Partida Rol por web

Poco a poco vais entrando en una nueva sala, una sala alargada, de paredes cubiertas de metal, y con fluorescentes en el techo.

En el centro una mesa alargada con 23 recipientes de cristal con medidas de volumen y con el nombre de cada uno de los que empezasteis esta pesadilla.

A su derecha una mesa con multitud de herramientas de corte y tortura, muchas de ellas oxidadas.

Al fondo de la sala una gran puerta blindada y encima un reloj que marca

0:10....

Solo 11 habeis quedado aún con vida.

Me acerco a la mesa llena de herramientas, y elijo una larga y afilada.

Puedo llegar a necesitarla, el tipejo dijo que no nos fiásemos de nadie.

Observo el bote con mi nombre:

-Venga, a ver si llama, ¡el del teléfono!.

Entramos en la nueva sala, había una mesa con recipientes con nuestros nombres y otra con herramientas. no me gustaba nada, me daba la impresión de que nos iba a obligar a tortunarnos a nosotros mismos o algo por estilo, desde luego tenía toda la pinta. Tengo el teléfono en mi mano y sigo esperando a que me llame. puto loco.... supongo que está será la última prueba pero nos vas a joder bien, verdad???

Armando se adentra en la sala y observa como esta dispone materiales que bien podrían servir para defenderse o incluso usarlos para un destino que le gusta hacer llegar a sus victimas…

-Tu niño ponte en esa esquina y no molestes…- señala un lugar alejado de la mesa y los materiales.

Tan pronto como dicta aquella orden se acerca donde aguardaban las herramientas y escoge alguna que no este oxidada  y le sirva para defenderse o incluso mejor atacar.

Hotarubi seguía mostrando una amplia sonrisa, tenía los ojos desorbitados y no paraba de mirar a todos, nervioso. No parecía la persona que una vez fue, había cambiado radicalmente.

- Todos han de pagar, el pecado de asesinar - Dijo tarareando mientras soltaba alguna carcajada. - Y tú, serás el primero. - Prosiguió, mientras se dirigía en dirección a Black.

Tras sus palabras, se situó frente a él, preparado para actuar.

¿que coño haces?

Entre en la sala y me quede observando los tarros con una desagradable sensacion en el estomago, temiendo lo que vendria ahora.

Al menos he podido salvar a algunos. Pense tratando de encontrar alivio en ello.

Al ver la reaccion del japones di un paso para alejarme de el, pero pronto quedo claro que su objetivo era otro. Como los demas, tambien el habia perdido ya la cabeza. Pense en dar un paso, en tratar de detenerle antes de que hiciese lo que era evidente que pretendia, pero vi las caras a mi alrededor y comprendi que no iba a ayudarles. No ayudaria a ninguno de estos seres que dificilmente podia considerar humanos.

Si Hoturabi decidia tratar de matarlos uno a uno, no les daria otra cosa que lo que merecian, y si decidia volverse contra mi, bien sabia que nadie vendria en mi ayuda.

En cuanto entramos en la sala el objetio de la siguiente prueba me queda claro

-quiere que cada uno paguemos en sangre nuestros pecados, llenando el recipiente con nuestro nombre hasta la señal. Esperemos a que confirme, pero parece la última prueba al menos-

¿Y si no la pasamos que?¿activará los arneses y nos dejara pudrirnos aquí dentro a los que ya no los llevamos?. ¿Sobreviviendo un breve tiempo con las enseñanzas de Barhigum antes de matarnos entre nosotros? ¿como ha podido alguien tan enfermo hacerse con el control de nuestras vidas?

La demente acción del japones me saca de mis pensamientos, casi estamos fuera y el loco sucumbe "bueno, tampoco puedo echarselo en cara demasiado"

Me apresuro a por un arma, ya ha demostrado ser muy rápido y fuerte, y por sus palabras no se va a quedar con el señor Black

-¡Ese puto chino es un infiltrado del tarado que nos ha encerrado, su misión es que no salga nadie de aquí, y que todos suframos inutilmente!

Chillo mirando al japonés atacando a Black

Salgo disparada con mi nueva arma adquirida, y una de dos:

1- si no lleva la coraza, le hago una carga contra su lomo por sorpresa y por la espalda, clavando mi nuevo juguete.

2- si la lleva, intentaré darle en la nuca, o en una pierna con mi nuevo juguete.

Miro una ultima vez al niño ya en esquina, al lado de Armando , y luego la nueva sala. Como no? Un montón de armas roñosas y unos tarros con nuestros nombres, tambien me acerco hacia lis instrumentos y escojo uno punzante.

Después me dirijo hacia mi bote a ver que tiene o que es..

En eso estoy cuando de repente el japonés entra en trance, como no, y parece que quiere matarnos a todos. Suspiro y me voy junto a Sonia. Esto ya aburre, casi quiero que terminen ya los 10 segundos.

Cojo un arma afilada y le doy la mano a Tara. el *chino este no me gustaba desde el principio. que mierdas haces? le pregunto entre enfadada y asustada. Aprieto la mano de Tara con fuerza, la verdad es que echaba de menos agarrarle la mano y me sentía mucho mejor así... Llama de una vez y di en que consiste esta prueba!! grito refiriéndome al loco que nos había encerrado ahí.

Barhigum entra en la habitación, habían armas cortantes y de tortura, unos tipos peleando entre si y Barhigum en medio de todo con su cara ensangrentada.

El indio se arrodilla y empieza a exclamar unas oraciones a su dios, poco se entiende puesto que habla entre hindú y español. Solo se escuchan sus gritos y llantos adoradores.

- मुझे शक्ति दे दो, हे भगवान!* ... Que los pecadores se arrepientan y sus sangre hierva, que esto sirva para nutrir nuestro espiritú!  है हत्यारों को मौत!**.

Luego se lanza sobre Hotaburi intentando morderle el cuello.

-QUE COJONES!-Es lo unico que dice al ver como otra batalla campal comienza allí mismo, y a falta tan solo de diez minutos, sin perder un segundo coge una de las armas y se aleja del Sr.Balck y el chino. Luego ve como el caníbal se avanzaba sobre uno de ellos, pero no sabe contra quien. Estaba claro que el tiempo y la situación les superaba a todos y ademas esa ultima prueba...

Se puso de espaldas contra la puerta de reloj observando nervioso aquella pelea, como la situación de Armando y el niño que era demasiado parecido a el.
-E! ¿Ya a llamado el loco cabrón?-Pregunto a quien tuviera el teléfono.

Y así, Sonia y yo volvíamos a tener las manos juntas. En las otras, armas punzantes y roñosas ambas y el teléfono, parecíamos unas barbies psicópatas. Y entonces el asqueroso del canival se une a la pelea, alguien pregunta por la llamada y contesto

-No, todavía no ha llamado y sinceramente deberíamos cargarnos entre todos a esos tres... Tanto loco ya cansa...

Lo decía totalmente en serio, después de lo que había visto y vivido en la ultima hora, la avariciosa pero sana Tara se había dejado los escrúpulos por ahí, en alguna sala anterior, y si había que matar para acabar pues se mataba. De todas maneras el canival ya había vivido de mas.

Me estaba empezando a desesperar, el tio loco no llamaba y cada vez había más gente en la pelea, el *indio se había estado portando bien en las últimas salas, pero al parecer ya se había aguantado bastante.

El teléfono lo tengo yo. le contesto al **camionero. pero aún no ha llamado. Luego miro a Tara. En realidad el ***melenas no ha hecho nada... a los otros dos en realidad no me importaba verlos muerto. Algo me decía que la pelea no quedaria ahí, el ****chino estaba loco y probablemente querría seguir matando después de terminar con el ***melenas. deberiamos detenerle... y no es que fuera una cobarde, pero tenía muy poca fuerza y destreza, y yo contra el ****chino sola no haría nada.

Todos, incluso el niño que le habian dicho de quedarse en una esquina, cogieron una de las armas que habia sobre la mesa metálica. Habia de sobra para todos.

El telefono aún no sonaba y la tensión se hacia presente en cada segundo.

La lucha comenzó con Black y Hotarbi, pero no tardaron en unirse a ella Laura y Barhigum. De estos cuatro Laura y Black eran los unicos que aún mantenian el corsé.

-Dejadlos desmadrarse un rato, mientras la lucha sea entre ellos podremos estar tranquilos y en el caso que la prueba sea tan evidente podremos usar la sangre de sus cadáveres y acabar con el vencedor si se trata del caníbal o el asiático- había observado como el crio le había desobedecido, mas no se molesto en reprocharle nada. En aquel momento importaba mas estar atento y alejado de cualquier problema, ya tendría tiempo de ocuparse del pequeño delincuente.

El caníbal o el asiático, esperaba que al menos recibiesen heridas mortales, los otros dos no le molestaba su presencia.

Hotarubi, tomando la iniciativa, soltó un puñetazo hacia el botón del corsé de Black, sin darse cuenta de los movimientos del resto.