La pelea fue a más, pero acabó con la marcha de Walter. No era ll que queríamos, pero quizás era lo que necesitábamos... O quizás era un paso adelante hacia el cese de nuestra existencia. No lo sabía, sólo podía esperar que su decisión fuese la correcta, o al menos la menos incorrecta.
Miro al CEO, apesadumbrado.
-Bueno... Ahora estamos solos en edto. Y con un posible futuro enemigo... Muy peligroso...-Le digo en voz baja, esperando a que nadie nos oiga.- Salgamos a hablar con estos tipos. Vamos a dejarles claro que aquí no somos esclavos de nadie.
-Esperaba que Walter entrase en razón, pero en fin...- Digo mientras pienso si siendo más suave le hubiese convencido -Ya no hay nada que hacer así que discutamos con ellos. Tenemos que dejar claro que sabemos que nos ofrecen un buen trato porque nuestras murallas no son fáciles de superar. En mi opinión tenemos que ganar tiempo mientras entrenamos mejor a las tropas- Asiento pensando que en cierta medida tengo razón -Creo que sería lo mejor; yo puedo encargarme, tengo bastantes ideas. Ahora tranquiliza a la gente mientras voy a buscarnos armas y protecciones con los que impresionar ligeramente a nuestros visitantes. Vamos a confundirlos para que piensen que estamos equipados tan bien, que no solo nuestras murallas suponen un gran problema- Dejo en manos de Soto el tranquilizar a la gente mientras voy a buscar protecciones, arcos, flechas y armas para los dos
-Espero que funcione... Si no, no tengo que decirte lo que va a pasarnos a todos.-Suspiro. Luego le asiento y me dirijo al centro del pueblo.-No pasa nada, ciudadanos. No vamos a dejar que nadie nos esclavice. No vamos a dejar que nadie nos humille y nos trate como les venga en gana. Somos un pueblo libre. Y si tenemos que luchar para defender eso, lucharemos. Pero vamos a hacerlo con cabeza.-Miro hacia el CEO.-Walter no está de acuerdo con nuestros métodos y ha decidido marcharse. Entenderemos a cualquiera que quiera hacer lo mismo.-Suspiro-Los que nos quedamos, encontraremos una solución a este problema. Confiad en nosotros. La cosa se va a poner dura, difícil, pero no van a poder con nosotros. Eso os lo aseguro. Porque somos un pueblo unido, tenemos nuestros ideales y vamos a defenderlos. No vamos a dejar que nadie nos imponga unos nuevos.-
Me dirijo hacia la muralla. Espero a que el CEO traiga las armas. En este caso voy a dejarle hablar a él. Ver qué camino escoge. Cualquiera de las opciones suena a suicidio, así que da igual la que tomemos. Ahora, simplemente, vamos a necesitar ir con mucho cuidado y discreción. Llega una época en la que los espías tendrán que trabajar mucho.
Cuando estamos completamente pertrechados pido que abran las puertas y comenzamos a caminar hacia nuestros enemigos parándonos a una distancia cercana, dando a entender que no tenemos miedo -Esto hubiese quedado mejor si tuviésemos caballos- Pienso antes de comenzar a hablar -Saludos. No tengo ni idea de con quien hablo, pero esta claro que no eres Capu- O eso supongo, a lo mejor le tenemos delante y nos está evaluando -La oferta es buena, pero sabemos que no le habéis ofrecido estas condiciones a nadie, por lo que suponemos que reconocéis nuestra fuerza. Me equivoco, ¿o somos los únicos que os hemos dado tantos problemas?- Le miro fijamente con una sonrisa lobuna que hago desaparecer tras unos instantes -A lo que voy es, que o Capu en persona viene a discutir los términos de nuestra rendición o nos quedaremos un tiempo más tras nuestras murallas y os incordiaremos un poco más- Hago una pausa para que asimile lo que acabo de decir -No os equivoquéis, reconocemos vuestra fuerza y por eso estamos parlamentando, pero estamos preparados para seguir resistiendo- Concluyo mientras espero su respuesta mientras me coloco en una postura cómoda y finjo indiferencia mientras el nerviosismo me come por dentro
Vuestro pueblo está dominado por la incertidumbre y la confusión, uno de sus tres líderes, de sus tres pilares, ha abandonado el lugar. Por si esto fuera poco tropas enemigas aguardan a las puertas de la aldea una respuesta a su oferta de rendición.
Cuando os dirigís a la gente estos no parecen serenarse, algunos asienten a las palabras de Soto pero la gran mayoría se limita a escucharos con más miedo que atención.
Después de blindaros salís al encuentro de los enviados de Scordia. Mantienen su porte marcial pese a vuestra presencia, al fin y al cabo el peligro más grande está en los arqueros de la muralla.
El líder del grupo escucha al CEO y frunce el ceño al tiempo que Alexander muestra su sonrisa.
- Esta aldea acoge a antiguos habitantes de Scordia, muchos aún son nuestra familia o incluso amigos de la infancia. Algunos consejeros han convencido a Capu para daros una última oportunidad y salvar la vida de esa gente. Por eso estoy aquí, si mi señor hubiese venido las únicas palabras escuchadas serían órdenes, gritos y lamentos.
El jinete mira la aldea y recorre con sus ojos la muralla, como si pudiera escrutar a través de la madera.
- Os ofrecemos una salida pacífica, tomadla. De lo contrario lo único que haréis será resistir hasta comeros los unos a los otros, vosotros desaparecereis y nosotros no obtendremos nada... salvo la destrucción de un enemigo menor. Nuestra oferta al menos beneficiará a ambas partes, si realmente reconoces nuestra fuerza no continuarás una guerra perdida de antemano.
Miro al CEO, esperando su respuesta. Si algo sé ahora mismo, es que tenemos que actuar con unidad. De forma implacable. Ante cualquier muestra de debilidad, estaríamos perdidos.
-Lo que mi compañero quiere decir... es que si quieren nuestra rendición... tendrán que tratarnos con algo más de pleitesía que simplemente mandándonos a un par de mensajeros armados con una propuesta tan... vaga. Queremos negociar. Si él no quiere negociar, entonces no hay más que hablar. Aceptaremos un emisario. Pero esto no se hará bajo sus condiciones, sino bajo las de ambos.-Sonrío. Vuelvo a mirar a Alexander.
vamos... dame algo con lo que continuar esto... ambos debemos estar de acuerdo...
Observo un momento a los guerreros antes de continuar -Yo creo que aunque digáis que no hay negociación posible ya hemos empezado con ella- Digo aparentando la mayor tranquilidad posible -Nosotros hemos hecho una propuesta y nos habéis dicho que no es posible. Vosotros hacéis otra y os decimos que no es posible. Podéis decir lo que queráis, pero yo creo que esto es una negociación ¿no?- Exclamo mirando a Soto -El problema es que no estoy muy seguro de que seáis los más indicados para este tipo de cosas. ¿Y si buscáis a alguien que si que pueda negociar y establecemos unos términos aceptables para las dos partes? Mientras tanto prometemos no hacer más hostigamientos, siempre y cuando esteis dispuestos a negociar claro- Concluyo esperando su respuesta
Lo de observar es para recabar información. Armas, armaduras, calidad, experiencia que parece que puedan tener, todo lo posible
Los jinetes llevar armaduras ligeras de piel o cuero, alguno de ellos ni siquiera eso. Los caballos no llevan armadura alguna, parece que solo existe la caballería ligera y es dudoso que la utilicen correctamente hasta dentro de unos siglos.
Aunque llevan espadas cortas su arma principal es la lanza, no para arrojarla si no para atacar desde la montura.
Casi todos presentan heridas recientes, golpes y arañazos típicos de una lucha. También podéis ver cicatrices de heridas más graves y antiguas, sin embargo ninguno debe de superar los veinticinco años e incluso hay uno que dudáis llegue a la veintena.
El portavoz frunce el ceño al oír que él puede no ser el más indicado para las negociaciones, mira al hombre que tiene a su lado y este le devuelve una mirada con bastante significado.
Creeis que os van a atacar de un momento a otro pero sucede todo lo contrario.
- De acuerdo, pospondremos esta conversación y regresaremos con alguien más idóneo para la negociación. Espero que cumpláis vuestra palabra y no tengamos que lamentar más enfrentamientos ni ataques a nuestras tropas.
Los jinetes se disponen a partir tras su repentino cambio de idea, esperan brevemente a que respondáis u os retiréis.
En cuanto abandonas la aldea te aproximas a los enviados de Scordia. Mantienen su porte marcial pese a tu presencia, al fin y al cabo el peligro más grande está en los arqueros de la muralla.
Los jinetes llevar armaduras ligeras de piel o cuero, alguno de ellos ni siquiera eso. Los caballos no llevan armadura alguna, parece que solo existe la caballería ligera y es dudoso que la utilicen correctamente hasta dentro de unos siglos.
Aunque llevan espadas cortas su arma principal es la lanza, no para arrojarla si no para atacar desde la montura.
Casi todos presentan heridas recientes, golpes y arañazos típicos de una lucha. También puedes ver cicatrices de heridas más graves y antiguas, sin embargo ninguno debe de superar los veinticinco años e incluso hay uno que dudas de que llegue a la veintena.
- ¿Estás aquí para aceptar el acuerdo? ¿Os rendís? Esto no es una negociación.
La recepción del líder del grupo no puede ser menos cálida, saben que tienen las de ganar a largo plazo y sus instrucciones deben de ser muy concretas.
- Ni una cosa ni la otra hermano. Gran énfasis en sus palabras denotaron firmeza, per además, según el culto que todos estaba obligados a profesar, hacia un forzado. - Vengo a disponer de mis servicios a Scordia, para no solo ganar limpiamente esta guerra, y traer honor a su persona, sino además, disponer de un grandioso futuro. El mundo a sus pies.
Miro a Soto un momento antes de responder -De acuerdo entonces. Esperaremos a alguien que pueda negociar unas condiciones aceptables, y mientras tanto prometemos no atacar a vuestras tropas. Este acuerdo se extiende tanto a este asentamiento como al asentamiento de la playa. Si se produce un ataque de cualquier tipo a cualquiera de las partes la tregua queda rota- Miro fijamente al enviado -¿Son estos términos aceptables?
El portavoz mira a sus compañeros con complicidad, uno de ellos ríe al cruzar la mirada pero pronto vuelven a estar serios y se centran en ti.
- Otro charlatán. No eres el primero, y no serás el último, que cree tener la respuesta a todo. ¿A dónde te ha llevado tu sabiduría hasta ahora? Habéis albergado traidores y desertores, cobardes que no querían luchar. Los habéis encerrado tras esas murallas esperando que no mirásemos en vuestra dirección.
En sus gestos se nota el desprecio hacia la población que acabas de dejar, parece la clásica cultura del guerrero asqueada por todo aquello que no se usa para la guerra.
- ¿Qué ofreces que no tengamos ya? ¿Qué te hace pensar que eres mejor que todos los que han ofrecido sus servicios a Scordia? Convénceme y podrás tener una audiencia con Capu.
Me acerco a él, y cuando estoy lo suficientemente cerca lo derribo y le descoyunto el cuello.
Tras eso me pongo en pie y sin dudarlo empiezo a hablar, como si diera un discurso: - Se lo que hay tras esas murallas. Lo he entrenado yo, y se que si se lo proponen, este no será el último muerto. Tras eso preguntó como si fuera una amenaza: - ¿Siguiente al mando?
El portavoz asiente ante la última pregunta.
- Los términos son aceptables, volveremos a negociar pronto.
Sin más que decir el grupo de jinetes da la vuelta y abandona la zona al galope. En cuanto regresais a la aldea uno de los vigías os avisa de que Walter ha intercambiado algunas palabras con los jinetes y después se ha marchado. Como no ha habido ataques no han dado el aviso y apenas ha durado unos minutos, el tiempo justo que habéis tardado en salir después de él.
Apenas han pasado un par de horas cuando la conmoción regresa a la aldea, oís gritos y alboroto en las puertas y cuando salís os encontráis con uno de los habitantes de la playa. Ha sido herido y su ropa está ensangrentada, sus palabras solo confirman lo que habéis sospechado en cuanto lo habéis visto. El asentamiento de la playa ha sido atacado, mientras los jinetes os visitaban otro grupo hacía estragos en la playa.
Un grupo numeroso ha asaltado el lugar, casi todos están muertos o heridos de gravedad. Además se han llevado a algunas mujeres y se han asegurado de quemar las pocas construcciones que se erigian allí.
Parece que fuese cual fuese vuestra respuesta la decisión estaba tomada.
La llegada del campesino no fue, por desgracia, ninguna sorpresa.
-Alexander... Espero que tengas un buen truco en la manga, porque te aseguro que esto no va a quedar impune...-Aprieto los dientes.-Voy a llevarle a la tienda del curandero, a ver qué se puede hacer... y a ver qué le podemos sacar... saber cómo luchan nos puede ser de utilidad.
Suspiro.
-Te dejaré hablar con el pueblo... confío que tras lo ocurrido, no aceptarás rendición alguna. Pero lo dejaré a tu criterio, esta vez.
Con ayuda de un par de habitantes del pueblo, llevo al herido a la tienda del curandero, dejando atrás al CEO con una gran responsabilidad.
Yo tenía otras prioridades. Toda la información que el superviviente poseía era vital. Podría marcar la diferencia en futuras batallas, de haberlas... que las habría...