:|: Camino al centro comercial :|:
Me acerco al chico de la señal, observando su posición corporal, su forma de andar, etc, en definitiva, fijándome en su lenguaje corporal.
Este chico parece que se cree realmente fuerte, tal vez pueda utilizarlo para protegerme.
Acelero el paso y me pongo parejo a él para hablarle mientras señalo el centro comercial -¿crees que es seguro meternos en un lugar cerrado? -me ajusto un poco el traje que ha debido de arrugarse durante el incidente del autobus -no se si es buena idea meternos en un lugar así, además habrá mucha gente indefensa que pida ayuda y extienda el pánico.
"Para millones y millones de seres humanos el verdadero infierno es la Tierra." Arthur Schopenhauer
Decenas, quién sabe si cientos, de los Guirus parecen caer por todo el pueblo erradicados, sin embargo más de un ciudadano en su afán por huir se encuentra con la sorpresa de que los monstruos siguen lanzando sus mortales ataques incluso cuando parecen por completo carbonizados. Además, los supervivientes no cejan en su empeño en atrapar a la mayor cantidad de población posible. Algunos se hacinan en la compañía de un grupo cada vez más mermado, mientras que otros confían en su suerte para escapar de las garras y aguijones. Y la situación hubiese sido desastrosa si un pilar de una pura y radiante luz blanca se alzase en medio del pueblo, produciendo la huida en desbandada de aquellas criaturas voladoras que tantos destrozos y muertes estaban causando... no así de todas las demás. El zerg grita causando que las ventanas retumben ante la luz, pero no ceja en su empeño de atrapar gente, dirigiéndose hacia los pocos que se quedaron por la zona del Days Inn. Los perros lagarto salen de sus callejones para volver a acechar presas, y la sombra de algún monstruo más temible se puede intuir en la oscuridad de las zonas en que las farolas han caido o ya no iluminan.
Sin embargo, un grupo de supervivientes mermado pero fuerte en su empeño no ceja en ningún momento de correr, pese a las pérdidas y los desaparecidos en el ataque de las abominaciones. Y léntamente, uno a uno, van acercándose al despejado parking del centro comercial. Y uno a uno, sin percatarse siquiera de su existencia, atraviesan una infinitesimal burbuja cuasi-intangible... quedándose congelados en el aire. Sin embargo, aquellos que los siguen creen percibir que no ha sucedido nada, pues es lo que quieren creer, y se abalanzan también en la misma dirección. Y sin embargo, la figura de uno de ellos continúa andando varios pasos antes de pararse, un hombre de gran envergadura y músculos poderosos, Paul Michael Levesque. Y mientras sus músculos van creciendo en tamaño, y su piel va adquiriendo un ligero tono metálico, también sus facciones se desdibujan mientras va recordando todo lo sudedido, o realmente, todo lo que sucederá. Y al girarse para volver a mirar, se encuentra con la figura etérea de Eric Mascarell, que lo observa divertido caminando hacia él.
-Ya he llegado. -Dice el coloso.
-Adelante, sigue siendo tanto tu casa como la mía, y creo que vamos a tener un espectáculo bastante aceptable. -Responde el jóven, mirando a su alrededor y fijándose en todas las personas que han traspasado la barrera invisible. -Y parece que hay más visita por llegar.
El gigante mira a su alrededor, y se fija en una túnica roja que avanza sin problemas entre el tiempo estancado, solo pudiendo llegar a decir: -Jod, vaya, creía que ibas a tardar más.
Y la figura solo responde: -Ya no tenía motivos para quedarme, y he procurado que nuestro jóven aquí presente no tenga conflictos de ningún sentido.
-Ya veo, ya. -Responde Máscarell. -Y si no os importa, ¿qué os parece si pasamos y terminamos de arreglar todo esto para la gala de inauguración? Todavía queda un poco de trabajo.