Aquellos que quieran pueden rolear una o dos escenas suyas combatiendo contra los hombres de Gustav (a Gustav lo mata Arild antes de que llegara Horik, y una vez herido por Snorri), el resto no tengo ningún problema en que hayan sido presas vuestras, aquellos que no quieran combatir, pueden declarar cuales han sido sus acciones durante la escaramuza.
Todos aquellos que no escriban en la escena durante las próximas dos semanas habrán sufrido una dolorosa muerte.
Cuando salí de la cabaña, con el hacha chorreando y una sonrisa satisfecha en mi rostro, había cundido el caos más aún si cabe que antes. Las casas ardían, la gente corría y el color carmesí predominaba por doquier. La sonrisa me duró poco. De pronto vi a tres hombres de Gustav a punto de asestar el golpe mortal a uno de los muchachos de Arild, así que no me lo pensé dos veces; de un salto -y a un grito de guerra- me planté entre ellos, en el centro de los tres, defendiendo con mi espalda al joven que estaba en el suelo.
Al primero le asesté un golpe ascendente en la barbilla, con el filo del hacha hacia arriba. No hace falta decir lo que sucedió como consecuencia de eso. Los otros dos entonces se percataron de mi presencia y uno de ellos reaccionó rápido y me atacó, pero finté a un lado, aprovechando su fuerza contra él, y rajé el estómago simplemente colocando mi arma en la posición correcta, su ímpetu hizo el resto. Los hombres de Gustav me habían parecido muy gallitos durante los combates de las fiestas, pero la realidad era que caían como moscas. Yo no mataba por placer, sino por necesidad, pero podía imaginar fácilmente a unos cuantos de mis compañeros riendo a mandíbula batiente mientras descuartizaban enemigos y se bañaban en su sangre... a Wisna, de hecho, no me costaba nada imaginármela de tal guisa.
Yo era más metódica, sin embargo. El tercer hombre había reculado lo suficiente como para que mi hacha le pasara rozando la mejilla, pero sin herirlo de gravedad. Y, dada su constitución atlética y su arma más ligera que la mía, comenzó a asestarme golpe tras golpe con su espada corta, rápido y eficaz. me defendí de todos, con un férreo escudo creado con el mango y la parte plana de la hoja de mi hacha, pero no veía el momento de atacar. Y entonces fue cuando Skad apareció. Emergió de la nada, saliendo de las nubes de humo que ya había en torno a nosotros, atacó a los ojos del hombre con sus garras, con lo que éste ni se lo esperaba ni pudo defenderse, y voló de nuevo, volviendo a internarse en la bruma. Aquel fue mi momento.
Ataqué, hendiendo el hacha el vientre de mi oponente, cortándolo casi por completo por la mitad, desparramando por los suelos sangre y vísceras.
-¡Cuidado! -me gritó el joven, que aún continuaba en el suelo.
Gracias a él tuve ocasión de volverme justo en el momento en que una escudera se lanzaba a por mí, con un hacha en la mano muy parecida a la mía. Iba directa a mi cabeza y era más grande y fuerte que yo -cosa que, por otro lado, no era difícil-, pero yo era más ágil y, por lo visto, también pensaba más. Así que volví a seguir el consejo que mi padre me diera tiempo atrás, cuando todavía era una niña. "Tú no serás muy grande" me había dicho "ni muy fuerte, pero tendrás la constitución de un lobo y la agilidad de un lince; utiliza tu cabeza y tu destreza, no la fuerza bruta. Y aprovecha su fuerza contra ellos mismos". Así que, de nuevo, me eché a un lado en el último momento, agachándome esta vez, para esquivarla; coloqué el hacha en el suelo y una de sus piernas cayó en mi trampa, cercenando el pie de un tajo a la altura del tobillo. La mujer exhaló un alarido como pocas veces había escuchado y cayó al suelo. Entonces mi hacha bajó hasta su garganta y mi voz entonó una plegaria a Odín para que la acogiera en el Valhalla, valiente escudera.
Entonces tuve un momento para recuperar el resuello. Ayudé al joven, que tenía una herida en el brazo con muy mala pinta. Lo limpié y lo vendé como pude, protegiéndole al menos de la infección todo lo posible, y luego le señalé un camino entre los cañizos hasta la playa, desde allí podría elegir mejor a quién atacar y tendría apoyo, a que en esta zona en la que estábamos casi no había hombres de Arild.
Cuando se marchó llamé a Skad, que vino en el momento y se posó en mi hombro.
-¡Búscame un sitio elevado, con visibilidad! -le pedí y el cuervo echó a volar.
Pronto volvió y me guió hasta una de las pocas cabañas que no estaban en llamas. Me colgué el hacha a la espalda y escalé hasta el tejado de la misma. Desde allí tenía muy buena vista de lo que acontecía en la plaza principal. Vi a Snorri disparar a Gustav y luego vi cómo Arild lo vencía. Vi a Ilfern formar junto a nuestro líder con bravura y combatir a todo el que se acercase. Y vi a Sörr asentir a Wisna antes de entrar en el combate con fiereza.
Y entonces vi el desembarco. Allí, a lo lejos, en la playa, el rey Horik desembarcaba y se unía a la batalla. Mi rostro se ensanchó en una sonrisa y mi ánimo se elevó más incluso, si cabía. Saqué el arco corto que llevaba a la espalda y coloqué una flecha del carcaj en la cuerda. Ya había tenido bastante hacha por hoy, era el momento de empezar a disparar. Evidentemente no tenía la pericia de Snorri, pero algo sabía y, al fin y al cabo, desde aquella distancia tan corta, no era difícil acertar a los hombres de Gustav más cercano. Sí, creía haberlo definido bien, los hombres de Gustav, definitivamente, caían como moscas.
Ya que nos dejas, pues a lucirse XP
Cada flecha que salía de mi arco significaba otro enemigo muerto, elegido con mucho cuidado entre la multitud. Cada disparo que realizaba bajaba un poco más la moral del enemigo y ya ni siquiera trataban de venir por mí, habían perdido la esperanza de llegar a donde yo estaba vivos.
Vi a uno de nuestros guerreros ser herido por un combatiente y tratar de perder a sus atacantes entre unas pieles colgadas. Su perseguidor era más rápido y se encontraba indemne, le alcanzaría de no intervenir. Una flecha y un rápido cálculo solucionó eso y me pude permitir una ligera sonrisa cuando la flecha quedó clavada en la piel en lugar de atravesarla. Sin duda el cadáver se encontraría al otro lado, sostenido por la cuerda de la que colgaban las pieles.
Aunque había estado racionando mis flechas pronto se agotaron y tuve que salir a por más. Un guerrero prevenido vale por un ejército, me habían dicho, y yo ya había memorizado dónde estaba el almacén con las armas y suministros de Gustav. Salté con mi cuchillo por delante hacia la espalda de un guerrero enemigo, cambiando el curso de una pequeña lucha entre frentes y dejando que mis compañeros asesinaran al resto, incluyendo al que yo había herido y tras recuperar una flecha de un cadáver cercano y eliminar a un guerrero que estaba junto al almacén, entré en él y me subí a su techo.
Armado con una gran cantidad de proyectiles, comencé a sembrar un verdadero terror en el campo de batalla con una fría eficiencia, prefería dejar el disfrute de las carnicerías a otros.
-¡Snorri! -cuando lo vi subir al tejado cercano, lo llamé y señalé la playa con un ademán de cabeza.
Un tercio de los hombres que quedaban de Gustav habían salido corriendo en dirección a las tropas de Horik mientras éstas desembarcaban, el momento más vulnerable.
-Creen que atacarán sin problemas a nuestro rey... ¿les demostrados lo equivocados que están? -le pregunté, esbozando media sonrisa y apuntando la primera flecha hacia ese grupo.
Si me permites máster, me animo a interactuar con quien esté, con un par de posts más^^
-¡Snorri! -Oí a Ifrit que estaba subida en un tejado cercano, le saludé con la cabeza entre dos disparos.
-Creen que atacarán sin problemas a nuestro rey... ¿les demostrados lo equivocados que están? -Me gritó mientras que apuntaba hacia un grupo que abandonaba la batalla para atacar a los que estaban desembarcando. Sumido en la quietud de una mente concentrada en calcular todo lo que había en el campo de batalla, como me fue enseñado, comencé a atacar a los enemigos sin la más mínima expresión.
Comencé por el que iba delante, algo alejado del resto, probablemente el líder del grupo. Trataba de matarle de un disparo, pero estaba demasiado lejos y la flecha quedó alojada en su cadera. El pobre diablo comenzó a aullar de dolor, retrasando a sus compañeros y poniendo en aviso a los que desembarcaban.
Aunque el disparo dió mejor resultado del esperado, me regañé a mi mismo por mi falta de puntería. Los siguientes disparos fueron más precisos, y junto a las flechas de Ifrit el grupo no tardó en desmoralizarse y perder fuerza.
Sonreí al ver la rápida respuesta de Snorri. Ese muchacho era metódico como nadie. Bien. Seguimos disparando un poco más...
...y el resto fue cosa de los hombres de Horik.
Como tardéis un poco más los demás, Snorri y yo nos cargamos a todos :P
La sangrienta jornada fue larga y dolorosa, pero Ilfern Grimnirsson había logrado llegar con vida al final del combate, no sin antes recibir algunas heridas que de buen seguro se convertirían en orgullosas cicatrices de las que hablar con sus compañeros junto a las hogueras, regalos de los dioses, los cuales habían demostrado que aún tenían planes para él más allá de aquella noche.
En su memoria estaba muy presente la breve mirada que intercambió con su comandante Arild cuando llegó a su lado, que le bastó para comprender que era él quien debía enfrentarse a Gustav en combate singular sin su ayuda. Por ello, se lanzó decidido a por los hombres del caudillo enemigo con la finalidad de dejarle vía libre a Arild en su propósito. De resultas de ello, pasó las horas siguientes intercambiando golpes de hacha y escudo con sus enemigos hasta que su cuerpo quedó extenuado por la batalla y la Luna se tiñó de rojo.
Finalmente, los hombres de Horik llegaron para decantar el combate a favor de su grupo y todo terminó de forma tan súbita como comenzó. Ilfern había sobrevivido a aquella noche, por lo que, aunque estaba completamente agotado y magullado, se sentía más vivo de lo que jamás había sentido en toda su vida.
" La tierra carmesí del campo de batalla brillaba con las primeras luces del sol, los dioses habían gozado de una lucha inesperada en un islote sin importancia, muchos guerreros y aldeanos murieron de uno u otro bando, algunos llegaron pocas fuerzas al desembarco, otros apenas podían sostenerse en píe por el efecto del alcohol y la comida, pero un puñado de hombres liderados por Arild supuso la diferencia para ganar esa noche, no solo habían sobrevivido sino que además habían conseguido guiar a las naves perdidas y darles cobijo y copiosa comida, algo que empezaba a ser necesario para reorganizar de nuevo las naves y emprender de nuevo el viaje ..."
Pero el viaje solo acaba de empezar, el bravo mar espera a Horik y sus naves, además ahora ha crecido la flota con algunos hombres mas, sobre todo de familias enfrentadas a Gustav, y esclavos.