Partida Rol por web

El hombre escupió la comida

- ¿Juguetes? - entonces comenzó a reírse

- Amigo mío, vender cosas así no es propio de un hombre... por favor, juguetes dices... anda... sigue comiendo y olvídate de mi, creía que estaba hablando con un hombre de verdad y no con una nenaza - dijo aún con la sonrisa en los labios mientras retomó su ingestión de comida

Había que comprobar si el esfuerzo merecía la pena, sacaste la piedra, opaca y traslucida al mismo tiempo, y la colocaste sobre una de las marcas que había en la estatua. Quizás, si encajara, te diera una pista de si andabas en el camino acertado.

La única idea que cruzaba tu mente, tras desglosar todo lo vivido. Era que las piedras eran en si llaves, y que abrían el camino a un tesoro.

Parecía estúpido ocultar un tesoro, fuera del tipo que fuera en un lugar como este. Sin guardianes, sin más que una entrada vulgar, y alguna que otra trampa.

O puede que este lugar estuviera olvidado desde hacia eones. Eso nunca lo sabría, si no comprobaba sus ideas.

La cuenca encajó perfectamente en uno de los orificios situado en la mano de la estatua, eso hacía que tu teoría de que fueran llaves cogiera cada vez más peso ¿pero donde estaría el resto? esa estatua tenía aún dos orificios más.

Si aquello era una prueba, lo era en todos los sentidos. Paciencia, habilidad y sobre todo valentía ente la muerte, era lo que estaba usando Lock para lograr su objetivo.

Se encamino al otro pasillo lateral, y esta vez, dejos sus pertenencias, así como la piedra conseguida al borde del túnel.

No quería que por accidente se le cayera al vacio.

Sabía que tenía que saltar, eran 4 saltos, complicados, sin contar con las posibles flechas, o cualquier otra cosa.

Tomo aire, se estiro, y se preparo para realizar unas acrobacias, que si  por lo que fuera le fallaban, darían con sus huesos en el fondo de un abismo hasta el final de la historia.

Haciendo alarde de tus capacidades comenzaste a preparar los saltos para así seguir avanzando por aquellas pasarelas derruidas. El primero de ellos fue increíblemente ajustado, las distancias parecían menores desde lejos pero a la hora de la realidad sabías que había que tener un buen físico para saber llegar al siguiente extremo ¿qué hubiera pasado de haber caído?.

Tras dedicar unos segundos a recuperar la compostura tras el primer salto, hiciste el segundo con algo de carrerilla, este era un poco más fácil que el primero lo que provocó que consiguieras aterrizar en la siguiente plataforma sin tantas dificultades. Ahora ya tenías el pilar frente a ti, te había costado lo tuyo, de hecho estabas sudando por el esfuerzo pero la cuenca del pilar estaba a tu alcance.

El felino se había jugado el tipo como un campeón, y la sensación de que todo era demasiado estúpido lidiaba con la emoción de seguir vivo y haber superado los saltos.

Al menos, ya había hecho la mitad del trabajo.

Con mesura, comprobó que no hubiera flechas esperando su cuerpo al acercarse al pilar, y tras eso, realizo una maniobra similar a en la anterior cámara, para recoger la piedra de la parte superior del pilar.

Sin duda, muchas molestias, pero al menos esperaba que el premio mereciera la pena.

Repitiendo el mismo proceso anterior y sin lidiar con unos proyectiles repentinos, fue para ti pan comido alcanzar la segunda cuenca que estaba en lo alto del pilar. El tamaño, color y textura era idéntico a la primera que depositaste en la estatua.

Regresar por donde habías saltado también fue tarea fácil ya que pudiste memorizar cuales eran las distancias correctas para que el salto fuese óptimo. En comparación con tu primera visita a la cueva tenías mucho terreno ganado. Te habías apoderado de dos cuencas de las cuales una ya estaba depositada en la estatua central ¿cual debería ser el siguiente paso?

Isseriol se encoge de hombros acusando levemente la crítica. Le costaba horrores no levantarse y gritarle a esa criatura inmunda que él era un arkhaniano, una clara evolución de la especie humana. Sin embargo tuvo que respirar hondo y controlarse por no saltar ante aquel desgraciado fruto del amor endogámico.

No voy a revelar mi mascarada a la primera de cambio...

Negando con la cabeza se obligó a comer la bazofia de su bandeja y se levantó sin despedirse. Meditando cual seía su siguiente paso. No se equivocaría de nuevo, tení que ser más directo y buscar algun tipo de autoridad local.

Bien, veamos si hay algún tipo de ayuntamiento o gerencia.

Penso mientras, ya en la calle, buscaba edificios de importancia como el que tenía en mente.

Tras dedicar varios minutos a investigar, descartaste por completo que hubiera un edificio que representara a las autoridades locales, quizás ese detalle hacía a la colonia tan particular, sin embargo si hubo un edificio que fue lo más "autoritario" que encontraste, se trataba de una prisión, fue fácilmente reconocible para ti por los campos de energía que se podían ver a través de las ventanas. No sabías si habría alguien dentro o no, pero era lo más parecido a lo que estabas buscando.

Una vez con todas sus pertenencias en su sitio, y la piedra en la mano, el felino volvió una vez más sobre sus pasos.

Antes de comprobar si la nueva piedra encajaba a la perfección se tomo un momento para respirar y escuchar a la cueva.

No sabía cuánto tiempo había pasado exactamente, pero ya hacía varias horas. Se había deslizado con sigilo por la misma durante todo ese tiempo, y no había percibido ni una sola señal, de que esta fuera visitada en algún momento.

Y sin embargo, le quedaba la sensación de que alguien o algo, pasaba cada cierto tiempo por aquel lugar.

Mirando fijamente la estatua, volvió a rememorar los datos que creía saber sobre el tipo de especie de la efigie. No era mucho, y podía fácilmente equivocarse. Pero estaba casi seguro, de que no era un ser natural de aquel planeta, puede que incluso de aquel sistema planetario.

Coloco la otra cuenta, sin esperanza de que pasara nada, pero aun así, aguardo la respiración unos pocos segundos. Estaba claro, que aquel mecanismo de seguridad, era tan sencillo como complicado de activar.

Es más, llego a la conclusión de que tenía que haber otra entrada, o quizás, una manera de avanzar mucho más sencilla, una palanca oculta.

Pero del mismo modo, supo que no la hallaría, sin saber dónde buscar, y era algo que no sabía. Porque ni siquiera sabía que demonios era aquella caverna.

Fuera como fuera, si no aparecía un alma en lo que tardara en salir, podía ser un buen escondite en caso de necesidad.

En el momento que colocaste la segunda cuenta en su orificio escuchaste un chasquido que provenía del interior de la estatua. Eso podía significa dos cosas, o que se había activado un mecanismo secreto o que habías roto algo.

Pasaron casi 20 segundos antes de que apareciera una tercera cuenta de color rojiza del tercer hueco, no sabías como había llegado hasta allí pero podía significar que estabas haciendo las cosas bien, fuera lo que fuera...

Lock miro sorprendido la estatua. De verdad que estaba convencido de que la tercera piedra, estaría perdida o en manos de algún nativo del pueblo que estaba al lado de la cueva.

Lo que había empezado con una revisión de terreno, para tener un campamento base al que acudir, se había convertido en una búsqueda del tesoro. Y por alguna extraña razón, estaba convencido de que en cierta manera, era a lo que había venido.

Esta nueva gema, parecía una llave, extraña como las dos anteriores, pero una llave igualmente, y recordó, que el camino central, tenía una muesca como las de la estatua para colocar una última piedra.

Quizás fuera aquella.

Pero justo cuando su mano estaba a punto de tocarla, decido tener otro poco de paciencia. No se llegaba a viejo con prisas y suposiciones dadas.

Observo nuevamente la estatua, y luego las paredes y el techo, quería asegurarse de que no había ninguna trampa mortal, que hiciera que su cabeza se separase de su cabeza.

Finalmente, decidió que la estatua podía ofrecer un poco de cobertura. Y se preparo para coger la piedra carmesí.

En un movimiento rápido y calculado el felino cogió la piedra… esperando escuchar como algún mecanismo oculto hacia que su vida se apagara de repente.

Pero para tu sorpresa, tras coger la cuenta carmesí no ocurrió absolutamente nada. El temor de caer ante una trampa te había dejado en un estado casi de paranoia ¿o era simplemente precaución? igualmente tenías la piedra en tu poder y allí no parecía haberse activado ningún tipo de mecanismo...

La cuenta carmesí, tenía el mismo tacto y casi el parecía que un peso similar a las anteriores, pero debía de ser distinta.

Quizás la densidad fuera distinta, porque sin duda, aquella era la siguiente llave.

Se sentó durante un par de minutos. Las prisas eran malas consejeras. Y se pregunto, sentado ante la estatua, que sitio de los demonios era aquella cueva.

Había visto muchas cosas a lo largo de su vida, pero sin duda, lo que estaba viviendo era algo mucho más enrevesado y misterioso que todo lo demás.

Recapacito sobre lo que ahora sabía. Al parecer era un usuario de unas habilidades que sin duda era poderosas, y
peligrosas. Para llegar a protegerse de ellas, había pactado aprenderlas de una mujer, que como poco, era capaz de volverse invisible, y que bien podía estar allí observándolo.

La verdad es que la paranoia había infectado su mente. Y sabía que eso era un problema que tendría que responder.

Así que tranquilizo su mente lo que pudo, y volvió a intentar el ejercicio que había funcionado en la casa de aquel planeta donde lo habían encontrado.

Quería percibir si había algo fuera de lugar, algo que no tuviera que estar allí. Quizás no sirviera para nada. O puede que al menos, le ayudara a centrarse antes de afrontar el próximo tramo de aquel lugar.

En primer lugar comenzaste a mirar a tu alrededor, a prestar toda atención sobre lo que te rodeaba, pero al cabo de los minutos tuviste la necesidad de cerrar los ojos, concentrarte en tu persona y en todo elemento que hubiera en aquella cueva, era algo que jamás habías hecho antes, te sentiste extraño pero a la vez relajado.

Todo fue normal hasta que llegaste a una conclusión que te alarmó. No estabas solo. Pudiste "sentir" de alguna manera que allí había otro ser vivo, no sabías si era de tu tamaño o era un simple insecto, tampoco sabías si a corta o larga distancia pero aquella cueva estaba habitada por algo o alguien más y no eras precisamente tú.

De golpe los ojos se abrieron como el rayo. Había algo con él. Fuera lo que fuera lo había sentido, aquello era nuevo, alarmante, aterrador, y por otro lado un mundo nuevo de posibilidades.

Sin embargo, aun tardo un minuto, quizás fueran dos darse cuenta de que había accedido a aquel extraño poder que Naiana le había comentado. Fuera como fuera, era una ventaja táctica si llegaba a aprender a usarlo.

Ahora sabía que no estaba solo, era algo bueno, o algo malo. Y si la próxima trampa era un guardián vivo, un Rancor o algo parecido.

No, no tenía mucho lógica, meter por aquellas cuevas tan pequeñas un ser monstruoso…. a menos que lo hicieran cuando todavía era una cría.

No tenía que sacarse aquellas ideas de su cabeza. Pensó en volver a centrar  su mente, pero ahora estaba alerta, y era poco probable que encontrar un punto de reflexión tal que le indicara nueva información, pero sin duda había aprendido algo por su cuenta.

El poder latente y sin entrenar era poderoso.

Una vez puesto sobre aviso, palpo en su mano la cuenta rojiza, estaba claro que era una llave, y que debía usarla para conocer los secretos de aquel lugar.

Nuevamente se puso en marcha, y lo hizo con extrema cautela. No era momento de relajarse, un felino despistado era un felino muerto. Una máxima que había que tener en cuenta cada día, para sobrevivir en aquel peculiar universo donde vivía.

Camino por el pasillo central, volviendo a pisar donde sus pies lo habían hecho antes, buscando algún indicio de que el techo se le fuera a caer sobre la cabeza, o que por el contrario, flechas, lanzas o cualquier otra arma fuera a salir disparada contra su pecho.

Afortunadamente nada de eso paso. Llego de nuevo hasta la pared de roca derruida. O supuestamente derruida.

Con prudencia, se coloco a un lado, y coloco la cuenta en el lugar, que suponía estaba destinado a alojarla. Y espero atento y con el corazón saltando en su pecho.