Los primeros rayos del sol, iluminan un granero cualquiera en una granja cualquiera del Medio Oeste de Estados Unidos. Dentro, dos personas: Dos bultos negros semienterrados entre montones de paja.
Esa noche han sido afortunados: El altillo a 4 metros del suelo, es un lugar perfecto para dormir más o menos tranquilos. Hasta ahí al menos no llegan los infectados, y habiendo subido la escalera, los vivos también tienen difícil sorprenderles. Han dormido en sitios bastante peores: malolientes, inseguros... Pero esta noche han tenido suerte y han podido dormir los dos sin montar guardias: No es lo habitual.
Son una pareja: Un hombre y una mujer y él abre un ojo con la primera claridad del alba, pero no se mueve: La mujer tiene su brazo sobre el pecho de él. No hay prisa. No hay que ir a trabajar. El dinero a perdido todo su poder y significado. Alimentos, armas, gasolina, vehículos, medicamentos... Son la nueva moneda de cambio y los indicadores de una mayor o menos riqueza. Y sobre todo ello, la vida, que sigue siendo igual de valiosa pero que ahora también codician los infectados descerebrados. No. Hoy y desde hace mucho tiempo, no hay ninguna prisa para levantarse... Y la cálida mano de Sara, es muy agradable de sentir sobre él.