Partida Rol por web

¡Alto, en nombre de Castilla! III: Creed en Dios

I. Cuando la sotanas son las perseguidas

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26/06/2014, 20:48
Jimeno de Arguilla

Ya veo... -dijo retirándole las manos al agustino con cierta discreción- ¿y puede saberse que hace un monje como vos por aquí? Si le dijera quién "pasea" en  estos senderos... -aún se veía desde aquella posición el sendero principal, donde os asaltaron los soldados armamentados, y Jimeno se refería a eso-. ¿de quién huíais?

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26/06/2014, 20:52
Prínio

Aún entre sollozos de angustia (por la carrera) y alegría (por la salvación), Prínio, con voz entrecortada, os habló.

Confiado por nuestra congregación, viajo a Yecla, a auxiliar a mis hermanos agustinos y al resto de los repobladores del altiplano norteño de Murcia, donde las revueltas mudéjares -miró entonces rápidamente a Tariq, regresando la mirada de nuevo a Jimeno-, créanme, son catastróficas... ¿Ven alla arriba? -entoces señaló con el dedo la colina rocosa al lado, la que teníais a vuestros pies-. Allí hay una ermita. Subí a descansar unas horas, aproveché para rezar y luego me dispuse a bajar. Una vez por aquí abajo, lo ví a él.

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27/06/2014, 09:37
Damián

-¿A quién visteis, padre? -no sabía a quién se refería con él. Mientras hablaba enfundaba su espada de nuevo, sorprendido. Nuevamente había quedado patente su menor maestría en el combate cuando, a pesar de haber desenfundado el primero, Tariq y el de Arguilla se le adelantaron. Se agachó entonces el joven escudero para examinar los restos de las fieras, para volver a levantarse rápidamente-. Aquesos canes non eran perros vagabundos... Mas bien parecieren buenos podencos de cacería. ¿Por qué vos perseguían?

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29/06/2014, 12:06
Pelayo de Arbás

-Damián deja hablar al fraile, esta agotado tras esta... cacería-dijo Pelayo tratando de hacer que el muchacho guardase silencio para que el tal Prínio les explicase lo sucedido.

Notas de juego

Ya he welto!

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29/06/2014, 22:07
Prínio

Invadido por la curiosidad del novicio escudero, el monje agustino asentía a la espera que le dejase hablar de corrido. Agradeció para sus adentros que Pelayo interviniese para darle manga ancha.

A un hombre a caballo -respondió-, noble, seguramente -añadió-, de buen porte, cabellos largos y prendas exquisitas. Me topé con su montura justo ahí -señaló cerca de la fortaleza-, justo cuando, ya les digo, bajaba de la ermita. Yo paréme frente a él, y el miróme, ¡como con malos deseos! Yo hice lo propio en sonreíle y mostrarme alegre y sereno, mas que empezó a insultarme tras revisarme de abajo a arriba con la mirada, y tras proferirme burlas y desvaríos, que envió a los sus perros a perseguirme... -Prínio miró hacia el mismo lugar de donde habían venido los perros, para cerciorarse que no venía ninguno más, como contaba de la historia de hacía escasos minutos-.

Notas de juego

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