Primer día de trabajo en la comisaría. Este nuevo destino era un lugar por fuera apacible, no así el interior que siempre hervía.
Toda la ciudad era un lugar confuso los últimos veinte años, desde que se manifestaran los primeros poderes mutantes. 1998 había sido un año que entró en la historia, cuando la humanidad asistió a la primera persona capaz de volar por sus propios medios y gracias al uso de grandes alas propias de un dragón. Para sorpresa de todos, no fue un caso aislado, pronto escenas fuera de lo común se iban sucediendo a lo largo del globo.
En la actualidad, ya se consideraba que un 1% de la población mundial había desarrollado mutaciones. Venían a cualquier edad, siendo la ciencia todavía incapaz de anticiparse a las causas de dichas transformaciones en personas que semejaban ser comunes. Las mutaciones, decían, provenían de algún conjunto de células que cambiaban su modo de funcionamiento de manera aleatoria.
Un 1% de población mutante en una ciudad de 8,5 millones de habitantes. Aquello suponía 85000 sólo en aquella ciudad, si las estadísticas se cumplían.
El gobierno no tardó en iniciar un registro de personas mutadas, incluyendo las pruebas pertinentes para conocer el alcance de sus poderes. Una vez catalogados, pudo ofrecer algunas ofertas a los diferentes "afortunados" aunque principalmente puestos en el ejército y también, en los cuerpos de policía. Muchas personas desarrollaban las mutaciones en situaciones de estrés, cuando sus vidas eran un auténtico caos. Entonces los poderes servían como vía de escapa, llevando en ocasiones a situaciones peligrosas, a delitos de todo tipo. Para contrarrestar aquello, había que tener de nuevos policías, preparados para enfrentarse a lo peor, a lo desconocido.
El primer día de trabajo y el teniente ya le esperaba en su despacho. Allí Hannah iba a conocer a su nuevo compañero. Estaba ya en el despacho. Era un hombre de ojos estrechos, azules, que recibió a la joven con una sonrisa.
- Detective, el detective Liam Hells será su compañero. Es un mutante como usted.
Liam estrechó la mano de su nueva colaboradora.
- Encantado, nos viene muy bien contar con tu ayuda. Tenemos sobrecarga de trabajo en comisaría. Justo ahora...
El teniente le interrumpió.
- Justo hemos recibido un aviso, Hannah. Encontraron lo que semeja ser un local en el que se preparaba un artefacto explosivo. Hay indicios de que quieren atentar contra un grupo antimutante. Es necesario que vayáis a investigar.
El teniente recibió entonces una llamada que le obligó a hacer un gesto de espera, recibiéndola y saludando a alguien. Inició una conversación.
Liam miró a la mujer mostrando una suave sonrisa.
- Acaba de llegar el aviso, así que allí nos pueden informar los agentes que hicieron el descubrimiento. Tenemos un coche asignado así que vamos cuando quieras.
Ya había pensado en varias ocasiones que había gente que tenía que pasarlo mal cuando descubría sus poderes, incluso cuando mutaban físicamente, pues había algunos de los nuestros que tenían rasgos o colores que no eran los habituales, pero vamos, que no había sido mi caso. A simple vista, yo era una persona normal y corriente, pero vamos, estaba registrada como mutante desde antes de la adolescencia. Sí, se puede decir que tuve suerte, pues en mi caso, no tuve que sufrir ningún trauma ni ningún susto para que mis poderes se desarrollaran, pero puedo asegurar que era un show mi madre calmándome telepáticamente mientras yo debido a mi superpercepción me volvía loca a ratos.
Aquel era mi primer día de trabajo como detective. Eso sí, me lo había tenido que currar para llegar allí, todo fuera dicho, pero bueno, gracias a mis "benditas" habilidades algo de ventaja había tenido.
En cuanto el teniente me presentó a mi nuevo compañero, le di la mano que me ofrecía a modo de saludo, pero no pude hacer nada más que sonreír, pues el jefe enseguida le cortó. No parecía que tuviéramos tiempo para charlas banales.
- Esto se llama llegar para la acción. - Fue mi respuesta.
Por mi parte, cualquier cosa que no fuera papeleo me parecía bien.
- Bien... Estoy deseando empezar.
Aún no sabía ni dónde estaba mi mesa y ya iba a salir a investigar.
Liam sonrió a la joven mientras se acercaba al asiento del conductor. Ya habían abandonado el edificio y el vehículo estaba justo en la calle, esperándoles.
- Nos turnamos al volante si te parece bien.
El coche que les habían asignado no tenía distintivos policiales como correspondía a los detectives, siendo color negro. En buenas condiciones sin ser llamativo.
- Allí nos estará esperando el inspector Tunner. Hay también un equipo antiexplosivos desarmando aquello. Es lo que nos han dicho. Espero que te sientas cómoda con tanto policía alrededor. Por lo que tengo entendido te habrían asignado a una detective mujer para que te sintieras mejor pero no fue posible.
Arrancando el vehículo giró hacia la derecha para abandonar el estacionamiento de la calle reservado para los agentes.
- Sea como sea me han elegido por mi profesionalidad demostrada en todo momento. O casi en todo momento.
Apuntó algo bromista, a la par que miraba por la ventana para ver el deambular de los ciudadanos. La gente caminaba con calma y un mutante trepaba cual araña por la pared de un edificio evitando así la aglomeración. Liam se dio cuenta mas no dijo nada al respecto. A veces se veían actitudes como esa por la calle que atraían las miradas. Por lo general los mutantes eran más discretos que el trepador.
- Lo normal es que cada detective pueda operar por separado, pero mira, cuando se trata de los investigadores de casos mutantes prefieren que vayamos por parejas. El peligro es más alto para nosotros.
- Bien. - Dije acercándome primero a la puerta del copiloto. A fin de cuentas, la novata era yo y lo mejor sería que él fuera el que condujese primero. Además, con que no me llevara siempre de copiloto a mí ya me servía.
Lo miré un poco extrañada por lo que me decía de asignarme a una mujer policía para que me sintiera mejor, aunque no pude contenerme y me eché a reír tras aquellas palabras.
- ¿En serio? - Con las carcajadas me era imposible atar el cinto. - Menuda gilipollez... - Es que jamás había oído una chorrada más grande.
Para cuando conseguí calmarme lo miré divertida.
- No creo que alguien por ser mujer vaya a hacerme sentir cómoda y no creo que nadie vaya a hacerme sentir incómoda por ser hombre. Eso sí, los idiotas me incomodan de ambos sexos.
Entendía lo peligroso de los mutantes y ahí ya me puse seria y asentí un poco.
- ¿Qué es lo que puedes hacer? Me refiero a tu mutación, claro.
Liam sonrió cuando la joven criticaba el asunto de las parejas.
- Quizá es un poco sobreprotector, sí. Yo me alegro de que podamos colaborar en este asunto.
Indicó dejando un momento de mirar al frente para cruzar la mirada con ella, después volvió a prestar atención a la carretera.
- Soy especialista en hielo. Debería ser yo el que se apellidara Winters. Lo que suelo hacer es rodearme de una masa de hielo que actúa como armadura. Y puedo también congelar el aire, algo que puedo usar para crear coberturas o para impedir el paso. Vaya, para crear muros. Todo depende también de que haya humedad en el aire porque parece que es lo que condenso.
Sus poderes fueron fáciles de explicar.
- Esa armadura de hielo me ha servido muchas veces para amortiguar disparos. Si lo hacen a corta distancia la bala puede llegar hasta mi y darme un buen viaje, pero es como un chaleco antibalas que me genero yo mismo. Antes trabajaba con Miguel, acabarás conociéndolo. Era un gran tirador y yo le tenía que cubrir. Al final hemos visto que es mejor que la pareja al completo esté compuesta por dos mutantes, de manera que el mutante no deba estar tan pendiente de defender al que no lo es. Así que si alguien saca una pistola me verás rodearme de mi armadura y tiraré hacia adelante con ella. Es lo que siempre hago.
Fue indicando Liam, explicando al detalle cómo solía actuar.
No sabía si este hombre siempre hablaba así o era porque no me conocía todavía, pero era tan correcto y tan serio hablando que me hacía sentir un poco como si acabara de salir de la cárcel después de haber pasado un mes rodeada de prostitutas que sólo soltaban tacos.
Lo de los apellidos me hizo reír, pues había sido gracioso y luego atendí a lo que me explicaba sobre el hielo.
- ¿Y si alguien te pega cuando estás en hielo con la suficiente fuerza te puedes romper? - No sabía si le habían hecho esta pregunta alguna vez, pero bueno, yo también quería saber a lo que atenerme, no le fuera a dar un golpe sin querer y le dejara sin alguna parte del cuerpo...
No me había preguntado qué era lo que podía hacer yo, así que era probable que ya le hubieran pasado una ficha, pero de todas formas se lo iba a decir.
- Yo soy muy ágil, muy fuerte y tengo los sentidos muy desarrollados, pero no soy antibalas. No tendrás que estar pendiente de mí todo el rato, lo prometo. - Levanté la mano como si lo estuviera jurando ante un tribunal.
Imagino que para aguantar mi propia superfuerza tendré más constitución que una persona normal ¿no? Es que eso no lo hemos puesto y para saber más o menos lo que puedo resistir xD
El hombre dirigió fugazmente la mirada hacia la mujer mientras conducía.
- Ya casi hemos llegado. Es aquella tienda de herramientas.
Decía refiriéndose a un negocio local que semejaba ser de poco tamaño. Habían tres coches de policía enfrente, además de una furgoneta del equipo de antiexplosivos.
- No me rompo en pedazos tranquila. Me puedes dar todo lo fuerte que quieras, como mucho harás que se caiga la armadura, entonces si he aguantado bien el golpe podré crearla de nuevo.
Liam miró para sonreir un momento.
- Es la primera vez que le digo a una chica que me vaya pegando. Pero era figurado. Siempre podemos medir nuestras fuerzas y todo eso como en los comics, solo que tendría que ser en algún lugar discreto y con alguna apuesta de por medio. Apostar por quién paga las bebidas o algo del estilo.
Su expresión era un tanto divertida, enseguida la ocultó mientras maniobraba para aparcar cerca de aquél montón de gente.
- Está mi hermano allí, es uno de los forenses. Lleva poco tiempo aquí, te lo presentaré en cuanto nos lo crucemos.
Me tranquilizaba un poco el hecho de que no podría romper a mi compañero, pues así en el momento en el que necesitara hacer el bruto un poco, podría hacerlo sin el más mínimo problema. De todas maneras, me hizo reír aquello de que podríamos probarlo algún día.
- ¡Oh! !Perfecto! Me encantan ese tipo de apuestas. - Respondí bromeando, aunque la verdad es que esas cosas solían terminar siendo las más divertidas. Además, nunca había pegado a alguien para ver cuánto resistía su defensa.
- Igual una vez pruebes le pides a más chicas que te peguen... - Ahí ya me dio por reír con más ganas, pero vamos, que yo lo único que había hecho era usar sus palabras en su contra.
Eché un vistazo a la gente que había allí trabajando, en la escena a investigar, estaba totalmente segura de poder sacar quién era su hermano desde donde estábamos, a fin de cuentas, tenía una vista privilegiada.
- Vaya.. esto está bien ¿no? Yo soy hija única.