Partida Rol por web

Intento curar al hermano Syagro pero aun sigo nerviosa de la pelea contra la aberración, solo logro detener la hemorragia y limpiar las heridas sin mucha mejora de fondo.

¡Lo siento hermano Syagro no puedo hacer más por vos en estas circunstancias y sin el equipo adecuado...!

Debemos seguir, Quintus tiene razón... Ya habrá tiempo de enterrar a nuestro muertos en debida forma...

Un poco cabizbaja Isabella acomoda su equipaje, revisa sus armas y decide iniciar nuevamente el camino, marco nuevamente la pared y tomo el camino frontal, esperando que mis compañeros me sigan...

Las atenciones de Isabella consiguen estabilizar las heridas de Syagro, sellando el corte con autosutura y dejando un leve hedor a carne quemada.

El fulgor rosado llama poderosamente vuestra atencion...

Sigo avanzando mientras el ambiente oprime más al grupo, van muchas bajas y no estamos ni siquiera cerca de salir de este lugar o encontrar una solución... Por la luz del Emperador, que nuestra ruta se ilumine...

Rezo en voz baja... Mientras sigo discretamente hacia el fulgor rosado, con mucha cautela y mis armas preparadas...

Syagro avanzó cautelosamente junto al resto del grupo hacia el fulgor. La moral era bastante baja, pero el deber los obligaba a continuar hasta el final. Limpiarían aquella mina infecta o morirían en el intento. No existía una tercera vía, pero lo cierto era que, de una forma u otra, el final parecía estar muy cerca.

Seguí a mis compañeros de cerca, con mi escopeta lista y preparada para enfrentar lo que nos saliera por el frente. Intenté ir un poco más apartado de ellos para poder ir estudiando toda la escena que había a nuestro alrededor, y así evitar que nos atacaran por sorpresa de cualquier lugar, además de eso, iba viendo los posibles lugares con los cuales cubrirse para lanzarme y protegerme en caso que nos dispararan.

Continuais por el angosto pasillo hasta el final dejando atras varios pasillos sin fin, llegando a una gran camara.

Un fulgor rosáceo inunda este lugar, procedente de una gran piedra de color lavanda que asoma por una grieta del suelo y se alza hasta casi tocar el techo. Cuando os aproximáis a ella, la luz parpadea y late como si estuviera furiosa.

Notais unas energias que os invaden y provocan espasmos en vuestros cuerpos.... (*)

Tras estas sensaciones, la piedra se estremece unos instantes y de repente... ¡algo horrible aparece! 

Abotargado y deforme, armado con oxidadas cuchillas de carnicero y mirando fijamente a los personajes con un único ojo de color blanco lechoso, este inmundo demonio es una incubadora andante de las más terribles enfermedades y excrecencias, pues sirve al repugnante Nurgle, el dios del Caos de la descomposición y el contagio.

Lo reconoceis como un Portador de la Plaga.

Parece confundido y su energia tilila por instantes...

Al ver a aquél demonio, de inmediato cambié las municiones de mi escopeta por mi munición santificada, la cual sabía que me podría salvar la vida a la hora de enfrentar a aquél demonio. Intenté recordar todo lo que sabía de estos demonios, para poder encontrar la mejor manera de enfrentarlo.

Este demonio no posee ninguna debilidad especifica. Todos los tipos de ataques lo dañan.

El mayor de los peligros al enfrentarse es sufrir alguna herida pues todas se infectaran y muchas de ellas podrian acabar en alguna horrosa enfermedad demoniaca de Nurgle.

Este aparecido en particular parece aun no ser consciente de que esta en este plano y no tiene todo su potencial. Podeis con el...

Observé al demonio recordando toda la información estudiada a través de las clases que había tenido en la Inquisición, y allí, les dije a mis compañeros para que estuvieran atentos;

-¡Reuid el combate cuerpo a cuerpo, pues sus heridas provocan terribles enfermedades! ¡Tenemos probabilidad de vencer, debemos concentrarnos en atacarlo a distancia! -

Dije, esperando que mis compañeros escucharan mis palabras y así tengamos la oportunidad de enfrentarnos a él en un combate en el cuál pudiéramos vencer.

- ¡La piedrra seguirrá convocando engedrros si no la destrruimos! - Gritó el sacerdote, con un fulgor temible en sus ojos y mientras cogía una granada con su mano derecha, alistaba a su vez la espada sierra con la otra mano y se preparaba para un duro combate, tal vez el más exigente de su vida.

- Yo me encarrgo de la bestia, el rresto atacad el porrtal antes de que sea tarrde. ¡En marrcha!

Una ola de mareo me recorre al ver la abominación del caos, aparecer en el portal maldito...

Moviéndome con mis compañero sobrevivientes, disparo mi arma apuntando directamente al ojo de la criatura...

¡¡¡¡¡Por el emperador y el trono de Terra!!!!!!!

La criatura recibe el impacto de bala de Alexander y su ojo se enciende en llamas. Intenta agarrar a Syagro pero la dificultad de vision que padece dificulta su ataque.

Isabella falla su ataque...

La piedra refulge, emitiendo una sensacion de repulsa y enfado... 

Alexander vio sorprendido la efectividad de sus balas que le habían sido entregadas al momento de cumplir con el conocimiento para enfrentar aquellas criaturas, y acercándome, para apuntarle nuevamente a la criatura por algo de tiempo, lo miré y le dije;

-¡Por la sagrada voluntad del Emperador, del Sacrosanto Imperio, te destruiré, demonio disforme! -

Dije, para dispararle nuevamente a la criatura, esta vez mucho más cerca, a un par de metros, listo para aniquilarla.

Tras el ataque fallido de la abominación, Syagro no tardó en responder con su espada sierra, mentalizado simplemente en golpear incesantemente a su enemigo hasta que todo acabara. Confiaba en que, mientras él distraía a la bestia, sus compañeros podrían posicionarse libremente y lograr así disparos decisivos. Sólo debía mantener la presión y tener fe en el Emperador.

El monstruo cae rendido ante vuestro ataque coordinado. No estaba preparado para enfrentarse a un Matademonios. Se deshace en un poso de restos biologicos que suponeis son toxicos seguro.

La piedra emite de nuevo luz con mucha intensidad, y todos notais algo,una energia, un ente, que intenta apoderarse de vuestro ser... Unos haces rosados oscuros salen disparados de la roca y os impactan uno a uno, provocandoos nauseas y vertigo.  Aguantais como podeis las ganas de vomitar...

La energia no cesa, y algo que sentis horrible parece estar intentando tomar control de vosotros... por ahora lo manteneis a ralla pero no sabeis cuanto podreis soportarlo. 

Os anima a tumbaros en el suelo... a golpear con vuestras manos desnudas el suelo... a comeros los restos del demonio caido...

Sonreí al ver que el armamento entregado para destruir a aquél demonio había logrado funcionar, pero la energía que rodeaba el lugar era terriblemente poderosa. Sabía que debía acabar con la piedra a toda costa, por lo que miré a mis compañeros, y arrodillado en el lugar donde estaba dije con todas mis fuerzas;

-Lancen...una granada....a la piedra....-

Dije, y apuntando a la piedra, le disparé un escopetazo para ver si era capaz de dañarla lo suficiente.