Aquella extraña mujer se transformo en una terrorífica criatura, que dio un enorme grito que le dejo la sangre helada. Blanco, temblando, aterrado, trato de defenderse de aquella bestia o demonio que se alimentaba de personas.
Intentó apuñalarlo, y se mantuvo alerta para tratar de esquivar su ataque.
-¡Atrás bestia de los avernos!- Grito mientras atacaba a aquel horror.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d100
Dificultad: 44-
Resultado: 89 (Fracaso) [89]
Motivo: Esquiva
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 70 (Exito) [70]
Ataque y esquiva
Falla el ataque y saca la esquiva.
Turno 1:
Pese a quedarte helado por momentos, trataste de apuñalar a la terrible criatura, aunque sin éxito. De la misma forma, ésta intentó morderte al abalanzarse hacia tí, aunque su torpeza momentánea lo evitó.
Motivo: Mordisco
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 88 (Fracaso) [88]
Motivo: Uno Tomás
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+20)=21 [1]
Motivo: Uno criatura
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+25)=26 [1]
Iniciativa:
Criatura: 26 (ataque con mordisco y esquiva).
Tú: 25 --> Declara dos acciones normales o una extendida. (Recuerda que puedes usar suerte).
La criatura se le echo encima, pero no pudo alcanzarle. Y de nuevo trató de dañarla con su cuchillo. Y luego esquivar su ataque, tenía que tener cuidado o allí acabarían sus días.
Preparó con cuidado su lance, y en esta ocasión pudo herir a aquel monstruo.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d100
Dificultad: 44-
Resultado: 25 (Exito) [25]
Motivo: Esquiva
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 44 (Exito) [44]
Motivo: Mordisco criatura
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 54 (Fracaso) [54]
Motivo: Esquiva criatura
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 67 (Fracaso) [67]
Motivo: Daño almarada
Tirada: 1d4
Resultado: 2(+2)=4 [2]
Motivo: Bonus almarada
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Motivo: Localización
Tirada: 1d10
Resultado: 7 [7]
Motivo: Secuelas en vientre criatura
Tirada: 1d10
Resultado: 3 [3]
Motivo: ¿Se desmaya?
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 75 (Fracaso) [75]
Turno 2:
La criatura de abalanzó hacia tí. Su rostro monstruoso lo viste desde más cerca, y no se parecía ni lo más mínimo a un jabalí, o a un lince: sin duda que debía ser un demonio o algo peor. Con buen tino, lograste clavarle la almarada en el vientre, y tanto y tan profundo fue que notaste la hoja cortar vísceras en su pútrido interior...
Daño: 10 (sin protección): 10 puntos de daño.
En tanto así, que tan fuerte fue la estocada, que la bestia se desplomó al instante. Quedó inconsciente, a tu merced. No tardaría en despertarse, pero ahora su vida pendía de tu propia voluntad.
Gran ataque. Le has quitado más de la mitad de sus pv, lo cual ha hecho que tiremos por tabla de secuelas (solo cicatriz) y también lancemos por desmayo, lo cual no ha superado.
Está a tu merced, puedes matarla si me lo confirmas con tu post. Después añadiré el último post, puesto que viajarías a la última página (la 111).
De alguna forma, que no lograba del todo comprender, la puñalada entro de lleno en las carnes de la bestia, esta dio un terrible alarido, y luego cayó al suelo en silencio, donde quedo quieta. La tensión del combate y el extremo miedo que le había ocasionado aquel engendro, sacaron lo mejor que había en su interior, logrando un gran lance.
No perdió el tiempo Tomás, y tras celebrar que de momento seguiría vivo, ató bien al demonio para que dejase de hacer mal. Luego trató de sacar aquel ser de la cueva, ya que estaba claro que bien podía estar relacionado con muertes que hubiesen tenido lugar en la zona, aunque no parecía que de la del hijo del señor, o tal vez si, el no sabía en que condiciones habían encontrado su cuerpo. Se esforzó por tratar de alcanzar el exterior, necesitaba aire limpio y luz solar.
Si no es posible salir fuera con el atado, e inmovilizado, pues tendría que matarlo.
111
La criatura cae malherida y tras entender que no podrías sacarla de allí, la rematas de un certero golpe. Te apoyas contra la pared y respiras profundamente, secándote el sudor tras el duro combate. Recoges pues la espada que hay al fondo sales de la cueva y te encaminas hacia el castillo, tratando de averiguar de quien se trata (pues tal espada no puede ser si no de un noble, y no de un campesino de Zuheros).
Una vez allí, anuncias que has encontrado una espada, y que puede ser de don Pedro, por lo que pides una audiencia con él. Tras llevarte un soldado ante su presencia, el conde escucha atentamente tu relato. Le cuentas que sospechas del enterrador, Gregorio, sobre la muerte de su hijo (o al menos de que crees que tiene algo que ver) y que has encontrado una espada. Don Pedro la ve y confirma que es de su hijo... Lo que ni tú ni él entiende qué tiene que ver esa vil criatura por tí descrita con Gregorio... Por ello, el noble manda a dos soldados para que lo traigan ante su presencia y aclare qué tiene que decir (y es que don Pedro, por esclarecer la muerte de su hijo, "se agarra a un clavo ardiendo"). Al cabo de un rato, los soldados vuelven llevando en volandas a Gregorio.
¿Has matado tú a mi hijo? —grita el conde, encolerizado—. ¡Confiesa! ¡Sé lo de esa criatura en la cueva! -en realidad no sabía más que lo que tú le habías contado, pero hubo de tirar un farol-.
¡No! —exclama un aterrado Gregorio—. ¡Fue ella! ¡La mujer de la cueva! ¡Ella lo mató!
A los ojos de todos los presentes, Gregorio empieza a desvariar hablando de venta de cadáveres a una mujer misteriosa y asegurando que fue ella quien le obligó a inculpar a Tobías. Nadie cree su historia. Don Pedro ordena que lo encierren y se lo llevan pataleando y lloriqueando. Poco después sueltan a Tobías, al que ayudas a regresar al pueblo para reunirse con su familia, que lo recibe con fuertes abrazos y lágrimas de alegría.
Esa noche todo el mundo asiste a la ejecución de Gregorio. Don Pedro se encuentra de muy buen ánimo, y se sienta en una grada de madera construida para la ocasión, acompañado de sus parientes. Todos los campesinos se acercan para ver cómo muere el traidor de Gregorio, y le insultan y le arrojan piedras antes de que la soga le desnuque. Por primera vez desde que don Pedro llegó a Zuheros, se respira un buen ambiente entre el señor y sus vasallos. Después tiene lugar un banquete en el salón del castillo, al que eres invitado como premio por haber descubierto al verdadero asesino.
Durante el banquete, don Pedro te pide que aceptes una recompensa, que Gonzalo te entrega en una pequeña bolsa. Miras en su interior y compruebas que contiene 300 maravedíes. Pero tal vez es mayor la recompensa de saberte acreedor del hecho de que un pueblo se haya reconciliado por fin con su señor.
FIN
La auténtica verdad:
Todo empezó hace dos meses. Estaba Gregorio en su cabaña cuando vio que alguien merodeaba por el cementerio. Salíó para ver quién era y se encontró con una mujer muy hermosa. Le propuso que desenterrara un muerto cada día y se lo llevara a la Cueva de los Murciélagos. Al principio le sorprendió aquel negocio tan macabro; el enterrador pensó que no era más que una chiflada y estuvo a punto de mandarla a tomar vientos, pero entonces sacó una bolsa llena de dinero y le dijo que le entregaría otro tesoro como ése por cada cadáver que le llevara.
Gregorio no pudo resistirse.
Cada día desenterraba un cadáver y se lo llevaba, y ella siempre cumplía su promesa. Pero poco a poco el cementerio se fue quedando sin cadáveres. Cuando el sepulturero le dijo que quedaban pocos, la mujer dijo que le llevara uno cada tres días. Así lo hizo hasta que hace dos días, cuando le llevó el último, le dio una daga de plata, y le dijo que acusara a uno de los vecinos de la muerte de Fernando, hijo del noble, escondiéndola en su casa y avisando a los soldados. Gregorio, no obstante, ya sospechaba que había sido ella quien había matado al hijo del conde. Lo cierto es que inculpar a un campesino del asesinato tenía su razón en que al ver que se le estaban terminando los cadáveres, así se haría con más (las penas de don Pedro).
Y hasta aquí los planes perversos de una mujer que, en realidad, era un gul, una criatura necrófaga de origen árabe que se alimenta de cadáveres humanos, para lo que acostumbra a hacer su hogar en cementerios o en ruinas abandonadas. En este caso abordaba la sierra cordobesa en las inmediaciones de Zuheros.