Partida Rol por web

Todos estábais reunidos en la nave principal, que de nuevo iba rumbo a vuestro destino. Había una gran fiesta dentro de ésta, pues la victoria era evidente. Numerosas mujeres de sexys curvas se esparcían a lo largo de "La sala de los galardones", una sala ambientada en el pasado, con alfombras rojas y una gran lámpara de la que colgaban delicados cristales tallados a mano. hoy en día eso era todo un lujo. Los mejores soldados os situabais en el centro, y todo el mundo comía y bebía, excepto vosotros, pues era la ceremonia de la condecoración. Una voz familiar sonó por los altavoces, y quebrantó el ambiente de gala que entonces había.- Señoras y señores, damos comienzo a la gala de condecoración de los soldados.- Era la voz del comandante Vícher, un grande. Caminó por la sala entre aplausos y se puso cerca de los protagonistas, con un soldado vestido de gala que le sostenía la bandeja con las condecoraciones. Fue diciendo nombres y los soldados iban avanzando.- Por todo aquel esfuerzo realizado y heridas recibidas os doy la medalla de lesión, lo que honorifica a un gran soldado que lo da todo en la batalla.- Se acercó a cada uno de vosotros y os puso la medalla, seguido de un apretón de manos.- Además, me gustaría conceder la medalla de la espada carmesí a el sargento Frank Bug, por la aniquilación del Tiranosaurio Rex.- Frank se da cuenta de que el sargento a cargo de terminar esa misión estaba muy cabreado, lo miraba con odio.- A pesar de que tomó un trabajo extra, lo hizo porque el otro pelotón no estaba preparado, así que me honra darle esta medalla a una persona que ha sabido liderar el pelotón y acabar con la bestia de las bestias, el depredador número 1 de Kardinsky.- Los aplausos se avivaron.- Frank, danos unas palabras por favor.

El soldado Rojo se muestra apartado como de costumbre, haciendo caso omiso a las mujeres pero muy concentrado en el poco líquido que le queda en el vaso; a buen seguro necesitará rellenarlo en breves instantes.

El comandante interrumpe las reflexiones de Tomás para las condecoraciones. Se coloca en posición de firme lo mejor posible en su estado actual mientras observa la parafernalia. Notaba el éxtasis de los más jóvenes cuando aplaudían a rabiar las palabras del superior hablando del maldito Tiranosaurio.

Díselo a los que no volvieron...

Tomás mira a Frank para escuchar su discurso.

Magdaleno estaba eufórico. Habían salido vivos y encima se reconocía la labor del regimiento. La pierna le dolía aún un poco, pero no le importaba.  Esta noche se iba a emborrachar hasta casi perder el conocimiento y, quizás, yacer con una mujer. Tras vivir muchísimos años, apenas recordaba la cifra, ya no valoraba el sexo como un adolescente hormonado, pero después de una dura batalla no venía mal un homenaje al cuerpo.  

En el momento de la condecoración de su suboficial, Magdaleno estalló en aplausos. «¿Qué dirá nuestro sargento sobre nosotros? Espero haber estado a la altura de sus expectativas», pensó.

Me encontraba serio como casi siempre, aunque observaba todo con atención, la comida, la bebida, las mujeres, sentía deseos de disfrutar de la fiesta como los demás, después de todo era nuestra fiesta.

Sin embargo ahora teníamos que permanecer firmes para recibir los galardones y el protocolo, acepté la medalla y di la mano con firmeza al comandante para luego aplaudir cuándo se nombró al Sargento Bug.

Qué dirá acerca de nosotros y la misión? Es un hombre que ha quedado un poco perdido tras tantas batallas pero sin duda hace su trabajo...

Vaya Pensó Frak, He escapado de un planeta de bestias sedientas de sangra para caer en una sala repleta de otras... Al menos esperaba que esos matones de los que huía cuando se alistó no estuvieran aquí. De pronto, oir su nombre le sacó de su ensimismamiento. Al mirar al rededor vio que todo el mundo le miraba. ¡Por todos los dioses!,  se horrorizó ¡Esperan que hable!... me equivoqué: es peor que Kadisnki.

Adoptando una pose marcial que esperaba ocultara sus temblores asintió y avanzó hacia la tribuna. Afortunadamente, dada la situación, casi todo el mundo confundiría el temblor con emoción. Con la mano temblorosa cogió el micrófono, y tuvo que ayudarse de la otra mano cuando éste estuvo a punto de caérsele.

Amigos, Comenzó, Camaradas, Mientras hablaba recorria la sala con la mirada, Anthony, Hizo una inclinación de cabeza hacia el aludido antes de proseguir. Es un honor encontrarme hoy ante todos vosotros, recibiendo tan alta distinción, y vivo, casi se le escapa esto último. Y me gustaría agradecérselo a mis hombres. Ésos valientes que supieron estar a la altura de las circunstancias y sin los cuales no estaría aquí. Un aplauso para todos ellos. Con estas palabras miró hacia los hombres de entre sus tropas que habían ido a verle y comenzó a aplaudir para animar a la multitud. Es bueno tenerlos contentos, pensó, para que sigan queriendo interponerse entre los bichos y yo

—¡Así se habla, joder! — exclamó Magdaleno mientras aplaudía con énfasis a su sargento intentando contener, sin éxito, una lágrima de la emoción. — ¡A sus órdenes hasta el final!

Y con tanta hambre que tengo nos hacen esperar para probar bocado... Que termine de una buena vez. Esos pensamientos y otros tantos sobre comer me generaban una ansiedad que el aroma de la comida y las risas que se hacían más sonora por las bebidas no calmaba sino todo lo contrario.

Una camarera se acercó descuidadamente y mi mano lentamente se posicionó para atacarle la bandeja sin importarme que es lo que agarraba. Ojalá no sea agridulce, no me gustan estas cosas. Pensé cuando mi mano salió disparada hacia el frente. De golpe una fuerte vos sonó de los parlantes sorprendiendo a más de uno, la camarera giró rápido hacia la fuente del sonido por reflejo pero mi mano siguió de largo impactando de lleno en su busto.

Mi rostro se puso colorado como un tomate inmediatamente. - Yo eh... eh... no soy... yo eh... no quiero ese pecho... - ¿Qué estoy diciendo?. Ella estuvo a punto de darme un más que merecido golpe pero la justa y fortuita cercanía de Vicher me salvó la salud de mi rostro. Retomo mi postura marcial y después de las palabras vino el discurso de Frank, aplaudo cuando comenzó a hablar y al cierre. Escueto como siempre, habla más en el campo de batalla que en un salón lleno de gente, quizás porque estos últimos meten más miedo.