Su falta de eficacia fue suplida por la suerte o el correcto proceder de sus compañeros. No dudó en seguir los pasos de la viuda cuando esta pareció reconocer la clave que resolvería el enigma que los había conducido hasta allí. Observó paciente cómo maniobraba delicadamente sobre la placa de uno de los nichos y cómo esta se abría. El sonido de succión que rompía el vacío del pequeño cubículo y el frío condensado fueron los artificios previos a algo que no esperaba. Frunció el ceño y paseó la mirada sobre los rostros vecinos antes de volver a dirigirla a la crisálida.
-No es lo hubiera esperado ver. Hablábamos de un cadáver, de un cuerpo muerto de aspecto pétreo o mineral, no de un capullo envolvente, salvo que sea algo artificial destinado a preservar su interior -dijo de forma precisa-. Lady Glesh, ¿me da su permiso para extraer el contenido del nicho y poderlo observar con más detenimiento?
-Gracias -murmuró.
Ansset se hizo un hueco entre los rostros curiosos de la primera fila y se colocó frente a la crisálida. Con suavidad, extrajo la plataforma sobre la que descansaba exponiendo ante las miradas de todos lo que supuestamente era o contenía el cuerpo de un niño de otra recursión.
Descolgó de su hombro una pequeña bolsa y extrajo de ella una vara telescópica de metal. Tras estirarla hasta la medida que consideró oportuna, se dispuso a toquetear con ella el objeto.
-Les aconsejaría que retrocedieran. No sabemos si la exposición a una temperatura por encima de cero puede provocar algún cambio de estatus en un cuerpo de una recursión extraña y cuya biología desconocemos. Señor Crawford, Archibald -señaló suavemente-, me interesa su opinión -era evidente que la invitación a retirarse no lo incluía.
Al principio, estando todos atentos a lo que hace Ansset, nadie se percata, pero a los pocos segundos es evidente: el suelo ha empezado a temblar. Se escucha el sonido del mecanismo de seguridad de la puerta de la Cámara cerrándose.
Poco a poco, el suelo se resquebraja y como si su fondo siempre hubiera estado hueco los trozos comienzan a caer al vacío, sin embargo, las estanterías y resto de muebles que se apoyaban en él siguen en su sitio. Pero vosotros no. Vosotros caéis. Unos intentan sujetarse a objetos que desaparecen nada más tocarlos, otros corren intentando evitar los trozos rotos, pero tarde o temprano, todos caen...