Merkus finalmente empezó a desfilar hacia fuera ya que su experiencias previas en templos malditos le llevaron a casi perecer en un par de ocasiones.
Compañeros seguir fuera
Tras empujar el cofre retrocedió junto a Merkus espada en mano atenta a cualquier posible ataque de insectos o cualquier otra cosa, cuando Bathalias llega a su lado.
Cita:
Asintió con la cabeza.
Pero no te rezagues mucho, con tanto bicho volador nos debemos cubrir entre todos, ademas necesitare que estés cerca por si no recuerdo bien el camino
Rápidamente se gira y se lanza a paso rapido pasando al lado de Moravius primero y luego de Ailara y Antor.
Ya estamos de acuerdo ahora salgamos de aqui antes de que se nos caiga encima
Tomo la salida por la que llegaron, con su arma lista para enfrentarse a cualquier cosa que se le cruzara.
-Al fin.- dice Antor mientras sale detrás de Alfren, manteniéndose cerca pero sin estorbar a la guerrera, apenas cruza la puerta se coloca de espaldas contra uno de los marcos, mirando al pasillo y a Alfren, ahi delante, preparado para defender, si es necesario, la salida del resto.
Echa un rápidissmo vistazo hacia adentro para ver a los que se están acercando, y piensa "Ahora Bathalias está haciendo algo increíblemente audaz y entregado..... esperemos que no lo transforme en algo increíblemente estúpido."
Mirando de tanto en tanto hacia los seres voladores y a la bruja fué avanzando de espaldas a sus compañeros asegurandose de que ninguno se quedaba rezagado. Tenian que llegar a la base de la torre lo antes posible, o al menos antes de que la escalinata exterior se deshiciese. Intentaba apremiar a los suyos para cruzar el umbral del pórtico lo antes posible. Una vez estuviesen todos fuera intentaría cerrar la puerta que la bruja abrió magicamente y que, esperaba, concentrada en su defensa hubiera descuidado su efecto en ellas. Una vez las puertas cerradas, aquellos seres no podrían perseguirles aunque de seguro se cruzarian con otros seres igual o mas temibles. Debería llegar a la vanguardia lo mas rapido posible.
- Primer objetivo, llegar hasta el suelo, despues... ¿Ir hasta el asentamiento que vimos? - Bathalias suspiró mientras pensaba para sí - Primero intentaremos llegar abajo, después ya veremos. - Se dió la vuelta y apremió al grupo - ¡Venga! ¡No hay tiempo que perder! - La supervivencia se complicaba a cada segundo que pasaba.
Puedes tirar por el hechizo de prisa a una dificultad 12.
Si lo pasas, tú podrás moverte más rápido, y también todo aquel que se encuentre en un área cercana de unos tres metros de radio, y en la que disminuirá en efecto según estén alejados aquellos que te rodeen. Pero ten en cuenta que en esa área estarán afectados todos, prefgas e insectos incluídos. Así que valora bien si sigue siendo conveniente.
El grupo parecía haber tomado una decisión conjunta, y uno a uno se dirigían hacia las escaleras, entre las piedras que caían del techo, y los muros que se resquebrajaban. Antor había tirado de la druida, que insistía en que las oquedades del fondo podían ser la salida mejor, pero Moravius había sido taxativo, tanto, que era evidente que el mago había usado su poder arcano para comprobarlo.
Alfren encabezó el grupo, como Bathalias había ordenado, y éste se quedó en último lugar, para intentar cerrar las puertas que Sarcess había abierto mágicamente cuando llegaron. Dentro de la habitación reinaba el caos, sobre todo después de que Alfren, ayudada por Merkus, hubieran llegado hasta el cofre, y lo hubieran volcado en dirección a la bruja. Esto había desatado una auténtica catarata de insectos de distintos tamaños y colores, que formaban espirales brillantes y mortales, sin un claro objetivo, atacando a lo primero que encontraban, incluso a los pebeteros que aún quedaban en pie.
Sólo Moravius se había detenido una fracción de segundo, y parecía meditar algo a hacer antes de seguir el camino hacia las escaleras.
El soplo de viento que Ailara había levantado consiguió desviar una parte de los insectos de esa voluta que giraba cerca de ellos, y la dirigió hacia una de las grietas que se habían formado, escapando hacia el exterior, pero otros giraron en su trayectoria, y fueron hacia el pasillo. Allí, en ese momento llegaron dos prefgas más, jadeando y guardando el equilibrio, espada en mano, buscando salvaguardar a su Señora.
Vieron a Alfren, y luego al resto, y se lanzaron contra ellos con un grito espeluznante. Sin embargo no se habían percatado de los extraños insectos, y no los evitaron. Uno de ellos fué atravesado literalmente por uno violáceo y puntiagudo, dejando un boquete en su carne que se amplió como si fuera atacado por ácido, desmoronándose entre gritos de dolor. Al otro le picó uno rojo escarlata, y al instante se inflamó como una antorcha. Perecieron los dos en sendas espantosas agonías.
Sarcess se había retirado de la cama, hacia el fondo, y estaba concentrada, apoyada en uno de los muros, recitando algo en algún extraño y arcaico lenguaje, aún conteniendo la fuerza desatada que podía sin duda acabar con la Torre, de modo que no prestó atención a lo demás. Tampoco prestaba atención a un gemido creciente que venía del lugar al que habían escuchado antes el extraño aullido. Lo que fuera que había allí, estaba aterrado también. Uno de los insectos llegó a ella, pero se cruzó con su mirada, y simplemente se desintegró ante sus ojos, cayendo a sus pies hecho polvo.
Tirada: 1d8(+8)
Motivo: hechizo prisa
Dificultad: 12+
Resultado: 4(+8)=12 (Exito)
Ya lo había pensado, teniendo en cuenta que iremos corriendo en busca de la salida con el aprobechamiento del hechizo y la sorpresa que se llevarán los prefgas que nos encontremos tendremos todo a fovor, en un principio, la opción es esperar a Bathalias después de que todos hayn salido y así los alcanzaremos enseguida, bueno yo lo pruebo y que sea lo que sea, viva la supervivencia...
Cerca de la escalera Moravius vio como sus compañeros se dirigían hacia ella a toda velocidad, ya lo había decidido ejecutaría el hechizo que les ayudaría a huir, aunque habían riesgos había que correrlos, rezagado y en la retaguardia venía Bathalias, el mago lo estaba esperando, ya cuando casi estaba a su altura empezó a ejecutar movimientos directos, certeros y estructurados con las manos mientras los labios se movían en armonía y soltaba palabras incomprensibles y apenas audibles...
Moravius empezó a notar como la magia circulaba por todo su cuerpo toda su sangre, un cosquilleo le seguía, era señal de que todo estaba funcionando bien, al instante una aura dorada surgió del hechicero y se expandió unos tres metros de el para finalizar desapareciendo...
El mago llamo a Bathalias con apremio...
- Elfo rápido no hay tiempo, acércate a mi y no te detengas sígueme a no menos de tres metros, te aseguro que te parecerá volar... El mago acabó la frase con un pequeño guiño...
Enseguida emprenderían la huida para alcanzar a sus compañeros...
Bien, una cosa echa, otra duda, podría hacer lo mismo con el hechizo invisibilidad, con los mismos efectos???
El hechizo de invisibilidad es de dificultad mucho mayor, y tienes poco poder para lanzarlo con soltura. Además ahora estás desconcentrado, y aún así, si funciona, su efecto es breve y sólo para ti.No puedes proteger al resto con él, y si consigues lanzártelo a ti con éxito, te perderán de vista tus compañeros, con lo que no podrán mantenerse en el círculo de influencia de la prisa, mientras ésta dure.
Antor se quedó mirando como se "desintegraban" los prefgas que venían a por ellos y aprendió una valiosa lección :"Evita eso".
Alfren había tomado la delantera, Merkus se había abierto paso hacia ella y detrás venían Antor y Ailara, que iba mas pendiente de Moravius y la retaguardia que de la vanguardia, que estaba bien defendida.
Antor no entendía del todo la relación de la druida con el mago. En realidad no entendía a los magos. Preferían pasarse media vida encerrados en sus torres con todo lo que había por hacer fuera ¿Y para qué?¿Para calentar unas piedras por las noches? Que para eso había otras maneras de hacer fuego...
Pero de esas elucubraciones lo sacó un resplandor que venía de algún sitio a sus espaldas y lo obligó a darse la vuelta para ver de qué se trataba.
Era Moravius.
ok, es comprensible, bien un hechizo de miedo que nos embarque al grupo y aflore al que se acerque?? Espor si lo utilizo, de momento a ver que pasa...
Corría a la vanguardia del grupo espada en mano y mirando a todos lados, pendiente de aquellos extraños insectos y de cualquier cosa que pudiera atacarlos, cuando vio a los prefgas que habían subido a defender a su ama, no se amedrento ante ellos, solo tomo con mas firmeza la espada y les devolvió el grito.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Pero antes de que ella llegar a encontrarse dos de los extraños insectos se cruzaron en el camino de las criaturas, y el resultado fue realmente sobre cogedor, ahora mas que en ningún momento sabia que había que evitar aquellos bichos. Paso entre los restos de las criaturas sin aminorar cuando un destello dorado llego por su espalda, giro la cabeza los suficiente para ver que era Moravius que estaba haciendo algo y rápidamente volvió su atencion al frente, fuera lo que fuese, ya se enteraría cuando le tocase. Sin volver a girar la cabeza medio grito a su compañera que la seguia.
Ailara, cuando salgamos ¿podra Mazgul encontrar el rastro de nuestras monturas?
Les harían falta para alejarse de ese maldito lugar.
La joven Ailara, entregada completamente a la Madre Tierra... inmersa en ella, entonaba la primorosa y reconfortante melodía... avivando a su alrededor una creciente brisa de aire caliente que mecería, con el discurrir del tiempo... en su obligado ascenso, sus cortos cabellos cobrizos con mayor intensidad... arrastrando con él parte de aquella mortal y ruidosa nube de insectos... ganando un valioso tiempo para todos ellos... alimentando la renqueante esperanza de sus corazones...
En eso, de improviso, el temerario Antor PielGris tendría el apremiante arrojo de irrumpir, oportunamente, en la turbadora comunión que aislaba de todo cuanto le rodeaba a la perseverante druida... obligándola, con su propio e impetuoso cuerpo... junto con la imponente Mazgul, a retroceder un par de pasos; pues de no haber sido así, la indefensa Ailara hubiese sucumbido bajo la resquebrajada y estrepitosa obsidiana que haría tremer aun más el polvoriento pavimento a sus pies.
-. ¡Antor PielGris...!!!- Exclamaría alarmada Ailara, al abrir sus desconcertados ojos... al descubrir al incorregible causante de la intromisión, de la pérdida de concentración y de cómo éste la envolvía entre sus protectores brazos. El incandescente rubor asaltaría, súbitamente... aun más, sus pecosas mejillas.-. ¿Cómo se te ocur...???- La severa amonestación se ve interrumpida... acallada, del mismo repentino modo, al percatarse con sus propios ojos el mortal motivo de tal atrevida irrupción... y a la postre valerosa. -. Antor...- Musitó, aturdida, mientras su deslustrado y perplejo verde regresaba, ruborizado, al intrépido rufián que la había salvado de una muerte segura. -... gracias...- Susurró más que agradecida, con sus atónitas pupilas, enredadas en las del viejo PielGris... mientras éste la liberaba de su abrazo.
Cita:
La voz de Moravius la devolvió, al instante, a la cruda realidad... a la complicada situación en la que se hallaban. La nube de insectos, libre de la ventisca originada por la druida... azuzada por la honorable Alfren y el gigante Merkus que habían volcado el cofre hacia la bruja Sarcess, descendería con renovado brío hacia ellos. Y sintió como Antor, al grito de "vámonos", tiraba de ella hacia la puerta en dónde el mago blanco les aguardaba con suma impaciencia... y se dejó llevar, sin ofrecer resistencia, cual semilla que lleva el viento, observando aturdida la terrible y caótica escena que dejaban a sus espaldas.
El avezado Bathalias, incansable, dirigía al desperdigado grupo con presteza y, con sencilla naturalidad, todas las piezas de aquella maquinaria parecían estar ajustadas y engrasadas a la perfección. La honorable Alfren, a la carrera, rebasaría al resto para encabezar la marcha seguida del gigante Merkus, el veterano Antor y la joven Ailara. El mago blanco, esperaba en el dintel de la puerta a que su viejo e inseparable amigo, que cubría la retirada, la traspasase al fin… de un momento a otro. Incontables cascotes y polvo de obsidiana llovería incesantemente sobre todos ellos.
En eso, dos fieros y jadeantes alaridos procedentes de las escaleras inundaron el alargado pasillo a recorrer... alarmando a sus habitantes de paso… arrancando un pequeño chillido de exaltación, de ahogo, a la joven Ailara... que la aferró más al viejo Antor.
Espada en mano, dos pefgas envalentonados, corrían al encuentro del grupo de aventureros, en el momento más inoportuno, con el fin de salvaguardar a su Señora... para hallar primero, en su feroz y descuidada embestida, la atroz y agónica muerte por parte de sendos insectos. "Uno de ellos fue atravesado literalmente por uno violáceo y puntiagudo, dejando un boquete en su carne que se amplió como si fuera atacado por ácido. Al otro, le picó uno rojo escarlata, y al instante se inflamó como una antorcha.” El penetrante olor a carne quemada se apoderó del lugar y ambos terminarían por desmoronarse, entre convulsos estertores de dolor, a escasos pasos de la combativa Alfren... que asqueada presenció, con su filo más que presto, la horripilante escena.
Al mismo tiempo, el formidable ejemplar de lobo gris, en un alarde de potencia, atravesaría de un majestuoso salto, habiendo esquivado todo cuanto cascote o insecto le salía al paso, el umbral del portal que el avezado Bathalias se disponía a sellar a su paso... con la Reina Bruja y aquellos mortíferos insectos dentro. Cuando sus vigorosas patas delanteras se posaron sobre el tembloroso pavimento, iniciaría sin descanso una rápida carrera que, zancada a zancada... impulsada por sus potentes cuartos traseros, le permitiría alcanzar con increíble celeridad la vanguardia del grupo. -. ¡¡¡Eso es Mazgul!!!...- La espoleo con cierto entusiasmo la joven Ailara cuando pasó, como un rayo y decidida, a su lado. -. ¡¡Ve!!... ¡¡Ve y guíanos fuera de aquí!!!.- Exclamó con el renovado brillo en sus pupilas... con la mano posada en el latiente pecho, pues la esperanza había renacido en éste... una esperanza afianzada en la inquebrantable unión de la manada... en la ciega confianza en cada uno de ellos... lo conseguirían...
Cita:
Alfren hice el post(sin conexión) sin haber leido antes el tuyo(aunque imaginé perfectamente que harías algo semejante :P)... de ahí que no haya respondido aun a esa pregunta. Había pensado algo, en plan llamada tipo tarzán XDDDDDDDDDDD, para ese momento al que te refieres... si llegamos :(, la partida llega a su fin.
PD: el post el largo porque tuve que hacer recopilación de todo lo que dije que haría mi pj en reacción a lo de los demás. El viejo Antor salió bastante bien parado ;).
Nota al master: esa cabellera blanca de Moravius es lo más... :P ¿Quién se le puede negar?... ¿quién, a ver? XDDDDDDDDDDDDDD
La torre temblaba como una vara verde azotada por el viento... Los aventureros, al estar cerca de Moravius, notaron algo extraño. Las palabras conjuradas por el mago parecían haber traído un efecto de relentización sobre el resto del decorado. O quizás era al revés: eran ellos los que se movían a más velocidad. ¡Eso era! Ellos se movían al doble de velocidad y avanzaban como un torbellino mientras las piedras caían lentamente a su alrededor. Lo malo era que cada vez que algo entraba en un área cercana al mago adquiría también la portentosa velocidad. Así que en alguna ocasión un insecto despistado pasaba como un rayo por encima de sus cabezas para luego relentizarse en cuanto abandonaba el área de efecto del conjuro.
Sin embargo aquella magia tenía su innegable utilidad: les estaba permitiendo alejarse de Sarcess a una velocidad imposible. Aprovechando la coyuntura el grupo corrió hacia el pasillo y desde allí se lanzó hacia las escaleras por las que había subido antes...
La siguiente historia me la contó un viejo bardo en una taberna de Berengold, muy al sur del Pantano de las Pesadillas:
- Debéis saber, noble caballero, que los héroes lograron salir de aquella torre maldita. Diría incluso que salieron de una pieza pues gracias al conjuro de aquel mago avanzaban a una velocidad endiablada. Solo tuvieron ciertos inconvenientes durante su bajada porque cada vez que se encontraban con los malhadados sirvientes de la bruja éstos adquirían la misma velocidad que los fugitivos. Visto desde fuera debía ser casi cómico... Un grupo de aventureros moviéndose a gran velocidad y cada vez que tenían un encontronazo ¡se aceleraban sus oponentes!
Pero se abrieron paso, como digo, y lograron salir al pantano. Allí la loba pudo encontrar el rastro de los caballos y todos pusieron una prudencial distancia entre la enfurecida bruja y sus maltrechos cuerpos, pues tras varias batallas en las escaleras no penséis que llegaron de rositas al exterior.
¿Qué fue del cofre, de la bruja y del malnacido conde de Nesvind? Ah... Esa es otra historia, mi buen amigo. Dicen que el conde se enfrentó a la bruja pues los aventureros no eran más que una avanzadilla que llevaba algo para debilitar su poder de conjuración. Pero ¿logró el conde acabar con la hechicera? ¿se vengaron los aventureros de aquellos que les habían tomado el pelo por segunda vez? Mmmm... es tarde y ya no soy tan mozo. Quizás mañana pueda contar la historia completa.
Después partí hacia estas tierras sureñas y digo que ardo en curiosidad de saber como acabó esta historia, aunque nadie ha regresado del norte para decirme si sigue habiendo una torre en el Pantano Negro o si el conde Nesvind sigue siendo el regente de aquellas tierras. Espero volver al acabar la próxima estación y enterarme de todo... Ya te mandaré una carta si lo descubro porque, estoy seguro, la historia seguro que es interesante...
Fin de la primera ambientación, Fantasía Medieval: Tributo de Sangre.