Buscáis otros posibles accesos en las cercanías. Pero no descubrís trampillas o respiraderos.
Os acercáis al acantilado, una pared prácticamente vertical. Pero tampoco hay ninguna estructura o escalera que os permita descender. El único y aparente acceso cercano es la puerta del propio garaje.
Orientación es para trazar rutas en un planeta. Para buscar este tipo de cosas es Reconocimiento.
Winters miró alrededor sin saber muy bien como actuar. - Bueno, esto se nos está complicando. Sólo se me ocurre tender una trampa...podemos, la doctora y yo, mostrarnos a las cámaras y hacerlos salir mientras tú te escondes. Trato de razonar con ellos y si me empiezan a disparar o atacar, les atacas por sorpresa. - dijo tras un rato pensativo.
Era un mal plan, pero no se le ocurrió nada más.
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No me rindo, tiene que haber dentro del montacargas este algún hueco, no es posible instalar un ascensor sin la estructura básica de acceso, esto incluye una escalerilla de mantenimiento al menos, accesible desde el interior. Atentos a las cámaras, me acerco al "garaje", hora de entrar y tiene que haber algún conducto o sin energía se morirían de hambre encerrados en la base.
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De buscar huecos y escaleras de acceso y demás, me refiero también por la parte de dentro del "ascensor", no únicamente en el exterior.
El portón del garaje está cerrado y parece bastante resistente como para forzarlo sin las herramientas adecuadas.
Kelnor entra en el refugio de nuevo siguiendo el contorno de las paredes buscando paneles o accesos. De repente una fuerte explosión en el exterior le interrumpe y le hace salir.
A pesar del potente estruendo la explosión no tiene lugar en las cercanías. Más allá de la linde del bosque, en una dirección que no es la misma desde la que habéis llegado y a varios kilómetros, la luz del fuego rompe la noche de Qerestra.
Poco tiempo después la maquinaria dentro del garaje se pone en marcha. Un elevador sube en el interior y anunciando la pronta apertura del portón del garaje.
La explosión les pone en alerta, y al asomarse discretamente, ven que proviene de un lugar lejos de donde ellos han venido. - ¿Hay más gente en este satélite? ¡Por supuesto! Soy tan cazurro que no lo he pensado antes. Si madre me viera... - pensó Ethan, negando con la cabeza ante su propia estupidez. Obviamente, un sitio como este habría atraído la atención de mucha gente, y si ellos habían ido y se habían encontrado ya con una base de una facción interesada...¿qué impedía que hubiera más?
Comenzaron a escuchar el inconfundible sonido del montacargas. - Suben. ¿Les dejamos irse y nos colamos en el elevador para bajar luego? ¿O quieres que nos presentemos? Aún estamos a tiempo de poner en marcha mi plan. - le dijo a Kelnor.
Podían jugar diferentes bazas, pero tenían que decidirse ya. O entraban como ladrones, exponiéndose a lo que se encontraran y al castigo correspondiente por haber actuado así, o se la jugaban a intentar confiar en tener algo de suerte y que no todo el mundo era malvado y asesino. Quizás fueran razonables y les trataran bien.
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- Si no se han puesto en contacto los nuestros con nosotros, no me fío de ellos, así que nos colamos cuando salgan. -
Y mentalmente por un momento dudé si atacarles directamente mientras salían, pero cómo saldrían en vehículo y no estoy seguro del nivel ni equipo de las fuerzas que iban a salir... pues infiltración tocaba. Y cuando no fuera posible, pues a repartir bastos.
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Os ocultáis en uno de los laterales de la casa, de manera que cuando los ocupantes del elevador salgan no puedan veros. Tras un par de minutos escasos el portón se abre y se desparrama la luz en la noche de Qerestra.
Tan pronto como hay suficiente hueco sus ocupantes salen a toda velocidad. Tres vehículos terrestres que giran para dirigirse directamente hacia el origen de la explosión, algo nada complicado de determinar, y dos drones se despliegan y elevan para acompañarlos.
El portón comienza a cerrarse.
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Pues lo dicho, contra dos drones y tres vehículos no iban a enfrentarse, que una cosa era dar algo de ventaja, pero esto...
Además, se les veía con prisa, no hace faltan que se molesten, ya nos servimos nosotros, pienso mientras hago un gesto a Ethan Winters e intento colarme antes de que cierren el portón. Con sigilo, no sea que al entrar choquemos con alguien, pruebo de intentar entrar.
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Asintiendo, totalmente concentrado en lo que le rodeaba, esperó a que Kelnor avanzara para ir detrás de él, tratando de seguirlo mientras cubría los ángulos hacia los que el otro no miraba. Aquella explosión había sido providencial, y la decisión, con el movimiento y entrando en sigilo, ya había sido tomada. Ahora tocaba apechugar y tratar de sobrevivir.
El elevador está vacío. Es lo suficientemente amplio como para albergar cómodamente los vehículos que han salido y, al menos, uno más. El portón ya está cerrándose cuando entráis.
Antes de que termine de cerrarse alcanzáis a ver dos figuras furtivas. Salen de su escondite tras unas grandes rocas a medio camino entre la linde del bosque y la pista de aterrizaje, y cruzan a toda velocidad en dirección al precipicio.
El portón se cierra y el elevador se pone en marcha y desciende.
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De perdidos al río, pienso. Vale, ahora que estamos dentro, tiene que haber una trampilla o panel de mantenimiento para poder acceder o al techo del ascensor o a una escalerilla en el hueco. Todos los ascensores y montacargas lo tienen, pues por ahí nos colamos, para que no nos vean cuando llegue abajo.
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Señalo a la trampilla del techo y luego a los botones* que abren la puerta del montacargas y le susurro.
- Subamos, sube y luego ayudame a subir y esperamos un rato antes de salir, estamos en un montacargas no en una prisión de máxima de seguridad, y probemos a colarnos. -
Miro la porra aturdidora, - ¿armas no letales tienes? -
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* ¿Hay botones? XDD, a ver si me estoy colando.
Ethan hizo un gesto hacia las dos figuras que, sorpresivamente, se dirigían hacia la pared vertical que era el acantilado mientras la puerta se cerraba. Con más interrogantes que antes, se colaron en la oscuridad hasta que vieron una trampilla por la que colarse. Ante la sugerencia de Kelnor, el explorador asintió y guardó las armas para poder tener los brazos y manos libres. - Sí, tengo un aturdidor, era lo que iba a usar, a menos que ellos empiecen a disparar en letal primero. -
Al menos guardarse esa baza "diplomática" si les pillaban con vida.
Subo y ayudo a subir a Kelnor.
Apoyándoos uno en el otro subís al techo dejando luego una pequeña rendija al colocar la plancha que es la trampilla. No baja a mucha profundidad pues acabáis de colocar la trampilla cuando el ascensor se detiene. Un segundo después se abren las compuertas, en el lado contrario por el que entrasteis.
Cuando se abren, a través de la rendija sólo podéis ver una pequeña parte de una estancia iluminada. Hay ruido de fondo, maquinaria o ventilación interna del complejo. Poco más puede verse sin abrir la trampilla.
El elevador tiene cuatro botones. Arriba, abajo, abrir y cerrar.
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Esperamos un rato, antes de salir. Pero tarde o temprano hay que salir. Antes miramos, no sea que desde el techo del montacargas haya un conducto de mantenimiento que podamos utilizar sin pasar por la puerta, pero si no hay... al lío.
Primero levantamos suavemente la trampilla y echamos un vistazo. Por suerte ese ruido de maquinaria amortiguará el ruido de la trampilla al abrirse y cerrarse y cuando nos dejemos caer. Si no vemos nada extraño, me dejo caer primero en el suelo.
- Voy primero, - susurro, - si no oyes nada raro, sígueme en un minuto o dos. -
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Ethan asintió y esperó contando en silencio y con todos los sentidos alerta, así como con los nervios a flor de piel, aunque los mantuvo controlados en todo momento. No era fácil mantener el temple colándose en un lugar desconocido con hombres armados de los cuales no sabías ninguna de sus intenciones, y menos tras que tu nave se estrellara saboteada por unos desconocidos fundamentalistas.
Cogiendo aire, se deslizó por la trampilla y la cerró lo más cuidadosamente que pudo tras de sí. Con el arma aturdidora en las manos, siguió a Kelnor.
Hay un par de rejillas de ventilación en el hueco del ascensor, pero éstas están a demasiada altura como para alcanzarlas y son demasiados estrechas.
Retiráis el panel y echáis un vistazo. No se escuchan voces, lo que os anima a descolgaros y tocar suelo. Primero Kelnor, que se agacha y arrima rápidamente a una de las paredes del elevador para tratar de quedar lo más cubierto posible. Tras un momento, Winters le sigue.
Lo que ve es un amplio garaje que permite que varios vehículos estén alojados cómodamente. Es de techo alto, quizás del doble de la altura del elevador. Aún hay dos vehículos en el garaje aparcados en diagonal y orientados a la puerta para un acceso rápido y cómodo. Su posición deja intencionadamente despejado el centro del garaje para la circulación. Apilados en las paredes hay algunos cajones de carga.
Al fondo hay una puerta, ancha y de doble hoja. En el lateral derecho hay otra puerta, sencilla con un ventanal contiguo.
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Avanzamos con cautela, atentos a sistemas de vigilancia pasivos. No espero encontrar ningún guardia ahí, no es lógico estando como está esto en medio de ninguna parte, pero podemos toparnos con un mecánico de los coches, o una pareja que esté buscando intimidad, un residente aburrido, yo que sé. Vamos, que andamos con cuidado.
Señalo la puerta pequeña y el ventanal, por si es una garita o da a una habitación, o lo que sea. Avanzo cubriéndome con los vehículos aparcados y procurar estar fuera del ángulo de visión del ventanal, por si hubiera alguien al otro lado. Veamos que podemos escuchar o ver cuando lleguemos a la puerta.
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Asintiendo cuando mi compañero me da la señal, le sigo através del garaje. El sitio parece pulcro y ordenado, todo preparado con eficiencia. Me recuerda a la tripulación de una nave o a militares, siempre con protocolos y órdenes, pero efectivos.
El olor que impregna el aire es a combustible quemado, sin duda proveniente del vehículo que ha salido, y con varios de los soldados o fuerzas de seguridad fuera, tenían alguna posibilidad. Revisó las esquinas superiores de la habitación, por si hubiera cámaras, y se agachó y trató de pasar oculto como había hecho Kelnor, fijándose donde pisaba y tratando de quedar fuera de los ángulos de visión.