Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Como:
Se usa sin tilde para:
1.- Hacer comparaciones "Su jersey era como el de ella"
2.- Conjeturas: "Era como si se la hubiera tragado la Tierra"
Cómo:
Se usa con tilde:
1.- Para expresar la manera de hacer algo o de ser " Le explicó cómo hacerlo" "Le dijo cómo hacer la poción" "A veces no comprendo cómo puedes ser tan avispado"
2.- En perífrasis XD preguntas "¿Cómo se te pudo ocurrir hacer tal cosa?"
28· San Valentín se acerca
-Aguamenti. Glacius.
Tesa congeló el chorro de agua en el aire y lo cogió con el trapo. Lo golpeó contra el suelo para machacarlo y que se adaptara mejor al trozo de tela y a los nudillos de Remus.
-No tenías que haberle pegado…
-No tenías que haberme parado.
-Pero…
-Nada de peros ¿Es que no has escuchado lo que decía?- Remus apretó la mano sana mientras Tesa bajaba la mirada y suspiraba.
Mientras le cogía la mano herida con cariño y se la envolvía en el trapo con hielo, los dos recordaban, sin hablar, lo que acababa de pasar.
Justo antes de la hora del almuerzo el licántropo regresó a la sala común. Dumbledore lo había llamado, también a Blair, para hablar del tema del periódico de Rita Skeeter. Sabiendo que no tenía pruebas la había obligado a publicar un artículo desmintiendo sus palabras. Saldría al día siguiente.
No obstante le habían llegado cartas de padres preocupados, por lo que les pedía que tuvieran mucho cuidado. Tras eso se aseguró de que ambos aprendieran y dominaran el encantamiento desilusionador para que lo usasen antes de ir hacia la Casa de los Gritos.
Tras bajar a comer junto a unos risueños Sirius y Evy y una ida Wyn fueron a ver a James. Lo encontraron besándose con Lily de forma muy tierna así que decidieron darles más tiempo de intimidad antes de volver a ir a verle.
Entonces vieron a Lucius y fueron a hablar con é, que, de nuevo, aceptó la petición de Tesa.
-¿Y bien? ¿De qué queréis hablarme?
Sin pelos en la lengua, Remus se lo soltó todo.
-Así que me acusas de trastocar la mente de tu novia para que se enamorase de mí y te odiara. ¿Que tú le pusieses los cuernos con Van Hell no influyó nada verdad?
Tesa apartó la mirada y Remus apretó los dientes. No podía rebatir eso sin desvelar que era un licántropo.
-¿Y dices que le borré la memoria? Pregúntale a mis elfos domésticos. Fue un accidente, no tomó las precauciones adecuadas en mi casa. Miró dónde no debía…simplemente la curiosidad mató al gato se suele decir. Yo tuve que marcharme y olvidé avisarla.
-Ya…tus elfos domésticos.
-Adelante, denúnciame si no me crees. Eso si, atente a las consecuencias de atacar a un Malfoy. Ni siquiera me molestaré en admitir o negar de lo que me acusas…
Sonrió divertido ante la evidente tensión de Lupin.
-Pero no te preocupes. Tu novia está muy bien pero es una sangre sucia, jamás pasará de una mera diversión. Y ya he probado todo lo posible con ella, no me sirve para más. Quédatela.
-Malfoy…- gruñó el merodeador apretando tanto los puños que Tesa le sujetó del brazo.
-Qué descortés por mi parte ¿Estáis aquí por que no la satisfaces? Puedo explicarte cómo le gusta.
Tesa se puso pálida cuando Lucius explicó detalladamente “uno” de sus apasionados encuentros sexuales. Concretamente el de hacía unas horas antes, aunque tuvo el detalle de no especificarlo.
-A todas las zorritas sangre sucia les encanta. Probablemente por que así quizá se queden embarazadas y sus hijos sean algo mejores que ellas…
La Gryffindor no pudo contener mucho tiempo a Remus, que se abalanzó sobre Lucius.
No tuvo más remedio que paralizarlo con un conjuro o, estaba segura, le haría algo más que golpearlo.
Mientras se lo llevaba flotando, miró al Slytherin. Él le devolvió la mirada, con una tierna sonrisa y un guiño. No le gustó dejarlo ahí con la nariz rota y el ojo hinchándose pero tenía que hacerlo.
-Déjalo estar Remus. Ya lo has oído, me ha usado y me ha tirado. Ya está. No quiero que te metas en líos por mi culpa. No te voy a dejar y punto.
-Pero…
-Nada de peros. ¿Por qué no vamos a ver a James? De paso la señora Pomfrey podrá echarle un ojo a tu mano. Debes haberte roto algo por que no consigo curarla.
-De acuerdo, vamos. Espero que no interrumpamos a esos dos.
Tesa rió.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Cuando Lily regresó con el cofrecillo James estaba desayunando. Al verla se tragó el resto del beicon aún caliente y se limpió la boca de restos de yema de huevo. Dejó la bandeja en la mesita de al lado de la cama antes de hacer un hueco a su lado para que ella se sentase.
Lily se sentó a su lado y abrió el cofre. Sacó lo primero la varita de su madre. Era muy bonita y estaba bien cuidada.
-Dumbledore dice que es muérdago, muy pocas varitas se han hecho con esa madera. Demasiado temperamental. No sabe de qué es el núcleo, aunque no es un experto. Mira las tallas de la empuñadura, imitan la forma de crecer de una enredadera, el color marrón verdoso de la madera ayuda a crear la imagen.
Lily hablaba de la varita como si se tratase de un tesoro. Probablemente lo fuese para ella. Solo tenía cuatro cosas de su madre. Además de una creciente confusión. Se debatía entre sentir miedo por ella y lo que le pudiera pasar en manos de Voldemort. Pero también estaba muy enfadada. Sentía como si toda su vida hubiese sido una farsa.
Lo siguiente que sacó fue la fotografía.
-Lucian tenía razón. Sí que te pareces a Astoria.
-¿Si?
-Ya lo creo. A ver, claro que hay diferencias. Pero para verlas a la primera hay que conocer mucho el rostro de una de las dos.
-¿Y tú las ves a la primera?
-Los labios, una pequeña cicatriz. Aparte del tono del pelo, por supuesto.
Lily se lo quedó mirando, sonreía embobada. Cuando él la miró se dio cuenta de lo que acababa de decir y de o que eso implicaba. Se sonrojó levemente.
Ella lo besó con dulzura.
El tiempo se volvió algo innecesario para ellos, que solo dejaron de besarse tras escuchar una risita. Aunque al mirar a la puerta de la enfermería no vieron a nadie. Se sonrieron y siguieron con lo que hacían antes de besarse.
-Y este…es Voldemort. Bueno, antes de serlo. ¿Tom Riddle? Es…
-Si, es atractivo. Si lo mirar objetivamente, sin pensar en lo que hará después o ya habrá hecho antes de que se tomara esa foto. No me extraña que mi madre y él…bueno. Hacen buena pareja.
-Tampoco es para tanto. Mira lo pálido que está.
-¿Esos son celos James?- rió Lily.
El merodeador optó por no contestar y a cambio meterse con ella.
-Y la bolita rosa eres tú. Si que tenias las mejillas grandes.- rió.
Le cogió un pellizco a Lily en el moflete.
-Au..- se quejó, pero a la vez sonreía. –Venga ya, se acabó la foto.
James fue quién sacó el tercer objeto, la llave.
-Parece de Gringotts. Pero es la tira de antigua. Seguro que los Shephire tenían una de las cámaras más seguras, eran muy ricos por lo que me has dicho.
-Quizá. Aunque a lo mejor no es del banco, sino de algún otro lugar hecho por duendes.
-Es posible ¿Pero dónde está ese lugar?
-Ni idea.- Lily guardó la llave y sacó el anillo.
Se trataba de una banda de oro cruzada por finas líneas de plata de grosor de un pelo espaciadas entre sí no más de tres milímetros. La plata reflejaba la luz de forma muy hermosa.
-Por lo visto tiene dos encantamientos. Uno hace una copia permanente del anillo y solo una, cuando alguien se lo pone. Del otro lo único que me pudo decir el director es que no es dañino. Pero no sé que hace.
-¿Te lo has probado?
-No. No sé que hace.
-¿No te da curiosidad?- James sonreía de esa manera tan suya. Mezclaba un niño pequeño y curioso con un hombre seductor y pícaro.
-Claro ¿Pero y si pasa algo malo?
-Venga Lily. ¿Cuándo se ha equivocado Dumbledore.
Eso era bastante cierto, tuvo que admitir la pelirroja.
-De acuerdo…pero te mataré si pasa algo. Con cuidado lo cogió y lentamente se lo puso en el dedo.
Y no pasó nada.
-Vaya chasco. No p…
Se cortó cuando vieron que el anillo desaparecía del dedo y volvía a la palma de la otra mano.
-¡Oh! ¿Y esto?- miró a James sorprendida. Verlo pensativo la intrigó aún más.
-Has dicho que solo se hace una copia ¿No?
-Ajá.
-Eso a mi me suena a una especie de ritual de compromiso o algo así…
Lo cierto es que tenía sentido lo que James decía. El hilo de sus pensamientos se cortó cuando notó como él cogía el anillo de su mano.
James tomó la mano izquierda de Lily y deslizó en su dedo anular el anillo a la par que decía:
-Lily Evans. ¿Quieres ser mi novia?
El detalle la cogió por sorpresa. Se sentía más unida que nunca a James y creía que el pensaba lo mismo pero esa declaración “formal” la emocionó.
Pasado el instante de sorpresa su sonrisa se amplió y alzó los ojos del anillo a los de James.
-¡Si!
Notó, cuando se relajó, lo nervioso que estaba él mientras aguardaba su respuesta. ¡Temía que lo rechazase! Eso la enterneció aún más y ya se acercaba a besarlo cuando él se apartó mirando su mano izquierda.
Ella también miró algo molesta. ¿Qué se atrevía a molestarlos en ese momento?
Otro anillo, idéntico al que estaba en su mano, había aparecido en el dedo de James.
-Vaya. Creo al aceptar has activado algo en el anillo. ¿Nos acabamos de casar?- rió levemente.
Ella coreó sus risas unos instantes. Pero no tardó en abalanzarse sobre él para besarlo muy efusivamente.
Tiempo después, él la separó.
La miraba a los ojos, muy serio.
-Hay otra cosa que quiero decirte.
-¿Si? Dime.- sonrió.
-Te quiero.
Tardó en hacerlo casi un minuto. En ese tiempo ella se dio cuenta de lo que iba a decirle. De lo aterrado que se sentía y del esfuerzo que realizaba en hacerlo.
En ese momento quedó claro para ella que jamás existiría otro hombre en su vida.
Solo James.
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Astoria estaba muy nerviosa. No sabía el qué, pero Voldemort planeaba algo respecto a Lily. Y no dudaba que ese algo a involucraba a ella, que no podría negarse.
Paseaba inquieta de un lado a otro de su habitación, tenía que admitir que una vez superada la fase de obligarla a aceptar el juramento su calidad de vida había mejorado muchísimo. Pasó de la celda y las cadenas a una habitación digna de los mejores hoteles.
Seguía viviendo en una prisión, pero de otra manera, ahora los barrotes eran su miedo. Y desde la noche anterior, cuándo vio al Señor Tenebroso tan contento por el descubrimiento de que tenía una hija, se habían estrechado.
Apenas se acababa de sentar cuando la puerta de su habitación se abrió. Él entró.
-Tengo una misión para ti, Astoria.
No le respondió ¿Para qué? No podía negarse.
-Irás a Hogsmeade y te establecerás allí. Nadie debe reconocerte, Gertrudis tiene una buena provisión de poción multijugos, ve a verla antes de marcharte. Toma su propio pelo, nadie la reconocerá como a ti.
-¿Qué he de hacer allí? Tienes que conseguir que este- sacó una cajita de entre su túnica –collar acabe en el cuello de Lily. Tranquila, no le hará ningún daño.
-¿Para qué es?
-Eso, mi querida Astoria, no te incumbe.- por el tono de voz quedó claro que sería peligroso insistir.
-Lo haré, mi señor.
-Bien. No nos veremos hasta tu vuelta, ahora marcho de…visita.
Astoria apartó la mirada, sabía que eso significaba que morirían más niños. Daba igual que fuesen vanir, aesir o de cualquier raza. Eran niños…Pero si quería proteger a SU niña, no podía ni siquiera intentar evitarlo.
En cuanto el Señor Tenebroso se marcho, Astoria lloró y gritó de frustración e impotencia.
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La señora Pomfrey los había echado a todos de la enfermería para que James descansara pero eso no hizo bajar a Lily de la nube en la que estaba subida desde las palabras de James ¡Eran novios! Miró de nuevo su “alianza”. Quizá más que novios, pensó.
Remus, Tesa, Sirius y Evy lo sabían ya, pues habían ido a verles –interrumpiéndoles en plena efusividad- y estaban todos muy contentos. Sonreían y decían cosas como “al fin” o “ya era hora”.
Iban hacia su sala común cuando Reg apareció.
-Hola.- saludó a todos, pero de inmediato miró a Lily. -¿Podemos hablar?
Ninguno de los demás era tonto o ciego. Todos sabían de la rivalidad entre James y Reg y de la indecisión de Lily, por ello no les gustó que ella aceptase hablar a solas con él. El americano no era un mal tío pero…era Slytherin a fin de cuentas.
Siguieron hacia la sala común mientras ellos dos entraban a una habitación. Al menos Lily parecía seria y decidida.
-Dime Reg
-¿Sientes algo por mi?- fue muy directo, pero era lo mejor.
-Reg…claro. Eres un buen amigo- él bufó –y me has apoyado cuando lo he necesitado. Claro que siento algo por ti.
-¿Y ese algo es parecido a lo que sientes por James o por Sirius, por ejemplo?
-No tiene nada que ver. Cada uno sois distintos. No se puede compara la relación ent…
-Lily, para. No te vayas por las ramas. No te lo pregunto como amigo. Te pregunto si sientes algo por mí.
La miró muy intensamente a los ojos, desde demasiado cerca. Lily estaba contra la pared, él frente a ella, con un brazo apoyado en la pared, cortando el camino hacia la puerta.
Lily tardó en responder, se sentía triste por tener que rechazar así a Reginald. Sin duda le haría daño y no quería eso.
-No. No siento nada por ti cómo tú quieres que lo sienta.- apartó la mirada, incómoda por la cercanía.
-No te creo.- sin dejar pasar más tiempo, la besó. Lo puso todo en ese beso.
Y ella le correspondió, influenciada por la poción de Bella que ninguno de los dos sabía que contenía la colonia del chico.
Lily estaba cada vez más excitada, su boca se movía sola contra la de él. Y sus manos acariciaban los músculos que sabía Reg escondía bajo la camisa. Pero de pronto empezó a notar cada vez más molestia en la mano izquierda.
Al mismo tiempo se le despejaba la mente. Miró su anillo, estaba muy caliente contra su piel. James.
Apartó de un empujón a Reginald.
-¿Pero qué haces? ¿De que vas?
-Bien que me has respondido…es lo que necesitaba saber. Sientes algo por mí. Seguiré luchando Lily.
-¡Lárgate!- la pelirroja estaba confusa ¿Sentía cosas por él? Quizá pero…no de esa manera ¿Entonces por que había sentido esas ansias de sexo con él? No lo comprendía. Y el anillo ¿Por qué se había calentado?
Uno de los efectos del encantamiento que no habían podido identificar lo que hacía era proteger el amor de quienes lo llevaran puesto. Evitarían todo intento de manipulación mental o de engaños. Si alguno de los dos decidía ser infiel al otro voluntariamente, los anillos simplemente saltarían de los dedos. El “matrimonio” quedaría anulado. Pero si no era voluntario se calentaría hasta llamar la atención del portador que al mirarlo quedaría liberado de cualquier efecto nocivo.
También el anillo gemelo avisaría a la pareja de la misma manera, calentándose.
Lily pasó un rato dándole vueltas a que podía significar lo del anillo. Cuándo al fin decidió dejarlo por imposible y marcharse hacia Gryffindor, se volvió a calentar. Aunque la sensación era levemente distinta. Como si se tratase de un eco.
Tuvo un presentimiento y corrió hacia la enfermería.
A llegar, se coló sin alertar a la enfermera y llegó hasta la cama de James. Lo vio con un brazo sobre los ojos “mirando” al techo.
Pero lo que llamaba más la atención eran los restos de carmín en sus labios y la evidente erección que ocultaban las sábanas.
-¿Qué ha pasado James?- se sentía a la vez enfadada y contenta, por ello su tono de voz era extraño.
Él la miró sorprendido de verla ahí. Se veía la culpabilidad en sus ojos. Sin embargo, no le mintió.
-Marlene. Vino a verme cuando os fuisteis. Estuvimos hablando. Pero…me besó. Y yo…yo no sé qué habría pasado. Pero el anillo hizo algo. Y al mirarlo fue como si me cayese un jarro de agua fría. Me separé de ella y le pedí que se fuera. Lily, yo no sé…
Ella sonreía, le cortó la disculpa con un gesto.
-Reg acaba de besarme a mí. Y pasó exactamente lo mismo. El anillo se calentó…y ahí acabó la cosa.
-Si eso es, se calentó. La verdad es que también pasó, pero menos, un poco antes de que Marlene llegara.- James decidió no preguntar porque estaba con Reg. -Quizá nos protege de “ser infieles” quitándonos la excitación del momento o algo así.- aventuró James.
-Acabamos de hacernos novios y sin embargo besamos a otros estando casi a punto de llegar a algo más. Creo que el anillo nos protege de que hagamos algo que dañe a nuestra pareja. No lo sé…pero es muy extraño que nos haya pasado esto a la vez y que ninguno de los dos quisiésemos y sin embargo estuviésemos a punto.
-¿Crees que han usado algo? ¿Igual que Malfoy con Tesa?
-Es posible…
-No veo a Marlene haciendo eso. Knox es un Slytherin a fin de cuentas pero Marlene no es mala persona.
Lily se calló lo que iba a decir. Ella no pensaba que Reg fuese mala persona.
Ambos rieron por lo absurda y seria que era, a la vez, la situación. Deberían estar preocupados pero no era así. Se tenían el uno al otro.
Lily pasó el resto del día en la cama con él. Hablando, conjeturando y, sobre todo, besándose.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
El mes siguiente pasó considerablemente rápido para los de séptimo. Los exámenes aún eran fechas lejanas pero eso no parecía importarle a los profesores, que prácticamente los ahogaban en deberes. El resto de años en cambio, parecían más relajados, los de quinto sin duda por que aún no sabían los meses que se les venían por delante.
Una fecha por muchos y, sobre todo, muchas, ansiada se acercaba: San Valentín.
Las parejas ya establecidas tendrían un día para ser empalagosos casi obligatoriamente, mientras que los solteros y solteras se verían acosados por cartas y flores que los perseguirían hasta ser aceptadas. Sería el domingo y los alumnos de tercero en adelante podrían ir a Hogsmeade a pasar el día.
Durante el último mes habían ocurrido muchas cosas.
James y Lily eran la pareja del momento, por que nadie se creía que al fin dejaran de pelear. Pero parecían más compenetrados que nunca. Casi como si se leyeran el pensamiento.
De hecho, era más o menos así. El anillo los ayudaba, cuanto más tiempo pasaban con él puesto –y dado que no se lo podían quitar ni aunque quisiesen hacerlo, era mucho tiempo- más entendían al otro. No se trataba de una verdadera lectura de mentes como la legeremancia, sino casi de sentir lo que sentía el otro, y actuar en consecuencia.
Durante ese mes James comenzó a acudir a las clases de Dumbledore. No se lo dijeron a nadie más, aunque él odiaba mentir a Sirius. Sencillamente contarlo suscitaría más preguntas…y Lily no estaba preparada para contarlo todo.
Ni Marlene ni Reg cejaron en su empeño de seducción, pero no hubo ningún beso más y a la pareja le resultaba más divertido que molesto. Al menos a James ver fracasar a Reginald. En cambio ver a Marlene era otra historia. Estaba bastante deprimida y…rara, era la palabra que mejor la definía. Pero no hablaba con nadie sobre eso, cuando se le preguntaba simplemente sonreía y cambiaba de tema.
Para Sirius y Evy todo era color de rosa. No tenían ningún problema, todo eran cariños y sonrisas. Formaban una pareja muy pasional -en el momento que tuvieran una pelea la gente tenía claro que huiría lejos- tanto que apenas se acariciaban solían tardar poco en escaquearse a algún armario de escobas o baño.
Al menos había sido así hasta que Sirius vio a Evy leer una carta y guardarla muy contenta. En la carta ponía: “Deseando abrazarte, gatita.” La firmaba un tal David. Ya que él la llamaba gatita de forma algo más que cariñosamente, leer eso lo llevó de inmediato a pensar en que ella tenía un amante.
Por supuesto, no le comentó a nadie ni media palabra.
Remus también estaba muy feliz con tesa, sin nada que se interpusiera entre ellos. Ni siquiera la luna llena enturbió, demasiado, su humor.
Tesa no estaba tan contenta, pero lo disimulaba tan bien que nadie lo notaba. En realidad era un manojo de nervios debido a la culpabilidad. Se odiaba a si misma y no lo entendía por más que lo repasara una y otra vez en su cabeza.
Lucius había sido un hijo de puta, no había más vuelta de hoja aunque Voldemort tuviera amenazados a sus padre y estuviera desesperado. Aún así, comprendía lo solo que se sentía y no quería dejarlo solo con el miedo.
Tres veces más había quedado a solas con él para hablar y para darle apoyo. ¡Solo para eso! Siempre iba con la firme intención de dejarse las bragas puestas. Pero tres veces había pasado lo mismo. Y la atormentaba saber que no la violaba. Que era ella la que lo desnudaba a él y que incluso intentó pararla en la última ocasión. No obstante lo deseaba con una intensidad increíble y el sexo era fantástico.
Se sintió lo peor del mundo cuando fingió un orgasmo con Remus por primera vez. Fue la única vez que fingió. Desde entonces siempre buscaba excusas para evitar el sexo. Por miedo a volver a hacerlo. Y porque fuera aún peor y pensara en Lucius.
Se excusaba, igual que hacía Wyn, en tener que estudiar.
Sin embargo la del pelo naranja lo hacía para estar a solas. Aducía que estudiaba mejor sola y que necesitaba sacar buenas notas. La realidad era que no quería ver a Sirius y Evy juntos. Sobre todo, no quería ver a Sirius.
Las chicas de sexto eran las que estaban más relajadas. Blair y Sabrina no tenían ningún examen tan importante cómo las de quinto o séptimo por lo que disfrutaban más del cada vez mejor tiempo o simplemente de no hacer nada de nada.
Al menos era así hasta que Blair recibió una carta de sus padres diciendo que se mudaban. Ya habían atacado a tres familias de vanir así que las restantes se estaban reuniendo. Para cazar a los atacantes y a la vez estar mejor protegidos.
¡Ella quería estar con ellos no en el estúpido colegio! Que su familia estuviera en peligro y ella no pudiera ayudar la hacía estar de un humor de perros casi constante, prácticamente nadie aparte de Sabrina la aguantaba.
El que peor lo pasaba era Snape. ¿Estaba enamorado de Narcisa? Creía que si pero su mente racional le decía que era una locura. Ella no parecía dispuesta a ir contra su familia y abandonar el plan de casarse con Lucius Malfoy. De hecho prácticamente noche si noche también tenía que insonorizar sus cortinas para no escucharla gemir en la cama del prefecto. ¿Qué sentido tenía querer a alguien que no siente lo mismo por ti? Por eso se obligó a dejar de pensar en Lily Evans. No sabía que hacer…era más fácil dedicarse por entero a estudiar pociones y maleficios.
Narcisa por su parte, tenía que reconocer que quizá otra cosa no…pero Lucius si que era un buen amante. Sobre todo si dejaba a un lado su vena dominante. Muchísimo mejor que el pobre Snape. En parte se sentía fatal por “dejarse hacer”. Pero solo antes y después. Durante…el placer mandaba.
Y él no hacía nada…eso la llevaba a pensar en que le daba igual…que no la quería realmente. Dolía. Deseaba poder hablar con Andrómeda, su otra hermana, porque a Bella no le podía pedir consejo sobre eso.
Y menos con lo enfadada que estaba esos días. ¿Qué habría ocurrido?
Era sencillamente que por algún motivo su plan de separar a Potter y Evans había fracasado estrepitosamente y no comprendía por qué, sabía a ciencia cierta lo potente del efecto de su poción.
Tendría que pasar a planes más escabrosos.
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La mañana de san Valentín Wyn fue una de las personas que más madrugó del castillo. Se apresuró a bajar hacia Hogsmeade. Justo cuando estaba a punto de entrar en cierta tienda, vio a la señora Rosmerta de Las Tres Escobas. Se escondió, aunque era una tontería ¿A quién le iba a decir que la había visto? Además, tampoco es que hiciera nada raro…
Mientras esperaba unos minutos a que fuese seguro que se había marchado, otra persona entró en la tienda, sin que Wyn lo notase.
El “Saco sin fondo” se preciaba de tener siempre disponible casi cualquier ingrediente de pociones. Andó entre las atiborradas estanterías buscando lo que necesitaba. Lo encontró casi al lado del mostrador. Huevas de libélula bicéfala.
Alargó la mano para coger un saquito al mismo tiempo que otra persona. Sus manos chocaron.
Narcisa y Wyn se miraron sorprendidas. Y las dos supieron por qué estaba ahí la otra.
Cada una compró su saco y salieron sin decir nada. Solo una última mirada en la que, sin palabras, se entendieron. Ninguna diría nada.
Que dos alumnas comprasen ingredientes para hacer una poción-test de embarazo sería uno de esos rumores que no tardarían en expandirse.
No me gusta el cap...jo...peroweno, tengo que avanzar de alguna manera por el tiempo T^T
28· San Valentín se acerca
-Aguamenti. Glacius.
Tesa congeló el chorro de agua en el aire y lo cogió con el trapo. Lo golpeó contra el suelo para machacarlo y que se adaptara mejor al trozo de tela y a los nudillos de Remus.
-No tenías que haberle pegado…
-No tenías que haberme parado.
-Pero…
-Nada de peros ¿Es que no has escuchado lo que decía?- Remus apretó la mano sana mientras Tesa bajaba la mirada y suspiraba.
Mientras le cogía la mano herida con cariño y se la envolvía en el trapo con hielo, los dos recordaban, sin hablar, lo que acababa de pasar.
Justo antes de la hora del almuerzo el licántropo regresó a la sala común. Dumbledore lo había llamado, también a Blair, para hablar del tema del periódico de Rita Skeeter. Sabiendo que no tenía pruebas la había obligado a publicar un artículo desmintiendo sus palabras. Saldría al día siguiente.
No obstante le habían llegado cartas de padres preocupados, por lo que les pedía que tuvieran mucho cuidado. Tras eso se aseguró de que ambos aprendieran y dominaran el encantamiento desilusionador para que lo usasen antes de ir hacia la Casa de los Gritos.
Tras bajar a comer junto a unos risueños Sirius y Evy y una ida Wyn fueron a ver a James. Lo encontraron besándose con Lily de forma muy tierna así que decidieron darles más tiempo de intimidad antes de volver a ir a verle.
Entonces vieron a Lucius y fueron a hablar con él, que, de nuevo, aceptó la petición de Tesa.
-¿Y bien? ¿De qué queréis hablarme?
Sin pelos en la lengua, Remus se lo soltó todo.
-Así que me acusas de trastocar la mente de tu novia para que se enamorase de mí y te odiara. ¿Que tú le pusieses los cuernos con Van Hell no influyó nada verdad?
Tesa apartó la mirada y Remus apretó los dientes. No podía rebatir eso sin desvelar que era un licántropo.
-¿Y dices que le borré la memoria? Pregúntale a mis elfos domésticos. Fue un accidente, no tomó las precauciones adecuadas en mi casa. Miró dónde no debía…simplemente la curiosidad mató al gato se suele decir. Yo tuve que marcharme y olvidé avisarla.
-Ya…tus elfos domésticos.
-Adelante, denúnciame si no me crees. Eso si, atente a las consecuencias de atacar a un Malfoy. Ni siquiera me molestaré en admitir o negar de lo que me acusas…
Sonrió divertido ante la evidente tensión de Lupin.
-Pero no te preocupes. Tu novia está muy bien pero es una sangre sucia, jamás pasará de una mera diversión. Y ya he probado todo lo posible con ella, no me sirve para más. Quédatela.
-Malfoy…- gruñó el merodeador apretando tanto los puños que Tesa le sujetó del brazo.
-Qué descortés por mi parte ¿Estáis aquí por que no la satisfaces? Puedo explicarte cómo le gusta.
Tesa se puso pálida cuando Lucius explicó detalladamente “uno” de sus apasionados encuentros sexuales. Concretamente el de hacía unas horas antes, aunque tuvo el detalle de no especificarlo.
-A todas las zorritas sangre sucia les encanta. Probablemente por que así quizá se queden embarazadas y sus hijos sean algo mejores que ellas…
La Gryffindor no pudo contener mucho tiempo a Remus, que se abalanzó sobre Lucius.
No tuvo más remedio que paralizarlo con un conjuro o, estaba segura, le haría algo más que golpearlo.
Mientras se lo llevaba flotando, miró al Slytherin. Él le devolvió la mirada, con una tierna sonrisa y un guiño. No le gustó dejarlo ahí con la nariz rota y el ojo hinchándose pero tenía que hacerlo.
-Déjalo estar Remus. Ya lo has oído, me ha usado y me ha tirado. Ya está. No quiero que te metas en líos por mi culpa. No te voy a dejar y punto.
-Pero…
-Nada de peros. ¿Por qué no vamos a ver a James? De paso la señora Pomfrey podrá echarle un ojo a tu mano. Debes de haberte roto algo porque no consigo curarla.
-De acuerdo, vamos. Espero que no interrumpamos a esos dos.
Tesa rió.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Cuando Lily regresó con el cofrecillo James estaba desayunando. Al verla se tragó el resto del beicon aún caliente y se limpió la boca de restos de yema de huevo. Dejó la bandeja en la mesita de al lado de la cama antes de hacer un hueco a su lado para ella.
Lily se sentó a su lado y abrió el cofre. Lo primero que sacó fue la varita de su madre. Era muy bonita y estaba bien cuidada.
-Dumbledore dice que es muérdago, muy pocas varitas se han hecho con esa madera. Demasiado temperamental. No sabe de qué es el núcleo, aunque no es un experto. Mira las tallas de la empuñadura, imitan la forma de crecer de una enredadera, el color marrón verdoso de la madera ayuda a crear la imagen.
Lily hablaba de la varita como si se tratase de un tesoro. Probablemente lo fuese para ella, solo tenía cuatro cosas de su madre. Además de una creciente confusión. Se debatía entre sentir miedo por ella y lo que le pudiera pasar en manos de Voldemort. Pero también estaba muy enfadada. Sentía como si toda su vida hubiese sido una farsa.
Lo siguiente que sacó fue la fotografía.
-Lucian tenía razón. Sí que te pareces a Astoria.
-¿Si?
-Ya lo creo. A ver, claro que hay diferencias. Pero para verlas a la primera hay que conocer mucho el rostro de una de las dos.
-¿Y tú las ves a la primera?
-Los labios, una pequeña cicatriz. Aparte del tono del pelo, por supuesto.
Lily se lo quedó mirando, sonreía embobada. Cuando él la miró se dio cuenta de lo que acababa de decir y de lo que eso implicaba. Se sonrojó levemente.
Ella lo besó con dulzura.
El tiempo se volvió algo innecesario para ellos, que solo dejaron de besarse tras escuchar una risita. Aunque al mirar a la puerta de la enfermería no vieron a nadie. Se sonrieron y siguieron con lo que hacían antes de besarse.
-Y este…es Voldemort. Bueno, antes de serlo. ¿Tom Riddle? Es…
-Si, es atractivo. Si lo miras objetivamente, sin pensar en lo que hará después o ya habrá hecho antes de que se tomara esa foto. No me extraña que mi madre y él…bueno. Hacen buena pareja.
-Tampoco es para tanto. Mira lo pálido que está.
-¿Esos son celos James?- rió Lily.
El merodeador optó por no contestar y a cambio meterse con ella.
-Y la bolita rosa eres tú. Si que tenías las mejillas grandes.- rió.
Le cogió un pellizco a Lily en el moflete.
-Au..- se quejó, pero a la vez sonreía. –Venga ya, se acabó la foto.
James fue quién sacó el tercer objeto, la llave.
-Parece de Gringotts. Pero es la tira de antigua. Seguro que los Shephire tenían una de las cámaras más seguras, eran muy ricos por lo que me has dicho.
-Quizá. Aunque a lo mejor no es del banco, sino de algún otro lugar hecho por duendes.
-Es posible ¿Pero dónde está ese lugar?
-Ni idea.- Lily guardó la llave y sacó el anillo.
Se trataba de una banda de oro cruzada por finas líneas de plata de grosor de un pelo espaciadas entre sí no más de tres milímetros. La plata reflejaba la luz de forma muy hermosa.
-Por lo visto tiene dos encantamientos. Uno hace una copia permanente del anillo y solo una, cuando alguien se lo pone. Del otro lo único que me pudo decir el director es que no es dañino. Pero no sé qué hace.
-¿Te lo has probado?
-No. No sé qué hace.
-¿No te da curiosidad?- James sonreía de esa manera tan suya. Mezclaba un niño pequeño y curioso con un hombre seductor y pícaro.
-Claro ¿Pero y si pasa algo malo?
-Venga Lily. ¿Cuándo se ha equivocado Dumbledore?
Eso era bastante cierto, tuvo que admitir la pelirroja.
-De acuerdo…pero te mataré si pasa algo. Con cuidado lo cogió y lentamente se lo puso en el dedo.
Y no pasó nada.
-Vaya chasco. No p…
Se cortó cuando vieron que el anillo desaparecía del dedo y volvía a la palma de la otra mano.
-¡Oh! ¿Y esto?- miró a James sorprendida. Verlo pensativo la intrigó aún más.
-Has dicho que solo se hace una copia ¿No?
-Ajá.
-Eso a mí me suena a una especie de ritual de compromiso o algo así…
Lo cierto es que tenía sentido lo que James decía. El hilo de sus pensamientos se cortó cuando notó cómo él cogía el anillo de su mano.
James tomó la mano izquierda de Lily y deslizó en su dedo anular el anillo a la par que decía:
-Lily Evans. ¿Quieres ser mi novia?
El detalle la cogió por sorpresa. Se sentía más unida que nunca a James y creía que el pensaba lo mismo pero esa declaración “formal” la emocionó.
Pasado el instante de sorpresa su sonrisa se amplió y alzó los ojos del anillo a los de James.
-¡Si!
Notó, cuando se relajó, lo nervioso que estaba él mientras aguardaba su respuesta. ¡Temía que lo rechazase! Eso la enterneció aún más y ya se acercaba a besarlo cuando él se apartó mirando su mano izquierda.
Ella también miró algo molesta. ¿Qué se atrevía a molestarlos en ese momento?
Otro anillo, idéntico al que estaba en su mano, había aparecido en el dedo de James.
-Vaya. Creo al aceptar has activado algo en el anillo. ¿Nos acabamos de casar?- rió levemente.
Ella coreó sus risas unos instantes. Pero no tardó en abalanzarse sobre él para besarlo muy efusivamente.
Tiempo después, él la separó.
La miraba a los ojos, muy serio.
-Hay otra cosa que quiero decirte.
-¿Si? Dime.- sonrió.
-Te quiero.
Tardó en hacerlo casi un minuto. En ese tiempo ella se dio cuenta de lo que iba a decirle. De lo aterrado que se sentía y del esfuerzo que realizaba en hacerlo.
En ese momento quedó claro para ella que jamás existiría otro hombre en su vida.
Solo James.
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Astoria estaba muy nerviosa. No sabía el qué, pero Voldemort planeaba algo respecto a Lily. Y no dudaba que ese algo la involucraba a ella y que no podría negarse.
Paseaba inquieta de un lado a otro de su habitación, tenía que admitir que una vez superada la fase de obligarla a aceptar el juramento su calidad de vida había mejorado muchísimo. Pasó de la celda y las cadenas a una habitación digna de los mejores hoteles.
Seguía viviendo en una prisión, pero de otra manera, ahora los barrotes eran su miedo. Y desde la noche anterior, cuando vio al Señor Tenebroso tan contento por el descubrimiento de que tenía una hija, se habían estrechado.
Apenas se acababa de sentar cuando la puerta de su habitación se abrió. Él entró.
-Tengo una misión para ti, Astoria.
No le respondió ¿Para qué? No podía negarse.
-Irás a Hogsmeade y te establecerás allí. Nadie debe reconocerte, Gertrudis tiene una buena provisión de poción multijugos, ve a verla antes de marcharte. Toma su propio pelo, nadie la reconocerá.
-¿Qué he de hacer allí? Tienes que conseguir que- sacó una cajita de entre su túnica –este collar acabe en el cuello de Lily. Tranquila, no le hará ningún daño.
-¿Para qué es?
-Eso, mi querida Astoria, no te incumbe.- por el tono de voz quedó claro que sería peligroso insistir.
-Lo haré, mi señor.
-Bien. No nos veremos hasta tu vuelta, ahora marcho de…visita.
Astoria apartó la mirada, sabía que eso significaba que morirían más niños. Daba igual que fuesen vanir, aesir o de cualquier raza. Eran niños…Pero si quería proteger a SU niña, no podía ni siquiera intentar evitarlo.
En cuanto el Señor Tenebroso se marchó, Astoria lloró y gritó de frustración e impotencia.
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La señora Pomfrey los había echado a todos de la enfermería para que James descansara pero eso no hizo bajar a Lily de la nube en la que estaba subida desde las palabras de James ¡Eran novios! Miró de nuevo su “alianza”. Quizá más que novios, pensó.
Remus, Tesa, Sirius y Evy lo sabían ya, pues habían ido a verles –interrumpiéndoles en plena efusividad- y estaban todos muy contentos. Sonreían y decían cosas como “al fin” o “ya era hora”.
Iban hacia su sala común cuando Reg apareció.
-Hola - saludó a todos, pero de inmediato miró a Lily. -¿Podemos hablar?
Ninguno de los demás era tonto o ciego. Todos sabían de la rivalidad entre James y Reg y de la indecisión de Lily, por ello no les gustó que ella aceptase hablar a solas con él. El americano no era un mal tío pero…era Slytherin a fin de cuentas.
Siguieron hacia la sala común mientras ellos dos entraban en una habitación. Al menos Lily parecía seria y decidida.
-Dime Reg
-¿Sientes algo por mí?- fue muy directo, pero era lo mejor.
-Reg…claro. Eres un buen amigo- él bufó –y me has apoyado cuando lo he necesitado. Claro que siento algo por ti.
-¿Y ese algo es parecido a lo que sientes por James o por Sirius, por ejemplo?
-No tiene nada que ver. Cada uno sois distintos. No se puede comparar la relación ent…
-Lily, para. No te vayas por las ramas. No te lo pregunto como amigo. Te pregunto si sientes algo por mí.
La miró muy intensamente a los ojos, desde demasiado cerca. Lily estaba contra la pared, él frente a ella, con un brazo apoyado en la pared, cortando el camino hacia la puerta.
Lily tardó en responder, se sentía triste por tener que rechazar así a Reginald. Sin duda le haría daño y no quería eso.
-No. No siento nada por ti como tú quieres que lo sienta.- apartó la mirada, incómoda por la cercanía.
-No te creo.- sin dejar pasar más tiempo, la besó. Lo puso todo en ese beso.
Y ella le correspondió, influenciada por la poción de Bella que ninguno de los dos sabía que contenía la colonia del chico.
Lily estaba cada vez más excitada, su boca se movía sola contra la de él. Y sus manos acariciaban los músculos que sabía Reg escondía bajo la camisa. Pero de pronto empezó a notar cada vez más molestia en la mano izquierda.
Al mismo tiempo se le despejaba la mente. Miró su anillo, estaba muy caliente contra su piel. James.
Apartó de un empujón a Reginald.
-¿Pero qué haces? ¿De qué vas?
-Bien que me has respondido…es lo que necesitaba saber. Sientes algo por mí. Seguiré luchando Lily.
-¡Lárgate!- la pelirroja estaba confusa ¿Sentía cosas por él? Quizá pero…no de esa manera ¿Entonces por qué había sentido esas ansias de sexo con él? No lo comprendía. Y el anillo ¿Por qué se había calentado?
Uno de los efectos del encantamiento que no habían podido identificar lo que hacía era proteger el amor de quienes lo llevaran puesto. Evitarían todo intento de manipulación mental o de engaños. Si alguno de los dos decidía ser infiel al otro voluntariamente, los anillos simplemente saltarían de los dedos. El “matrimonio” quedaría anulado. Pero si no era voluntario se calentaría hasta llamar la atención del portador que al mirarlo quedaría liberado de cualquier efecto nocivo.
También el anillo gemelo avisaría a la pareja de la misma manera, calentándose.
Lily pasó un rato dándole vueltas a qué podía significar lo del anillo. Cuando al fin decidió dejarlo por imposible y marcharse hacia Gryffindor, se volvió a calentar. Aunque la sensación era levemente distinta. Como si se tratase de un eco.
Tuvo un presentimiento y corrió hacia la enfermería.
A llegar, se coló sin avisar a la enfermera y llegó hasta la cama de James. Lo vio con un brazo sobre los ojos “mirando” al techo.
Pero lo que llamaba más la atención eran los restos de carmín en sus labios y la evidente erección que ocultaban las sábanas.
-¿Qué ha pasado James?- se sentía a la vez enfadada y contenta, por ello su tono de voz era extraño.
Él la miró sorprendido de verla ahí. Se veía la culpabilidad en sus ojos. Sin embargo, no le mintió.
-Marlene. Vino a verme cuando os fuisteis. Estuvimos hablando. Pero…me besó. Y yo…yo no sé qué habría pasado. Pero el anillo hizo algo. Y al mirarlo fue como si me cayese un jarro de agua fría. Me separé de ella y le pedí que se fuera. Lily, yo no sé…
Ella sonreía, le cortó la disculpa con un gesto.
-Reg acaba de besarme a mí. Y pasó exactamente lo mismo. El anillo se calentó…y ahí acabó la cosa.
-Si, eso es, se calentó. La verdad es que también pasó, pero menos, un poco antes de que Marlene llegara.- James decidió no preguntar por qué estaba con Reg. -Quizá nos protege de “ser infieles” quitándonos la excitación del momento o algo así.- aventuró James.
-Acabamos de hacernos novios y sin embargo besamos a otros estando casi a punto de llegar a algo más. Creo que el anillo nos protege de que hagamos algo que dañe a nuestra pareja. No lo sé…pero es muy extraño que nos haya pasado esto a la vez y que ninguno de los dos quisiésemos y sin embargo estuviésemos a punto.
-¿Crees que han usado algo? ¿Igual que Malfoy con Tesa?
-Es posible…
-No veo a Marlene haciendo eso. Knox es un Slytherin a fin de cuentas pero Marlene no es mala persona.
Lily se calló lo que iba a decir. Ella no pensaba que Reg fuese mala persona.
Ambos rieron por lo absurda y seria que era, a la vez, la situación. Deberían estar preocupados pero no era así. Se tenían el uno al otro.
Lily pasó el resto del día en la cama con él. Hablando, conjeturando y, sobre todo, besándose.
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El mes siguiente pasó considerablemente rápido para los de séptimo. Los exámenes aún eran fechas lejanas pero eso no parecía importarle a los profesores, que prácticamente los ahogaban en deberes. El resto de años en cambio, parecían más relajados, los de quinto sin duda por que aún no sabían los meses que se les venían por delante.
Una fecha ansiada por muchos y, sobre todo, muchas se acercaba: San Valentín.
Las parejas ya establecidas tendrían un día para ser empalagosos casi obligatoriamente, mientras que los solteros y solteras se verían acosados por cartas y flores que los perseguirían hasta ser aceptadas. Sería el domingo y los alumnos de tercero en adelante podrían ir a Hogsmeade a pasar el día.
Durante el último mes habían ocurrido muchas cosas:
James y Lily eran la pareja del momento, porque nadie se creía que al fin dejaran de pelear. Pero parecían más compenetrados que nunca. Casi como si se leyeran el pensamiento.
De hecho, era más o menos así. El anillo los ayudaba, cuanto más tiempo pasaban con él puesto –y dado que no se lo podían quitar ni aunque quisiesen hacerlo, era mucho tiempo- más entendían al otro. No se trataba de una verdadera lectura de mentes como la legeremancia, sino casi de sentir lo que sentía el otro y actuar en consecuencia.
Durante ese mes James comenzó a acudir a las clases de Dumbledore. No se lo dijeron a nadie más, aunque él odiaba mentir a Sirius. Sencillamente contarlo suscitaría más preguntas…y Lily no estaba preparada.
Ni Marlene ni Reg cejaron en su empeño de seducción, pero no hubo ningún beso más y a la pareja le resultaba más divertido que molesto. Al menos a James ver fracasar a Reginald. En cambio ver a Marlene era otra historia. Estaba bastante deprimida y…rara, era la palabra que mejor la definía. Pero no hablaba con nadie sobre eso, cuando se le preguntaba simplemente sonreía y cambiaba de tema.
Para Sirius y Evy todo era color de rosa. No tenían ningún problema, todo eran cariños y sonrisas. Formaban una pareja muy pasional -en el momento que tuvieran una pelea la gente tenía claro que huiría lejos- tanto que apenas se acariciaban solían tardar poco en escaquearse a algún armario de escobas o baño.
Al menos había sido así hasta que Sirius vio a Evy leer una carta y guardarla muy contenta. En la carta ponía: “Deseando abrazarte, gatita.” La firmaba un tal David. Ya que él la llamaba gatita de forma algo más que cariñosa, leer eso lo llevó de inmediato a pensar en que ella tenía un amante.
Por supuesto, no le comentó a nadie ni media palabra.
Remus también estaba muy feliz con tesa, sin nada que se interpusiera entre ellos. Ni siquiera la luna llena enturbió, demasiado, su humor.
Tesa no estaba tan contenta, pero lo disimulaba tan bien que nadie lo notaba. En realidad era un manojo de nervios debido a la culpabilidad. Se odiaba a sí misma y no lo entendía por más que lo repasara una y otra vez en su cabeza.
Lucius había sido un hijo de puta, no había más vuelta de hoja aunque Voldemort tuviera amenazados a sus padre y estuviera desesperado. Aún así, comprendía lo solo que se sentía y no quería dejarlo solo con el miedo.
Tres veces más había quedado a solas con él para hablar y darle apoyo. ¡Solo para eso! Siempre iba con la firme intención de dejarse las bragas puestas. Pero tres veces había pasado lo mismo. Y la atormentaba saber que no la violaba. Que era ella la que lo desnudaba a él y que incluso intentó pararla en la última ocasión. No obstante lo deseaba con una intensidad increíble y el sexo era fantástico.
Se sintió lo peor del mundo cuando fingió un orgasmo con Remus por primera vez. Fue la única vez que fingió. Desde entonces siempre buscaba excusas para evitar el sexo. Por miedo a volver a hacerlo. Y porque fuera aún peor y pensara en Lucius.
Se excusaba, igual que hacía Wyn, en tener que estudiar.
Sin embargo la del pelo naranja lo hacía para estar a solas. Aducía que estudiaba mejor sola y que necesitaba sacar buenas notas. La realidad era que no quería ver a Sirius y Evy juntos. Sobre todo, no quería ver a Sirius.
Las chicas de sexto eran las que estaban más relajadas. Blair y Sabrina no tenían ningún examen tan importante como las de quinto o séptimo por lo que disfrutaban más del cada vez mejor tiempo o simplemente de no hacer nada de nada.
Al menos era así hasta que Blair recibió una carta de sus padres diciendo que se mudaban. Ya habían atacado a tres familias de vanir así que las restantes se estaban reuniendo. Para cazar a los atacantes y a la vez estar mejor protegidos.
¡Ella quería estar con ellos no en el estúpido colegio! Que su familia estuviera en peligro y ella no pudiera ayudar la hacía estar de un humor de perros casi constante, prácticamente nadie aparte de Sabrina la aguantaba.
El que peor lo pasaba era Snape. ¿Estaba enamorado de Narcisa? Creía que sí pero su mente racional le decía que era una locura. Ella no parecía dispuesta a ir contra su familia y abandonar el plan de casarse con Lucius Malfoy. De hecho prácticamente noche sí noche también tenía que insonorizar sus cortinas para no escucharla gemir en la cama del prefecto. ¿Qué sentido tenía querer a alguien que no siente lo mismo por ti? Por eso se obligó a dejar de pensar en Lily Evans. No sabía qué hacer…era más fácil dedicarse por entero a estudiar pociones y maleficios.
Narcisa por su parte, tenía que reconocer que quizá otra cosa no…pero Lucius sí que era un buen amante. Sobre todo si dejaba a un lado su vena dominante. Muchísimo mejor que el pobre Snape. En parte se sentía fatal por “dejarse hacer”. Pero solo antes y después. Durante…el placer mandaba.
Y él no hacía nada…eso la llevaba a pensar en que le daba igual…que no la quería realmente. Dolía. Deseaba poder hablar con Andrómeda, su otra hermana, porque a Bella no le podía pedir consejo sobre eso.
Y menos con lo enfadada que estaba esos días. ¿Qué habría ocurrido?
Era sencillamente que por algún motivo su plan de separar a Potter y Evans había fracasado estrepitosamente y no comprendía por qué, sabía a ciencia cierta lo potente del efecto de su poción.
Tendría que pasar a planes más escabrosos.
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La mañana de san Valentín Wyn fue una de las personas que más madrugó del castillo. Se apresuró a bajar hacia Hogsmeade. Justo cuando estaba a punto de entrar en cierta tienda, vio a la señora Rosmerta de Las Tres Escobas. Se escondió, aunque era una tontería ¿A quién le iba a decir que la había visto? Además, tampoco es que hiciera nada raro…
Mientras esperaba unos minutos a que fuese seguro que se había marchado, otra persona entró en la tienda, sin que Wyn lo notase.
El “Saco sin fondo” se preciaba de tener siempre disponible casi cualquier ingrediente de pociones. Anduvo entre las atiborradas estanterías buscando lo que necesitaba. Lo encontró casi al lado del mostrador. Huevas de libélula bicéfala.
Alargó la mano para coger un saquito al mismo tiempo que otra persona. Sus manos chocaron.
Narcisa y Wyn se miraron sorprendidas. Y las dos supieron por qué estaba ahí la otra.
Cada una compró su saco y salieron sin decir nada. Solo una última mirada en la que, sin palabras, se entendieron. Ninguna diría nada.
Que dos alumnas comprasen ingredientes para hacer una poción-test de embarazo sería uno de esos rumores que no tardarían en expandirse.
Pues a mí me ha gustado. A veces es bueno hacer una pausa y que pasen cosas relajadas. Si siempre quieres que pase algo interesante, lo interesante se puede volver aburrido. Pocas dosis de todo y poco a poco, no todo a la vez.
bueno...tendrás razón : /
29· San Valentín
-Debes seducir a Potter, Marlene.
-Pero está con Lily ¡Se quieren! No tengo nada que hacer. Además yo no soy así.
-Eso no te importó cuando lo besaste en la enfermería.
-Lo sé pero…en ese momento no sabía que estaban saliendo tan enserio.
-Vale, eso es verdad. Pero de eso hace casi un mes…y lo has intentado más veces.
-Lo sé…no lo entiendo. Yo le quiero pero…pero antes que nada soy su amiga. ¡No puedo hacerle daño ni traicionarle! James me ayudó cuando lo necesitaba. Y seguro que lo haría otra vez si se lo pidiese.
-Pero debes seducir a Potter.
-¡Deja de decirme eso!
-Es la verdad, Marlene, querida. Es tu deber.
-No…- sollozó. –No hay posibilidad. Quiere a Lily. Está loco por ella….y me duele mucho ser rechazada por él.
-El deber no siempre es agradable. Eres una mujer fuerte y hábil. Seguro que unos pequeños contratiempos no pueden contigo.
-Es doloroso…¡Y no se puede! ¿No lo entiendes? Ni esa poción de amor o lo que fuera que usé funcionó. Quiere a Lily.
-Pues la solución es que deje de quererla.
-¡Lo has visto mirarla! Nunca dejará de quererla.
-Sí, si Lily deja de quererlo a él.
-Tampoco funcionará. Ella siente lo mismo por él. Déjame en paz…por favor…
-Marlene, querida. Las personas muertas no quieren a nadie.
El silencio reinó unos instantes en el baño.
-No…no puedo…yo no…- susurró Marlene con un nudo en la garganta.
-Ya sabes lo que debes hacer.
-¡¡Te odio!! –Arrojó contra su interlocutora lo que encontró más a mano, un bote de jabón.
La angustia de Marlene la hizo hundir la cabeza, los sollozos ahogados hacían que su cuerpo temblase.
Sus compañeras de cuarto se apresuraron a entrar al baño tras escuchar el ruido del espejo al romperse.
-¿Estás bien Marlene?
La rubia Ravenclaw se encontraba hecha un ovillo en el suelo del baño, con algunos cortes producto de las esquirlas del espejo roto.
-¿Qué ha pasado?
-Me he resbalado…no es nada. Estoy bien.- Marlene sonrió mientras arreglaba el espejo y se curaba los cortes. –Bajad a desayunar, tranquilas. Yo limpiaré este desastre…es culpa mía. Estoy bien.
Por supuesto, no convenció a sus amigas. No tenía aspecto de estar bien precisamente y acababan de escucharla hablar sola y romper un espejo. Le pasaba algo.
Las dos intentaron hablar con ella.
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-Quiero decírselo a todos. Esta noche.- Lily se sirvió un cuenco de cereales mientras hablaba a James.
-¿Justo esta noche? Quizá tengan planes concretos para hoy…ya sabes, San Valentín.
-Bueno, tienes razón. Igualmente voy a proponer ir a cenar todos un poco antes de la hora habitual. Así tendrán tiempo luego cada cual de lo que quiera. ¿No?
James supo que a Lily se le había metido en la cabeza, decidió no discutir aunque había varios motivos para no hacerlo justo esa noche. Seguro que Sirius y Evy tenían planes. Y Remus y Tesa. ¡Y él también tenía planes! Tendría que pasarle a alguien la reserva en el snitch plateado- el restaurante más caro de Hogsmeade -.
Además, ninguno de sus amigos se iría a hacer nada por ahí después de que Lily les soltase las dos bombas que les iba a soltar. Si ella no se daba cuenta debía ser porque le preocupaba mucho más la posible reacción de cada uno.
Le pasó un brazo por los hombros.
-Sabes que todo saldrá bien. Ninguno te va a rechazar por nada de eso, los conocemos bien a todos. No te preocupes.
Ella suspiró admitiendo sus nervios. Se dejó abrazar y le dio un besito en la mejilla.
-Gracias.
James sonrió. ¿Había sido tan feliz alguna vez?
Sus compañeros y amigos fueron llegando en parejas o uno a uno durante los siguientes veinte minutos. A excepción de Marlene, a quién no veían por ninguna parte. Lily decidió que ya la encontraría a lo largo del día.
Y si no…tampoco pasaba nada. Lo cierto es que algo molesta con ella si que estaba. Eso de no dejar de acosar a SU hombre iba perdiendo la gracia.
-Chicos, quisiera que esta noche cenásemos todos juntos. Se me ha ocurrido hacer un picnic o algo parecido cerca del lago. Sé que seguro que tenéis planes…por eso quisiera que quedásemos a eso de las ocho, así terminaremos temprano. Es que…necesito deciros unas cosas. Son importantes.
Todos aceptaron, por supuesto. Aunque tuviesen otros planes más íntimos con su pareja.
-Nosotros nos encargamos de la comida, hablaremos con los elfos. Estarán encantados.
Poco después cada cual se fue por su lado para ir a comprar los regalos de San Valentín sin que su pareja lo viera.
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Blair estaba molesta con Lily. ¡Ahora no podía irse! Quería escuchar lo que su amiga iba a decirles. Sus planes de aprovechar el viaje a Hogsmeade para usar una chimenea e ir a su casa tendrían que ser aplazados.
Lo cual era un alivio para Sabrina. Comprendía los deseos de Blair pero no los compartía. Ella no quería que se pusiese en peligro por nada del mundo. Y eso era justo lo que la vanir pretendía.
Las dos bajaban hacia el pueblo juntas, habían decidido que en ligar de hacerse regalos complicados cada una le regalara a la otra una sesión completa de embellecedora en el salón “Sorcière parfait”
Trataba de tranquilizarla, como tantas veces.
-Blair, seguro que están bien. Dijeron que se iban a juntar con otras familias. Es decir que serán un montón. Ni Voldemort es tan poderoso como para enfrentarse a muchos magos a la vez.
-Ya lo sé…se que perdería si lo intentase. Pero seguro que se llevaría gente por delante antes de huir…
-En cualquier caso, sentirías el dolor en el tatuaje
-Eso es verdad…
-¿Ves? No te preocupes hasta entonces. Si lo sientes, yo iré contigo. Te lo prometo.
-…Siempre me convences…- suspiró Blair.
-Jeje…ya sabes, de las dos yo soy la mujer. Y la mujer siempre tiene razón.
-¿Me estás llamando “Hombre”?
-Un poco…eres algo bruta…- rió Sabrina echando a correr para que no la atrapase.
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Sirius y Evy, que ya tenían el regalo que le iban a hacer al otro desde la última visita a Hogsmeade decidieron irse a los terrenos del castillo a tomar el sol y el aire. Al menos él tendría que empezar a estudiar en serio dentro de poco, querían aprovechar.
Al menos esa era la idea de Evy, pero su novio no parecía estar muy por la labor, así lo demostraba su mal humor.
-Venga ya Sirius…¿Qué te pasa? Estás raro.
-¿A mí me pasa algo? Na, no es cierto. Igual estás imaginando cosas….gatita.
Algo hizo “click” en Evy.
-¿Gatita?- nunca la llamaba así con tanta ropa puesta. –Tú has leído la carta.
-No sé de que me hablas.- negó el merodeador, pese a saberse descubierto.
Ella se echó a reír.
-Así que estás celoso de David.- dijo cuando pudo parar de reír- si me lo dicen no me lo creo. Pues te vas a poner echo una fiera cuando sepas que él me vio desnuda antes que tú. Y muchas más veces. Me tocaba con mucho cariño.
-Pues sí. He leído la carta.- que se riera de él y encima le dijera eso último no estaba ayudando en nada a mejorar el humor de Sirius. -¿Y sabes qué? Vete a pasar San Valentín con él si tan bien te toca.
Se dio la vuelta para marcharse pero sintió cómo ella le saltaba a la espalda y le rodeaba los hombros con sus brazos.
-Evy…suéltame.
-No seas tonto Sirius. Yo te quiero a ti. Y aunque me encanta verte así de celoso no voy a dejar que nos peleemos por que mi hermano mayor me viese desnuda de pequeña.
-¿Hermano mayor?
-Ajá…me cambiaba los pañales con mucho cariño- rió de nuevo.
-Que asco…- Sirius la hizo girar hasta colocarla delante de él, pasado ya el enfado por los celos. –Aunque me alegro de que te cuidara bien.
Se dejaron caer hasta tumbarse en la hierba, entre besos y caricias.
-¿Qué crees que querrá decirnos Lily?
-Si es tan importante…igual es que han decidido casarse. Lo mismo está embarazada.-
-¿Tú crees? Tener hijos tan joven no creo que entre en los planes de Lily. Y en los de James seguro que no. –afirmó Sirius.
-Ya pero quizá no lo han planeado.
-Bueno, esta noche nos enteraremos. Y espero que después tengamos tiempo de ir a cierto lugar…- mordió el cuello de Evy cariñosamente.
Los dos comenzaron a besarse con creciente intensidad, olvidados ya de Lily y sus problemas. Y de todo lo que no fuera la persona a la que besaban.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Lo había visto junto a Lily, los dos cogidos de la mano, en la anterior visita de los alumnos a Hogsmeade. Por eso lo reconoció cuando se acercó a la zona donde tenía su puestecito de bagatelas.
No podía fallar, tenía que conseguir que el moreno de pelo revuelto se llevara el colgante para regalárselo a Lily.
-Hola, joven.
James se giró a mirar a ver quién le llamaba.
-Disculpe ¿Es a mi?
-Si. No llevo mucho en Hogsmeade, pero si lo bastante para recordar a un chico guapo cómo tú. Y recuerdo que ibas de la mano de una muchacha pelirroja. ¿Tu novia?
-Erm…si…¿Por qué?
-¡Necesito vender chico! Y tú pareces andar buscando algo para ella…¿Dejando las cosas para el último momento? Acércate, vamos. No pierdes nada con mirar. En lugar de regalar bombones o flores…todos regalos manidos y poco originales, quizá encuentres algo entre mis “joyas” hechas a mano. Vamos, vamos. Mira.
Lo cierto es que James pensaba igual que la fea mujer. Los bombones y las flores era lo que regalaba todo el mundo. Se acercó a mirar.
Astoria casi suspiró de alivio.
El género que tenía no era malo, tuvo que admitir James, pero no le acababa de convencer. Aunque había muchísimas cosas, tal vez si mirara más a fondo encontrara algo.
Astoria se dispuso a “ayudarlo”, o más bien a llevarlo a elegir lo que ella quería que eligiera. Y de paso se dio cuenta de que podría conocer un poco a su hija.
-Háblame de ella. Dime qué le gusta y qué no.
Durante unos minutos archivó en su memoria todos los pequeños detalles que James le contaba. ¡Quería saber más! Se pasaría horas escuchándole hablar sobre su hija. Pero tampoco podía arriesgarse.
-Veo que la quieres mucho.- era obvio para Astoria que era así –Y que por eso no sabes que regalarle. Antes hemos despreciado las flores. Pero se me ocurre algo que quizá…no lo tengo a la vista por que es un poco más caro. Pero me parece que es perfectamente apropiado.
Rebuscó unos instantes entre las cajas bajo el mostrador y sacó una pequeña bolsita. Era el colgante que Voldemort le había ordenado entregar a Lily. Aunque lo había modificado. Ahora su aspecto era lo que necesitaba para poder venderlo, según creía.
Abrió la bolsita sobre la mano de James.
-Ya que me has dicho que se llama Lily. Creo que este colgante de plata en forma de lirio es perfecto.
La forma de mirar el colgante que tenía James le sugería que él pensaba igual.
-Me lo llevo.
-Estoy segura de que le encantará. Son cinco sickles.
-Tenga. ¡Y gracias por haberme llamado!
-Suerte, chico.- se despidió.
Estaba contenta por su hija, ese chico la quería. No quería pensar en lo que significaba el colgante para cierto mago tenebroso. No lo sabía, pero se había imaginado cosas horribles. Era mejor no pensar en ello.
Comenzó a recoger su puesto tratando de no pensar en nada relacionado con Voldemort. No era sencillo. Se esforzó en recordar un verano especialmente agradable con Lucian en la Toscana. Por eso una vos la sorprendió.
-Disculpe señora. ¿Está recogiendo ya?
Al mirar, vio a Lily ante ella.
Tenía que se ella, era casi mirarse en un espejo. Se le cayó la caja que sostenía en las manos.
Se habría estrellado contra el suelo de no haberla atrapado su hija haciendo gala de unos reflejos increíbles. Para un humano.
-Oh, perdona. Se me resbaló. Gracias por cogerla. Y si, estoy cerrando ya.
Se obligó a dejar de mirarla con los ojos como platos.
-Solo quiero hacerle una pregunta. Verá es que me han dicho que un chico…James…moreno, pelo revuelto…
-Si, ha estado aquí.
-¿Qué ha comprado? Quiero decir….¿Era caro? Es que no sé que regalarle. Es nuestro primer San Valentín. No quiero pasarme o quedarme corta…
Se la veía nerviosa, eso hizo que Astoria sonriera con ternura. Aunque reaccionó a tiempo.
-Pero yo no puedo decirte eso…le arruinaría la sorpresa.
Lily juntó las manos ante si.
-Por favor…es que no sé que hacer.
“Tengo que irme de aquí ya, si me lo pide así no puedo negarle nada.” Pensó Astoria. “Seguro que la habría malcriado…”
La sonrisa que apareció en sus labios tardó apenas unos segundos en marchitarse, al recordar por qué no la había criado.
-Yo…está bien. No era caro, es más un detalle…menos de un galeón pero más de dos sickles. Puedes mirar algo de un precio parecido aquí si quieres.
Su hija, que no sabía que lo era, aceptó. Miró cosas y charlaron de forma agradable. ¡Qué bonita era la voz de Lily!
Pero no habían pasado ni cinco minutos cuando Astoria se percató de cierto problema.
-Si me disculpas, debo marcharme.
Y eso hizo, a la bulla, apenas terminó de recoger las cosas del puesto se desapareció antes de que su hija la reconociera.
Se le había acabado la poción multijugos. Y el efecto estaba pasando. Pese a todo, la miró a los ojos un instante antes de marcharse.
Lily estaba sorprendida. ¿A qué tanta prisa? Se encogió de hombros dando la espalda al lugar dónde estaba el puesto dispuesta a irse a otro. Pero se detuvo y se giró.
¿Acaso no tenía los ojos marrones? Le había parecido que eran muy verdes en el último instante.
-Cosas de la luz…- murmuró.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
James se encargó de ir a las cocinas y hablar con los elfos. Tuvo que negociar a la baja la cantidad de comida que habría en el pic-nic nocturno, sobraría muchísima si dejaba que llevasen todo lo que querían llevar.
Guió a uno hasta el lugar apropiado, dónde entre los dos conjuraron mesas y manteles. La comida estaría lista “para la hora que el amo ordena”.
Sabrina y Blair, las dos con el pelo, las uñas y el cutis perfecto, fueron las primeras en llegar. Era algo digno de mención, pues aunque a la pelirroja le encantaba la peluquería y siempre andaba arreglando el pelo a Sabrina o probando cosas nuevas con sus compañeras de cuarto, Evy o Wyn nunca parecía darle importancia a su propio pelo.
Tesa, Remus y Lily llegaron después, riendo animadamente.
Cuando llegó Reginald hubo un momento de tensión. Lily lo había invitado pero James no lo sabía y lo sorprendió verlo ahí. Sin embargo le tendió la mano. Reginald sonrió y la aceptó. Apretó más de lo que James podía igualar, sin embargo él no cedió.
Si no hubieran llegado Sirius y Evy en ese momento quizá le habría roto algún hueso.
Al momento Lily fue a regañarle por alardeara así de su fuerza de aesir mientras James se acercaba y le quitaba unas ramitas de hierba del pelo a Evy entre risitas de todos. Sobre todo de Sirius.
Wyn fue la última en llegar. Traía pinta de necesitar dormir unas 36 horas seguidas, la creyeron solo a medias cuando echó la culpa a los deberes.
La cena no tardó mucho más.
Fue divertida, al terminarla todos intercambiaron regalos con sus parejas, a excepción de Wyn y Reginald que estaban solteros. Todos corearon un gran “Oooooh” cuando James le dio a Lily, según sus palabras: “La preciosa flor que representa tu nombre y ahora es una muestra más de cuanto te quiero.”
Y les dejaron algo de intimidad cuando ella se recuperó y lo besó como si no hubiese mañana.
Finalmente llegó el momento de desvelar el motivo de la reunión.
James se había encargado ya de rodearlos con los encantamientos apropiados para no ser vistos ni escuchados por lo que comenzó sin más.
Incluso Tesa, que estaba bastante inquieta –por el efecto adictivo de la poción de Bella- se sumergió totalmente en la historia. Olvidó que tenía cierta cita con un prefecto.
Cómo predijo James, ninguno se quiso marchar después de escuchar eso. Y a ninguno le importó en absoluto que no fuese humana o de quién era hija. En el sentido de que seguía siendo Lily. Todo lo demás, por importante que fuese, era secundario.
Por supuesto la acribillaron a preguntas, también a Reg.
Todos menos Sabrina se sorprendieron cuando Blair les informó de que ella y su familia eran vanir.
Algo que Lily pensaba que jamás vería pues Dumbledore no parecía por la labor, de pronto estaba mucho más al alcance de su mano. ¡Podría ver una puerta a Asgard!
E incluso atravesarla. La revelación de que sería ese año cuando se abriese otra vez la dejó perpleja. ¿Para qué otra cosa si no los entrenaba el director? Para vencer el encantamiento de los antiguos aesir.
No se lo pensó, al momento empezó a hacer planes con Blair para ir a su casa ese verano. Después de todo tendrían la casa para ellos solos si la familia de Blair no estaba. Y serían muchos más para proteger la puerta, si es que eso era lo que buscaba Voldemort con sus ataques a los vanir –dato del que también se enteraron gracias a Blair, no sabían que las familias masacradas que aparecían en el profeta lo eran-.
Sería un verano muy interesante.
Todos estuvieron de acuerdo en ir. Sería genial estar un mes ellos juntos, sin padres ni colegio ni nada de nada. Solo pasárselo en grande y ver la cueva que tan maravillosa describían Blair y Sabrina.
La única que fingió el ánimo, fue Wyn.
Ella tendría que inventarse alguna excusa. Por que para Junio, sin lugar a dudas, se le notaría el embarazo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Lucius estaba impaciente y su mal humor crecía. Hacía más de veinte minutos que se suponía que Tesa debería haber llegado. Aunque fuese San Valentín, era esa tarde cuando “tocaba” verse. Nada de azar por supuesto, desde el primer momento había hecho los cálculos para que ocurriera así.
Pero Tesa no llegaba. Y no era probable que fuese a ir ya. Se marchó del aula en la que habían quedado.
Cuando llegó a su habitación para darse una ducha, escuchó que había gente dentro. Una voz de mujer. Sonrió dándose la vuelta para no cortarles el rollo a ninguno de sus compañeros. Sin embargo, reconoció la voz. Era Narcisa.
Intrigado, acercó la oreja a la puerta.
-Si, tengo que hablar contigo ahora Snape.
-Pero este no es un buen lugar…
-No te preocupes. Está con la putita de Stone. Tardará en volver. Snape, estoy embarazada.
-¿Qué? ¿Vamos…vamos a tener un hijo?
-Si, ¿Ese era el plan no? La poción falsa que le diste a Lucius. ¿Todo era mentira? Estoy embarazada y es tuyo.
Cuando Lucius Malfoy entró en la habitación los pilló besándose. Llevaba la varita en la mano.
-Así que…me habéis engañado. No esperaba esto de ti Snape. ¡Cruccio!- No les dio tiempo de coger sus varitas.
Tras unos instantes dejó de maldecir a Snape.
-Narcisa. Vas a abortar. Y él te hará la poción para ello.
-No lo haré.- Tanto Severus como Narcisa lo dijeron a la vez, con rabia contenida, mirando a Lucius. Pero al escucharse, se miraron sorprendidos.
-Como queráis. Ni siquiera os voy a obligar pero si no lo haces da por terminado nuestro compromiso.
-Pues ha terminado.- lo dejó claro poniendo una mano en su vientre como si protegiera al bebé.
-Muy bien. No quisiera ser tú cuando se enteren Bella, Druella o Walburga.- el prefecto se encogió de hombros mientras pasaba hacia la habitación.
La mención de su hermana, su madre y su tía aterraron cada vez más a la pobre chica, que se replanteó seriamente el abortar voluntariamente tras imaginar a su tía Walburga arrancándole al niño de las entrañas. Cosa que no era tan improbable cómo podría parecer a quién no la conociera.
Pero su decisión volvió a ser firme cuando notó la mano de Severus agarrar la suya y las miradas de ambos se encontraron. Las dudas de ambos seguían presentes en sus ojos, como los últimos días. Pero también supieron que se tenían el uno al otro.
Se marcharon de la habitación.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Era ya muy de madrugada cuando el colgante en el cuello de Lily vibro una sola vez, con suavidad.
El efecto era muy parecido a lo que hacían Bellatrix y su señor, solo que en este caso no era voluntario. Y si recordaba algo, sería cómo si recordara un sueño.
Voldemort recibió a Lily sentado en su sillón orejero. Con una serpiente enroscada en su regazo.
-Hola, hija mía.
Lily no supo como reaccionar. Un instante estaba en su cama pensando en el viaje que haría ese verano y al siguiente se encontraba ante un ¿Hombre? que la llamaba hija.
-¿Eres…Voldemort?- decidió que era un sueño.
-Así es, aunque pocos se atreven a mencionar mi nombre.
-Pero tu verdadero nombre es Tom Riddle.
Se estremeció involuntariamente ante la mirada que la taladró.
-Ciertamente, ese fue mi nombre. Pero superé al mero mortal, para ser lo que soy. Voldemort. Pero no estamos aquí para hablar de mí. Sino de ti.
-Bueno, es mi sueño…hablaremos de lo que yo quiera digo yo.
-¿Qué sabes de tu herencia? De los aesir.
-Que absurdo preguntarme eso a mi misma. ¿Y por qué imagino a Voldemort?- Lily hablaba para sí misma. –Quizá tanto hablar hoy de aesir y vanir me ha hecho pensar en mi madre y, claro, en él…
Suprimiendo su rabia, Voldemort se limitó a esperar y escuchar. SI la forzaba era posible que no pudiese volver a entrar en contacto con ella. Que se diese cuenta de que algo raro pasaba.
-Además ¿Por qué te imagino tan feo? Nunca te he visto…lo único que sé de Tom Riddle es que era muy guapo. Claro que no era malvado, se suponía, y ahora si lo es. Y lo marchito en el interior se refleja en el exterior, dicen.
El autoproclamado mago más poderoso de todos los tiempos suspiró, iba a ser una tarea tediosa y exasperante sacar información de su hija.
Sin embargo, la paciencia podría darle grandes beneficios. Y con tiempo quizá podría moldearla y hacerla más afín a su causa.
Tener a una aesir como aliada le facilitaría mucho las cosas. Astoria podía decidir negarse, eso la mataría, pero sería su elección.
No era probable que lo hiciera por que eso mataría a Lily también…o eso creía la protectora madre.
Habló y habló con la pelirroja, fue tan encantador cómo solo es sabía serlo, y poco a poco modificó su imagen hasta ser el Tom Riddle de la fotografía, tal y cómo Lily pensaba que era.
Sería un trabajo lento, pero merecería la pena.
29· San Valentín
-Debes seducir a Potter, Marlene.
-Pero está con Lily ¡Se quieren! No tengo nada que hacer. Además yo no soy así.
-Eso no te importó cuando lo besaste en la enfermería.
-Lo sé pero…en ese momento no sabía que estaban saliendo tan enserio.
-Vale, eso es verdad. Pero de eso hace casi un mes…y lo has intentado más veces.
-Lo sé…no lo entiendo. Yo le quiero pero…pero antes que nada soy su amiga. ¡No puedo hacerle daño ni traicionarle! James me ayudó cuando lo necesitaba. Y seguro que lo haría otra vez si se lo pidiese.
-Pero debes seducir a Potter.
-¡Deja de decirme eso!
-Es la verdad, Marlene, querida. Es tu deber.
-No…- sollozó. –No hay posibilidad. Quiere a Lily. Está loco por ella….y me duele mucho ser rechazada por él.
-El deber no siempre es agradable. Eres una mujer fuerte y hábil. Seguro que unos pequeños contratiempos no pueden contigo.
-Es doloroso…¡Y no se puede! ¿No lo entiendes? Ni esa poción de amor o lo que fuera que usé funcionó. Quiere a Lily.
-Pues la solución es que deje de quererla.
-¡Lo has visto mirarla! Nunca dejará de quererla.
-Sí, si Lily deja de quererlo a él.
-Tampoco funcionará. Ella siente lo mismo por él. Déjame en paz…por favor…
-Marlene, querida. Las personas muertas no quieren a nadie.
El silencio reinó unos instantes en el baño.
-No…no puedo…yo no…- susurró Marlene con un nudo en la garganta.
-Ya sabes lo que debes hacer.
-¡¡Te odio!! –Arrojó contra su interlocutora lo que encontró más a mano, un bote de jabón.
La angustia de Marlene la hizo hundir la cabeza, los sollozos ahogados hacían que su cuerpo temblase.
Sus compañeras de cuarto se apresuraron a entrar al baño tras escuchar el ruido del espejo al romperse.
-¿Estás bien Marlene?
La rubia Ravenclaw se encontraba hecha un ovillo en el suelo del baño, con algunos cortes producto de las esquirlas del espejo roto.
-¿Qué ha pasado?
-Me he resbalado…no es nada. Estoy bien.- Marlene sonrió mientras arreglaba el espejo y se curaba los cortes. –Bajad a desayunar, tranquilas. Yo limpiaré este desastre…es culpa mía. Estoy bien.
Por supuesto, no convenció a sus amigas. No tenía aspecto de estar bien precisamente y acababan de escucharla hablar sola y romper un espejo. Le pasaba algo.
Las dos intentaron hablar con ella.
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-Quiero decírselo a todos. Esta noche.- Lily se sirvió un cuenco de cereales mientras hablaba a James.
-¿Justo esta noche? Quizá tengan planes concretos para hoy…ya sabes, San Valentín.
-Bueno, tienes razón. Igualmente voy a proponer ir a cenar todos un poco antes de la hora habitual. Así tendrá tiempo luego cada cual de lo que quiera. ¿No?
James supo que a Lily se le había metido en la cabeza por lo que decidió no discutir aunque había varios motivos para no hacerlo justo esa noche. Seguro que Sirius y Evy tenían planes. Y Remus y Tesa. ¡Y él también tenía planes! Tendría que pasarle a alguien la reserva en el snitch plateado- el restaurante más caro de Hogsmeade.
Además, ninguno de sus amigos se iría a hacer nada por ahí después de que Lily les soltase las dos bombas que les iba a soltar. Si ella no se daba cuenta debía ser porque le preocupaba mucho más la posible reacción de cada uno.
Le pasó un brazo por los hombros.
-Sabes que todo saldrá bien. Ninguno te va a rechazar por nada de eso, los conocemos bien a todos. No te preocupes.
Ella suspiró admitiendo sus nervios. Se dejó abrazar y le dio un besito en la mejilla.
-Gracias.
James sonrió. ¿Había sido tan feliz alguna vez?
Sus compañeros y amigos fueron llegando en parejas o uno a uno durante los siguientes veinte minutos. A excepción de Marlene, a quién no veían por ninguna parte. Lily decidió que ya la encontraría a lo largo del día.
Y si no…tampoco pasaba nada. Lo cierto es que algo molesta con ella sí que estaba. Eso de no dejar de acosar a SU hombre iba perdiendo la gracia.
-Chicos, quisiera que esta noche cenásemos todos juntos. Se me ha ocurrido hacer un picnic o algo parecido cerca del lago. Sé que, seguro, tenéis planes…por eso quisiera que quedásemos a eso de las ocho, así terminaremos temprano. Necesito deciros unas cosas. Son importantes.
Todos aceptaron, por supuesto. Aunque tuviesen otros planes más íntimos con su pareja.
-Nosotros nos encargamos de la comida, hablaremos con los elfos. Estarán encantados.
Poco después cada cual se fue por su lado para ir a comprar los regalos de San Valentín sin que su pareja lo viera.
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Blair estaba molesta con Lily. ¡Ahora no podía irse! Quería escuchar lo que su amiga iba a decirles. Sus planes de aprovechar el viaje a Hogsmeade para usar una chimenea e ir a su casa tendrían que ser aplazados lo cual era un alivio para Sabrina. Comprendía los deseos de Blair pero no los compartía. Ella no quería que se pusiese en peligro por nada del mundo y eso era justo lo que la vanir pretendía.
Las dos bajaban hacia el pueblo juntas, habían decidido que en lugar de hacerse regalos complicados cada una le regalara a la otra una sesión completa de embellecedora en el salón “Sorcière parfait”
Trataba de tranquilizarla, como tantas veces.
-Blair, seguro que están bien. Dijeron que se iban a juntar con otras familias. Es decir que serán un montón. Ni Voldemort es tan poderoso como para enfrentarse a muchos magos a la vez.
-Ya lo sé…sé que perdería si lo intentase. Pero seguro que se llevaría gente por delante antes de huir…
-En cualquier caso, sentirías el dolor en el tatuaje
-Eso es verdad…
-¿Ves? No te preocupes hasta entonces. Si lo sientes, yo iré contigo. Te lo prometo.
-…Siempre me convences…- suspiró Blair.
-Jeje…ya sabes, de las dos yo soy la mujer. Y la mujer siempre tiene razón.
-¿Me estás llamando “hombre”?
-Un poco…eres algo bruta…- rió Sabrina echando a correr para que no la atrapase.
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Sirius y Evy, que ya tenían el regalo que le iban a hacer al otro desde la última visita a Hogsmeade decidieron irse a los terrenos del castillo a tomar el sol y el aire. Al menos él tendría que empezar a estudiar en serio dentro de poco.
O esa era la idea de Evy, pero su novio no parecía estar muy por la labor, así lo demostraba su mal humor.
-Venga ya Sirius…¿Qué te pasa? Estás raro.
-¿A mí me pasa algo? Na, no es cierto. Igual estás imaginando cosas….gatita.
Algo hizo “click” en Evy.
-¿Gatita?- nunca la llamaba así con tanta ropa puesta. –Tú has leído la carta.
-No sé de qué me hablas.- negó el merodeador, pese a saberse descubierto.
Ella se echó a reír.
-Así que estás celoso de David.- dijo cuando pudo parar de reír- si me lo dicen no me lo creo. Pues te vas a poner hecho una fiera cuando sepas que él me vio desnuda antes que tú. Y muchas más veces. Me tocaba con mucho cariño.
-Pues sí. He leído la carta.- que se riera de él y encima le dijera eso último no estaba ayudando en nada a mejorar el humor de Sirius. -¿Y sabes qué? Vete a pasar San Valentín con él si tan bien te toca.
Se dio la vuelta para marcharse pero sintió cómo ella le saltaba a la espalda y le rodeaba los hombros.
-Evy…suéltame.
-No seas tonto Sirius. Yo te quiero a ti. Y aunque me encanta verte así de celoso no voy a dejar que nos peleemos porque mi hermano mayor me viese desnuda de pequeña.
-¿Hermano mayor?
-Ajá…me cambiaba los pañales con mucho cariño- rió de nuevo.
-Qué asco…- Sirius la hizo girar hasta colocarla delante de él, pasado ya el enfado por los celos. –Aunque me alegro de que te cuidara bien.
Se dejaron caer hasta tumbarse en la hierba, entre besos y caricias.
-¿Qué crees que querrá decirnos Lily?
-Si es tan importante…igual es que han decidido casarse. Lo mismo está embarazada.-
-¿Tú crees? Tener hijos tan joven no creo que entre en los planes de Lily. Y en los de James seguro que no. –afirmó Sirius.
-Ya pero quizá no lo han planeado.
-Bueno, esta noche nos enteraremos. Y espero que después tengamos tiempo de ir a cierto lugar…- mordió el cuello de Evy cariñosamente.
Los dos comenzaron a besarse con creciente intensidad, olvidados ya de Lily y sus problemas y de todo lo que no fuera la persona a la que besaban.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Lo había visto junto a Lily, los dos cogidos de la mano, en la anterior visita de los alumnos a Hogsmeade. Por eso lo reconoció cuando se acercó a la zona donde tenía su puestecito de bagatelas.
No podía fallar, tenía que conseguir que el moreno de pelo revuelto se llevara el colgante para regalárselo a Lily.
-Hola, joven.
James se giró a mirar a ver quién le llamaba.
-Disculpe ¿Es a mí?
-Sí. No llevo mucho en Hogsmeade, pero sí lo bastante para recordar a un chico guapo como tú. Y recuerdo que ibas de la mano de una muchacha pelirroja. ¿Tu novia?
-Erm…sí…¿Por qué?
-¡Necesito vender chico! Y tú pareces andar buscando algo para ella…¿Dejando las cosas para el último momento? Acércate, vamos. No pierdes nada por mirar. En lugar de regalar bombones o flores…todos regalos manidos y poco originales, quizá encuentres algo entre mis “joyas” hechas a mano. Vamos, vamos. Mira.
Lo cierto es que James pensaba igual que la fea mujer. Los bombones y las flores era lo que regalaba todo el mundo. Se acercó a mirar.
Astoria casi suspiró de alivio.
El género que tenía no era malo, tuvo que admitir James, pero no le acababa de convencer. Aunque había muchísimas cosas, tal vez si mirara más a fondo encontrara algo.
Astoria se dispuso a “ayudarlo”, o más bien a llevarlo a elegir lo que ella quería que eligiera. Y de paso se dio cuenta de que podría conocer un poco a su hija.
-Háblame de ella. Dime qué le gusta y qué no.
Durante unos minutos archivó en su memoria todos los pequeños detalles que James le contaba. ¡Quería saber más! Se pasaría horas escuchándole hablar sobre su hija. Pero tampoco podía arriesgarse.
-Veo que la quieres mucho.- era obvio para Astoria que era así –Y que por eso no sabes qué regalarle. Antes hemos despreciado las flores. Pero se me ocurre algo que quizá…no lo tengo a la vista porque es un poco más caro. Pero me parece que es apropiado.
Rebuscó unos instantes entre las cajas bajo el mostrador y sacó una pequeña bolsita. Era el colgante que Voldemort le había ordenado entregar a Lily. Aunque lo había modificado. Ahora su aspecto era lo que necesitaba para poder venderlo, según creía.
Abrió la bolsita sobre la mano de James.
-Ya que me has dicho que se llama Lily, creo que este colgante de plata en forma de lirio es perfecto.
La forma de mirar el colgante que tenía James le sugería que él pensaba igual.
-Me lo llevo.
-Estoy segura de que le encantará. Son cinco sickles.
-Tenga. ¡Y gracias por haberme llamado!
-Suerte, chico.- se despidió.
Estaba contenta por su hija, ese chico la quería. No quería pensar en lo que significaba el colgante para cierto mago tenebroso. Se había imaginado cosas horribles, cada cual peor que la anterior, era mejor no pensar en ello.
Comenzó a recoger su puesto tratando de dejar de pensar en cualquier cosa relacionada con Voldemort. Se esforzó en recordar un verano especialmente agradable con Lucian en la Toscana. Por eso una vos la sorprendió.
-Disculpe señora. ¿Está recogiendo ya?
Al mirar, vio a Lily ante ella.
Tenía que ser ella, era casi mirarse en un espejo. Se le cayó la caja que sostenía en las manos.
Se habría estrellado contra el suelo de no haberla atrapado su hija haciendo gala de unos reflejos increíbles, para un humano.
-Oh, perdona. Se me resbaló. Gracias por cogerla. Y sí, estoy cerrando ya.
Se obligó a dejar de mirarla con los ojos como platos.
-Solo quiero hacerle una pregunta. Verá es que me han dicho que un chico…James…moreno, pelo revuelto…
-Sí, ha estado aquí.
-¿Qué ha comprado? Quiero decir….¿Era caro? Es que no sé qué regalarle. Es nuestro primer San Valentín. No quiero pasarme o quedarme corta…
Se la veía nerviosa, eso hizo que Astoria sonriera con ternura. Aunque reaccionó a tiempo.
-Pero yo no puedo decirte eso…le arruinaría la sorpresa.
Lily juntó las manos ante sí.
-Por favor…es que no sé qué hacer.
“Tengo que irme de aquí ya, si me lo pide así no puedo negarle nada.” Pensó Astoria. “Seguro que la habría malcriado…”
La sonrisa que apareció en sus labios tardó apenas unos segundos en marchitarse, al recordar por qué no la había criado.
-Yo…está bien. No era caro, es más un detalle…menos de un galeón pero más de dos sickles. Puedes mirar algo de un precio parecido aquí si quieres.
Su hija aceptó. Miró cosas y charlaron de forma agradable. ¡Qué bonita era la voz de Lily!
Pero no habían pasado ni cinco minutos cuando Astoria se percató de cierto problema.
-Si me disculpas, debo marcharme.
Y eso hizo, a la bulla, apenas terminó de recoger las cosas del puesto se desapareció antes de que su hija la reconociera.
Se le había acabado la poción multijugos. Y el efecto estaba pasando. Pese a todo, la miró a los ojos un instante antes de marcharse.
Lily estaba sorprendida. ¿A qué tanta prisa? Se encogió de hombros dando la espalda al lugar donde estaba el puesto dispuesta a irse a otro. Pero se detuvo y se giró.
¿Acaso no tenía los ojos marrones? Le había parecido que eran muy verdes en el último instante.
-Cosas de la luz…- murmuró.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
James se encargó de ir a las cocinas y hablar con los elfos. Tuvo que negociar a la baja la cantidad de comida que habría en el pic-nic nocturno, sobraría muchísima si dejaba que llevasen todo lo que querían llevar.
Guió a uno hasta el lugar apropiado, donde entre los dos conjuraron mesas y manteles. La comida estaría lista “para la hora que el amo ordena”.
Sabrina y Blair, las dos con el pelo, las uñas y el cutis perfecto, fueron las primeras en llegar. Era algo digno de mención, pues aunque a la pelirroja le encantaba la peluquería y siempre andaba arreglando el pelo a Sabrina o probando cosas nuevas con sus compañeras de cuarto, Evy o Wyn, nunca parecía darle importancia a su propio pelo.
Tesa, Remus y Lily llegaron después, riendo animadamente.
Cuando llegó Reginald hubo un momento de tensión. Lily lo había invitado pero James no lo sabía y lo sorprendió verlo ahí. Sin embargo le tendió la mano. Reginald sonrió y la aceptó. Apretó más de lo que James podía igualar, sin embargo él no cedió.
Si no hubieran llegado Sirius y Evy en ese momento quizá le habría roto algún hueso.
Al momento Lily fue a regañarle por alardear así de su fuerza de aesir mientras James se acercaba y le quitaba unas ramitas de hierba del pelo a Evy entre risitas de todos. Sobre todo de Sirius.
Wyn fue la última en llegar. Traía pinta de necesitar dormir unas 36 horas seguidas, la creyeron solo a medias cuando echó la culpa a los deberes.
La cena no tardó mucho más.
Al terminarla todos intercambiaron regalos con sus parejas, a excepción de Wyn y Reginald que estaban solteros. Todos corearon un gran “Oooooh” cuando James le dio a Lily, según sus palabras: “La preciosa flor que representa tu nombre y ahora es una muestra más de cuanto te quiero.”
Y les dejaron algo de intimidad cuando ella se recuperó y lo besó como si no hubiese mañana.
Finalmente llegó el momento de desvelar el motivo de la reunión.
James se había encargado ya de rodearlos con los encantamientos apropiados para no ser vistos ni escuchados por lo que comenzó sin más.
Incluso Tesa, que estaba bastante inquieta –por el efecto adictivo de la poción de Bella- se sumergió totalmente en la historia. Olvidó que tenía cierta cita con un prefecto.
Como predijo James, ninguno se quiso marchar después de escuchar eso. Y a ninguno le importó en absoluto que no fuese humana o de quién era hija.
Por supuesto la acribillaron a preguntas, también a Reg.
Todos menos Sabrina se sorprendieron cuando Blair les informó de que ella y su familia eran vanir.
Algo que Lily pensaba que jamás vería pues Dumbledore no parecía por la labor, de pronto estaba mucho más al alcance de su mano. ¡Podría ver una puerta a Asgard!
E incluso atravesarla.
La revelación de que sería ese año cuando se abriese otra vez la dejó perpleja. ¿Para qué otra cosa si no los entrenaba el director? Para vencer el encantamiento de los antiguos aesir.
No se lo pensó, al momento empezó a hacer planes con Blair para ir a su casa ese verano. Después de todo tendrían la casa para ellos solos si la familia de Blair no estaba. Y serían muchos más para proteger la puerta, si es que eso era lo que buscaba Voldemort con sus ataques a los vanir –dato del que también se enteraron gracias a Blair, no sabían que las familias masacradas que aparecían en el profeta lo eran.
Sería un verano muy interesante.
Todos estuvieron de acuerdo en ir. Sería genial estar un mes ellos juntos, sin padres ni colegio ni nada de nada. Solo pasárselo en grande y ver la cueva que tan maravillosa describían Blair y Sabrina.
La única que fingió el ánimo, fue Wyn.
Ella tendría que inventarse alguna excusa, porque para Junio, sin lugar a dudas, se le notaría el embarazo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Lucius estaba impaciente y su mal humor crecía. Hacía más de veinte minutos que se suponía que Tesa debería de haber llegado. Aunque fuese San Valentín, era esa tarde cuando “tocaba” verse. Nada de azar por supuesto, desde el primer momento había hecho los cálculos para que ocurriera así.
Pero Tesa no llegaba. Y no era probable que fuese a ir ya. Se marchó del aula en la que habían quedado.
Cuando llegó a su habitación para darse una ducha, escuchó que había gente dentro. Una voz de mujer. Sonrió dándose la vuelta para no cortarles el rollo a ninguno de sus compañeros. Sin embargo, reconoció la voz. Era Narcisa.
Intrigado, acercó la oreja a la puerta.
-Si, tengo que hablar contigo ahora Snape.
-Pero este no es un buen lugar…
-No te preocupes. Está con la putita de Stone. Tardará en volver. Snape, estoy embarazada.
-¿Qué? ¿Vamos…vamos a tener un hijo?
-Si, ¿Ese era el plan no? La poción falsa que le diste a Lucius. ¿Todo era mentira? Estoy embarazada y es tuyo.
Cuando Lucius Malfoy entró en la habitación los pilló besándose. Llevaba la varita en la mano.
-Así que…me habéis engañado. No esperaba esto de ti Snape. ¡Cruccio!- No les dio tiempo de coger sus varitas.
Tras unos instantes dejó de maldecir a Snape.
-Narcisa. Vas a abortar. Y él te hará la poción para ello.
-No lo haré.- Tanto Severus como Narcisa lo dijeron a la vez, con rabia contenida, mirando a Lucius. Pero al escucharse, se miraron sorprendidos.
-Como queráis. Ni siquiera os voy a obligar pero si no lo haces da por terminado nuestro compromiso.
-Pues ha terminado.- lo dejó claro poniendo una mano en su vientre como si protegiera al bebé.
-Muy bien. No quisiera ser tú cuando se enteren Bella, Druella o Walburga.- el prefecto se encogió de hombros mientras pasaba hacia la habitación.
La mención de su hermana, su madre y su tía aterraron a la pobre chica, que se replanteó seriamente el abortar voluntariamente tras imaginar a su tía Walburga arrancándole al niño de las entrañas. Cosa que no era tan improbable como podría parecer a quién no la conociera.
Pero su decisión volvió a ser firme cuando notó la mano de Severus agarrar la suya y las miradas de ambos se encontraron. Las dudas de ambos seguían presentes en sus ojos, como los últimos días. Pero también supieron que se tenían el uno al otro.
Se marcharon de la habitación.
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Era ya muy de madrugada cuando el colgante en el cuello de Lily vibró una sola vez, con suavidad.
El efecto era muy parecido a lo que hacían Bellatrix y su señor, solo que en este caso no era voluntario. Y si recordaba algo, sería como si recordara un sueño.
Voldemort recibió a Lily sentado en su sillón orejero. Con una serpiente enroscada en su regazo.
-Hola, hija mía.
Lily no supo cómo reaccionar. Un instante estaba en su cama pensando en el viaje que haría ese verano y al siguiente se encontraba ante un ¿Hombre? que la llamaba hija.
-¿Eres…Voldemort?- decidió que era un sueño.
-Así es, aunque pocos se atreven a mencionar mi nombre.
-Pero tu verdadero nombre es Tom Riddle.
Se estremeció involuntariamente ante la mirada que la taladró.
-Ciertamente, ese fue mi nombre. Pero superé al mero mortal, para ser lo que soy. Voldemort. Pero no estamos aquí para hablar de mí. Sino de ti.
-Bueno, es mi sueño…hablaremos de lo que yo quiera digo yo.
-¿Qué sabes de tu herencia? De los aesir.
-Qué absurdo preguntarme eso a mí misma. ¿Y por qué imagino a Voldemort?- Lily hablaba para sí misma. –Quizá tanto hablar hoy de aesir y vanir me ha hecho pensar en mi madre y, claro, en él…
Suprimiendo su rabia, Voldemort se limitó a esperar y escuchar. Si la forzaba era posible que no pudiese volver a entrar en contacto con ella. Que se diese cuenta de que algo raro pasaba.
-Además ¿Por qué te imagino tan feo? Nunca te he visto…lo único que sé de Tom Riddle es que era muy guapo. Claro que no era malvado, se suponía, y ahora sí lo es. Y lo marchito en el interior se refleja en el exterior, dicen.
El autoproclamado mago más poderoso de todos los tiempos suspiró, iba a ser una tarea tediosa y exasperante sacar información de su hija.
Sin embargo, la paciencia podría darle grandes beneficios. Y con tiempo quizá podría moldearla y hacerla más afín a su causa.
Tener a una aesir como aliada le facilitaría mucho las cosas. Astoria podía decidir negarse, eso la mataría, pero sería su elección.
No era probable que lo hiciera porque eso mataría a Lily también…o eso creía la protectora madre.
Habló y habló con la pelirroja, fue tan encantador como solo él sabía serlo, y poco a poco modificó su imagen hasta ser el Tom Riddle de la fotografía, tal y cómo Lily pensaba que era.
Sería un trabajo lento, pero merecería la pena.
Pues... me ha molado bastante. Ha tenido de todo: diversión, romanticismo, seriedad, etc.
^^
Lo demás lo hablamos por messenger ^^
30· Perspectivas de futuro
Tras San Valentín el tiempo pasó cada vez más rápido para todo el mundo. En especial para los alumnos de quinto y séptimo. Los profesores parecían haber entrado en un frenesí de mandar deberes y poner exámenes sorpresa.
El mercado negro de pociones y amuletos que ayudaran a estudiar se disparó, cómo todos los años. Igual que los casos de ansiedad y estrés.
Con ese panorama, las vacaciones de pascua llegaron y pasaron como si se tratasen de un regalo del cielo. O casi, por que las toneladas de deberes no les dejaron disfrutarlas del todo.
El fin de semana posterior a regresar de las vacaciones se jugó el partido Gryffindor – Slytherin, con una victoria aplastante de los leones pese a que Regulus Black se lo puso complicado a James. No ayudó a James el que la profesora McGonagall le hubiera advertido seriamente que si hacía otra locura como la anterior, le pondría tanto trabajo que necesitaría cursar octavo para terminarlos.
Con esa derrota, Slytherin se despedía casi definitivamente de la copa de las casas, quedando Gryffindor en cabeza seguido de Ravenclaw ciento ochenta puntos por detrás, a falta de un partido por jugar.
Llegaban unos momentos importantes para los alumnos de séptimo, reuniones pre-ÉXTASIS.
Ya habían escogido una dirección para sus estudios, pero nada sería definitivo hasta que aprobasen los exámenes correspondientes. Por ello, para no cerrar ninguna puerta, los jefes de las casas llamarían a cada alumno para hablar con ellos.
Sirius Black regresaba en esos momentos de la suya. Entró a la sala común.
-¿Lo mismo que en los TIMOS Pad?
-Si, Prongs, lo mismo. Charla sobre lo difícil que es ser auror y tal…¿Cuándo te toca?- Levantó las piernas de Evy para sentarse y ponérselas encima.
La animaga estaba tirada en el sofá más próximo a la chimenea. El día era frío y lluvioso, el calor se agradecía. Casi empezó a ronronear cuando Sirius le acarició la espalda una y otra vez.
-Aun queda un buen rato.- respondió James –Hasta que llegue a la ”P”…seré de los últimos.
-Cierto…¿Y Lily?
-Estará de camino, con Wyn, a ver a McGonagall.
-Wyn…¿Está un poco rara estos días no? Como demasiado estresada. Nunca la había visto preocuparse por las notas. Esa siempre es Lily. Aunque este año no lo parece tanto. ¿Por qué será?- sonrió a James.
-Hay que saber tratar a las mujeres, Sirius.- rieron, aunque James se puso serio al poco. –Si que está rara. Me recuerda un poco a cuando estaba con Malfoy. Fíjate que ha vuelto a usar esas ropas suyas tan…sin forma.
-Es cierto…¿Deberíamos hablar con ella?
-Dejadla en paz.- se metió Evy –No es nada de Malfoy, no ha salido de la habitación ni casi de la sala común desde San Valentín, me lo ha dicho Tesa. Está estudiando un montón.
-¿Entonces qué le pasa? Sé que no le interesa meterse en una carrera complicada, aunque ni idea de qué es lo que quiere. ¿No será por eso de Lily y sus padres? Que ya no son primas y eso…
James negó.
-Para nada, se quieren mucho. Eso no las va a cambiar.
-Sirius…- llamó Evy.
-¿Si?
Ella lo miraba con un pucherito en los labios.
-¿Por qué paras?
El merodeador, entre risas, volvió a acariciarla una y otra vez.
Wyn fue la primera de las dos en entrar.
-Buenos días, Señorita Evans. ¿Quiere unas pastas?- la profesora le ofreció una caja llena de galletas. Con un gesto ofreció que se sirviera té si quería.
-En la reunión que tuvimos en su quinto curso mencionó que le interesa viajar y ver cosas nuevas. Y también lo antiguo. Llegamos a la conclusión de que podría sentirse a gusto cómo rompemaldiciones de Gringotts ¿Sigue pensando igual?
¿Seguía pensando igual? Realmente le gustaría pero ¿Con un bebé podría hacerlo?
-Creo que si profesora.
-¿Cree?
Para darse algo de tiempo y pensar en cómo responder, cogió una galleta. La mordió. Unos instantes después tuvo que levantarse y acercarse a la papelera. Estuvo a punto de vomitar.
-¿Se encuentra bien?
-Si…si. Lo siento. Es..ha sido el olor de la galleta. No sé. Me ha dado nauseas. No lo entiendo, sus galletas siempre me gustan.
La profesora no parecía muy convencida, la miraba con ojo crítico. Pero o bien la convención, o decidió dejar pasar el tema.
-Quizá sea por que he usado una mantequilla de otra marca. Es más fuerte. Bueno, volviendo al tema. ¿Sigue pensando en Gringotts?
Wyn asintió. De algo tendría que trabajar, aunque tuviese que esperar unos años.
La profesora McGonagall repasó con ella todo lo que necesitaría mejorar o perfeccionar para conseguir los ÉXTASIS necesarios.
Al salir, entró su prima. La esperó. Lily era genial en todo, no tardarían demasiado. Además tenía muy claro que quería ser medimaga.
Mientras esperaba volvió a pensar en qué iba a hacer. Aunque lo había hecho ya tantas veces en el último mes que era casi más una forma de matar el tiempo que una forma de encontrar una solución.
No podía decírselo a nadie, por que si lo hacía Sirius se enteraría antes o después. Y no le haría eso. Era feliz con Evy, eso era obvio, no necesitaba un hijo no deseado en su vida. Porque si se enteraba se haría cargo del bebé y de ella. Era de esa clase de hombres que no dejarían sola a la mujer, de los que cargarían con sus responsabilidades antes que ser felices.
Suspiró cuando la puerta del despacho se abría y aparecía su prima.
Lo tenía decidido, cuando pasasen los exámenes, desaparecería al menos un año. “Viajaría” por el mundo ella sola y se quedaría embarazada de un desconocido…o eso les diría a los demás cuando volviese.
Cuando regresaron a la sala común, James y Sirius seguían allí, no así Evy. Había subido a su habitación a darse una ducha para espabilarse. Remus y Tesa habían vuelto ya de la biblioteca, aunque seguían repasando la correcta formulación de los hechizos transmutadores y prestaron poca atención a nada más hasta que terminaron.
Se pusieron a jugar a las cartas, todos excepto Remus, que tendría que ir a hablar con la profesora en breve.
Para su sorpresa, cuando llegó estaba también el director Dumbledore.
Fue una reunión interesante en la que se habló de su licantropía y los problemas que le podía causar. El anciano mago fue franco, poca gente contrataría a un licántropo. Y si no lo decía y lo descubrían sería peor.
Le ofreció ponerle en contacto con alguien a quién no le importaría lo más mínimo, eso sí, debía sacar al menos cinco extraordinarios.
Era a la vez un reto y un alivio para Remus, aceptó.
Para cuando fue el turno de James el director ya no estaba, si que había otro hombre en el despacho de la directora.
-John Haargrave, encantado.- le tendió la mano.
Intrigado, James la aceptó.
-¿Profesora? ¿No era ahora mi reunión?
-Si, Potter. Pero el señor Haargrave insiste en hablar con usted. Verá, tiene una oferta interesante. Pero primero hablemos de sus notas. En mi clase lo hace excelentemente, quizá deba aplicarse un poco más, pero no creo que tenga problemas para conseguir un “Extraordinario”.
Revisó unos papeles que tenía frente a ella.
-No se alegre tanto. En herbología tiene que mejorar, así como en pociones, si pretende alcanzar la nota mínima “Supera las expectativas” con seguridad, según los informes está a caballo entre esa nota y la inferior, “Aceptabe”. En defensa contra las artes oscuras tampoco tendrá problemas para llegar al mínimo, como poco.
James asentía, lo que le estaba diciendo era lo que ya sospechaba. Y se temía lo que iba a continuación.
-Sin embargo el profesor Flitwick asegura que tiene que mejorar mucho si espera conseguirlo en encantamientos. Ha fallado en varios exámenes, aunque normalmente consigue el aceptable.
-Lo sé profesora. Sigo queriendo entrar a la academia, debo mejorar en esas tres, sobre todo en encantamientos.
-Bien pero, en caso de no conseguirlo, hay más carreras que puede tomar. Aún fallando en, por ejemplo, encantamientos sus notas serían muy buenas. Podría entrar en el ministerio. Prácticamente en cualquier departamento.
-No. Si fallase…me gustaría explorar tumbas y ruinas para Gringotts.
-Curioso, no es la primera persona que se interesa hoy en eso. Normalmente nadie quiere hacerlo, los duendes tienden a ser muy gruñones. En cualquier caso, no tendría problemas para lograrlo.
El hombre se aclaró la garganta, la profesora suspiró.
-El señor Haargrave, pese a que creo que no es el mejor momento, tiene una oferta para usted, Potter.
Sin más, comenzó a reorganizar sus papeles.
-James Potter, buscador de Gryffindor. Te he visto jugar. Trabajo para los Falmouth Falcons, como caza-talentos. Te queremos como buscador suplente, por ahora. Pero con tu talento no dudo que pronto serías el titular.
Sonrió cuando el chico parpadeó confuso.
-No tienes que responder ahora mismo. Tu profesora bien que ha insistido en que tus exámenes son lo primero. Pero, ya lo sabes. Estamos interesados en ti, si te interesa solo tienes que mandarme una lechuza y hablaremos del contrato, aunque claro, tendrías que superar unas pruebas bastante exigentes antes de nada.- le tendió una tarjeta.
-Vaya, no me lo esperaba. ¿Dice que me ha visto jugar? Creo recordar haberle visto en el partido contra Ravenclaw. Me temo que ese no fue mi mejor partido…- James se desordenó el pelo.
-¿Lo ve profesora? Atento a todos los detalles, como buen buscador. Chico, ese partido fue el mejor de tu carrera. No fue justo para el otro equipo me temo, el buscador no tenía posibilidades. Esa snitch era de nivel profesional.
-¿Por eso era tan rápida y…perdón profesora…cabrona?
-Exacto. Eres un buscador nato, chico. Con una escoba mejor y un entrenamiento más constante…serás imparable. Llegarás a la selección. ¡Seguro!
-Bueno, ya está bien de llenarle la cabeza de pájaros. Todo eso es muy posible, pero ahora debe centrarse en sus estudios y en nada más. Así no se cerrará puertas.
-Tiene razón profesora, toda la razón.
No obstante James vio cómo le guiñaba un ojo.
-Puede marcharse Potter.
-Gracias profesora.- se detuvo antes de cerrar la puerta. –Ehh...¿Profesora? ¿No me va a dar ninguna de esas deliciosas galletas que hace? Siempre que vengo aquí me da una.
McGonagall no pudo evitar sonreír, murmuró algo así como: “diablillo adorable”
-Claro, tenga una. Pero cuidado, parece que la mantequilla que he usado es más fuerte de lo normal.
-Lo tendré. Adiós profesora. Señor Haargrave.
Cerró la puerta.
Tras la marcha del caza-talentos de quidditch, la puerta se volvió a abrir en la que esperaba fuese la penúltima vez del día. Tesa Stone.
-Buenas tardes profesora.- saludó, educada.
-Siéntese por favor. En realidad, no tenemos mucho de que hablar si sigue interesada en lo mismo. ¿Es así?
-Si. Quiero ser periodista de investigación.
-Bien, no se requiere ninguna cualificación concreta. Eso si, cuanto mejores notas tengas, más posibilidades de ser elegida, como en todo.
-Claro, profesora. Aunque…últimamente he estado pensando en entrar al ministerio. Al departamento de control y regulación de las criaturas mágicas.
La expresión de McGonagall se enterneció bastante.
-Por lo de Remus ¿No es así?
-Si…es...no es justo. Son personas. Quiero intentar mejorar la situación. Pero realmente no sé si puedo hacer algo o no. Y si no puedo, la verdad, no es un trabajo que me apasione.
-Lo entiendo. Stone…la situación es complicada. No tiene visos de mejorar y me temo que cierta mujer…Dolores Umbridge…no cejará en su odio contra los mestizos. Tiene bastante poder en el ministerio, al menor signo de amenaza a sus planes, te cambiará de departamento como poco. No obstante, si quieres intentarlo, tus notas bastan y sobran para el puesto, eso si, de nuevo cuanto mejores, mejor.
-Gracias profesora.
-Cualquier duda, venga a verme. Buenas tardes.
Ya solo quedaba Alice Thomas.
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Tras la charla con Remus, el director marchó a su despacho. Allí en la puerta se encontró con la señora Pomfrey, acompañada de una alumna. Marlene Mckinon.
-¿Ocurre algo Poppy?
-Si, Albus. Me temo que algo muy serio.
-De acuerdo, entremos.
Una vez estuvieron sentados, el director tras la mesa y enfermera y alumna en una cómoda silla cada una, le contaron lo que sucedía.
Era, sin duda, muy serio.
Las compañeras de cuarto de Marlene la habían llevado medio a rastras a la enfermería. Estaban preocupadas por ella desde hacía tiempo. Hablaba consigo misma…con el espejo…y una de las conversaciones que escucharon a escondidas trataba de “matarla a ella”. Esa mañana Marlene regresó de Hogsmeade con una bolsa. En la bolsa había una poción. Veneno.
Pensaron que tenían que llevarla a la enfermería porque eso se pasaba de raro ya.
La señora Pomfrey no sabía que pensar al principio pero tras examinarla y sobre todo viendo las reacciones de Marlene que, a la vez, quería marcharse y no hacerlo.
De inmediato la llevó en busca del director mandando a las otras dos que volvieran a su casa.
-Hiciste bien Poppy.- Dumbledore parecía realmente furioso. Eso se intuía por la dureza de sus ojos y el leve fruncimiento de su ceño.
-Pensé que usted estaría más cualificado que yo para esto, Albus.
-Bien, me pondré a ello de inmediato. Por favor trae una poción restablecedora.
-Si señor.
Cuando la enfermera se marchó, Dumbledore explicó a Marlene lo que iba a hacer. Le pidió que no se resistiese, no podría impedirle nada pero le sería más desagradable.
Tras ello se puso en pie.
-¡Legeremens!
Tras revisar la mente de la alumna, encontró lo que buscaba. La confirmación a las sospechas de la señora Pomfrey.
Se trataba de una sensación de calma y una voz de mujer que susurraba la maldición imperius. Sin embargo, no se sabía quién. No se dejaba ver. La orden que le daba era demasiado parecida a los propios deseos de Marlene, no iba a ser tarea fácil separarla de sus verdaderos pensamientos.
¡Una alumna utilizando una maldición imperdonable en el colegio! Una maldición así estaba al alcance de muy pocos, sexto y séptimo nada más. Y mujeres, eso reducía la lista. Tenía a dos claras candidatas, una en concreto. Pero no tenía pruebas. Pero no era el momento de pensar en eso.
Salió de la mente de Marlene, lo mejor era dejar a los profesionales. Se giró y habló a un cuadro.
-Dilys, por favor. Ve a San Mungo y avisa de que voy a ir con una paciente.
-Claro, director.
La mujer del cuadro desapareció de él saliendo por uno de los laterales.
Para cuando regresó, le estaban dando la poción restablecedora a Marlene, para eliminar su fatiga.
-Marlene, vamos a ir a San Mungo. Allí te explicaré que ocurre, y avisaré a tus padres.
-¡No! No. A mis padres no. Ya soy mayor de edad, no hace falta. Mi madre solo montará un escándalo…
-De acuerdo, no se lo diré a nadie. Tranquila. Pero debes colaborar con los medimagos.
Si, lo haré.
Cogiendo un puñado de polvos flu de una maceta junto a la chimenea, el director fue el primero en entrar al fuego. Marlene le siguió.
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Bella seguía de mal humor pese a que había pasado una semana desde el regreso de las vacaciones. Tanto ella como Narcisa habían regresado a su casa por deseo de su madre. También Regulus, por lo que probablemente Walburga fuese quién lo ordenaba.
Fue una sorpresa cuando en el andén, se les dijo que irían a la mansión Malfoy.
-¿Dónde vamos?- preguntó Narcisa de pronto.
Si no lo hubiese hecho, Bella no se habría dado cuenta. Iba demasiado pensativa. Dividida entre lo guapo que se estaba poniendo su primo, y la expresión de Walburga. ¿Qué pretendería? Ella era la verdadera líder de los Black.
-A la mansión Malfoy.- respondió Druella.
Las caras de las hermanas cambiaron. La de bella pasó a ser una sonrisa divertida y sin tapujos, se imaginaba que iban a obligar a Narcisa a rehacer el compromiso. Cuando ella misma se enteró no supo cómo logró contenerse y no golpearla. Sin embargo, lo hizo. En cambio escribió a su madre para contárselo.
El rostro de la menor, era todo lo contrario. Una mueca de horror y miedo.
Sin embargo no pasó lo que esperaban. No del todo. El compromiso parecía totalmente reacordado, opinara lo que opinara Narcisa.
Lucius los recibió como todo un caballero, sus elfos se encargaron de los abrigos y los guiaron a un comedor exquisitamente decorado. Él tomó la mano de bella y la besó galantemente, no así la de Narcisa. Las madres de ambas no entraron a la mansión. No dijeron por qué. Solo mencionaron que lo entenderían más tarde.
La rubia vio la sonrisa de su hermana y supo que esa noche se acostaría con el anfitrión, aunque fuese solo para burlarse de ella y su matrimonio concertado.
O quizá no, comprendió al entrar al comedor y ver que allí había bastante más gente de la que se pensaba. Un hombre pálido se levantó y abrió los brazos, como recibimiento. El jadeo de sorpresa de Bella sorprendió a su hermana. Más aún cuando ella casi corrió y se arrodilló ante el hombre. Él la hizo alzarse con una suave caricia en la mejilla.
-Arriba, Bella, mi más leal sierva.
Era chocante ver a su hermana inclinando la cabeza y acercándola más a la mano, como si se tratase de un perrillo en busca de carillo.
Lucius les indicó sus sitios a las mujeres y se hizo el silencio.
Narcisa no reconocía más que un par de rostros aparte de los de Snape y Barty Crouch, algunos alumnos de años anteriores al suyo. Bella en cambio si reconocía a muchos, aunque no a todos.
Yaxley, los Carrow, Dolohov, Karkarov y varios más. Y Astoria Shephire.
-Para quienes no me conozcáis, yo soy Lord Voldemort.
Todos habían escuchado rumores o leído el periódico de esa mañana pero cuando la magnética voz les explicó todo, lo mismo que decía El Profeta, si, pero todo parecía tener mucho más sentido y ser mucho más real
Les habló de la pureza de la sangre, de la necesidad de una purga, de un cambio. Y les habló de que tenía los medios para conseguir lo a su alcance. Pero les necesitaba, a todos ellos. A algunos no los conocía, admitió. Pero venían recomendados por sus padres, familiares, o amigos Todo sonaba perfecto..
-Mis mortífagos, mostrad la marca. Mostrad lo que nos une como una gran familia, lo que nos destaca por la pureza de nuestra sangre.
Todos los aludidos levantaron, orgullosos, su brazo izquierdo y mostraron el antebrazo. Muchos de los presentes, sin embargo, no lo hicieron.
-Cómo veis, algunos portáis mi marca y otros aún no. Os ofrezco ahora la posibilidad de uniros a mí, a este ideal. De portar la marca tenebrosa. ¿Es un objetivo oscuro lo que perseguimos? No. Pero muchos lo verán así. Quitémosles la oportunidad de marcarnos como malvados, llamándonos tenebrosos a nosotros mismos.
-Pero antes, quiero que lo tengáis claro.
Con un gesto de varita una persona salió de un armario.
-Su nombre es Darío Bullstrode. Me ha traicionado. A todos, esta mañana fue al Profeta y contó todo lo que sabía sobre mí, sobre mis mortífagos y sobre mis intenciones. Nos traicionó…no se traiciona a la familia. ¡Cruccio!
Los gritos del hombre llenaron la sala. Pese a estar bastante gordo, se arqueaba y doblaba con una facilidad sorprendente, hasta que la maldición paró.
-Bella, querida…- con un gesto la invitó a continuar. Ella lo hizo sin dudar. Con un grito agudo e ilusionado.
-¡CRUCCIO!
Uno a uno, lo hicieron cada uno de los mortífagos presentes. En último lugar, Astoria. Bella lo sintió como una pequeña victoria. “Yo he sido la primera y esa Astoria ¡Puta! La última”
Finalmente, Voldemort volvió a hablar.
-No se me traiciona a mí. ¡Avada kedavra!
Ni uno solo de los nuevos rechazó portar la marca. Habían captado el mensaje de “estáis dentro aunque no lo queráis”
Tras la cena, que fue servida una vez todos recibieron su marca, Voldemort habló con varios de sus sirvientes. Tras cada charla, el o la mortifago se marchaba, sin duda a cumplir las órdenes.
Llamó a ambas hermanas a la vez para hablar con ellas.
-Narcisa, ha llegado a mis oídos una petición. Mi vieja amiga Walburga estaría muy complacida si te casaras con el apuesto Malfoy. ¿Por qué no la complaces?
Algo en ese hombre la aterraba. No podía mirarle al responder. ¿Dónde la había metido su madre?
-Mi señor yo…estoy embarazada de otro.
-Eso son detalles sin importancia. Estoy seguro de que a Lucius no le importará. Vamos, ve a hablar con él. No me cabe duda de que seréis capaces de arreglarlo.
La despachó con un gesto.
-Bellatrix, mi pequeña. Tengo un premio para ti.- indicó a alguien que se acercara.
No lo reconoció hasta que lo tuvo muy cerca, se trataba de un alumno varios años mayor que ella-
-Ya conoces a Rodolphus Lestrange ¿Cierto? Bien, me gustaría que os casarais, como ejemplo para la pureza de sangre. Black con Malfoy, Black con Lestrange. Me haría muy feliz.
Eso sentó a Bella como una patada en el estómago, sin embargo asintió y sonrió.
-Por supuesto, los deseos de mi señor son mis deseos.
Casarse ¡Ella…¡Y no con él! ¿¿Cómo iba a ser ahora la madre de su hijo??
Lo peor fue al girarse, desde casi la entrada al salón, y verlo acariciar el rostro de Astoria cómo solo a ella la acariciaba hasta ahora. Y ella se atrevió a rechazarlo, apartó la cara.
¡¡¡PUTA!!!
Estaba tan rabiosa que no le apetecía ni siquiera provocar a nadie. Acudió a la reunión con el profesor Slughorn pese a que no pretendía hacer nada después del colegio. Nada que no le mandase su señor, claro.
Más o menos eso le dijo al jefe de su casa, por suerte tenía la cabeza suficiente para no descargar su rabia, no del todo, contra el profesor.
-Estoy prometida…lo que haré será gastar el dinero de mi marido y abrirme de piernas cuando llegue a casa de trabajar. Quizá contrate a un jardinero guapo para tenerlo como amante. O un chico para la piscina, aún lo estoy dudando.
La dejó marcharse poco después de eso, desistiendo de intentar hacerla entrar en razón.
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Tesa estaba nerviosa. Llevaba casi un mes sin “hablar a solas” con Lucius, y se alegraba de ello –aunque el sexo con Remus fuese decepcionante- pero lo que había leído en la portada del periódico la semana anterior, todo eso de los mortífagos, el Señor Tenebroso, la pureza de sangre…y sobre todo un pequeño artículo en la tercera página que hablaba sobre un accidente de barco en el que habían muerto bastantes muggles y algunos magos, entre ellos los señores Malfoy, la hacían querer acercarse a consolarlo.
Sin embargo el no la había vuelto a llamar. Y no la miraba nunca, debía estar muy enfadado por haberlo plantado en Halloween. No quería forzarle su compañía. No debía necesitarla ya si no la llamaba.
Pero no podía dejarlo más ¡Sus padres habían muerto! Seguro que quería hablar aunque no la molestase.
Remus estaba en su reunión con la profesora McGonagall y ella había dicho a los demás que iba un momento a la biblioteca. Estaba ahora esperando cerca del despacho del profesor Slughorn ¿Habría pasado ya Lucius?
La puerta se abrió y fue Reginald Knox quién salió, por tanto a Lucius aún no le había tocado. La vio y se acercó a ella.
-Hola Tesa ¿Qué haces aquí?
Ya era bastante malo que la viera ahí…mejor no mentir del todo.
-Quería ver a Malfoy. He leído que sus padres han muerto en un accidente…es lo menos darle el pésame.
-¿Pese a lo que te ha hecho?
-Él…tenía sus motivos. No estuvo bien pero…es igual. ¿Sabes dónde está?
-Estará en la sala común de Slytherin. Si quieres le digo que lo buscas.
-Si, por favor. Dile que estaré en la biblioteca hasta la hora de cenar. Gracias.
-No hay de qué, Tesa.- sonrió. –Nos vemos.
-Hasta luego.
Marchó hacia la biblioteca mientras él iba hacia su sala común.
Su reunión había sido larga, pero más por que Slughorn hablaba mucho de todos sus conocidos y alumnos importantes, insistía en mostrarle las fotos…sin duda pretendía “captarlo” para su secta particular.
Sus notas eran muy buenas en todos los aspectos por lo que podría hacer prácticamente lo que quisiera. Quizá hasta entrar en la organización que se estaba formando desde hacía menos de un año: la G.A.I
O Grupo de Aurores Internacional, que sonaba considerablemente mejor que el acrónimo.
Esa era la excusa oficial por la que Reginald estaba estudiando en Hogwarts, para entrenar con Dumbledore y poder entrar a esa organización al terminar la escuela. En realidad, poder entrar a la academia de formación de aurores y nada más terminarla, entrar a la G.A.I
Contento de estar libre al fin de la insistencia de Slughorn, regresó a su sala común. Allí estaba Malfoy haciendo el paripé de prometido con Narcisa. Ella estaba tumbada con la cabeza en su regazo mientras él le acariciaba el pelo. Cada uno leía un libro.
Al rubio le faltó tiempo para levantarse y casi tirar al suelo a Narcisa cuando Reg le comentó lo de Tesa. Sin decir nada más, bajó hasta su habitación.
Quizá fue Bella la única que entendió el por qué.
Narcisa se marchó al suyo, enfurruñada por el ridículo que acababa de sufrir ¡Por una sangre sucia! Y encima le había hecho daño en el cuello.
Poco después, Lucius salía de la sala común convenientemente perfumado con lo que le quedaba de la poción de Bella. Se sentía poderoso cada vez que la zorra estúpida de Tesa Stone se le entregaba deseosa.
Por el camino se cruzó con Peevees, el cual se marchó a uno de los baños para practicar su sonrisa malvada. No podía ser que un alumno pareciera más malo que él.
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Para Sabrina y Blair también se acercaban los exámenes, pero no eran tan serios cómo los de sus amigos por lo que estaban muchísimo más relajadas. Estaban en el gran comedor jugando al ajedrez mágico. Lo hacían a menudo, pero en esa ocasión era al mejor de tres.
Iban uno a uno, y la tercera partida estaba siendo larga y compleja, se pensaban bastante los movimientos, las dos odiaban perder.
-Sabes, se me acaba de ocurrir una comparación…esos mortífagos y Voldemort…ya sabes, lo que hemos leído en el periódico estos días.- desde que supo quienes invocaban la calavera verdosa, los odiaba a muerte, y a su líder más aún –Son como un ejercito de ajedrez. Voldemort es el rey y los mortífagos sus peones. Algunos de ellos deben ser más importantes que otros…esos serían sus torres y caballos. También sus alfiles y…¿Tendrá una reina?
Ambas pensaron por un momento en la madre de Lily, pero lo descartaron.
-Por otro lado, el ajedrez es cosa de dos. El otro ejercito seríamos los vanir. Pero nosotros no somos más que peones y quizá alguna torre…los aesir son las piezas importantes. Lo que pasa es que no tenemos rey ni reina, por eso nos están masacrando…- Suspiró. -Sabri, lo siento. No tengo ganas de jugar más.
-No pasa nada.- sonrió Sabrina, comprensiva.
Mandó el tablero y las piezas a su cuarto con un gesto de varita, y pasó sobre la mesa para sentarse al lado de Blair. La abrazó haciendo que la pelirroja cabeza de la Slytherin descansase en su hombro.
-Tranquila, verás que ahora todo va a ir mejor…ahora el ministerio anda detrás de ellos. Y los vanir saben a lo que se enfrentan y están juntos. Y tú me tienes a mi así que no hay problema…
-Tonta…- sonrió Blair.
Alzó un poco la cabeza para besarla
-Si no estuvieras aquí me estaría volviendo loca. O habría ido a buscar a mi familia. Te quiero Sabrina.
Con esa frase, Blair se ganó un gran, gran beso.
No hacía falta que Sabrina respondiera con palabras, era obvio que la correspondía.
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-¿Medimaga? Vamos hija, sabes que puedes aspirar a mucho más. Tienes el potencial de ser una de las más grandes magas de tu época, sino la mejor. Lo llevas en la sangre.
Lily suspiró, no podía negar que los sueños con su pad…Voldemort eran reveladores. Aprendía cosas. Puntos de vista que no había contemplado. Detalles que había pasado por alto…
Pero esa noche quería descansar. Los exámenes estaban cerca. Y después de la reunión con la profesora se había pasado gran parte del día ayudando a James con encantamientos, y él a ella con transformaciones. Estaba agotada.
-¿Tenía que soñar hoy contigo? Estoy destrozada…y siempre estoy cansada por las mañanas últimamente.
En realidad, no siempre. Solo cuando “soñaba” con su padre.
-Hija, si estás soñando lo que estás soñando, será por algo. En el fondo no quieres ser medimaga, pero no quieres admitirlo.
-Es lo que siempre he querido…
-Pero “siempre” no has sabido que eras una aesir ¿No? Estás destinada a grandes cosas. Lo sabes, admítelo.
-¿Y por qué debería estar destinada a algo especial?
-Lo llevas en la sangre.
-Espero que el físico no sea genético…- no pudo evitar imaginarse pálida, sin nariz, con los ojos rojos…casi igual que su padre, pero con su melena pelirroja. Le dio un escalofrío.
-Niña…respóndeme ¿Qué diferencia hay entre los muggles y los magos?
-¿La magia?
-Exacto. ¿Y de dónde viene la magia?
-Oye…tengo exámenes dentro de poco, quiero dormir y descansar por la noche, no pensar más aún…
-Venga Lily, un pequeño esfuerzo.
-Ains…Nadie sabe de dónde viene la magia. Pero los primeros en tenerla fueron los aesir. Antes de cambiar cuando encontraron esa otra fuente de magia que los transformó.
-Exacto. Y de ellos descendemos todos los magos. Toda familia sangre pura desciende de ellos. Muchos se mezclaron con muggles…pero no tu. Eres perfecta.
-Eso no tiene que ver con la pureza de la sangre…- dudó Lily
-¿Seguro? ¿Quiénes son los mejores magos que conoces? Dumbledore, yo. O de tu edad. James Potter, Sirius Black, Bellatrix Black…sangre pura todos ellos. Reginald knox. Aesir.
-No creo que…
-Es la verdad. Debes aceptarla, Lily. Es tu destino.
Lily se despertó en su cama. Parpadeó confusa y bostezó. Giró orientando su cuerpo hacia el otro lado, para que la luz de la media luna, que había aparecido entre las nubes, no la molestara y siguió durmiendo.
-Que sueño más raro…- murmuró entre dientes, casi dormida de nuevo.
caaaaaca de cap T^T
30· Perspectivas de futuro
Tras San Valentín el tiempo pasó cada vez más rápido para todo el mundo. En especial para los alumnos de quinto y séptimo. Los profesores parecían haber entrado en un frenesí de mandar deberes y poner exámenes sorpresa.
El mercado negro de pociones y amuletos que ayudaran a estudiar se disparó, como todos los años. Igual que los casos de ansiedad y estrés.
Con ese panorama, las vacaciones de pascua llegaron y pasaron como si se tratasen de un regalo del cielo. O casi, porque las toneladas de deberes no les dejaron disfrutarlas del todo.
El fin de semana posterior a regresar de las vacaciones se jugó el partido Gryffindor – Slytherin, con una victoria aplastante de los leones pese a que Regulus Black se lo puso complicado a James. No ayudó a James el que la profesora McGonagall le hubiera advertido seriamente que si hacía otra locura como la anterior, le pondría tanto trabajo que necesitaría cursar octavo para terminarlos.
Con esa derrota, Slytherin se despedía casi definitivamente de la copa de las casas, quedando Gryffindor en cabeza seguido de Ravenclaw ciento ochenta puntos por detrás, a falta de un partido por jugar.
Llegaban unos momentos importantes para los alumnos de séptimo, reuniones pre-ÉXTASIS.
Ya habían escogido una dirección para sus estudios, pero nada sería definitivo hasta que aprobasen los exámenes correspondientes. Por ello, para no cerrar ninguna puerta, los jefes de las casas llamarían a cada alumno para hablar con ellos.
Sirius Black regresaba en esos momentos de la suya. Entró a la sala común.
-¿Lo mismo que en los TIMOS Pad?
-Si, Prongs, lo mismo. Charla sobre lo difícil que es ser auror y tal…¿Cuándo te toca?- Levantó las piernas de Evy para sentarse y ponérselas encima.
La animaga estaba tirada en el sofá más próximo a la chimenea. El día era frío y lluvioso, el calor se agradecía. Casi empezó a ronronear cuando Sirius le acarició la espalda una y otra vez.
-Aún queda un buen rato.- respondió James –Hasta que llegue a la ”P”…seré de los últimos.
-Cierto…¿Y Lily?
-Estará de camino, con Wyn, a ver a McGonagall.
-Wyn…¿Está un poco rara estos días no? Como demasiado estresada. Nunca la había visto preocuparse por las notas. Esa siempre es Lily. Aunque este año no lo parece tanto. ¿Por qué será?- sonrió a James.
-Hay que saber tratar a las mujeres, Sirius.- rieron, aunque James se puso serio al poco. –Si que está rara. Me recuerda un poco a cuando estaba con Malfoy. Fíjate que ha vuelto a usar esas ropas suyas tan…sin forma.
-Es cierto…¿Deberíamos hablar con ella?
-Dejadla en paz.- se metió Evy –No es nada de Malfoy, no ha salido de la habitación ni casi de la sala común desde San Valentín, me lo ha dicho Tesa. Está estudiando un montón.
-¿Entonces qué le pasa? Sé que no le interesa meterse en una carrera complicada, aunque ni idea de qué es lo que quiere. ¿No será por eso de Lily y sus padres? Que ya no son primas y eso…
James negó.
-Para nada, se quieren mucho. Eso no las va a cambiar.
-Sirius…- llamó Evy.
-¿Si?
Ella lo miraba con un pucherito en los labios.
-¿Por qué paras?
El merodeador, entre risas, volvió a acariciarla una y otra vez.
Wyn fue la primera de las dos en entrar.
-Buenos días, señorita Evans. ¿Quiere unas pastas?- la profesora le ofreció una caja llena de galletas. Con un gesto ofreció que se sirviera té si quería.-En la reunión que tuvimos en su quinto curso mencionó que le interesa viajar y ver cosas nuevas. Y también lo antiguo. Llegamos a la conclusión de que podría sentirse a gusto como rompemaldiciones de Gringotts ¿Sigue pensando igual?
¿Seguía pensando igual? Realmente le gustaría pero ¿con un bebé podría hacerlo?
-Creo que sí profesora.
-¿Cree?
Para darse algo de tiempo y pensar en cómo responder, cogió una galleta. La mordió. Unos instantes después tuvo que levantarse y acercarse a la papelera. Estuvo a punto de vomitar.
-¿Se encuentra bien?
-Si…si. Lo siento. Es..ha sido el olor de la galleta. No sé. Me ha dado náuseas. No lo entiendo, sus galletas siempre me gustan.
La profesora no parecía muy convencida, la miraba con ojo crítico. Pero o bien la convenció, o decidió dejar pasar el tema.
-Quizá sea porque he usado una mantequilla de otra marca. Es más fuerte. Bueno, volviendo al tema. ¿Sigue pensando en Gringotts?
Wyn asintió. De algo tendría que trabajar, aunque tuviese que esperar unos años.
La profesora McGonagall repasó con ella todo lo que necesitaría mejorar o perfeccionar para conseguir los ÉXTASIS necesarios.
Al salir, entró su prima. La esperó. Lily era genial en todo, no tardarían demasiado. Además tenía muy claro que quería ser medimaga.
Mientras esperaba volvió a pensar en qué iba a hacer. Aunque lo había hecho ya tantas veces en el último mes que era casi más una forma de matar el tiempo que una forma de encontrar una solución.
No podía decírselo a nadie, porque si lo hacía Sirius se enteraría antes o después. Y no le haría eso. Era feliz con Evy, eso era obvio, no necesitaba un hijo no deseado en su vida. Porque si se enteraba se haría cargo del bebé y de ella. Era de esa clase de hombres que no dejarían sola a la mujer, de los que cargarían con sus responsabilidades antes que ser felices.
Suspiró cuando la puerta del despacho se abría y aparecía su prima.
Lo tenía decidido, cuando pasasen los exámenes, desaparecería al menos un año. “Viajaría” por el mundo ella sola y se quedaría embarazada de un desconocido…o eso les diría a los demás cuando volviese.
Cuando regresaron a la sala común, James y Sirius seguían allí, no así Evy. Había subido a su habitación a darse una ducha para espabilarse. Remus y Tesa habían vuelto ya de la biblioteca, aunque seguían repasando la correcta formulación de los hechizos transmutadores y prestaron poca atención a nada más hasta que terminaron.
Se pusieron a jugar a las cartas, todos excepto Remus, que tendría que ir a hablar con la profesora en breve.
Para su sorpresa, cuando llegó estaba también el director Dumbledore.
Fue una reunión interesante en la que se habló de su licantropía y los problemas que le podía causar. El anciano mago fue franco, poca gente contrataría a un licántropo. Y si no lo decía y lo descubrían sería peor.
Le ofreció ponerle en contacto con alguien a quien no le importaría lo más mínimo, eso sí, debía sacar al menos cinco extraordinarios.
Era a la vez un reto y un alivio para Remus por lo qué aceptó.
Para cuando fue el turno de James el director ya no estaba, sí que había otro hombre en el despacho de la directora.
-John Haargrave, encantado.- le tendió la mano.
Intrigado, James la aceptó.
-¿Profesora? ¿No era ahora mi reunión?
-Si, Potter. Pero el señor Haargrave insiste en hablar con usted. Verá, tiene una oferta interesante. Pero primero hablemos de sus notas. En mi clase lo hace excelentemente, quizá deba aplicarse un poco más, pero no creo que tenga problemas para conseguir un “Extraordinario”.
Revisó unos papeles que tenía frente a ella.
-No se alegre tanto. En Herbología tiene que mejorar, así como en pociones, si pretende alcanzar la nota mínima “Supera las expectativas” con seguridad, según los informes está a caballo entre esa nota y la inferior, “Aceptabe”. En defensa contra las artes oscuras tampoco tendrá problemas para llegar al mínimo, como poco.
James asentía, lo que le estaba diciendo era lo que ya sospechaba. Y se temía lo que iba a continuación.
-Sin embargo el profesor Flitwick asegura que tiene que mejorar mucho si espera conseguirlo en Encantamientos. Ha fallado en varios exámenes, aunque normalmente consigue el aceptable.
-Lo sé profesora. Sigo queriendo entrar a la academia, debo mejorar en esas tres, sobre todo en Encantamientos.
-Bien pero, en caso de no conseguirlo, hay más carreras que puede tomar. Aun fallando en, por ejemplo, encantamientos sus notas serían muy buenas. Podría entrar en el ministerio. Prácticamente en cualquier departamento.
-No. Si fallase…me gustaría explorar tumbas y ruinas para Gringotts.
-Curioso, no es la primera persona que se interesa hoy en eso. Normalmente nadie quiere hacerlo, los duendes tienden a ser muy gruñones. En cualquier caso, no tendría problemas para lograrlo.
El hombre se aclaró la garganta, la profesora suspiró.
-El señor Haargrave, pese a que creo que no es el mejor momento, tiene una oferta para usted, Potter.
Sin más, comenzó a reorganizar sus papeles.
-James Potter, buscador de Gryffindor. Te he visto jugar. Trabajo para los Falmouth Falcons, como caza-talentos. Te queremos como buscador suplente, por ahora. Pero con tu talento no dudo que pronto serías el titular.
Sonrió cuando el chico parpadeó confuso.
-No tienes que responder ahora mismo. Tu profesora bien que ha insistido en que tus exámenes son lo primero. Pero, ya lo sabes. Estamos interesados en ti, si te interesa solo tienes que mandarme una lechuza y hablaremos del contrato, aunque claro, tendrías que superar unas pruebas bastante exigentes antes de nada.- le tendió una tarjeta.
-Vaya, no me lo esperaba. ¿Dice que me ha visto jugar? Creo recordar haberle visto en el partido contra Ravenclaw. Me temo que ese no fue mi mejor partido…- James se desordenó el pelo.
-¿Lo ve profesora? Atento a todos los detalles, como buen buscador. Chico, ese partido fue el mejor de tu carrera. No fue justo para el otro equipo me temo, el buscador no tenía posibilidades. Esa snitch era de nivel profesional.
-¿Por eso era tan rápida y…perdón profesora…cabrona?
-Exacto. Eres un buscador nato, chico. Con una escoba mejor y un entrenamiento más constante…serás imparable. Llegarás a la selección. ¡Seguro!
-Bueno, ya está bien de llenarle la cabeza de pájaros. Todo eso es muy posible, pero ahora debe centrarse en sus estudios y en nada más. Así no se cerrará puertas.
-Tiene razón profesora, toda la razón.
No obstante James vio cómo le guiñaba un ojo.
-Puede marcharse Potter.
-Gracias profesora.- se detuvo antes de cerrar la puerta. –Ehh...¿Profesora? ¿No me va a dar ninguna de esas deliciosas galletas que hace? Siempre que vengo aquí me da una.
McGonagall no pudo evitar sonreír, murmuró algo así como: “diablillo adorable”
-Claro, tenga una. Pero cuidado, parece que la mantequilla que he usado es más fuerte de lo normal.
-Lo tendré. Adiós profesora. Señor Haargrave.
Cerró la puerta.
Tras la marcha del caza-talentos de quidditch, la puerta se volvió a abrir en la que esperaba fuese la penúltima vez del día. Tesa Stone.
-Buenas tardes profesora.- saludó, educada.
-Siéntese por favor. En realidad, no tenemos mucho de que hablar si sigue interesada en lo mismo. ¿Es así?
-Si. Quiero ser periodista de investigación.
-Bien, no se requiere ninguna cualificación concreta. Eso sí, cuantas mejores notas tengas, más posibilidades de ser elegida, como en todo.
-Claro, profesora. Aunque…últimamente he estado pensando en entrar al ministerio. Al departamento de control y regulación de las criaturas mágicas.
La expresión de McGonagall se enterneció bastante.
-Por lo de Remus ¿No es así?
-Si…es...no es justo. Son personas. Quiero intentar mejorar la situación. Pero realmente no sé si puedo hacer algo o no. Y si no puedo, la verdad, no es un trabajo que me apasione.
-Lo entiendo. Stone…la situación es complicada. No tiene visos de mejorar y me temo que cierta mujer…Dolores Umbridge…no cejará en su odio contra los mestizos. Tiene bastante poder en el ministerio, al menor signo de amenaza a sus planes, te cambiará de departamento como poco. No obstante, si quieres intentarlo, tus notas bastan y sobran para el puesto, eso sí, de nuevo cuanto mejores, mejor.
-Gracias profesora.
-Cualquier duda, venga a verme. Buenas tardes.
Ya solo quedaba Alice Thomas.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Tras la charla con Remus, el director marchó a su despacho. Allí en la puerta se encontró con la señora Pomfrey, acompañada de una alumna. Marlene Mckinon.
-¿Ocurre algo Poppy?
-Si, Albus. Me temo que algo muy serio.
-De acuerdo, entremos.
Una vez estuvieron sentados, el director tras la mesa y enfermera y alumna en una cómoda silla cada una, le contaron lo que sucedía.
Era, sin duda, muy serio.
Las compañeras de cuarto de Marlene la habían llevado medio a rastras a la enfermería. Estaban preocupadas por ella desde hacía tiempo. Hablaba consigo misma…con el espejo…y una de las conversaciones que escucharon a escondidas trataba de “matarla a ella”. Esa mañana Marlene regresó de Hogsmeade con una bolsa. En la bolsa había una poción. Veneno.
Pensaron que tenían que llevarla a la enfermería porque eso se pasaba de raro ya.
La señora Pomfrey no sabía qué pensar al principio pero tras examinarla y sobre todo viendo las reacciones de Marlene que, a la vez, quería marcharse y no hacerlo.
De inmediato la llevó en busca del director mandando a las otras dos que volvieran a su casa.
-Hiciste bien Poppy.- Dumbledore parecía realmente furioso. Eso se intuía por la dureza de sus ojos y el leve fruncimiento de su ceño.
-Pensé que usted estaría más cualificado que yo para esto, Albus.
-Bien, me pondré a ello de inmediato. Por favor trae una poción restablecedora.
-Si señor.
Cuando la enfermera se marchó, Dumbledore explicó a Marlene lo que iba a hacer. Le pidió que no se resistiese, no podría impedirle nada pero le sería más desagradable.
Tras ello se puso en pie.
-¡Legeremens!
Tras revisar la mente de la alumna, encontró lo que buscaba. La confirmación a las sospechas de la señora Pomfrey.
Se trataba de una sensación de calma y una voz de mujer que susurraba la maldición imperius. Sin embargo, no se sabía quién. No se dejaba ver. La orden que le daba era demasiado parecida a los propios deseos de Marlene, no iba a ser tarea fácil separarla de sus verdaderos pensamientos.
¡Una alumna utilizando una maldición imperdonable en el colegio! Una maldición así estaba al alcance de muy pocos, sexto y séptimo nada más. Y mujeres, eso reducía la lista. Tenía a dos claras candidatas, una en concreto. Pero no tenía pruebas. Y no era el momento de pensar en eso.
Salió de la mente de Marlene, lo mejor era dejar a los profesionales. Se giró y habló a un cuadro.
-Dilys, por favor. Ve a San Mungo y avisa de que voy a ir con una paciente.
-Claro, director.
La mujer del cuadro desapareció saliendo por uno de los laterales.
Para cuando regresó, le estaban dando la poción restablecedora a Marlene, para eliminar su fatiga.
-Marlene, vamos a ir a San Mungo. Allí te explicaré qué ocurre, y avisaré a tus padres.
-¡No! No. A mis padres no. Ya soy mayor de edad, no hace falta. Mi madre solo montará un escándalo…
-De acuerdo, no se lo diré a nadie. Tranquila. Pero debes colaborar con los medimagos.
- Si, lo haré.
Cogiendo un puñado de polvos flu de una maceta junto a la chimenea, el director fue el primero en entrar al fuego. Marlene le siguió.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Bella seguía de mal humor pese a que había pasado una semana desde el regreso de las vacaciones. Tanto ella como Narcisa habían regresado a su casa por deseo de su madre. También Regulus, por lo que probablemente Walburga fuese quién lo ordenaba.
Fue una sorpresa cuando en el andén, se les dijo que irían a la mansión Malfoy.
-¿Dónde vamos?- preguntó Narcisa de pronto.
Si no lo hubiese hecho, Bella no se habría dado cuenta. Iba demasiado pensativa. Dividida entre lo guapo que se estaba poniendo su primo, y la expresión de Walburga. ¿Qué pretendería? Ella era la verdadera líder de los Black.
-A la mansión Malfoy.- respondió Druella.
Las caras de las hermanas cambiaron. La de Bella pasó a ser una sonrisa divertida y sin tapujos. Se imaginaba que iban a obligar a Narcisa a rehacer el compromiso. Cuando ella misma se enteró no supo cómo logró contenerse y no golpearla. Sin embargo, lo hizo. En cambio escribió a su madre para contárselo.
El rostro de la menor, era todo lo contrario. Una mueca de horror y miedo.
Sin embargo no pasó lo que esperaban. No del todo. El compromiso parecía totalmente reacordado, opinara lo que opinara Narcisa.
Lucius los recibió como todo un caballero, sus elfos se encargaron de los abrigos y los guiaron a un comedor exquisitamente decorado. Él tomó la mano de Bella y la besó galantemente, no así la de Narcisa. Las madres de ambas no entraron a la mansión. No dijeron por qué. Solo mencionaron que lo entenderían más tarde.
La rubia vio la sonrisa de su hermana y supo que esa noche se acostaría con el anfitrión, aunque fuese solo para burlarse de ella y su matrimonio concertado.
O quizá no, comprendió al entrar al comedor y ver que allí había bastante más gente de la que se pensaba. Un hombre pálido se levantó y abrió los brazos, como recibimiento. El jadeo de sorpresa de Bella sorprendió a su hermana. Más aún cuando ella casi corrió y se arrodilló ante el hombre. Él la hizo alzarse con una suave caricia en la mejilla.
-Arriba, Bella, mi más leal sierva.
Era chocante ver a su hermana inclinando la cabeza y acercándola más a la mano, como si se tratase de un perrillo en busca de cariño.
Lucius les indicó sus sitios a las mujeres y se hizo el silencio.
Narcisa no reconocía más que un par de rostros aparte de los de Snape y Barty Crouch, algunos alumnos de años anteriores al suyo. Bella en cambio si reconocía a muchos, aunque no a todos.
Yaxley, los Carrow, Dolohov, Karkarov y varios más. Y Astoria Shephire.
-Para quienes no me conozcáis, yo soy Lord Voldemort.
Todos habían escuchado rumores o leído el periódico de esa mañana pero cuando la magnética voz les explicó todo, lo mismo que decía El Profeta, si, pero todo parecía tener mucho más sentido y ser mucho más real
Les habló de la pureza de la sangre, de la necesidad de una purga, de un cambio. Y les habló de que tenía los medios para conseguirlo a su alcance. Pero les necesitaba, a todos ellos. A algunos no los conocía, admitió. Pero venían recomendados por sus padres, familiares, o amigos. Todo sonaba perfecto..
-Mis mortífagos, mostrad la marca. Mostrad lo que nos une como una gran familia, lo que nos destaca por la pureza de nuestra sangre.
Todos los aludidos levantaron, orgullosos, su brazo izquierdo y mostraron el antebrazo. Muchos de los presentes, sin embargo, no lo hicieron.
-Como veis, algunos portáis mi marca y otros aún no. Os ofrezco ahora la posibilidad de uniros a mí, a este ideal. De portar la marca tenebrosa. ¿Es un objetivo oscuro lo que perseguimos? No. Pero muchos lo verán así. Quitémosles la oportunidad de marcarnos como malvados, llamándonos tenebrosos a nosotros mismos.Pero antes, quiero que lo tengáis claro.
Con un gesto de varita una persona salió de un armario.
-Su nombre es Darío Bullstrode. Me ha traicionado. A todos, esta mañana fue al Profeta y contó todo lo que sabía sobre mí, mis mortífagos y mis intenciones. Nos traicionó…no se traiciona a la familia. ¡Cruccio!
Los gritos del hombre llenaron la sala. Pese a estar bastante gordo, se arqueaba y doblaba con una facilidad sorprendente, hasta que la maldición paró.
-Bella, querida…- con un gesto la invitó a continuar. Ella lo hizo sin dudar. Con un grito agudo e ilusionado.
-¡CRUCCIO!
Uno a uno, lo hicieron cada uno de los mortífagos presentes. En último lugar, Astoria. Bella lo sintió como una pequeña victoria. “Yo he sido la primera y esa Astoria ¡Puta! La última”
Finalmente, Voldemort volvió a hablar.
-No se me traiciona a mí. ¡Avada kedavra!
Ni uno solo de los nuevos rechazó portar la marca. Habían captado el mensaje de “estáis dentro aunque no lo queráis”
Tras la cena, que fue servida una vez todos recibieron su marca, Voldemort habló con varios de sus sirvientes. Tras cada charla, el o la mortifago se marchaba, sin duda a cumplir las órdenes.
Llamó a ambas hermanas a la vez para hablar con ellas.
-Narcisa, ha llegado a mis oídos una petición. Mi vieja amiga Walburga estaría muy complacida si te casaras con el apuesto Malfoy. ¿Por qué no la complaces?
Algo en ese hombre la aterraba. No podía mirarle al responder. ¿Dónde la había metido su madre?
-Mi señor yo…estoy embarazada de otro.
-Eso son detalles sin importancia. Estoy seguro de que a Lucius no le importará. Vamos, ve a hablar con él. No me cabe duda de que seréis capaces de arreglarlo.
La despachó con un gesto.
-Bellatrix, mi pequeña. Tengo un premio para ti.- indicó a alguien que se acercara.
No lo reconoció hasta que lo tuvo muy cerca, se trataba de un alumno varios años mayor que ella.
-Ya conoces a Rodolphus Lestrange ¿Cierto? Bien, me gustaría que os casarais, como ejemplo para la pureza de sangre. Black con Malfoy, Black con Lestrange. Me haría muy feliz.
Eso sentó a Bella como una patada en el estómago, sin embargo asintió y sonrió.
-Por supuesto, los deseos de mi señor son mis deseos.
Casarse ¡Ella…! ¡Y no con él! ¿¿Cómo iba a ser ahora la madre de su hijo??
Lo peor fue al girarse, desde casi la entrada al salón, y verlo acariciar el rostro de Astoria como solo a ella la acariciaba hasta ahora. Y ella se atrevió a rechazarlo, apartó la cara.
¡¡¡PUTA!!!
Estaba tan rabiosa que no le apetecía ni siquiera provocar a nadie. Acudió a la reunión con el profesor Slughorn pese a que no pretendía hacer nada después del colegio. Nada que no le mandase su señor, claro.
Más o menos eso le dijo al jefe de su casa, por suerte tenía la cabeza suficiente para no descargar su rabia, no del todo, contra el profesor.
-Estoy prometida…lo que haré será gastar el dinero de mi marido y abrirme de piernas cuando llegue a casa de trabajar. Quizá contrate a un jardinero guapo para tenerlo como amante. O un chico para la piscina, aún lo estoy dudando.
La dejó marcharse poco después de eso, desistiendo de intentar hacerla entrar en razón.
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Tesa estaba nerviosa. Llevaba casi un mes sin “hablar a solas” con Lucius, y se alegraba de ello –aunque el sexo con Remus fuese decepcionante- pero lo que había leído en la portada del periódico la semana anterior, todo eso de los mortífagos, el Señor Tenebroso, la pureza de sangre…y sobre todo un pequeño artículo en la tercera página que hablaba sobre un accidente de barco en el que habían muerto bastantes muggles y algunos magos, entre ellos los señores Malfoy, la hacían querer acercarse a consolarlo.
Sin embargo él no la había vuelto a llamar. Y no la miraba nunca, debía estar muy enfadado por haberlo plantado en Halloween. No quería forzarle su compañía. No debía necesitarla ya si no la llamaba.
Pero no podía dejarlo más ¡Sus padres habían muerto! Seguro que quería hablar aunque no la molestase.
Remus estaba en su reunión con la profesora McGonagall y ella había dicho a los demás que iba un momento a la biblioteca. Estaba ahora esperando cerca del despacho del profesor Slughorn ¿Habría pasado ya Lucius?
La puerta se abrió y fue Reginald Knox quien salió, por tanto a Lucius aún no le había tocado. La vio y se acercó a ella.
-Hola Tesa ¿Qué haces aquí?
Ya era bastante malo que la viera ahí…mejor no mentir del todo.
-Quería ver a Malfoy. He leído que sus padres han muerto en un accidente…es lo menos darle el pésame.
-¿Pese a lo que te ha hecho?
-Él…tenía sus motivos. No estuvo bien pero…es igual. ¿Sabes dónde está?
-Estará en la sala común de Slytherin. Si quieres le digo que lo buscas.
-Si, por favor. Dile que estaré en la biblioteca hasta la hora de cenar. Gracias.
-No hay de qué, Tesa.- sonrió. –Nos vemos.
-Hasta luego.
Marchó hacia la biblioteca mientras él iba hacia su sala común.
Su reunión había sido larga, pero más porque Slughorn hablaba mucho de todos sus conocidos y alumnos importantes, insistía en mostrarle las fotos…sin duda pretendía “captarlo” para su secta particular.
Sus notas eran muy buenas en todos los aspectos por lo que podría hacer prácticamente lo que quisiera. Quizá hasta entrar en la organización que se estaba formando desde hacía menos de un año: la G.A.I
O Grupo de Aurores Internacional, que sonaba considerablemente mejor que el acrónimo.
Esa era la excusa oficial por la que Reginald estaba estudiando en Hogwarts, para entrenar con Dumbledore y poder entrar a esa organización al terminar la escuela. En realidad, poder entrar a la academia de formación de aurores y nada más terminarla, entrar a la G.A.I
Contento de estar libre al fin de la insistencia de Slughorn, regresó a su sala común. Allí estaba Malfoy haciendo el paripé de prometido con Narcisa. Ella estaba tumbada con la cabeza en su regazo mientras él le acariciaba el pelo. Cada uno leía un libro.
Al rubio le faltó tiempo para levantarse y casi tirar al suelo a Narcisa cuando Reg le comentó lo de Tesa. Sin decir nada más, bajó hasta su habitación.
Quizá fue Bella la única que entendió el por qué.
Narcisa se marchó al suyo, enfurruñada por el ridículo que acababa de sufrir ¡Por una sangre sucia! Y encima le había hecho daño en el cuello.
Poco después, Lucius salía de la sala común convenientemente perfumado con lo que le quedaba de la poción de Bella. Se sentía poderoso cada vez que la zorra estúpida de Tesa Stone se le entregaba deseosa.
Por el camino se cruzó con Peevees, el cual se marchó a uno de los baños para practicar su sonrisa malvada. No podía ser que un alumno pareciera más malo que él.
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Para Sabrina y Blair también se acercaban los exámenes, pero no eran tan serios como los de sus amigos por lo que estaban muchísimo más relajadas. Estaban en el gran comedor jugando al ajedrez mágico. Lo hacían a menudo, pero en esa ocasión era al mejor de tres.
Iban uno a uno, y la tercera partida estaba siendo larga y compleja, se pensaban bastante los movimientos, las dos odiaban perder.
-Sabes, se me acaba de ocurrir una comparación…esos mortífagos y Voldemort…ya sabes, lo que hemos leído en el periódico estos días.- desde que supo quienes invocaban la calavera verdosa, los odiaba a muerte, y a su líder más aún –Son como un ejército de ajedrez. Voldemort es el rey y los mortífagos sus peones. Algunos de ellos deben ser más importantes que otros…esos serían sus torres y caballos. También sus alfiles y…¿Tendrá una reina?
Ambas pensaron por un momento en la madre de Lily, pero lo descartaron.
-Por otro lado, el ajedrez es cosa de dos. El otro ejército seríamos los vanir. Pero nosotros no somos más que peones y quizá alguna torre…los aesir son las piezas importantes. Lo que pasa es que no tenemos rey ni reina, por eso nos están masacrando…- Suspiró. -Sabri, lo siento. No tengo ganas de jugar más.
-No pasa nada.- sonrió Sabrina, comprensiva.
Mandó el tablero y las piezas a su cuarto con un gesto de varita, y pasó sobre la mesa para sentarse al lado de Blair. La abrazó haciendo que la pelirroja cabeza de la Slytherin descansase en su hombro.
-Tranquila, verás que ahora todo va a ir mejor…ahora el ministerio anda detrás de ellos. Y los vanir saben a lo que se enfrentan y están juntos. Y tú me tienes a mi así que no hay problema…
-Tonta…- sonrió Blair.
Alzó un poco la cabeza para besarla
-Si no estuvieras aquí me estaría volviendo loca. O habría ido a buscar a mi familia. Te quiero Sabrina.
Con esa frase, Blair se ganó un gran, gran beso.
No hacía falta que Sabrina respondiera con palabras, era obvio que la correspondía.
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-¿Medimaga? Vamos hija, sabes que puedes aspirar a mucho más. Tienes el potencial de ser una de las más grandes magas de tu época, sino la mejor. Lo llevas en la sangre.
Lily suspiró, no podía negar que los sueños con su pad…Voldemort eran reveladores. Aprendía cosas. Puntos de vista que no había contemplado. Detalles que había pasado por alto…
Pero esa noche quería descansar. Los exámenes estaban cerca. Y después de la reunión con la profesora se había pasado gran parte del día ayudando a James con encantamientos, y él a ella con transformaciones. Estaba agotada.
-¿Tenía que soñar hoy contigo? Estoy destrozada…y siempre estoy cansada por las mañanas últimamente.
En realidad, no siempre. Solo cuando “soñaba” con su padre.
-Hija, si estás soñando lo que estás soñando, será por algo. En el fondo no quieres ser medimaga, pero no quieres admitirlo.
-Es lo que siempre he querido…
-Pero “siempre” no has sabido que eras una aesir ¿No? Estás destinada a grandes cosas. Lo sabes, admítelo.
-¿Y por qué debería estar destinada a algo especial?
-Lo llevas en la sangre.
-Espero que el físico no sea genético…- no pudo evitar imaginarse pálida, sin nariz, con los ojos rojos…casi igual que su padre, pero con su melena pelirroja. Le dio un escalofrío.
-Niña…respóndeme ¿Qué diferencia hay entre los muggles y los magos?
-¿La magia?
-Exacto. ¿Y de dónde viene la magia?
-Oye…tengo exámenes dentro de poco, quiero dormir y descansar por la noche, no pensar más aún…
-Venga Lily, un pequeño esfuerzo.
-Ains…Nadie sabe de dónde viene la magia. Pero los primeros en tenerla fueron los aesir. Antes de cambiar cuando encontraron esa otra fuente de magia que los transformó.
-Exacto. Y de ellos descendemos todos los magos. Toda familia sangre pura desciende de ellos. Muchos se mezclaron con muggles…pero no tu. Eres perfecta.
-Eso no tiene que ver con la pureza de la sangre…- dudó Lily
-¿Seguro? ¿Quiénes son los mejores magos que conoces? Dumbledore, yo. O de tu edad. James Potter, Sirius Black, Bellatrix Black…sangre pura todos ellos. Reginald knox. Aesir.
-No creo que…
-Es la verdad. Debes aceptarla, Lily. Es tu destino.
Lily se despertó en su cama. Parpadeó confusa y bostezó. Giró orientando su cuerpo hacia el otro lado, para que la luz de la media luna, que había aparecido entre las nubes, no la molestara y siguió durmiendo.
-Que sueño más raro…- murmuró entre dientes, casi dormida de nuevo.
Pues no es tan caca como dices. Está bien. Han pasado cosas importantes.
Y escrito, está genial escrito ^^
¬¬
31· Fin de curso
A la mañana siguiente Lily se despertó de nuevo cansada. Se dio una ducha antes de bajar al comedor que la despejó un poco, pero no demasiado. A mitad de camino vio a James y se subió a su espalda.
-Llévame o moriré.
James sonrió aceptando la “carga” y ella se acomodó apoyando la barbilla en uno de los hombros de su novio.
-Hey, yo también quiero Sirius.- se quejó Evy un momento antes de saltarle a ala espalda.
-Jajaja como te aprovechas…- toda queja se evaporó cuando ella le mordió en el cuello, juguetona.
Tesa, que había llegado con Lily y Wyn, se acercó a Remus, pero simplemente le cogió la mano. Él la besó.
-Tenemos que buscarle pareja a Wyn.- soltó Evy de pronto.
-¿Qué? De eso nada…a mi dejadme tranquila que estoy bien como estoy.
-Pero eres la única que está sola.- señaló Sirius.
-Y es genial, nada de intercambio insalubre de saliva ni que soportar las manías de nadie.
Todos la miraron un poco extrañados. Aunque ¿Cómo la mirarían si supieran que nunca estaba realmente “sola”? Si supieran que estaba embarazada…sobre todo si lo supiera Sirius…No. No podía enterarse.
Iba tan distraída que casi encaja el pie en uno de los escalones falsos del final de la escalera que llegaba al comedor. Lo evitó en el último momento pero a cambio piso mal. No pudo contener el grito, por suerte fue tan precipitado que nadie pudo entender lo que se suponía que gritaba: “¡El bebé!” Iba de boca al suelo cuando unos brazos la atraparon.
No era ninguno de sus amigos pues los veía a todos delante, se habían girado y se notaba que Sirius y Remus habían intentado llegar a tiempo. James estaba demasiado lejos con una dormida Lily a su espalda.
Se trataba de Reg.
Cuando la dejó en el suelo, estuvo a punto de caerse otra vez. La volvió a coger.
-Me parece que te acabas de hacer un esguince. Vamos, te llevo a le enfermería.
Sin dar opción a que nadie se quejase, se marchó con Wyn en brazos.
Solo cuando estuvo seguro de que nadie les oía le preguntó:
-¿Él bebé?
Wyn lo miró asombrada Pero si nadie se había enterado…¿Cómo…?
-Oído aesir.- le susurró Reg.
Claro, lo había olvidado. De pronto abrió más los ojos.
-Entonces Lily…
-No, tranquila. Lily estaba dormida. Y los demás tienen mejor oído por ser animagos, si, pero solo si se concentran. Que no es el caso. No lo creo al menos.
Wyn siguió en silencio, no habló de nuevo hasta que la enfermera le curó el tobillo. Al parecer era un esguince un poco serio, por lo que además de cierto toque de varita, le puso un ungüento y se lo vendó.
Podía andar con normalidad, no le dolía nada, pero la señora Pomfrey insistió en que no se quitara las vendas hasta por la noche como pronto.
Al salir Wyn miró a Reginald.
-Gracias. Oye, lo que has escuchado…
-No quieres que nadie lo sepa y por eso no lo has dicho ¿No? Tranquila. Si necesitas ayuda para cualquier cosa…ni lo pienses y cuenta conmigo. O si quieres hablar…ser madre soltera es algo muy difícil. Y sobre todo debe dar mucho miedo.
-Reg…vaya, gracias. No me lo esperaba. Últimamente has sido tan…
-¿Capullo? Si…lo sé, no he dejado tranquila a Lily. Ella eligió y yo no lo acepté. Pero ya si…no tengo nada que hacer contra James, ya es más que obvio. Me di cuenta definitivamente hace una semana.
-Eso es genial. Lily te aprecia mucho ¿Sabes? Le gustará que podáis llevaros bien.
-Si…pero que deje de intentar ir a por ella no significa que James y yo nos miremos mejor.
-No creo que sea posible hasta dentro de un tiempo.- sonrió Wyn.
-¿De cuánto estás?
-De dos meses y medio. Al menos no se me notará demasiado hasta el quinto mes…pero el 15 de junio ya casi nos hemos ido de aquí…Por eso he vuelto a mis ropas anchas.
-Oye, ni se te ocurra comer menos o algo así para no engordar. Podría hacerle mal. Por cierto ¿Sabes lo que es un ginecólogo?
-Si claro. ¿Y cómo lo sabes tú?
-Mi madre me hizo estudiar un montón de cosas de muggles, cada vez se lo agradezco más. Aunque al principio lo odiaba. Bueno, la cosa. El próximo finde que vayamos a Hogsmeade, te voy a llevar a un ginecólogo.
-Pero no…
-Si, es lo mejor y lo sabes. Además será muggle por lo que nadie se enterará de nada.
Wyn suspiró admitiéndolo.
-Pero ni una palabra a nadie ¿Eh?- se aseguró.
-Ni una palabra.- confirmó Reginald.
Mientras ellos hablaban, el director Dumbledore daba unas noticias muy serias en el Gran Comedor, dónde estaban la mayoría de los alumnos.
-Ayer fue ingresada en San Mungo una alumna de este colegio. El motivo es que se encuentra bajo los efectos de la maldición imperius. No sé quién ha sido y si lo averiguo, que lo averiguaré, dicha persona acabará en Azkaban. Por el momento quedáis avisados todos. He hechizado cada aula pasillo y habitación de Hogwarts de forma que resultará imposible que se use ninguna de las maldiciones imperdonables sin que yo me entere de quién y cuándo.
Poca gente, y entre ellos ninguno de los alumnos, había visto a Dumbledore tan enfadado antes.
-Gracias por atenderme.- sin añadir nada más, se sentó para desayunar.
Mucha gente estaba preocupada ¡Maldiciones imperdonables en Hogwarts! No así Bella. A ella no le interesaba saber quién era el responsable o por qué lo habría hecho. Ni quién sería la alumna, lo sabía bien. Si la inquietaba un poco que el director decidiera empezar a husmear en sus asuntos más de la cuenta. Bastaba con que le viera la Marca Tenebrosa…
Lucius, Narcisa, Rosier, Snape…todos estaban igualmente preocupados. Bella no les había dicho nada pero ¿Quién sería tan osado como para hacer algo así en el colegio? Solo ella.
-Apuesto a que fue Bellatrix y no Malfoy.
-Estoy de acuerdo James.- asintió Sirius. –mi prima es…bueno, a falta de una palabra mejor,”Bellatrix”. Única en su especie. Desagradable, repelente, cruel…y chalada. No sé como es que hay gente que se mete en su cama. Si, es atractiva pero. No sé…no compensa el riesgo de que te clave un cuchillo o algo así…
-Amén.- se unió Remus, recordando el “garrazo” que le dio en la cara unos meses antes.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Tesa se sintió mal al ver a Lucius, le hizo volver a pensar en lo que ocurrió el día anterior. ¿Se lo diría a la gente? Y si lo hacía ¿Qué pensarían?
Estaba nerviosa, Remus lo notó.
-¿Qué pasa Tesa? ¿Estás bien?
-Si…es que…maldiciones imperdonables ¿Cómo pueden usarlas?
Le dio un beso en la mejilla a su novio antes de mirar su cuenco de cereales, pensativa.
No llevaba mucho rato esperando en la biblioteca cuando Lucius apareció. La sorprendió, en realidad pensaba que no iría.
-Hola ¿Cómo estás? Leí lo de tus padres… Siento no haber…
No pudo decir más, por que él la besó.
¡Qué beso! Se notaba muy excitada. Mucho más que la noche anterior con Remus.
Y cuando él metió su mano en el interior de su pantalón…a punto estuvo de derretirse.
Pero…seguía viendo la sonrisa de su Remus.
-Lucius…para por favor…
No parecía escucharla, o eso o la ignoraba completamente.
-Para… ¡Para!- Tesa no quería alzar demasiado la voz o la señora Pince se acercaría a investigar.
Cuando notó los dedos del prefecto encontrar el borde de su ropa interior, supo que solo tenía una oportunidad.
Apeló a su herencia de valkyria y se hizo intangible a la vez que invisible. Se apartó de allí lo más rápido que pudo, atravesando estanterías y personas por igual.
Al desaparecer, el prefecto se precipitó hacia delante, sorprendido, y se golpeó de cara contra la pared. Gracias a eso no vio que la varita de Tesa, al no poder hacerla intangible, caía al suelo desde su bolsillo.
Por suerte, rodó hasta terminar debajo de una de las estanterías.
Mientras Lucius trataba de entender que había pasado…y se quedaba con el calentón y las ganas de dominar a su “esclava” Tesa seguía flotando a toda velocidad hasta que llegó al baño de Myrtle. Allí se hizo corpórea en uno de los cubículos.
¡Estaba TAN excitada! Sentía la necesidad de masturbarse allí mismo, pero no quería hacerlo, era una sensación extraña.
Durante unos minutos lo pasó muy mal, pero el efecto afrodisíaco de la poción de Bella desaparecía con rapidez una vez dejabas de respirarla.
Cuando se calmó un poco, salió a echarse agua en uno de los lavabos. Y solo después de cierto tiempo se sintió relajada de nuevo.
Estaba muy enfadada con Lucius por volver a usar una poción con ella. ¡Todas las veces que se habían acostado! Esa excitación no podía ser otra cosa. Pero en ese momento tenía que dejar su enojo aparte, estaba más preocupada por lo que el rubio pudiera hacer con su varita, o a quién le diría lo que había pasado.
Podía decírselo a cualquiera. ¿Qué pensaría la gente? ¿La mirarían como a un bicho raro? Y su varita… ¿La rompería? ¿Se la entregaría delante de Remus con un comentario inapropiado?
Quería darse cabezazos contra la pared.
Por suerte cuando regresó a la biblioteca, sin esperanzas, y pronunció el hechizo “venite” su varita salto del hueco bajo la estantería a su mano.
En esos momentos, en el comedor, el Slytherin la ignoraba por completo. ¿Eso era bueno o malo?
Suspiró. Al menos había decidido una cosa. A la mierda Malfoy. No pensaba volver a consolarlo nunca, ni hablarle si podía evitarlo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
James y Lily se marcharon del comedor poco después, pretendían pasar toda la mañana cerca del lago practicando transformaciones y encantamientos, ayudando al otro ya que cada uno era muy bueno en uno de esos dos campos.
Remus y Tesa decidieron estudiar en la sala común, ella se puso con historia de la magia y él a repasar los conceptos de defensa contra las artes oscuras más complejos, pese a que los dominaba bien.
Al aula de pociones se fueron Sirius y Evy. A ambos les encantaba y aunque ella no tenía EXTASIS si tenía exámenes, no iría mal practicar aún más.
Wyn pasó la mañana con Reginald, en la biblioteca los dos estudiando aritmancia
El día era nublado pero sin embargo caluroso, lo bastante para que James se quitara el jersey al llegar al lago y se quedara solo con la camisa.
Durante un buen rato practicó encantamientos parecidos, de la misma “familia” pero con una dificultad cada ver mayor. Cuando se cansó empezaron a trabajar con las transformaciones de Lily.
A media mañana ya estaban bastante hartos de practicar y se limitaban a tomar el poco sol que se colaba entre las nubes, tumbado él con la cabeza en el regazo de ella, que le pasaba una mano por el pelo, lentamente, pero sin parar.
-Sabes Lily, quiero hacer los ÉXTASIS. Siempre he querido ser auror. Además le prometí a Marlene que atraparía a quienes atacaron a los McKin. Pero… es que nunca había considerado seriamente lo de ser jugador profesional.
-¿Y cómo es eso?
-No sé. No me veo tan bueno.
-Venga ya, no seas modesto. Siempre has vencido a los demás buscadores.
-Si bueno, pero que sea mejor que ellos no quiere decir que sea lo bastante bueno. Quiero decir, ahora que sé que puedo atrapar una switch profesional, la verdad, veo que la posibilidad es real. Aún así… la atrape casi matándome.
-James, entrenarás más, tendrás una escoba mucho mejor. Sabes que lo conseguirás. Y no solo tú, lo sabe todo el que te ha visto, incluido un ojeador profesional. Dime que es lo que de verdad te preocupa.
Le dio un golpecito en la nariz, como regañándolo por mentir.
El sonrió, cogió su mano y la besó en los nudillos.
-Pues… es que no sé qué quieres tú.
Lo miró extrañada.
-Que seas feliz, claro.
-Lo sé, lo sé. Pero quiero decir que, partiendo de la base de que probablemente seré feliz con uno u otro trabajo ¿Cuál preferirías?
-Pues la verdad es que he pensado un poco en eso. A ver, ser auror es algo más o menos tranquilo…hasta que deja de serlo, momento en que se vuelve MUY peligroso. Cada vez que te fueses tendría miedo de saber si volverías o no.
James se incorporó, mirándola serio.
-Es cierto. Así pues…quidditch.
-Espera, no he terminado. Por el otro lado tenemos algo que no es tan peligroso como, en ocasiones, ser auror. Pero que siempre tiene peligro. El quidditch no deja de ser volar a toda pastilla a quince metros del suelo entre trece personas más, siete de las cuales intentarán tirarte, además de dos bolas de hierro asesinas. Eso sin contar que puedas hacer alguna locura como la del partido contra Ravenclaw.
-Te prometo que no haré eso nunca más.- se desordenó el pelo con una mano mientras sonreía.
-Además, como auror no, pero como jugador profesional… si eres bueno, y lo eres mucho, no tardarás en hacerte famoso. Muy famoso. Eso puede ser una pesadilla ¿Te imaginas a cinco o seis Skeeters persiguiéndonos?
-Pues tienes razón…- calló ante el gesto de Lily de que no había terminado.
-En cambio trabajando para el ministerio, quizá tengamos que acudir a fiestas con el ministro y toda esa gente estirada… eso puede ser hasta peor. Así que, James, elijas lo que elijas será horrible. –rió- pero te apoyaré siempre.
-No sabes cómo te quiero, pelirroja. Piensas en todo antes de que lo haga yo, y seguro que tienes razón.
-¿Lo dudas?- rió de nuevo cuando el la derribó, rodaron un par de metros. Él acabó encima, se acercó lentamente y se dieron un beso realmente intenso.
Se sentían realmente conectados, casi como si pudiesen verlo todo desde la perspectiva del otro. En cierta manera era así, gracias al anillo. Los unía a unos niveles que pocas parejas podían igualar.
No practicaron más magia en toda la mañana.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Antes de la hora de comer ya lo había decidido, se marchaba de Hogwarts. Estaba segura de que el director no le había quitado ojo durante todo el desayuno.
Pero lo que la había puesto sobre aviso era ver al director por los pasillos de Hogwarts ¿Cuándo se lo veía fuera de su despacho? Solo a las horas de las comidas, rara vez más. Y ella ya se lo había cruzado en dos ocasiones esa mañana.
Lo sabía, estaba segura. Pero no tenía pruebas… ¿Trataba de ponerla nerviosa y que cometiera alguna estupidez?
Bella paseaba de un lado a otro de la habitación de Reginald, que en los últimos meses había pasado a ser la suya también, como si se tratase de una fiera enjaulada. Estaba nerviosa.
Tenía que marcharse del castillo. Pero quizá esa era exactamente una de las tonterías que esperaba Dumbledore.
Sin embargo si se le acababa la paciencia, no tenía más que ir a buscarla a su habitación y no tendría escapatoria. No podía contar con vencerlo en un duelo.
-Lo que no puedo es quedarme aquí. ¡Narcisa!- con un gesto de varita envió un patronus en busca de su hermana.
Era curioso, cada vez le costaba más invocarlos y resultaban más débiles. Apartó esa tontería de su mente y apuntó a diversas partes de la habitación.
-Bauleo.
Ya tenía el baúl preparado cuando su hermana llamó a la puerta y entró.
-¿Qué quieres Bella?
-Me voy del colegio.
-¿Qué?- la hermana menor abrió los ojos de par en par. –Pero ¿Y eso?
-La del imperius fui yo, ya te lo imaginabas. Dumbledore lo sabe, pero no tiene pruebas. Si me quedo, antes o después las tendrá. Y también descubriría cosas del Señor Tenebroso. No lo permitiré. Debo marcharme mientras tenga la oportunidad de hacerlo.
-Pero Bella ¿Qué dirá madre? ¿Y la tía Walburga?
-Lo comprenderán. Saben lo que es más importante. Escúchame. Practica oclumancia, lo mejor que puedas. Dumbledore hablará contigo cuando yo desaparezca, estoy segura. No te forzará a nada, es demasiado blando, aun así lo mejor es ponerle todas las dificultades posibles.
-Bella…- sorprendiendo a su hermana tanto como a sí misma, Narcisa le dio un abrazo. Corto y rápido, pero un abrazo. –Te echaré de menos.
Ninguna de las dos terminaba de entender el porqué de ese abrazo, no obstante había cosas más importantes en las que pensar.
-Me voy hermana.
Sin más cogió el asa de su baúl tras hacerlo flotar con un encantamiento y se marchó.
Narcisa tenía miedo por su hermana, pero más por sí misma. Era muy posible que al marcharse confirmara las sospechas de Dumbledore y este la mandase llamar. Ella no aguantaría si el viejo decidía entrar en su mente o forzarla. Se enteraría de muchas cosas malas para ella y para la familia. Vería la marca.
Todo culpa de Bella y su imperius, se empezó a arrepentir de haberle dado ese abrazo. Sin más, se marchó de esa habitación. Sería mejor decírselo a Lucius para que también se preparase, por si acaso.
Fue una suerte para Bella que fuese casi la hora de comer. Había mucha gente en el hall de entrada. Si hubiese estado sola con el director, difícilmente habría logrado escapar.
Al bajar las escaleras que quedaban enfrente de las puertas principales del castillo. Allí estaba él, de espaldas y mirando al cielo. En cuanto Bella lo vio, como si sintiera la mirada, se giró para mirarla.
Y comenzó a acercarse sin perder el contacto ocular. Quizá fue un acto de simple desafío por parte de la muchacha pero no apartó la mirada. Sorprendió al profesor no poder ver sus pensamientos superficiales. Demostraba un buen dominio de la oclumancia. ¿Quién sino él podía haberla entrenado? Sus dudas desaparecieron. Sacó su varita.
Había bastantes alumnos entre ambos, por suerte para Bella.
La muchacha arrojó su baúl, que con su peso disminuido por el encantamiento levitador voló hasta estar sobre los alumnos. No se lo pensó antes de golpearlo con una maldición.
-¡Fiendfire!
El objeto estalló en llamas, y volaron distintas ropas y objetos contados en él, también en llamas. Llamas vivas que atacaban a todo.
Ninguno de los alumnos fue dañado, gracias a un encantamiento del director que les impedía quemarse. No así las cortinas y alfombras. No era nada que el viejo mago no pudiese deshacer no obstante debería tratar con cada “monstruo de llamas”, serpientes gigantescas la mayoría, por separado.
El que protegiese a los alumnos dio a Bella la oportunidad que necesitaba. No pensaba desaprovecharla.
Sin pensárselo lanzó otro hechizo igual que el anterior, esta vez directamente contra la alfombra. Simplemente quería entretener lo máximo posible al director.
Era el momento de ver hasta que punto había logrado controlar el más complicado hechizo que le enseñó su señor.
-¡Tenebris umbra!
Mientras decía las palabras realizó un complicado giro de muñeca que hizo que su varita la tocara primero a ella en el pecho y después apuntara hacia delante. Saltó.
Al hacerlo su figura se transformó en una columna de nubes o vapor totalmente negro. Pudo moverse mucho más rápido de lo que lo hacía normalmente. Gracias a eso atravesó la ventana que se encontraba varios metros por encima de las escaleras justo antes de que Dumbledore la congelara.
Bella cayó al césped de los terrenos uno diez metros alejada de los muros.
El conjuro requería demasiada concentración para mantenerlo más tiempo, era superior a ella, por el momento. Había visto al señor tenebroso volar usándolo, sin problemas. Lo conseguiría, pero en otro momento.
Corrió hacia las puertas de los terrenos lo más rápido que pudo, “voló” con esa forma sombría en dos ocasiones más. Aunque más que volar parecía que saltase una gran distancia por la falta de dominio.
Cuando logró atravesar la verja, con los dos cerdos alados de piedra como vigilantes no pudo reprimir una carcajada feliz. ¡Había burlado a Dumbledore!
Si, había incendiado a posta tapices y alfombras, y roto una ventana. Y podría haber hecho bastante daño a algunos alumnos… Pero si el director presentaba cargos no pasarían de ser menores. Una multa y poco más. Después de todo hasta el dos de mayo aún era menor de Edad.
Rió de nuevo.
Se desapareció.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
James y Lily continuaban junto al lago pero se habían movido hasta estar pegados a la pared del castillo para tener un poco de sombra. Cuando tras cierto revuelo en el interior de los muros, una sombra salió de pronto por la ventana que había sobre ellos.
Les llovieron cristales aunque James, justo a tiempo de evitar los más grandes, conjuró un protego. Los dos vieron a Bella surgir de esa sombra. En realidad, era esa sombra. Y salir corriendo hacia las puertas de los terrenos.
-¿Qué está pasando aquí?- murmuró el merodeador. –Eso no es normal ¿Deberíamos atraparla?
De inmediato relacionó ideas. -¡La imperius! ¡Ella es la culpable y por eso huye! Lily vamos, tu puedes alcanzarla.
Hizo el intento de echar a correr, pero se detuvo al ver que Lily no lo hacía.
-¿Lily?
La miró bien y notó la tensión en la pelirroja. Los hombros super tensos, la mandíbula apretada. Y lo más revelador, se tapaba la boca y la nariz con las manos.
-¿Qué ocurre Lily?
Ella abrió los ojos y lo miró un instante, pero apartó la mirada al momento, volvió a cerrar los ojos.
Intrigado, James se miró a sí mismo y descubrió que ocurría. Tenía un corte bastante profundo en el antebrazo izquierdo. No se había dado cuenta, pero sangraba bastante.
-Ostras…
Con un toque de varita transformó una piedra en vendas limpias y paró la hemorragia.
-Creo que ya puedes relajarte. Iré a la enfermería.
Echó una mirada por encima del hombro, ya no podían atrapar a Bella.
-No tienes que venir si así te sientes más cómoda.
Ella le devolvió la mirada, se la notaba angustiada. Y no por sentir la sed, si no por no poder acompañarle.
-No pasa nada Lily.- sonrió. –Ya me lo cobraré. –Le guiñó.
Se separaron.
El director ya lo había apagado todo, se lo veía más decepcionado que enfadado. Se marchó a su despacho tras asegurarse de que no había heridos. Fue la profesora McGonagall la que con un par de gestos arregló los tapices y alfombras.
Ya en su despacho, Dumbledore se sentó en su sillón.
-Mortífagos en Hogwarts. ¿Cuántos más habrá?
Suspiró, cansado.
La historia de la fuga de Bellatrix Black corrió como la pólvora. No se tardó demasiado en relacionarla con la desaparición de Marlene. Ella había sido quién le lanzó la imperius, estaba claro.
Cuando James y Lily llegaron a esa conclusión, decidieron ir a verla en cuanto pudiesen ir a San Mungo.
Lo hicieron el siguiente fin de semana de Hogsmeade, el mismo en el que Reginald y Wyn fueron al ginecólogo.
Quizá fue mala idea, Marlene se puso muy nerviosa al verlos a los dos juntos. A la vez que muy contenta. Pero un momento estaba abrazando a James y contándole lo aburrida que estaba en el hospital, y al siguiente intentó sacarle los ojos a Lily.
Aún necesitaba más tiempo para recuperarse.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Finalmente llegaron los exámenes con todo el mundo cada vez más agobiado y concentrado. En el caso de Wyn, ni siquiera salía de su habitación excepto para las comidas. Alegaba que con la mesa que se había puesto en el balcón se concentraba mejor allí.
James y Lily habían mejorado mucho en lo que el otro les ayudaba, igual que Tesa, que tras ver que Malfoy no decía nada olvidó el tema y se concentró al cien por cien en meter datos históricos en su cabeza.
Remus y Sirius se pasaban todo el día haciéndose preguntas por sorpresa. A lo mejor, sin venir a cuento mientras comían uno le soltaba al otro “¿Ingredientes para el filtro de los muertos?” o “¿Cómo es el gesto para transmutar lo inorgánico en orgánico?” Siempre estudiaban así.
Pese al estrés de la época, o quizá precisamente gracias a él, los merodeadores volvieron a las andadas. Comenzaron a gastar bromas como no lo hacían desde meses antes. No fue hasta que faltó tan solo una semana que ellos también empezaron a parecer algo angustiados y las bromas cesaron. Fue aún más duro por la luna llena, que resultó ser tres días antes del primer examen. Remus estuvo insufrible.
Fue una semana agotadora para los de séptimo. Pero cuando terminó todos estaban bastante contentos. El último examen había sido el de herbología.
-Creo que lo he bordado…pero me da igual. ¡Ya se terminaron! Dios que bien sienta…- James se dejó caer en la hierba.
-Y joder que calor hace…estoy asada. – suspiró Wyn. –Y que nadie me diga que es por la ropa. Ya lo sé. Pero además hace muchísimo calor.
-Ya lo creo. Estudiar con este calor…en el de historia de la magia creí que me desmayaba o algo.- se quejó Sirius.
-No hacía tanto calor, si fue temprano.
-Tesa, cariño, no sé qué daba más calor si el ambiente, o tu forma de escribir. En serio, pensé que tu hoja echaría a arder. ¿Cuánto escribiste?- Remus la atrajo para mirarle la mano en busca de lesiones por tanto escribir.
-Tuve que pedir un rollo extra.- Tesa apartó la mano sin ver la gracia a la broma- ¿Qué? No me miréis así, me la he preparado bien. Si voy a ser periodista tendré que saber historia ¿No? Qué menos que estar informada.- no era su verdadera razón, no del todo. En la historia de la magia también se trataban muchos temas sobre híbridos, eso era lo que de verdad quería aprender.
-Pues no me pareció que a Rita Skeeter le interesase mucho ese examen.- fue Lily la que habló, sentándose junto a James.
-La verdad es que parecía más interesada en sus uñas que en otra cosa.- coincidió Evy. –El otro día quiero decir. La vi “estudiando” en la biblioteca.
Desde el castillo se acercaban Blair y Sabrina, ella con un una bolsa en una mano.
-Chicos y chicas- anunció la menor de los Potter -¿Verdad que hace calor? Sí, lo sé. Por eso me he tomado la libertad de entrar a vuestras habitaciones y cogeros bañadores. Así que…- Blair y ella hicieron un gesto con sus varitas y apareció una carpa. –¡Todo el mundo a cambiarse!
Entró agitando la bolsa de los bañadores.
-¡Genial!- Sirius y James estuvieron de pie al momento.
Todos los demás asintieron, conformes. Excepto Wyn.
Ni de coña podría disimular nada si se ponía un bikini. ¿Pero cómo salía del apuro?
Reginald la salvó. Se percató del apuro de Wyn y le ofreció una salida. Aunque probablemente hiciese que sus amigos pensasen ciertas cosas que no eran ciertas…no les importaría a ninguno de los dos.
-Yo no tengo muchas ganas de bañarme la verdad. Creo que voy a ir a repasar mis respuestas de aritmancia. –miró fugazmente a la futura madre, ofreciéndole la salida.
-Pues ahora que lo dices. Yo también. No estoy nada segura de haber hecho bien la tercera…¿Voy contigo vale?
-Claro, sin problemas. Dos cabezas mejor que una.- Ambos se fueron.
James miró a Sirius.
-¿Están locos? ¿Estudiar DESPUÉS de los exámenes?
-Locos del todo. Creo que ese Slytherin es mala influencia para nuestra Wyn.
-Venga ya… ¿Sois tontos?- fue Blair quién habló. -¿O ciegos? Es una excusa para estar a solas… ¿Desde cuándo están liados? Tesa…enterarte de los rumores siempre lo hacías tú…me has fallado.- se llevó una mano al pecho, fingiendo dolor.
-Lo siento…he estado muy liada estudiando. Pues la verdad, me alegro por ellos. Ella estaba muy sola…ya sabes, todos somos pareja aquí. Y a ver si así se le quita a Reg la tontería con Lily.
-Hace más de un mes que no hace nada de eso.- lo defendió Lily. –Creo que ya lo superó.
-Si, por eso está con Wyn. Porque “no os parecéis nada de nada”.- refunfuñó James.
-No creo que sea por eso. Reg no parece tan superficial. Aunque claro, es Slytherin…
-¡Oye!- Blair le dio un pellizco en el costado. –Los Slytherin somos los mejores.
Las otras siete personas presentes, Gryffindor todas, se miraron y sonrieron. Blair lo notó y comenzó a huir hacia el lago.
-¡A por la serpiente!- gritaron los demás.
a ver que tal T^T
31· Fin de curso
A la mañana siguiente Lily se despertó de nuevo cansada. Se dio una ducha antes de bajar al comedor que la despejó un poco, pero no demasiado. A mitad de camino vio a James y se subió a su espalda.
-Llévame o moriré.
James sonrió aceptando la “carga” y ella se acomodó apoyando la barbilla en uno de los hombros de su novio.
-Hey, yo también quiero Sirius.- se quejó Evy un momento antes de saltarle a la espalda.
-Jajaja como te aprovechas…- toda queja se evaporó cuando ella le mordió en el cuello, juguetona.
Tesa, que había llegado con Lily y Wyn, se acercó a Remus, pero simplemente le cogió la mano. Él la besó.
-Tenemos que buscarle pareja a Wyn.- soltó Evy de pronto.
-¿Qué? De eso nada…a mi dejadme tranquila que estoy bien como estoy.
-Pero eres la única que está sola.- señaló Sirius.
-Y es genial, nada de intercambio insalubre de saliva ni que soportar las manías de nadie.
Todos la miraron un poco extrañados. Aunque ¿Cómo la mirarían si supieran que nunca estaba realmente “sola”? Si supieran que estaba embarazada…sobre todo si lo supiera Sirius…No. No podía enterarse.
Iba tan distraída que casi encaja el pie en uno de los escalones falsos del final de la escalera que llegaba al comedor. Lo evitó en el último momento pero a cambio pisó mal. No pudo contener el grito, por suerte fue tan precipitado que nadie pudo entender lo que se suponía que gritaba: “¡El bebé!” Iba de boca al suelo cuando unos brazos la atraparon.
No era ninguno de sus amigos pues los veía a todos delante, se habían girado y se notaba que Sirius y Remus habían intentado llegar a tiempo. James estaba demasiado lejos con una dormida Lily a su espalda.
Se trataba de Reg.
Cuando la dejó en el suelo, estuvo a punto de caerse otra vez. La volvió a coger.
-Me parece que te acabas de hacer un esguince. Vamos, te llevo a la enfermería.
Sin dar opción a que nadie se quejase, se marchó con Wyn en brazos.
Solo cuando estuvo seguro de que nadie les oía le preguntó:
-¿El bebé?
Wyn lo miró asombrada. Pero si nadie se había enterado…¿Cómo…?
-Oído aesir.- le susurró Reg.
Claro, lo había olvidado. De pronto abrió más los ojos.
-Entonces Lily…
-No, tranquila. Lily estaba dormida. Y los demás tienen mejor oído por ser animagos, si, pero solo si se concentran. Que no es el caso. No lo creo al menos.
Wyn siguió en silencio, no habló de nuevo hasta que la enfermera le curó el tobillo. Al parecer era un esguince un poco serio, por lo que además de cierto toque de varita, le puso un ungüento y se lo vendó.
Podía andar con normalidad, no le dolía nada, pero la señora Pomfrey insistió en que no se quitara las vendas hasta por la noche como pronto.
Al salir Wyn miró a Reginald.
-Gracias. Oye, lo que has escuchado…
-No quieres que nadie lo sepa y por eso no lo has dicho ¿No? Tranquila. Si necesitas ayuda para cualquier cosa…ni lo pienses y cuenta conmigo. O si quieres hablar…ser madre soltera es algo muy difícil. Y sobre todo debe dar mucho miedo.
-Reg…vaya, gracias. No me lo esperaba. Últimamente has sido tan…
-¿Capullo? Si…lo sé, no he dejado tranquila a Lily. Ella eligió y yo no lo acepté. Pero ya si…no tengo nada que hacer contra James, es más que obvio. Me di cuenta definitivamente hace una semana.
-Eso es genial. Lily te aprecia mucho ¿Sabes? Le gustará que podáis llevaros bien.
-Si…pero que deje de intentar ir a por ella no significa que James y yo nos miremos mejor.
-No creo que sea posible hasta dentro de un tiempo.- sonrió Wyn.
-¿De cuánto estás?
-De dos meses y medio. Al menos no se me notará demasiado hasta el quinto mes…pero el 15 de junio ya casi nos hemos ido de aquí…Por eso he vuelto a mis ropas anchas.
-Oye, ni se te ocurra comer menos o algo así para no engordar. Podría hacerle mal. Por cierto ¿Sabes lo que es un ginecólogo?
-Si claro. ¿Y cómo lo sabes tú?
-Mi madre me hizo estudiar un montón de cosas de muggles, cada vez se lo agradezco más. Aunque al principio lo odiaba. Bueno, la cosa. El próximo finde que vayamos a Hogsmeade, te voy a llevar a un ginecólogo.
-Pero no…
-Si, es lo mejor y lo sabes. Además será muggle por lo que nadie se enterará de nada.
Wyn suspiró admitiéndolo.
-Pero ni una palabra a nadie ¿Eh?- se aseguró.
-Ni una palabra.- confirmó Reginald.
Mientras ellos hablaban, el director Dumbledore daba unas noticias muy serias en el Gran Comedor, donde estaban la mayoría de los alumnos.
-Ayer fue ingresada en San Mungo una alumna de este colegio. El motivo es que se encuentra bajo los efectos de la maldición imperius. No sé quién ha sido y si lo averiguo, que lo averiguaré, dicha persona acabará en Azkaban. Por el momento quedáis avisados todos. He hechizado cada aula, pasillo y habitación de Hogwarts de forma que resultará imposible que se use ninguna de las maldiciones imperdonables sin que yo me entere de quién y cuándo.
Poca gente, y entre ellos ninguno de los alumnos, había visto a Dumbledore tan enfadado antes.
-Gracias por atenderme.- sin añadir nada más, se sentó para desayunar.
Mucha gente estaba preocupada ¡Maldiciones imperdonables en Hogwarts! No así Bella. A ella no le interesaba saber quién era el responsable o por qué lo habría hecho. Ni quién sería la alumna, lo sabía bien. Si la inquietaba un poco que el director decidiera empezar a husmear en sus asuntos más de la cuenta. Bastaba con que le viera la Marca Tenebrosa…
Lucius, Narcisa, Rosier, Snape…todos estaban igualmente preocupados. Bella no les había dicho nada pero ¿Quién sería tan osado como para hacer algo así en el colegio? Solo ella.
-Apuesto a que fue Bellatrix y no Malfoy.
-Estoy de acuerdo James.- asintió Sirius. –mi prima es…bueno, a falta de una palabra mejor,”Bellatrix”. Única en su especie. Desagradable, repelente, cruel…y chalada. No sé como es que hay gente que se mete en su cama. Si, es atractiva pero. No sé…no compensa el riesgo de que te clave un cuchillo o algo así…
-Amén.- se unió Remus, recordando el “garrazo” que le dio en la cara unos meses antes.
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Tesa se sintió mal al ver a Lucius, le hizo volver a pensar en lo que ocurrió el día anterior. ¿Se lo diría a la gente? Y si lo hacía ¿Qué pensarían?
Estaba nerviosa, Remus lo notó.
-¿Qué pasa Tesa? ¿Estás bien?
-Si…es que…maldiciones imperdonables ¿Cómo pueden usarlas?
Le dio un beso en la mejilla a su novio antes de mirar su cuenco de cereales, pensativa.
No llevaba mucho rato esperando en la biblioteca cuando Lucius apareció. La sorprendió, en realidad pensaba que no iría.
-Hola ¿Cómo estás? Leí lo de tus padres… Siento no haber…
No pudo decir más, por que él la besó.
¡Qué beso! Se notaba muy excitada. Mucho más que la noche anterior con Remus.
Y cuando él metió su mano en el interior de su pantalón…a punto estuvo de derretirse.
Pero…seguía viendo la sonrisa de su Remus.
-Lucius…para por favor…
No parecía escucharla, o eso o la ignoraba completamente.
-Para… ¡Para!- Tesa no quería alzar demasiado la voz o la señora Pince se acercaría a investigar.
Cuando notó los dedos del prefecto encontrar el borde de su ropa interior, supo que solo tenía una oportunidad.
Apeló a su herencia de valkyria y se hizo intangible a la vez que invisible. Se apartó de allí lo más rápido que pudo, atravesando estanterías y personas por igual.
Al desaparecer, el prefecto se precipitó hacia delante, sorprendido, y se golpeó de cara contra la pared. Gracias a eso no vio que la varita de Tesa, al no poder hacerla intangible, caía al suelo desde su bolsillo.
Por suerte, rodó hasta terminar debajo de una de las estanterías.
Mientras Lucius trataba de entender qué había pasado…y se quedaba con el calentón y las ganas de dominar a su “esclava”, Tesa seguía flotando a toda velocidad hasta que llegó al baño de Myrtle. Allí se hizo corpórea en uno de los cubículos.
¡Estaba TAN excitada! Sentía la necesidad de masturbarse allí mismo, pero no quería hacerlo, era una sensación extraña.
Durante unos minutos lo pasó muy mal, pero el efecto afrodisíaco de la poción de Bella desaparecía con rapidez una vez dejabas de respirarla.
Cuando se calmó un poco, salió a echarse agua en uno de los lavabos. Y solo después de cierto tiempo se sintió relajada de nuevo.
Estaba muy enfadada con Lucius por volver a usar una poción con ella. ¡Todas las veces que se habían acostado! Esa excitación no podía ser otra cosa. Pero en ese momento tenía que dejar su enojo aparte, estaba más preocupada por lo que el rubio pudiera hacer con su varita, o a quién le diría lo que había pasado.
Podía decírselo a cualquiera. ¿Qué pensaría la gente? ¿La mirarían como a un bicho raro? Y su varita… ¿La rompería? ¿Se la entregaría delante de Remus con un comentario inapropiado?
Quería darse cabezazos contra la pared.
Por suerte cuando regresó a la biblioteca, sin esperanzas, y pronunció el hechizo “venite” su varita saltó del hueco bajo la estantería a su mano.
En esos momentos, en el comedor, el Slytherin la ignoraba por completo. ¿Eso era bueno o malo?
Suspiró. Al menos había decidido una cosa. A la mierda Malfoy. No pensaba volver a consolarlo nunca, ni hablarle si podía evitarlo.
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James y Lily se marcharon del comedor poco después, pretendían pasar toda la mañana cerca del lago practicando Transformaciones y Encantamientos, ayudando al otro ya que cada uno era muy bueno en uno de esos dos campos.
Remus y Tesa decidieron estudiar en la sala común, ella se puso con historia de la magia y él a repasar los conceptos de defensa contra las artes oscuras más complejos, pese a que los dominaba bien.
Al aula de pociones se fueron Sirius y Evy. A ambos les encantaba y aunque ella no tenía EXTASIS sí tenía exámenes, no iría mal practicar aún más.
Wyn pasó la mañana con Reginald, en la biblioteca los dos estudiando Aritmancia.
El día era nublado pero sin embargo caluroso, lo bastante para que James se quitara el jersey al llegar al lago y se quedara solo con la camisa.
Durante un buen rato practicó encantamientos parecidos, de la misma “familia” pero con una dificultad cada ver mayor. Cuando se cansó empezaron a trabajar con las transformaciones de Lily.
A media mañana ya estaban bastante hartos de practicar y se limitaban a tomar el poco sol que se colaba entre las nubes, tumbado él con la cabeza en el regazo de ella, que le pasaba una mano por el pelo, lentamente, pero sin parar.
-Sabes Lily, quiero hacer los ÉXTASIS. Siempre he querido ser auror. Además le prometí a Marlene que atraparía a quienes atacaron a los McKin. Pero… es que nunca había considerado seriamente lo de ser jugador profesional.
-¿Y cómo es eso?
-No sé. No me veo tan bueno.
-Venga ya, no seas modesto. Siempre has vencido a los demás buscadores.
-Si bueno, pero que sea mejor que ellos no quiere decir que sea lo bastante bueno. Quiero decir, ahora que sé que puedo atrapar una snitch profesional, la verdad, veo que la posibilidad es real. Aún así… la atrapé casi matándome.
-James, entrenarás más, tendrás una escoba mucho mejor. Sabes que lo conseguirás. Y no solo tú, lo sabe todo el que te ha visto, incluido un ojeador profesional. Dime qué es lo que de verdad te preocupa.
Le dio un golpecito en la nariz, como regañándolo por mentir.
Él sonrió, cogió su mano y la besó en los nudillos.
-Pues… es que no sé qué quieres tú.
Lo miró extrañada.
-Que seas feliz, claro.
-Lo sé, lo sé. Pero quiero decir que, partiendo de la base de que probablemente seré feliz con uno u otro trabajo ¿Cuál preferirías?
-Pues la verdad es que he pensado un poco en eso. A ver, ser auror es algo más o menos tranquilo…hasta que deja de serlo, momento en que se vuelve MUY peligroso. Cada vez que te fueses tendría miedo de saber si volverías o no.
James se incorporó, mirándola serio.
-Es cierto. Así pues…quidditch.
-Espera, no he terminado. Por el otro lado tenemos algo que no es tan peligroso como, en ocasiones, ser auror. Pero que siempre tiene peligro. El quidditch no deja de ser volar a toda pastilla a quince metros del suelo entre trece personas más, siete de las cuales intentarán tirarte, además de dos bolas de hierro asesinas. Eso sin contar que puedas hacer alguna locura como la del partido contra Ravenclaw.
-Te prometo que no haré eso nunca más.- se desordenó el pelo con una mano mientras sonreía.
-Además, como auror no, pero como jugador profesional… si eres bueno, y lo eres mucho, no tardarás en hacerte famoso. Muy famoso. Eso puede ser una pesadilla ¿Te imaginas a cinco o seis Skeeters persiguiéndonos?
-Pues tienes razón…- calló ante el gesto de Lily de que no había terminado.
-En cambio trabajando para el ministerio, quizá tengamos que acudir a fiestas con el ministro y toda esa gente estirada… eso puede ser hasta peor. Así que, James, elijas lo que elijas será horrible. –rió- pero te apoyaré siempre.
-No sabes cómo te quiero, pelirroja. Piensas en todo antes de que lo haga yo, y seguro que tienes razón.
-¿Lo dudas?- rió de nuevo cuando él la derribó, rodaron un par de metros. Él acabó encima, se acercó lentamente y se dieron un beso realmente intenso.
Se sentían realmente conectados, casi como si pudiesen verlo todo desde la perspectiva del otro. En cierta manera era así, gracias al anillo. Los unía a unos niveles que pocas parejas podían igualar.
No practicaron más magia en toda la mañana.
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Antes de la hora de comer ya lo había decidido: se marchaba de Hogwarts. Estaba segura de que el director no le había quitado ojo durante todo el desayuno.
Pero lo que la había puesto sobre aviso era ver al director por los pasillos de Hogwarts ¿Cuándo se lo veía fuera de su despacho? Solo a las horas de las comidas, rara vez más. Y ella ya se lo había cruzado en dos ocasiones esa mañana.
Lo sabía, estaba segura. Pero no tenía pruebas… ¿Trataba de ponerla nerviosa y que cometiera alguna estupidez?
Bella paseaba de un lado a otro de la habitación de Reginald, que en los últimos meses había pasado a ser la suya también, como si se tratase de una fiera enjaulada. Estaba nerviosa.
Tenía que marcharse del castillo. Pero quizá esa era exactamente una de las tonterías que esperaba Dumbledore.
Sin embargo si se le acababa la paciencia, no tenía más que ir a buscarla a su habitación y no tendría escapatoria. No podía contar con vencerlo en un duelo.
-Lo que no puedo es quedarme aquí. ¡Narcisa!- con un gesto de varita envió un patronus en busca de su hermana.
Era curioso, cada vez le costaba más invocarlos y resultaban más débiles. Apartó esa tontería de su mente y apuntó a diversas partes de la habitación.
-Bauleo.
Ya tenía el baúl preparado cuando su hermana llamó a la puerta y entró.
-¿Qué quieres Bella?
-Me voy del colegio.
-¿Qué?- la hermana menor abrió los ojos de par en par. –Pero ¿Y eso?
-La del imperius fui yo, ya te lo imaginabas. Dumbledore lo sabe, pero no tiene pruebas. Si me quedo, antes o después las tendrá. Y también descubriría cosas del Señor Tenebroso. No lo permitiré. Debo marcharme mientras tenga la oportunidad de hacerlo.
-Pero Bella ¿Qué dirá madre? ¿Y la tía Walburga?
-Lo comprenderán. Saben lo que es más importante. Escúchame. Practica oclumancia, lo mejor que puedas. Dumbledore hablará contigo cuando yo desaparezca, estoy segura. No te forzará a nada, es demasiado blando, aun así lo mejor es ponerle todas las dificultades posibles.
-Bella…- sorprendiendo a su hermana tanto como a sí misma, Narcisa le dio un abrazo. Corto y rápido, pero un abrazo. –Te echaré de menos.
Ninguna de las dos terminaba de entender el porqué de ese abrazo, no obstante había cosas más importantes en las que pensar.
-Me voy hermana.
Sin más cogió el asa de su baúl tras hacerlo flotar con un encantamiento y se marchó.
Narcisa tenía miedo por su hermana, pero más por sí misma. Era muy posible que al marcharse confirmara las sospechas de Dumbledore y este la mandase llamar. Ella no aguantaría si el viejo decidía entrar en su mente o forzarla. Se enteraría de muchas cosas malas para ella y para la familia. Vería la marca.
Todo culpa de Bella y su imperius, se empezó a arrepentir de haberle dado ese abrazo. Sin más, se marchó de esa habitación. Sería mejor decírselo a Lucius para que también se preparase, por si acaso.
Fue una suerte para Bella que fuese casi la hora de comer. Había mucha gente en el hall de entrada. Si hubiese estado sola con el director, difícilmente habría logrado escapar.
Al bajar las escaleras que quedaban enfrente de las puertas principales del castillo. Allí estaba él, de espaldas y mirando al cielo. En cuanto Bella lo vio, como si sintiera la mirada, se giró para mirarla.
Y comenzó a acercarse sin perder el contacto ocular. Quizá fue un acto de simple desafío por parte de la muchacha pero no apartó la mirada. Sorprendió al profesor no poder ver sus pensamientos superficiales. Demostraba un buen dominio de la oclumancia. ¿Quién sino él podía haberla entrenado? Sus dudas desaparecieron. Sacó su varita.
Había bastantes alumnos entre ambos, por suerte para Bella.
La muchacha arrojó su baúl, que con su peso disminuido por el encantamiento levitador voló hasta estar sobre los alumnos. No se lo pensó antes de golpearlo con una maldición.
-¡Fiendfire!
El objeto estalló en llamas, y volaron distintas ropas y objetos que había en él, también en llamas. Llamas vivas que atacaban a todo.
Ninguno de los alumnos fue dañado, gracias a un encantamiento del director que les impedía quemarse. No así las cortinas y alfombras. Nada que el viejo mago no pudiese deshacer sin embargo debería tratar con cada “monstruo de llamas”, serpientes gigantescas la mayoría, por separado.
El que protegiese a los alumnos dio a Bella la oportunidad que necesitaba. No pensaba desaprovecharla.
Sin pensárselo lanzó otro hechizo igual que el anterior, esta vez directamente contra la alfombra. Simplemente quería entretener lo máximo posible al director.
Era el momento de ver hasta qué punto había logrado controlar el más complicado hechizo que le enseñó su señor.
-¡Tenebris umbra!
Mientras decía las palabras realizó un complicado giro de muñeca que hizo que su varita la tocara primero a ella en el pecho y después apuntara hacia delante. Saltó.
Al hacerlo su figura se transformó en una columna de nubes o vapor totalmente negro. Pudo moverse mucho más rápido de lo que lo hacía normalmente. Gracias a eso atravesó la ventana que se encontraba varios metros por encima de las escaleras justo antes de que Dumbledore la congelara.
Bella cayó al césped de los terrenos uno diez metros alejada de los muros.
El conjuro requería demasiada concentración para mantenerlo más tiempo, era superior a ella, por el momento. Había visto al señor tenebroso volar usándolo, sin problemas. Lo conseguiría, pero en otro momento.
Corrió hacia las puertas de los terrenos lo más rápido que pudo, “voló” con esa forma sombría en dos ocasiones más. Aunque más que volar parecía que saltase una gran distancia por la falta de dominio.
Cuando logró atravesar la verja, con los dos cerdos alados de piedra como vigilantes no pudo reprimir una carcajada feliz. ¡Había burlado a Dumbledore!
Si, había incendiado a posta tapices y alfombras, y roto una ventana. Y podría haber hecho bastante daño a algunos alumnos… Pero si el director presentaba cargos no pasarían de ser menores. Una multa y poco más. Después de todo hasta el dos de mayo aún era menor de edad.
Rió de nuevo.
Se desapareció.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
James y Lily continuaban junto al lago pero se habían movido hasta estar pegados a la pared del castillo para tener un poco de sombra. Cuando tras cierto revuelo en el interior de los muros, una sombra salió de pronto por la ventana que había sobre ellos.
Les llovieron cristales aunque James, justo a tiempo de evitar los más grandes, conjuró un protego. Los dos vieron a Bella surgir de esa sombra. En realidad, era esa sombra. Y salir corriendo hacia las puertas de los terrenos.
-¿Qué está pasando aquí?- murmuró el merodeador. –Eso no es normal ¿Deberíamos atraparla?
De inmediato relacionó ideas.
-¡La imperius! ¡Ella es la culpable y por eso huye! Lily vamos, tu puedes alcanzarla.
Hizo el intento de echar a correr, pero se detuvo al ver que Lily no lo hacía.
-¿Lily?
La miró bien y notó la tensión en la pelirroja. Los hombros super tensos, la mandíbula apretada. Y lo más revelador, se tapaba la boca y la nariz con las manos.
-¿Qué ocurre Lily?
Ella abrió los ojos y lo miró un instante, pero apartó la mirada al momento, volvió a cerrar los ojos.
Intrigado, James se miró a sí mismo y descubrió qué ocurría. Tenía un corte bastante profundo en el antebrazo izquierdo. No se había dado cuenta, pero sangraba bastante.
-Ostras…
Con un toque de varita transformó una piedra en vendas limpias y paró la hemorragia.
-Creo que ya puedes relajarte. Iré a la enfermería.
Echó una mirada por encima del hombro, ya no podían atrapar a Bella.
-No tienes que venir si así te sientes más cómoda.
Ella le devolvió la mirada, se la notaba angustiada. Y no por sentir la sed, si no por no poder acompañarle.
-No pasa nada Lily.- sonrió. –Ya me lo cobraré. –Le guiñó.
Se separaron.
El director ya lo había apagado todo, se lo veía más decepcionado que enfadado. Se marchó a su despacho tras asegurarse de que no había heridos. Fue la profesora McGonagall la que con un par de gestos arregló los tapices y las alfombras.
Ya en su despacho, Dumbledore se sentó en su sillón.
-Mortífagos en Hogwarts. ¿Cuántos más habrá?
Suspiró, cansado.
La historia de la fuga de Bellatrix Black corrió como la pólvora. No se tardó demasiado en relacionarla con la desaparición de Marlene. Ella había sido quién le lanzó la imperius, estaba claro.
Cuando James y Lily llegaron a esa conclusión, decidieron ir a verla en cuanto pudiesen ir a San Mungo.
Lo hicieron el siguiente fin de semana de Hogsmeade, el mismo en el que Reginald y Wyn fueron al ginecólogo.
Quizá fue mala idea, Marlene se puso muy nerviosa al verlos a los dos juntos. A la vez que muy contenta. Pero un momento estaba abrazando a James y contándole lo aburrida que estaba en el hospital, y al siguiente intentó sacarle los ojos a Lily.
Aún necesitaba más tiempo para recuperarse.
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Finalmente llegaron los exámenes con todo el mundo cada vez más agobiado y concentrado. En el caso de Wyn, ni siquiera salía de su habitación excepto para las comidas. Alegaba que con la mesa que se había puesto en el balcón se concentraba mejor allí.
James y Lily habían mejorado mucho en lo que el otro les ayudaba, igual que Tesa, que tras ver que Malfoy no decía nada olvidó el tema y se concentró al cien por cien en meter datos históricos en su cabeza.
Remus y Sirius se pasaban todo el día haciéndose preguntas por sorpresa. A lo mejor, sin venir a cuento mientras comían uno le soltaba al otro “¿Ingredientes para el filtro de los muertos?” o “¿Cómo es el gesto para transmutar lo inorgánico en orgánico?” Siempre estudiaban así.
Pese al estrés de la época, o quizá precisamente gracias a él, los merodeadores volvieron a las andadas. Comenzaron a gastar bromas como no lo hacían desde meses antes. No fue hasta que faltó tan solo una semana que ellos también empezaron a parecer algo angustiados y las bromas cesaron. Fue aún más duro por la luna llena, que resultó ser tres días antes del primer examen. Remus estuvo insufrible.
Fue una semana agotadora para los de séptimo. Pero cuando terminó todos estaban bastante contentos. El último examen había sido el de herbología.
-Creo que lo he bordado…pero me da igual. ¡Ya se terminaron! Dios que bien sienta…- James se dejó caer en la hierba.
-Y joder que calor hace…estoy asada. – suspiró Wyn. –Y que nadie me diga que es por la ropa. Ya lo sé. Pero además hace muchísimo calor.
-Ya lo creo. Estudiar con este calor…en el de Historia de la magia creí que me desmayaba o algo.- se quejó Sirius.
-No hacía tanto calor, si fue temprano.
-Tesa, cariño, no sé qué daba más calor si el ambiente, o tu forma de escribir. En serio, pensé que tu hoja echaría a arder. ¿Cuánto escribiste?- Remus la atrajo para mirarle la mano en busca de lesiones por tanto escribir.
-Tuve que pedir un rollo extra.- Tesa apartó la mano sin ver la gracia a la broma- ¿Qué? No me miréis así, me la he preparado bien. Si voy a ser periodista tendré que saber historia ¿No? Qué menos que estar informada.- no era su verdadera razón, no del todo. En la historia de la magia también se trataban muchos temas sobre híbridos, eso era lo que de verdad quería aprender.
-Pues no me pareció que a Rita Skeeter le interesase mucho ese examen.- fue Lily la que habló, sentándose junto a James.
-La verdad es que parecía más interesada en sus uñas que en otra cosa.- coincidió Evy. –El otro día quiero decir. La vi “estudiando” en la biblioteca.
Desde el castillo se acercaban Blair y Sabrina, ella con un una bolsa en una mano.
-Chicos y chicas- anunció la menor de los Potter -¿Verdad que hace calor? Sí, lo sé. Por eso me he tomado la libertad de entrar a vuestras habitaciones y cogeros bañadores. Así que…- Blair y ella hicieron un gesto con sus varitas y apareció una carpa. –¡Todo el mundo a cambiarse!
Entró agitando la bolsa de los bañadores.
-¡Genial!- Sirius y James estuvieron de pie al momento.
Todos los demás asintieron, conformes. Excepto Wyn.
Ni de coña podría disimular nada si se ponía un bikini. ¿Pero cómo salía del apuro?
Reginald la salvó. Se percató del apuro de Wyn y le ofreció una salida. Aunque probablemente hiciese que sus amigos pensasen ciertas cosas que no eran ciertas…no les importaría a ninguno de los dos.
-Yo no tengo muchas ganas de bañarme la verdad. Creo que voy a ir a repasar mis respuestas de aritmancia. –miró fugazmente a la futura madre, ofreciéndole la salida.
-Pues ahora que lo dices. Yo también. No estoy nada segura de haber hecho bien la tercera…¿Voy contigo vale?
-Claro, sin problemas. Dos cabezas mejor que una.- Ambos se fueron.
James miró a Sirius.
-¿Están locos? ¿Estudiar DESPUÉS de los exámenes?
-Locos del todo. Creo que ese Slytherin es mala influencia para nuestra Wyn.
-Venga ya… ¿Sois tontos?- fue Blair quién habló. -¿O ciegos? Es una excusa para estar a solas… ¿Desde cuándo están liados? Tesa…enterarte de los rumores siempre lo hacías tú…me has fallado.- se llevó una mano al pecho, fingiendo dolor.
-Lo siento…he estado muy liada estudiando. Pues la verdad, me alegro por ellos. Ella estaba muy sola…ya sabes, todos somos pareja aquí. Y a ver si así se le quita a Reg la tontería con Lily.
-Hace más de un mes que no hace nada de eso.- lo defendió Lily. –Creo que ya lo superó.
-Si, por eso está con Wyn. Porque “no os parecéis nada de nada”.- refunfuñó James.
-No creo que sea por eso. Reg no parece tan superficial. Aunque claro, es Slytherin…
-¡Oye!- Blair le dio un pellizco en el costado. –Los Slytherin somos los mejores.
Las otras siete personas presentes, Gryffindor todas, se miraron y sonrieron. Blair lo notó y comenzó a huir hacia el lago.
-¡A por la serpiente!- gritaron los demás.
32· Vacaciones
Parecía un velatorio más que un compartimento de tren. Sus ocupantes guardaban silencio con unas enormes ojeras en la cara. En especial James y Sirius que fueron los que más trasnocharon.
Como todos los años, justo el día antes de coger el tren de vuelta al andén nueve y tres cuartos el colegio organizó un gran banquete de despedida, Dumbledore felicitó y deseó suerte a quienes no volverían ya y un largo verano a los que sí lo harían. Y por supuesto, cada casa montó su propia fiesta de fin de curso.
En la torre de Gryffindor la jefa de la casa ni siquiera intentó impedirla, simplemente dejó un aviso flotante de que los despertaría a primera hora hicieran lo que hicieran. Se puso sus orejeras y se acostó. Despedidas alegres, llorosas, eufóricas y no aptas para menores. Hubo de todo. En especial cuando hicieron aparición las “bebidas de mayores”. Casi ninguno tuvo tiempo de desayunar a la mañana siguiente.
La única no estaba afectada era Wyn. Claro que ella no tomó alcohol y se acostó bastante más temprano. Los demás no “revivieron” hasta que el carrito de golosinas hizo su aparición. Sirius compró zumo de calabaza muy frío para todos y James una gran provisión de calderos de chocolate.
Pasaron el resto del viaje riendo y recordando cosas de la noche. Como el que Lily se pusiera a bailar un hula hoop encima de una mesa. Sin que se le parara consiguió quitarse la camiseta y los zapatos antes de que James la parara.
-Creo que dejaste embobado a más de uno.- rió Remus.
-Ahí dios…vaya imagen mía que he dejado…- se lamentó.
-No pasa nada. Además puedes estar orgullosa, he visto strippers haciendo eso con menos estilo que tú. ¿Verdad James?
-Si…sweetcandy necesitaría tomar clases de Lily.- James rió entre dientes e hizo un leve movimiento de cabeza a Sirius indicándole que mirara a un lado.
Cuando lo hizo se encontró con la mirada de Evy, que no presagiaba nada bueno.
Fue Lily quién cortó las risas de James al ver a Sirius pasar de su sonrisa divertida a ponerse serio y de inmediato seductor como solo él sabía.
-¿Así que me comparas con strippers? ¿Qué pasó? ¿Os aprovechasteis de que estaba borracha para que montara un espectáculo?
-Eso fue justo lo que pasó. Te pararon por que ibas más allá de lo que planearon.- fue Tesa quién respondió a Lily, sonriendo “inocente” a James. Habían intentado hacerle lo mismo, pero estaba menos borracha.
Lily entrecerró los ojos y parecía que iba a estallar una de sus peleas con James. Pero no pudo hacerlo. La mirada de cervatillo desvalido de su novio la ablandó.
-Increíble…ha domado a Lily.- susurró Wyn.
Todos rieron.
Poco después llegaron Sabrina y Blair. También Reginald. Aunque estaban bastante apretados en el compartimento, querían hablar de las vacaciones. No era la primera vez que lo hacían pero lo mejor era ultimar los detalles.
-Bueno, estamos a tres de Julio. Como dijimos, tres semanas con las familias de cada uno, y después nos vemos en King cross. El día veinticuatro ¿Correcto?
Los demás asintieron.
-Veréis como os gusta aquello. Es precioso.- intervino Sabrina.
-Sí lo es.- sonrió Blair.- Además estaremos solos. Sin padres ni profesores…
Antes de que empezaran a repartir quién se encargaría de llevar una cosa u otra, Reg se aclaró la garganta.
-Me temo que yo no puedo ir. El cumpleaños de mi hermana es el veintinueve. Querrá que pase con ella esa semana.
Algunos, como Blair y Lily, trataron de convencerlo para que fuese al menos unos días. A James en cambio le parecía perfecto, por lo que no dijo nada. Cuando quedó claro que no había forma de convencer al americano, volvieron al tema de la comida, el gran dilema: comida sana y equilibrada como querían las chicas o carne, carne y carne como querían los chicos y Blair.
No pararon de discutir sobre eso hasta llegar al andén y tener que separarse entre tanta multitud. No tardarían en verse de nuevo por lo que no se despidieron de forma demasiado efusiva.
Exceptuando a las parejas claro.
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La primera en separarse del grupo fue Evy con un pequeño gritito:
-¡Dave!
Los celos de Sirius regresaron por un instante, aunque pronto fueron sustituidos por el asombro.
David Davis era un hombre de rostro sonriente, un poco del montón, a excepción de su nariz. Sin duda se la había roto en muchas ocasiones y por eso estaba levemente torcida.
Pero lo que más impresionaba de él era que los hacía sentirse casi tan pequeños como al lado de Hagrid.
Al menos dos metros diez de altura y una envergadura de hombros fácilmente una vez y media Sirius. Todo músculo, abrazaba a Evy que se veía diminuta en sus brazos.
-Enana, al fin llegas. Me muero de hambre ¿Te apetece que paremos en el Macglotón?
-Por mi genial. Pero espera un momento. Ven, quiero presentarte a alguien.
Se acercó hasta Sirius.
-Sirius, este es David. Mi hermano. David, este es Sirius. Ya te hablé de él.
-Si, ¿Sirius eh? Encantado tío.- le tendió la mano, que Sirius aceptó. La apretó de forma considerablemente dolorosa, sin perder la sonrisa.
El merodeador aguantó, sin embargo tensó la mandíbula.
-Solo te lo diré una vez, chico. Como le hagas daño, cambiaré mi saco de boxeo.
Evy puso los ojos en blanco.
-Venga ya Dave…Luego te quejas por que Mía no te presenta a sus novios.- miró a sus amigos. –No le hagáis caso, es un bromista. ¡Nos vemos!
Mientras comían, ella una hamburguesa con queso, él una doble de 6oog en total, con beicon, queso, cebolla y huevo frito, la miró enarcando una ceja.
-Así que Ese era el famoso Sirius. El que sabe que eres una animaga. Es guapo.
-Hermanito, no tienes ni una oportunidad porque no es gay. Y más importante aún, está colado por mi.
Desde detrás de su gigantesca hamburguesa, David enarcó una ceja.
-No me mires así…es verdad. Soy demasiado sexy para que corrompas a MI Sirius. Puedes quedarte con quién quieras de los demás…
-Nah…he conocido a alguien.
-¿En serio? ¿Quién ¿Cómo se llama? ¿Es guapo?
-Si, en serio. Se llama Márgaret.
-¿Y cómo os…..¿Márgaret? ¿Es una chica.
Su hermano asintió.
-Pero…¿Una mujer? Con tetas y…todo lo demás quiero decir.
-Si, no es un travesti ni nada así. Es…una mujer normal y corriente.
-¡Pero si eres gay!- Evy no daba crédito. Su hermano era muy muy gay. Por mucho que fuera enorme y boxeara, era gay. Desde siempre.
-En mi último combate acabé con el ojo regular. Ella era la médico sustituta del estadio. Bueno, hizo magia. Es muggle pero…me dejó el ojo nuevo. La invité a cenar y… llevamos dos meses saliendo.
-Vaya… me voy unos meses al colegio y te me estropeas…
Sin embargo Evy lo dijo sonriendo.
-Me alegro por ti hermanito.
Siguieron cenando.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
-Menudo pedazo de tio ¿Eh Pad?
Sirius asintió. La mano le palpitaba un poco. Pero por algún motivo sospechaba que no había usado ni la mitad de la fuerza que podía emplear. Que solo bromeaba. Era bueno que el hermano de Evy no lo rechazara de primeras.
Aun así estaba algo molesto. Más bien, inquieto.
Evy se había criado con David ¿Y si le gustaban los hombres así de grandes y musculados? Igual debía ponerse a hacer ejercicio en serio.
Meneó la cabeza para despejarse, e iba a coger el baúl de Sabrina cuando notó una mano en su hombro.
Orión Black, el padre de Sirius, era el dueño.
-¿Papá? ¿Qué haces aquí?
-¿No puede venir un padre a recoger a su hijo cuando termina en Hogwarts?
Orión era igual que Sirius, o quizá sería más acertado decir que el hijo era un calco del padre, pero con veinticinco años más. Se notaban las diferencias de la edad, ciertas arrugas de expresión, el pelo salpicado de canas…y sobre todo los ojos. Aunque eso quizá fuese más por su trabajo que solo por la edad. Eran más apagados, habían visto demasiadas cosas horribles.
-Claro papá. Pero no te esperaba. Pensé que después de la que montó mi madre hace tres años te lanzaría una imperdonable nada más verte.
-Probablemente lo hiciese, no lo dudo. Pero estaré en guardia. Has crecido bastante desde septiembre.- miró a los amigos de su hijo. –Perdonadme chicos, pero os lo voy a secuestrar. James, gracias por cuidármelo. Por dejarlo estar en tu casa y eso. Pero ahora me lo llevo a la mía un par de días al menos.
-No hay de qué Orión. Casi es como si tuviera un elfo domestico en casa cuando está Sirius. Aunque él se queja más. Y suelta más pelo.
Orión rió.
-Tan ocurrente como siempre. Un pajarito me ha dicho que los Falcons tienen los ojos en cierta estrella en potencia…suerte en las pruebas. –le guiñó.
Tras despedirse, Sirius se fue con su padre, que ya cargaba con el baúl. Estaba en tan buena forma como su hijo, quizá incluso algo mejor. Sobre todo teniendo en cuenta las edades de ambos.
Ya en el piso de Orión, un piso barato y pequeño pero en una zona bastante cómoda de Londres, mientras hacían la cena el tono del padre cambió levemente.
-Tengo algo que decirte hijo.
-Me lo imaginaba…normalmente sueles estar muy ocupado.
-Lo siento. Yo…
-¡No! No quería decir eso. Si no que…bueno, que no es normal. No pretendía echarte nada en cara…
-Tranquilo. No hace falta que lo hagas. Ya lo hago yo. Debí pasar más tiempo con vosotros.- suspiró. –Bueno, el pasado, pasado está. Ahora es el futuro lo que me interesa. Y a ti también.
-¿El futuro?
-Si. Que sepas que en la academia de aurores te vamos a dar más caña que nunca.
-¿Qué? ¿He entrado? ¡Si!- no pudo evitar darle un abrazo a su padre. –Pensé que en encantamientos iría demasiado flojo. ¿Y como lo sabes si las notas aún no están?
-Trabajo en el ministerio hijo… Crouch me felicitó, de pasada…cuando mi jefe de departamento “dejó caer” que era una buena norma esa de que padres no pudieran entrenar a sus hijos para que no fuesen blandos…ya no me cupo ninguna duda. Estás en la academia.
-James va a flipar. ¿Él ha entrado?
-Eso no lo sé. Pero siempre habéis tenido notas parecidas ¿No? Seguro que si.
-¡Voy a ser auror! Genial.- no pudo evitar reír de pura alegría.
-Aún te queda la academia…tu profesor será Kingsley Shaklebolt. Quería que lo conocieras hoy pero por lo visto Dumbledore le ha pedido un favor a Moody. Que le eche un ojo a una tal Evans.
-¿A Lily?
-Si, eso es. Lily Evans? ¿Sabes algo de eso?- miró a su hijo extrañado.
-Eh…bueno, se supone que no debíamos saberlo, Lily nos lo contó pero…Dumbledore le dijo que no lo contara. Lo…siento papá.
Durante unos instantes Orión pareció meditar si insistir o no. Sonrió.
-Bueno, se trata de Dumbledore, si ese hombre no sabe lo que se hace, ninguno lo sabemos. Vamos, la cena ya está.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Tras la marcha de Sirius, fue James el que cogió el baúl de su hermana. Echaron a andar, tendrían que llegar al caldero chorreante para coger una chimenea y llegar a Godric’s Hollow.
Por el camino notó la mirada de Sabrina fija en él.
-¿Qué te pasa?
-Eso de que Sirius es como un elfo doméstico… ¡Es mentira! La esclava soy yo…ninguno hacéis ni el huevo nunca.- infló los carrillos – Y lo malo es que me acabo de dar cuenta. Os aprovechabais de mí.
James rió.
-Te quiero hermanita.- le dio un beso en la frente.
-Se lo diré a Lily en la casa de Blair…verás como allí si limpias.
-¿Me estás retando a ver quién convence a Lily de algo? Ya sabes…tengo más recursos con ella que tú…
Ella se quedó callada unos metros, tratando de encontrar una respuesta adecuada. Acabó por suspirar y murmurar:
-Tramposo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Remus y Tesa se marcharon poco después de James y Sabrina, en busca de un taxi muggle. Irían ambos a casa de los padres de él y allí se quedarían hasta que llegase el momento de ir a casa de Blair.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Lily y Wyn se fueron con Jasón, el padre de Lily, que había ido a buscarlas. Dejó a su sobrina en su casa, no demasiado lejos de la suya.
En ella los esperaba una malhumorada Petunia.
-¿Ya estás aquí? Vamos, que es tarde para cenar. Siempre haciéndolo todo mal…
-Petunia, no seas así. Hace mucho que no os veis. Dale un abrazo.
-¿Que qué?/No por favor...- hablaron las dos a la vez.
Aunque al escuchar cada una que la otra no quería, se miraron frunciendo el ceño, sopesando si merecería la pena darse un abrazo solo por fastidiarse.
-Chicas…llevaos bien por favor.- suspiró Jasón. –Al menos no os insultéis.
Se sentó a la mesa.
-Gracias por hacer la cena Petunia. Bueno Lily ¿Qué tal todo? ¿Y esos ÉXTASIS?
-Y encima drogata…
-Petunia…basta ya. ¿Lily?
-¿Drogata? ¿Por qué me dice eso?- Lily enarcó una ceja.
-Hay una droga, bueno, algunos dicen que es una droga pero no está prohibida ni nada así que no sé yo…a la que llaman éxtasis. Han estado hablando de ella en la tele últimamente.
-Vaya…bueno, lo mío no tiene nada que ver. Son exámenes, Petunia. Y creo que me salieron muy bien. Creo que podré entrar en San Mungo y ser medimaga.- sonrió contenta.
-Eso es genial hija. ¿Cuándo lo sabrás? Pues llegará una lechuza del ministerio con mis notas de medidos del mes en adelante. Aunque no estaré aquí…así que los vecinos no verán nada raro, puedes dormir tranquila por eso hermana.
-¿No estarás? ¿Es que te vas? Si acabas de llegar hija…
-Lo sé papá, pero vamos a ir, mis amigos y yo, a casa de Blair. Es un caserón enorme. Pero queremos ir por que cierto acontecimiento ocurre el 1 de agosto…no puede ser otras fechas. Pero tranquilo, me tendrás aquí una semana antes de que me vaya, y solo estaré fuera dos, luego volveré.
-Lily ¿Y ese anillo? ¿Se te han declarado?- Petunia le miraba la mano, con envidia, el anillo era mucho más bonito que el que tenía ella en su dedo.
La pelirroja se sonrojó levemente.
-Pues…más o menos. Tengo novio, se llama James. Y…bueno no diría prometidos pero…casi.- se mordió el labio, mirando el anillo mientras pensaba en James.
Mientras los Evans cenaban, fuera de su casa, un hombre alto y de raza negra lanzaba conjuros protectores, disimuladamente. También hechizos que le indicarían si Lily Evans se marchaba. No eran sencillos de realizar pero precisamente por eso los aurores estaban tan bien preparados.
Ese tipo de hechizos solían requerir de múltiples permisos de las altas esferas pero por algún motivo Moody le había dicho que los usara. Si el jefe del departamento de aurores lo decía, no pensaba desobedecerlo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
-El momento se acerca hija.
Lily asintió, se sentía verdaderamente excitada con la posibilidad cada vez más cercana de ir a Asgard.
-Sí, Voldemort. ¿Cómo será aquello? ¿Y ese encantamiento?
-Estás preparada, lo sabes. Está en tu sangre.
-Otra vez con la sangre…
-Pero sabes que estoy en lo cierto ¿No? Si no, no discutirías contigo misma tan a menudo. Piénsalo, lo que te lleva a discutir “conmigo” son esas reglas éticas que chocan con lo que de verdad piensas.
-Tiene cierto sentido pero…bah, me da igual. Estoy preparada, Dumbledore es un gran profesor.
A Voldemort le costó un leve esfuerzo no mostrar su desagrado ante esas palabras…aunque fuesen ciertas.
-Sí que lo es. Pero sobre todo, hija mía, recuerda una cosa.
-¿El qué?
-Confía en la sangre. En tú sangre.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
El día anterior a la reunión en King cross, Reginald llegó a la casa de Wyn.
En esos momentos ella terminaba de escribir una carta. Reg trataba de cerrar la maleta.
-Esto no cabe… ¿En serio necesitas tantas cosas?
-Voy a desaparecer por lo menos un año, y no quiero tener que regresar a hurtadillas.
-Wyn, te he dicho mil veces que puedes comprar allí lo que quieras.
-Y yo que no pienso aceptar más caridad, bastante que me vas a acoger.
-Debe ser de familia eso de ser tan cabezota.- murmuró Reg.
-¿Has dicho algo?- los ojos verdes de la chica se clavaron en los de él.
-También esa mirada asesina…nada, que como quieras. Pero mi madre es la reina de las tercas, así que prepárate a perder. Además, si no contamos la verdad, creerá que ese niño es mío.
-Es una niña.
-El ginecólogo dijo que no estaba seguro.
-Ya, pero es una niña. Te lo digo yo.
-Lo que tú digas…cabezota.
Cuando Wyn terminó de escribir la carta, comenzó con una segunda, esta vez en lugar de para su prima, para sus padres.
Les pedía que la perdonasen por marcharse de casa sin avisar pero que era lo que tenía que hacer. Tenía que ver mundo para alcanzar su sueño. Un año sabático. Les decía también que le escribiesen mucho, que ella lo haría también.
Tardó en escribir ambas cartas por que no quería darles ni un tono demasiado triste, ni demasiado ligero.
A Lily le decía también que la despidiese de los demás, y que les escribiría a todos. Y sobre todo que se lo pasasen bien. Se disculpada una y mil veces por no poder estar al lado de Lily en un momento tan importante como la apertura de la puerta de Asgard. Pero sentía que si dejaba pasar el momento lo lamentaría toda la vida.
Dejó la dirigida a sus padres en la cama, y la otra la ató a la lechuza de la familia.
-Esto ya está. Vámonos antes de que me arrepienta…además Lily vive cerca, no tardará en recibir la carta y se presentará aquí.
Tomó una mochila e hizo amago de coger la otra, pero Reg la paró.
-De eso nada.
Se la puso él y cogió la maleta. La tomó de la mano y los desapareció a ambos.
Nada más aparecer en el callejón, tres calles más abajo, Wyn vomitó.
-Creo que a la pequeña no le gusta eso de desaparecer…
-No te preocupes, ya no hace falta hacerlo más. No quería que los vecinos vieran una limusina en la puerta de tu casa. Habría llamado la atención.
La ayudó a llegar al gran coche que bloqueaba la entrada al callejón. Subieron y pusieron rumbo al aeropuerto. Irían por medios muggles, que eran más complicados de rastrear.
Rumbo a Skiathos, en Grecia. Un pequeño paraíso en el mediterráneo y una de las propiedades que los Knox tenían por todo el mundo. Allí los esperaban su madre y Yasmina, su hermana.
es un poco más cortillo y no pasa gran cosa...un poco de transición.
32· Vacaciones
Parecía un velatorio más que un compartimento de tren. Sus ocupantes guardaban silencio con unas enormes ojeras en la cara. En especial James y Sirius que fueron los que más trasnocharon.
Como todos los años, justo el día antes de coger el tren de vuelta al andén nueve y tres cuartos el colegio organizó un gran banquete de despedida, Dumbledore felicitó y deseó suerte a quienes no volverían ya y un largo verano a los que sí lo harían. Y por supuesto, cada casa montó su propia fiesta de fin de curso.
En la torre de Gryffindor la jefa de la casa ni siquiera intentó impedirla, simplemente dejó un aviso flotante de que los despertaría a primera hora hicieran lo que hicieran. Se puso sus orejeras y se acostó. Despedidas alegres, llorosas, eufóricas y no aptas para menores. Hubo de todo. En especial cuando hicieron aparición las “bebidas de mayores”. Casi ninguno tuvo tiempo de desayunar a la mañana siguiente.
La única que no estaba afectada era Wyn. Claro que ella no tomó alcohol y se acostó bastante más temprano. Los demás no “revivieron” hasta que el carrito de golosinas hizo su aparición. Sirius compró zumo de calabaza muy frío para todos y James una gran provisión de calderos de chocolate.
Pasaron el resto del viaje riendo y recordando cosas de la noche. Como el que Lily se pusiera a bailar un hula hoop encima de una mesa. Sin que se le parara consiguió quitarse la camiseta y los zapatos antes de que James la detuviese.
-Creo que dejaste embobado a más de uno.- rió Remus.
-Dios…vaya imagen mía que he dejado…- se lamentó.
-No pasa nada. Además puedes estar orgullosa, he visto strippers haciendo eso con menos estilo que tú. ¿Verdad James?
-Si…sweetcandy necesitaría tomar clases de Lily.- James rió entre dientes e hizo un leve movimiento de cabeza a Sirius indicándole que mirara a un lado.
Cuando lo hizo se encontró con la mirada de Evy, que no presagiaba nada bueno.
Fue Lily quien cortó las risas de James al ver a Sirius pasar de su sonrisa divertida a ponerse serio y de inmediato a seductor como solo él sabía.
-¿Así que me comparas con strippers? ¿Qué pasó? ¿Os aprovechasteis de que estaba borracha para que montara un espectáculo?
-Eso fue justo lo que pasó. Te pararon porque ibas más allá de lo que planearon.- fue Tesa quien respondió a Lily, sonriendo “inocente” a James. Habían intentado hacerle lo mismo, pero estaba menos borracha.
Lily entrecerró los ojos y parecía que iba a estallar una de sus peleas con James. Pero no pudo hacerlo. La mirada de cervatillo desvalido de su novio la ablandó.
-Increíble…ha domado a Lily.- susurró Wyn.
Todos rieron.
Poco después llegaron Sabrina y Blair. También Reginald. Aunque estaban bastante apretados en el compartimento, querían hablar de las vacaciones. No era la primera vez que lo hacían pero lo mejor era ultimar los detalles.
-Bueno, estamos a tres de Julio. Como dijimos, tres semanas con las familias de cada uno, y después nos vemos en King Cross. El día veinticuatro ¿Correcto?
Los demás asintieron.
-Veréis cómo os gusta aquello. Es precioso.- intervino Sabrina.
-Sí lo es.- sonrió Blair.- Además estaremos solos. Sin padres ni profesores…
Antes de que empezaran a repartir quién se encargaría de llevar una cosa u otra, Reg se aclaró la garganta.
-Me temo que yo no puedo ir. El cumpleaños de mi hermana es el veintinueve. Querrá que pase con ella esa semana.
Algunos, como Blair y Lily, trataron de convencerlo para que fuese al menos unos días. A James en cambio le parecía perfecto, por lo que no dijo nada. Cuando quedó claro que no había forma de convencer al americano, volvieron al tema de la comida, el gran dilema: comida sana y equilibrada como querían las chicas o carne, carne y carne como querían los chicos y Blair.
Siguieron discutiendo sobre eso hasta llegar al andén y tener que separarse entre tanta multitud. No tardarían en verse de nuevo por lo que no se despidieron de forma demasiado efusiva.
Exceptuando a las parejas claro.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
La primera en separarse del grupo fue Evy con un pequeño gritito:
-¡Dave!
Los celos de Sirius regresaron por un instante, aunque pronto fueron sustituidos por el asombro.
David Davis era un hombre de rostro sonriente, un poco del montón, a excepción de su nariz. Sin duda se la había roto en muchas ocasiones y por eso estaba levemente torcida.
Pero lo que más impresionaba de él era que los hacía sentirse casi tan pequeños como al lado de Hagrid.
Al menos dos metros diez de altura y una envergadura de hombros fácilmente vez y media la de Sirius. Todo músculo, abrazaba a Evy que se veía diminuta en sus brazos.
-Enana, al fin llegas. Me muero de hambre ¿Te apetece que paremos en el Macglotón?
-Por mi genial. Pero espera un momento. Ven, quiero presentarte a alguien.
Se acercó hasta Sirius.
-Sirius, este es David. Mi hermano. David, este es Sirius. Ya te hablé de él.
-Si, ¿Sirius eh? Encantado tío.- le tendió la mano, que Sirius aceptó. La apretó de forma considerablemente dolorosa, sin perder la sonrisa.
El merodeador aguantó, sin embargo tensó la mandíbula.
-Solo te lo diré una vez, chico. Como le hagas daño, cambiaré mi saco de boxeo.
Evy puso los ojos en blanco.
-Venga ya Dave…Luego te quejas por que Mía no te presenta a sus novios.- miró a sus amigos. –No le hagáis caso, es un bromista. ¡Nos vemos!
Mientras comían, ella una hamburguesa con queso, él una doble de 6oog en total, con beicon, queso, cebolla y huevo frito, la miró enarcando una ceja.
-Así que Ese era el famoso Sirius. El que sabe que eres una animaga. Es guapo.
-Hermanito, no tienes ni una oportunidad porque no es gay. Y más importante aún, está colado por mi.
Desde detrás de su gigantesca hamburguesa, David enarcó una ceja.
-No me mires así…es verdad. Soy demasiado sexy para que corrompas a MI Sirius. Puedes quedarte con quien quieras de los demás…
-Nah…he conocido a alguien.
-¿En serio? ¿Quién ¿Cómo se llama? ¿Es guapo?
-Si, en serio. Se llama Márgaret.
-¿Y cómo os…..¿Márgaret? Es una chica.
Su hermano asintió.
-Pero…¿Una mujer? Con tetas y…todo lo demás quiero decir.
-Si, no es un travesti ni nada así. Es…una mujer normal y corriente.
-¡Pero si eres gay!- Evy no daba crédito. Su hermano era muy muy gay. Por mucho que fuera enorme y boxeara, era gay. Desde siempre.
-En mi último combate acabé con el ojo regular. Ella era la médico sustituta del estadio. Bueno, hizo magia. Es muggle pero…me dejó el ojo nuevo. La invité a cenar y… llevamos dos meses saliendo.
-Vaya… me voy unos meses al colegio y te me estropeas…
Sin embargo Evy lo dijo sonriendo.
-Me alegro por ti hermanito.
Siguieron cenando.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
-Menudo pedazo de tio ¿Eh Pad?
Sirius asintió. La mano le palpitaba un poco. Pero por algún motivo sospechaba que no había usado ni la mitad de la fuerza que podía emplear. Que solo bromeaba. Era bueno que el hermano de Evy no lo rechazara de primeras.
Aun así estaba algo molesto. Más bien, inquieto.
Evy se había criado con David ¿Y si le gustaban los hombres así de grandes y musculados? Igual debía ponerse a hacer ejercicio en serio.
Meneó la cabeza para despejarse e iba a coger el baúl de Sabrina cuando notó una mano en su hombro.
Orión Black, el padre de Sirius, era el dueño.
-¿Papá? ¿Qué haces aquí?
-¿No puede venir un padre a recoger a su hijo cuando termina en Hogwarts?
Orión era igual que Sirius, o quizá sería más acertado decir que el hijo era un calco del padre pero con veinticinco años menos. Se notaban las diferencias de la edad, ciertas arrugas de expresión, el pelo salpicado de canas…y sobre todo los ojos. Aunque eso quizá fuese más por su trabajo que solo por la edad. Eran más apagados, habían visto demasiadas cosas horribles.
-Claro papá. Pero no te esperaba. Pensé que después de la que montó mi madre hace tres años te lanzaría una imperdonable nada más verte.
-Probablemente lo hiciese, no lo dudo. Pero estaré en guardia. Has crecido bastante desde septiembre.- miró a los amigos de su hijo. –Perdonadme chicos, pero os lo voy a secuestrar. James, gracias por cuidármelo. Por dejarlo estar en tu casa y eso. Pero ahora me lo llevo a la mía un par de días al menos.
-No hay de qué Orión. Casi es como si tuviera un elfo doméstico en casa cuando está Sirius. Aunque él se queja más. Y suelta más pelo.
Orión rió.
-Tan ocurrente como siempre. Un pajarito me ha dicho que los Falcons tienen los ojos en cierta estrella en potencia…suerte en las pruebas. –le guiñó.
Tras despedirse, Sirius se fue con su padre, que ya cargaba con el baúl. Estaba en tan buena forma como su hijo, quizá incluso algo mejor. Sobre todo teniendo en cuenta las edades de ambos.
Ya en el piso de Orión, un piso barato y pequeño pero en una zona bastante cómoda de Londres, mientras hacían la cena el tono del padre cambió levemente.
-Tengo algo que decirte hijo.
-Me lo imaginaba…normalmente sueles estar muy ocupado.
-Lo siento. Yo…
-¡No! No quería decir eso. Si no que…bueno, que no es normal. No pretendía echarte nada en cara…
-Tranquilo. No hace falta que lo hagas. Ya lo hago yo. Debí pasar más tiempo con vosotros.- suspiró. –Bueno, el pasado, pasado está. Ahora es el futuro lo que me interesa. Y a ti también.
-¿El futuro?
-Si. Que sepas que en la academia de aurores te vamos a dar más caña que nunca.
-¿Qué? ¿He entrado? ¡Si!- no pudo evitar darle un abrazo a su padre. –Pensé que en encantamientos iría demasiado flojo. ¿Y cómo lo sabes si las notas aún no están?
-Trabajo en el ministerio hijo… Crouch me felicitó, de pasada…cuando mi jefe de departamento “dejó caer” que era una buena norma esa de que padres no pudieran entrenar a sus hijos para que no fuesen blandos…ya no me cupo ninguna duda. Estás en la academia.
-James va a flipar. ¿Él ha entrado?
-Eso no lo sé. Pero siempre habéis tenido notas parecidas ¿No? Seguro que si.
-¡Voy a ser auror! Genial.- no pudo evitar reír de pura alegría.
-Aún te queda la academia…tu profesor será Kingsley Shaklebolt. Quería que lo conocieras hoy pero por lo visto Dumbledore le ha pedido un favor a Moody. Que le eche un ojo a una tal Evans.
-¿A Lily?
-Si, eso es. Lily Evans ¿Sabes algo de eso?- miró a su hijo extrañado.
-Eh…bueno, se supone que no debíamos saberlo, Lily nos lo contó pero…Dumbledore le dijo que no lo contara. Lo…siento papá.
Durante unos instantes Orión pareció meditar si insistir o no. Sonrió.
-Bueno, se trata de Dumbledore, si ese hombre no sabe lo que se hace, ninguno lo sabemos. Vamos, la cena ya está.
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Tras la marcha de Sirius, fue James el que cogió el baúl de su hermana. Echaron a andar, tendrían que llegar al caldero chorreante para coger una chimenea y llegar a Godric’s Hollow.
Por el camino notó la mirada de Sabrina fija en él.
-¿Qué te pasa?
-Eso de que Sirius es como un elfo doméstico… ¡Es mentira! La esclava soy yo…ninguno hacéis ni el huevo nunca.- infló los carrillos – Y lo malo es que me acabo de dar cuenta. Os aprovechabais de mí.
James rió.
-Te quiero hermanita.- le dio un beso en la frente.
-Se lo diré a Lily en la casa de Blair…verás como allí si limpias.
-¿Me estás retando a ver quién convence a Lily de algo? Ya sabes…tengo más recursos con ella que tú…
Ella se quedó callada unos metros, tratando de encontrar una respuesta adecuada. Acabó por suspirar y murmurar:
-Tramposo.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
Remus y Tesa se marcharon poco después de James y Sabrina, en busca de un taxi muggle. Irían ambos a casa de los padres de él y allí se quedarían hasta que llegase el momento de ir a casa de Blair.
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Lily y Wyn se fueron con Jasón, el padre de Lily, que había ido a buscarlas. Dejó a su sobrina en su casa, no demasiado lejos de la suya.
En ella los esperaba una malhumorada Petunia.
-¿Ya estás aquí? Vamos, que es tarde para cenar. Siempre haciéndolo todo mal…
-Petunia, no seas así. Hace mucho que no os veis. Dale un abrazo.
-¿Que qué?/No por favor...- hablaron las dos a la vez.
Aunque al escuchar cada una que la otra no quería, se miraron frunciendo el ceño, sopesando si merecería la pena darse un abrazo solo por fastidiarse.
-Chicas…llevaos bien por favor.- suspiró Jasón. –Al menos no os insultéis.
Se sentó a la mesa.
-Gracias por hacer la cena Petunia. Bueno Lily ¿Qué tal todo? ¿Y esos ÉXTASIS?
-Y encima drogata…
-Petunia…basta ya. ¿Lily?
-¿Drogata? ¿Por qué me dice eso?- Lily enarcó una ceja.
-Hay una droga, bueno, algunos dicen que es una droga pero no está prohibida ni nada así que no sé yo…a la que llaman éxtasis. Han estado hablando de ella en la tele últimamente.
-Vaya…bueno, lo mío no tiene nada que ver. Son exámenes, Petunia. Y creo que me salieron muy bien. Creo que podré entrar en San Mungo y ser medimaga.- sonrió contenta.
-Eso es genial hija. ¿Cuándo lo sabrás?
- Pues llegará una lechuza del ministerio con mis notas de mediados del mes en adelante. Aunque no estaré aquí…así que los vecinos no verán nada raro, puedes dormir tranquila por eso hermana.
-¿No estarás? ¿Es que te vas? Si acabas de llegar hija…
-Lo sé papá, pero vamos a ir, mis amigos y yo, a casa de Blair. Es un caserón enorme. Pero queremos ir porque cierto acontecimiento ocurre el 1 de agosto…no puede ser otras fechas. Pero tranquilo, me tendrás aquí una semana antes de que me vaya, y solo estaré fuera dos, luego volveré.
-Lily ¿Y ese anillo? ¿Se te han declarado?- Petunia le miraba la mano, con envidia, el anillo era mucho más bonito que el que tenía ella en su dedo.
La pelirroja se sonrojó levemente.
-Pues…más o menos. Tengo novio, se llama James. Y…bueno no diría prometidos pero…casi.- se mordió el labio, mirando el anillo mientras pensaba en James.
Mientras los Evans cenaban, fuera de su casa, un hombre alto y de raza negra lanzaba conjuros protectores, disimuladamente. También hechizos que le indicarían si Lily Evans se marchaba. No eran sencillos de realizar pero precisamente por eso los aurores estaban tan bien preparados.
Ese tipo de hechizos solían requerir de múltiples permisos de las altas esferas pero por algún motivo Moody le había dicho que los usara. Si el jefe del departamento de aurores lo decía, no pensaba desobedecerlo.
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-El momento se acerca hija.
Lily asintió, se sentía verdaderamente excitada con la posibilidad cada vez más cercana de ir a Asgard.
-Sí, Voldemort. ¿Cómo será aquello? ¿Y ese encantamiento?
-Estás preparada, lo sabes. Está en tu sangre.
-Otra vez con la sangre…
-Pero sabes que estoy en lo cierto ¿No? Si no, no discutirías contigo misma tan a menudo. Piénsalo, lo que te lleva a discutir “conmigo” son esas reglas éticas que chocan con lo que de verdad piensas.
-Tiene cierto sentido pero…bah, me da igual. Estoy preparada, Dumbledore es un gran profesor.
A Voldemort le costó un leve esfuerzo no mostrar su desagrado ante esas palabras…aunque fuesen ciertas.
-Sí que lo es. Pero sobre todo, hija mía, recuerda una cosa.
-¿El qué?
-Confía en la sangre. En tú sangre.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
El día anterior a la reunión en King Cross, Reginald llegó a la casa de Wyn.
En esos momentos ella terminaba de escribir una carta. Reg trataba de cerrar la maleta.
-Esto no cabe… ¿En serio necesitas tantas cosas?
-Voy a desaparecer por lo menos un año, y no quiero tener que regresar a hurtadillas.
-Wyn, te he dicho mil veces que puedes comprar allí lo que quieras.
-Y yo que no pienso aceptar más caridad, bastante que me vas a acoger.
-Debe ser de familia eso de ser tan cabezota.- murmuró Reg.
-¿Has dicho algo?- los ojos verdes de la chica se clavaron en los de él.
-También esa mirada asesina…nada, que como quieras. Pero mi madre es la reina de las tercas, así que prepárate a perder. Además, si no contamos la verdad, creerá que ese niño es mío.
-Es una niña.
-El ginecólogo dijo que no estaba seguro.
-Ya, pero es una niña. Te lo digo yo.
-Lo que tú digas…cabezota.
Cuando Wyn terminó de escribir la carta, comenzó con una segunda, esta vez en lugar de para su prima, para sus padres.
Les pedía que la perdonasen por marcharse de casa sin avisar pero que era lo que tenía que hacer. Tenía que ver mundo para alcanzar su sueño. Un año sabático. Les decía también que le escribiesen mucho, que ella lo haría también.
Tardó en escribir ambas cartas porque no quería darles ni un tono demasiado triste, ni demasiado ligero.
A Lily le decía también que la despidiese de los demás y que les escribiría a todos. Y sobre todo que se lo pasasen bien. Se disculpaba una y mil veces por no poder estar al lado de Lily en un momento tan importante como la apertura de la puerta de Asgard. Pero sentía que si dejaba pasar el momento lo lamentaría toda la vida.
Dejó la dirigida a sus padres en la cama y la otra la ató a la lechuza de la familia.
-Esto ya está. Vámonos antes de que me arrepienta…además Lily vive cerca, no tardará en recibir la carta y se presentará aquí.
Tomó una mochila e hizo amago de coger la otra, pero Reg la paró.
-De eso nada.
Se la puso él y cogió la maleta. La tomó de la mano y los desapareció a ambos.
Nada más aparecer en el callejón, tres calles más abajo, Wyn vomitó.
-Creo que a la pequeña no le gusta eso de desaparecer…
-No te preocupes, ya no hace falta hacerlo más. No quería que los vecinos vieran una limusina en la puerta de tu casa. Habría llamado la atención.
La ayudó a llegar al gran coche que bloqueaba la entrada al callejón. Subieron y pusieron rumbo al aeropuerto. Irían por medios muggles, que eran más complicados de rastrear.
Rumbo a Skiathos, en Grecia. Un pequeño paraíso en el mediterráneo y una de las propiedades que los Knox tenían por todo el mundo. Allí los esperaban su madre y Yasmina, su hermana.
33· La puerta
-¿Atacaremos, mi señor?
-Si, querida. Pero no todos en el mismo lugar. Los vanir tratarán de proteger todas las puertas. Les dará igual morir con tal de que no las atravesemos. Quizá puedan impedirlo, el tiempo que permanecerán abiertas será breve.
-No podrán detenernos, mi señor.- afirmó Bella con vehemencia.
-No. Pero si creen que lo logran sería perfecto. Solo saben que conocemos algunas de las puertas, se dividirán entre esas sobre todo. Haremos lo mismo. Sin embargo hay una puerta que ellos desconocen. Se supone destruida, pero no es así. Yo la encontré. –la expresión de Voldemort era arrogante.
-¿Entraremos por ahí?
-No, tan solo entrará Astoria.
-¿Por qué ella?- se atrevió a cuestionar antes de darse cuenta de con quién hablaba.
Sin embargo, el Señor Tenebroso estaba contento, dejó pasar la osadía.
-Porque es una aesir, Bella. Aparte de mi, ella es la que cuenta con más posibilidades de lograr el objetivo.- de sobrevivir, pensó, pero no lo dijo. –Y yo no puedo marcharme ahora. Extiende el brazo Bella.
Obediente, eso hizo. Y él tocó la marca.
En menos de dos minutos todos sus mortífagos habían acudido. Comenzó a darles las órdenes pertinentes.
Bella fue puesta al mando de uno de los grupos, lo que indicaba el aprecio de su señor dada la juventud de la mujer. Sin embargo ella estaba demasiado ocupada matando con la mirada a Astoria.
La gloria siempre parecía ser para ella. Ir a Asgard, haber yacido con el amo, darle una hija…¡Puta!
Algún día se las pagaría todas juntas.
Por su parte, Astoria estaba nerviosa. Iba a ir a Asgard y, lo que era peor, posiblemente Lily también. Su hija iba a ir sola a un lugar preparado para matar a los intrusos. Le estaba costando mucho mostrar entereza ante eso. Pero no podía mostrarse débil entra esa gente, esa manada de lobos. Y menos ante la tal Bella.
Deseaba que su hija no lo hiciera, pero el Señor Tenebroso parecía bastante seguro. Por sus comentarios era casi como si hubiese hablado con ella. Y probablemente fuese así, si Lily llevaba el colgante.
Si solo pudiera avisarla….
Suspiró. No podía dejarse arrastrar por la impotencia.
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James y Sirius peleaban de broma, ante la mirada divertida de Remus y Tesa. Sabrina y Evy regresaban en esos momentos, habían ido a comprar provisiones de máxima importancia: más chocolate.
Blair los esperaba en la estación más cercana a su casa así que no iría a King Cross. La siguiente y última en llegar, aunque los demás aún no lo supiesen, fue Lily. James la levantó y le dio un beso y un par de vueltas en el aire.
-Te he echado de menos pelirroja. ¿Y Wyn? Pensé que vendríais juntas.- la soltó al ver el gesto entre serio y preocupado de su novia. -¿Ocurre algo?
-Esa era la idea…venir juntas. Pero resulta que no viene- repuso Lily
-¿¿Qué?? –preguntaron todos a la vez.
-¿Es que no la dejan?- se adelantó Remus.
-No. Se va de viaje. A ver mundo. No sé mucho más…me mandó una lechuza con la carta y dinero para que comprara lo que tenía que traer ella.- les mostró la carta.
-A Wyn le pasa algo. Ya estaba rara en Hogwarts.
-Es cierto, Evy tiene razón. ¿Tendrá algo que ver con Reg? –Tesa se acarició la barbilla.
-Tenemos tiempo de ir a traerla de los pelos? Lo haré, en serio…
-No Evy. No está en su casa. Su madre me dijo que también le dejó una carta. Y que se ha llevado un montón de ropa. Alguien debió ayudarla.
-No sé…en realidad pudo hacerlo sola…es una bruja Lily.
-Ya lo sé James. Pero aún es menor de edad.
-Aun así…no se yo. Sus padres eran magos.
-¿Y? Ellos no la ayudaron.
-Cariño, lo que quiero decir es que no saltaría ninguna alarma en el ministerio por que se hiciese magia en casa de unos magos, por más que haya una menor de edad. Demasiadas falsas alarmas como para tener esos casos en cuenta.
-James tiene razón, Lily. Pudo hacerlo sola.- cortó Sirius antes de que empezasen una de sus habituales discusiones. Alzó las manos para calmarla un poco. –Aunque dudo que lo hiciera. Probablemente Reg, apostaría lo que fuera, la ayudó.
-¿Y no podemos hacer nada por encontrarla?- preguntó, a cualquiera, Sabrina.
-No Sabri. Es decir, podríamos ir a varios sitios. Pero si no quiere que la encontremos, probablemente se haya ocupado de que no podamos encontrar nada. Además, si va con Reginald…tener mucho dinero ayuda.- suspiró James
-Y sobre todo, si se ha ido es por que quiere estar sola…ya volverá. Presionarla ahora igual no es buena idea. Quiero decir, si pudiésemos presionar…que no podemos.- apuntó Tesa.
Poco después, ya en el tren, la decepción y la sorpresa hacía que todos estuviesen bastante callados. Fue Sabrina quién cambió eso.
-Mirad chicos…sé que todos queríamos que Wyn estuviera con nosotros. Yo también, por supuesto. Pero nos vamos de vacaciones, a divertirnos. Ella no ha querido venir…sus motivos tendrá. Pero lo que seguro que no quiere, es que dejemos de pasárnoslo bien. Así que alegrad esa cara…ella se lo pierde. Ya se lo restregaremos cuando la veamos.
-La enana tiene razón.- admitió Sirius, quizá uno de los más callados. Siempre se sentía bastante protector hacia Wyn.
-¿Y tú a quién llamas enana?
-A ti, enana.- sonrió.
-Qué podía esperarse de un Black…
Sirius se llevó las manos al pecho, fingiendo dolor y ofensa.
-Eso ha dolido.
Todos rieron. Ciertamente era lo que se esperaría de un Black. Insultos y prepotencia. Pero no de Sirius. Quizá la prepotencia si…
El viaje se animó bastante a partir de ese momento.
Una nueva sorpresa les esperaba al llegar a su destino. Blair no estaba sola.
-Sabrina, tú ya los conoces. Chicos, estos son mis hermanos mayores. Robin y Kevin. Son nuestras niñeras…no me dejaban venir si no era con ellos.- Blair parecía algo enfurruñada por eso.
Acto seguido presentó a cada uno de sus amigos y partieron hacia la casa.
Nadie quedó decepcionado, sino todo lo contrario. Sabrina y Blair no habían exagerado nada describiéndola. Grande, con aire antiguo. Era perfecta para pasar unas vacaciones.
-¡Esto es genial Blair!
-Pues claro James, es mi casa. ¿Qué podía ser si no?- se echó el aliento a las uñas y las frotó en su camiseta fingiendo chulería.
-Uy uy…cuidado con esos aires culebrilla, seguimos siendo más leones.- “amenazó” Sirius.
No mucho después, ya estaban todos instalados, cada pareja en una habitación, Kevin, Robin y Blair, ella con Sabrina, en las suyas y los demás en las de invitados.
Las chicas decidieron ser ellas las que organizaran la comida y los baños…nada de machismo en eso, mera preocupación por cómo podía acabar todo de “ordenado” si se encargaban Sirius y James.
Ellos, junto con Remus, dieron una vuelta alrededor, acompañados por Robin y Kevin.
Blair se sentó en la mesa de la cocina.
-Chicas, mis hermanos están aquí para impedir que vayamos a la puerta. No quería deciros nada con ellos delante. Mi familia quiere protegerme…y bastante malo les parece que estemos aquí, ni hablar de acercarnos.
-Pero ¡Si hemos venido sobre todo para eso!- se quejó Lily.
-Lo sé, lo sé. Tranquila, tengo un plan. Pero que no sospechen nada…que no estén en guardia. El plan…depende de Sirius y Evy. Ellos son los mejores en pociones. ¿Cuento con vosotros?
-Eso no tienes que preguntarlo Blair. Claro que si.
-Bien. He pensado en una poción para dormir. ¿Sería posible hacer una que los dejara k.o. dos días? No quiero hacerles daño…
-Si, creo que si se podría. Pero tengo que estudiarlo más detenidamente. No quiero dejarlos en coma ni nada parecido.
-Claro. Ponte a ello cuando puedas. Y nos dices los ingredientes que necesites. Las demás, informad a los chicos…ya sabéis…sin que se enteren mis hermanos. Si no hay más remedio…los petrificamos y nos vamos…se liberarían en unas horas pero…bueno, supongo que les sacaríamos bastante ventaja como para llegar…
-Bueno, ya se vería eso. –Lily se encogió de hombros. –Primero intentemos la poción.
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La casa era perfecta, una mansión pero sin casi parecerlo. Se encontraba tan integrada en el paisaje que casi no encontrabas diferencias entre caminar por la playa o por uno de sus pasillos.
Era una forma de hablar, claro. Por supuesto que había diferencias. En definitiva…Wyn se quedaría a vivir ahí para siempre. Luz, buen clima, el olor de la sal y el sonido de las olas y las gaviotas…
En esos momentos tomaba el sol en una tumbona cerca de la playa con una bebida fría a su lado. ¡Al fin podía quitarse esa maldita ropa-horno!
Reginald jugaba con su hermana en el agua. Se querían mucho y llevaban mucho sin verse. Wyn le había caído bien a Yasmina. Cuando se enteró de que estaba embarazada, lo primero que hizo fue dar palmaditas contenta y diciendo: “¡Voy a ser tita!”
Hanna, la madre de Reg, la había aceptado sin problemas. Como su hija, ella también pensaba que el niño era de su hijo, pero ya que habían dicho que no, lo aceptó sin problemas. Era una mujer divertida que vivía una segunda juventud.
Exceptuando que la madre era un poco más alta y con formas de mujer mucho más definidas, y alguna que otra arruga de expresión, Yasmina y Hanna eran prácticamente idénticas. Ojos de color miel y pelo muy negro y oscuro. Y rizadísimo.
Tarareando una melodía de moda, se sentó junto a Wyn.
-¿Qué tal estás? Yo odié estar embarazada. No me malinterpretes, los quiero muchísimo desde el primer momento. Pero el no poder hacer lo que quería, verme hinchada, los mareos…lo odiaba mucho.
-Lo entiendo. Son un verdadero coñazo todos los…extras…del paquete.
Ambas rieron. Se llevaron bien desde el primer momento.
-Entonces no quieres que tus amigos sepan que estás embarazada ¿Por qué? ¿Por qué eres muy joven?
-No es por eso. Es que el padre es uno de ellos. Y es del tipo de hombre que se haría responsable de lo que es “culpa” suya. Dejaría su vida y lo que le hace feliz por cumplir su deber. Y no quiero eso. Cuando vuelva con la niña, diré que fue una noche loca con alguien que no conocía o algo así. Ya lo pensaré.
-Estás tomando un camino difícil, Wyn. Ser madre soltera, tan joven…
-Lo sé, señora Knox. Lo sé.
-Llámame Hanna, ya te lo he dicho.
-Lo siento. Sé que no va a ser fácil. Y menos cuando me marche…no pienso seguir aprovechándome de Reg.- Wyn meneó la cabeza. No sentía que se estuviese aprovechando, pero no sabía cómo definirlo.
-Apostaría a que más que aprovecharte tú, te ha obligado él.
-Bueno…sí. Más o menos.
-Él…es un buen chico. Mejor padre que el suyo y eso que aún no tiene hijos. Siempre ha cuidado mucho de Yasmina. Wyn, no te tienes que marchar.
-Pero no quiero aprovecharme de…
-Tonterías –cortó Hanna –No te estás aprovechando de nadie. Wyn ¿Has pensado en casarte con Reginald?
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Poco después de que todos hubiesen salido de la estación el mismo hombre negro que lanzó ciertos hechizos fuera de la casa de Lily bajó del tren. No tardó en acercársele otro hombre.
-¿Kingsley?
-¿Contraseña?
-Fakwes. ¿Respuesta?
-Es azul. Sí, soy Kingsley. ¿Sabe a dónde se dirigen exactamente?
-Así es. La casa de los Van Hell no está lejos. Hay dos adultos con ellos. Quiero decir, no recién graduados. Aunque son jóvenes…no sé hasta que punto serían útiles.
-Si los vanir consideran que son suficientes, supongo que lo serán. En cualquier caso, para eso estamos aquí nosotros. Para protegerlos. Dejemos que se instalen antes de acercarnos. ¿Hay algún restaurante decente por aquí?
-Creo que si. Al menos antes olía bastante bien cuando pasé frente al italiano. Sígame Kingsley. Por cierto, me llamo Lucian.
-Encantado.
Ambos hombres echaron a caminar hacia el restaurante.
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Los días habían sido geniales, paseos por el campo casi virgen. Por el bosque, nadar en el lago, partidos de ese deporte muggle llamado rugby…
Y las noches tan buenas como los días, o mejores. Barbacoas en una gran hoguera algo alejados de la casa. Mucha comida, alcohol para el que quisiera…y contar historias.
De todo tipo. Los hermanos de Blair consiguieron aterrorizar a Sabrina y Tesa con sus historias de miedo. Especialmente por que durante el día les habían enseñado el árbol roto…o la gran roca con forma extraña…elementos que aparecían en sus relatos y les daban cierto viso de realidad. Lily no se dejó asustar, decía. Pero casi obligó a James a acompañarla a la casa cuando necesitó ir al baño.
También rieron muchísimo. Los merodeadores tenían multitud de anécdotas y bromas que contar, siete años de ellas, así que seleccionaron las que creían mejores.
Pero esa noche, era el turno de Sabrina. Se quedó pensativa un tiempo.
El ambiente era muy agradable, y esa noche no hacía nada de frío, mucho menos cerca del fuego, así que habían decidido quedarse allí a dormir, con varias mantas por si refrescaba.
Ya habían cenado, tan abundantemente como las otras noches. Y además estaban especialmente cansados por el día en el lago. Lily acababa de hablar de los aesir, de los grandes poderes que se supone que tenían así como de la magia que sellaron en Asgard.
-Yo conozco una leyenda, no es de miedo o divertida. Ni siquiera tan misteriosa como la de los aesir. Es muy cortita, pero me gustó mucho cuando la escuché. Creo que es bastante curiosa. Aunque me vais a llamar ñoña.
-Venga Sabrina, cuéntala. –presionó James.
-Voy, voy. Se trata de una vieja leyenda china. Habla de la familia, los hijos, los amigos y los amantes. La usaban las ancianas para explicar a los jóvenes el porque el anillo debe ir en el dedo anular y no en cualquier otro. Dice así:
“Junta tus manos ante ti. Palma con palma y yema con yema. Cada dedo tiene su significado, el corazón eres tú. Dobla los de ambas manos y mantenlos juntos, sin separar el resto de dedos de su igual.
El pulgar simboliza a los padres. Eventualmente, los hijos se marchan y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
El índice son los amigos y conocidos. No es difícil que las vidas de dos personas que son amigas se distancien y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
El meñique representa a los hijos. Ellos, como tu de tus padres, algún día se irán. Y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
Pero ¿Qué ocurre con el anular? Inténtalo, verás que no los puedes separar. Y eso es por que simbolizan a los amantes. Es por eso que el anillo se pone en ese dedo y no en otro, por que cuando una persona pone un anillo a otra estarán unidos para siempre.
Nada los podrá separar.”
Sonrió tras terminar de contarla y observó a todo el mundo. Todos sin excepción trataban de llevar a cabo lo que había relatado. Volvió a contarla cuando se lo pidieron.
Y ninguno pudo separar los anulares.
-Qué curioso. Pensé que era por simple costumbre…aunque pensándolo bien, toda costumbre. Si te remontas lo suficiente en el tiempo, sale de algo parecido.- musitó Remus.
Poco después, cada pareja se retiró a su manta. Kevin y Robin se aseguraron de que la hoguera no se fuese a descontrolar y también se acostaron.
-Ha sido muy bonita la historia de tu hermana.- susurró Lily. –Y nadie mejor que nosotros sabe lo que es estar unidos por un anillo ¿Verdad?
Él la besó por respuesta.
Era cierto. Sus anillos los conectaban como a ninguna otra pareja. Esa conexión era cada vez mayor y más profunda. Podían intuir el estado de ánimo del otro…les era sencillo acabar las frases del otro…incluso, si uno tenía hambre, el otro lo notaba.
Se durmieron abrazados, igual que Evy y Sirius y Remus y Tesa. Aunque Lily tardó más en dormirse. Pensaba en el día siguiente.
Cuando despertaran tendrían que poner en práctica el plan para deshacerse por un tiempo de Kevin y Robin. Y tendrían por delante una buena caminata. Sin pensar en que pasaría después. ¿Qué haría cuando se abriera la puerta? ¿La atravesaría? En caso de hacerlo...¿La dejaría ir James? ¿Iría con ella?
Demasiadas preguntas.
No fue demasiado difícil dar dos tazas de “café” a los hermanos de Blair. Estando ya adormilados de por sí, la poción hizo efecto al momento.
-¿Cómo no se han dado cuenta? ¿Es que eso sabe a café?- se interesó tesa.
-Eso es secreto de la cocinera.- Evy alzó dos dedos en señal de victoria. -¿Hicisteis las mochilas anoche?
-Sí, está todo. En cuanto los metamos en su cama, nos vamos.- respondió James -¿Cuánto tiempo los tendrá tumbados?
-Veinticuatro horas, ni una más ni una menos. Evy y yo lo hemos medido todo a la perfección.- aseguró Sirius.
No tardaron mucho en emprender camino los ocho. Era bastante temprano cuando salieron y unido al buen paso que mantuvieron, ya que todos tenían ganas de llegar a su destino, hicieron llegaran al río un poco antes de que anocheciera.
-No deberíamos seguir…no falta mucho pero a partir de aquí es algo peligroso. Podríamos resbalar…
-Blair, que somos magos. Que mi hermana, Evy y tú seáis unas enanas que no pueden hacer magia todavía no quiere decir que los demás no podamos…
-Prongs, tío…tu hermana da miedo cuando mira así.- dijo Sirius, medio en broma.
-Nah…solo es mirar…en el fondo no hace nada.
Sabrina enarcó una ceja ante el comentario de su hermano. Se acercó a él aprovechando que estaba de espaldas.
-Blair ¿No me dijiste que en verano os dejabais llevar por el río en vez de ir por las piedras?
-Si, es cierto. Pero las mochilas…
Sin más empujó a James, que cayó al agua.
-James no lleva mochila.
Todo el mundo rió, y aún más cuando el moreno salió a la superficie un poco más abajo y se agarró a una de las piedras de los laterales.
-Vale, me lo merezco. Pero el agua está de muerte. Si es verdad que se puede ir dejándose llevar, venga, quitaos la ropa y meteos en bañados. Las mochilas las podemos llevar levitando sobre nosotros.
-A m me parece bien.- asintió Remus. -¿Blair?
-Está bien. Pero antes, os explico. Hacia el final…hay una catarata. Y el agua se acelera un poco más allí. No es un salto demasiado grande…pero si te pasas de nuestra “salida” trepar desde ese lado es complicado. Además que el que sea pegará un planchazo en el agua cosa fina como no sepa caer. Pero no es peligroso, no hay rocas abajo. Iré la primera, imitadme si podéis.
Llevaban los bañadores bajo la ropa, no tuvieron más que quitársela y guardarla.
No tuvieron ningún percance, ahogadilla de James a Sabrina aparte, hasta llegar al final. Allí la situación fue más tensa. La entrada no era muy amplia, Lily resbaló y eso hizo que Sirius no pudiera entrar a tiempo, la corriente lo arrastraba…pero consiguieron sujetarlo. Sin embargo la última era Tesa.
Hizo que la mochila que llevaba entrara por el estrecho pasaje y estiró las manos para que Remus la sujetase…no pudo hacerlo, tan solo acertó a coger la varita de su novia.
Todos miraban sin llegar a ver el final de la catarata, esperando escuchar el golpe de la caída.
No escucharon nada.
-Habrá entrado de cabeza. Voy a subir para indicarle mejor….
-¡¡BUH!!
Tesa, con su forma de fantasma, salió de pronto de la pared justo delante de la cara de Sabrina. El grito de miedo, agudísimo, resonó entre las paredes de piedra que ocultaban el río.
Tras unos segundos de no saber que estaba pasando, todo el mundo rió cuando Tesa recuperó su forma normal e hizo una reverencia.
-Tía…que susto jo…se me va a salir el corazón.
-Se me ocurrió mientras veníamos.- sonrió la valkyria mientras recuperaba su varita de manos de su novio. -¿Bueno seguimos? Quiero ver la cueva.
Ni Blair ni Sabrina habían mentido, era preciosa. La iluminación, proveniente de las setas y líquenes fluorescentes de las paredes y suelo, le daba a todo un aire maravilloso. El ruido de la cascada resonaba por todas partes, pero sin llegar a ser molesto. E incluso se podía escuchar el lento goteo en el fondo de la cueva, dónde se formaría una nueva estalactita.
Pero lo que más atraía las miradas de todos era la gran porción de pared blanca como la nieve, con el grabado del árbol de Yggdrasyl envuelto por la serpiente Ouroboros. Aesir y vanir.
-Es la puerta.- susurró Lily.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
-Kingsley, creo que pasa algo raro. Antes vi que metían a Kevin y a Robin en la casa. Y aún no han salido. Los chicos se marcharon hacia el bosque y aún no han vuelto.
-Creo que deberíamos hablar con Robin y Kevin.
-Sí. Igual no es nada pero…mejor prevenir que curar.
-Exacto. Alerta permanente, como dice mi jefe.
Tardaron un tiempo pero lograron despertar a Kevin tras varios enervates.
-¿Quiénes sois?- sin embargo los efectos de la poción amenazaban con regresar.
-Amigos de los vanir y de Lily. Os han dormido…sin duda van a la puerta ¿Dónde está?- exigió Lucian.
-No…no diré nada…podéis ser mortífagos…- los ojos se le iban cerrando.
-No lo somos. ¿Pero y si en la puerta hay?
-Dejadme…
Lucian parecía apunto de golpear al muchacho, Kingsley lo detuvo.
-Chico. Tienes razón, podemos ser mortífagos. No tenemos manera de probarte que no lo somos. Tan solo nuestra palabra. Queremos proteger a Lily y a todos los demás. Incluida tu hermana. Solo se me ocurre decirte que si no fuésemos de los buenos, te torturaríamos para que nos lo dijeras.
Kevin parecía dormido de nuevo. No era así.
-Si me estás mintiendo…te mataré…lo juro.
Antes de caer k.o. de nuevo consiguió explicarles, a grandes rasgos, como llegar a la puerta.
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-Jodida puerta…¿Dónde estará?- el sonido de algo semisólido que era aplastado bajo un pie antecedió a una retahíla aparentemente sin fin de insultos y maldiciones.
-Maldita sea. Que asco…malditos bichos…¡Les cortaría la cabeza a todos!
-Cállate Macnair. Te oirán hasta en Londres. Y límpiate la mierda del zapato, huele casi peor que tú.
-Mira, niñata, si crees que por que el señor oscuro te ha puesto al mando vas a hablarme así estás muy eq…
-¡Cruccio!
Bellatrix mantuvo la maldición unos segundos.
-Y al próximo que hable, le lanzo una avada.
Un agudo grito resonó de pronto.
-¿Qué ha sido eso? ¿De dónde ha venido?
-Creo que de esa dirección.
-¿Estás seguro Regulus?- Bella se le acercó.
-No, hay mucho eco en esta zona…pero me parece que si.
-Bueno, es mejor que nada. Vamos en esa dirección. ¡Ya!
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Habían montado una hoguera y colocado un encantamiento para crear una corriente de aire que sacara el humo de la cueva. En esos momentos estaban montando los soportes de la parrilla dónde harían la comida.
James, a través del anillo, notaba la emoción de Lily. Aunque no hacía falta eso. Solo con mirarla se notaba. No se había separado de la pared, admirando las tallas una y otra vez.
Era el mismo tatuaje que tenía en la espalda. Unido al que tenía Blair bajo el ombligo. Pero visto tan grande, se podían apreciar infinidad de detalles. En cada hoja y cada raiz del árbol había talladas un montón de runas que ninguno comprendía. Pero ella sentía casi como si quisiesen decirle algo y solo faltase una pequeña pieza para comprenderlo todo.
Poco después, el olor de los muslos de pollo con sal y pimienta asándose al fuego llenó la cueva.
-¿Qué hora es?
-Cinco minutos después que hace cinco minutos, Lily. Las doce menos diez.
-Lo siento, estoy nerviosa.
-Todos lo estamos.
-Solo quiero ver que hay al otro lado.
-Lo sabemos, tranquila. –James sonrió.
-Se verá cuando se abra la puerta ¿Verdad?
-Eso no lo podemos saber.- fue Remus quién respondió.
Siguieron comiendo.
Se escuchó un ruido en el camino de entrada a la cueva, una piedrecilla cayó rodando por la leve pendiente.
-¿Qué ha sido eso?- Evy, no sabía por qué, estaba tensa. Lo achacaba a todo el tema de la puerta.
-Nada cariño. Algún animal habrá pasado por arriba y cayó una piedra.- la calmó Sirius.
No habían pasado cinco minutos cuando Lily lo volvió a preguntar.
-¿Qué hora es?
-¡Hora de irse a la cama niños!
Quién respondió, fue Bellatrix. Entró a la cueva seguida de seis personas más.
-¡Saludos de papi!- la maldición iba directa a Lily, pero James la desvió.
Todos se dispersaron, las maldiciones llovían hacia ambos lados.
James y Bella se batían en el centro, cada uno a un lado de la hoguera. Más a la derecha Sirius y Blair se veían las caras con Regulus y una mujer a la que no conocían. Al otro lado Remus mantenía a ralla a Macnair. Tesa, Sabrina y Lily retrocedían ante los ataques de los tres mortífagos restantes.
A Evy no se la veía por ninguna parte.
No hasta que un “gato” enorme hizo caer de bruces a uno de ellos, arañándole la espalda con furia. Uno de sus compañeros se giró y le arreó una patada brutal, que la mandó de cabeza a la hoguera.
Se espabiló al momento, pero tuvo que recuperar su forma humana para apagarse las llamas de la cara.
Ese aterrizaje en el fuego le dio a Bella el respiro que necesitaba, James la estaba acorralando pero al ver a Evy caer a las llamas, dudó. Bella se escabulló entre las estalagmitas.
Blair esquivó por los pelos una maldición asesina, a cambio se golpeó la cabeza contra la pared con bastante violencia…y se desmayó. Sirius quedó solo contra sus dos rivales. Aunque su hermano parecía bastante reticente a atacarle.
En ese momento, la pared blanca comenzó a brillar…tenuemente al comienzo pero cada vez con más intensidad.
Todos se distrajeron un instante. En especial Lily.
Su oponente aprovechó para atacarla. Si se salvó de los ataques fue solo por su inhumana velocidad de aesir. Sin embargo lo forzado de los movimientos que tuvo que hacer provocaron que perdiese pie.
Resbaló hacia atrás y…apoyó la mano en la brillante pared.
Su mano se hundió. Ella notó como la puerta a Asgard comenzaba a tirar de ella. ¡Pero no podía irse! ¡No con sus amigos en peligro!
-¡No! ¡NO! ¡Está tirando de mí!
-¡Lily!- James se precipitó a ayudarla. La cogió de la mano cuando ya tenía más de medio cuerpo dentro d esa piedra…que más parecía ahora una sustancia viscosa que se ondulaba y brillaba.
También se acercó Remus, tras vencer a su oponente, para ayudar a Tesa y Sabrina.
-¡Lily!
James no la soltaba, y por eso fue su mano la que comenzó a penetrar en la pared. Lily ya estaba totalmente dentro.
Bella apareció de entre las columnas de piedra. Quería matar a Potter…pero sería mejor si lo torturaba. Lo dejaría para el final. Primero Lupin.
-¡Avada kedavra!
El rayo verde iba directo hacia el licántropo, pero Tesa la había visto. Lo apartó de un empujón. Adquirió su forma de fantasma un instante antes de que la maldición la golpease.
La atravesó.
En ese instante aparecieron Kingsley y Lucian.
Con su ayuda las tornas cambiaron rápidamente. No se lo pensaron, tanto Bella como Macnair huyeron a la primera ocasión. Regulus también. Sirius pudo haberlo parado…pero lo dejó ir. No pudo atacarle por la espalda.
Los tres mortífagos corrían alejándose de la puerta. Sabían, por las instrucciones de su señor, que no podrían desaparecerse allí cerca. No obstante, Bella no podía irse así como así.
Se paró, miró a Potter y lanzó una última maldición asesina. Se quedó quieta lo bastante para saber si acertaba o no.
No fue así. Huyó furiosa.
La avada no dio a James. Pero si a la puerta. Y tuvo un efecto casi inmediato.
Para protegerse a sí misma, se cerró.
James cayó hacia atrás, continuaba gritando el nombre de Lily pese a que su brazo izquierdo había sido cortado por encima del codo.
-¡LILY!
Kingsley tuvo que desmayarlo para poder aplicar los primeros auxilios.
Lucian golpeaba la puerta, de sólida roca de nuevo. Mientras Remus zarandeaba a Tesa. Quería que desperar, tenía que despertar. Le notaba el pulso. ¡Tenía que despertar!
Evy, con media cara quemada, se acercó a Blair. Estaba desmayada, pero no sangraba por el golpe en la cabeza.
Kingsley habló.
-Vamos a ir al hospital ahora mismo. Lucian se quedará por si Lily regresa. Yo llevaré a James. Tú.- señaló a Sirius –Llevarás a aquella.- indicó a Blair. –Y tú a esta.- Pasó su dedo de Remus a Tesa.
-Hemos de alejarnos de la puerta para poder desaparecer. Cuanto menos tiempo perdamos mejor.
-Espera.- la voz de Evy sonaba asustada. -¿Y Sabrina? ¿Dónde está sabrina?
Con un rápido vistazo la localizaron, tras unas piedras.
-Dios…no…joder no….- la animaga se llevó las manos a la boca.
La posición del cuerpo de Sabrina indicaba a las claras que…aún así, Lucian comprobó el pulso.
Alzó la mirada…negó.
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Lily cayó de culo.
A su alrededor se arremolinaba una gran nube de ¿“Niebla”? ¿Polvo? No lo sabía, apenas veía nada.
Se sentía muy rara, le dolía el brazo, o más bien le había dolido mucho en brazo izquierdo.
Al menos no estaba sola, tenía a James con ella.
-James ¿Estás bien?
Tiró con suavidad de la mano que le apretaba la suya. Algo estaba mal.
En ese momento su mano izquierda, concretamente su dedo anular, quemó por un instante. Se escuchó el eco del anillo al caer al suelo y repiquetear.
No entendía nada.
-Lumos.
Con la luz de su varita distinguió su anillo en el suelo, a su lado el de James. Ambos se unieron en uno solo.
Plic. Plic. Plic.
¿Qué era eso? Buscó la fuente del sonido. Y cuando la encontró, casi se desmayó.
Sujetaba medio brazo amputado, un corte perfecto, del que goteaba sangre. Lentamente.
-¡JAMES!
FIN DE LA PRIMERA PARTE
T^T
33· La puerta
-¿Atacaremos, mi señor?
-Sí, querida. Pero no todos en el mismo lugar. Los vanir tratarán de proteger todas las puertas. Les dará igual morir con tal de que no las atravesemos. Quizá puedan impedirlo, el tiempo que permanecerán abiertas será breve.
-No podrán detenernos, mi señor.- afirmó Bella con vehemencia.
-No. Pero si creen que lo logran sería perfecto. Solo saben que conocemos algunas de las puertas, se dividirán entre esas sobre todo. Haremos lo mismo. Sin embargo hay una puerta que ellos desconocen. Se supone destruida, pero no es así. Yo la encontré. –la expresión de Voldemort era arrogante.
-¿Entraremos por ahí?
-No, tan solo entrará Astoria.
-¿Por qué ella?- se atrevió a cuestionar antes de darse cuenta de con quién hablaba.
Sin embargo, el Señor Tenebroso estaba contento, dejó pasar la osadía.
-Porque es una aesir, Bella. Aparte de mí, ella es la que cuenta con más posibilidades de lograr el objetivo.- de sobrevivir, pensó, pero no lo dijo. –Y yo no puedo marcharme ahora. Extiende el brazo Bella.
Obediente, eso hizo. Y él tocó la marca.
En menos de dos minutos todos sus mortífagos habían acudido. Comenzó a darles las órdenes pertinentes.
Bella fue puesta al mando de uno de los grupos, lo que indicaba el aprecio de su señor dada la juventud de la mujer. No obstante ella estaba demasiado ocupada matando con la mirada a Astoria.
La gloria siempre parecía ser para ella. Ir a Asgard, haber yacido con el amo, darle una hija…¡Puta!
Algún día se las pagaría todas juntas.
Por su parte, Astoria estaba nerviosa. Iba a ir a Asgard y, lo que era peor, posiblemente Lily también. Su hija iba a ir sola a un lugar preparado para matar a los intrusos. Le estaba costando mucho mostrar entereza ante eso. Pero no podía mostrarse débil entre esa manada de lobos. Y menos ante la tal Bella.
Deseaba que su hija no lo hiciera, pero el Señor Tenebroso parecía bastante seguro. Por sus comentarios era casi como si hubiese hablado con ella. Y probablemente fuese así, si Lily llevaba el colgante.
Si solo pudiera avisarla….
Suspiró. No podía dejarse arrastrar por la impotencia.
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James y Sirius peleaban de broma ante la mirada divertida de Remus y Tesa. Sabrina y Evy regresaban en esos momentos, habían ido a comprar provisiones de máxima importancia: más chocolate.
Blair los esperaba en la estación más cercana a su casa así que no iría a King Cross. La siguiente y última en llegar, aunque los demás aún no lo supiesen, fue Lily. James la levantó y le dio un beso junto con un par de vueltas en el aire.
-Te he echado de menos pelirroja. ¿Y Wyn? Pensé que vendríais juntas.- la soltó al ver el gesto entre serio y preocupado de su novia. -¿Ocurre algo?
-Esa era la idea…venir juntas. Pero resulta que no viene- repuso Lily
-¿¿Qué?? –preguntaron todos a la vez.
-¿Es que no la dejan?- se adelantó Remus.
-No. Se va de viaje. A ver mundo. No sé mucho más…me mandó una lechuza con la carta y dinero para que comprara lo que tenía que traer ella.- les mostró la carta.
-A Wyn le pasa algo. Ya estaba rara en Hogwarts.
-Es cierto, Evy tiene razón. ¿Tendrá algo que ver con Reg? –Tesa se acarició la barbilla.
-¿Tenemos tiempo de ir a traerla de los pelos? Lo haré, en serio…
-No, Evy. No está en su casa. Su madre me dijo que también le dejó una carta. Y que se ha llevado un montón de ropa. Alguien debió ayudarla.
-No sé…en realidad pudo hacerlo sola…es una bruja Lily.
-Ya lo sé James. Pero aún es menor de edad.
-Aun así…no sé yo. Sus padres eran magos.
-¿Y? Ellos no la ayudaron.
-Cariño, lo que quiero decir es que no saltaría ninguna alarma en el ministerio porque se hiciese magia en casa de unos magos, por más que haya una menor de edad. Demasiadas falsas alarmas como para tener esos casos en cuenta.
-James tiene razón, Lily. Pudo hacerlo sola.- cortó Sirius antes de que empezasen una de sus habituales discusiones. Alzó las manos para calmarla un poco. –Aunque dudo que lo hiciera. Probablemente Reg, apostaría lo que fuera, la ayudó.
-¿Y no podemos hacer nada por encontrarla?- preguntó, a cualquiera, Sabrina.
-No Sabri. Es decir, podríamos ir a varios sitios. Pero si no quiere que la encontremos, probablemente se haya ocupado de que no podamos encontrar nada. Además, si va con Reginald…tener mucho dinero ayuda.- suspiró James
-Y sobre todo, si se ha ido es porque quiere estar sola…ya volverá. Presionarla ahora igual no es buena idea. Quiero decir, si pudiésemos presionar…que no podemos.- apuntó Tesa.
Poco después, ya en el tren, la decepción y la sorpresa hacía que todos estuviesen bastante callados. Fue Sabrina quién cambió eso.
-Mirad chicos…sé que todos queríamos que Wyn estuviera con nosotros. Yo también, por supuesto. Pero nos vamos de vacaciones, a divertirnos. Ella no ha querido venir…sus motivos tendrá. Pero lo que seguro que no quiere, es que dejemos de pasárnoslo bien. Así que alegrad esa cara…ella se lo pierde. Ya se lo restregaremos cuando la veamos.
-La enana tiene razón.- admitió Sirius, quizá uno de los más callados. Siempre se sentía bastante protector hacia Wyn.
-¿Y tú a quién llamas enana?
-A ti, enana.- sonrió.
-Qué podía esperarse de un Black…
Sirius se llevó las manos al pecho, fingiendo dolor y ofensa.
-Eso ha dolido.
Todos rieron. Ciertamente era lo que se esperaría de un Black. Insultos y prepotencia. Pero no de Sirius. Quizá la prepotencia sí…
El viaje se animó bastante a partir de ese momento.
Una nueva sorpresa les esperaba al llegar a su destino. Blair no estaba sola.
-Sabrina, tú ya los conoces. Chicos, estos son mis hermanos mayores. Robin y Kevin. Son nuestras niñeras…no me dejaban venir si no era con ellos.- Blair parecía algo enfurruñada por eso.
Acto seguido presentó a cada uno de sus amigos y partieron hacia la casa.
Nadie quedó decepcionado, sino todo lo contrario. Sabrina y Blair no habían exagerado nada describiéndola. Grande, con aire antiguo. Era perfecta para pasar unas vacaciones.
-¡Esto es genial Blair!
-Pues claro James, es mi casa. ¿Qué podía ser si no?- se echó el aliento a las uñas y las frotó en su camiseta fingiendo chulería.
-Uy uy…cuidado con esos aires culebrilla, seguimos siendo más leones.- “amenazó” Sirius.
No mucho después ya estaban todos instalados cada pareja en una habitación, Kevin, Robin y Blair, ella con Sabrina, en las suyas y los demás en las de invitados.
Las chicas decidieron ser ellas las que organizaran la comida y los baños…nada de machismo en eso, mera preocupación por cómo podía acabar todo de “ordenado” si se encargaban Sirius y James.
Ellos, junto con Remus, dieron una vuelta alrededor, acompañados por Robin y Kevin.
Blair se sentó en la mesa de la cocina.
-Chicas, mis hermanos están aquí para impedir que vayamos a la puerta. No quería deciros nada con ellos delante. Mi familia quiere protegerme…y bastante malo les parece que estemos aquí, ni hablar de acercarnos.
-Pero ¡Si hemos venido sobre todo para eso!- se quejó Lily.
-Lo sé, lo sé. Tranquila, tengo un plan. Pero que no sospechen nada…que no estén en guardia. El plan…depende de Sirius y Evy. Ellos son los mejores en pociones. ¿Cuento con vosotros?
-Eso no tienes que preguntarlo Blair. Claro que si.
-Bien. He pensado en una poción para dormir. ¿Sería posible hacer una que los dejara k.o. dos días? No quiero hacerles daño…
-Sí, creo que sí se podría. Pero tengo que estudiarlo más detenidamente. No quiero dejarlos en coma ni nada parecido.
-Claro. Ponte a ello cuando puedas. Y nos dices los ingredientes que necesites. Las demás, informad a los chicos…ya sabéis…sin que se enteren mis hermanos. Si no hay más remedio…los petrificamos y nos vamos…se liberarían en unas horas pero…bueno, supongo que les sacaríamos bastante ventaja como para llegar…
-Bueno, ya se vería eso. –Lily se encogió de hombros. –Primero intentemos la poción.
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La casa era perfecta, una mansión pero sin casi parecerlo. Se encontraba tan integrada en el paisaje que casi no encontrabas diferencias entre caminar por la playa o por uno de sus pasillos.
Era una forma de hablar, claro. Por supuesto que había diferencias. En definitiva…Wyn se quedaría a vivir ahí para siempre. Luz, buen clima, el olor de la sal y el sonido de las olas y las gaviotas…
En esos momentos tomaba el sol en una tumbona cerca de la playa con una bebida fría a su lado. ¡Al fin podía quitarse esa maldita ropa-horno!
Reginald jugaba con su hermana en el agua. Se querían mucho y llevaban casi un año sin verse. Wyn le había caído bien a Yasmina. Cuando se enteró de que estaba embarazada, lo primero que hizo fue dar palmaditas contenta y diciendo: “¡Voy a ser tita!”
Hanna, la madre de Reg, la había aceptado sin problemas. Como su hija, ella también pensaba que el niño era de su hijo, pero ya que habían dicho que no, lo aceptó sin problemas. Era una mujer divertida que vivía una segunda juventud.
Exceptuando que la madre era un poco más alta y con formas de mujer mucho más definidas además de alguna que otra arruga de expresión, Yasmina y Hanna eran prácticamente idénticas. Ojos de color miel, pelo muy negro y oscuro. Rizadísimo.
Tarareando una melodía de moda, se sentó junto a Wyn.
-¿Qué tal estás? Yo odié estar embarazada. No me malinterpretes, los quiero muchísimo desde el primer momento. Pero el no poder hacer lo que quería, verme hinchada, los mareos…lo odiaba mucho.
-Lo entiendo. Son un verdadero coñazo todos los…extras…del paquete.
Ambas rieron. Se llevaron bien desde el primer momento.
-Entonces no quieres que tus amigos sepan que estás embarazada ¿Por qué? ¿Porque eres muy joven?
-No es por eso. Es que el padre es uno de ellos. Y es del tipo de hombre que se haría responsable de lo que es “culpa” suya. Dejaría su vida y lo que le hace feliz por cumplir su deber. Y no quiero eso. Cuando vuelva con la niña, diré que fue una noche loca con alguien que no conocía o algo así. Ya lo pensaré.
-Estás tomando un camino difícil, Wyn. Ser madre soltera, tan joven…
-Lo sé, señora Knox. Lo sé.
-Llámame Hanna, ya te lo he dicho.
-Lo siento. Sé que no va a ser fácil. Y menos cuando me marche…no pienso seguir aprovechándome de Reg.- Wyn meneó la cabeza. No sentía que se estuviese aprovechando, pero no sabía cómo definirlo.
-Apostaría a que más que aprovecharte tú, te ha obligado él.
-Bueno…sí. Más o menos.
-Él…es un buen chico. Mejor padre que el suyo y eso que aún no tiene hijos. Siempre ha cuidado mucho de Yasmina. Wyn, no te tienes que marchar.
-Pero no quiero aprovecharme de…
-Tonterías –cortó Hanna –No te estás aprovechando de nadie. Wyn ¿Has pensado en casarte con Reginald?
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Poco después de que todos hubiesen salido de la estación el mismo hombre negro que lanzó ciertos hechizos fuera de la casa de Lily bajó del tren. No tardó en acercársele otro hombre.
-¿Kingsley?
-¿Contraseña?
-Fakwes. ¿Respuesta?
-Es azul. Sí, soy Kingsley. ¿Sabe a dónde se dirigen exactamente?
-Así es. La casa de los Van Hell no está lejos. Hay dos adultos con ellos. Quiero decir, no recién graduados. Aunque son jóvenes…no sé hasta qué punto serían útiles.
-Si los vanir consideran que son suficientes, supongo que lo serán. En cualquier caso, para eso estamos aquí nosotros. Para protegerlos. Dejemos que se instalen antes de acercarnos. ¿Hay algún restaurante decente por aquí?
-Creo que sí. Al menos antes olía bastante bien cuando pasé frente al italiano. Sígame Kingsley. Por cierto, me llamo Lucian.
-Encantado.
Ambos hombres echaron a caminar hacia el restaurante.
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Los días habían sido geniales, paseos por el campo casi virgen, por el bosque, nadar en el lago, partidos de ese deporte muggle llamado rugby…
Y las noches tan buenas como los días, o mejores. Barbacoas en una gran hoguera algo alejados de la casa con mucha comida, alcohol para el que quisiera…y contar historias.
De todo tipo. Los hermanos de Blair consiguieron aterrorizar a Sabrina y Tesa con sus historias de miedo. Especialmente porque durante el día les habían enseñado el árbol roto…o la gran roca con forma extraña…elementos que aparecían en sus relatos y les daban cierto viso de realidad. Lily no se dejó asustar, decía. Pero casi obligó a James a acompañarla a la casa cuando necesitó ir al baño.
También rieron muchísimo. Los merodeadores tenían multitud de anécdotas y bromas que contar, siete años de ellas, así que seleccionaron las que creían mejores.
Pero esa noche, era el turno de Sabrina. Se quedó pensativa un tiempo.
El ambiente era muy agradable, y esa noche no hacía nada de frío, mucho menos cerca del fuego, así que habían decidido quedarse allí a dormir, con varias mantas por si refrescaba.
Ya habían cenado, tan abundantemente como las otras noches. Y además estaban especialmente cansados por el día en el lago. Lily acababa de hablar de los aesir, de los grandes poderes que se supone que tenían así como de la magia que sellaron en Asgard.
-Yo conozco una leyenda, no es de miedo o divertida. Ni siquiera tan misteriosa como la de los aesir. Es muy cortita, pero me gustó mucho cuando la escuché. Creo que es bastante curiosa. Aunque me vais a llamar ñoña.
-Venga Sabrina, cuéntala. –presionó James.
-Voy, voy. Se trata de una vieja leyenda china. Habla de la familia, los hijos, los amigos y los amantes. La usaban las ancianas para explicar a los jóvenes el por qué el anillo debe ir en el dedo anular y no en cualquier otro. Dice así:
“Junta tus manos ante ti. Palma con palma y yema con yema. Cada dedo tiene su significado, el corazón eres tú. Dobla los de ambas manos y mantenlos juntos, sin separar el resto de dedos de su igual.
El pulgar simboliza a los padres. Eventualmente, los hijos se marchan y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
El índice son los amigos y conocidos. No es difícil que las vidas de dos personas que son amigas se distancien y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
El meñique representa a los hijos. Ellos, como tú de tus padres, algún día se irán. Y es por eso que, pruébalo, los puedes separar.
Pero ¿Qué ocurre con el anular? Inténtalo, verás que no los puedes separar. Y eso es porque simbolizan a los amantes. Es por eso que el anillo se pone en ese dedo y no en otro, porque cuando una persona pone un anillo a otra estarán unidos para siempre.
Nada los podrá separar.”
Sonrió tras terminar de contarla y observó a todo el mundo. Todos sin excepción trataban de llevar a cabo lo que había relatado. Volvió a contarla cuando se lo pidieron.
Y ninguno pudo separar los anulares.
-Qué curioso. Pensé que era por simple costumbre…aunque pensándolo bien, toda costumbre, si te remontas lo suficiente en el tiempo, sale de algo parecido.- musitó Remus.
Poco después, cada pareja se retiró a su manta. Kevin y Robin se aseguraron de que la hoguera no se fuese a descontrolar y también se acostaron.
-Ha sido muy bonita la historia de tu hermana.- susurró Lily. –Y nadie mejor que nosotros sabe lo que es estar unidos por un anillo ¿Verdad?
Él la besó por respuesta.
Era cierto. Sus anillos los conectaban como a ninguna otra pareja. Esa conexión era cada vez mayor y más profunda. Podían intuir el estado de ánimo del otro…les era sencillo acabar las frases del otro…incluso, si uno tenía hambre, el otro lo notaba.
Se durmieron abrazados, igual que Evy y Sirius y Remus y Tesa. Aunque Lily tardó más en dormirse. Pensaba en el día siguiente.
Cuando despertaran tendrían que poner en práctica el plan para deshacerse por un tiempo de Kevin y Robin. Y tendrían por delante una buena caminata. Sin pensar en qué pasaría después. ¿Qué haría cuando se abriera la puerta? ¿La atravesaría? En caso de hacerlo...¿La dejaría ir James? ¿Iría con ella?
Demasiadas preguntas.
No fue demasiado difícil dar dos tazas de “café” a los hermanos de Blair. Estando ya adormilados de por sí, la poción hizo efecto al momento.
-¿Cómo no se han dado cuenta? ¿Es que eso sabe a café?- se interesó tesa.
-Eso es secreto de la cocinera.- Evy alzó dos dedos en señal de victoria. -¿Hicisteis las mochilas anoche?
-Sí, está todo. En cuanto los metamos en su cama, nos vamos.- respondió James -¿Cuánto tiempo los tendrá tumbados?
-Veinticuatro horas, ni una más ni una menos. Evy y yo lo hemos medido todo a la perfección.- aseguró Sirius.
No tardaron mucho en emprender camino los ocho. Era bastante temprano cuando salieron y unido al buen paso que mantuvieron, ya que todos tenían ganas de llegar a su destino, hicieron llegaran al río un poco antes de que anocheciera.
-No deberíamos seguir…no falta mucho pero a partir de aquí es algo peligroso. Podríamos resbalar…
-Blair, que somos magos. Que mi hermana, Evy y tú seáis unas enanas que no pueden hacer magia todavía no quiere decir que los demás no podamos…
-Prongs, tío…tu hermana da miedo cuando mira así.- dijo Sirius, medio en broma.
-Nah…solo es mirar…en el fondo no hace nada.
Sabrina enarcó una ceja ante el comentario de su hermano. Se acercó a él aprovechando que estaba de espaldas.
-Blair ¿No me dijiste que en verano os dejabais llevar por el río en vez de ir por las piedras?
-Si, es cierto. Pero las mochilas…
Sin más empujó a James, que cayó al agua.
-James no lleva mochila.
Todo el mundo rió, y aún más cuando el moreno salió a la superficie un poco más abajo y se agarró a una de las piedras de los laterales.
-Vale, me lo merezco. Pero el agua está de muerte. Si es verdad que se puede ir dejándose llevar, venga, quitaos la ropa y meteos en bañador. Las mochilas las podemos llevar levitando sobre nosotros.
-A mí me parece bien.- asintió Remus. -¿Blair?
-Está bien. Pero antes, os explico. Hacia el final…hay una catarata. Y el agua se acelera un poco más allí. No es un salto demasiado grande…pero si te pasas de nuestra “salida”, trepar desde ese lado es complicado. Además que el que sea pegará un planchazo en el agua cosa fina como no sepa caer. Pero no es peligroso, no hay rocas abajo. Iré la primera, imitadme si podéis.
Llevaban los bañadores bajo la ropa, no tuvieron más que quitársela y guardarla.
No ocurrió ningún percance -ahogadilla de James a Sabrina aparte- hasta llegar al final. Allí la situación fue más tensa. La entrada no era muy amplia, Lily resbaló y eso hizo que Sirius no pudiera entrar a tiempo, la corriente lo arrastraba…pero consiguieron sujetarlo. Sin embargo la última era Tesa.
Hizo que la mochila que llevaba entrara por el estrecho pasaje y estiró las manos para que Remus la sujetase…no pudo hacerlo, tan solo acertó a coger la varita de su novia.
Todos miraban sin llegar a ver el final de la catarata, esperando escuchar el golpe de la caída.
No escucharon nada.
-Habrá entrado de cabeza. Voy a subir para indicarle mejor….
-¡¡BUH!!
Tesa, con su forma de fantasma, salió de pronto de la pared justo delante de la cara de Sabrina. El grito de miedo, agudísimo, resonó entre las paredes de piedra que ocultaban el río.
Tras unos segundos de no saber qué estaba pasando, todo el mundo rió cuando Tesa recuperó su forma normal e hizo una reverencia.
-Tía…que susto jo…se me va a salir el corazón.
-Se me ocurrió mientras veníamos.- sonrió la valkyria mientras recuperaba su varita de manos de su novio. -Bueno, ¿Seguimos? Quiero ver la cueva.
Ni Blair ni Sabrina habían mentido, era preciosa. La iluminación, proveniente de las setas y líquenes fluorescentes de las paredes y suelo, le daba a todo un aire maravilloso. El ruido de la cascada resonaba por todas partes, pero sin llegar a ser molesto. E incluso se podía escuchar el lento goteo en el fondo de la cueva, donde se formaría una nueva estalactita.
Pero lo que más atraía las miradas de todos era la gran porción de pared blanca como la nieve, con el grabado del árbol de Yggdrasyl envuelto por la serpiente Ouroboros. Aesir y vanir.
-Es la puerta.- susurró Lily.
-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-
-Kingsley, creo que pasa algo raro. Antes vi que metían a Kevin y a Robin en la casa. Y aún no han salido. Los chicos se marcharon hacia el bosque y aún no han vuelto.
-Creo que deberíamos hablar con Robin y Kevin.
-Sí. Igual no es nada pero…mejor prevenir que curar.
-Exacto. Alerta permanente, como dice mi jefe.
Tardaron un tiempo pero lograron despertar a Kevin tras varios enervates.
-¿Quiénes sois?- sin embargo los efectos de la poción amenazaban con regresar.
-Amigos de los vanir y de Lily. Os han dormido…sin duda van a la puerta ¿Dónde está?- exigió Lucian.
-No…no diré nada…podéis ser mortífagos…- los ojos se le iban cerrando.
-No lo somos. ¿Pero y si en la puerta hay?
-Dejadme…
Lucian parecía apunto de golpear al muchacho, Kingsley lo detuvo.
-Chico. Tienes razón, podemos ser mortífagos. No tenemos manera de probarte que no lo somos. Tan solo nuestra palabra. Queremos proteger a Lily y a todos los demás. Incluida tu hermana. Solo se me ocurre decirte que si no fuésemos de los buenos, te torturaríamos para que nos lo dijeras.
Kevin parecía dormido de nuevo. No era así.
-Si me estás mintiendo…te mataré…lo juro.
Antes de caer k.o. de nuevo consiguió explicarles, a grandes rasgos, como llegar a la puerta.
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-Jodida puerta…¿Dónde estará?- el sonido de algo semisólido que era aplastado bajo un pie antecedió a una retahíla aparentemente sin fin de insultos y maldiciones.
-Maldita sea. Que asco…malditos bichos…¡Les cortaría la cabeza a todos!
-Cállate Macnair. Te oirán hasta en Londres. Y límpiate la mierda del zapato, huele casi peor que tú.
-Mira, niñata, si crees que porque el señor oscuro te ha puesto al mando vas a hablarme así estás muy eq…
-¡Cruccio!
Bellatrix mantuvo la maldición unos segundos.
-Y al próximo que hable, le lanzo una avada.
Un agudo grito resonó de pronto.
-¿Qué ha sido eso? ¿De dónde ha venido?
-Creo que de esa dirección.
-¿Estás seguro Regulus?- Bella se le acercó.
-No, hay mucho eco en esta zona…pero me parece que sí.
-Bueno, es mejor que nada. Vamos en esa dirección. ¡Ya!
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Habían montado una hoguera y colocado un encantamiento para crear una corriente de aire que sacara el humo de la cueva. En esos momentos estaban montando los soportes de la parrilla donde harían la comida.
James, a través del anillo, notaba la emoción de Lily. Aunque solo con mirarla se notaba. No se había separado de la pared, admirando las tallas una y otra vez.
Era el mismo tatuaje que tenía en la espalda. Unido al que tenía Blair bajo el ombligo. Pero visto tan grande, se podían apreciar infinidad de detalles. En cada hoja y cada raíz del árbol había talladas un montón de runas que ninguno comprendía. Pero ella sentía casi como si quisiesen decirle algo y solo faltase una pequeña pieza para comprenderlo todo.
Poco después, el olor de los muslos de pollo con sal y pimienta asándose al fuego llenó la cueva.
-¿Qué hora es?
-Cinco minutos después que hace cinco minutos, Lily. Las doce menos diez.
-Lo siento, estoy nerviosa.
-Todos lo estamos.
-Solo quiero ver qué hay al otro lado.
-Lo sabemos, tranquila. –James sonrió.
-Se verá cuando se abra la puerta ¿Verdad?
-Eso no lo podemos saber.- fue Remus quien respondió.
Siguieron comiendo.
Se escuchó un ruido en el camino de entrada a la cueva, una piedrecilla cayó rodando por la leve pendiente.
-¿Qué ha sido eso?- Evy, no sabía por qué, estaba tensa. Lo achacaba a todo el tema de la puerta.
-Nada cariño. Algún animal habrá pasado por arriba y cayó una piedra.- la calmó Sirius.
No habían pasado cinco minutos cuando Lily lo volvió a preguntar.
-¿Qué hora es?
-¡Hora de irse a la cama niños!
Quien respondió, fue Bellatrix. Entró a la cueva seguida de seis personas más.
-¡Saludos de papi!- la maldición iba directa a Lily, pero James la desvió.
Todos se dispersaron, las maldiciones llovían hacia ambos lados.
James y Bella se batían en el centro, cada uno a un lado de la hoguera. Más a la derecha Sirius y Blair se veían las caras con Regulus y una mujer a la que no conocían. Al otro lado Remus mantenía se batía con otro mortífago. Tesa, Sabrina y Lily retrocedían ante los ataques de los tres mortífagos restantes.
A Evy no se la veía por ninguna parte.
No hasta que un “gato” enorme hizo caer de bruces a uno de ellos, arañándole la espalda con furia. Uno de sus compañeros se giró y le arreó una patada brutal que la mandó de cabeza a la hoguera.
Se espabiló al momento, pero tuvo que recuperar su forma humana para apagarse las llamas de la cara.
Ese aterrizaje en el fuego le dio a Bella el respiro que necesitaba, James la estaba acorralando pero al ver a Evy caer a las llamas, dudó. Bella se escabulló entre las estalagmitas.
Blair esquivó por los pelos una maldición asesina, a cambio se golpeó la cabeza contra la pared con bastante violencia…y se desmayó. Sirius quedó sólo contra sus dos rivales. Aunque su hermano parecía bastante reticente a atacarle.
En ese momento, la pared blanca comenzó a brillar…tenuemente al comienzo pero cada vez con más intensidad.
Todos se distrajeron un instante. En especial Lily.
Su oponente aprovechó para atacarla. Si se salvó de los ataques fue solo por su inhumana velocidad de aesir. Sin embargo lo forzado de los movimientos que tuvo que hacer provocaron que perdiese pie.
Resbaló hacia atrás y…apoyó la mano en la brillante pared.
Su mano se hundió. Ella notó cómo la puerta a Asgard comenzaba a tirar de ella. ¡Pero no podía irse! ¡No con sus amigos en peligro!
-¡No! ¡NO! ¡Está tirando de mí!
-¡Lily!- James se precipitó a ayudarla. La cogió de la mano cuando ya tenía más de medio cuerpo dentro de esa piedra, que más parecía ahora una sustancia viscosa que se ondulaba y brillaba.
También se acercó Remus, tras vencer a su oponente, para ayudar a Tesa y Sabrina.
-¡Lily!
James no la soltaba, y por eso fue su mano la que comenzó a penetrar en la pared. Lily ya estaba totalmente dentro.
Bella apareció de entre las columnas de piedra. Quería matar a Potter…pero sería mejor si lo torturaba. Lo dejaría para el final. Primero Lupin.
-¡Avada kedavra!
El rayo verde iba directo hacia el licántropo, pero Tesa la había visto. Lo apartó de un empujón. Adquirió su forma de fantasma un instante antes de que la maldición la golpease.
La atravesó.
En ese instante aparecieron Kingsley y Lucian.
Con su ayuda las tornas cambiaron rápidamente. No se lo pensaron, tanto Bella como Macnair huyeron a la primera ocasión. Regulus también. Sirius pudo haberlo parado…pero lo dejó ir. No pudo atacarle por la espalda.
Los tres mortífagos corrían alejándose de la puerta. Sabían, por las instrucciones de su señor, que no podrían desaparecerse allí cerca. No obstante, Bella no podía irse así como así.
Se paró, miró a Potter y lanzó una última maldición asesina. Se quedó quieta lo bastante para saber si acertaba o no.
No fue así. Huyó furiosa.
La avada no dio a James. Pero si a la puerta. Y tuvo un efecto casi inmediato.
Para protegerse a sí misma, se cerró.
James cayó hacia atrás, continuaba gritando el nombre de Lily pese a que su brazo izquierdo había sido cortado por encima del codo.
-¡LILY!
Kingsley tuvo que desmayarlo para poder aplicar los primeros auxilios.
Lucian golpeaba la puerta, de sólida roca de nuevo. Mientras Remus zarandeaba a Tesa. Quería que desperara, tenía que despertar. Le notaba el pulso. ¡Tenía que despertar!
Evy, con media cara quemada, se acercó a Blair. Estaba desmayada, pero no sangraba por el golpe en la cabeza.
Kingsley habló.
-Vamos a ir al hospital ahora mismo. Lucian se quedará por si Lily regresa. Yo llevaré a James. Tú.- señaló a Sirius –Llevarás a aquella.- indicó a Blair. –Y tú a esta.- Pasó su dedo de Remus a Tesa.
-Hemos de alejarnos de la puerta para poder desaparecer. Cuanto menos tiempo perdamos mejor.
-Espera.- la voz de Evy sonaba asustada. -¿Y Sabrina? ¿Dónde está sabrina?
Con un rápido vistazo la localizaron, tras unas piedras.
-Dios…no…joder no….- la animaga se llevó las manos a la boca.
La posición del cuerpo de Sabrina indicaba a las claras que…aun así, Lucian comprobó el pulso.
Alzó la mirada…negó.
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Lily cayó de culo.
A su alrededor se arremolinaba una gran nube de ¿“Niebla”? ¿Polvo? No lo sabía, apenas veía nada.
Se sentía muy rara, le dolía el brazo, o más bien le había dolido mucho en brazo izquierdo.
Al menos no estaba sola, tenía a James con ella.
-James ¿Estás bien?
Tiró con suavidad de la mano que le apretaba la suya. Algo estaba mal.
En ese momento su mano izquierda, concretamente su dedo anular, quemó por un instante. Se escuchó el eco del anillo al caer al suelo y repiquetear.
No entendía nada.
-Lumos.
Con la luz de su varita distinguió su anillo en el suelo, a su lado el de James. Ambos se unieron en uno solo.
Plic. Plic. Plic.
¿Qué era eso? Buscó la fuente del sonido. Y cuando la encontró, casi se desmayó.
Sujetaba medio brazo amputado, un corte perfecto, del que goteaba sangre. Lentamente.
-¡JAMES!
FIN DE LA PRIMERA PARTE
T.T Snif... ni un "como", "cómo" mal puesto...
10· Síntomas
La semana transcurrió bastante incómoda. Todos estaban tensos por un motivo o por otro.
Sirius y James estaban enfadados con Remus porque les había dicho que pasaría la luna llena con otra persona. No les podía decir quién, por que era otro licántropo y no quería que se supiese. Les había hecho prometer que no mirarían el mapa ni usarían la capa para seguirlos. No les quedó más remedio que aceptar.
Además, James se dio cuenta de que había perdido su capa al desmayarse ¿La tendría Lily? Y si no ¿Quién? Otro motivo más para estar enfadado con la pelirroja.
Sirius no estaba conforme, pero le quedaba el consuelo de no tener que “dejar plantada” a su cita de los sábados: su misteriosa animaga.
Por su parte Lily se negaba a reconocer la presencia de James. Era una leve mejoría, al menos no le mandaba miradas asesinas. Pasaba bastante tiempo con Reginald. Se olía algo interesante con el tema de los semivampiros y las clases privadas con Dumbledore. Quería averiguar ese secreto, pero no se le ocurría cómo hacerlo sin que la pillara.
Remus y Tesa tenían problemas de pareja, no querían meter a los demás, pero estaban irritables y no ayudaba al humor de ninguno sus preocupaciones personales.
Por el lado del chico, mantener oculta la licantropía de Blair a sus mejores amigos, y la suya misma a todos los demás. Otro factor era la propia enfermedad, cuanto más se acercaba la luna llena, más intratable estaba.
Por el de la chica, su identidad secreta. Quería revelarla pero no sabía cómo. Más bien, no se atrevía por temor a ser rechazada. El conflicto interior la tenía bastante nerviosa. Sin olvidar que una de sus mejores amigas estaba pasando cada vez más tiempo con quién creían que era un semivampiro.
La única preocupación de Jane era la relación de su prima y Reginald. No porque él fuese, o eso creían, un chupasangres. Sino más bien por que temía que cuando Lily se enterase se hiciera tanto daño como con James. No dejaría que pasara eso. Había otra cosa en la mente de Jane, aunque la descartaba de inmediato cada vez que aparecía: su armadura anti-hombres se tambaleaba cada vez que Sirius Black estaba cerca.
El Slytherin, que comía habitualmente con los Gryffindor de 7º, también tenía ciertos asuntos en su cabeza. Habían entrado a su cuarto. Concretamente Jane Evans. Olió su perfume al regresar de las clases privadas. No paraba de darle vueltas al por qué, y a si tendría algo que ver con los (no tan sutiles como ella cree) interrogatorios de Lily.
Por si no tenían todos bastantes cosas en la cabeza, el viernes por la mañana, nada más entrar al comedor se podía ver a un lado una mesa con un montón de periódicos pequeños, con una jarra a un lado y un cartel. La Gazzeta de Hogwarts. 1 knut.
El periódico escolar de Rita Skeeter. Quizá fuese mejor llamarlo “compendio de cotilleos” más que periódico.
En portada y con letras bien claras se leía un titular bastante interesante a ojos de muchos:
“Potter y Van Hell ¿Amor prohibido?”
El titular provocó muchísimas miradas a los aludidos, Blair van Hell y…James Potter, para casi todo el mundo tanto Blair como Sabrina eran heterosexuales, por lo que era normal tal conclusión.
Marlene McKinons fue a la mesa de Gryffindor en cuanto lo leyó, y empezó a gritar a un desconcertado chico que no entendió qué ocurría hasta que le plantó el periódico en la cara, momento en el que pasó de la Ravenclaw y fue directo a por Skeeter.
Marlene le gritaba a él, mientras él gritaba a la periodista poniéndola de mentirosa para arriba. Los amigos de unos y de otros se iban sumando a los gritos e insultos hasta que harta del jaleo, Blair se acercó a Sabrina.
Llegó por detrás de ella, la giró y le plantó un beso tan intenso que más de un prefecto se planteó si sacar a los de primero del gran Comedor para preservar su inocencia.
Poco a poco el jaleo se calmó cuando James y Marlene se dieron cuenta de lo que pasaba.
Y volvió a empezar, solo que ahora james gritaba a su hermana por no contarle que era lesbiana y no confiara en él. Marlene a Skeeter por montar adrede todo ese lío, y Skeeter gritaba a todo el mundo porque le encantaba gritarle a la gente.
Fue la profesora McGonagall la que acabó con todo provocando ruidos de truenos con su varita. Muy a juego con los rayos que soltaba por los ojos. Por suerte para los alumnos no pudo castigar a nadie porque habría tenido que castigar a toda la escuela.
Con todo lo que había ocurrido el día anterior, era normal que reinara un inusual silencio en el Gran Comedor la mañana del sábado. La presencia de la profesora de transformaciones en la mesa de los profesores no animaba a nadie a alzar la voz más que en susurros.
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-Sirius, Rem, voy a hablar con Marlene para ir a cenar en vez de a comer. ¿Es más romántico no?- comentó James alejándose ya hacia la mesa de Ravenclaw.
El vaso que había ante Lily tembló peligrosamente, a punto de estallar. Pero a ella no le importaba lo que hiciera Potter. Para nada. Ni un poquito.
Se sentía extraña. Lo odiaba por hacerse el dormido, y desmayarse a propósito. Pero a la vez le daba miedo que después de tres sencillas palabras hubiesen pasado cosas cada vez peores. Porque, en honor a la verdad, tenía que admitir que el desmayo no fue fingido, y probablemente también se durmiera dtanto alcohol. Si las volvía a decir ¿Qué ocurriría? ¿Le daría un infarto? O algo peor, estaba segura.
En cualquier caso, por odiarle o temer matarlo, lo mejor era alejarse de James y eso había decidido hacer. Pero se sentía muy celosa y furiosa con esa Marlene McKinons. Era todo muy confuso.
Cuando se levantó para marcharse, también lo hicieron Jane y Tesa. Con un gesto indicaron a Sabrina y Lena que fuesen con ellas. En la puerta del comedor se les unió Blair, avisada por una mirada de su, ahora ya oficial, novia Sabrina.
Las chicas habían decidido hablar con Lily y contarle lo que sospechaban de Reginald.
Ella pretendía ir a la biblioteca, pero prácticamente la secuestraron de vuelta a la torre de Gryffindor, a la habitación de las de séptimo. Colando a Blair escondida entre todas.
Fue Tesa quién empezó a hablar cuando sentaron a la pelirroja de espaldas a la ventana.
-Lily, tenemos que contarte unas cosas.
-Tengo que estudiar, ya lo sabes. Espero que sea importante.- estaba descargando su irritación sobre sus amigas, trató de suavizarse un poco. -¿Tan importante es?
-Creemos que sí. Verás no estamos seguras…
-Reginald es un vampiro.- soltó Jane sin más.
-Aunque uno muy raro, por que el sol no lo mata.- apuntó Sabrina.
-Si, sabemos que suena raro pero tenemos algunas pruebas.- aclaró Lena.
Todas, incluida Blair que se había dedicado a peinar el pelo de Sabrina colocándose detrás de ella, asintieron.
-Verás, el lunes pasado –retomó la voz tesa –nos colamos en la habitación de Reginald –previendo la pregunta de Lily, lo explicó –Yo me quedé fuera vigilando, Jane y Sabrina entraron con la capa de invisibilidad de James. Blair les abrió la sala común.
-Y yo hice la poción para analizar lo que encontraron dentro.- terminó Lena.
Le mostraron el libro dónde encontraron la poción, abierto por la página adecuada.
-Si Reginald toma eso es que es un vampiro. Lo hemos comprobado, no hay usos médicos para esa poción, y la combinación de ingredientes no coincide con ninguna otra. Es un vampiro.- insistió Jane.
Lily se tomó su tiempo, mirando la receta, y después simplemente la página, pensativa.
Tesa lo notó.
-Pareces muy pensativa, pero no demasiado sorprendida la verdad. ¿Es que ya lo sabías?
Todas las demás se asombraron ante esa posibilidad.
Lily asintió.
-Bueno, en realidad no lo sabía. Pero tenía mis sospechas. Ahora que me habéis dicho esto, lo creo aún más.
-¿Aún más? Está claro que es un vampiro Lily.- volvió a decir Jane.
-No, no lo es. – negó Lily- para empezar, yo sé que no es un vampiro. Ahora estoy casi segura de que es un semivampiro. Pero de todas maneras, no tenemos ninguna certeza con las pruebas que tenemos.
-¿Semivampiro?- se intrigaron todas.
-Si. Mirad.- Lily se levantó y rebuscó un poco en su baúl hasta encontrar el libro que sacó de la sección prohibida. –Aquí.
Lo puso en la cama de Tesa abriéndolo por el apéndice.
Todas leyeron lo que les mostraba, incluso ella aunque ya lo había leído montones de veces.
-Bueno, eso explicaría que beba sangre falsa como los vampiros, pero que no lo mate el sol.- admitió Jane- Vampiro o semivampiro es lo mismo.
-También explica lo del ajo.- añadió Lena. –Si, no suele coger nada con ajo, menos pollo al ajillo, siempre toma aunque aparta los trocitos de ajo.
-Bueno esa son tres cosas que apuntan a que lo es, pero ¿Podemos afirmarlo? No.- se respondió a si misma Lily.
-¿Qué propones entonces? ¿Qué Tesa le haga una entrevista estilo periodista?- el sarcasmo propio de los Slytherin se notó en la voz de Blair.
-No.- contestó Lily. –Se lo preguntaré yo misma. Y no me digáis que si eso va a ser peligroso o algo así, lo dudo mucho. Es una buena persona, y podría haberme hecho daño ya si lo hubiera querido.- se sonrojó levemente.
-¿Qué quieres decir?- se intrigaron todas.
-Bueno, el otro día durante el entrenamiento de quidditch, estuvimos solos junto al lago. Me dio un masaje para relajarme, en los hombros. Quiero decir, que tuvo mi cuello a tiro y no hizo nada.
Jane parecía más molesta que las demás. No hizo falta que la presionaran mucho para que estallase.
-Lo que pasa es que creía que era un buen tío. No sé, creí que podríamos ser amigos. Pero resulta que nos miente sobre lo que es. Por mí como si es el hijo de Voldemort y una serpiente. El caso es que nos ha mentido.
Tras las palabras de su amiga, el agobio de Tesa fue evidente por unos momentos, por suerte todas las demás miraban a Jane y no lo notaron.
O eso creyó hasta que vio los ojos de Lily fijos en ella.
Sin embargo, no dijo nada, sino que se dirigió a Jane, aunque a la nerviosa morena le pareció que también se dirigía a ella.
-Jane, creo que es normal que guarde un secreto así, la gente podría pensar muy mal de él. No puede ser nada fácil. Imagínate temer el rechazo constantemente. Le preguntaré esta misma tarde. Y si entonces me miente…si podrás enfadarte.
Algo a regañadientes, Jane aceptó las palabras de su prima. Aunque dijo algo que apretó el nudo en el estómago de Tesa.
-En realidad tenéis razón, nos conoce desde hace muy poco…es normal que aún no confíe tanto en nosotras.
Todas quedaron en silencio hasta que Sabrina y Lena lo rompieron al mismo tiempo.
-¿Jugamos a las cartas?/¿Sabéis que Blair es una peluquera genial?
Se miraron, Sabrina continuó.
-Seguro que le encantará probar cortes y peinados nuevos con nosotras. ¿Os atrevéis?
Lena asintió.
-Y mientras está con una, las demás jugamos a las cartas, me parece un buen plan para la mañana ¿No? Al menos mejor que comernos la cabeza.
Con esa última afirmación, las demás asintieron.
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Hogsmead, el único pueblo enteramente mágico de Gran Bretaña, como en todo lugar de tales características tan pronto estabas ante una tienda de túnicas como ante un escaparate con burbujeantes pociones o tarros de insectos.
Uno de los lugares más visitados por los estudiantes eran la tienda de artículos de broma, Zonko, o Honeydukes, dónde se podía encontrar prácticamente cualquier dulce o chuchería conocido por los magos.
Y por supuesto, Las tres Escobas, el mejor bar-restaurante-cafetería del lugar.
Allí estaban todos esa tarde, excepto Remus. Aunque no estaban juntos, sino en mesas distintas.
Remus no fue al pueblo dando la excusa de que al haber entrado en el equipo de quidditch se había despistado y necesitaba terminar una tabla de valores bastante complicada para aritmancia.
Blair si fue al pueblo, pero se estaba disculpando para regresar al castillo en esos momentos.
-Tranquila Sabrina, estoy bien. Quédate. Yo tengo que terminar una tabla de valores bastante complicada para aritmancia.- las alarmas periodísticas de Tesa saltaron.
Una sensación de que había una mentira en lo que Blair decía. Al principio no supo que había llamado su atención, estaba pensando en Remus y los problemas que estaban pasando como pareja, pero cuando Blair salía por la puerta, cayó en la cuenta. Exactamente las mismas palabras en las excusas de los dos.
Se disculpó y fue al baño. Tras asegurarse de que nadie la veía, apeló a su herencia de valkyria para hacerse insustancial e invisible.
Se apresuró a seguir a Blair al castillo, reprochándose a si misma el desconfiar de su novio y su amiga.
Sirius se encontraba en otra mesa hablando con Anabell Halliwell, una Ravenclaw de sexto año que se encontraba deslumbrada por las atenciones y la sonrisa del chico.
Ambos eran observados desde la mesa contigua por William, el hermano gemelo de Anabell.
Bill y Bell, así los llamaba todo el mundo, solían ir juntos casi siempre. Ambos de pelo castaño oscuro, aunque el de él corto y de punta y el de ella largo y ondulado. Pese a ser algo más bajos que la media, los dos eran guapos y con unas facciones atractivas.
La pareja de Bill era Cecilia Hanson, “la sesi”. Vista la escasa atención que recibía de su cita, él estaba más centrado en Sirius y su hermana, se dedicaba a observar el otro lado de Las Tres Escobas.
Lily y Reginald estaban sentados a una mesa, manteniendo una conversación que parecía divertida por cómo reían ambos.
Las amigas de Lily, Lena, Jane y Sabrina, se encontraban varias mesas más a la derecha, cerca de la chimenea, observando atentas a la pareja.
Tanto que si se daban cuenta de que en la mesa de al lado estaban Marlene y James, un tanto acaramelados.
-Si, Yasmina lo transformó en un peluche. En serio. ¡Puf! El perro iba de cabeza al suelo y ella no quería que se muriera así que inconscientemente lo transformó en un peluche. –rió Reginald.
-Tiene su lógica, los peluches no se hacen daño.- respondió Lily.
–Se le debió pasar por la cabeza algo así, supongo. Salvó al cachorrillo de la caída desde el primer piso. Nos quedamos todos impresionados, solo tenía tres años.
-Si que es impresionante si ¿Se le dan bien las transformaciones en la escuela?- la pelirroja se acomodó el pelo mientras preguntaba, acercándose más a la mesa.
-Este es su primer año, estaba muy nerviosa. En parte desearía estar en Salem aún para ayudarla un poco.
Ambos guardaron silencio unos instantes, fue Lily quién lo rompió.
-Reginald yo...quiero hacerte una pregunta, y me gustaría que fueses sincero.
-Al fin te decides. Tus amigas y tú lleváis toda la semana muy raras, tú interrogándome, o intentándolo al menos, y ellas vigilándome. Adelante, pregúntame, pero con una condición. Prométeme una cita.
Sonrió con picardía sin apartar la mirada de los ojos verdes de Lily, que se dio cuenta de que esa sonrisa no tendría nada que envidiar a las mejores de Sirius.
-De acuerdo. Pero solo si me pareces sincero.- aceptó.
-Me parece justo.
-¿Eres un semivampiro?- el tono de la chica era bajo, para que nadie los escuchara.
-Vaya, pensé que dirías algo así como “un vampiro raro” o algo parecido. Estás bien informada.- volvió a sonreír, esta ves sorprendido. –No, no lo soy. Pero no puedo decirte más. Lo siento. Se lo prometí a Dumbledore.
Ante el leve ceño fruncido de la Gryffindor, continuó.
-Se lo prometí. Pero si fueses tú quién descubriese lo que soy, podría explicártelo todo.- dejó caer. -¿Te parece bien?
Exteriormente parecía tranquilo y confiado, pero en realidad estaba nervioso y, tenía que admitirlo, asustado.
Ver ese atisbo de miedo fue lo que decidió a Lily a confiar en él.
-De acuerdo. Pero a las chicas les decimos que sí lo eres, o no pararán hasta averiguarlo.
-Será lo mejor.- Reg sonrió aliviado.
Miró a la mesa de las chicas y les guiño un ojo. Ellas ni se molestaban en disimular la atención que les prestaban.
-Anda ¿Y Tesa? Pensé que bajó con vosotras.- se extraño el moreno.
Al girarse a comprobar que tesa no estaba, la vista de Lily pasó sobre la mesa de James y Marlene que en esos momentos se hacían una profunda “exploración bucal”. Sus ojos brillaron de furia un instante, contemplándolos.
Al siguiente, se giró y le plantó un intenso besazo a su compañero de mesa, dejando asombrado tanto al chico como a las Gryffindor que hacían de público.
-Mañana tenemos una cita, Reginald Knox. Volvamos al castillo.
Cuando salieron de Las Tres Escobas, Jane, Sabrina y Lena se miraron.
-¿La habrá hipnotizado?- se preguntaron.
No perdieron tiempo en seguirlos, ninguna se acordó de Tesa hasta llegar a la puerta. Fue Jane quién se volvió. Pero al ver el baño abierto, supuso que se habría marchado ya.
Sus ojos se cruzaron con los de Sirius Black, sin comprender por qué, notó una punzada de celos al ver como la Ravenclaw le comía el cuello.
El merodeador, que había invitado a tomar una copa a su pareja solo porque le pareció que tenía andares felinos y ya había comprobado que no era “su gatita” (Bell era demasiado dócil) también se sintió incómodo de pronto, con la chica dándole cariños bajo la mirada de Jane.
Fue el primero en apartar la mirada.
El beso entre Reginald y la pelirroja. También fue visto por otra persona. Al ver como SU pelirroja besaba a otro, siguió un impulso.
-Marlene Esto está yendo genial. Y esta semana me lo he pasado bien. ¿Te parece si tenemos…algo más que un rollete?
La chica sonrió, primero sorprendida y después halagada.
-¿James Potter me está pidiendo salir?
Con una media sonrisa, él asintió.
-Si quiero.
Lo sellaron con un nuevo beso.
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Los pasillos estaban bastante vacíos y silenciosos, habría sido difícil para cualquiera seguir a Blair, pero no para Tesa. Invisible, flotaba varios pasos tras ella.
Ese no era el camino para ir a la sala común de Slytherin, ni a la biblioteca. Puede que fuese a algún aula pero…parecía que les había mentido a todas, incluida a su novia.
Especular no le serviría de mucho con los pocos datos que tenía en esos momentos, por lo que dejó de hacerlo. Se enteraría de que pasaba de todas maneras. Y probablemente se quedase más tranquila ¿Por qué dudaba así de Remus?
En el mismo momento que pensaba eso, se quedó helada. Lo vio en la puerta lateral, esperando. Sonrió a Blair.
-Ya pensé que llegarías tarde. Es mejor si no nos ve nadie.
Ella le devolvió la sonrisa.
-Es que soy adorable y me ha costado despegarme a mi novia.- bromeó la chica.
Ambos comenzaron a andar en dirección a los terrenos del castillo. A una parte alejada de la vista de casi todos. Tesa los seguía, dolida y sin poder creérselo.
Llegaron al sauce boxeador. Remus le enseñó a Blair como acercarse al tronco, había que presionar un nudo de la raíz que más sobresalía. De esa manera las ramas se quedaban quietas el tiempo suficiente para pasar.
La valkyria tembló de rabia al ver como él la cogía de la cintura para ayudarla a pasar por un hueco y como ella le sonreía. ¡Demasiado cerca de él!
Los siguió por un pasadizo terroso, que por la dirección parecía ir a Hogsmeade.
Al final, había una puerta de madera. Los dos desaparecieron por ella.
Pero Tesa no se atrevía a pasar. Dejó pasar el tiempo, decidiendo si irse o entrar.
La voz de Remus la sacó de sus pensamientos, la ayudó a decidirse.
-Mejor que nos quitemos la ropa, o la acabaremos destrozando.
¿Ya se estaban liando?
Ella rió entre dientes.
-Si, eso pasó la última vez. Después no había manera de ponerme la ropa.
La cabeza de Tesa era un remolino “¿Última vez? ¿No es la primera vez que se ven ahí? ¿Cuando ha sido la otra? ¿Y cuantas veces?”
En ese momento, aunque ninguno de los tres la podía ver, la luna llena apareció en el cielo.
Los dos licántropos comenzaron a cambiar. Era una experiencia dolorosa, siempre, aunque ninguna cómo la primera vez.
Entre que trataban de aguantarse los gruñidos y gemidos de dolor, que estos eran cada vez más animales y que la puerta amortiguaba los sonidos, para la persona que escuchaba al otro lado y que no tenía ni idea de lo que ocurría en realidad sino que pensaba otra cosa muy distinta, parecieron totalmente una pareja en pleno desenfreno sexual.
Se marchó de ahí flotando todo lo rápido que podía.
Apenas salió, recuperó su forma normal, corpórea. El llanto interrumpía su concentración.
Siguió a pie, queriendo llegar a su dormitorio y ahogarse en la ducha. Pero una mano la detuvo en un pasillo.
-Stone ¿Estás bien?
Ante ella, Lucius Malfoy la miraba preocupado.
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Sábado por la noche.
Aunque esta vez, el perro y la gata no tuvieron que esperar ni buscarse, ambos sabían dónde encontrarse.
No jugaron a perseguirse esta vez, sino más bien a pelear, no se hacían daño pese a que rodaban y se lanzaban golpes. Siempre encontraban una nueva forma de escaparse o atrapar al otro.
Dando tumbos de un lado a otro con sus juegos, acabaron por llegar a un estanque.
Sus sentidos eran agudos, pero los dos estaban distraídos, tanto que no fue hasta el último momento que se dieron cuenta de la amenazante presencia del kappa.
La criatura de forma simiesca pero cubierta de escamas había sido molestada por la presencia de dos animales que no olían a animales en su estanque. Se acercó sigiloso, moviéndose bajo el agua sin perturbarla, aunque apenas se habría notado con los juegos de la extraña pareja.
Cuando saltó y lanzó un zarpazo, los animagos apenas tuvieron tiempo de reaccionar.
El perro apartó al jaguar de un empujón, y se alejó todo lo que pudo. No lo bastante, las garras le dejaron un surco en el costado, aunque bastante superficial.
Los dos chicos huyeron, sabiendo que el kappa no los perseguiría muy lejos de su estanque.
Cuando se sintieron a salvo, el felino se acercó a la herida, y la lamió con cuidado, en un gesto de preocupación bastante tierno.
La caricia del morro del perro negro tras la oreja del jaguar también lo fue.
Ninguno de los dos recuperó su forma humana, aunque no sabrían decir por qué. Es como si hubieran llegado a ese acuerdo sin necesidad de decir nada.
Poco después, cada uno se va por su lado regresando a sus dormitorios.