Partida Rol por web

AKI y el misterio de los cerezos

I. LA CIUDAD DE LOS ÁRBOLES

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05/07/2014, 18:31
Sensei

Miyamoto derribó de dos certeros cortes a dos nuevos enemigos que se le echaban encima. Justo en ese momento, la cadena de la kusarigama se enrolló en su hoja. El ronin tiraba de ella con fuerza, tratando de arrebatarle el sable. El maestro resistía y vigilaba a su alrededor. Un asaltante se le acercaba a la carrera por la espalda con la katana armada sobre la cabeza. Sin soltar el sable, el maestro introdujo su mano izquierda en el kimono y sacó el puñal, giró su cuerpo dando un gran paso hacia atrás con su pierna derecha y le cortó el vientre de lado a lado. Después, regresó de nuevo a su posición inicial y lanzó el tanto contra el dueño de la cadena. El cuchillo se hundió justo en su corazón.

En ese instante, sus ojos se fijaron en una silueta oculta en el bosque. Permanecía de pie, observando la pelea junto al tronco de un árbol. Aunque su capa negra con capucha ocultaba por completo su identidad, sintió una punzada de reconocimiento en su interior. ¿Era posible? Trató de adentrarse entre los árboles y darle alcance, pero la figura se desvaneció casi de inmediato. Quizás se lo había imaginado.

Mientras tanto, Ichiro fijaba sus ojos en el bandido que estaba junto a Aki. El joven samurai parecía estar en apuros.

Notas de juego

Comenzamos otra ronda de combate.

Ichiro, puedes intentar dar alcance junto a Miyamoto a la figura encapuchada o ayudar a Aki.

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07/07/2014, 20:13
Aki Munemoto

¡Ugh!

Sin poder evitarlo, el chico retrocedió unos pasos y se llevó una de sus manos a la zona golpeada por el bandido. Había pecado de confianza, y ahora pagaba las consecuencias... aún así, el combate no había terminado y, mientras pudiese luchar, no pensaba rendirse.

-Ve junto al maestro, Ichiro. - Dijo cuando observó dudar su compañero. - Yo estaré bien, no te preocupes.

Esbozó una ligera sonrisa, aun a pesar de no despegar la atención del bandido. Un mínimo despiste podía ocasionar un nuevo golpe... y aquel combate no podía perderlo. Al fin y al cabo, esto no era un entrenamiento... sino un combate real con un enemigo peligroso.

¡Kya!

El chico soltó un nuevo puñetazo dirigido a la mandíbula de su rival, esta vez rápido y tratando de sorprenderle para golpearle y arrebatarle lo antes posible el Jo. Aki no pensaba perder aquel combate... Incluso aunque no le quedase un ápice de energía en su cuerpo, seguiría luchando.

- Tiradas (2)
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08/07/2014, 06:28
Ichiro Omura

Ni siquiera el mismo Ichiro era consciente de su éxito, pues en pocas ocasiones había necesitado que su instinto le sacara de tan terrible apuro. Asustado recogió rápidamente el jo y sus ojos reconocieron cada uno de los lances que se estaban repartiendo a su alrededor. Por un lado el monje realizaba movimientos que jamás había observado, demostrando que pese a esa dolencia o la edad, era un valeroso guerrero. Si poco crédito podía dar a esa imagen, por otro lado la destreza de Miyamoto alcanzaba un nivel hipnotizante para el muchacho. Era la primera vez que admiraba los movimientos del samurái y sus sueños parecieron latir una vez más. Pero entonces el quejido de su amigo llamó su atención y el miedo volvió a dominar su cuerpo. La duda era demasiado férrea como para sobreponerse a ella.

Aún con el ánimo de su amigo, su cuerpo no respondía a la carrera, era incapaz de dejarlo en esa situación y sacudió su cabeza con brusquedad intentando despejar todos los paralizantes sentimientos. ¡Ven aquí cobarde! Increpó al bandido a golpe de madera. Antes de que Aki pudiera reprocharle nada, disfrazó su decisión. Pero tú eres más rápido y yo… yo llevo las cosas… Sin duda la situación comenzaba a superar su inocencia y la confusión era protagonista. ¡Vamos, corre! Le sugirió finalmente sin poder cruzar su mirada, atento a los movimientos de los bandidos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Activo proeza: Debido a que soy Fuerte como un guerrero, recibo un +2 al Atacar de modo Enérgico cuando Utilizo armas contundentes.

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08/07/2014, 10:48
Sensei
- Tiradas (1)

Notas de juego

Aki: Golpear con el puño es un ataque Enérgico. Se que en Rápido tienes mayor puntuación, pero a menos que seas Bruce Lee ;), no lo veo suficientemente coherente para aceptarlo (en el primer asalto si tiraste por Enérgico). Hago yo la tirada por ti para agilizar y poder actualizar.

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08/07/2014, 10:51
Miyamoto Tsunetomo

El bandido lanzó un rapidísimo golpe contra Aki, apunto estuvo el pequeño samurái de esquivarlo de no ser por el largo de aquel bastón, que con gran violencia se estrelló contra el pecho del muchacho. Sobreponiéndose a aquel dolor, consiguió asestar un duro golpe con su puño cerrado en el mentón del asaltante.

En ese momento apareció Ichiro, y con un golpe devastador estrelló el bastón contra el craneo de aquel hombre que pretendía acabar con la vida de su amigo. Su mirada se apagó lentamente a medida que caía al suelo. Recordasteis entonces cómo se marchitaba el brillo de los ojos de los peces recién capturados que los pescadores de Senda llevaban al mercado cada mañana.

─¡Aki! ─gritó Miyamoto.

─¡Ichiro! ¡llévatelo hasta que todo haya pasado! ─ordenó.

Ichiro obedeció de inmediato, cogió a Aki y lo arrastró hasta una zona segura entre los árboles, lejos del combate. Mientras, podiais ver a Takeshi cortarle una pierna a un enemigo con un amplio golpe circular de su naginata. El pobre infeliz cayó como un árbol. A pesar de su cojera, el monje se manejaba con una eficacia terrorífica. Había asentado su pierna inútil en el suelo, como si se tratara de una de las columnas que sostienen un gran templo, y giraba su cuerpo y sus brazos sobre si mismo, segando todo lo que encontraba a su paso. Miyamoto llegó hasta él y pegó su espalda a la suya. Juntos formaban una estampa formidable.

Tan sólo quedaba ya un enemigo en pie. Al verles en guardia, arrojó su arma y escapó corriendo camino abajo. Takeshi apoyó entonces su naginata en el suelo y sonrió satisfecho. El rostro del maestro, sin embargo, permaneció serio. Su cara estaba empapada de sudor y su pelo completamente revuelto por el esfuerzo. El monje desmontó la hoja de su naginata, la limpió de sangre sobre el pecho de un cadáver y sacó una funda de cuero que llevaba oculta a su espalda. La envainó y volvió a esconderla en el interior de sus ropas. Al terminar, recogió su sombrero y se lo caló de nuevo.

Miyamoto, al llegar junto a vosotros, abrió el kimono de Aki  dejó expuestas sus. Por suerte, no era grave. El dolor, sin embargo, era cada vez más intenso.

- Tiradas (3)

Notas de juego

La tirada de Ataque empata tu tirada de Defensa, pero al Bandido ir armado se aplica el aumento (+1) del arma. Por tanto, su ataque supera tu Defensa en (+1). Por lo que sufres 1 incremento de daño que puedes absorver con la casilla nº1 de Estrés.

El Estrés se recupera por completo, por lo general, tras finalizar la escena de combate. Las consecuencias son otra historia. Tened cuidado ;).

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14/07/2014, 10:52
Aki Munemoto

Todo había terminado y Aki no había hecho absolutamente nada... más bien había sido un estorbo en aquella pelea. Él lo sabía, y quizás fuese comprensible que, cuando se acercó su maestro, sus ojos se clavaran en el suelo sin brillo alguno, y sin tener la suficiente fuerza como para volver a alzarlos. Se sentía terriblemente avergonzado, tanto que incluso apenas sentía el dolor de sus heridas físicas... Habían otros tipos de heridas que dolían más que ésas y que tardaban más en sanar.

Notas de juego

Ok, me apunto el estrés. ¿En total serían 4 casillas: tres del primer ataque y una de este último? En ese caso superaría la cantidad de casillas de estrés que tiene mi personaje, ¿qué ocurriría de ser así?

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14/07/2014, 16:39
Sensei

Notas de juego

Como he dicho en el anterior post, el estrés desaparece al terminar el conflicto (o la situación que lo ha producido).

En el caso de las consecuencias (que son por así decirlo, heridas más graves) la cosa cambia.

Las casillas tienen un valor: 1, 2, 3. En ese orden la primera casilla absorve 1 aumento de daño, la tercera 3, así que en total todas tus casillas pueden absorver 6 aumentos de daño.

Las consecuencias tienen aún más valor: 2, 4 y 6, osea que pueden absorver en total 12 aumentos de daño.

Te recomiendo revisar el capitulo Daño, Estrés y Consecuencias para que tengas claro como gestionar el daño y sacar el máximo partido a las casillas de estres/consecuencias ;).

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14/07/2014, 18:38
Ichiro Omura

Su mano aún temblaba transmitiendo en el jo todo el espanto de arrebatar por primera vez la vida de una persona. Sólo el orgullo de haber conseguido proteger el equipaje compensaba las terribles sensaciones que el bueno de Ichiro, quien no era nadie más que el hijo de un famoso comerciante, debía asimilar. Sus actos fueron justos, pero su corazón era débil, ni podía celebrar su victoria, ni era capaz de aguantar su preocupación, sólo se mantuvo junto a Aki, embobado y preocupado por el devenir de su desánimo. Finalmente se acercó tímidamente y poso su mano sobre su espalda. Si me toca ese rufián me hubiera hecho pedazos, intentó así ofrecer a su amigo un enfoque que quizás no había tenido en cuenta, ¿Estás bien? Sus ojos intentaban adivinar sus pensamientos, algo que se escapaba de su habilidad. Buscó entonces la ayuda del maestro y del monje con sus pupilas, pues sabía que no sería sencillo animar al pequeño samurái. Ojalá encuentres una katana pronto… la imagen de los cuerpos desangrados y miembros cercenados golpearon con fuerza el olfato del muchacho hasta alcanzar ese instante de náusea. Ese malestar llegaba incluso a zarandear los cimientos de sus sueños como si de un terremoto se tratase, hasta qué punto era capaz de convertirse en algo tan excepcional como los guerreros que acaba de presenciar en acción. No me encuentro bien. Repentinamente su espíritu confesaba su mal y su cabeza acompañaba la tristeza de Aki, buscando en un profundo vacío, desenfocando la imagen del suelo hasta que sus ojos se cerraban con fuerza, expectante a descubrir algo que llenara el hueco de sus almas.

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14/07/2014, 21:24
Takeshi Okada

—Debemos limpiarla cuanto antes —señaló el monje, que se había reunido con vosotros.

El maestro asintió. Su reprimenda quedaría a buen seguro para después. Levantó entonces su mirada hacia Ichiro y le dedicó una inclinación de cabeza como premio a sus esfuerzos. Takeshi, algo menos ceremonioso, le dio dos palmadas en el hombro.

—¡Eres una montaña, mi joven amigo! —exclamó entre risas—. No me gustaría sentir tu poderoso abrazo en combate.

Tras limpiar la herida la marcha prosiguió...

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14/07/2014, 21:27
Sensei

Miyamoto se adelantó y alquiló una habitación en una posada, la única en todo el lugar. No era muy grande, pero bastaría. Una vez instalados, Takeshi rebuscó en la pequeña bolsa de viaje que llevaba y sacó un minúsculo tarro verde. Al destaparlo, un fuerte olor impregnó la estancia, en la que apenas cabiais los cuatro. El monje limpió cuidadosamente la herida de Aki y esparció el ungüento sobre ella, tapándola a continuación con una venda que me rodeaba el pecho como si fuera un ancho obi de mujer.

—No te preocupes, vivirás —señaló con una amplia sonrisa. En ese instante me diste cuenta de que era mucho más joven de lo que te habias figurado. Su rostro se mostraba ahora risueño y relajado, sin la dureza temible que había adquirido durante el combate. No debía de tener más de veinte años.

El monje guardó el pequeño frasco de nuevo entre sus cosas, se levantó y se dirigió a una esquina de la habitación, en la que el maestro limpiaba su sable. Le cogió del brazo, desplazó la puerta y le condujo al exterior. En cuanto la pócima comenzó a hacer efecto, sentiste un fuerte escozor sobre la piel. La pestilencia de la medicina tampoco ayudó a tranquilizar vuestros ánimos. Aunque en realidad, aún más dolorosa que la herida de Aki era la que sangraba en el interior del pecho de Ichiro: había quitado una vida y dudaba de que ese corte fuera a cerrarse jamás.

Aki sintió una fuerte náusea y vomitó sobre el pobre Ichiro. Éste sonrió y te reconfortó:

—Tranquilo. Debes descansar —observó mientras te ayudaba a reclinarme sobre el maltrecho futón en el que, a buen seguro, más de cien hombres habrían dormido en el último mes.

Aki cerró los ojos y trató de vaciar su mente, pero la mirada del pobre diablo que había muerto ante sus ojos acudía una y otra vez a sus recuerdos; sus ojos, tan llenos de odio justo un instante antes de sentir el golpe. Después, la sorpresa, la incomprensión y el miedo; y su mirada húmeda y brillante apagándose.

Fuera, Takeshi se dirigió a Miyamoto con expresión seria:

—¿Quiénes sois?
El maestro le miró fijamente.

—Simples caminantes que se dirigen a Iwadeyama —trató de contestar con naturalidad.
Una sombra de duda en el rostro del monje le dijo que su respuesta no le había engañado lo más mínimo.

—¿Por qué? ¿Qué sucede? —quiso saber.
—Dudo que nadie pague por asesinar a unos simples caminantes.
—¿De qué estás hablando?
—inquirió Miyamoto.

El monje introdujo su mano en el kimono y extrajo una pequeña bolsa de cuero. La abrió y dejó caer sobre su mano varias piezas de oro.

—El cabecilla del grupo llevaba esto encima. No creo que el asalto fuera un robo.

La revelación pilló al maestro desprevenido, aunque la figura del encapuchado oculto entre los árboles le decía que el monje estaba en lo cierto. A lo largo de sus misiones para el daimio se había enfrentado a todo tipo de situaciones y de enemigos; nadie, sin embargo, había orquestado un plan para asesinarle antes incluso de que comenzara una investigación. Eso le sugería que el asunto era más peligroso de lo que alcanzaba a imaginar, y que, aunque hubiera algún yokai de por medio, era un hombre de carne y hueso quien lo controlaba todo.

—Me llamo Miyamoto Tsunetomo, y soy el Investigador de Asuntos Especiales del clan Date —se presentó. Había decidido confiar en aquel pequeño monje y compartir su secreto. Algo en él le inspiraba confianza.

Al escuchar el nombre, Takeshi apenas pudo ocultar un gesto de reconocimiento. Su cuerpo se puso en tensión: por fin había dado con el hombre que llevaba buscando desde hacía varios días. Debía informar cuanto antes a su superior.

Notas de juego

Tenéis un último post antes de dormir.

Después de eso, actualizo al día siguiente.

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16/07/2014, 21:41
Ichiro Omura

Sólo una tímida sonrisa se dibujó en su cara ante los cumplidos de los valientes guerreros, pero su mirada mantuvo en todo momento la contagiada tristeza que le provocaba ver así a su mejor amigo. En sus manos aún recogía con tensión el palo que los bandidos habían utilizado como arma, su visión volvía a despertar el miedo en su interior y su mano se relajó súbitamente. Lo aprovechó entonces para ofrecérselo a Aki con ternura. Toma, puede ayudarte a caminar. Con una burlona sonrisa acudió a recoger el otro jo del suelo y no se separó del lado de su amigo en ningún instante.

Todo siguió con normalidad hasta llegar a la posada y poder liberarse una vez más del peso que debía transportar. Estiró sin vergüenza sus brazos y espalda con alevosía y prestó atención a la intervención de Takeshi con curiosidad. ¿Eso duele? Preguntó con completa inocencia e ignorancia.

Por fin conseguía ver el descanso en el rostro de Aki y pudo suspirar para aliviar la angustia de tan tensa situación. Se incorporó entonces con la intención de limpiar el estropicio que su amigo le había ofrecido como buenas noches, pero la conversación de la puerta consiguió paralizarle tanto que apenas tuvo coraje de asomar por la misma. Se desplomó entonces hasta apoyar su espalda contra la pared y su mirada quedó perdida en el interior de sus pensamientos, esperando la oportunidad de poder arreglar su ropa, antes de intentar conciliar un sueño que seguro supondría todo un reto.

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16/07/2014, 22:05
Aki Munemoto

Cuando Ichiro le ofreció el Jo, Aki negó con la cabeza ligeramente... después de todo, no se merecía ningún tipo de ayuda pese a las heridas. Sin embargo, tal como imaginaba el chico, su compañero no tardó en insistir. Ichiro era realmente un buen amigo, siempre se había preocupado por él y, aunque la preocupación era mutua, a veces sentía que su amigo hacía mucho más que él por conservar aquella amistad.

-Gracias. - Murmuró mientras sonreía levemente y agarraba el arma.

El camino hasta la posada se le hizo interminable, su mente no paraba de dar vueltas sobre los recuerdos del combate... se lamentaba terriblemente de lo lento que había sido y de los terribles fallos que había cometido. ¿Quizás había tenido algo que ver en su fracaso la preocupación y el turbamiento que le había producido la pesadilla que había tenido la noche anterior? Aki negó con la cabeza nada más pensar en aquello... No, la derrota solo se había debido a su propia culpa y arrogancia.

Al entrar en la habitación, Aki cedió ante los cuidados de Takeshi. En un primer momento quiso negarse, pero el monje tenía razón... si aquellas heridas no eran curadas a tiempo, quizás darían más problemas con el paso de los días. Quizás la penitencia por sus errores tuviera que ser realizadas de otra forma...

-Gracias, Takeshi-sama. - Dijo mientras se quitaba la parte superior del Kimono, dejando visibles sus heridas.

El ungüento realmente apestaba. Por si fuera poco, un fuerte escozor comenzó a hacer acto de presencia en las zonas que habían sido curadas... Pese a todo, Aki no torció el gesto en ningún momento... salvo cuando su mente comenzó a nublarse.

Cuando por fin su mente se despejó nuevamente, Ichiro permanecía frente a él, con su ropa mojada por un líquido verdoso y de un olor realmente fuerte.

¿Vómito?

Sí, era su propio vómito... 

-¡L-lo siento, Ichiro! - Exclamó mientras buscaba algo de papel con el que poder limpiar aquello. - No... no sé que me ha pasado...

Realmente sí lo sabía... había vivido una gran multitud de acontecimientos aquel día: la pesadilla, su primer combate real, su primera derrota, la visión de la muerte de aquellos bandidos,... Desde luego, era un día para olvidar.

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17/07/2014, 20:45
Miyamoto Tsunetomo

Cuando Aki abrió los ojos, Miyamoto velaba su sueño. Era pasado mediodía. Miraste alrededor y comprobaste que estabais solos en la habitación. Trataste entonces de incorporarte, para no parecer débil, pero la heridas seguían punzándome. Con un suave gesto de su mano, el maestro te indicó que no te movieras.

—Takeshi e Ichiro han ido a por algo de comer.

—Estoy bien —replicaste.

 


 

Ichiro y Takeshi entraron en plena controversia. El monje le había sugerido que aprendiera el manejo del bastón, la tonfa o el nunchaku, que eran armas muy efectivas y fácilmente transportables. Ichiro se negaba diciendo que eran aperos de labranza indignos de un guerrero.

Al ver nuestras caras fijas en ellos, enmudecieron, avergonzados. Takeshi se inclinó sobre Aki y comenzó a quitarle la venda del pecho para ver la evolución de su herida, mientras Ichiro dejaba una bandeja con la comida en un rincón.

—Permaneceremos aquí hasta mañana —anunció entonces Miyamoto.

—No quiero retrasaros. ¡Puedo caminar! —protestó Aki al suponer que el motivo de aquello eran sus heridas.

—Tengo unos asuntos importantes que atender —indicó saliendo de la habitación con prisa para reforzar la credibilidad de sus palabras. Todos sabiais, sin embargo, que la verdadera causa de vuestro retraso era el joven samuráio, y eso le llenaba de rabia. Era como si su debilidad se multiplicara inmediatamente.

Sin embargo, su afirmación no era del todo mentira. Sin dars cuenta, habiais revolucionado la vida de aquella pequeña aldea. Los hombres que habían regresado del campo a sus casas a la hora de comer se habían encontrado de bruces con la matanza. Después, solo fue cuestión de atar cabos y darse cuenta de que los recién llegados eran los causantes de aquellas muertes. El hecho de que un samurái y un monje guerrero formaran el grueso de nuestro pequeño grupo no contribuyó en nada a tranquilizarlos.

La aldea era demasiado pequeña para tener representación oficial, por lo que el maestro fue a mostrar sus respetos a los ancianos y a anunciar su condición como hombre del clan al servicio del daimio. Miyamoto sabía por experiencia el temor que la presencia de un hombre como él generaba en un sencillo pueblo de campesinos: habían sido muchos años de guerras, alistamientos forzosos, matanzas injustificadas y robos de cosechas. También suponía que el hecho de que ocultara su identidad habría contribuido aún más a dar la sensación de que una camarilla de despiadados ronin habían dado muerte a un inocente grupo de caminantes y ahora se disponían a saquear la villa.

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17/07/2014, 20:53
Takeshi Okada

—¿Cómo te encuentras? —se interesó el monje por Aki.

—Nuestro amigo es un joven valeroso y con gran destreza en el combate —señaló—. No era fácil esquivar ese golpe: tu maestro te ha enseñado bien.

—Todo guerrero que se precie tiene el cuerpo surcado de cicatrices. —Llevó sus manos a su kimono y lo abrió, dejando al aire su pecho. Un gran corte vertical iba prácticamente desde su clavícula hasta su vientre.

Los ojos de Ichiro se abrieron por completo.

—Para matar a tu enemigo debes estar cerca de él. A veces tan cerca que su aliento es el único aire que respiran tus pulmones. Además, seguro que hay alguna joven a la que esa cicatriz dejará impresionada —terminó cubriendo de nuevo su pecho con una sonrisa pícara en los labios.

Aki se ruborizó sin poder evitarlo.

—Vaya, veo que he acertado, ¿eh, Ichiro? El joven samurái tiene el corazón repleto —subrayó mirándole.

Ichiro se echó a reír sin poder evitarlo, tanto por la insinuación de Takeshi, como por el rostro de su amigo hecho una auténtica llamarada.

—Se llama Kumico —dijo entonces—. Es guapa, pero, para mi gusto, un poco flaca.

Esta vez fue Takeshi quien dejó escapar una estrepitosa carcajada...

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17/07/2014, 20:58
Sensei

Varias horas después Miaymoto entró en la habitación y se sentó a vuestro lado. Os informó de que Ichiro preparaba la cena en la pequeña cocina de la posada y os trajo noticias:

—El sogún ha abdicado en favor de su hijo Hidetada ante el emperador Go-Yozei. Al parecer, ha decidido dejar oficialmente el título en sus manos.

—¿Cómo lo has sabido? —preguntó Takeshi.

—He salido a ejercitarme un poco a las afueras de la aldea y un jinete al galope me ha informado. Se dirigía a Iwadeyama con la noticia. —Sus miradas se cruzaron. No quería decir delante de los muchachos que lo que había ido a hacer en realidad era tratar de averiguar algo más acerca de la identidad de los hombres que alguien había pagado para mataros.

—Todo cambia, pero todo sigue igual: las tres hojas de malva siguen reinando sobre Japón —señaló refiriéndose al emblema del clan Tokugawa.

El monje le dio la razón con un movimiento de cabeza.

—Siempre ha sido así: hombres fuertes gobernando a hombres débiles. La paz, sin embargo, traerá el gobierno de hijos débiles sobre semejantes mejores que ellos en muchos casos.

El maestro pareció cavilar acerca de sus palabras.

—La obligación de un samurái es servir a su señor sin importarle su competencia.

—La obligación de todo hombre es ser honesto, justo, servir y honrar a la verdad y ser leal a si mismo y a sus creencias —replicó el monje.

—No hay diferencia alguna en ambas vías —apuntó Miyamoto.

—Tú sirves a tu señor, y lo harías aunque ello fuera en contra de tu propio código: no hay valentía en ello, sólo comodidad. He visto a demasiados samuráis rectos y valerosos como tú servir a hombres oscuros y sin honor, únicamente sedientos de sangre y de poder.

—Tú también sirves a tu señor Buda —arguyó el maestro, algo contrariado.

—Te equivocas —señaló con serenidad el monje—: Yo buscó la iluminación, pero no sirvo a nadie. Soy libre.

La llegada de Ichiro con la cena interrumpió la discusión...

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17/07/2014, 21:19
Sensei

Notas de juego

Cerramos escena. Continuamos AQUÍ.