Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Kami miró al supuesto invitado de "etiqueta" que tenía a su lado desde que había despertado. Esperó a que fuera él el primero en sentarse, pues podría darle algo más de idea sobre como disponer en aquella mesa. Kami se había criado en un pueblo, y los modales en la mesa no eran su fuerte.
A pesar de eso, se sentó algo estirado y mirando todo a su alrededor, no daría un bocado hasta que el Marqués comenzase, y no era simplemente por educación. Los vampiros no comían, eso habría que comprobar como su anfitrión salía de aquella situación.
Mi nombre es Kami. Un placer. Dijo aún con duda en sus palabras.
El Marqués escuchó cómo los demás se presentaban, mientras inclinaba la cabeza a modo de saludo.
He de darles la bienvenida a mi hogar y a mi isla, señores y señorita dijo mientras cogía su copa de vino tinto y, tras dar un pequeño sorbo, prosiguió.
Se recostó sobre su silla, que que era una enorme piedra tallada con forma de gárgola.
Es muy agradable tener invitados dijo con melancolía Estoy muy ocntento por ver caras nuevas después de tanto... tiempo añadió mientras os observaba a cada uno de vosotros.
Cogiendo una cuchara y una fuente, se empezó a servir una especie de ensalada de patata.
Por favor, contadme cómo habéis llegado hasta aquí. ¿Qué ocurrió en el zepeling? No es muy normal que se estrelle una nave de esas dimensiones.
-Soy Aenar -dijo mientras se sentaba y miraba a todos alrededor y no pudo evitar contestar- Pues verá, llegamos aquí porque nos estrellamos, y si le digo la verdad no se como ocurrió, todo fue demasiado rápido.
Miraba a sus compañeros y esperaba a ver si alguno de ellos quería añadir algo a la conversación.
- Bueno, de hecho creo que toda la nave en si es... era poco normal.- añadió Ariadne, pensativa. Una nave así era prácticamente única (si Lucanor no tenía más escondidas en su principado).
- En cuanto a lo que ocurrió, no sé que pudo haber sido, estaba, ejem, semi-inconsciente cuando todo eso sucedió. - Terminó con el tema algo apenada de no poder satisfacer la curiosidad del Marqués como debiera.
- Pero caras nuevas podrá ver cada poco tiempo, ¿no? Seguro que hay fragatas que visitan la isla cada cierto tiempo. - prosiguió, intentando suavizar la melancolía del señor de Cavalcanti.
¿Poco normal? ¿Por qué dice eso, jovencita? Cuénteme sus dudas, que seguro que son muy interesantes dijo colocándose de una manera cómoda en esa silla, acercándose a la mesa y dejando la copa de vino a un lado.
Y esas caras ya no son nuevas, siempre vienen los mismos, y no tienen por qué pasarse por aquí... Es una estancia un poco triste, pero no importa.
Esperando la respuesta de Ariadne, os preguntó a todos.
¿Cómo entrásteis en la Dama, que os llevó a ello?
- Poco normal... ¡porque vuela! - Dijo la joven con una sincera sonrisa. Para ella, las naves voladoras eran toda una novedad. Enseguida la conversación cambió de temática.
- Bueno, la verdad es que subí a la dama por suerte. Quería volver a Arkángel y me tocó un billete en una lotería callejera. Y la verdad, parecía mucho más cómodo y tranquilo que montar todo el camino de vuelta y acampar al raso. - respondió al marqués con sinceridad. - Aunque al final las cosas no son siempre como parecen ser. - concluyó.
Sin embargo, Ariadne seguía dándole vueltas al otro asunto. Si la estancia en la isla es triste... ¿Por qué no sale una temporada? Podría salir de esta isla una temporada, partir en uno de esos navíos y visitar conocidos en el continente, o viajar a nuevos lugares y conocer a otras gentes... no se, hacer un viaje diplomático o tomarse unas vacaciones, ¿no? - preguntó jovialmente.
-Un poco de esto y un poco de aquello -dijo Aenar a la pregunta de qué le había llevado a la Dama- la verdad es que soy un hombre de mundo, me gusta viajar y me dije, ¿porqué no hacerlo con clase? pero parece que la clase no está hecha para le gente de mi condición -y soltó una risilla divertida tras hablar.
Siguió comiendo, con tranquilidad pero sin parar, como si no supiera cuando iba a poder comer así de nuevo.
Kami seguía atento a cada movimiento del vampiro jefe. ¿Es vino exactamente lo que tiene en su copa? Una mueca de asco surgió de la cara del hombre. ¿Acaso estaba bebiendo la sangre de los visitantes que habían llegado a la isla?
¡Claro que estaba alegre de ver caras nuevas! ¡Así su menú era mucho más amplio y tenía más donde escoger! Y encima él, con su cuerpo tan robusto y grande... ¡oh cielos! ¡Él sería el primero! No es que temiese por él, sabía que podría defenderse, pero jamás había visto un vampiro, tan solo había escuchado cuentos que su hermano le había contado, pero aún no tenía claro si eran ciertos o no. Suspiró profundamente al ver que su anfitrión seguía sin probar bocado y él hacía exactamente lo mismo.
Kami esperó a que el hombre terminase de servirse para agarrar su misma cuchara y sentir el tacto de ella, quizá estuviese tan fría como decían que eran los vampiros, de no ser así tendría que estar algo caliente... Luego se puso a servirse del mismo plato que había escogido él.
Cuando el marqués les preguntó por la razón del viaje se dio cuenta de que parecía que hubiese pasado meses desde aquello, pero apenas habían sido un día...
Lo mío fue un regalo, una amiga me entregó el billete para viajar en él. ¡Era la oportunidad perfecta para poder volar por primera vez y para poder alejarme de mi familia! Pero ahora... dice como si un escalofrío recorriese su espalda. ¡Ahora se me han quitado todas las ganas de volar!