Le disparo un ráfaga media con el mp5 y tres disparos con la pistola mientras me intento lanzar tras la cabaña y grito:
-¡Cuidado con el cabezón!, ¡ponle un casco!
Otra vez una lluvia de casquillos cae tras de mi...
Motivo: Ráfaga media
Tirada: 1d20
Dificultad: 14-
Resultado: 13 (Exito)
Motivo: disparos
Tirada: 3d20
Dificultad: 17-
Resultado: 14, 17, 17
Exitos: 3
Motivo: daño rafaga
Tirada: 16d10
Resultado: 87
Motivo: daño glock 1
Tirada: 6d6
Resultado: 15(+2)=17
Motivo: daño glock 2
Tirada: 6d6
Resultado: 19(+2)=21
Motivo: daño glock 3
Tirada: 6d6
Resultado: 23(+2)=25
-Jack, cállate y noquéale.
No me podía dispararle. Era un ser humano, vivo, no un zombie como los otros. Era más de lo que podía hacer... Dejando a Jack sólo ante el peligro.
Nathan intentó moverse, pero no lo hizo, lo veía todo negro, creyendo que iban a morir se quedó allí de pie. Jack soltó una ráfaga con su Mp5 acabando así con la munición del subfusil, por suerte para él, también con la vida del capitan Rumeu. Sin perder más tiempo entráis en la cabaña, una vez dentro, la estera decorada con dibujos rituales empieza a vibrar levemente, como si estuviera viva y tiritase. Nathan coloca al bebé en el centro de la esfera. Se eleva en un metro en el aire, flotando sobre un corro de luz. Bajo él, el dibujo central de la esfera, se desvanece, como si los trazos que lo componen cobrasen vida, para transformarse en el dibujo de la cara de la Luna. El techo estalla en un torrente de luz y la luna llena, parece ocupar todo el firmamento
El bebé desaparece hacia arriba a toda velocidad. Como si de otro rayo de luz se tratase, de repente a ambos se os viene una frase que leisteis en un fragmento de la obra de Rodrigo Mesquita
"Que todos, ellos y nosotros, somos lo mismo. Que los Yamirogami y la selva somos hermanos y estamos hechos de la misma materia"
Nathan -1 a voluntad hasta que vuelvas a superar la tirada
Respiré quedamente, sentándome en el sitio. No me sentía con fuerzas de moverme. Necesitaba la radio... Ir a la civilización. Pero no tenía fuerzas. Me tumbé en el suelo y cerré los ojos, con la sensación de que el suelo me engullía.
Levanté la mano diciendo adiós y dije entre susurros:
-Adiós hormiga atómica, no olvides mineralizarte y vitaminarte...
Luego me dejé caer y comenté:
-Hemos pillado como nunca en la vida...