Dolor, furia, tristeza repartidos por igual en sendos rostros. Pero el gesto de Ansset era de estupefacción. Lo que acababa de escuchar de la voz del difunto gobernador era a un tiempo, terriblemente perturbador e increíblemente interesante.
Pertubador porque hablaba de la escasa diligencia de aquel hombre para con su pueblo, al que intereses particulares le habían conducido a dejar a un lado los deberes inherentes a su cargo y sumir a Ruk en un estado de dejadez cercano a la guerra civil. Su pueblo, su esposa, todo, había sido supeditado a una libertad de la que no disponía y el pago de ello había sido su muerte, un cisma en su tierra y una amenaza de muerte para su esposa y allegados.
Interesante porque hablaba de un nuevo portal, una nueva recursión y un nuevo pueblo. ¿Cómo podía no ser interesante aquello?
Y ahora, como testamento, aquel que había demostrado que no podía confiarse en él, que había traicionado a dos mundos, que no solo no había conseguido salvar una vida sino que había pagado con la propia y pagaría con las de otros, daba su última voluntad, la formación de un grupo que solventara todo aquello que él había jodido.
Miró una vez más a los presentes. Nadie parecía muy dispuesto a hablar, cosa por otro lado nada extraña. ¿A quién podía apetecerle intervenir en aquel momento? Bueno, a él. Carraspeó suavemente.
-No es mi deseo importunar a nadie, pero parece que estamos en una cuenta atrás y que la ventaja no es nuestra. El gobernador ha muerto y es prioritario solucionar este... errr... problema de índole diplomática -comenzó diciendo-. Me sorprende esta extraña cacería, este proceder por parte de los habitantes de ¿Sherezade, verdad? Lo que quiero decir es que si bien toda vida es importante y podría entender ciertas actitudes ante la enfermedad de un niño e incluso el dolor ante su desaparición, hay algo que no se nos ha dicho en esta grabación. Intuyo que aquel que ahora está criogenizado en la Cámara de Gobernadores, podía ser alguien de especial relevancia para su pueblo lo cual podría explicar la especial insistencia en la su salvación e incluso la persecución al Gobernador. Es... irracional. Creo que sería importante examinar el cuerpo, tratar de determinar la causa de su fallecimiento, observar su especial constitución y, posteriormente, organizar un viaje a Sherezade. Devolver el cuerpo, transmitir las condolencias de Ruk, tratar de buscar una satisfacción...
La situación era incómoda para todos. La confesión del difunto gobernador mostraba a las claras que aquel asunto se le había ido de las manos y había terminado por derivar un conflicto que podría involucrar a ambos mundos. Aunque era un asunto que no competía a su gobierno, Rük era, hasta cierto punto, un aliado de los Estados Unidos y por ende, como representantes de la humanidad, también lo era la Tierra, y por ello estaban política y moralmente comprometidos, sobretodo en un momento tan delicado como éste. Si se marchaban, no sólo podrían poner en peligro la estabilidad de la alianza, sino que dejarían de tener amigos en caso de que el nuevo Presidente (o su equivalente en esta dimensión) decidiese que su tecnología les permitía invadir su dimensión natal. No, era mejor ayudar y cerrar el caso lo antes posible.
El tipo llamado Mikal parecía hablar con sensatez. Katherine asintió, levantada ahora y con los brazos cruzados:
-Concuerdo contigo, es extraño que se hayan tomado tantas molestias sólo por una criatura, por cruel que sea lo que digo. Sin embargo, no creo que sea una buena idea proceder a la autopsia del chico. Podría ser nuestra única baza ahora como ofrenda de paz. -Miró hacia abajo, el mapa, donde según la grabación se encontraba el portal. -Lo importante ahora es vigilar este lugar, y más específicamente esta sala. De hecho, no creo que debamos acercarnos más de lo necesario a esta mesa. -miró a la viuda, seria pero con respeto- Señora Glesh, lamento mucho lo ocurrido a su esposo, pero ahora necesitaremos toda la ayuda que pueda prestarnos, empezando por clausurar este piso, si fuera posible, y tener acceso a los dispositivos de vigilancia para averiguar quiénes han entrado y salido de este lugar en las últimas semanas. Muy posiblemente los asesinos intentarán volver a su dimensión en algún momento, sea cual sea su motivo para ello.
Como imitando al difunto gobernador de la grabación, tamborileé con los dedos sobre la mesa de la sala de reuniones. Miré a mi clon, y él comenzó a tamborilear también, al mismo ritmo, al unísono.
Entonces nos detuvimos y hablé.
- ¿Razonar con unos salvajes? ¿En serio? - Negué con la cabeza. - Unos salvajes con cuerpo de piedra, para más datos. - Puntualicé, alzando el índice. Negué con la cabeza.
- Si nos presentamos en esa recursión con el cuerpo de la criatura de roca, no nos va a esperar un destino mucho mejor que el del gobernador y nada arreglaríamos con tal cosa. - Miré a la viuda, que seguramente no aprobaría mi tono carente del melodrama que han teñido los demás los suyos. No me veía en necesidad de fingir un dolor que no sentía por alguien tan irresponsable como un adolescente hormonado. - Por lo que hemos escuchado, en esa recursión carecen de tecnología y de sentido común. Por contra poseen un sentimiento de venganza y una facilidad de acusar al extranjero de los males internos fuera de toda duda. Si quieren saber mi opinión, la mejor solución sería destruir el portal que une las recursiones, pues dudo que esos mojones de carretera sean capaces de construir uno.
No me costó percibir el rechazo a mi idea por parte de la mayoría de los allí presentes.
- O resucitar al crío. - Dije, encogiéndome de hombros, como buscando una infantil disculpa.
- Nuestro pequeño... Rocky murió por una efermedad. Si nos atenemos a que en un ser de piedra sus enlaces probablemente sean de silicio en lugar de ser de carbono, lo cual significa que se requiere más energía para romper esos enlaces y, por tanto, presente un metabolismo más lento así como una enfermedad cuyos patógenos sean igualmente más longevos y aún presentes en el cuerpo criogenizado. En tal caso, la opción de la autopsia podría mutarse a un diagnóstico. Sometamos al pequeño a pruebas no invasivas, sin sacarlo de la criogenización. Supongo que eso será posible con la tecnología de Ruk. - Miré demostrativamente a mis contertulios.
- Si estaban tan interesados en el pequeño, - Continué - y nos obligamos a pensar que es por una razón, y no por un impulso primigenio, quizá la enfermedad que azotaba al crío sea la clave de todo esto. No creo que fuese un ser especialmente relevante en la sociedad de Sherezade. Yo descartaría esa opción, pues de ser así el gobernador nos lo habría dicho. - A menos que el viejo gobernador fuera un imbécil, un malnacido, un decrépito senil o una alegre combinación de todo ello. Evidentemente, este último pensamiento lo obvié en mi exposición.
A medida que escuchaba el relato que la voz en la grabadora contaba, Nadish no podía evitar sentirse, en cierta forma, sobrecogido. Podía entender la curiosidad que el fallecido Gobernador podía sentir ante la gente y las posibilidades que un nuevo mundo podía traer consigo. Incluso, podía entender, de alguna forma, la noción de responsabilidad con la gente de aquel mundo llamado Sherezade. Pero lo que no podía comprender era la irresponsabilidad del mismo fallecido para con su gente. ¿Qué clase de hombre era el Gobernador?
Nadish tuvo que inclinarse hacía adelante, masajear el costado de la sien para meditar unos momentos cual debería de ser su aporte ante la revelación de la grabadora. Luego, volvió a observar a adelante, hacía Telye. Le habría gustado poder ofrecerle un pañuelo, o haberle dado unas palabras de condolencia, pero se vio perdido ante las rápidas reacciones de los otros miembros de la Cábala.
- Si de algo sirve.- Comentó a la viuda.- No creo que el fallecido haya tenido malas intenciones. La compasión de su esposo era, sin duda, digna de admiración.- Pero aunque creyese que su corazón estaba en el lugar correcto, su mente no, mas no había razón alguna para mencionar aquello.
- Bueno, estoy de acuerdo tanto con Ansset como con Miles.- Tomo una pequeña pausa, se sintió algo incómodo al decir eso. Luego prosiguió.- Los... ¿sherezadianos? quieren de vuelta al suyo, tanto que no tienen problema en matar al hombre más importante de Ruk. Dudo que dejase el portal abierto para que cualquiera viniese, sabiendo que había raptado al pequeño de mala manera, lo que puede indicar que los asesinos del Gobernador tienen sus propios medios para llegar a Ruk, ¿no creen? - Los observó a todos, cruzando sus manos.
- Este problema es, sin duda, uno diplomático. Quizá - Se detuvo nuevamente, ocultando rápidamente una fugaz sonrisa que apareció en su rostro tras la idea que cruzó por su mente.- ... Quizá, tras averiguar lo que sucedió con el cuerpo criogenizado del niño, debamos nosotros mismos de ir a Sherezade, a tratar de solucionar este problema.
Mientras la grabación repetía lo que hacía mucho tiempo había dicho una persona que ya no podía decir nada, Archibald miraba fijamente a los ojos de la viuda viviendo a través de su mirada las emociones que la embargaban mientras recordaba a través de la voz los momentos vividos con el hombre que ya no estaba y que dejaba el camino libre al científico.
- "El científico del amor..."
No, definitivamente no era bueno con las metáforas o con lo que demonios fuera eso, porque no estaba seguro de si era una metáfora, un paralelismo, una sinécdoque, un oxímoron o una mierda pinchada en un palo. No, la lengua no era lo suyo. Además nunca se había llevado demasiado bien con su profesora de lengua, la señorita Colbert. Era una francesa fuera de francia, y señorita, así que después de todo probablemente no se le diera tan bien la lengua.
- Creo que en ningún momento se ha hablado de una autopsia- puntualizó a la enamorada de Mérima.- Aset... No, Anset. ¿Era Anset? Si, ¿no? Perdón, soy pésimo para los nombres, y con el suyo no se me ocurre ninguna regla nemotécnica con el que poder recordarlo. Mmm... No... Con Bastet no funciona. Definitivamente no. O sí...- Meneó la cabeza.- Para los estándares de la Tierra sus nombres son muy extraños, aunque últimamente se están poniendo de moda nombres de lo más extraños en la Tierra... Oh, recuerdo a una alumna, sus padres la llamaron Adecyn. En serio, ¿Adecyn? Ah, y otro se llamaba Skywalker... Irónico, porque el pobre muchacho se pasaba más de la mitad del tiempo en el suelo. Y es que cómo pueden llamar a eso un nombre. Luego se quejan de que peguen a sus hijos en el recreo. Lo que no está bien, por supuesto- se apresuró a añadir esperando no perder el favor de la viuda. Y luego, para ganárselo aun más, o eso esperaba él, añadió- En cualquier caso que a nosotros los nombres de Ruk nos resulten extraños no anula el hecho de que resulten hermosos. Tienen cierta musicalidad- Oh, sí, eso sí que era un puntazo. Se lo había escuchado usar más de una vez a Mortimer y siempre le había funcionado.- Telye, por ejemplo.- Y de nuevo le comenzó a parpadear la lucecita del ojo.- Pero volviendo al tema que nos ocupa, Anset ha hablado de examinar el cuerpo sin llegar a especificar una autopsia y como muy correctamente ha puntualizado John- Ese sí que era un nombre fácil de recordar. Es más, si no sabías como se llamaba alguien en la Tierra lo más probable es que acertaras si le llamabas John.-, hay métodos no invasivos para examinar un cuerpo. Es más, dada la naturaleza desconocida de su organismo, aun habría que determinar qué pruebas pueden llegar a ser útiles o incluso viables. Lo que me lleva a pensar que el difunto gobernador- mejor no llamarle por su nombre, después de todo no se acordaba de cómo se llamaba- guarde en algún lugar el registro del tratamiento y las pruebas que realizó a la criatura. Todos los científicos tenemos un registro de nuestros experimentos. Así pues lo más adecuado sería empezar por ahí en lugar de empezar desde cero siempre que en su afán por ocultar la localización del sujeto no destruyera esos documentos, cosa que dudo, o los escondiera tan bien que nos resulte imposible encontrarlos.
Aun así Archibald quería tanto, tantísimo, empezar él solito desde cero que si creyera en esas tonterías estaría cruzando los dedos por no encontrar los archivos del gobernador muerto. Después de todo la satisfacción de resolver un puzle desde el principio era mucho mayor que conseguirlo cuando ya estaba empezado. Y luego estaba, claro está, la cuestión nada divertida de compartir el crédito del éxito. O de robarlo...
- "¡Maldito Mortimer!"
Todos habéis podido observar cómo la viuda había ido asintiendo a las diversas ideas, tanto la de localizar y devolver el cuerpo como la de intentar llegar al nuevo mundo. Claro que da la sensación de que no es muy consciente de lo que está escuchando y asiente por inercia.
Mérima, en cambio, ha permanecido quieta y callada, hasta la intervención de Archibald.
- No es ninguna tontería eso que dice sobre posible documentación. Sin embargo a mí no se me ocurre dónde buscar. Si se hubiera encontrado algo en su estancia, allí donde se encontró la grabadora, supongo que ya lo sabríamos.
Dice esto último mirando a Telye y a Dhrik para ver si su conjetura es confirmada.
- Cierto, - confirma el regente, - allí no había nada más.
Todo aquello comenzaba a sonar tan ridículo que debía ser, por fuerza, verdad.
- Bien. - Dije. - Pues parece que debemos ir a hacer una visita al Depósito de Contención de la Ciudad Ensombrecida. Dudo mucho que el Gobernador nos pusiera sobre la pista del cuerpo criogenizado y no sobre sus notas y apuntes. Por tanto, de existir, todo debe estar en el mismo sitio.
- Me pregunto si el chico de piedra habrá tomado aspecto de Ruk o le habrá pasado como a esa grabadora. - Dijo mi doble, con tono de curiosidad.
Al menos alguien escuchaba y discernía en aquel grupo en el que más de uno hedía a mediocridad.
-Es Ansset, con doble ese. Debe hacerla más silabante para entonarla adecuadamente y si le preocupa pronunciarlo correctamente -dijo con una media sonrisa cáustica. Aquel hombre estaba metiéndole ficha a la recién viuda y no lo hacía demasiado sutilmente. Debería obrar con más sutileza o generaría un problema difícil de solventar-. El Gobernador llevó a cabo sus estudios de forma secreta. Dudo que sus apuntes, de haberlos, estén recogidos bajo el formato habitual. La declaración póstuma que acabamos de escuchar la hizo con tecnología terrestre que nosotros no éramos capaces de reconocer. Y aunque a algunos de ustedes les resultaba familiar, no todos sabían qué era exactamente. Es posible que el Gobernador hiciera más de esas grabaciones y que fueran pasadas por alto en el registro por no ser reconocibles y, por lo tanto, no saber qué era lo que debía buscarse. Si alguien lo desea y sabiendo qué debe buscarse, podría procederse a una nueva búsqueda. Es igualmente factible que sus estudios estén en Sherezade. Con lo que contamos ahora es con muchas incógnitas y un solo elemento. El cadáver criogenizado de un niño. A falta de cosa mejor y de perder el tiempo teorizando e hipotetizando, es por donde deberíamos empezar. Y a un paso sigue otro. Cuando estemos en un callejón sin salida, ya tendremos tiempo para dedicarnos a juegos de elucubración.
- Ansset- repitió, y como en todo aquello que se pretende pronunciar bien por primera vez puso verdadero énfasis en la sibilante doble ese que el mismo Ansset había destacado.- Perfecto. Ya no se me olvidará. Un placer, Ansset- repitió cabeceando buscando la aprobación del nombrado para asegurarse de que lo pronunciaba bien. Tan pronto la obtuvo dio una palmada entusiasmado.
- Bueno, viendo que todos estamos de acuerdo- hasta el muerto lo estaba, después de todo era el que había dado inicio a todo aquello-, vayamos a ver a ese misterioso ser de otra recursión.
Entonces se detuvo. Ya no estaba en su laboratorio, ni siquiera en la Tierra, y por tanto no podía hacer lo que le viniera en gana ni encauzar la investigación como mejor le pareciera. Había más gente, gente que no sabía lo que era una grabadora, pero gente al fin y al cabo. Y además era gente que se suponía que estaba por encima de él en eso de la Cábala. Por otra parte interesante nombre donde los hubiera para referirse a esa organización política. Durante su estancia en Ruk no pocas veces había cavilado sobre la razón por la que se había elegido Cábala como nombre, y con tanta cavilaciones se hizo sus propias cábalas.
- Si ustedes están de acuerdo, por supuesto- apostilló dirigiéndose a los mandamases.
Ojalá lo estuvieran porque desde que se había mencionado al niño no paraba de pensar en él. En un buen sentido, por supuesto. Él no era de esos. Su forma de pensar era perfectamente pura, o tan pura como podía haber sido la invención de la dinamita o de la bomba nuclear. El caso es que era un pensamiento científico, curioso. Pero no curioso... "Curioso"... Ya sabéis, como el viejo Thayer, presbítero de la diócesis en la que había crecido Archibald. No, no era ese tipo de curiosidad. Además a Archibald le gustaban las chicas. Chicas mayores. Aunque bueno, de niño le habían gustado las chicas pequeñas - "Ay, Gertrude."-, pero eso era lógico, claro. Nada raro. El caso es que lo importante es que ahora le gustaban las mujeres mayores. Y con mayores no quería decir viejas, aunque la verdad tampoco sabía la edad de Telye. Fuera cual fuera se conservaba muy bien.
- "Como si su belleza hubiera sido criogenizada"- No, definitivamente no se le daban bien esas cosas...
- Oh, por cierto- recordó cuando el tren de sus pensamientos descarriló-, ¿pronuncio Telye bien? Telye. ¿No? ¿Es así?- Era la única que quedaba, a Dhrik y el resto ya los conocía, y suponía que si durante el viaje en coche hasta allí hubiera pronunciado mal el nombre de Mérima esta le habría corregido, a no ser que hubiera temido herir su orgullo haciéndolo. Pero no, era improbable.- Si no mis más sinceras disculpas por mi terrible error- añadió con una contrita reverancia.
¿Estamos de acuerdo en ir para allá?
-Bien, ¿a qué esperamos pues? -dijo mientras se levantaba del asiento. Estaba nerviosa, pero la idea de ponerse en marcha la tranquilizaba de alguna manera. Desde que habían llegado a Ruk se sentía descolocada, y tener un propósito era algo que necesitaba. Ya se había acostumbrado casi totalmente a su nuevo cuerpo, aunque de vez en cuando sentía un extraño hormigueo.
Por otra parte, aquel tipo llamado Archibald cada vez le era más engorroso, y no entendía bien la razón por la que el FBI, o más bien la Cábala, había visto necesario reclutarlo. Era extrañamente excéntrico y parecía más loco que cuerdo. Echaba de menos a sus compañeros del cuerpo, mucho más profesionales que aquel tipo.
Por mi sí.
Mi clon y yo nos levantamos al unísono al recorrernos, como una descarga, la sensación que había consenso en moverse desde aquel lugar hacia donde fuera que fuese aquello del Depósito de Contención de la Ciudad Ensombrecida. No podía negarse que a estos de Ruk les ponía la poesía, por muy tecnológicos que fuesen, pues esos nombres no se ponen sin rubor a menos que se sepa de antemano que es un estilo de nombre que la población, y por tanto su cultura, apruebe.
- Si nadie tiene algo más que añadir, yo no lo dilataría más. El tiempo corre.
No pensaba que hubiera nada más que decir aún, pues tampoco teníamos mucho con lo que trabajar.
Ansset se encogió de hombros. Para él, desde un principio, estaba claro el orden de prioridades. Demorarlo en una ronda democrática de votación acerca de si proceder o no, le sobraba.
-Vayamos -dijo escuetamente para luego ponerse en movimiento y acercarse a aquel hombre cuyo romanticismo para con la recién viuda empezaba a ser ridículamente peligroso-. Archibald, son tan solo dos sílabas y no tres. Usted dice Te-ly-e y es Tel-ye. Más suave y cadencioso. Como un arrullo -señaló inclinándose a su oído y diciéndoselo privadamente-. Pero lo adecuado sería llamarla Dama Glesh.
- Vamos entonces. - El consejero y la viuda se levantan de su asiento al mismo tiempo. - Telye y yo os guiaremos hasta el depósito. Mérima, quédate con Xhar y Acrisius vigilando el portal. Aún no sabemos si está activo, y si pueden atravesarlo desde el otro lado por propia voluntad.
Los tres rukianos nombrados asienten con la cabeza y se ponen en pie. Dhrik y Telye se dirigen al ascensor.
- Nos llevará directamente a la Ciudad Ensombrecida, pero advierto a los que nunca hayáis estado que puede marear un poco. No os preocupéis, la sensación se pasa pronto.
La mujer entra en el ascensor, en el que cabéis todos cómodamente, pulsa un código numérico, y se pone en marcha. Los primeros segundos todo parece normal, un montacargas que baja suavemente a pesar de la velocidad que sabéis que lleva, pero llega un momento en el que los nacidos en la Tierra sienten lo mismo que en una caída libre, o montados en una montaña rusa. Apenas unas décimas de segundo y todo pasa, solo que después la sensación es de subida.
Poco después se detiene, y las puertas se abren. Al salir, veis que estáis en un edificio muy parecido a aquel del que venís.
- ¿Estáis todos bien?