Las decisiones solían ser fáciles: a qué hora levantarse, qué ponerse, a dónde ir... Ahora es un poco diferente.
¿Podrías distinguir amigo de enemigo? ¿Podrías llegar matar o hacer algo peor? ¿Hacer lo correcto, quizá?
¿Hasta dónde llegarías cuando la supervivencia es lo último que te queda?
¿Qué pasaría si la naturaleza empezara a reclamar lo que es suyo?
A pesar de las advertencias de varios micólogos y expertos, una cepa mutada del hongo Cordyceps comenzó a propagarse en los Estados Unidos a finales de septiembre de 2013. El Cordyceps se originó en América del Sur y llegó a los humanos a través de cultivos infectados.
El hongo Cordyceps Unilateralis había mutado llegando a infectar a los seres humanos, cambiando su estructura física y psicológica, "como zombies" argumentaron algunos testigos antes de que lo peor de la pandemia arrasara ya no sólo varias ciudades de los Estados Unidos, Asia y Sudamérica, sino de todo el globo.
Era un enemigo contra el que no podían luchar. En varios Estados y países se declaró la Ley Marcial, tomando el control de la situación el ejército en la mayoría de casos, estableciendo zonas de cuarentena y bombardeando aquellas más pobladas que no tenían salvación, en un vano intento por erradicar la infección.
Han pasado 22 años y aún quedan algunos supervivientes y resquicios de gobierno dirigidos por militares, aunque rozan la tiranía. Los seres humanos sobreviven a duras penas, con más probabilidad en las zonas de cuarentena, pero no son pocos los que se arriesgan a adentrarse más allá en busca de recursos o un lugar mejor en el que sobrevivir...