Partida Rol por web

Antuan hizo una pequeña reverencia con su cabeza ante la llegada del principe. Y cerro los ojos ligeramente cuando escucho que era portador de malas noticias. Hubiese tomado aire profundamente si sus pulmones aun funcionaran, la ultima vez que escucho esas palabras,  habian desfinanciado su investigación y desplazado a la catedra de historia del arte medieval. Pero agito levemente la cabeza, ciertamente no podia ser peor que eso. 

Estaba equivocado. Aquel sujeto llamado Velerio, no solo amenazaba es secretismo de la hermandad, sino que tambien ponia en riezgo la mascarada. Vaya que no él no era un fiel seguidor de las tradiciones, pero hasta un sujeto tan obstinado como el sabia de la importancia de mantener a los mortales ajenos de la existencia de los vastagos. ¿Pero con que fin? penso para sus adentros. Si acaso se trataba de un mortal era uno ingenuo o muy confiado de sus recursos pues acosar a media docenas de vastagos antiguos era equivalente a comprar un boleto de tren al fondo de un pantano. Y si fuese un vastago, arriesgar la mascarada era por cierto algo que solo alguien que buscara la atención de los Justicar y un deseo irrefrenable de aparecer en la Lista Roja.

Pero todo le traía mala espina, mas aun los informes policiales de Francia y España. Por lo que despues de observar el retrato robot decidió tomar la palabra luego del setita.
_Concuerdo con nuestro hermano, saber a quien buscaba nos pueda ayudar a saber que esta buscado al hostigar a la hermandad-esbozo dando su parecer al grupo. Si bien todos eran de alguna forma eruditos, no todos compartian las mismas experticias. 

Entre tanto intento hurgar en su memoria, si alguna vez escucho nombrar a algun vastago antiguo que llevara el nombre de Valerio. 

Jules Clément se encoge de hombros.

- Ni idea. Alguien de ustedes, dijo, y no dio más detalles.

No puedo evitar torcer el gesto ante el peligro que conlleva la noticia de que alguien nos busca. Sin embargo no expreso aún mis ensamientos pues son algo que incumbe a la Orden y no al principe ante el que nos encontramos.

Miro a los miembros de la orden mas resposados y si alguno me deviuelve la mirada hago un gesto que indica que al menos por mi parte, hemos terminado.

Debemos devatir nuestra situacion actual.

-Valerio, dices -dijo quedamente Raimundo después de que los otros vampiros, aparentemente algo nerviosos, hubieran hablado- Una sombra, un nombre que no existe, y que paga a mortales para que hagan sus encargos... No sabemos quién es, pero sí sabes a quién ha pagado, ¿no es así? -argumentó, mirando a Jules. La mente de Raimundo estaba trabajando a plena potencia, realmente estimulada por un nuevo reto- En circunstancias normales bastaría con las arpías, arcontes o el propio Sheriff de la región para controlar este... inconveniente -prosiguió, caminando, con las manos en la espalda- Pero dadas las características de esta región... Es algo que tendremos que hacer nosotros de forma... desinteresada -dijo finalmente, mirando al Príncipe- , tan desinteresada como su hospitalidad, por supuesto.

Su mirada pasó por los distintos integrantes de la hermandad hasta posarse en los más antiguos de cuantos allí se encontraba, chasqueó la lengua y ladeó el rostro. Cuán fácil habría resultado todo aquello con algo más de disciplina y hermandad, y no en aquellas horas bajas.

-Tan pronto como nos facilite la información de sus contactos, puede estar seguro de que yo mismo recabaré información... No se preocupe, sé lo que alguien de su peso valora la Mascarada -comentó, entre irónico e hiriente- . Todos los aquí presentes, de hecho, la valoramos en gran medida... En cuanto sepamos más de este... Valerio -repitió, como en un intento de que la repetición del nombre calara en la hermandad- Daremos el siguiente paso, resolveremos el problema y podremos seguir, todos, con nuestros asuntos -explicó, mirando de nuevo a Jules con los brazos extendidos en actitud conciliadora- ¿Le place? -preguntó de forma retórica, antes de dar una leve palmada que acabó con el vampiro frotándose las manos y caminando hacia Carlos, Fausto y Basilio, como para decirles algo en voz baja.

-Deberíamos solucionar este asunto cuanto antes, no podemos dejar cabos sueltos... y no me fío de nuestro anfitrión, se agarraría a este trozo de tierra aunque tuviera que vendernos a los chuchos que mean en sus tierras -dijo rápidamente en un latín nativo muy fluido- Organicemos rápidamente a la orden y barramos el terreno, si es necesario yo trabajaré con Nuria y el otro... novato -zanjó.

A Lorenzo le había gustado y disgustado la actitud de Nuria al mismo tiempo. Esa pasión rebelde pero carente de elegancia a sus ojos. Sonrió paternal.

Escuchó las palabras del resto con atención y saludó a todos respetuosamente. Le interesaron especialmente las de Jules sobre el tal Valerio.

- Comparto el punto de vista de Raimundo sobre ese Valerio. ¿Podemos saber a quién ha pagado? ¿Quizás podamos seguir algún rastro del dinero? Y no creo que ninguno de nosotros sea muy partidario de transgredir la Mascarada. Quizás debamos ponernos en marcha antes de que se enfríe el rastro.

- Haced lo que queráis. Yo os he advertido. Nada de cazar, ni de visitar los Campos Cremados. Si hay algún problema, por pequeño que sea, tendré que pediros que os marchéis de aquí.

El Príncipe se incorporó de su asiento. Tendió a Raimundo una tarjeta con un número. Su número.

- Sólo tengo dos nombres. Sean Manchester y David Farrant. En la década de los setenta. A mí personalmente no me dicen nada. Como dicen que la curiosidad mató al gato... procuro no ser demasiado curioso. En cuanto a la identidad de mi amiga, me temo que esa información la guardaré para mí. Y ahora, si me disculpáis, tengo otros asuntos que atender. En privado. Y con la señorita Cruz, si tiene la amabilidad de acompañarme.

Hizo un ademán de despedida. Fausto y Basilio se levantaron y se despidieron cortesmente del Príncipe, no habían hablado absolutamente nada en toda la reunión, y apenas les salieron palabras de los labios para la despedida.

Fausto miró a Nuria fijamente antes de salir por la puerta. Ésta se había encendido un puro y servido un vaso de whisky escocés, como Jules Clément. Se hallaba dispersa en sus pensamientos, con los pies apoyados encima de la mesa y el culo hundido en el butacón de la sala. Fausto, con un bufido, taconeó y salió de la sala.

Fausto miró uno a uno a todos los presentes.

- Hermanos, no sé quién ha sido el caballero aquí presente que se ha dejado encontrar. Pero todo este asunto me huele muy raro. Quiero proteger los secretos de esta Hermandad, y sus intereses. Yo... iré a por los documentos. Nos vemos en el Castillo a medianoche, como marca la tradición.

Me levanto tambien, y saludo con la cabeza a modo de asentimiento al Príncipe sin feudo, pues es la única forma que se me ocurre sin que parezca forzada, y que me disculpe por venir de una tierra "sin civilizar".

En cualquier caso, sí, podria ser un problema si alguno de nosotros ha atraido la atención de cazadores... pero se les busca, se les mata y listos. No vamos a ponernos ahora a temblar por unos mortales. Ya tuve mi ración de iglesia y conquista, ahora devuelvo los golpes.

Miro a Fausto durante esos instantes en que menciona guardar documentos y ponerlos a salvo.

-Espera hermano, te acompaño. Es mejor no viajar sólo en estas circunstancias.

También quiero cerciorarme de que está todo bien con Fausto. Discretamente, claro.

Fausto se pone la bufanda al cuello, en la entrada, y hace una ligera inclinación de cabeza a modo de despedida de los presentes. Luego abandona la Mansión, junto con Necalli.

- Tengo los documentos en mi apartamento. No me parece adecuado traerlos a la reunión con el Príncipe, ya sabes, no soy ningún estúpido como esa chiquilla.

Fausto se detiene en la puerta y levanta el brazo. Al momento un taxi se detiene. Posiblemente el único taxi de todo el pueblo. Fausto sonríe. El taxi había estado esperando.

- Más vale ser precavido, ¿no crees?

Basilio se despide de Fausto y Necalli, pero permanece en la sala.

- Si nadie tiene nada más que añadir, os sugiero que os pongáis en camino. Fausto se está impacientando bastante con todo esto. Ha estado casi una década estudiando los manuscritos, y al parecer sor Inés había llegado a algún tipo de conclusión que le cuesta mucho descifrar.

Del centro de la ciudad de Lavelanet hasta el peñasco rocoso del castillo de Montségur hay un sendero que en  la Edad Media seguían las gentes  que venían del valle para vender tejidos. Muchos de los cátaros eran tejedores, pues utilizaban la lana de las ovejas que vivían en las montañas. Hay que contar medio día (o media noche) para realizar esta caminata teniendo en cuenta que hay que tener un buen nivel deportivo.

La otra opción es ir en coche. Hay un parking situado en un puerto de montaña. De allí sale el camino que conduce al castillo. A 5 minutos a pie está la caseta del guarda que cobra la entrada (Basilio se encarga siempre que el guardia determinado durante las reuniones de la hermandad no esté, sea por el motivo que sea). El camino es bastante abrupto y dura unos 25 minutos.

- Algo me dice a mí también que sor Inés había descubierto algo importante antes de su Muerte Definitiva. Quizá luego Nuria nos los pueda aclarar. Me dijo que la última carta que le envió sor Inés fue muy críptica.

Un cazador misterioso, "Valerio" ¿Y está hostigando a un príncipe?
A Larraz no le gusta el tener que meterse en los asuntos de los demás, ni tampoco le va a decir cómo tiene que administrar sus tierras, pero ¿ACORRALADO? ¿POR UN HUMANO?

Porque si lo que busca son evidencias tangibles de la existencia de vampiros, es que este Valerio NO es vampiro.

"Algunos de mis criados suelen decir que esta es la era de la información. Si el señor Valerio realiza sus pagos mediante transferencias de bancos, quizá no debería de ser difícil de localizar" dice Larraz llevandose las manos al mentón, pensativo "Es una simple tarea de investigación. Y como bien ha dicho usted, mi querido compañero Raimundo, nos ha caído a nosotros... por no haber nadie más disponible"

Para el Tremeré, esta es una tarea un tanto banal puesta por un príncipe descuidado, abrazado por un sire descuidado ¿Que clase de Sire abraza a un chiquillo tan desarrapado, y con una desarrapada barba de dos semanas? No es PRÁCTICO el tener que perder el tiempo afeitandose dia si y dia también, so pena de parecer un mendigo.

"Pero lo más importante es lo que nos ha traido aquí, efectivamente. Continuar las pesquisas de Sor Inés, y la búsqueda que siempre tuvimos"
"¿Partimos al Castillo, pues?" invita el Librorum

Apunto mentalmente los nombres que nos facilita el príncipe, será necesario investigarlos, aunque lo más fácil seria simplemente hundirnos en la bruma una vez más, esperar entre dos de nuestras reuniones es bastante tiempo para un mortal, tres o cuatro y se convierte en una vida profesional, cinco o más y serán los delirios de un anciano obsesionado, si aún vive. Me despido con un gesto protocolario del príncipe y salgo junto a mis hermanos.

-Uno de mis criados me llevará en automóvil hasta allí, tendremos plazas para tres más, si alguno de ustedes acepta la invitación.

"Conmigo, pues, seran entonces dos plazas las que queden libres" dice Larraz, aceptando la cortés invitacion del sangre joven

"¡No es menester el desperdiciar nueatro tienpo, habiendo automoviles! " Podríamos sumirnos en los pensamientos del Tremeré, de como en sus años de vida una excursión como esta requeriría de incluso días o hasta semanas de preparación. Y como las "Motos Voladoras Drone"  de hoy trivializan incluso a Tardaca, un caballo volador que poseía en los años del inicio de la mascarada.

"Creo recordar que la zona es escarpada y complicada al paso con auto-móviles ¿Es de plena confianza vuestro Ghoul?"

Al igual que Fausto, al despedirse, me coloco el sombrero en el pecho, tal como aprendí a modo de saludo o despedida, y miro a mis compañeros, asintiendo con la cabeza, para luego ir tras Fausto.

-Nos vemos pronto.

Observo el taxi, sintiendo algo de desprecio por el mundo moderno. Un hombre de verdad no se convierte en el porteador de nadie, anda por si sólo y si alguien pide que le lleven le corta el cuello.

Supongo que soy un hombre hecho de otro tiempo, me cuesta entender porque los humanos se han vuelto tan obedientes y dóciles. ¿Influencia vampírica? Si los españoles de mis tiempos fueran como éstos, habría pasado todos los soldados por la tabla del sacrificio. Y España sería ahora una colonía azteca.

Bah, no tiene mucho sentido pensar en eso ahora mismo.

Mi anteción vuelve a las palabras de Fausto, y asiento a su comentario en modo automático, mientras pienso en Fausto y el grial.

Si al final lo logramos, cuando quiera llevarmelo... ¿debería confiar en Fausto? Es setita, pero... su personalidad parece más centrada en el culto a su persona que al del auténtico Dios.

El tiempo me hará ver otras perspectivas. Me subo al taxi con él, mientras comento de pasada:

-No he podido evitar darme cuenta de que el Príncipe y la chiquilla se llevan bien, pese a las palabras. Sino, ¿porqué iba a agraviar las cosas imitandole en las formas? Creo que va demasiado relajada, incluso para ser estúpida. Igual se lo hace. ¿Has pensado en esa posibilidad? De todas formas... ¿que aporta ella a la hermandad? Aparte de problemas, digo.

No sé si habla mi odio hacia lo español o que en realidad no logro encajarla ni como erudita ni como soldado... pero puedo entender el odio de Fausto hacia ella. Aunque por lo menos, yo lo disimulo mejor, ya que no quiero que nadie tenga nada en mi contra, para poder robar el Grial cuando esté a nuestro alcance.

- Nuria no tiene ni un pelo de tonta, debajo de toda esa fachada de rebelión adolescente. Conoce más secretos de los que revela y es una erudita. Lo que le pierden son sus formas, como a casi todos esos anarquistas de las noches modernas. En cuanto a ella y Jules Clément...no sé qué se traen entre manos, pero no me gusta ni un pelo.

Fausto sentenció la frase con un gesto al taxista.

- Aparque aquí, y espérenos cinco minutos. No tardaremos.

Transcurrido ese tiempo estaba abajo con un maletín y un pequeño macuto que parecía contener ropajes. 

- Llévenos al parking de la senda a Montségur - apeló al taxista justo antes de dirigirse a Necalli nuevamente. - Mira chaval, Nuria tiene un documento muy importante que todavía no ha revelado. Podría haberlo hecho en 2006, pero no lo hizo. Es la última carta que le escribió sor Inés. Sor Inés perseguía una pista muy importante, y Basilio estaba al tanto. Su chiquilla también. Pero claro, la edad ha vuelto a Basilio un puto idiota, vago y sin ganas, y Nuria todavía es muy joven. Sabe que puede sacar buena tajada de ello. Lo último que necesitamos es enfrentarnos entre nosotros mismos.

La noticia me pilla de sorpresa, en 2006 poseía una carta de Sor Inés sin revelar, ¿y nadie la forzó a hacerlo? Supongo que hay unas normas y tengo que ser cuidadoso con ellas, si no quiero destapar mi auténtica intención. Sin embargo, hay algo que cruza mis pensamientos desde que lo ha mencionado...

-¿Y a qué espera? ¿Porqué tengo la sensación de que el Príncipe sin feudo podría saber más de lo que sabemos nosotros? Un príncipe sin feudo, el amor platónico de una anarquista de medio pelo. Mira, se que estoy eculubrando por eculubrar, pero... ¿sabes si alguién va a sacar el tema de la carta en la reunión? Porqué creo que igual, aunque sea solo una carta de su Sire, nos incumbe a todos. A la hermandad.