Partida Rol por web

-Todo llegará a su debido tiempo-, susurró Barhigum al joven.*

Observo fijamente al suicida mientras se coloca los grilletes. El asiático comienza a girar la palanca y las extremidades del joven comienzan a tensarse, tras unos segundos la posición del muchacho comienza a parecer antinatural. Su rostro adquiere un tono rojizo intentando aguantar el dolor, de su boca comienza a manar un leve hilo de sangre.

No puedo soportar la imagen, aunque no me había importado matar hasta ahora, esta tortura no podía compararse con nada que hubiera hecho. -Estúpido... si tan solo hubieras esperado....- pienso para mí, mientras echo una última mirada a Thomas.

Al girarme la visión no mejora -Pero qué coño...- murmuro al ver horrorizada como el caníbal se come su propio brazo... Retrocedo hacia atrás tapándome la boca con las manos intentando reprimir las náuseas.

Dios mio que asco... me entraba gana de vomitar cuando vi esa escena...esa persona se estaba quitando un trozo de carne de su propio brazo... El otro chico mono rubio estaba también en una situación difícil.Apena me enteraba de nada de lo que ocurría yo nada mas seguía a las ovejas

La cosa se ponía aun peón cada dos por tres,ya no sabia donde meterme.Tenia miedo de mi propia vida.

Se escuchaba los grito de aquel joven y yo me tape los oído.... lagrimas salia de mis ojos ver una escena tan escalofriante y a la vez violenta....

Otro muerto, un torturado, un caníbal y varios verdugos. Todo eso sucedía mientras el estaba atento a los gestos de Jordi, al soltar el aparato que la mujer tenia en su pecho.

Poco a poco los gritos de aquel muchacho que había elegido ser el sacrificio, empezaron a invadir en su cabeza, unos gritos de dolor que le eran muy familiares. Intentando evitar pensar en ello se giro y camino a donde estaba la mujer sin candado y el hombre del pelo estropajo.

-Mi nombre es Rotd...-Se dirigió a la mujer.-¿Te has liberado de la bomba...-Los gritos de Thomas no le dejaban pensar con tranquilidad.-¿O este cacharro esconde algo mas?

Tras los primeros minutos de dolor Thomas aprieta fuerte los dientes y aguanta estoicamente el dolor mientras Hotarubi sigue luchando por girar la palanca, se hace eterna la escena de tortura pero finalmente la palanca llega a un tope y desde el techo de escucha un crujido metálico, y un correr de cadenas tras accionar el mecanismo, a los pocos segundos la puerta de la segunda sala se abre.

El rostro de Thomas muestra un gran dolor, pero sigue vivo

AAAAAAAAAAAAAAAAAARGGGGGG!!!!

Aprieto los dientes con fuerza. Duele, duele de cojones. Mi maestro me enseñó a soportar el dolor, pero lo hace tan lentamente que mis músculos deben de tensarse lo máximo posible. Puedo incluso sentir cómo una o dos lágrimas se resbalan por mi mejilla por mucho que me esfuerzo en intentar contenerlas. El esfuerzo me sirve para centrarme mientras siento cómo mis músculos se han tensado de más y entonces...

Click.

Mi cuerpo duele como un infierno, pero... Vivo sigo. Abro mis ojos y no puedo contenerme.

¡Joder oriental! ¡Casi me revientas! ¿Tan dura estaba la maldita palanca?

Aunque no pretendo, ni mucho menos, ofenderle o enfadarle, sencilla grito todo el dolor que llevo dentro. Resoplo y escupo aún más sangre de la que he escupido al hablar.

Sí... -muevo mis dedos, los cuales me duelen un infierno- Estoy operativo... Ahora... ¿Os importaría sacarme? Al parecer al gran señor de arriba le apetece que siga en este infierno un ratito más...

Respiro agitado, intentando mermar la ira provocada por mi dolor. Inspiro cada vez más profundo.

... Por favor.

Añado finalmente a mi petición de que me suelten.

Observo la puerta abrirse y estoy a punto de caminar hacia ella. Antes de hacerlo, echo un último vistazo a Thomas, quién se sacrificó estúpidamente por todos, lo veo con gesto de dolor, pero parece respirar -Aún está vivo-, me acerco a él, mientras lo hago, él comienza a hablar como si esto fuera un juego divertido -Maldito idiota-, comienzo a quitarle los grilletes. -¿Estás bien?, Te ves de puta pena...-

Veo cómo la chica de antes me suelta y asiento con la cabeza, aunque no puedo evitar dejar caer mi peso sobre ella parcialmente.

Lamento que hayas tenido que presenciar esto... Al parecer la fortuna aún me sonríe.

Sonrío ténuemente, aunque una pequeña parte de mí desearía haber terminado con esta tortura y no tener que seguir avanzando por una libertad que de poco me iba a servir en realidad.

Ves que el mecanismo es muy complejo, digno de un buen maestro en mecánica, esta hecho a conciencia.

Aquel loco que se había ofrecido voluntario sobrevivió a la prueba de fe. La convicción del joven y su triunfo ante está, desmoronó todos los pensamientos preconcebidos de Barhigum. -¿Quizás aquel chico era el elegido?- Ya se equivocó una vez, creyendo en la condición de inmortal de aquel estúpido hombre-perro, esta vez tendría que ser mas cuidadoso y observador. Cada error por parte de Barhigum, suponía una autolesión para exiliar sus pecados y tras aquella dentellada en el brazo, no podía permitirse mas errores.

Por otra parte, la herida estaba supurando una especie de pus de color negro, necesitaba una cura urgente. Recordó que alguien de la sala mencionó que era médico, pero no recordaba quién fue. De todas maneras, la medicina tradicional no formaba parte del tratamiento de Barhigum. Como chamán de su tribu, el tenía otros métodos para curar aquello y no sería la primera vez que los usara.

Se dirigió al cadáver del hombre-perro. Esta vez no para nutrirse de el, no con aquel embaucador, usaría parte de su cuerpo como ungüento. Una vez cerca del muerto, acerco sus labios a la boca de este de una forma sensual, mientras olfateaba los olores de la repentina putrefacción. Sus manos se orientaron hasta la boca del fiambre y las introdujo en ella. Cada mano sostenía una parte de la dentadura, agarrando la parte inferior con su mano fuerte y dando un repentino y súbito tirón. Se escuchó el crujido de los huesos rotos de la mandíbula inferior, provocado por el desgarramiento de esta. La quijada ensangrentada salió disparada por la sala, dejando un rastro de sangre allá por donde tocaba suelo. La lengua quedo colgando sin tener nada que la sujetara, como si de un globo desinflado se tratara. Eso era lo que Barhigum buscaba. De una fuerte tarascada, arranco la lengua del hombre-perro y volvió tras sus pasos a colocarse en una esquina de la sala.

La lengua le sirvió de gasa y comenzó a refregarla por toda su herida a la vez que musitaba un desconocido conjuro... -huasne asfinhes lua, tramulus mediawe etnio...-

Los gritos de Thomas resonaban en mis oídos mientras el artilugio destrozaba sus músculos, o al menos lo intentaba. A diferencia de la muerte del hombre perro, que habia sido limpia, el sufrimiento del hombre, sus gritos, se metían en mi cabeza, agujereando mi cerebro como agujas.

Comencé a menear la cabeza con la vista en el suelo, tratando de sacar aquellos gritos de mi cabeza, me dirigí a una pared, y comencé a dar cabezazos, tratando de acallar el sonido.

Pero cuando crei que no podria soportarlo, el sonido paro, los gritos cesaron, y pude reconocer la voz del hombre, aun vivo tras la dura prueba. Me lleve las manos a la cabeza, tratando de alejar a mis demonios. No podía soportar el sufrimiento, pero el sufrimiento parecía haberse detenido.

Lentamente me gire con miedo de lo que iba a presenciar, y fue entonces cuando vi el brazo ensangrentado del caníbal. La imagen de su carne desgarrada era el vivo reflejo del dolor. Cerré los ojos, esperando que alguien ayudase a aquel pobre loco, pero al abrirlos todos seguían observando la escena sin hacer nada.

Di un par de pasos inseguros hacia el, y con los ojos clavados en su brazo sangrante hice lo que debía.

No... no se si me entiendes... Puedo curarte el brazo, si me lo permites.

Mire la situación y finalmente el chico había decidido ponerse el, menos mal porque no creía que ningún muerto fuera a hacer las veces de lo que nos había ordenado el loco. Después el canival en un acto de lo que parecía una constricción, se mordió y daño severamente el brazo e intento curarsela con la lengua del que había sido su secuaz antes de que li matara Michael.

La puerta se abrió y me dirigí a ella para pasar con mis compañeros pero antes observe como la enfermera iba hacia el y le hablaba de curarle. Fui hasta el hombre perro y arranque sus calzoncillos

- esto es lo máximo que vas a poder hacer por el, hazle un torniquete y pasemos todos a la siguiente puerta

Le tendí el trapo mientras observaba al canival,suponía que ahora entendería mejor que el grupo era su tribu no sus sacrificios

Después del ritual, la herida no presentaba mejora alguna. La lengua del chiflado no valía para nada, estaba obsoleta. Las punzadas de dolor que sentía eran horribles, parecía que estuvieran atravesándole la piel con punzones al rojo vivo. Una chica se le acercó lentamente con actitud asustadiza y desconfiante.

"No... no se si me entiendes... Puedo curarte el brazo, si me lo permites", dijo esta a Barhigum.

El canibal la miró a los ojos y meditó sobre lo que era mejor para él. -Quizás esta sea otra prueba de mi dios-, reflexionó. Acto seguido estiró el brazo destrozado hacía donde se encontra la chica, y aunque su boca no pronunció ninguna palabra, con su acción dejo claro que necesitaba la ayuda ofrecida...

Observe el brazo que el hombre me tendía. La herida sangraba profusamente, pero trate de no pensar en el dolor que debía sufrir este hombre en silencio. Una chica me acerco los calzoncillos del hombre perro. Sucios de sangre, no eran ni mucho menos la prenda ideal para hacer esto, pero tampoco tenia ninguna opción mejor.

Los desgarre para colocarlos a la altura del codo del hombre, de forma que sirviesen de torniquete. La prenda era elástica y al estar rota fue suficiente para poder dar dos vueltas antes de anudarla. Cuando termine, empuje el brazo del hombre hacia arriba, tratando de indicarle que lo flexionase.

Debes mantener el brazo quieto, o volverá a sangrar. Mire el reloj para ver la hora, y luego volví a mirar al hombre. Dentro de 15 minutos tendré que aflojarlo durante unos segundos, o perderás el brazo.

Me quede observándolo, tratando de ver algún signo de comprensión en su rostro, y por si acaso repetí las indicaciones.

Dentro de 15 minutos, hay que aflojar el torniquete, unos segundos. No uses el brazo. En realidad aunque quisiera tampoco podría usarlo, dado que el torniquete cortaría el riego sanguíneo del miembro.

"Vale. Estoy en una panda de dementes." pensó Michael al ver que una chica se ofrecía a curar al indio.

"Cuando vaya a por ti veremos si te alegras de haberlo curado" seguía pensando mientras se iba acercando a la chica del móvil y al tipo que estaba descolgando, por si necesitaban ayuda.

Tras examinar el mecanismo niego con la cabeza -yo no consigo sacar nada en claro de esto, aparte de que esta hecho por un experto en mecánica, desde luego mucho mas experto que yo, será mejor dejarlo aquí y seguir, estemos atentos por si vemos mas "ganzuas"-

Dejando a un lado el arnes hago un gesto a los demás para pasar a la siguiente habitación, el tiempo vuela