Partida Rol por web

Buenas tardes, señores. Soy el Sheriff Stockhouse, en funciones. ¿Puedo ayudarles en algo?

El sheriff os mira muy serio desde sus gafas de sol y bajo el ala de su sombrero. Su mano reposa sobre su pistola enfundada y se detiene a tres metros de vosotros.

Buenos dias señor agente,mi nombre es Jen Bullwater y soy "recuperadora",he llegado ha este lugar persiguiendo a un "caballero" cuyo viaje terminó aquí, pero al intentar preguntar ,nadie nos a contestado , es mas no se por qué nos han rajado la rueda del coche ya que solo pretendiamos comprobar que ya no se encontraba aquï-digo mientras estraigo mi documentación y se la entrego para que la vea.
Como comprendera el que hayan dañado nuestro coche nos da que pensar si esta gente no estará escondiendo a un fugitivo de la justicia- y con un aire totalmente inocente hago un mohin con los labios indicando mi fastidio.

—¡Maldita sea! ¡Quién cojones se ha atrevido a rajarme el coche! ¡Tsk!—la lista de maldiciones e improperios era amplia y extensa.

Pocas cosas había que pudieran afectar tanto a mi estado anímico. Y aquella era una de ellas...

Junto al coche, y tras haber llegado a la evidente respuesta de que "nadie podía esconderse allí", entrelacé mis dedos a altura de la nuca y respiré profundamente mientras daba vueltas entorno a MI coche. Intentaba serenarme.

Entonces me percaté de la aparición del sheriff y de cómo la Jefa había comenzado a hablar con él. Así que dando zancadas llegué hasta ellos, me saqué un pitillo y lo prendí, y me situé junto a Jenn. Tras dar una profunda calada, interrumpí inmediatamente con las últimas palabras de la Jefa.

—¿Quién ha sido el desgraciado que le ha hecho eso a mi coche? ¡Qué coño ha pasado aquí! Agente...

Y como vi que volvía a sentir tendencias no muy cívicas frente al que era un agente de la ley el orden le di otra calada al cigarro. Entonces me fijé en su placa, y un pensamiento atravesó la marabunta de maldiciones que revoloteaban en mi mente: <<¿Stockhouse?>>—pensé, sorprendido, y me ajusté las gafas tintadas en aquella degradación marrón y anaranjada.

El sheriff que se encontraba ante nosotros no era otro que Stockhouse hijo. Haciendo memoria, al poco había captado la relación entre ambos nombres. Esto no era fruto de la casualidad: ¿cuántas familias americanas encomendados a nuestro Padre compartían funciones laborales? Eran más cercanas entre las poblaciones más humildes y acomodadas, pero también en los mundos del juego. La brutalidad de la endogamia en las mesas de juego había supuesto...

Desechando tales ideas, me acerco con paso lento y meditativo. Pongo una mano en el hombro de mi compañero Jack. Jenn se encargaba de estas cosas. Serénate, querido Jack. Una palabra de más es la diferencia entre un problema y cientos de ellos. Dejemos que Jenn se encargue de todo, y no olvides que estamos ante un representante de la ley- comenté con tranquilidad.

Mientras el sheriff se disponía a replicar, le tendí la mano con la idea de un intenso apretón. Padre Brian, sheriff- saludé cortésmente.

El sheriff parecía, de hecho, a un paso de recordarle su posición a Jack cuando el padre Brian ha intervenido. Examina los papeles de Jenn con cuidado, dos pasos alejado de nuevo de vosotros y sin decir una sola palabra, con la mano aún sobre la pistola enfundada. Por fin, se adelanta y devuelve la documentación.

-Bien y ¿a quién vienen buscando? Si se trata de un delincuente peligroso, me gustaría comunicarlo lo antes posible a mis ayudantes para que observen las precauciones necesarias. ¿Han hablado ustedes con alguien de aquí, de Big Tuna? No me les imagino escondiendo a un fugitivo.-

Exhalé el humo del tabaco e hice una mueca de resignación.

—Tiene razón, padre -dije entre dientes.

Asentí y me volví hasta el coche a paso lento. En silencio, abrí el maletero y comencé a rebuscar: <<Debe de haber algo por aquí que pueda usar>>, me decía a mí mismo. <<Tsk, ¡estamos en un desguace! Algo tiene que haber>>. Me reincorporé y posé una mano sobre el capó del maletero. Observé entonces con otros ojos el lugar de Big Tuna. El rajazo tendría su explicación, y la gente... bueno, no solíamos ser bien recibidos allá por dónde fuéramos.

— Eh, Dani. Haz algo por la vida de una maldita vez, ¡espabila! -dije mientras abría la puerta del conductor y me dejaba caer sobre el asiento, dejando una pierna por fuera.

<<Big Tuna...>>, repetí en mi cabeza.

Lo cierto es que es un estafador con mucha suerte , no creo que sea peligroso , pero su labia es capaz de convencer a un esquimal de comprar una nevera para su Iglu.

Cuando veniamos por allí arriba -y señalo lo alto de la colina -nos ha parecido ver su coche dentro del desguace y como en el pueblo dijo que se dirijia aquí,veniamos dispuestos a hacer algunas preguntas.

Lo que no esperabamos es que nos dañasen las ruedas en cuanto nos apartamos para llamar a algunas puertas y eso que no hemos podido hablar con nadie por que nadie nos a contestado .
Si llegamos a pillar al que nos ha hecho esto-y hago un gesto con la cabeza hacia el coche-podriamos haber sabido el por que de unas cuantas preguntas-y por primera vez una mirada gelida se posa en mis ojos el tiempo suficiente como para ser perfectamente notada por el sheriff.

-Creo que será mejor que me quede con ustedes entonces. Estas personas, que por lo que a mí respecta son tranquilas y no dadas a pinchar ruedas de desconocidos. Pero di dicen haber visto el coche en el desguace, podemos pedirle permiso al dueño.-

Y diciendo esto, se acerca a la caseta de guarda que tenéis cerca sin dejar de teneros a la vista pero más relajado que antes. Toc, toc, toc. Nadie responde. Toc, toc, toc. Nadie responde.

-¿Señor Feckerman? Soy el sheriff Stockhouse-

Toc, toc, toc.

Por fin, una cortinilla de la caseta se retira, dejando ver un rostro obeso, relleno como un pavo, que asoma unos ojos pequeños y porcinos. Os mira y detiene la mirada sobre el sheriff, sopesando, pensando si abrir. Por fin, desaparece un par de segundos antes de entreabrir la puerta y asomarse un poco. Suda y tiembla cuando os dice:

-¿E... en qué puedo ayudarles, Sheriff?-

-Buenas tardes. Verá, estos señores venían a Big Tuna buscando a una persona y, bueno, han tenido un accidente o alguien les ha pinchado las ruedas. Claro, esto es raro porque a quien buscan es a un supuesto delincuente. Ahora estos señores le van a preguntar sobre este hombre. ¿Le importa responder a sus preguntas un rato? No está usted obligado, desde luego.-

Y da dos pasos hacia atrás para dejar que os acerquéis quienes queráis, aunque alguien más desconfiado pensaría que quiere teneros a la vista y a ninguno a su espalda, incluyendo a Jack en el coche.

El señor Feckerman, sin abandonar la oscuridad de su cobacha ni abrir más la puerta, asiente a las palabras del Sheriff y espera vuestras preguntas.

Me acerco a Milos con paso lento. Los caminos del Señor habían demostrado una y otra vez ser tan inescrutables como para tenerme a mí delante de la puerta de este individuo, en esta situación. Mentiría si no afirmase que estaba nervioso. Las cartas fueron mi campo. La parroquia era mi campo. Entrar en terrenos desconocidos era algo a lo que cualquier obispo nos animaría a fin de extender la Palabra del Evangelio, pero yo no era de ese tipo de sacerdotes. Obraba a Dios como penitencia, no como misión.

Suspirando interiormente, me asomo hasta encontrarme con su rostro, las manos entrecruzadas en mi regazo. Buenos días, señor Feckerman. He aquí una de mis cualidades útiles para este variado grupo de personajes que éramos. Quiero que sepa que si su camino es inherente al mensaje de Dios, tiene ante si un pastor. No tiene nada que temer, en todo caso. Sonrío amablemente. Nuestro interés no radica más que en encontrar a un delincuente, y tras saciar nuestras preocupaciones, nos marcharemos de aquí.Hice una breve pausa. Mi compañera aquí presente le hará una serie de preguntas. Ignoro si ante los ojos de la ley estará obligado a responderlas, pero a ojos de Dios, tenga por seguro que no. Tiene usted mi palabra, y aunque podría resultar perfectamente un falsificador, ruego me mire a los ojos cuando semejantes pensamientos crucen su mente.Me aparto y dejo espacio a Jenn.

No seas muy duro con él. Parece nervioso y asustado. Le susurro mientras me hago a un lado, de espaldas al sheriff y cercano a la puerta.

Estamos buscando a este caballero- digo enseñandole una foto -sabemos que se dirijia hacia aquí por que lo soltó en el pueblo- y poniendo mi cara mas inocente - estoy segura de que si está con ustedes es por que no sabian que era un delincuente buscado por la justicia lo que les exime de cualquier cargo , pero dado que nos ha parecido ver su coche en el desguace, rogamos nos diga donde encontrarlo-y espero pacientemente ha que hable.

-Ah... sí, sí. Estuvo por aquí. Pero ya se marchó, ayer. No, esta mañana, quiero decir. En su coche, así que no puede estar en mi desguace.-

El hombre tiembla de ansiedad, retuerce sus manos aferradas a la puerta y observa paranoico el aire alrededor vuestro. Entonces, un sonido, el de metales cayendo al suelo y entrechocando, como si una pila de piezas hubiera caído al suelo en algún lugar del interior del depósito de desguace, le hace dar un respingo y a punto está de cerar la puerta de golpe.

Miro significativamente al sheriff -abranos inmediatamente el desguace o le pediré al sherif que se lo lleve detenido por obstrucción a la justicia, si no es nuestro hombre el que está dentro-digo señalando el desguace- le pediré disculpas , pero ahora acompañenos dentro -digo mientras saco mi arma y la quito el seguro.
Jack tu controla el cambio de la rueda y estate al quite, usted padre venga con nosotros a lo mejor necesitamos de su persuasión y tú Daniel nos serviras de enlace a la entrada del desguace por si alguien le ayuda y tenemos que salir por pies.
Usted Sheriff , se apunta a la juerga?-y le miro coqueta con ojos de acero.

El ruido hizo que diese un respingo. Con que allí estaba ¿no? Me preguntaba qué motivos tendría ese pobre hombre para esconder nuestra "presa". Quizás algún tipo de interés económico, pero no me resultaba tan evidente. Al fin y al cabo, ¿qué hacía escondiéndose en este desguace tras irse de un motel en el pueblo? No tenía mucho sentido.

Despejé la cabeza de pensamientos y asentí ante la petición de Jenn. Por supuesto, señorita Bullwater. Hice un ademán de adelantarme, sin esperar la respuesta del sheriff.Solo le pido que sea cauta a la hora de usar su arma. No queremos que nadie salga herido, recuerde - aludí con mucho temperamento.

-No- sonó rotundo Stockhouse. -Aquí no va a haber ninguna "juerga". Si tiene problemas para seguir un protocolo o no recuerda los derechos civiles, le recomiendo que vuelva a la academia donde le dieron el título y pida que le devuelvan el dinero, señorita. No me voy a llevar detenido a nadie porque el señor Feckerman tiene perfecto derecho a no abrirnos la puerta de una propiedad privada sin una orden o sin sospecha clara de que se esté cometiendo un delito. En cambio, si vuelve a intentar sacar esos humos, puedo retenerla a usted para comprobar sus credenciales, sus licencias de armas y lo que me parezca, 24 horas. ¿Me ha entendido? No responda. Por su bien, no responda. Es una pregunta retórica.-

Dicho esto, da dos pasos adelante para tomar la iniciativa de la conversación con Feckerman. -Milos, no está obligado a nada, pero sería de ayuda que estos señores pudieran mirar en su desguace. Estamos seguros de que nadie aquí era consciente de que el hombre al que buscan sea un criminal. Si dices que se marchó, te creemos, pero seguro que cuando vean que su coche no está aquí, estas buenas gentes se marcharán en su busca.-

Milos tiembla, Milos suda. Milos asiente y finalmente se gira y recoge de alguna parte un llavero que le alarga al Sheriff. Son las llaves. Perdonen que no les acompañe, tengo que terminar de arreglarme y... eso.

!Me ha parado los pies !, este tipo empieza a gustarme pienso para mí, mientras le hecho una mirada apreciativa.
Por supuesto lleva razón sheriff,hacia mucho que no me encontraba con alguien que supiese hacer bien su trabajo y me mal acostumbre, le ruego me perdone- y mi tono es genuino en la disculpa.