Partida Rol por web

El piloto-explorador asintió a la muchacha, apagando las tablets y guardándolas. - Sí, demasiados protocolos para mi gusto, y eso que me gusta hacer las cosas bien hechas, con su operativa bien clara, etc. He visto que son bastante más quisquillosos de lo normal, pero toca adaptarse. - dijo, encogiéndose de hombros. Habían aceptado trabajar para ellos, y Winters tenía una buena reputación que mantener. No sólo eso, él era consciente de dónde se metía, así que no le valía que algunas reglas no le gustaran. Cumpliría y si al final de la corrida no le gustaba, se iría con viento fresco. 

Al menos ahora se había ganado el derecho a poder hacer eso precisamente, elegir para quien trabajaba, ser libre para ir donde quisiera. 

Un ligero rumor les anunció lo que estaban esperando, el despegue. Pronto vino la sensación de empuje familiar, y luego nada. - Estamos en órbita. - anunció sucintamente Ethan. 

Al poco, se levantó del asiento. - Androgod, ¿cree que podemos visitar la nave ahora que estamos en órbita? Podríamos verla y así irnos familiarizando con ella. También me gustaría ver la nave de carga que nos han asignado. ¿Vamos? - invitó al resto. 

Total, hasta que tuvieran nuevas órdenes, poco más tendrían que hacer allí. 

- ¡Qué remedio! - Respondí a aquello de que había que adaptarse, aunque sonó con algo de resignación. 

En ese momento estaba pensando en lo que había visto en la enfermería. 

- De todas maneras, hay al menos tres especialistas médicos en esta nave. La verdad es que me parece que les hago falta para vendar heridas, cosa que podría hacer una enfermera que les saldría más barata. 

La verdad es que haberme enterado de eso me habría frustrado un poco, pero ahora ya estábamos en el aire y tampoco es que pudiera hacer demasiado a parte de joderme y aguantarme. 

Asentí cuando dijo aquello de ver la nave. 

- Sí, eso estaría bien. Sólo he visto el camarote, la enfermería y esto. 

Me puse en pie dispuesta a seguirlos. 

.

   - Pues yo creo que no estaré ocioso demasiado tiempo, otra cosa es que las guardias sean aburridas, que se prefiere. Una guardia aburrida, es una guardia tranquila. -

   Cuando comentan de mirar la nave, supongo que la lanzadera, pienso, asiento y me levanto también.

   - Vayamos pues, tengo tiempo hasta que me toque turno de trabajo y también me vendrá bien familiarizarme con el equipo de comunicaciones y sensores del lado del copiloto. -

   Me preparo para acompañarles.

.

- ¡Por supuesto! - responde Androgod con ilusión -. Ya la he comprobado nada más embarcar.

El piloto os guía a la popa de la nave. Dos elevadores, con escalerilla en uno de sus laterales por si éstos no funcionaran, conducen a las lanzaderas atracadas en el techo de la nave. Androgod os conduce al que está más atrás, señalado con un visible "2". Abrís la escotilla y accedéis a la lanzadera.

No es un modelo reciente, pero sí está en buenas condiciones. El puente de mando está equipado con tres asientos, dos delante y un tercero atrás y en un lateral, frente a una escotilla al exterior. Todos los controles están desactivados, aunque el piloto activa las luces interiores para una mejor visibilidad. Una puerta trasera del puente de mando comunica con la cabina, un espacio a todas luces configurable. Ocho asientos, cuatro en cada lado, están destinados a los pasajeros, dejando la mayor parte de la cabina para carga. Al fondo, en la popa de la lanzadera, un portón sirve también de rampa para la descarga una vez desplegado.

- Han equipado las lanzaderas con un cañón láser en proa - dice -. No es muy potente, pero no vamos a una batalla naval, ¿verdad? - bromea.

Yo no es que entendiera demasiado de aquellas cosas, la verdad es que casi nada, pero me gustaba escuchar a la gente cuando no tenía ni idea de algo. Observé con curiosidad todo lo que iban mostrando, pues una nunca sabía cuándo aquella información que estaba escuchando podría ser importante más adelante. 

Claro que me mantuve en mi segundo plano sin decir nada. Dejaría que fueran ellos los que charlaran, porque al menos, seguro que tenían más idea que yo en esas cosas. 

Además, tampoco convenía que así, sin más, comenzara a toquetear por aquí y por allá. No quería ni imaginarme lo que podrían hacerme si en la primera hora de estar montada en aquella nave, rompiera o desconfigurara algo. Serían capaces de abrir una escotilla y lanzarme por ella. 

La idea me hizo gracia, así que sonreía yo sola mientras les seguía. 

.

   Observé la lanzadera a la que había sido asignado, como copiloto y técnico de radio de Winters, que pintaba que era la misma de Androgod. Al menos cuando volara estaría ahí, pero sospechaba que la mayor parte del tiempo por no decir toda, estaría en tierra.

   Miro con interés el puesto de sensores, no vamos a poner en marcha el instrumental de la lanzadera, claro, pero me fijo en el modelo y si parece un añadido reciente, o es viejo, que alcance puede tener... esas cosas.

   Luego recorro visualmente el interior de la lanzadera, intentando memorizar su distribución y configuración, bastante interesado. Después de todo, este trasto es el que nos va a bajar abajo.

.

Ethan anduvo a la vera de Androgod, manteniendo el paso y atento al camino que recorrían. Nunca era demasiado pronto para familiarizarse con el entorno, puesto que cualquier accidente en el espacio podría requerir de una evacuación express, y no saber hacia dónde tenía uno que dirigirse, era siempre una muy mala opción. 

Cuando entraron en la nave, el explorador revisó visualmente todo, deteniéndose aquí y allí unos segundos para recordar luego donde estarían las cosas, aunque la disposición era la habitual. Le llamó la atención un dispositivo de disparo extra, que tuvo su rápida explicación por parte del otro piloto de la nave. - Entiendo. - dijo al escuchar el añadido a la nave. Se percató entonces de la sonrisa en la cara de Lisset, e interpretando erróneamente la misma, le musitó con la voz baja - Si se porta bien, le dejaremos dispararla una vez estemos a nuestro aire. - 

El lugar tenía el sitio justo, habría que moverse con precisión, pero eso no sería problema. - Pero no, por lo que yo sé, no vamos a una batalla naval, aunque no está de más poder defenderse en caso de pequeños meteoros espaciales o criaturas hostiles planetarias. No sería la primera vez que me encuentro con una criatura autóctona que quiere merendarme o que tengo que reventar una piedra que se acercaba peligrosamente. - 

Vista la lanzadera, que tampoco había mucho que ver, señaló al resto los lugares más interesantes, dónde estaba el botiquín de la nave a la doctora, dónde se podrían guardar armas o suministros al soldado, un poco ayudando a todos a integrarse con aquel no tan nuevo modelo que les habían asignado. Tras ello, propuso dirigirse a ver la nave principal, recorrerla tranquilamente para familiarizarse con ella. 

Los sensores de la lanzadera son estándar, los mismos que podrían encontrarse en cualquier otra nave. No es de extrañar que no hayan sido mejorados, pues son más que suficientes cuando las principales tareas de análisis tendrán lugar en la superficie. Las lanzaderas han sido destinadas a transporte, apoyo y vigilancia, en un entorno que las exploraciones orbitales y aéreas preliminares califican como no hostil.

No hay mucho que ver pues, al ser una lanzadera, su construcción es básica y sencilla.

La astronave, nodriza para las lanzaderas, está visiblemente acondicionada para ser transporte y base de la expedición.

La cubierta principal es, prácticamente en su totalidad, la zona habitable del buque. A excepción del puente, en la proa, el resto de la cubierta está dedicada a los camarotes, áreas de descanso, almacenes de víveres y otras áreas para usos habituales de la vida diaria. Aunque todo espacio ha sido aprovechado al máximo y la comodidad no es la prioridad, no promete ser una estancia complicada y dura sabiendo que la actividad principal será profesional en superficie y no el ocio.

En contraste, la cubierta inferior, está al completo dedicada al trabajo. Lo que antes era la bodega de proa ha sido compartimentada para alojar la enfermería, laboratorios y compartimentos de trabajo de oficina. La bodega de popa, dos terceras partes de la propia cubierta, alojan los vehículos terrestres, pequeños talleres mecánicos y los almacenes que contienen el resto de equipo a desplegar en las distintas misiones de la expedición.

Tras revisar la nave asignada, una pequeña lanzadera con lo que parecía todo lo necesario para el trabajo hasta ahora especificado en las instrucciones entregadas, se retiraron de nuevo a la nave nodriza, que pudieron recorrer en su mayoría sin contratiempos ni impedimentos. La nave estaba pensada para transporte, todo indicaba que para una misión científica y exploradora, con algo de previsión por si tenían que defenderse, e incluso administradores que registrarían lo sucedido, médicos para la tripulación y mecánicos para reparaciones. - Por mi parte, todo parece en orden, quien haya organizado esto, ha pensado en prácticamente todo, si tenemos en cuenta la información disponible hasta ahora, claro. - dijo a modo de comentario cuando terminaron la ronda. 

- Creo que lo mejor será descansar, leer con más detenimiento lo que nos han entregado hasta ahora, y esperar órdenes. Mientras tanto, podemos ir conociéndonos mejor, pero poco a poco. - y eso es lo que hizo él, regresando al área comunal, e invitando a quien quisiera a seguirle. 

Seguí en silencio a los hombres, observando lo que decían y lo que nos iban enseñando, pero la verdad es que aunque quisiera colaborar algo en aquella conversación no sabía ni qué decir al respecto de lo que estábamos viendo. 

- Pues si vosotros decís que está bien... estará bien. - Terminé diciendo cuando Winters sentenció aquello. 

Yo no tenía conocimiento alguno de naves, por lo que como no viera que se estaba oxidando o que los cables daban chispazos, no iba a poder reconocer cuando era una carraca y cuando no. 

A mí eso de estar quieta no me gustaba demasiado, me ponía nerviosa, así que esperaba que pronto nos dijeran que teníamos que hacer alguna cosa, aunque fuera limpiar el polvo de la enfermería. Me servía aunque fuera a ser un muermo total. 

- Sí. No creo que podamos hacer mucho más por el momento. 

Así, volví a ponerme en marcha de nuevo juntos a aquellos tres hombres. No me apetecía demasiado ir a meterme en el camarote, la verdad. 

.

   Asiento ante la idea de descansar, aunque no espero que el viaje sea muy largo. Volvemos todos hacia atrás. El resto del viaje, lo paso confraternizando con mis compañeros de seguridad, siempre es bueno conocer a quien se espera te cubra la espalda. Guardias, limpiar las armas y tenerlas a punto y si hay de esto en la nave, leer todo lo que pueda sobre el destino al que vamos.

   Por si acaso, releo un par de veces la tableta para asegurarme de que no se me pasa nada por alto.

.