Partida Rol por web

Me acerco a la entrada de la cueva. La observo con detenimiento mientras mi pío compañero agradece a ese tal San Cuthbert que nos ayudase.

¡Que coño! No nos ha ayudado. Hemos sudado tres días para encontrar la entrada. Ahora no nos vamos a echar atrás.

-Bien, compañeros.   Yo digo que entremos ya. ¿Quién va delante? Threkor creo que deberías ir tu delante, por si acaso, yo iré justo detrás para cubrirte las espaldas si te parece.- Digo, dando un espadazo a la maleza que oculta la entrada y dejándola algo más accesible.

Aunque en seguida pienso que mejor no limpiarla más, no sea que otro grupo la encuentre. Bastante tendremos con lo que haya dentro como para enfrentarnos a otro grupo por los tesoros.

Tesoros mmm.

El joven mago estaba agotado de la larga caminata y empezaba a creer que las dichosas cavernas eran mentira, muy seguramente patrañas de los Halflings para atraer aventureros y despojarlos de sus pertenencias a la menor oportunidad. Muchas veces les insistía a sus compañeros para regresar y buscar otro trabajo, pero el extraño Elfo fanático insistía en que su Dios no podía equivocarse.

Luego de 3 días buscando finalmente encontraron las cavernas... ¿sería cierto aquello de que estaba llena de tesoros?. Había leído muchas leyendas de ruinas gloriosas con tesoros escondidos, pero aquello no parecía mas que la guarida de alguna bestia salvaje o simplemente una caverna natural. -¿De verdad creen que allí encontraremos tesoros y gloria?- Indagaba con claro tono despectivo mientras observaba la entrada. -Ya estamos aquí... esperemos que de verdad encontremos algo y este viaje no haya sido una perdida de tiempo... Muchas mujeres deben extrañarme, ¿saben?- La actitud del joven mago era altiva y claramente tenía un gran problema de egocentrismo.

Dejó que los demás ingresaran primero y se quedó en la retaguardia mientras ingresaba haciendo una mueca de asco. -Bien amiguito... necesito que estés muy alerta y me avises si notas algo extraño ahí dentro- Susurró sobre su hombro, desde el cual asomó la cabeza la pequeña víbora.

Haciendo caso a las palabras de su amo, Ziggy serpenteó por el torso de Abel y asomó la cabeza mientras escrutaba la oscura caverna y siseaba para reconocer aquel entorno.

Miro al elfo con una sonrisa enigmática en mi rostro.

-Pobres mujeres, estarán desconsoladas sin poder recurrir a tus brazos, tendrán que conformarse con cualquier burdo campesino para que les levante las faldas jejeje.

Con la espada en la mano, miro a Threkor y le hago un gesto para que siga a  Ziggy, con idea de ir justo detrás de él.

Al ingresar a la caverna se encuentran con una profunda y tenebrosa oscuridad como si fuera el augurio de la muerte. Sienten un aire helado en sus huesos, y el ruido de agua estancada en el suelo. Pero no ven nada mas alla de cinco pies. El follaje en la entrada que no es muy ancha, solo unos cuantos pies, cubre el ingreso de luz.

Pueden sentir el olor a humedad y podedumbre en el aire.

Druco queda atras de todo mirando desde afuera que sucede y esperando una señal de sus compañeros. - ¿Que hay? ¿Ven algo?-

Camino lentamente mirando donde piso. No querría caer por algún pozo oculto o hacer demasiado ruido y despertar a algo.

No parece que haya nada peligroso de momento. Podemos ir entrando poco a poco. No sabemos qué nos puede esperar dentro, pero la entrada de momento es segura.

Espero a que los demás se acerquen y se coloquen detrás mío para seguir avanazando hacia el interior de la cueva. La sensación de que algo maligno nos espera dentro es bastante intensa. El olor que desprende aquella cueva me da a entender de que hace tiempo que nadie la pisa. Quizás si que sean los túneles que todo el mundo busca.

Entro en la cueva detrás de Therkor con la espada en ristre.

Al ver que él dice que no hay peligro me relajo un poco, y, aprovechando la parada, pongo una rodilla en el suelo y saco una antorcha, la enciendo y se la tiendo.

-Toma, si no es difícil que veamos algo.-Le digo a nuestro compañero poniéndome de pie y recuperando mi espada.

Miro hacia atrás y hago un gesto a los demás para que entren.

Abel sacó de su mochila una de las antorchas y la encendió, iba a entregársela a Threkor cuando Malob se le adelantó. Se encogió de hombros y se quedó con la antorcha encendida en la retaguardia mientras mantenía la mueca de asco en su rostro.

-No te alejes demasiado Ziggy... susurró a la pequeña víbora quien avanzaba pegada a la pared rocosa en un serpenteo constante.

2. Ingresando a una Pequeña Cueva

Al encender ambas antorchas alumbran la cueva de pequeñas dimensiones y asustan a unos cuantos murcielagos inofensivos que salen volando por la entrada por la que ustedes estan ingresando.

La podedumbre es el excremento de los murcielago en el suelo de la caverna.

Explorando un poco, al fondo ven un estrecho tunel de tres pies y medio que serpentea hacia el sur.

Vamos, parece que hay un paso algo estrecho al sur.

Me dispongo a dirigir la marcha con ayuda de una de las antorchas. Mientras la segunda antorcha siga al final, iluminará lo suficiente como para caminar sin demasiado peligro de tropezar con algo.

De todas formas, mis pasos son lentos y seguros. No sabemos qué puede esperarnos en el interior de las cuevas.