¿Qué debía hacer? A quién hacer caso en aquellas circunstancias? Sandra seguía desconcertada, tan perdida como el primer minuto de toda aquella historia. Dudaba entre quedarse dentro del invernadero o salir al exterior detrás de Alfonso y Esperanza. Miró al resto de sus compañeros esperando que ellos iluminaran de alguna forma sus dudas, aunque sabía que seguramente se encontraran tan perdidos como lo estaba ella.
—Voy a salir —dijo finalmente, encaminando sus pasos hacia la puerta.
Tenía miedo, por supuesto, y quizás estaba tomando una mala decisión como era su costumbre, pero algo tenía que hacer y necesitaba saber qué estaba pasando. Abrió la puerta y, antes de salir, echó una nueva mirada a sus compañeros aún indecisa ante la opción que había escogido. En silencio, salió por fin al frío día esperando ver el amanecer del que hablaban.
No sabía qué hacer, no sabía qué decisión tomar. A esas alturas de la película el protagonista ya sabía que tenía que hacer para rescatar a la princesa. Pero el no tenía ninguna pista, el falso sabio que habían encontrado no les había dicho nada, peor aún, lo había complicado todo aún más.
Algo había aprendido de sus héroes de acción y era que “el no hacer nada no solucionaba las cosas” y “l mal triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada”. Y el único curso de acción posible que no fuera quedarse de brazos cruzados en el invernadero era salir afuera. Con decisión siguió a Sandra. Yo también voy. Trato de decir con voz firme y segura, como hubiera dicho Rambo tras haber matado a unos cuantos enemigos, pero su voz sonó floja y poco decidida.
No me apetece nada salir fuera. De hecho, pienso en salir en el último momento, cuando veo que, tanto Sandra como el niño, se animan a ver ese "amanecer".
-Ñññhhh... De perdidos, al río. -Me incorporo del todo para salir ¿Qué podría perder? Aunque no fuera por el amanecer, por el encapuchado de la escopeta o por el tremendo frío, moriría por mis heridas. O por inanición en pocos días. La esperanza la dejo para los demás.
Comienzo a avanzar a duras penas, con el dolor reflejado en una mueca sorda, la boca abierta. Primero hacia la siguiente mesa, después hacia la siguiente, después a la pared. Me paro a descansar, pienso que por qué todos saben del extraño amanecer diurno ¿Por qué ellos y no nosotros? Sandra, Gero, Miguel y yo... Y tal vez alguno más de los que hay fuera. Miro hacia el suelo, resoplo, toso levemente y pienso que ahora me vendría bien un cigarrillo. El momento ideal, justo cuando no importa ya lo que pase, ¿qué mejor momento para fumar?
-V-vamos allá... -Con un último esfuerzo salgo al exterior. Me apoyo en el umbral de la puerta del invernadero, para luego buscar el soporte de alguna persona. Me sujeto en el hombro de Sandra. Respiro con dificultad por el esfuerzo y me quedo mirando espectante a ver cómo es ese amanecer pagano.
Joder, salen todos... estaba seguro de que salir llevaría a perder la cabeza un poco más de lo que ya la habían perdido. Todos... incluso Esperanza. Gero tenía la pistola en la mano, después de quitarsela con una facilidad inesperada a Alfonso. Esperaba una pelea o algo así, pero nada. Nada era como esperaba desde que había empezado aquel viaje... casi juraría que estaba puesto de LSD o algún otro alucinógeno.
Negó con la cabeza, seguro de que era una terrible idea, pero al final salió junto al resto. Si al final era peligroso, no quería dejar a Esperanza sola.
El mal no triunfa cuando no se hace nada. Quizás, en esta historia, el mal no triunfe.
Quizás no exista el mal.
Puede que no exista nada.
Lo que si que es un axioma inviolable es que la cobardía suele salvar más vidas que la valentía.
Camináis hacia la nieve. Nada mas salir, veis el cuerpo de Ana, la mujer de gafas. Tiene dos agujeros en la espalda de su traje, y parece que ha salido por la ventana del lateral del hotel y se ha arrastrado unos diez metros hacia el invernadero. El rastro de sangre está a punto de quedar cubierto por la nieve. Tiene las gafas rotas, el vestido roto, moratones por todo el rostro, y el horror puro en la mirada.
Alfonso la observa unos instantes antes de perder su vista en el infinito.
Y allí, en el infinito, antes de que podáis entender nada, amanece.
Amanece el sol negro.
Es difícil definir el negro. El negro es la ausencia de color. Pero lo que veis no es la ausencia de color. Es la ausencia. Es la inexistencia. Es la realidad de un universo que se quiebra, se rompe, y desaparece, y lo borra todo. Es el final. Pero es difícil definir el final, porque el final anula el principio. Lo que veis es la inexistencia del todo.
El amanecer negro os sonríe, os hace entenderlo todo, comprender lo que sois. La nada. No es una voz, no es una mente, no es un intelecto, no es un Dios. Es lo que no es. Está tan por encima de vuestra comprensión que su mera existencia os hace empezar a sonreír.
Jose Antonio no puede contenerse, cae de rodillas, llevándose su mano izquierda a la cara, comienza a apretarse los ojos mientras se agita en un temblor, manchando sus ropas de puro placer. Los globos oculares explotan, pero lo hacen porque ya no importa lo que vea o lo que no, porque el Señor Oscuro está allí con lo que queda de él. Ahora que tiene la certeza de que su Dios es una farsa, todo lo demás, no importa.
Miguel se ríe. Bastian. ¡El es Bastian! Está en la Historia Interminable. Pero en esta historia, la historia interminable de verdad, la nada es buena. La nada lo toma todo. No hay escapatoria ni para Bastian, ni para Atreyu, ni para Fujur. Mucho menos para él. Nada es real. Él no es nada. La nada lo es todo.
Sandra no puede controlarse. Ahora lo entiende. Nunca hubo nada que entender, porque esto no tiene sentido. No sentido en lo que alguien normal pueda dárselo. Es absurdo. Es un final irreverente, irrelevante, cruel. ¿Cómo pueden escapar a eso? ¿Pueden? ¿Deben? Sonríe. No. No deben. Quizás la nada sea ella y ella la nada. Quizás...
Gero mira la oscuridad, pero una sombra se interpone entre él y la noche. Es Esperanza, que se desnuda, y le atrae. Y Gero lo entiende. Quedan muy pocos segundos. Comienza a gemir como una bestia salvaje, mientras sin un control alguno, se desnuda, y deja que el amanecer oscuro le abrace a él, a ella, a la noche, a los dos. Son suyos.
Así, reunidos, asistís al big crunch del Universo. Al final. Pero quizás porque el tiempo se acaba, quizás por todo eso, quizás...
Volvéis a algo que estaba un poco antes.
Todos + 3 a Incoherencia sin salvación :P.
We are in the endgame now :P.