Y el hombre olvidó.
Nadie es capaz de decir por qué ocurrió ni cómo. Puede que que se desencadenara algún fenómenonatural que borró nuestros recuerdos, puede que trasfrediéramos una regla de algún poder desconocido y fuéramos castigados por ello. Puede que, simplemente, el hombre se lo hiciese a sí mismo.
Como niños pequeños, reducidos a poco más que animales, vagamos durante siglos mientras nuestra fatua civilización se derrumbaba alrededor de nosotros. Todo se convirtió en ruinas. Las ruinas se hicieron polvo. Y el polvo se dispersó en los vientos.
En aquella época el mundo tenía otro nombre.
Pero nadie queda para recordarlo.
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