Partida Rol por web

Heriste con tu daga la escamosa piel de aquella criatura mientras observabas que su barra de vida disminuía lentamente. Aún le quedaban 3/4 de su salud, y para colmo notabas como ésta se abalanzó encima tuya, dejando caer su peso. Si no hacías algo rápido para quitártela de en medio estarías bajo su merced.

No debía dejarme vencer por aquel bicho. Saqué fuerzas de flaqueza para aguantar su embestida.

Te libraste por muy poco de ser aplastado por su pesado cuerpo. Tenías una oportunidad más de reaccionar ante tal enemigo. Hasta el momento el más fiero.

Desde luego, luchar contra este saurio era muy peligroso. Yo podía herirlo, quizá incluso vencerlo, pero en cuanto me descuidase, por poco que fuese, me acabará aplastando. El riesgo de continuar en combate cuerpo a cuerpo con él era demasiado grande, así que enseguida ideé una estrategia.

Salí corriendo de allí, con la esperanza de provocar en él el instinto de persecución (si lo habían programado correctamente) y me dirigí a la trampa que había conseguido saltar hacía unos instantes. Me detendría justo en el borde de ésta y esperaría su embestida, para apartarme en el último instante y que el bicho cayera dentro.

Salgo corriendo a todo lo que dan mis piernas, pretendiendo que no me alcance pero que me siga y, en el último momento, cuando estaba a punto de agarrarme, me hago a un lado para que el lagarto se precipite a la trampa de las cuchillas.

Sentiste como si el tiempo avanzase a cámara lenta, notabas a la criatura acercarse a ti a grandes zancadas. Sus fauces estaban abiertas con intención de engullirte de tener la posibilidad.

En un rápido movimiento, cogió impulso en sus patas traseras para abalanzarse hacia ti, la misma estrategia que usó antes, ese fue el preciso instante en el que rodaste sobre el suelo haciendo que tu enemigo cayese en la zona "roja".

Las cuchillas empezaron a funcionar y a rasgar toda la carne que allí había. Escuchaste el sonido lastimoso del lagarto, el cual explotó en un puñado de píxeles. La victoria era tuya.

Exultante al ver al lagarto desintegrarse entre las cuchillas, grité para liberar la adrenalina generada, la tensión contenida.

- ¡CÓMETE ESO, LAGARTIJA! 

Había conseguido deshacerme de él, pero por muy poco no me dio alcance y por muy poco logré esquivarlo. Había sentido la muerte muy cerca, mucho. Y eso hacía aun más grande mi victoria.

Cuando logré serenarme un poco, volví donde encontré al lagarto hacía unos instantes e inspeccioné el lugar, por si encontrara algo de interés.

Jack visitó la cámara donde antes reposaba el lagarto para comprobar que permanecía vacía. Eso implicaba que no quedaba más remedio que continuar explorando la cueva, o por el contrario, salir antes de que su vida corriese más peligro.

Encorajinado por el reciente éxito, no pude más que continuar mi exploración. Por desgracia el mapa había desaparecido. Dudé si era un problema del servidor o si había hecho algo que lo había borrado. Recordé que había una cámara ciega al norte, así que continué por ahí, por si había algo de interés.

Continué caminando, alerta por lo que pudiera pasar.

Seguiste avanzando hasta encontrar otra sala. Esta te llamó la atención por algo especial. Había algo o alguien justo en el centro.

Tenía un aspecto extraño. No sabías si era un arlequín, un jugador disfrazado o incluso un monstruo. Era difícil acercarse sin ser visto, así que tenías dos opciones. O acercarte a él de cara o dar media vuelta.

Caminé hacia aquello (¿él, ella, ello?) poco a poco, pero con paso firme. A medio camino, mediando aun una distancia prudencial, me detuve.

- ¡Hola! - Le dije, levantando la mano izquierda a modo de saludo, aunque manteniendo la derecha cerca de la empuñadura de mi daga de plata, por si las moscas. Esperé su reacción antes de continuar o decir algo más.

- Acércate, oh ladrón de Bahía perdida, puesto que tus habilidades serán necesarias para mi - su voz daba escalofríos

Me sorprendí un poco al ver que finalmente hablaba. Era un ente pensante, ya fuera jugador o elemento del juego. Aunque por su aspecto, apostaba más por ésto último.

- ¿Quién eres y qué quieres de mí?

Le pregunté, sin avanzar un solo paso. Su presencia me daba escalofríos y me erizaba la piel pensar en acercarme.

- Busco tu ayuda ladrón... libérame... libérame y te contaré la historia de aquel que me encerró... -

De repente apareció frente a ti un cartel.

¿Deseas aceptar la misión "cadenas de cristal"?

Sí/No

- ¡Vaya, una misión! - Pensé con alegría, mientras accionaba el mensaje para responder que aceptaba la misión "Cadenas de Cristal".

Cuando le diste a aceptar, unos grilletes se materializaron en las muñecas del arlequín.

- Yo antaño era libre. Un simple arlequín, alguien inofensivo. Mis hermanos y yo custodiamos la Corona - de repente el arlequín dejó caer una lágrima negra.

- la Corona tiene sus guardianes pero... aquel que supera sus pruebas tiene el derecho de poseerla y hacer cumplir su sueño -  notabas como el arlequín intentaba liberarse.

- Su dueño deseó que los guardianes fuesen encadenados. Oh pobre de mi, oh pobre de mi - seguía agitándose.

- ¿Dónde está la corona ahora?¿la tendrá su digno heredero?¿o habrá caído en malas manos? Oh pobre de mi, oh pobre de mi -

Al ver cual era el estado del Arlequín y de sorprenderme por la historia que explicaba, me acerqué para estudiar los grilletes que lo aprisionaban, mientras hablaba con él.

- Pero, ¿cómo saber dónde está?

Hurgué en el mecanismo de la cerradura de los grilletes, intentado abrirla.

Automáticamente el juego analizó tu puntuación y rompió los grilletes del Arlequín.

- Oh, gracias ladrón de Bahía Perdida, ¡muchas gracias! - empezó a mover los brazos.

- Es fácil detectar la Corona de Poder... tan solo sigue su rastro de destrucción... - se quedó mirándote

- Ya sea personal... o física - ¿que habrá querido decir?