Partida Rol por web

El instinto de Simón le llevo a imitar a Argi, por lo que tomando una postura una poco más baja intento, no con mucha eficacia, disminuir su presencia, con rodilla en tierra y quedándose un par de pasos por detrás de su compañero, toma su flauta y tras la carga de Argi comienza a tocar una suave melodía, que recuerda un pequeño rincón de la naturaleza, un noche estrellada, una infancia feliz y trae a la mente de quienes la escuchan momentos de paz y felicidad que disminuyen las ansias de combate y lucha , aquella melodía tenía la intención de distraer a la criatura y permitir a OME escapar de aquel agarre mortal, en su cabeza el “plan perfecto” seria liberar al OME y luego los 3 encargarse de aquella aberración.

La Nagah pareció aflojar por un momento su anillo sobre el Ome Granizo, y éste se liberó. Sin embargo, el efecto del Sonido del Silencio que emitía la flauta de Simón tuvo un efecto moderado. El Ome granizo pasó a tratar de apresar con sus poderosos músculos rocosos el cuerpo de aquella abominación del Wyrm.

En estado de semi-presa, el joven Argi se lanzó contra aquella monstruosidad, a ver si lograba acallar de alguna forma su rabia contra aquella afrenta a Gaia. Ambos garrazos parecieron resbalar sobre la piel del ser, infligiendo heridas pero no demasiado graves. Al menos con la semi-presa del Ome Granizo, estaba parcialmente vulnerable.

La Nagah lanzó entonces su ataque, repartido entre el Ome Granizo y Argi.

Simón aun estaba sorprendido de que su idea hubiese funcionado, pero sin dar tiempo a reacionar saca todo su instinto pasa a su forma de crinos y lanza una andanada de garrazos a la naga, sin mayor estrategia, sera el lobo secundario que ataca / entretiene mientras la manada se encarga de buscar puntos debiles.

A por ella!

La Nagah devolvió los golpes de Argi con una violencia aún mayor, provocando serias heridas en el Señor de la Sombra. Su regeneración empezó a actuar, pero debía darse prisa si quería ayudar a su hermano de manada.

Lejos de amilanarse y dado que el Ome Granizo parecía haber cambiado las tornas, el Theurge apretó los dientes* para ignorar el dolor y se lanzó de nuevo al ataque...

La Nagah, confiada en sus tácticas ancestrales de sometimiento y en su sobrehumana resistencia conjunta con su armadura natural serpentina, lanzó sendos ataques a los garou, y de un coletazo se libró del yugo del Ome Granizo. Aquellos golpes le habían dolido, pero aún estaba lejos de rendirse y pensaba presentar toda la pelea del mundo contra aquellos tres formidables guerreros gaianos. Invocó algún tipo de palabra de poder o don wýrmico, y pronto su sangre se hizo correosa y ácida. Cada vez que la dañaban, salpicaba su corrupción para herir a los hombres lobo... o al espíritu de la Montaña.

Abandonando todo instinto de supervivencia y tratando de provocar el mayor daño posible a aquella criatura, con la intención de librar a la tierra de su inmundicia, Canta Risas suelta un aullido durante su ataque. mientras retrocede con una porción de escamas de serpiente en la mano.

Sigue mi ataque.

Al ver a Cantarrisas ejecutar su ataque para quitar las escamas de aquel ser serpentino, Argi entendió perfectamente lo que estaba haciendo. No era la primera vez que se enfrentaban a un enemigo acorazado superior, asi que supo enseguida lo que tenía que hacer. 

Concentró toda su energía e hizo que su garra penetrara en el hueco que había dejado su compañero de manada...

Aquella aberración siseó asustada. Orgullosa había enfrentado a ambos garou, considerándoles débil para lo que era ella, pero sus tácticas de manada era algo a lo que hacía tiempo que no acostumbraba. No desde que perdió a sus hermanas Nagahs, edades atrás. Además el espíritu de la montaña parecía coordinarse bien con ellos, y él sí era un rival formidable. Siseó otra vez, mezcla entre furia y miedo, y se lanzó contra los hombres lobo. Si ese era su fin, al menos se cobraría un par de vidas gaianas en su muerte.

Collarada atrapó nuevamente a la sierpe, arriesgando toda su integridad física, para que los garou le dieran el golpe final.

Simón se deja controlar por su instinto, lleno de furia por aquel gran golpe ue acaba de recibir saca fuerza de lo mas profundo de su ser para ignorar sus heridas y lanzar lo que seguramente fuera su ultimo ataque.

La criatura estaba agonizante, era el momento de dar el todo por el todo e intentar que cayera de una vez, pero la bastarda del Wyrm no iba a dejarse caer sin luchar. Eso lo tenía claro Argi, que intentó moverse para esquivar el golpe que vendría de la corrupta criatura, mientras terminaba por atacar con todas sus fuerzas y Rabia a la criatura.

Con un movimiento muy rápido, la Mora hundió su zarpa correosa en el pecho de Simón, a la altura de su corazón. Le miró con ojos de superioridad, relamiéndose ante el Garou que estaba a punto de matar. En ese preciso instante, Argi saltó hacia su yugular expuesta. La sangre ácida del Wyrm le quemó los ojos y el hocico, pero no le importaba. Le dejó temporalmente ciego y sin olfato, pero no le importaba. La llamada del poder de Gaia era mucho más importante para él. Mordió su yugular hasta que cesó el último espasmo de aquel horrible ser.

El Ome Granizo jadeaba. Era un imponente ser de musculatura rocosa, como la misma montaña, que había guiado los suficiente a los Últimos Gurahl como para reconocer a un Garou. No les dirigió palabra alguna, pero se acercó al moribundo Ragabash. Le habían salvado la vida, así que no podía ignorar la deuda de honor contraída con ellos. Invocó sus poderes y trató de tejer un manto de protección sanador sobre aquel hombre lobo.

Argi no podía contemplar bien aquella escena, presa del dolor y la falta de visión temporal que le obligaba a cerrar los ojos, y no pudo discernir qué tipo de curación llevaba a cabo el Ome Granizo. Lo que sí pensó es que había sido muy precavido aposentando en su trono un espíritu de Cardincha, que al fin y al cabo, espanta a las brujas.

EPÍLOGO

El viejo Garou se frotaba las manos. Las cosas estaban encaminadas para la alianza que el Margrave Konietzko había forjado con los Fera: El Concordato de las Estrellas. La reciente incorporación de los Gurahl del Pirineo era una enorme ventaja para Gaia, según su punto de vista. Había sido necesario algún detalle de su desagrado, como confiar en un joven e impulsivo Garra Roja, pero sin duda gracias a él los Gurahl habían confiado en sus nuevos aliados.

Contempló aquel nicho de musgo, donde yacía Simón CantaRisas. Se estaba despertando, y eso era buena señal. A su lado se encontraban todos: Argi Sombra-Expectante, el Theurge de su propio clan, otro héroe de guerra gaiano que había logrado destruir un enorme peligro en las montañas; Ara Lluvia-que-Ruge-Canciones, quien sostenía un cachorro en sus brazos, apenas nacido y sobre quien los cambiaformas debían encomendar espíritus de protección; Bailando-con-Monos, el joven Philodox, forjador de los caminos de la amistad con los hombres-oso y Bosnerau, aquel nuevo aliado, un hombre corpulento y de largas barbas.

- He descubierto una terrible verdad, pero estoy seguro de que Gaia prevalecerá. Aquel... ser, la Mora, la Nagah o la Abominación, como queráis llamarla, era sólo una distracción. Una distracción recién despertada, desde hace más de un milenio de confinamiento, para desviar nuestra atención. Despertada por una subsidiaria de PENTEX, que quiere destruir estos montes para hacer una de las pistas de esquí más grandes del mundo.

El Señor de la Sombra miró a los presentes con consternación.

- Está claro que en este proyecto, PENTEX y el Wyrm han invertido mucho esfuerzo. Han trasladado todo los recursos posibles desde Zaragoza a Formigal, y como hemos visto en Collarada, ahora sanada gracias al poder del Ome Granizo y su Cardincha, ya están haciendo incursiones sobre la zona. No sabemos qué será lo próximo. Pero he pensado un curso de acción, no sé yo si estaríais dispuestos a pagar el precio.

Exhaló un suspiro de resignación e hizo una pausa dramática. Le gustaba demasiado dramatismo, lo cual enervaba al Garra Roja.

- He encontrado enemigos de nuestro enemigo, aunque no necesariamente amigos nuestros. Quizá deberíamos jugar al filo de la navaja. Necesitamos refuerzos aquí si queremos parar la tragedia sobre Gaia. Y para ello necesitamos contactarles y manipularles... en Zaragoza. No es tarea para débiles corazones sensibles, es disfrazarse de cordero e ir a pastar junto a ellos, y después afrontar las consecuencias de nuestro plan.

No iba a ser fácil, eso estaba claro. Muerte-en-las-Montañas ya era demasiado viajo como para cometer la misión pero veía potencial en los ya presentes. Se limitó a explicar su plan, ante la mirada de todos los presentes. Habló durante casi una hora, analizando cada detalle del mismo, mientras los demás trataban de imaginarlo. Era arriesgado, muy arriesgado. Incluía grandes posibilidades de muerte, pero también de fracaso y vergüenza. También contemplaba hazañas y honor. Y sobre todo peligro, mucho peligro. Pero, ¿qué en la Nación Garou no lo tenía?