Partida Rol por web

Los ojos del justicar brillan con furia en cuanto acabas de pronunciar la última palabra. Apenas tienes tiempo de reaccionar ante su ataque puesto que ni se mueve para realizarlo. Inexplicablemente notas como una fuerza invisible te proyecta contra la pared de la habitación y te mantiene en vilo. Estás sujeto en el aire por fuerzas incomprensibles para ti. Lentamente tus brazos se separan hasta formar una cruz, y la fuerza, provenga de donde provenga, te mantiene inmóvil contra la pared.

- Mientes. No has parado de mentir desde que negaste con la cabeza. - Schrekt sacude la cabeza negativamente, como lamentando tu decisión. - Tienes que aprender a colaborar. -

Dicho esto, extiende la mano hacia ti y sus dedos se cierran de golpe formando un puño... en ese instante sientes un dolor desgarrador, mucho mucho calor... es como si tu sangre de repente comenzara a hervir... como si te estuvieras quemando por dentro. La mandíbula se te desencaja ligeramente al apretar los dientes para contener el dolor.

William apretó fuertemente la mandíbula, el dolor era insoportable.  Parecía ser que ese vampiro usaba magia, algunos sabían hacer eso.  William hizo un gran esfuerzo por no gritar, y decidió hablar. – ¿En serio crees que miento? Estas equivocado, no sé quien es Fran, he conocido ha bastante gente en la ciudad, pero no recuerdo el nombre de todos. Asique si no te importa suéltame, y sigamos hablando como hasta ahora, con tranquilidad. – William no se encontraba bien, parecía que su bestia interior estaba a punto de actuar por él.

El justicar sonrió cuando volviste a mentirle. - Sé cuando la gente me miente. Estaremos aquí hasta que me digas la verdad. -

En ese momento el dolor no te parecía tan insoportable, pero sí molesto... algo se removía en tu interior... algo gruñía y pugnaba por salir de muy dentro de tu estómago... y en un instante una neblina roja cubrió tus ojos...

El gruñido gutural de la bestia salió mientras, con un esfuerzo supremo, te liberaste de las invisibles cadenas que te sostenían...

y no recuerdas más.

Sonrio de medio lado mientras muevo la cabeza de un lado a otro en signo de negación.

- Lo estas planteando mal amigo, ha sido un viaje muy largo, deberias ofrecerme un poco de agua primero.

No era la primera vez que la bestia se hacia con el control, al fin y al cabo era la maldición de mi clan pero eso no significa que me gustase. Tiro de las correas que atan mis manos para calibrar su dureza y hecho una mirada de reojo a mi pecho, esperando encontrar un agujero del tamaño de una estaca. Veamos quien me ha atrapado esta vez, luego ya vere como escapar de aqui.

Casi siempre que Frank era dominado por la bestia ocurrian dos cosas, la primera era un sabor a sangre agria en la boca que le disgustaba tanto como haber perdido el control y la segunda era que aparecia atado en algun sotano con alguien haciendole preguntas.

Si este tio pretende leerme el pensamiento va a necesitar una pastilla tamaño gigante para unir todas las piezas. Usando su experiencia policial y algo de lo que habia aprendido como vampiro sabia que pensar en mil cosas diferentes hacia que leer la mente resultara incomprensible, al fin y al cabo nunca se sabia quien podia estar escuchando...

Compruebas que extrañamente no tienes ningún agujero en el pecho. No pareces estar herido ni haber perdido sangre.

El hombre te mira de arriba a abajo y hace un gesto a alguien que no alcanzas a ver. Una puerta camuflada en una zona muy oscura de la habitación se abre, y alguien mete a rastras a otro tipo, al que encadenan de la misma forma que a ti.

Por un instante captas algo del rostro del otro prisionero cuando le alcanza un poco de luz mientras lo colocan. Es William, uno de los vástagos con los que trabajabas. Tiene varias manchas en las zonas visibles de la piel, parecen cardenales que se están volviendo negros y extrañamente en algunas zonas sale un ligero humillo negro... pero no te llega ningún olor a quemado.

El tipo que ha traído a William sale de la habitación sin decir palabra, y la figura bajita vuelve a hablarte:

- No tardará en despertar. Mientras, ¿por dónde iba? Ah sí... antes de empezar por las malas me presentaré. Soy Karl Schrekt, Justicar del clan Tremere. Frank, cuéntame qué ocurrió la noche anterior, qué sabes de tus atacantes. -

Poco a poco recuperas la conciencia. Todo el cuerpo te duele, las heridas no han desaparecido y recuerdas de repente dónde estabas. Abres con cuidado los ojos y descubres que estás en otro lugar, en una habitación cerrada. Tus manos están sujetas firmemente con grilletes, así como tu cuello. De todos los grilletes salen unas cadenas que están engachadas en el techo y paredes de la habitación manteniéndote en pie. Puedes moverte pero apenas unos centímetros.

La habitación está pobremente iluminada, pero puedes ver cerca tuyo otro grupo de cadenas idénticas a las tuyas, y te das cuenta de que no estás sólo. Frank también está ahí encadenado. Parece que está hablando con el Justicar que se yergue de pie enfrente suyo, aunque ligeramente tapado por las sombras.

William abrió lentamente los ojos.  ¿Qué diablos? ¿Dónde estoy? William estaba confuso, recordó que había perdido la conciencia, la bestia le había poseído y le había causado problemas por lo que podía ver. Cuando observo la habitación vio que uno de los vampiros que estaba con él también había sido atrapado. Asique ahora tenemos ambos problemas… seria por este por quien me pregunto el tremeré.

William pudo observar que también se encontraba otra persona en el lugar, debía ser quien lo había atrapado. – Parece que se me fue de manos ayer la cosa… me gustaría que me soltaras ahora mismo, ya estoy tranquilo, y no me gusta estar atado como un animal. – William dijo las palabras con enfado, parecía molesto por la situación.

- Te soltaré en cuanto me digáis lo que quiero saber. No antes. - respondió el Justicar a William. Dejó de mirar a William y centró su mirada de nuevo en Frank. - Bien, te había hecho una pregunta. Responde. Luego le tocará el turno al otro. -

- Yo ya te respondí lo que tenía que responderte, no sé en qué puede ayudarte alguien como yo. No conozco esta ciudad, ni conozco a demasiada gente, asique déjame marchar, o dime de una vez en que puedo ayudarte, no me gusta estar aquí encadenado. – William estaba mosqueado, aunque sabía que no tenía las de ganar.

Movi el cuello como si tragara saliva en un acto reflejo de cuando era humano, intente disimularlo pero poco podia hacer... La situación era seria.

- Me gustaria saber de que se me acusa, yo no he roto la mascarada ni he cometido ningun delito contra los prefectos de la camarilla. Y por supuesto no trabajo para esos bastardos del Sabbat.

Me pregunto cuanos seguntos tardaria el justicar en matarme si quisiera... ¿cinco? ¿uno?

- No conozco a mis atacantes pero hay rumores de un grupo que ataca a vampiros sin ningun tipo de concierto ni motivo mas el de dejarlos secos.

Decidi mostrarme algo más cooperativo debido a la situación, ¿que coño le ha pasado a William?

- No se te acusa de nada Frank... - comentó el Justicar. - Estabas en frenesí y hubo que adoptar estas - dice indicando las cadenas - medidas de seguridad. Sólo quiero información acerca de tus atacantes. Matamos a 11 de ellos pero otros pocos pudieron escapar. Y lo más importante, ¿qué sabes del tipo que se hace pasar por Caín? -

La fría y dura mirada de aquél desconocido se posó de nuevo en William. - Tú no has dicho una sola verdad en toda nuestra conversación. Aprenderás que eso es algo que me irrita en extremo. Con dolor, pero lo aprenderás. -