Partida Rol por web

Tras vuestro último encuentro en el frente habéis estado unos días en la retaguardia para recuperaros y descansar. Hubo bajas, algunos de vuestros compañeros acabaron heridos o muertos, pero os han asignado a dos nuevos compañeros en el grupo. Dos jovenes muchachos que tampoco os inspiran demasiada confianza, pero querráis o no ahora son miembros de esta unidad.

Hans Henke	Otto Skorzeny

El viaje transcurre sin novedad, estáis atravesando suelo rumano, mientras viajáis por un territorio que aún lo controla el bando alemán aunque cada vez más se esta cediendo lo que tanto costó conquistar. Los nuevos muchachos están durmiendo, seguramente por la fatiga acumulada y las putadas que les han hecho estos días en el campamento.

Mientras tanto los veteranos, vosotros, estáis meditando ante la posibilidad de que este sea vuestro último día vivos. La muerte os rodea en esta guerra, y en cualquier momento se os puede llevar, pero por ahora habéis conseguido evitarla.

Los dos jovenes muchachos han sido asignados a tu unidad debido a que se pusieron nerviosos e hicieron fuego amigo sobre sus propios compañeros. El castigo habría sido fusilarlos pero el ejército alemán esta muy necesitado de soldados como para prescindir de ellos y se les ha dado una nueva oportunidad en un batallón de castigo.

Verner estaba pensativo y callado, no parecía tener demasiadas ganas de dar su opinión sobre aquella nueva misión, quizás porque a decir verdad poco había que decir de ella, almenos hasta que fueran informados debidamente sobre en que consistía la misión, o almenos hacia donde se dirigirían.

Mientras esperaba abria y cerraba el mechero zippo que le había quitado hace no mucho al cadáver de un soldado "yanki", produciendo una y otra vez ese característico sonido casi ignotico...con la mirada perdida en el infinito.

Zsigmond estaba leyendo un libro de Ernst Toller que había conseguido rescatar hacía un tiempo de las piras que prepararon en la última ciudad por la que pasaron para quemar los libros prohibidos por el régimen, bien por su contenido o por el origen de sus autores, como era el caso. "Die Maschinenstürmer" se llamaba. Tampoco es que el libro estuviera captando su interés, así que Zsigmond decidió romper el hielo y comenzar una conversación.

¿Qué han podido hacer estos críos para acabar aquí? Esta guerra se va a la mierda. Más, quiero decir. ¿Creéis que aguantarán el tipo? La verdad es que no tengo ganas de tener que coserles ningún balazo...

Rainer silbaba alegremente mientras metía una mano en el bolsillo de la chaqueta de Hans, el novato chaval que moriría seguramente pronto. Cosas de la guerra. Encontró lo que buscaba, un paquete de cigarrillos, y cogió uno sin pedir permiso mientras continuaba silbando

-Han hecho lo mismo que todos nosotros, ser escoria nazi que nadie quiere, jajajaja- 

-Pero tranquilo Kovács, en realidad es culpa de los de las estrellas, parece que ya no quedan hombres en alemania y tienen que mandar a los crios, jeje-

Se metió el cigarro en la boca

-¿Me das fuego, Verner?-

Verner rasco la piedra con la rueda abrasiva con un rápido movimiento del pulgar e instantáneamente las chispas prendieron el gas que manaba de la gasolina, y acto seguido extendió el brazo hacia Reiner.
Una vez encendido el cogarrillo cerró la tapa con un "click" y la mecha se apagó.

--Nosotros aún estamos aquí ¿no?-- dijo en referencia a los comentarios de sus compañeros sobre el sino aciago de los novatos y del propio escuadrón.

Sven se llevó a la boca una botella de licor. Era algún tipo de brebaje extraño que había incautado a unos campesino de la zona. Sabía a mil rayos pero calentaba. 

-Menudo par de tuercebotas -dice Sven mientras observa a los dos chavales durmiendo a pierna suelta- Ya pueden demostrar que valen para algo o yo mismo los echaré del tanque. Si están aquí es porque han hecho algo que no le ha gustado a los de arriba. No necesariamente algo malo. 

- Otro viaje y otra misión. ¿Hasta cuándo seguiremos? Hasta que nos den un pepinazo y nos entierren en una fosa común si tenemos suerte. Además nuestras familias (aquellos que tienen a alguien por supuesto) no recibirán un jamón como los afortunados que cayeron en Francia. Aquellos años fueron los mejores porque ahora solo reciben bombas de fosforo de los tommys y los yanquis. – debía llenar el tiempo hablando de algo. De lo que sea porque la espera era lo peor de aquello y tan solo al ver a los dos niños, los nuevos reemplazos, algo me decía que al Tercer Reich le quedaba poco tiempo. Pronto comenzarían a enviar ancianos y mujeres…

Para mitigar la espera comienzo a cantar aquella canción nuevamente. Se ha vuelto pegadiza, como la grasa de motor en mis uñas..

Vor der Kaserne

Vor dem großen Tor

Stand eine Laterne

Und steht sie noch davor

So woll'n wir uns wieder seh'n

Bei der Laterne woll'n wir steh'n

Wie einst Lili Marleen.

Pese a la incomodidad manifiesta del vehículo, siempre era mejor que ir a pié... Mi cabeza se iba golpeando ritmicamente contra las planchas de acero que blindaban ligeramente el vehículo oruga, dormir era bastante complicado más aún con ese ruido infernal que hacían las cadenas al rechinar contra los engranajes... los dos crios se habían quedado fritos, no era de extrañar pues su agotamiento había sido extremo y sus cuerpos no estaban preparados para semejantes esfuerzos... En que mente cabría la idea de que un niño con un uniforme se convertía automáticamente en un soldado, eran solo carne de cañón, sacos de arena con piernas que recibirían la bala que iba dirigida a algún veterano... 

Estaba de acuerdo en que el Reich debía ser defendido y protegido de aquellos que querían invadirlo y acabar con nuestra cruzada, y que todos debían colaborar en su defensa, pero usar a críos era absurdo e innecesario... al menos los jóvenes de las juventudes habían recibido instrucción militar... a estos dos los habían reclutado directamente en un parvulario...

No habíamos encontrado demasiada resistencia desde que abandonamos el último puesto avanzado, era lógico pues un grupo pequeño no busca un enfrentamiento directo con una unidad mecanizada, solo lo haría un estúpido o un suicida, aún así mi mirada no dejaba de escudriñar los setos que bordeaban el camino, buscando posibles sombras,...En caso de una emboscada el vehículo blindado que usaba de improvisado transporte sería el primer objetivo en ser atacado...

Uno de los hombres comenzó una canción... si, eso está bien, es mejor cantar, así al menos nuestra mente se podrá evadir un rato...

Carl estaba sentado con un libro entre las manos, mientras los muchachos tenían una conversación.

“A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado”...

El sargento levanto la vista de La Divina Comedia y comprobó que los dos nuevos reclutas siguieran durmiendo, luego dijo a sus chicos.

 Fuego amigo. Los pobres se pusieron nerviosos y dispararon a quien no debían. No debemos ir muy sobrados de personal, porqué hasta donde recuerdo, eso es fusilamiento.

Luego se quedo mirando a Rainer, que había afanado el paquete de tabaco de uno de los reclutas. Alargó la mano, dame uno Rainer.

Que nos tocara hoy? Conquistar el punto más difícil de tomar? Cruzar un campo de minas? Fuera lo que fuera, seguro que no seria agradable.

El soldado Bernstein le tendió un cigarrillo al sargento, en el fondo le caia bien, siempre que no le tocase mucho la moral.

-Bueno, sargento, si han hecho eso, no los quiero detrás mía- Sacó su luger y le dió vueltas al estilo vaquero y apuntó al recluta Hans, que dormía fatigado por todo lo que se le había venido encima.

-O si no, pum pum! jejeje-  Enfundó de nuevo la luger.

-- Lo mismo ese fuego amigo fue como venganza porque le había robado los pitis...-- dijo Verner con una media sonrisa pícara volviendo a abrir y entender el zippo para darle fuego al sargento.

El sargento cogió el cigarro. Luego miro con desaprobación a Rainer mientras hacia el jueguecito de la pistola. Vamos chicos, que no es la hora del recreo.

Se acerco hacia Verner que le tendia el encendedor, mientras escuchaba su comentario sobre robar, una sonrisa aparecio en su rostro. Gracias, Verner. Le pego una larga calada al cigarro, apoyo la cabeza y saco el humo. Se quedo mirando el libro un momento, y luego lo cerro.

Bien chicos, a llegado la hora. Dice mirandolos muy serios. Apostamos que nos tocara hacer hoy? Dice sacando un billete del bolsillo.

Mmm...yo digo que vamos a comprobar un campo de minas, dice con una sonrisa siempre es un bonito día para servir en el ejercito alemán. No era la mejor idea bromear con eso, pero ya llevaban algún tiempo que lo hacían y al menos los chicos se relajaban un poco. Y el más “suertudo” se llevase un dinerito. Que nos deparara el futuro hoy?

--Si hay que apostar, yo lo haría por joder una linea de suministros del enemigo.-- dijo poco convincente cerrando el zippo con otro "click"
-- Nos estamos retirando en estampida, ya sea para un contraataque, para reagruparnos o para conseguir tiempo para la retirada, cortar una linea de suministros es la mejor opción -- expuso.

Finalmente Verner sacó la vieja pipa, puso algo de tabaco del que llevaba en una bolsita de plastico en ella y la prendió con el zippo.

Zsigmond atendía a la conversación someramente mientras intentaba meter los párrafos del libro en su cabeza. Hizo caso omiso al chalado de Rainer, no era la primera broma de mal gusto que hacía, ni sería la última. Lo mejor era ignorarlo.

La conversación volvió a llamar su atención cuando el sargento propuso la habitual apuesta.

Hmm, esta vez mi dinero va a que tenemos que dinamitar un puente para retrasar el avance enemigo. Mientras nos acribillan los ruskis, claro, si no no tiene emoción -dijo irónicamente devolviendo la mirada al libro.

Rainer sacó su billete y se lo dio al sargento Ullrich

-Callad y coged mi dinero-

-Apuesto a que nos mandan a alguna gilipollez, jejeje-

Con el cigarro en la boca, cogió el billete de Rainer y lo junto con el suyo. En serio Rainer? Somos el batallón de castigo, que vamos a hacer si no es una gilipollez barra suicidio. No puedes ser más especifico?

Luego alargo la mano hacia Verner y el doctor. Vamos pajaritos, menos piar y más poner los huevos.

Luego miro al resto de sus hombres, y vosotros que chicos, Günter? Paul? Sven?

Les gustaba dejarles algo de margen. Ya estaban demasiado puteados de estar en el agujero más infecto del ejercito alemán, para que encima tuvieran un sargento tocapelotas. No necesitaba que alguien les estriñera más la soga que llevaban al cuello. En los momentos que había de ser tocapelotas lo era, pero en esos momentos sabia que podía confiar en sus chicos. Es lo primero que aprendió arrastrándose por las trincheras, si quieres que tus hombres te respeten, se uno de ellos.

Bei der Laterne woll'n wir steh'n
Wie einst Lili Marleen.

Unsere beide Schatten
Sah'n wie einer aus
Daß wir so lieb uns hatten
Das sah man gleich daraus
Und alle Leute ...

Al fin había cogido el ritmo pero El abuelo Carl (que si me escucha me envía a montar guardia sobre el cañón del tanque.) comienza con su juego de adivinanzas. La última vez había ganado Sven. ¿Pero a quien sonreirá la dama de la suerte en esta ocasión? – Hummm.. Veamos. Es una situación difícil. Primero que nada: ¿Cuánto hay en el pozo?-  Miro de reojo los billetes y prosigo… - Mmm solo hay billetes nazis, no creo que participe en esta ocasión pero tengo un palpito. – Saco de mi chaqueta un billete muy gastado, arrollado y lleno de aceite de motor. Entonces lo dejo con el resto. – Vamos a enterrar cadáveres del hospital de campaña. Nuevamente los matasanos se largaron en el primer avión a Berlín dejando a los pobres diablos muriendo en sus camas. ¡La ultima vez vomite hasta mi páncreas, y no es broma! – para alejar aquel horrible recuerdo continuo con mi canción. Diablos, perdí el ritmo…

Das sah man gleich daraus
Und alle Leute soll'n seh'n
Wenn wir bei der Laterne steh'n
Wie einst Lili Marleen.

Schon rief der Posten,
Sie blasen Zapfenstreich

Sven se encoge de hombros ante la pregunta de su compañero.

-¿Qué más da? Será algo asqueroso, que nadie quiere hacer, arriesgado y de lo que probablemente no salgamos con vida. Mejor sería no pensar demasiado en ello. Nah, yo no apuesto. 

De no muy buena gana Vener soltó la pasta, algo le decía que la perdería.