Partida Rol por web

Jesús se sorprende de ver que su estocada no le afecta al maldito y maldice entre dientes : Jesus , como acabaremos con él si nuestras armas no le afectan

No ha acabado de decir esto cuando siente una fuerte opresión en sus entrañas , maldita sea otra vez esa sensación , pero su entereza es fuerte y consigue mantenerse firme de nuevo ...

Maldito seas , tu señor te esta esperando con sus calderas hirviendo , no le hagamos esperar malnacido , increpa al germano para demostrale que sus trucos no pueden romper su firmeza ni doblegar su alma .

Despues le vueve a lanzar una estocada , rogandole a Dios que le ayude en tan duro trance ... Dios no abandones a tu siervo en esta lucha contra Satan y su secuaz , guia mi hoja hasta su podrido corazón ...

Consigues reponerte de la opresión que sentías, y actuar de nuevo, volviendo a atravesar al tudesco que, de nuevo, ignora el daño y ríe como un demente.

Aún clavado en tu espada, alarga el brazo, coge la guarda con una mano y se la clava aún más acercándose a tí, mientras que cierra su otra mano alrededor de tu cuello.

Cuando ve lo inútil de cualquier acción con las armas sobre el ser que tienen delante, Bernat toma una decisión desesperada.

Se aleja varios pasos y saca las llaves de su bosillo, y las alza ante él.

-Soltadle! Son las llaves lo que queréis, ¿no es cierto? ¿Acaso preferís que huya con ellas? Dejad que vivamos, y las tendréis. Si él muere, ya nada me retendrá aquí, puede que me déis alcance... pero corro rápido... puede que no.

Jesus toma varias bocanadas de aire , para recuperar su aliento y raudo se dispone a hacer lo que le ha dicho el conde , no le gusta obedecer pero sabe que con las armas poco van a poder hacer , así que mejor dejarle a los curas lo del diablo ...

Joder pense que estos fulanos no aparecian nunca ... cabrones casi me mata y se lleva mi alma . Murmura entre dientes sin que nadie lo escuche

Bernat jadea de pura tensión, pero se rehace tan pronto como puede. La entrada de los dos hombres ha sido providencial, así que en respuesta a la orden lanzada por Mazalquivir rehace el camino que le ha separado de Finster en cuatro grandes zancadas.

Las llaves aún levantadas, en su mano, los ojos fijos en las pupilas del falso tudesco, con la zurda le agarra la pechera de la camisa para rasgarla. Espera que el pecho quede al descubierto en una amplia zona, sin que haya podido moverse gracias al efecto del exorcismo iniciado, y así poder colocar las llaves sobre el corazón y concluirlo.

Las llaves aún levantadas, en su mano, los ojos fijos en las pupilas del falso tudesco, con la zurda le agarra la pechera de la camisa para rasgarla.

Tírame tu Fortaleza o menos con 3d6, con un +2 por la inmovilización.

Jesus tan rapido como puede va quitando lienzos , cuando de pronto otra vez una sensación extraña le invade ... pero su fortaleza le ayuda una vez mas a resitir esa sensación ....

Rapido Bernat coloca esas llaves otra vez que tu puedes , se que dentro de ti hay una fuerza que te va a ayudar venga acabemos de una vez que esto cada vez se pone mas feo .

Jesus escucha al padre darle las indicaciones pertinentes y raudo se lanza a por el germano , intentando derribarle ayudado por Bernat , el fin se aproxima y esta deseoso de acabar con el germano .

Vamos Bernat acabemos con el maldito de una vez , le grita al joven .

Jesus se muestra sorprendido por la petición del cura ... pero en cosas de iglesia no quiere meterse así que agarra fuerte la cara del germano e intenta abrirle la boca ... pero el germano pese a estar paralizado o por eso mismo se resiste como un bellaco y Jesus no puede abrirle la boca .

Joder , maldice entre dientes , este hideputa ni aun paralizado es capaz de facilitarnos las cosas .

Jesus intentaba todavia abrirle la boca al maldito endemoniado , cuando de repente ve al noble tirarse como un vulgar ratero buscando una bolsa y no puede evitar pensar , la vida al final todo es igual señores y sirvientes por el suelo acaban . Este pensamiento no impide escuchar la última instruccion del noble y raudo intenta alejarse de lo que sea que va a pasar ...

La vida en las calles y sus lances en ella le ha provisto de esa astucia especial que solo algunos poseen y rapido como un rayo se aparta del germano , intenta ver si su amigo es tan rapido como él y sino lo intenta ayudar ya que llegando al fin que menos que salir vivos .

Bernat por fin parece recuperar algo del control de sí mismo. A pesar de cuantos vanos esfuerzos ha realizado para bloquear primero, desacamisar después, y abrirle la boca al tudesco por último, finalmente cosigue algo de lo que le piden.

Aunque sólo sea apartarse a tiempo. A tiempo... de qué...?

Apenas conseguís apartaros del cuerpo de Finster cuando éste, con la sagrada forma en la boca, parece ser víctima de convulsiones, a la vez que la piel se le empieza a llenar de pústulas, como si estuviera bajo la acción de un ácido.

El padre Almeida sonríe por vez primera desde que empezó el encuentro, saca de un bolsillo un pequeño cojín, lo coloca sobre el altar, e indica débilmente a Bernat que deposite sobre él las llaves.

Con un juramento, Villaplana corre al lado del sacerdote, saca un fino pañuelo de batista del bolsillo y, tras examinar la herida del costado del religioso, lo aprieta contra la misma mientras mira a su alrededor. ¡Jesús, aquí!, dice el noble, ¡coge de mi bandolera un tubito de pólvora y, cuando yo te diga, viértela sobre la herida!

De fondo se oye una deflagración que hace temblar la cripta. Los dos jefes se miran por un instante y el sacerdote pregunta: ¿El señor de Boom? El Correo asiente con la cabeza y le responde: el mismo, puntual como de costumbre con la pólvora. Habrá que darse prisa si queremos salir de aquí.

Jesus comprende rapidamente lo que le noble piensa hacer asi que acude raudo a ayudarle , no es plan que muera tan digno representante de la curia , justo cuendo estan casi a punto de cumplir con lo pactado .

Venga dese prisa Vuestra Merced que sino ya tenemos fosa para todos aqui abajo .

Bernat coloca por fin las llaves sobre el cojín, y éste sobre el pecho de lo que había parecido un hombre, y que ya estaba convirtiéndose en una masa informe de pústulas sanguinolentas. Mientras, Jesús ayuda a cauterizar la herida de Almeida, y todos son muy conscientes de que cada segundo cuenta.

A las indicaciones del Señor de Mazalquivir el joven le ayuda a cargar al sacerdote, dispuesto a compartir la tarea, o a relevarle así que éste muestre signos de cansancio.

-¿Podéis sólo con él? ¡Puedo ayudaros a llevarlo! Estáis cansado, y hay que correr...

Lo que Vuestra Merced ordene .... dice Jesús lanzandose a la carrera con la toledana en la mano dispuesto a hacer nuevos orificios a cualquiera que salga por delante ...

Los cinco minutos que siguen parecen más una pesadilla que la vida real. Corréis sin cesar, recordando doblar siempre en determinado sentido por las intersecciones, entre piedras que caen del techo, a veces a oscuras por haberse apagado alguna de las luces que marcaban el camino.

Jesús recibe en la cara el impacto de una piedra (táchate 3 puntos de Bríos), pero la adrenalina que inunda su torrente sanguíneo le impulsa a seguir corriendo, ignorando el dolor y la sangre que le corre por la frente, mientras que Bernat va tras Villaplana, que corre como un gamo pese a llevar al padre Almeida al hombro.

Unos y otros oís de fondo el ruido de las catacumbas desplomándose y, más lejos pero no menos ominoso, el del agua que se filtra de las capas freáticas del cercano Manzanares.

Por último, una luz se divisa al fondo del pasadizo y, casi sin daros cuenta, os halláis en las obras de construcción de la capilla a San Isidro, rodeados de hombres armados, jóvenes, de negro, y con el mismo brazal blanco que llevábais en el asalto a la finca de Finster. Amanece.

Villaplana, al límite de sus fuerzas, entrega el cuerpo inerte del padre Almeida a dos de sus subordinados, que se lo llevan en volandas hacia una calesa cercana, y con un último esfuerzo salís a un callejón donde espera el ya familiar coche de caballos del Jefe de Correos. Saltáis al interior, y el carruaje arranca, perdiéndose en la madrugada madrileña rumbo a la siguiente y, esta vez sí, última escena, intitolada: Ite, missa est.