En el pequeño pueblo de Malcocinado, un gigantesco Chinook surcaba los cielos. El piloto, junto al resto de militares, observaban el lugar perplejos; aquello ya no era un pueblo. La gasolinera, destruída, el bar Manolete, incendiado, y el resto de casas en igual o peor estado. Pero allí estaban, los supervivientes, al lado de un ayuntamiento incendiado. Había varios cuerpos de lo que parecían humanos a su alrededor, pero no les importaba. Su misión era rescatarles.
Y efectivamente, sin decir nada, el helicóptero se acercó y rápidamente os recogió. Ninguno de los militares dijo nada, ni el piloto, y en completo silencio, abandonasteis aquel pueblucho en el Chinook. Una vez estuvisteis lejos del pueblucho, fuisteis llevados al hospital más cercano, donde os realizaron montones de pruebas médicas para comprobar vuestro estado. Os drogaron y en poco tiempo, apenas tres días despues, tuvisteis una reunión con altos cargos del ejército. Allí se os explicó que un nuevo grupo terrorista de Haití había sido el responsable de tales sucesos. Se os hizo saber que así mismo, los dolores y asfixias que algunos pudisteis sentir, eran fruto de estas armas de algunos. Armas químicas, zombies, terroristas caribeños, militares... había algo que no cuadraba, pero en la vida pública quedasteis como héroes. Erais unos valientes que se dispusieron a defender un pequeño pueblo del asalto de unos sangrientos asesinos. La prensa y los medios se encargaron de tapar ya cualquier posible sospecha de la opinión pública. Malcocinado fue aislado y sitiado. La entrada en el pueblo está prohibida, y hoy en día sigue siendo fruto de numerosas investigaciones.
Alfonso de la Hoya: Consiguió una camioneta nueva y un empleo nuevo como jefe de obra en Sevilla. No es que cobre mucho más, pero al menos ya no sudaba tanto.
Carlos Ros: Recibió honores y alguna medalla honorífica post-mortem. Su tumba se encuentra en el cementerio de San Fernando, Sevilla. Aunque dentro de su tumba solo hay el cadáver de un perro atropellado.
Conrad Sadizar: La mayoría de policías que le conocieron fueron a su funeral para ver si de verdad había muerto y lo celebraron. Otros cuantos dejaron flores en su tumba junto a un paquete de donuts.
Cyrux The Virus: Tras los incidentes, fue contratado por una empresa de Hollywood para ayudar en varias películas aportando su opinión como experto militar. Salió tan bien que fue elegido para participar en nuevas y exitosas películas bélicas, llegando a ser nominado a los Oscar. Vive en una chaletde las afueras de Sevilla. En ella guarda mucho más arsenal que en la anterior.
Esther Alaiz: Llegó a participar en varias obras de teatro y películas de cine español de dudable éxito. Luego fue al cine canadiense, donde aumentó su fortuna con un film de gran éxito.
Francisco Quintana: Los traficantes se apenaron de su muerte. Pero hoy en día su herencia y demás está bajo sospecha de la policía, acusado de contrabandismo. Afortunadamente, ya está muerto y es considerado otro héroe. Algún periodista dijo que pudo haber muerto por fuego amigo, pero su teoría fue rechazada.
José Reyes González: Pudo dar un entierro digno a sus padres. A pesar del dinero que recibió, siguió trabajando como tractorista y agricultor en Guillena, donde reside actualmente con su novia.
Olaya de la Hoya: Reside actualmente con su hermano. Ya es peluquera profesional. Se hizo famosa por ser la nueva peluquera de Falete y la Duquesa de Alba.
Pablo: Se le ofreció de nuevo la entrada en el cuerpo de policía. Fue condecorado y recibido mil honores. Aunque fue acusado de orinar en la tumba de Conrad, nunca se demostró tal hecho. Ahora, gana dinero como agricultor en Guillena, cerca de José.
Rodrigo Rodríguez: Su tumba se halla justo al lado de la de Conrad. En ella también pusieron a un perrito abandonado.
Tomás Conejo Sinobas: Su amplia fortuna le permitió tener la tumba más bonita y gigantesca de todo el Cementerio de San Fernando. Es una gigantesca cruz bañada en oro de gran tamaño. Se rumorea que su ataud está lleno de puros habanos y un mechero de oro del tamaño de una persona. Se creó la leyenda urbana de que todas las noches, su espíritu salía del cementerio y sin dejar de fumarse su purito, asustaba a los jóvenes rojos de los alrededores.