quiebra emocionalmente y comienza a soltar más información.
Acto 4: El Enfrentamiento con las Religiosas
Tras estabilizar a la guía que sufrió el paro cardiaco y asegurarse de que una ambulancia la atienda, Marta y Rubén deciden actuar rápidamente. Con la información proporcionada por la segunda guía, se dirigen al área del hotel donde están hospedadas las monjas de la Iglesia de los Marineros noruega.
Las religiosas, vestidas con sus hábitos distintivos, las reciben en el umbral de su habitación. Aunque en un principio parecen amables, su actitud cambia drásticamente cuando Marta y Rubén preguntan directamente por los niños. Alegan que los pequeños están "descansando en un lugar seguro" y que no tienen nada más que discutir. La hermana superiora, con un aire de autoridad impenetrable, se niega a dejarlos pasar o permitir que vean a los niños.
Rubén, buscando ganar tiempo, intenta entablar una conversación amistosa para obtener más información, pero las respuestas son evasivas. Mientras tanto, Marta, con su intuición en alerta, observa pequeños detalles: una maleta sin desempaquetar cerca de la puerta, un billete de avión sobresaliendo de un libro de oraciones y una tarjeta del aeropuerto local en el escritorio. Todo parece indicar que las religiosas están planeando trasladar a los niños fuera de la isla.
El ambiente se vuelve tenso cuando Marta insiste en que deben verificar la seguridad de los niños. La hermana superiora eleva la voz, alegando que están siendo acusadas injustamente, mientras otras monjas forman una barrera pasiva frente a la puerta. Marta y Rubén saben que no tienen pruebas sólidas para forzar su entrada, pero tampoco pueden quedarse de brazos cruzados.
Deciden retirarse, pero no sin antes coordinar discretamente con Diego, el vigilante del hotel, para que vigile cualquier movimiento de las religiosas. Una vez fuera, Marta y Rubén evalúan sus próximos pasos. Deben actuar con rapidez antes de que las monjas desaparezcan con los pequeños, pero sin violar los protocolos legales que podrían complicar la operación. Deciden contactar con la embajada noruega y buscan autorización para intervenir directamente, mientras urden un plan para seguirles la pista y evitar que los niños sean llevados al aeropuerto.
Acto 5: La Madre y un Familiar Clave
Los policías deciden contactar al psiquiátrico donde está ingresada la madre. Allí descubren que la mujer, Sofie, había estado mostrando un comportamiento paranoico, afirmando que alguien perseguía a sus hijos para hacerles daño. Sofie había tratado de protegerlos de un "peligro invisible", pero no pudo explicar más antes de ser sedada.
A través de documentación del hotel, Marta y Rubén localizan al padre de los niños, Jens, que vive en Dinamarca. Cuando logran hablar con él, descubren que hace meses que no tiene contacto con Sofie ni con los niños, pero comparte una información crucial: Sofie tenía una tía con antecedentes en una secta religiosa y menciona un "viaje" que Sofie temía. Los policías conectan las piezas y sospechan que alguien está planeando llevarse a los niños fuera del país.
Acto 6: La Carrera Contra el Tiempo
El giro final llega cuando Marta y Rubén descubren, a través de un informante en el aeropuerto, que hay dos niños que coinciden con la descripción, acompañados por un grupo de adultos sospechosos. Los policías se movilizan rápidamente y llegan justo a tiempo para interrumpir el embarque. Tras un enfrentamiento tenso, rescatan a los niños antes de que puedan ser llevados al extranjero.
La película culmina con los niños siendo protegidos, Sofie estabilizándose poco a poco, y Marta y Rubén reflexionando sobre cómo un turno de noche aparentemente rutinario se transformó en una batalla por salvar vidas. Aunque el caso está cerrado, queda abierta la incógnita de si la red detrás del secuestro será completamente desmantelada.
Las monjas pertenecían efectivamente a la Iglesia de los Marineros noruega, una organización religiosa legítima y conocida por su labor humanitaria con ciudadanos noruegos en dificultades en el extranjero. Sin embargo, en secreto, algunas de sus ramas operaban bajo una lógica cuestionable y con métodos que cruzaban los límites de la legalidad, justificando cualquier acción para financiar sus actividades y proyectos religiosos.
Tras conocer la situación de los niños, las religiosas vieron una oportunidad. Sabían que Sofie, en su estado mental inestable y sin un apoyo familiar cercano, no podía proteger a sus hijos adecuadamente. Sin embargo, lejos de actuar por compasión pura, las monjas decidieron usar a los pequeños para sus propios fines: venderlos en el mercado de adopciones ilegales a familias adineradas o, en el peor de los casos, lucrar con sus órganos en redes clandestinas.
Justificaban estas acciones bajo una lógica retorcida: los recursos obtenidos serían destinados a financiar los programas de la iglesia, que incluían desde el mantenimiento de refugios hasta actividades misioneras. Para ellas, sacrificar a unos pocos "por el bien mayor" era un mal menor en comparación con la misión divina que creían cumplir.
Las religiosas falsificaron documentos temporales para justificar el traslado de los niños a Noruega. Planeaban sacarlos del país antes de que las autoridades locales pudieran intervenir, amparándose en su reputación intachable y la confianza que las instituciones españolas depositaban en la Iglesia de los Marineros.
Esta operación, aunque cuidadosamente planeada, se vio comprometida cuando Marta y Rubén comenzaron a sospechar. La actitud evasiva de las monjas y las inconsistencias en su historia generaron desconfianza en los agentes. Los policías se enfrentaron al desafío de actuar con rapidez para impedir que los niños fueran llevados fuera del país, sin pruebas sólidas que respaldaran sus sospechas ni tiempo suficiente para investigar en profundidad.
La situación puso a Marta y Rubén en un dilema moral y legal: detener a miembros de una organización respetada y enfrentar posibles consecuencias diplomáticas con Noruega, o arriesgarse a que los niños desaparecieran en un sistema clandestino que los separaría de su madre para siempre.
Las monjas realmente pertenecen a la Iglesia de los Marineros noruega, una organización legítima conocida por ayudar a ciudadanos noruegos en dificultades en el extranjero. Sin embargo, bajo esa fachada de caridad y dedicación religiosa, se esconden prácticas profundamente cuestionables que justifican bajo el lema de "el fin justifica los medios".
¿Por qué los niños?
La doble moral de las monjas:
Aunque en apariencia son devotas y comprometidas con su fe, estas monjas han justificado sus acciones argumentando que lo hacen para sostener su misión divina. Según su retorcida lógica, los sacrificios individuales, como el uso de personas vulnerables, son un mal menor frente al bien mayor que creen estar haciendo: mantener su iglesia operativa y seguir ayudando a comunidades necesitadas.
El plan de las monjas:
En este caso, los niños de Sofie serían utilizados para financiar proyectos de la iglesia. Se planeaba enviarlos a un enclave seguro donde se negociarían sus órganos o, alternativamente, se entregarían a familias ricas sin hijos a través de adopciones ilegales, lo que representaría una ganancia importante para la iglesia.
La escena clave en el hotel:
Marta y Rubén, al enfrentarse a las religiosas, empiezan a notar contradicciones en su discurso. Las monjas afirman querer ayudar a los niños por caridad, pero los detalles que descubren –como el billete de avión, la tarjeta del aeropuerto y los documentos sospechosos– revelan un plan mucho más calculado y siniestro. La negativa a dejarlos ver a los niños, sumada a la actitud evasiva de las religiosas, confirma sus peores sospechas.
El dilema moral:
Este descubrimiento enfrenta a Marta y Rubén con un dilema ético y operativo. Por un lado, las monjas no son criminales comunes, sino miembros de una organización reconocida y respetada. Sin embargo, sus acciones cruzan límites legales y morales, lo que obliga a los policías a actuar para evitar que los niños se conviertan en herramientas de financiación ilícita.
El desenlace:
El enfrentamiento en el aeropuerto culmina con el rescate de los niños y la detención de algunas monjas implicadas, lo que saca a la luz las prácticas oscuras dentro de la iglesia. Sin embargo, el alcance de estas actividades ilegales queda abierto, sugiriendo que otras ramas de la Iglesia de los Marineros podrían estar involucradas, dejando espacio para explorar más en futuras historias.
Acto 1: La Rutina Rota
La patrulla de policías locales trabajando en el turno de noche en una pequeña localidad costera. Durante las primeras horas, todo parece tranquilo y rutinario. La pareja de policías responde a una intervención menor: un turista ebrio causando molestias en un bar del paseo marítimo. Aunque es un incidente tonto, la escena establece el cansancio y el tedio del turno nocturno, y se revela la química entre los dos policías, que equilibran el humor con la dedicación a su trabajo.
El paseo marítimo está tranquilo, iluminado por los farolas que parpadean ligeramente con la brisa marina. Un bar local, "The Temple", bulle de actividad. Desde fuera, se escuchan risas, música baja, y una voz que sobresale claramente: la de un turista ebrio.
Os bajçais del coche patrulla y os acercaís al lugar. Dentro, el ambiente es relajado, pero una pequeña multitud ha rodeado a un hombre que está tambaleándose junto a la barra, gritando frases incoherentes y gesticulando de manera exagerada.
El turista (interpretado por el director de juego o un jugador que controla NPCs) grita frases como:
Percepción CD 13: Determinar si los policías perciben algo fuera de lo normal (como que el turista lleva escondida una botella rota o que alguien del público parece especialmente nervioso).
Persuasión CD 15: Calmar al turista, hacer que colabore o persuadirlo para que salga del bar sin mayores problemas.
Persuasión CD 15: Manejar a la multitud, asegurándose de que no intervengan o compliquen la situación.
Piruatas CD 14: Si el borracho intenta escapar o resiste, los policías pueden necesitar atraparlo o evitar que tropiece y se haga daño.
El turista se vuelve agresivo
Si las tiradas de Persuasión o Intimidación fallan, el turista puede empujar a uno de los policías o lanzar algo como la botella.
Intervención de los clientes
Algunos clientes del bar empiezan a gritar frases como:
Herida accidental
Si el turista se tambalea demasiado, podría caerse y lastimarse, creando un problema médico que requiere tiradas de Primeros Auxilios CD 10.
La tensión sube demasiado y fallan la tirada de diplomacia:
Se suman otros dos alboratadores habituales y puede acabar la cosa con una detención o varias.
Frases de Clara:
- "¿Es necesario usar tanta fuerza? ¡Es solo un borracho, no un peligro público!"
- "Parece que la ley aquí es más dura con unos que con otros.
- "¿Alguna vez se han preguntado por qué alguien llega a este punto? Tal vez necesita ayuda, no esposas."
- "No todo se soluciona con gritos o esposas, hay personas detrás de estos errores."
- "¿Esto es lo que queremos normalizar? ¿Que la autoridad actúe sin compasión?"
- "¡No sean cómplices! Si no cuestionamos estas cosas, nadie lo hará."
Frases de Samuel:
- "¿Por qué siempre van directo al uso de la fuerza? ¡Solo está borracho, no un criminal!"
- "Si fuera yo el que estuviera borracho, ya me habrían tirado al suelo."
- A mí me paran cada semana por nada, solo porque soy negro."
- "Siempre lo mismo. Nos miran como si fuéramos un problema por existir."
- "¡Esto es racismo! ¿No tienen el valor de admitirlo?"
- "A los turistas los tratan con cuidado, pero a los que somos diferentes, nos tratan como basura."
Tirada oficio policía CD 15:
- Si se cachea a Samuel y se localiza la marihuana BUSCAR CD 15 o buscar activamente en la caja de tabaco: denuncia por LO 4/2015 y aprehensión de la sustancia.
- Se podría denunciar por falta de respeto a los asistentes que menosprecien la actuación policial.
Nombre: Jason "Jay" Morgan Atributos: Fuerza: 14 |
Tiradas de ataque: Puño: +4 (daño 1d4+2) CA: 11 Tiradas se salvación: FOR: +4 |
Dotes: - Iniciativa mejorada Habilidades: Conocimiento local: +4 |
Equipo:
Vaso de cerveza |
Nombre: Samuel Atributos: Fuerza: 12 |
Tiradas de ataque: Puño: +2 (daño 1d4+1) CA: 11 Tiradas se salvación: FOR: +4 |
Dotes: - Soltura: Saber local Habilidades: Conocimiento local: +6 |
Equipo:
Vaso de cerveza |
Ubicación: El comedor del hotel Sunwing es cálido y algo ruidoso, con la luz tenue de los focos iluminando las mesas vacías, que han quedado libres tras el cierre del buffet. Hay una sensación de calma tras la jornada ajetreada de turistas.
Mecánicas de la escena:
Si preguntan que le sucede:
Diego: No... es sólo que... ¿habéis escuchado algo sobre como ha quedado lo de la madre noruega que ingresaron al hospital psiquiátrico? Fue una tarde rara.
Diego: "Bueno, os voy a contar lo que pasó. No quiero sonar alarmista, pero... hace unas horas, a eso de las cinco de la tarde, llegó una mujer noruega con sus dos niños al hotel. Estaba completamente borracha, hablando incoherencias. Los niños no sabían qué hacer y me pidieron ayuda. La mujer… bueno, no sé qué le pasó, pero comenzó a hablar sobre cómo su vida no valía la pena, que no tenía motivos para seguir y al final se dirigió hacia el balcón del hotel como si fuera a lanzarse."
Diego: "Los niños estaban con las guías, pero parecía que todo se les escapaba de las manos. Los vi bastante nerviosos, y uno de los niños no paraba de llorar. Es raro, ¿no? Los turistas vienen buscando relajarse, no enfrentar esto. Pero lo que más me inquietó fue que nadie de la policía se presentó, creo que la directora del hotel no quiso llamaros."
Diego: "Lo único que sé es que la ambulancia la llevó directamente al hospital. Pero lo raro es que no ha vuelto al hotel, y nadie me ha informado. Si estuviera mejor, tal vez habría vuelto a recoger a los niños, pero no ha habido contacto."
Diego: "Sí, eso haría sentirme mejor. No sé, no quiero ser alarmista, pero hay algo raro en todo esto. Si es algo más serio, deberían haber actuado de otra forma. ¿Es normal dejar a unos niños extranjeros sin nadie de su familia o amigos, solos en un hotel con gente que no conoce? ¡Que están bien, eh, están con las guías y les cuida, pero..."
Decisiones a tomar:
Tirada de oficio policia: CD 20
La policía tiene el deber de proteger a los menores de edad, sean españoles o no. En este caso, los dos menores están desamparados en el sentido de que no hay un guardador legítimo, pues no están con las guías por petición de ningún tutor legal y se debería dar cuenta a la Fiscalía de Menores, quien normalmente pedirá que se hagan averiguaciones para contactr con un tutor legal que pueda hacerse cargo de los menores y para que éstos sean custodiados hasta el momento de la entrega.
Acto 3: "La Desaparición de los Niños"
Contexto:
La situación se ha vuelto cada vez más extraña. Después de la cena en el hotel, los agentes deciden subir a la habitación donde las guías turísticas, encargadas de los niños de la mujer noruega, están hospedadas. Con una sensación creciente de que algo no está bien, llegan a la puerta, tocan y entran, solo para encontrar a las guías, pero los niños han desaparecido.
La puerta se abre lentamente y las guías aparecen, visiblemente nerviosas. Una de ellas, una mujer de unos 50 años, parece estar tratando de mantener la calma, mientras la otra, una más joven, se ve claramente inquieta.
Guía 1 (La mayor): (sonríe nerviosa, pero hay un atisbo de miedo en su mirada)
"Hola, oficiales... No sé qué es lo que pasa, pero los niños están bien, los entregamos a unas monjas. Están en buenas manos."
Guía 2 (La más joven): (temblando, vacilante, después de un largo silencio)
"Son de la Iglesia de los Marineros, una iglesia noruega que atiende a turistas… personas con dificultades fuera de Noruega. Las monjas se ofrecieron para cuidar a los niños. Pero no sé... no entiendo por qué han venido aquí ahora... no sé qué más decir."
Guía 1 (La mayor): (con voz temblorosa)
"No sabíamos si era lo mejor... sólo… no queríamos preocuparnos más de lo que ya estábamos… ellas parecían de confianza. Tenían una furgoneta y todo."
En ese momento, mientras la conversación sigue, la guía más joven de repente comienza a respirar con dificultad. Se lleva la mano al pecho, su rostro se pone pálido, y tambalea antes de caer al suelo, comienza a convulsionar levemente.
Tirada de primeros auxilios CD 15: debe intentar estabilizar a la guía antes de que sufra un daño irreparable.
Éxito: logra aplicar maniobras de primeros auxilios y estabiliza temporalmente a la guía. La respiración de la mujer se regulariza, pero está claramente fuera de peligro por un tiempo.
Tirada de Persuasión CD 15: La segunda guía, al ver a su compañera en un estado crítico, podría soltarse emocionalmente.
Éxito: La guía comienza a llorar y, temblorosa, revela que las monjas no parecían "normales" y que una de ellas tenía un extraño símbolo en el cuello, algo relacionado con la "resurrección" o la "salvación". También menciona que las monjas parecían tener prisa por llevarse a los niños.
Investigar a las monjas: Los jugadores deciden ir al área donde se encuentran las monjas y tratar de obtener más información sobre ellas, el símbolo mencionado, y su relación con la Iglesia de los Marineros.
Fallar la tirada de primeros auxilios: la guía entra en parada cardiorespiratoria deben llamar a una ambulancia, pero la guía acaba muriendo. Se tiene que llamar a GC para que judicialicen la muerte.
Inicio de la Escena:
Lugar: Un pasillo del hotel Sunwing, frente a la habitación 1112 de las monjas.
El pasillo del hotel Sunwing, en la planta superior, está iluminado por luces cálidas . El suelo está cubierto con una alfombra de tonos azules y beige que intenta evocar el mar. A lo largo del corredor hay puertas numeradas con placas metálicas doradas; la habitación 1112 se encuentra al final del pasillo, cerca de una ventana que da vista al patio interior del hotel.
Al abrir la puerta, observáis que la habitación 1112 sigue el diseño estándar del hotel, pensado para turistas de corta estancia. Es un espacio funcional de unos 20 metros cuadrados, decorado en tonos cálidos.
Los hábitos de las monjas son de un marrón oscuro uniforme. El tono recuerda al color de la tierra, reforzando su conexión con la simplicidad y la estabilidad.
Preguntan por los niños:
"Los niños están descansando, no hay necesidad de preocuparse."
"Nos hemos encargado de ellos para garantizar su seguridad."
"Somos mujeres de fe, no haríamos nada que no fuera por su bienestar."
"Entendemos su preocupación, pero les aseguro que todo está bajo control."
"Si tienen preguntas adicionales, quizás puedan dirigirlas a nuestra madre superiora en Oslo."
La cosa se pone más tensa:
"No estamos obligadas a compartir más información. Es un asunto privado."
"Nos están acusando injustamente. Esto es una falta de respeto a nuestra misión."
"¿Por qué asumen lo peor de nosotras? Somos siervas de Dios, no criminales."
"Les pedimos que confíen en nuestra experiencia. No estamos improvisando."
"No tienen ninguna autoridad para entrar aquí sin una orden formal."
Respuestas esquivas:
"¿No tienen cosas más importantes que atender que interrumpir nuestra obra de caridad?"
"El verdadero problema no está aquí. Quizás deberían preguntarse por qué la madre de los niños llegó a esa situación."
"¿Qué clase de mensaje envían al acosar a mujeres de fe en una tierra ajena?"
"Estamos haciendo lo que ustedes no hicieron: proteger a esos pequeños."
"La iglesia tiene recursos que ustedes no pueden ofrecer. Nos aseguramos de su bienestar."
Amenazas veladas:
"Interferir con el trabajo de Dios no les traerá ningún bien."
"Lo que hacemos es lo correcto, aunque ustedes no lo entiendan."
"Nuestros actos serán juzgados por el Altísimo, no por los hombres."
"Si algo les sucede a esos niños, la responsabilidad será de quienes nos obstaculicen."
"No permitiremos que el sistema secular nos impida cumplir nuestra misión divina."
TIRADAS:
Persuasión CD 25: dejarán pasar a los agentes, verán como Cecil está sacando por la ventana a los niños.
Percepción:
CD 10: La maleta sin desempacar, apoyada contra la pared.
CD 15: la maleta cuenta con una etiqueta visible que dice "Oslo Gardermoen".
CD 20: una pequeña mesa de escritorio sobre la que descansan varios objeto, entre ellos un libro de oraciones con tapas de cuero oscuro, del que sobresale un billete de avión.
La Hermana Superiora: Eleva el tono, defendiendo su posición y asegurando que los niños están seguros bajo su cuidado. Las monjas restantes forman una barrera pasiva frente a la puerta.
TIRADA INTIMIDAR CD 15: La Hermana Superiora muestra una ligera vacilación, pero aún no permite el acceso.
Si usan la fuerza, les dejarán pasar. Tras registrar la habitación encuentran objetos personales de los niños, un peluche, una mochila con ropa de niño y de niña y meriendas a medio comer.
El balcón de la habitación está abierto, da vista a los jardines iluminados por farolas y decorados con senderos de piedra y setos podados. Desde allí se avistan dos figuras, una de ellas femenina con hábitos y otra la de un hombre con barba y sombrero huyendo apresuradamente hacia una salida lateral, cargando a cuestas dos bultos que parecen ser los niños envueltos en mantas.
- ¿Detener a las monjas que están en la habitación?
El artículo 164 del Código Penal regula el delito de secuestro, castigando con pena de prisión de seis a diez años al particular que detenga o encierre a otro exigiendo alguna condición para ponerlo en libertad.
- ¿Perseguir a las personas?
Si no han dejado a ningún agente en la zona de la entrada, se les perderá la pista.
Diego (el vigilante del hotel) podría quedar custodiando la habitación para que no salga nadie
Ideas para resolver la situación:
Acto 5: La Madre y el Caos Desatado
Escena en el hotel Sunwing, de madrugada
Regresáis al vestóbilo del hotel. La recepción está sumida en un silencio pesado, solo se llena con el zumbido de los fluorescentes y el murmullo de la fuente central. Las puertas automáticas se abren con un chirrido, y una mujer tambaleante entra al vestíbulo. Sus ojos, enrojecidos y vidriosos, destacan bajo el cabello revuelto que le cubre el rostro. Viste una bata de hospital sobre ropa arrugada, y sus zapatillas chirrían con cada paso, dejando tras de sí un rastro de desesperación palpable
Al ver a los policías, se detiene en seco.
"¿Dónde están mis hijos? ¡Díganme dónde están!" grita, con voz desgarradora.
Sofie cruza la recepción y empieza a buscar frenéticamente. Se dirige al ascensor, presiona los botones repetidamente y, al ver que no responde de inmediato, comienza a golpearlo con el puño.
"¡Los dejaron con las monjas! ¡Estaban aquí, lo sé! ¡Tienen que estar aquí!"
En ese momento, aparece Ingrid Bergqvist, la directora del hotel, caminando con paso firme desde la oficina trasera. Su postura rígida y su traje impecable reflejan el descontento que ya muestra en su rostro.
"¡Esto es inaceptable!" espeta, alzando la voz mientras se dirige hacia los policías.
"Primero permiten que unos desconocidos se lleven a los niños y ahora esta escena vergonzosa en mi hotel. ¡Ustedes han causado todo este caos!"
"¿Cooperación? ¿Después de todo esto? ¡Han puesto en riesgo la reputación del Sunwing! Este lugar es un refugio para familias, y ahora tengo a una madre desquiciada y a unos niños desaparecidos. ¡Esto no puede continuar!"
Sofie, entre sollozos, les grita desde el suelo:
"¡Ellos sabían que esto pasaría! ¡Les dije que estaban en peligro! ¡Hagan algo antes de que sea demasiado tarde!"
En ese momento, Diego, el vigilante del hotel, llega corriendo al pasillo, jadeando.
"Vi algo... alguien dijo que vieron un taxi cargando bultos en la entrada lateral hace apenas unos minutos. ¡Podría ser importante!"
Finalmente pueden delegar en la GC para que acudan al aeropuerto en busca de los sospechosos o ir ellos mismos, se detendrá fácil al padre Cecil y a la hermana Astrid y se recuperará a los niños.