Partida Rol por web

la explosion se volvio a producir, una vez mas, o era la primera vez que se producia, imagenes de fuego y sombras se formaban frente a ti, era extraño, nacer...morir? esas palabras te venian a la mente cada vez que ocurria este efecto... cuanto tiempo llevabas asi? cuanto tiempo mas pensabas seguir asi?... en el extasis infinito mientras la realidad se debatia entre dejar de ser real y seguir siendolo.... "SILENCIO!" rugiste en tu mente, y la explosion final llego... y la oscuridad te rodeo, el vacio infinito, miraste a los lados, y comprendiste,, tu nacimiento habia llegado por fin, tu eras el jucio del universo y este, se hacia a un lado para que avanzases por tu camino... ahora, flotabas en medio de el vacio, no habia nada, y nada existia, y eso te sobrecogia.

La idea de un padre que te habia creado llegaba a tu mente, y eso te hacia sentir orgullo, alguien habia pensado que eras necesario, pero al parecer, no habias llegado a tu lugar, un trono era necesario para alguien de tu divino poder, y aun con tu poderosa volutnad, no podias crear uno o encontrar el que en teoria te esperaba... si mas no podia ser de otro modo, de pronto, tus pies tocaron algo firme... tierra.. si, eso era lo que tocaban tus pies, porque tenias pies, no? o algo parecido sin duda... algo de luz no vendria mal en la oscuridad, y entonces brumas de luz vaporosa te rodearon y la tierra que pisabas quedo iluminada, un paramo desierto... sin nada... esto no debia ser lo que tu padre queria para ti, pero era sin duda, el lugar donde habias nacido....

... un cristal luminoso y tenue aparecio ante ti, y de el, salieron mil almas, formando frente a ti, almas? debian pertenecer a algo existente y mortal... almas diferentes: elementales, goblins, ogros... un gran sinfin de almas, todas ellas, palidas y sin forma, formaban frente a ti.... esperando.

Y allí estaba él... erguido, contemplando aquello en todo su orgulloso esplendor. Pero sentía que aún faltaba algo. Y es que tenía la sensación de que aún no poseía una apariencia. Y extrayendo energía de aquel páramo, aquel desértico lugar abandonado de cualquiera vida, creó su esencia. 

Una gran forma, cuyo cuerpo estaba totalmente cubierto con una especie de túnica o traje de harapos y tela negra y de tonos oscuros... la forma de la propia oscuridad. Lo único que destacaba era la máscara que formó donde debía estar su cara, a partir de la luz que se formó. Una máscara blanca, seria y terrible, pero también una guía y un apoyo, como la luz era en sí. Y como tal, no permitía ver lo que estaba más allá de donde ella se encontraba, dejando en las aberturas de los ojos una impenetrable oscuridad. 

Y supo que así sería su forma.

Y allí estaban, las almas de miles de criaturas, contemplándolo. Y parecían reconocer su majestad, y su poder, pues ninguna osó alzarse contra él. De hecho, parecían esperar algo de él. Imágenes de las vidas y actos de aquellos a los que miraba aparecieron en su mente, y el dios supo todo lo que cada ser había realizado. Y supo más aún, pues descubrió que había una moral detrás... un código, que regía las acciones y las clasificaba. Y vio que los allí reunidos sabían que él sabía aquello, y que nada le era más importante, pero a su vez tampoco nada tenía importancia para él. 

Y supo que su labor había empezado. Y más aún, averiguó su propio nombre.

-Yo soy Nendor-dijo, con voz autoritaria y firme-Y soy aquel ante quienes todos responden en la muerte. Señor del ciclo... juez, jurado, parte y verdugo... la ley es mi palabra, y la justicia mi voluntad. Preparaos a ser juzgados.

Y las almas empezaron a desfilar ante su macabra silueta. 

Las almas empezaron a desfilar ante el dios, ya sea en solitario o por grupos, y a relatar sus historias. El dios escuchaba sus relatos, conociendo así sus vidas, pues no sólo  conocía lo que decían, sino también lo que callaban, de lo que se olvidaron... todo. 

En aquel espacio sin tiempo aparente, los juicios parecían eternos y a la vez un rapidísimo parpadeo. Las almas desfilaban ante él, que las iba separando en dos grupos. Las inocentes quedaban a su diestra, y las culpables a su siniestra. Pero aquel eterno trabajo acabó finalmente. Y ahora el dios debía actuar más aún.

El juicio ya había sido emitido, pero ahora había que ejecutar un castigo o una recompensa. Sin embargo, aquella roca por sí misma, poco podía ofrecer. Éso sólo ofrecía una única conclusión... había que cambiar ésa roca sin vida. Vida... ésa era una de las claves. Las almas aún tendrían que esperar, y se puso a actuar. 

La zona que rodeaba ése cristal del que salían las armas, en un círculo de varios kilómetros, seguiría tal cual era... un erial sin nada. Sin embargo, el resto de aquella roca la dividió en dos zonas claramente diferenciadas, separadas por grandes elevaciones rocosas y depresiones abisales. 

La de su diestra sería la de aquellos que se habrían ganado una recompensa, y viceversa. 

Pensó primero en aquellos merecedores de dicha y alegría. Y algo vino a su mente... inerte, pero que le serviría bien. Y creó agua. Y el agua empezó a fluir por aquellas tierras, limpia y cristalina. Y supo que aquello era bueno. Y estabilizó el clima de aquella región, haciendo que los días y noches fueran agradables. Y para completar su obra, cubrió todo el suelo de aquella zona con unas plantas con vivos colores, y decidió que aquello serían parterres de flores de Gloria, que sólo brotarían en aquellas tierras. Y supo que aquello era aún mejor. 

Y se dirigió a aquellos elegidos por él, juzgados inocentes, víctimas y justos. Y les dijo:

-He observado vuestros relatos, vuestras vidas y vuestros corazones. Sé lo que habéis hecho, y por qué lo habéis hecho. Y sé que habéis vivido de manera correcta y justa, y que otros tantos estáis aquí por motivos injustos, ajenos a vuestra voluntad. Por ello, os otorgo mi bendición, y mientras permanezcáis en mis dominios, moraréis en la Tierra de la Gloria. 

Y se retiró la máscara ante ellos, y ellos vieron el rostro de un hombre sabio y de semblante amable, que les sonreía complacido. Y las almas allí presentes se regocijaron, y Nendor las transportó a su nuevo lugar de estancia. 

Y volvió, enmascarado otra vez. Pero la otra zona no estaba lista aún. Y sabía que en parte, la espera era una forma de castigo, y más sabiendo que ellos serían juzgados culpables, y recibirían un correctivo por ello. Les dejaría lamentarse y preguntarse dónde acabarían mientras él preparaba aquello. 

Y cogió el agua, sólo que allí no correría pura y cristalina, sino que se estancaría, cenagosa y putrefacta. Y los pantanos allí estarían siempre hambrientos, y siempre se tragarían a los culpables que permanecieran quietos demasiado tiempo. Y el clima de aquella zona era cambiante, terrible e imprevisible, con grandes olas de calor, tormentas torrenciales o heladas imposibles de concebir. Y pobló aquella zona con toda clase de reptiles alargados, que se arrastrarían sobre su vientre, y transmitirían muerte con sus abrazos y mordiscos. Y los llamó serpientes de Nendor, y sólo morarían allí.

Y volvió con los condenados, y dijo:

-Vosotros sois culpables, lo sé. Muchos habéis intentado engañarme con palabras, otros han callado, y otros tantos han reconocido orgullosos sus actos. ¡Traidores, asesinos, violadores, usureros! Os habéis comportado como basura, y a mi vertedero seréis arrojados. Vosotros morareis en la Tierra del Calvario, y allí moriréis. Pero en éste lugar, la muerte soy yo. Así que no penséis que éso acabará con vuestro tormento, pues volveréis a aparecer en aquel lugar una y otra vez. Y los pantanos os tragarán y pudrirán y asfixiarán, y las serpientes os envenenaran y destrozarán. Y vuestros huesos asomarán entre las charcas, y volveréis una y otra vez, para observar vuestros restos y volver a pagar por vuestros crímenes. 

Y se descubrió ante ellos, y chillaron de horror, pues era el rostro de la muerte, del castigo, de la furia. Y se sacaron los ojos ante aquella aparición, pero de nada valía, pues seguían viendo y Nendor restablecía sus órganos visuales. Y los transportó, entre lamentos, a aquella condenada región. 

Y una vez hubo acabado, su voz resonó en las cabezas de todas las almas que había allí, con un claro mensaje:

-Pero tened presente que vuestra estancia aquí no es eterna... vuestro espíritu volverá a allí de donde vino, sin recuerdos de éste lugar, para tener una vida de nuevo. Y volveréis aquí. Y seréis juzgados por ésa vida. El ciclo no se romperá.

Y el tiempo empezó a pasar. Siempre llegaban nuevas almas, que eran juzgadas y enviadas a donde les correspondía. Y el dios, en sus dominios, tenía por costumbre pasearse por ellos. En la Tierra de la Gloria, caminaba tranquilamente observando el solaz de los espíritus allí contenidos, e incluso hablaba tranquilamente con ellos. En la Tierra del Calvario aparecía como tormento y dolor, asolando las zonas por donde pasaba, exterminando sin piedad a los espíritus que se encontraban allí, sabiendo que su dolor no acabaría, pues volverían una y otra vez... hasta que fuese el tiempo de que volvieran por donde vinieron.

Sin embargo, el dios tenía la sensación de que aún faltaba algo. Meditaba en las desoladas planicies cerca del cristal, pues necesitaba una respuesta. Algo no le cuadraba... todas ésas almas estaban allí... pero, ¿por qué? ¿quién las había creado? ¿Habían sido siempre así? Él había creado vida, pero ni las flores ni las serpientes le hablaban. En cambio, todos aquellos poseían inteligencia, y tenían recuerdos de algo más... de una vida en otro lugar. Y de creadores. ¡Alguien los había creado!

Y aquella era la respuesta. De algún modo, sabía que debía crear una raza a los que llamar hijos. Aunque todos respondieran ante él en muerte, debería haber alguien que fuera su creación. Que siguiera sus pasos. 

Empezó a investigar a las almas que poblaban en la Tierra de la Gloria, a hablar con ellos, pues necesitaba saber cosas para terminar su proyecto. Pero los allí presentes también aprendían cosas a su vez, y al final les dio a conocer su proyecto. Y algunas de las almas más antiguas, que ya apenas recordaban que habían sido, y que se sentían próximas a las ideas del dios, le sugirieron pasar a formar parte de su proyecto. 

Y el aceptó, y las llevó de nuevo ante el cristal. Y observó el cristal, y de su luz y energía, de su calor, extrajo la energía y la materia para convertir a ésas almas en algo tangible. Poco a poco, adoptaron formas corporales, con una piel gris clara, totalmente desnudos, hombres y mujeres. Y cuando terminó, miraron al dios con sus brillantes ojos. Y se inclinaron ante él, todos con un rostro que reflejaba hermosura, piedad y sabiduría. Y les dijo:

-Vosotros sois mis hijos, los Arcyr. Vosotros seguiréis mi doctrina, como las otras almas, incluídos vosotros, siguieron en vida la doctrina de sus creadores. Y mi voluntad es simple y a la vez compleja. Debéis ser jueces, e impartir justicia siempre. Pero éso también implica actuar con justicia. Pues recordad que vosotros también seréis juzgados. Espero que, como hijos míos, actuéis correctamente, y hagáis sentir orgulloso a vuestro padre, Nendor el Enmascarado... juez último de todo y todos. 

Y se descubrió ante ellos, y vieron un rostro como el suyo. Y supieron que era su creador, una divinidad por derecho propio... y que debía ser honrado y adorado por ellos, siguiendo sus principios.

-Morareis en la Tierra de la Gloria, pero podréis salir de ella con libertad. Y como sé que vuestros cuerpos os piden algo más que lo que allí hay, os haré un pequeño regalo inicial. Os proporcionaré alimento.

Y en la Tierra de la Gloria, para embellecer su creación y dar alimento a los suyos, creó una planta y un animal adicionales. Los primeros, los árboles frutales de Nendor, que sólo crecerían aquí.

Y dijo:

-Comeréis sus frutos, y su dulce sabor alegrará vuestros corazones, como ellos en sí alimentarán vuestros cuerpos.

Y los segundos, los peces de Gloria, que sólo morarían aquí.

-Y he aquí los peces de Gloria, que morarán en el agua de éstas tierras, nutriéndose de la beatitud del líquido. Los comeréis cuando podáis atraparlos. 

Los años pasaban, y Nendor siguió allí, ejerciendo sus funciones, pues parecía que el flujo de almas de aquel cristal era inacabable. De hecho, incluso algunas de las almas que habían llegado primero a aquel lugar habían desaparecido, de vuelta al sitio del que venían. 

Aquello complacía al dios, pues su idea del ciclo estaba resultando ejecutada perfectamente, igual que su implacable justicia. Y poco a poco, los años pasaban, monótonos y vacíos.

O así habría sido, de no ser por el principal entretenimiento del dios: los Arcyr.

Y es que sus hijos seguían progresando, ayudados por su padre, pero progresando al fin y al cabo. Le enorgullecía ver sus primeros pasos, y lo rápido que se habían adaptado a la Tierra de Gloria. De hecho, en parte inspirados por el propio dios, habían dado usos que no había previsto a cosas ya existentes o que el dios había creado. Cual fue su sorpresa al ver que, ante la dificultad de atrapar peces con las manos, usaron la madera de los frutales para crear lanzas improvisadas con las que pescar.

Y a éste caso aislado, siguieron muchos otros, en los que los jóvenes Arcyr demostraron su ingenio (y quizá, aunque ésto el dios no lo sabía con certeza, alguna reminiscencia de su vida pasada) para desarrollar herramientas que facilitaron su existencia. Y el dios quedó muy complacido, pues sabía que aquello era bueno y que sólo era el principio. 

Y empezaron a organizarse... diferentes familias se constituían, unas familias extensas, prácticamente clanes. Y ésas familias se organizaban entre sí. Observó como una de las familias, en las que casi todos eran Justicar, intentaba organizar mejor el culto a su divinidad. Otra de ellas, más mixta, empezaba a hacerse con algo más de poder entre los suyos. Y una última, en la que prácticamente todos eran Libramortes, parecía estar especializándose en la defensa y protección, y parecían barajar la idea de ayudar al dios con sus tareas. 

Pero claro, las familias habían sido formadas hace poco, y tenían muy poco peso aún... pero con unos cuantos años más de maduración, es probable que importantes individuos surgieran de cada una de ellas. 

Y los años pasaban, y los Arcyr seguían prosperando en aquel recóndito lugar aislado de todo, y a la vez conectado con el fin de la vida de tantos otros seres. 

Nendor seguía aprendiendo de las almas que llegaban a aquel... ¿plano? ¿universo? no sabría decirlo a ciencia cierta. El caso es que empezaba a sentir cierta curiosidad. Pero no iba a descuidar a sus hijos, ni a arriesgarse a destrozar todo lo que había logrado, así que siguió gestionando aquel lugar... aunque a veces quisiera pasar al otro lado del cristal.

"Si es que ése otro lado existe siquiera."

Y los años pasaron, y sus hijos se adaptaron mejor aún y evolucionaron más. Con las herramientas que habían desarrollado, sus hijos ampliaron todas sus posibilidades. Y los años habían sido tan prósperos y se habían portado tan bien con su naciente civilización, que decidieron realizar unos primitivos festejos en honor a Nendor. 

Y allí, una de las tres poderosas familias principales, los Clamaalmas, desvelaron aquello en lo que habían estado trabajando... unos ritos para honrar a su dios patrón de forma más ceremoniosa y eficiente. Fue motivo de gran alegría y regocijo, y Nendor allí presente se sintió halagado por el regalo de sus hijos. 

Por ello, nombró primer sacerdote de su culto al patriarca de los Clamaalmas, Sander. Y Sander Clamaalmas ofició la primera ceremonia, que pasaría como casi un mito a los anales de la historia de los Arcyr. Una ceremonia en la Tierra de la Gloria, y con la presencia de la propia divinidad en ella.

Los años pasaban en la Tierra de Gloria. El dios nunca descuidaba sus labores, pero sentía cada vez más apego por sus hijos, y procuraba pasar tiempo con ellos. Una especie de urgencia le impulsaba a aprovechar todo lo que pudiera, aunque no conocía realmente el motivo de aquello.

Mientras tanto, los Arcyr seguían avanzando. Las herramientas  les habían granjeado algo la posibilidad de explorar nuevas vías, y un buen día, uno de ellos que se encontraba talando un frutal para hacer nuevas herramientas, reparó en un suceso. El hacha de piedra, mal afilada, dejaba tras de sí hebras de la débil y flexible corteza del árbol. No sabía por que aquello le había llamado tan poderosamente la atención, pero recogió todas las hebras que pudo. Unos días más tarde, cuando volvió a aquel árbol, apreció que las inclemencias del tiempo habían hecho estragos en el árbol, en concreto en la zona que no tenía corteza.

Parecía que la corteza protegía al árbol. Y entonces tuvo una idea. 

Volvió corriendo con su familia, los Justaerin, y les comunicó su proyecto. Quería desarrollar "cortezas para Arcyr", lo que más tarde sería conocido como ropas. Así, trabajaron con las fibras y las herramientas, hasta encontrar un método óptimo que les garantizaba aquello. Sin embargo, cuando tuvieron aquella ropa, resultó no ser del todo cómoda. Por flexible que fuera la corteza, a veces se astillaba, además de lo trabajoso que era realizar las prendas.

Al observar aquello, Nendor otorgó a sus hijos un animal, que no estaba seguro de si era invención suya o lo había visto en los recuerdos de alguna de las almas. Y llamó a aquel animal oveja:

Y dijo:

-Éste animal se nutrirá del agua de éste lugar, y será dócil. De hecho, con las herramientas que tenéis, podréis cortar su pelo y usarlo para vuestros propósitos.

Y así lo hicieron, desarrollando vestiduras mucho más prácticas y cómodas.

Cabe destacar el brillante trabajo de la familia gobernante, los Justaerin. Ellos se interesaron desde el primer momento por el proyecto, y ayudaron tanto con medios como con ideas hasta llegar a averiguar como trabajar. Y todos los Arcyr supieron de ésto, y supieron que aquella familia siempre velaría por los avances e intereses de los Arcyr.

La rueda del tiempo seguía su lento curso, o al menos al dios se lo parecía. Sin embargo, la visión de los progresos de sus hijos siempre le alegraba el corazón. La ropa había mejorado las vidas de los Arcyr, facilitando utilidades varias con los tejidos, e incrementando la calidad de vida del pueblo.

El flujo de almas seguía constante, parecía que el otro mundo era un lugar bastante más activo que aquel. Pero Nendor se esforzaba en no pensar en aquello. Últimamente había observado demasiado a menudo el cristal, incluso había hecho alguna tentativa de tocarlo y examinarlo. Pero en parte temía que todo aquello se desplomara si alteraba cualquier cosa.

Mientras, en la Tierra de Gloria, la última familia importante, que aún no tenía apellido, escuchaban atentos los relatos de algunas de las almas que llegaban del cristal. En especial los de aquellas razas que parecían más belicosas, y así se enteraron de muchas cosas. Finalmente, la Tríada, dirigentes de la familia, obtuvieron de ésas conversaciones algo útil. Y es que había secretos que las herramientas aún no habían revelado.

Así, en secreto, crearon armas simples... espadas, mazas y hachas. Pero nada escapaba allí de la visión de Nendor, y todo aquello llegó a su conocimiento. Se apresuró a llegar junto a ellos, pues sabía lo que aquellos objetos podían causar. Y les dijo:

-Lo que habéis creado conlleva una gran responsabilidad. Pues son armas de muerte, y os atribuyen a vosotros,  los Arcyr, mis hijos, una gran responsabilidad... podéis causar con facilidad aquello que todas las almas que han llegado aquí han sufrido. Yo soy el dios de la muerte, y os digo que las armas siempre tienen un doble filo, y pueden volverse con facilidad contra su poseedor.

Viendo que la Tríada estaba intimidada, rió y dijo:

-Pero no temáis, no consideró que hayáis actuado mal. Es algo que habríais descubierto tarde o temprano. Sin embargo, como mis hijos, espero que honreis mi nombre con vuestras acciones. Ésos objetos os dan el don de otorgar la muerte... pero quiero que actuéis con justicia. Pues vosotros, y los vuestros, seréis los Dádivamortal, los ejecutores de la voluntad de los Arcyr. Honrareis el ardor guerrero, y castigaréis con justa cólera y pasión a aquellos que atenten contra los Arcyr, o que hayan sido condenados por la justicia. Y ahora, id... ¡id y difundir entre vuestros hermanos ésto!

Y así fue. En un impulso que no pudo explicar, Nendor volvió a dirigirse a todos sus hijos, y dijo:

-Quiero haceros un regalo. Algo que os sea útil, y que me represente. Éste será el animal que tendré en más alta estima, el cuervo.

-Cuidad de ellos, y quizá con el tiempo, ellos cuiden de vosotros y os ayuden en vuestras tareas.

Todo temblo, y la oscuridad que rodeaba aquel extraño territorio que governabas con mano justa, desaparecio. Los habitantes de tu pequeño inframundo se asustaron, y como si de un estallido de energia se tratase, la realidad cambio, aparecisteis en medio de un cosmos, y tu pequeño asteroide empezo a surcar la realidad nueva, sentiste la presencia de 6 entidades divinas mas, y por fin, el camino hacia tu trono fue revelado, ya por fin, conocias el camino hacia tu verdadero lugar, Ruth-Adum, la casa del cosmos. el asteroide donde viajaban tus hijos, te expulso casi al momento de entrar en la nueva realidad, sentias que ya no podrias permanecer mucho mas tiempo alli....

pero para consuelo tuyo, Imrik Dádivamortal, lider de la familia, se levanto ante el pueblo empuñando su arma, la cual cambio, volviendose metalica y oscura al igual que su mascara, de un materal que aun aquella raza no sabia como moldear, y hablo- Hermanos, no temais, pues yo Imrik, liderare a nuestro pueblo con honor, yo juzgare a nuestro pueblo como la voz de nuestro padre, siempre que el me lo permita, pues, siento la exaltacion de su ser en mi.... - y se volteo hacia ti, arrodillandose, esperando la confirmacion de su todopoderoso padre.

Parecía que al fin todo se revelaba. Pero el pequeño mundo que había labrado desaparecía, y todo aquello se deshacía... en ése momento, recordó la idea del ciclo, y supo que aquello era lo correcto.

Sin embargo, algo lo separaba de sus hijos... por más que lo intentaba, no podía seguir con los suyos. Por suerte, uno de sus hijos se alzaba para ayudarle.

-De acuerdo Imrik, guía a los tuyos, junto a los Justaerin y los Clamaalmas... guiad a los Arcyr, una voluntad firme y sólida como sólo puede serlo la justicia... os estaré vigilando.

Y el dios salió de allí.