Han pasado varias décadas desde la última vez que las criaturas mágicas se tuvieron que reunir en un secreto cónclave para desenmascarar a un grupo de traidores…
Gracias a la inteligencia y su disposición ganaron los puros de corazón… hubo algunas bajas… pero en toda guerra siempre hay pérdidas…
La Guardiana de los vientos en aquella ocasión llamó al conclave a los interesados… y gracias a ellos conservó la vida…
Ahora los fuegos fátuos penden de un hilo… un grupo de criaturas mágicas quieren robarlos y hacerse con el poder de la sabiduría la vida eterna…
¿Podrán las criatruas desenmascarar a los culpables?... ¿O por el contrario serán los traidores los que consigan su proeza?....
Todo está por demostrar y un conclave por reunir….
La temperatura disminuía cada vez mas, el viento golpeaba intenso contra la humanidad de cada uno de aquellos infantes, y la nieve, esa maldita nieve que no dejaba de caer dificultando en todo momento la visión. La flota estaba por llegar, podrían ser horas, quizá días, el capitán Okaka Tsumina no lo sabia realmente; aun así su misión era clara, ellos tendrían que defender el fuerte helado como pudieran. Y no había salida, a donde podían ir?…, morir congelados era la única otra opción; así, los infantes permanecieron firmes en su puestos y resistieron las inclemencias de aquel lugar. Pronto los bichos llegarían.
Nuevamente, abro una partida de Dioses, donde los jugadores encarnaran a 7 entes de poder divino, hijos de Padre, el ser que les creo, un ente de poder sin parangón, cuando despiertan, tras su creación, sienten un terrible vació dentro de ellos, saben que el ser que les creo ya no esta, que nunca le conocieron y nunca le conocerán.... Viajan por el espacio en busca de el porque de su existencia, sus mentes inconscientemente, les llevan a un lugar... una morada en medio del infinito Asul-Adal, la casa del Infinito, allí se encuentran unos con otros... y allí es donde empieza el verdadero misterio....
Sobre su lecho de muerte, y ante todos los presentes, la mujer habló, delirante-Juraste que sería dichosa, que tendría aquello que deseaba, que sería feliz... -un quejido interrumpió sus palabras, que se continuaron en medio de un sollozo cargado de dolor y desdicha-Me has engañado...
Yo nunca te juré que duraría para siempre. Eres tú la que se ha engañado a si misma olvidando que antes o después esto pasaría, y todo habría acabado para ti-le contestó el vacío, con evidente burla.
No quiero morir...-sentía frío, frío y oscuridad, apoderándose de su cuerpo, atenazando su alma, arrastrándola hacia el abismo. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras en su rostro se dibujaba la expresión viva del miedo
Ya no tienes nada que ofrecerme, no puedo salvarte-la voz del vacío volvió a sonar en su mente, envuelta en un tono frío cargado de impunidad e indiferencia.
El llanto se volvió sonoro. La mujer miró alrededor, con los ojos bien abiertos, observando los asustados rostros de aquellos a los que amaba, que se encontraban allí, rodeando su cama, a sabiendas de que pronto su vida se extinguiría-Espero que sepáis perdonarme. Que Dios os proteja... Que se apiade de vuestras almas... Oh Señor... ¡Perdónales a ellos! ¡No dejes que el mal entre a mi casa! ¡No dejes que mi locura sea su condena!-y tras pronunciar aquellas palabras frenéticas, sintió que se ahogaba. Con profunda angustia fue notando cómo su mirada se iba desenfocando, cómo su corazón latía con fuerza, desbocado, en un intento de luchar contra lo inevitable. La oscuridad finalmente la arrancó de su cuerpo, dejándola entonces caer por aquel precipicio abrupto hacia lo desconocido.
En la habitación yacía ahora su cuerpo muerto. Uno de los presentes se acercó y cerró sus ojos. Tras la ventana, la lluvia comenzaba a caer, golpeando el cristal con violencia. Aquello era sólo una simple advertencia.
La salida del tanque de crio es siempre traumatica.
Comienza con una pesadilla en la que te ahogas o te estrangulan, intentas moverte y es casi imposible hacerlo a causa del dolor de tus miembros entumecidos.... en un momento dado abres los ojos e intentas gritar, tragando liquido en el proceso.
Luego los sensores de movimiento abren la puerta del tanque y te caes al suelo en calzoncillos en medio de un charco de fluido gelatinoso.
La rutina de siempre... las alarmas, el sargento que esta de turno te grita que espabiles, algo de un trabajo por hacer.
-Donde coño estamos? que dia es hoy?