Partida Rol por web

Al fin el avión aterrizó, no porque sintiese especial miedo, tampoco negaré que estaba algo nerviosa, pero más que nervios lo que estaba era algo aburrida con la gente histérica y esas señoras -aunque hombres también- exageradas que casi-casi que anunciaban el inicio del apocalipsis.

Si hay algo que mi madre siempre me enseñó y que yo he podido comprobar in situ, es que en los momentos de tensión, por mínima que ésta sea, hay que mantener la calma o de lo contrario se induce al caos.

Retiro mi equipaje y cuando me estoy preguntando qué es lo que sigue ahora veo la típica escena de aeropuerto en la que quienes esperan a los pasajeros portan cartelitos improvisados ya sea con mensajes de bienvenida o el nombre de la persona que esperan, yo no soy la excepción.

-Hola, yo soy Jaqueline Wilson -le digo al hombre con la dosis justa de amabilidad.

Bienvenida a Barbados, si me acompaña la llevare al hotel, espero que sea de su agrado. sonrie cogiendote la maleta y llevandolo hasta el coche que os espera fuera, una limusina. Esto mejora cada segundo que pasas.

Cuando llegas al hotel, en recepcion te dan la llave de tu habitacion, es enorme y preciosa, no sabes como se puede permitir esto, es mas que lujoso

Habitacion

Recibidor

Terraza

-¡¡Wow!! -no puedo evitar exclamar al ver que seré llevada en una limusina, ni más ni menos.

Saco la cámara del bolso y me pongo a sacar fotos a todo. La salida del aeropuerto, el chofer, la limusina, me saco unas yo pésimamente enfocadas pero me da igual, dejo registro de todo. Me subo a la limusina y no dejo de alucinar con todo, sin embargo eso fue nada cuando llegamos al hotel. Al ver la fachada pude intuir cómo sería el interior pero me quedé corta porque casi se me desencaja la mandíbula. Sencillamente no me lo creía y ni hablar cuando llegué a mi habitación.

Apenas me quedé sola y debo admitir que estaba igual que las niñas, porque salté en la cama, me subí a los sillones, me asomé al balcón, abrí y cerré puertas, hurgué en el armario... en fin, que metí mi nariz por todos lados.

¿Y cómo no? Lo primero que hice una vez hube saciado mi curiosidad infantil y habiendo tomado fotos hasta agotar casi la batería, fue ir a darme un merecido baño.

Completamente refrescada y envuelta en la bata de baño, terminé de ordenar mis cosas en el armario y escoger la ropa que me pondría.

Una minifalda blanca, camiseta a tono y sin mangas fue mi elección, mismo color fue el que elegí para el bikini. Me puse bloqueador solar, el infaltable brillo labial y máscara de pestañas, todo a prueba de agua. Me dejé el cabello suelto, aunque llevaba en el bolso de playa, además de lo indispensable, mi horquilla de madera para tomármelo.

Tomé mi llave y salí de la habitación.

15 minutos y yo ya estaba lista. Una ducha rápida que no me topó más de 5 minutos y luego vestirme. Esta vez en lugar de falda lo que hice fue ponerme un pantalón de tela, de esos tipo hindú. Algo holgado, delgado y sobre todo cómodo.

Me dejé el cabello suelto porque lo traía mojado y me asomé a la terraza mientras esperaba que Jaime pasara por mí.