Partida Rol por web

-Ya habéis oído. Tenemos que llegar a una nave que nos sacará de aquí. A saber que encontraremos cuando crucemos esa puerta -esa parte no le gustaba demasiado-

Miró como Clev se fue en busca del soldado que dejaron atrás. No comprendía porqué se arriesgaba por el enemigo y más en esa situación donde predominaba el instinto de supervivencia. La parte de los disparos y llegar hasta la nave sería bastante más difícil que salir de las celdas, pero si habían empezado, había que llegar hasta el final.

Con el rifle en mano, siguió el camino que les habían indicado, a la espera de no verse solo en ese pasillo.

El felino siguió al nautolano, el tampoco entendía muchas cosas. Debía se que los de la resistencia reclutaban a cualquiera que fuera idiota. Fuera como fuera, ya no era problema suyo.

Su vida si que era problema suyo, su único problema ahora mismo.

El pasillo no parecía acabarse nunca. Y él estaba desesperado por salir de allí, aunque tenía la sensación de que una vez fuera, los disparos le harían volver a querer estar dentro.

Pero que alternativa tenía.

Ahora lo que le preocupaba era no poder explicar, que eran los reclusos, y que no los tomaran por fuerzas Imperiales. Vale, el no parecía imperial, ni sus compinches tampoco. Pero si todos los que había fuera, eran idiotas, todo podía pasar.

Vamos a ver si tenemos tanta suerte, que podamos salir vivos de aquí.

Isseriol comprobó el rifle blaster y se encogió de hombros. Preguntándose como una especie con valores tan estúpidos podía haber tenido un éxito evolutivo tan alto. A todas luces ese rebelde se estaba suicidando por mantener la palabra de otro. Lo importante era salir de allí de una pieza y había que mantener toda la concentración en ello, pues algo en la boca del estómago le decía que no sería tarea fácil.

Todo esto está siendo demasiado sencillo, pero no tenemos más remedio que continuar. ¡Vamos!

En el momento que decidisteis continuar tan solo teníais que correr por el último pasillo hasta llegar a la salida del complejo. Fue entonces cuando el sonido de un intercambio de disparos fue cada vez más exhaustivo. Finalmente, lograsteis tener acceso al exterior, se produjo entonces una mezcla de sensaciones. Por un lado estaba la sensación de libertad al saber que ya no estabais encerrados entre las 4 paredes, pero por otro lado estaba el temor de ver que estabais en mitad de una batalla.

Cuando pudisteis dedicar unos segundos a observar el campo de batalla, visteis a varios grupos de tropas de asalto que disparaban a discreción contra un grupo de personas de distintas razas que les devolvían el fuego. Las tropas imperiales estaban apostadas en distintos puntos alrededor de la base, mientras que los atacantes disparaban cubriéndose entre los distintos edificios de la periferia y sus naves de transporte.

Vuestro objetivo era bastante claro, una de las naves de transporte que estaba intacta (la otra supuestamente se había chocado contra la prisión) tenía la trampilla de la bodega abierta y con un hombre haciendo señales con una pequeña lámpara fluorescente. ¿os estaban invitando a subir? se veía que era la única manera de salir de allí, por lo menos por el espacio.

La única manera de llegar hasta el punto sin pasar por mitad de los disparos era cruzando a gran velocidad las distintas calles y callejones que había entre los otros edificios del exterior, consiguiendo una buena cobertura.

Cuando Renko llegó a la puerta que llevaba al exterior, contempló el campo de batalla. Los que no eran imperiales, los llamados rebeldes, soportaban el fuego imperial, pero... ¿por cuanto? No podían perder demasiado tiempo, la nave podría convertirse en chatarra o inutilizable.

Agarró el rifle, miró a sus compañeros reclusos y señaló con la cabeza en dirección a la nave.

-Sálvese quien pueda, la nave es nuestra única esperanza por el momento.

Echó a correr por las calles bajo el fuego enemigo, buscando la cobertura en cascotes, edificios o cualquier objeto que pudiera protegerle de los disparos. Cuando no avanzaba, se volvía para disparar alguna ráfaga que le permitiera avanzar tras obligar al enemigo a ocultarse o derribarlo.

Renko empezó a correr, y esconderse. Una buena alternativa. Era lo más apropiado… Bueno, era lo más apropiado si no querías luchar a favor de tus rescatadores. Porque se podía atacar a los cerdos imperiales desde un ángulo distinto, y hacerlos perder hombres.

Pero el Nautolano tenía razón. Podía pasar que su transporte dejara de serlo en breve, tras recibir mucho fuego enemigo.

Así que no había más opciones. Cogió al médico por un hombro.

Bien ojitos tiernos, esto va así. Corres detrás del Amigo de los tentáculos, y haces exactamente lo mismo que el.

Yo voy a cerrar la marcha, por si nos intentan atacar por la espalda. Si ves que me pasa algo, corre más rápido, no intentes ayudarme.

Le guiño un ojo, y luego lo empujo un poco para que empezara a correr.

No era un héroe, pero prefería tener al médico delante, por un buen par de motivos. Y uno de ellos, el principal no era precisamente altruista.
 

Isseriol encoge los hombros en señal de indiferencia.

Estoy de acuerdo, dado que soy el más inteligente de los tres y además arkaniano, es preciso preservar mi vida. Estadísticamente el segundo puesto en esta carrera ofrece algunas probabilidades más de no ser abatido. Así que confiemos en ello, por el bien de la ciencia.

Una vez dicho esto, probablemente con total sinceridad, corre serpenteando tras Renko sin mirar atrás.

Los tres emprendisteis la carrera, muchos de los disparos podrían haberos acertado de no ser por la situación tan estratégica en la que os situabais. La cobertura que os daban los edificios y las esquinas de los callejones os brindaban la protección perfecta para no ser un blanco fácil. Veíais más que viable la llegada a la nave de transporte saliendo ilesos, fue entonces cuando una voz sobresalió del estruendo de los impactos de bláster en el campo de batalla.

- Rendíos ahora mismo escoria alienígena, vuestro sitio no está fuera de vuestra celda - comentó una voz ruda.

Cuando pudisteis percataros de la situación, observasteis como un humano con un traje grisáceo correspondiente a los altos cargos del personal imperial, tenía acorralado a Frercus, el cual iba en la cola del grupo. Su cabeza estaba siendo el punto de apoyo de una pistola bláster que de dispararse ocasionaría un festín de vísceras bastante desagradable.

Posiblemente aquel hombre estuviera refugiado entre los callejones y vio una oportunidad de oro al veros pasar, siendo capaz de interceptar al último.

El primer instinto del nautolano era seguir hacia delante, dejar atrás a su camarada felino y que se apañara él como pudiera, ¿pero que pasaría después? él podía ser el siguiente. Pensó en disparar al imperial antes de que pudiera reaccionar, pero un movimiento de éste y el reo tendría un bonito agujero en la cabeza. Desechó esa idea al momento. También podría disparar él a su camarada y que el laser impactara en el enemigo, era demasiado arriesgado...

-¿Que pasará cuando le mates? Dispararé en el momento en que aprietes el gatillo... llevas las de perder aquí -dijo mirando fijamente al alto cargo-

Aferró el rifle, a la espera de como continuaban los acontecimientos.

El imperial os miró fijamente.

- No te atreverás a disparar, sois como cucarachas, todas van juntas aunque sea a la muerte, ahora vais a venir conmigo, poco a poco hasta la prisión, vuestro compañero os importa, si no ya habrías disparado -

Observáis como el soldado comienza a dar pasos hacia atrás, llevándose consigo a Frercus, se ve claramente que su intención es atraeros de nuevo hacia el edificio.

El felino había escuchado al nautolano, y no estaba convencido de aquel alarde de camaradería. Aunque pensaba aprovecharlo.

Os dije que os marcharais de aquí. Si el tipo me dispara cóselo a tiros, si no, aprovecha que me está apuntando para salir por patas. Y eso también va para ti ojitos.

Se toma un segundo para mirar intensamente a sus compañeros de huida, para luego ponerse a hablar nuevamente.

Y ahora viejo, escúchame atentamente. No hay cárcel, se vino el techo abajo, así que no podrás retenernos en ningún lugar, como crees que salimos de allí. Ni tampoco hay guardias, o es que no reconoces las armas que llevamos.

Ahora mismo os están dando una patada en el culo, y eso que los rebeldes parecen un grupo de putas infectadas y cojas.

Dejo que sus palabras medraran en la cabeza de aquel oficial oportunista. No debía de ser un buen soldado, porque en ese caso estaría disparando como todos los demás. No, tenía que ser de esos cobardes, que buscaban una oportunidad para medrar en las situaciones difíciles, a costa de pobres infelices, como Bollock en ese momento.

Más te vale que aprietes el gatillo aquí mismo. Porque el ultimo recluso que viene por tu espalda de abrirá un agujero en el culo del tamaño de dos soles. No sé lo que tardara, pero lo hará. Y no creo que puedas cubrirte en todas direcciones, y mucho menos en mitad de este asalto.

Pero, hay una alternativa para ti. Puedes darme un golpe, y echar a correr entre la cobertura, y pirarte de aquí, y hacerte el muerto en algún lugar a salvo de miradas indiscretas.

Porque cuando los rebeldes hayan pateado vuestro sucio trasero, y vengan los tipos que de verdad son importantes, y no los come mierda como tú, que estas destinado a una cárcel penosa, seguro que darán buena cuenta de ti, y del resto de los Héroes que dejaron que todo este proyecto se les fuera a la mierda.

Y si ese es el caso, estoy convencido de que te gustara estar en algún lugar, fingiendo que te atacaron y te dejaron sin memoria. Es lo que haría cualquier oficial inteligente. Los oficiales muertos no ascienden. ¿Lo captas?

La situación estaba jodida. Lo sabía. Solo había dos opciones, que lo mataran. Cosa que era bastante probable, o que el tipo se lo pensara mejor, y le diera una oportunidad.

Estaba listo para la muerte, lo estaba desde que comenzó su etapa adulta. Y más en los últimos tiempos de soledad, así que tenía que hacer dudar a aquel cabron, de que tenerlo apuntado con un arma no era una buena opción.

Todo lo que había dicho era verdad. No le iban a poner una medalla por re atrapar a un par de presos, cuando toda la cárcel se venía abajo. Así que con un poco de suerte, aquel hombre seria inteligente y quisiera salir de allí.

No obstante, Lock tenía otra cosa en cuenta, que había sido su plan desde el principio. Un cañón apretado contra tu nuca, tenía muchas desventajas, pero alguna ventaja también. Era un arma y sabía perfectamente donde estaba. No tenia la incertidumbre de sabe a que parte de su espalda estaba destinada el tiro, sabia a donde iría. Así que si era rápido y podía sacársela de encima, podía esquivar el primer disparo.

Mientras había estado hablando, había ido moviendo la cabeza. Ahora el cañón, no estaba en el centro de su nuca, si no más a la derecha, al borde de la cabeza. Un sitio mortal igualmente, pero si era rápido al dejarse caer, y el hombre estaba despistado, podía dejarse caer intentando esquivar al menos el primer disparo.

Era una opción algo suicida. Pero no le quedaba nada más que jugarse. Y la paciencia la había perdido hace mucho tiempo, junto con la esperanza.

El oficial, visiblemente nervioso, escuchó cada una de las palabras que le dijo el Cathar, se podía ver como sin ningún tipo de complejo miraba hacia atrás, por si realmente existía la posibilidad de que hubiera alguien más cerca. Su rostro no hacía más que mostrar muecas, signos de confusión y examen de conciencia, su edad avanzada probablemente le había dado muchas experiencias vividas lo cual podría ayudar a saber que las deducciones de Frercus no tenían nada de descabelladas.

Dio un último vistazo a vuestra presencia y después a vuestras armas, fue entonces cuando no dudó en soltar el cañón de la sien de Frercus y guardarse el arma.

- Habéis ganado esta batalla, pero al imperio no se le podrá amedrentar con palabras, he tenido piedad con vosotros, ahora marchad y tened piedad conmigo -

Isseriol tenía su rifle blaster entre las manos, como una presencia extraña al tacto sin saber muy bien si disparar o no. El maldito oficial no había tenido ningún tipo de piedad,eso era una falacia. Tan sólo les dejaba ir por miedo a que le mataran y con la idea de que otros reclusos venían detrás. Así se lo había dicho el cathar y aunque no era cierto, puede que el misterioso salvador que les había indicado el camino hubiera conseguido volver con el soldado imperial. En ese caso ambos caerían presa del oficial oportunista. Eso si no les disparaba por la espalda. Reafirmando su razonamiento el extraño médico alza el rifle y apunta al oficial.

Creo que no lo ha entendido, pero ahora es cuando le toca correr hacia sus aliados. Eso o morir, es lo máximo que da de si nuestra piedad. Nos esta retrasando y tenemos prisa.

Fue entonces cuando el oficial entre cerró los ojos, mostrando un odio infinito hacia vuestra presencia... y guardó el arma. Se dio media vuelta y comenzó a correr en dirección contraria a la vuestra.

Renko vio como el oficial empezaba a alejarse sin darle la espalda, agarró el bláster apuntando al frente, hacia el oficial imperial, mirándolo fijamente, desafiante. En cuanto se giró para empezar a correr, el dedo de nautolano apretaba el gatillo, disparando en la misma dirección en la que corría el enemigo.

-Uy... se me fue el dedo, lástima que no sea más que morralla -dijo con cierto tono frío-

El que le hubieran hecho perder un tiempo valioso le había quemado la sangre, y el usar una táctica tan ruin, como es la de atrapar al enemigo y usarlo de escudo, le molestaba más. No había dudado en apretar el gatillo, pero dudaba si seguir disparando o no, pero le tiraba más salvar el pellejo que enseñar una lección a aquel tipo.

El disparo de Renko impactó de lleno en la retaguardia de aquel oficial imperial que ni por asomo se esperaba aquel ataque a traición. Su cuerpo yació en el suelo con su espalda humeante. Un disparo de tal envergadura en su espalda probablemente le haya causado unas heridas fatales, desde luego en los segundos siguientes no se movió ni un ápice...